El buenismo pacifista no es cristiano
Pocas cosas hay más tristes que vivir dominado por los dictados de la moda, pero una de ellas es vivir dominado por los dictados de una moda de hace cincuenta años. El daño que hace basar la propia conducta en un error grave es evidente, pero más evidente aún es el perjuicio de construir el propio pensamiento sobre un error que ya demostró sus gravísimas carencias hace medio siglo. Es difícil pensar en algo que muestre una mayor inmadurez que seguir lo que hace todo el mundo como borregos, salvo quizás seguir como borregos lo que hacía todo el mundo el siglo pasado.
Últimamente ha resurgido en la Iglesia, como una mala hierba, el pacifismo buenista y militante de los sesenta. Por alguna extraña razón, un gran número de eclesiásticos han decidido unánimemente que esa ideología casposa y disparatada es la postura moral de la Iglesia, sin importar que la Tradición, la doctrina y el sentido común más básico digan lo contrario.