InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Liturgia

29.10.24

¿Por qué madrugas?

La necesidad de madrugar es una constante para la mayoría de las personas, ya sea para trabajar fuera de casa, cuidar de los niños en ella, estudiar o el resto de nuestros innumerables afanes. Basta ir en el metro un lunes por la mañana para descubrir que también es una constante que ese madrugar cueste y nos tenga perpetuamente fatigados. Es una de las consecuencias del pecado de Adán, que rompió la armonía original de la naturaleza y nos hizo esclavos de muchas cosas.

Madrugar vamos a tener que madrugar, lo queramos o no, pero lo que queda a nuestra libertad es la razón por la que madrugamos. En ese sentido, creo que es muy conveniente que cada uno se haga esta pregunta: ¿por qué madrugo?

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1.10.24

Benditas velas

Cuando llego a una iglesia que no conozco y veo que tienen velitas para que las enciendan los fieles al rezar, siempre me alegro. Esas benditas velas están entre los recuerdos preciosos de mi niñez y me conforta mucho pensar que aún no han desaparecido, aunque cada vez sean menos frecuentes.

No son necesarias, por supuesto, pero ayudan mucho a mostrar visiblemente la diferencia entre lo profano y lo sagrado, manifestando de forma inmediata que una iglesia es un lugar especial y requiere una actitud distinta. Es algo que los niños perciben enseguida, con el instinto infalible de la niñez para ir al fondo de las cuestiones.

En una vela, además, se unen algo de misterio y, a la vez, de claridad. Es, por lo tanto, un signo particularmente apropiado para hablarnos del gran misterio de Cristo, que es la luz de los hombres, la luz que brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron.

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4.09.24

Siempre y en todo lugar

No creo que sorprenda a nadie si señalo que la mayoría de los católicos apenas presta atención a las oraciones de la Misa. Si alguien les preguntara a la salida qué decían la oración colecta o el prefacio, pondrían la misma cara que si les preguntaran por la matrícula de los diez últimos coches que han pasado por su calle.

Esto es muy triste, por supuesto, pero no puedo evitar pensar que quizá sea necesario como una especie de velo de Moisés que atenúa habitualmente para nosotros un esplendor demasiado intenso para que lo soporten meros seres humanos. A fin de cuentas, las riquezas que esconde la liturgia y que casi todos ignoran son divinas, eternas e infinitas. No podrás ver mi rostro, porque cualquiera que vea mi rostro morirá, dice la Escritura.

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16.05.24

Pedid y os quedaréis cortos

En los ambientes progresistas, pedir cosas a Dios tiene mala prensa. Varias veces hemos discutido en este blog a “teólogos” que afirmaban que no tiene sentido pedir cosas a Dios, porque, o bien ya sabe lo que queremos y no tiene sentido pedírselo o Dios no interviene en los asuntos humanos o incluso no es capaz de intervenir. Uno sospecha que el verdadero problema está en que para pedir algo a Dios se requiere tener fe y no andan muy sobrados de ella. En fin, está claro que, como decía Chesterton, hay algunas tonterías tan absurdas que, para decirlas, hace falta haber estudiado.

¡Lejos de nosotros esas sandeces! Pidamos cosas a Dios y pidámoselas a menudo y con sencillez, como hace un niño con su padre. Dios está deseando que le pidamos lo que necesitemos. Es más, nos ha mandado que lo hagamos, al enseñarnos el padrenuestro o al prometernos pedid y recibiréis. Nuestras oraciones de petición siempre son escuchadas y, cuando nos parece que no lo son, generalmente es porque Dios nos ha dado mucho más de lo que pedíamos o imaginábamos.

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30.03.24