He encontrado en el blog Linen on the hedgerow esta magnífica oración de una madre por su hijo y creo que merece la pena traducirla y traerla al blog. En origen, fue escrita para ser rezada por una madre británica, por su hijo, Michael Collins, que había marchado a la Segunda Guerra Mundial, pero vale para cualquier madre (o padre), porque la experiencia de ver que los hijos se marchan es común a todas las familias.
El cabo Collins (ver foto), que se alistó con 17 años, era católico y formaba parte de los Comandos británicos. Fue herido por los japoneses, pero curó de sus heridas y pudo regresar sano y salvo a su casa.
Confieso que la oración me ha emocionado y me ha hecho llorar. Mis hijos son pequeños, pero soy consciente de que un día se harán mayores y dejarán de depender de mí. Y sé que es bueno que así sea, aunque yo quisiera tenerlos siempre cerca. Todos mis hijos llevan nombres de mártires para recordarnos a mi esposa y a mí que no nos pertenecen, sino que son de Dios y están en sus manos.
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