Dos clarificaciones necesarias: el virus Zika y la unión de las «Iglesias»
Una de las características de nuestro tiempo es la valoración de la inmediatez sobre la precisión. Lo importante es la últimísima noticia, que se consume y traga a toda prisa, para pasar con rapidez a la siguiente, sin tiempo para evaluar su veracidad o su error, digerirla y asimilarla con tranquilidad.
En este contexto, me ha parecido oportuno reflexionar sobre dos declaraciones recientes del Papa que algunos no entienden bien, sino que las interpretan en el peor de los sentidos posibles, de manera ajena a la enseñanza de la Iglesia. La primera de las intervenciones corresponde, además, a una entrevista, un género literario que se presta mucho a la imprecisión de lo que dice el entrevistado y a una comprensión superficial por parte de los lectores.
En su último viaje en avión, un periodista preguntó al Papa Francisco acerca del virus Zika y la doctrina católica sobre la anticoncepción. Por supuesto, el periodista sabía perfectamente que la doctrina católica sobre ese tema está contenida en el Catecismo de la Iglesia Católica, pero, tristemente, ya estamos acostumbrados a que lo único que busquen los periodistas sea un titular sensacionalista.

El ecumenismo es una de esas buenas ideas cristianas que, como diría Chesterton, en ocasiones se vuelven locas y arrollan todo lo que encuentran a su paso. Conviene comenzar diciendo que, en sí, se trata de algo bueno, santo y necesario. A fin de cuentas, no es algo nuevo, ni una simple moda actual. La Iglesia siempre ha querido la unidad de todos los cristianos, siguiendo el ejemplo de Cristo, que oró por esa unidad durante la Última Cena: Padre, que todos sean uno, como Tú y Yo somos uno (Jn 17,21).
Un amable lector ha colocado en su blog dos breves reseñas de los libros
En su
Hay ciertas noticias que no salen en la prensa habitual, pero cuyas consecuencias a largo plazo son mucho más importantes que las de unas elecciones presidenciales o las de una cumbre internacional de tipo ecológico-forense. Me alegra traer hoy al blog en exclusiva una de esas noticias que probablemente haya pasado inadvertida para los lectores, porque no todos los días se produce un descubrimiento arqueológico (¡y teológico!) de estas proporciones.









