InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: General

9.09.16

Oración para tiempos que nos superan

Llaga del hombro de CristoHay momentos de la vida que superan nuestras fuerzas, que nos hacen sentirnos impotentes y en los que arrecia la tentación de la desesperanza. El hombre es como una caña agitada por el viento y se horroriza al asomarse al abismo de su propia fragilidad.

La falta de esperanza en esas situaciones viene de habernos creído un cuento que nos han contado mil veces, desde las películas de dibujos animados para niños: puedes hacer todo lo que quieras, si tienes “fe en ti mismo” no hay nada imposible para ti, eres el dueño de tu cuerpo y de tu vida, eres, en suma, el centro del universo. Yes, we can! YES, WE CAN!

Cuando la realidad se impone y descubres que no es cierto, que no puedes hacerlo todo, que tus planes se rompen, tus proyectos fracasan y lo que has edificado se derrumba, aparece la angustia. Se quiebra en mil pedazos la ilusión de que eres el centro del universo y te das cuenta de que en verdad no eres más que una mota de polvo, perdida en la inmensidad.

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1.09.16

Destructora de todas las herejías

Montefalco San Francesco - Madonna del soccorso

De Maria nunquam satis, decía San Bernardo. Sobre nuestra Señora, todo lo que se diga es poco. Así lo ha entendido siempre la Iglesia, que ha multiplicado hasta el infinito los títulos, elogios o piropos a la Virgen: Trono de la Sabiduría, Causa de nuestra alegría, Nueva Eva, Hija de Sión, Doncella de Israel, Reina de los Ángeles, Rosa de Jericó, Llave del Paraíso, Panhagia, Abogada nuestra, Turris eburnea, Foederis Arca, Medianera de todas las gracias, Madre de la Iglesia, Reina y Señora de cielos y tierra, Theotokos, Speculum iustitiae, Stella maris…

No podría decir cuál de todos esos títulos de Nuestra Señora me gusta más, pero hoy voy a hablar de uno que siempre me ha parecido delicioso por lo políticamente incorrecto, el de Destructora de todas las herejías. Como dice el oficio parvo de la Virgen, Gaude Maria virgo, cunctas haereses sola interemisti in universo mundo. Es decir, alégrate, Virgen María, tú que eres la única que has destruido todas las herejías del mundo.

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3.05.16

¿Por qué encendemos velas ante las imágenes? Nikolai de Zica

Hace tiempo, publiqué en el blog una impactante oración por los enemigos escrita por Nikolai de Zica, un obispo serbio ortodoxo de la primera mitad del siglo XX, considerado santo por los ortodoxos y conocido a menudo como el “Crisóstomo serbio". Como a varios lectores les gustó mucho, traduzco hoy otro pequeño texto del mismo obispo, acerca del significado de las velas que encendemos en la iglesia, ante las imágenes de Cristo, de Nuestra Señora o de los Santos.

Es un texto muy sencillo, pero que refleja la sabiduría de alguien que es consciente de que la Tradición de la Iglesia está llena de gestos profundísimos, que nos llevan de forma segura y directa hacia Dios. Sin duda, todos habremos encendido velas alguna vez, pero quizá no hayamos meditado con detenimiento sobre el significado de ese gesto. Y por supuesto, los paganos, que piensan que lo que hacemos es “pedir un deseo", no se enteran de nada.

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8.04.16

La clarividencia del cardenal Baldisseri

Cardenal Baldisseri

Tengo que confesar que, cuando leí que el Papa había elegido al cardenal Schönborn y al cardenal Baldisseri para presentar públicamente su Exhortación Postsinodal, me preocupé un poco. Los antecedentes de ambos cardenales durante las discusiones sinodales no me ofrecían mucha confianza, la verdad, y temí que su presentación fuera un poco sesgada.

Como era de esperar, sin embargo, me equivoqué por completo. Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? La elección del cardenal Baldisseri en particular fue magnífica, porque el cardenal se mostró clarividente en su presentación del documento y nos ofreció una clave interpretativa de toda la Exhortación sencillamente magistral. Sin duda, como deseaba el propio Papa.

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27.03.16

De este mundo, la primera

Hace muchos años, viajé a Loretto con ocasión de un encuentro de jóvenes con el Papa Juan Pablo II que se celebró allí. Al visitar la basílica, me impresionó mucho un mosaico con una escena de la vida de Cristo que nunca había visto antes: la aparición de Cristo resucitado a Nuestra Señora, en la mañana de Pascua.

Se trata de una escena que no aparece en los Evangelios, pero que se ha transmitido en algunas tradiciones, recogidas, entre otros, por San Anselmo de Canterbury, San Alberto Magno y el propio San Juan Pablo II, tan amante siempre de la Virgen y todo lo que tuviera que ver con ella:

“Los evangelios refieren varias apariciones del Resucitado, pero no hablan del encuentro de Jesús con su madre. Este silencio no debe llevarnos a concluir que, después de su resurrección, Cristo no se apareció a María; al contrario […] ¿Cómo podría la Virgen, presente en la primera comunidad de los discípulos (cf. Hch 1, 14), haber sido excluida del número de los que se encontraron con su divino Hijo resucitado de entre los muertos?

Juan Pablo II, Audiencia general del 21 de mayo de 1997

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