La Iglesia Oficial
Hay palabras y expresiones que hacen que, al oírlas, se le pongan a uno los pelos de punta y suenen inmediatamente todas las alarmas. Algunas de esas expresiones, para mí, son las de “Iglesia oficial”, “Iglesia institucional” y “doctrina oficial”. En mi experiencia, el uso de estas expresiones indica la presencia de unos prejuicios profundamente arraigados que desnaturalizan totalmente la esencia misma de la Iglesia y de su enseñanza. En general, suelen transmitir la idea de que se puede ser católico sin pensar, actuar ni sentir como católico, porque esas cosas pertenecen a la Iglesia o a la doctrina “oficiales". Es decir, la idea de que se puede ser católico sin molestarse en serlo.
En cuanto escucho a alguien hablar de “Iglesia oficial”, de la “Iglesia institucional” o de la “doctrina oficial”, me resigno a tener que discutir y tomo el resto de lo que se dice con desconfianza. Es más, ya ni espero a que diga la palabra entera. En cuanto escucho “of…”, suenan las alarmas. Lo siento por quien esté hablando de ofrendas, ofertas u Ofelias, pero, como aquella monja del convento de Santa Teresita, el alérgico termina por aborrecer hasta las flores de plástico.