InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Pensamiento

12.06.13

Palos a Dios porque boga y palos porque no boga

Prohibido el pasoEstos días, en el escaso tiempo que una mudanza me ha dejado libre, he estado releyendo la autobiografía de C. S. Lewis, Sorprendido por la alegría. Es un libro interesantísimo y, aunque supongo que lo habré leído ya al menos una docena de veces, cuando lo releo siempre hay algo que me llama la atención y en lo que antes no me había fijado.

En esta ocasión, me he quedado un rato pensando sobre una frase en la que Lewis habla sobre uno de los grandes obstáculos que encontró para su conversión, basado en su individualismo Cuando era joven, por su carácter, no deseaba nada con más fuerza que ser dejado en paz y naturalmente esta característica suya se reflejaba en su ateísmo y en su rechazo de Dios tal como lo describe el cristianismo:

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14.05.13

Heterodoxia, humildad y la fe de los sencillos

Anciana rosario 2Hay cosas de las que no conviene hablar en domingo. En lo posible, el día del Señor debería estar dedicado a bendecir a Dios y a disfrutar de sus maravillas. Por eso no comenté la noticia sobre el tristemente famoso sacerdote de Entrevías cuando fue publicada en InfoCatólica, el pasado domingo.

No creo que haga falta comentar las tonterías que el pobre D. Enrique decía sobre el aborto, el “matrimonio” gay, la Iglesia o el celibato sacerdotal, porque se trataba de una heterodoxia de un nivel tan bajo que movía a la pena más que a otra cosa, a la vez que emitía claros efluvios sesentayochistas y trasnochados. Hay algo, sin embargo, que no me gustaría dejar pasar sin realizar un breve análisis: las palabras que dedicaba a su madre.

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10.05.13

Cualquier cosa menos la fe

ReligiónAyer, estaba uno de mis hijos viendo los dibujos animados en la televisión y me llamó la atención algo curioso. Los personajes, que eran animales humanizados, se dedicaban con ahínco a buscar algo que había perdido uno de ellos. ¿Qué era el objeto tan valioso que se había perdido? El “amuleto de la suerte” del propietario, necesario para tener suerte en no sé qué.

No se trataba de dibujos animados malvados, groseros o inapropiados, porque esos no se los dejamos ver. Era uno de los programas de dibujos animados más inofensivos, para niños muy pequeños. Tampoco se trataba de historias con tema fantástico, en las que uno de los ingredientes fuera la magia y los seres fantásticos, sino que era una más de historias totalmente cotidianas que podrían haber ocurrido a cualquier niño: el colegio, los amigos, competiciones… y un amuleto. Me temo que no debe de ser algo raro, porque hace algún tiempo vi otros dibujos animados totalmente distintos en los que también se hablaba con naturalidad de amuletos de la suerte.

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11.12.12

Caridad y dulzura no son sinónimos

En el post que escribí hace unos días, criticando unas declaraciones engañosas y que calumniaban a la Iglesia aparecidasen Religión Digital, una lectora me reprochó que ese post era una muestra de falta de humildad y caridad: “[Antes] no eras así; tenías humildad y caridad de verdad […]no eres el mismo. Siento decírtelo, de verdad”. Es totalmente cierto que de humildad no he andado nunca muy sobrado, ni antes ni ahora. Lo que decía esta amable lectora sobre la caridad, sin embargo, me dejó pensativo y estuve dándole vueltas durante varios días.

Al margen de mi caso personal (no se me ocurre ningún tema más aburrido que mi persona), creo que hay aquí un tema en el que conviene profundizar un poco. ¿Hablar con dureza es una falta de caridad? ¿Los cristianos siempre tenemos que tener cuidado para no ofender con nuestras palabras? Creo que el mismo hecho de que se planteen estas preguntas muestra un peligro grande que tenemos los cristianos en nuestra época: confundir la dulzura y la caridad.

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19.11.12

Agnósticos, ateos, cristianos

JerarquíaHe leído un párrafo muy interesante en un blog norteamericano, sobre la existencia de una cierta jerarquía entre agnósticos, ateos y cristianos. Como no tengo Twitter, lo traduzco y lo comparto aquí en el blog:

«Llevaba años viviendo como un ateo, aunque yo habría rechazado esa calificación. Prefería el término “agnóstico”. Creía que prescindir de la verdad como algo imposible de conocer era una postura intelectualmente superior. Mientras que muchos ateos pueden mirar por encima del hombro a los cristianos, los agnósticos miran por encima del hombro a todos los cristianos y a los ateos. Los pobres cristianos, por otro lado, no tienen a nadie a quien mirar por encima del hombro, pero me da la impresión de que puede que esa sea la gracia del asunto después de todo».

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