Los tiempos en que nos ha tocado vivir
En estos tiempos de crisis y confusión en la Iglesia, se percibe a veces en los grupos, portales y blogs cristianos un cierto aire de tristeza y queja. Un aire, si somos sinceros, de desesperanza. Es más que comprensible, porque la situación de la Iglesia, como ya decíamos hace tiempo, es muy grave. Parafraseando el Stabat Mater, ¿qué hijo no sufriría al ver a su Madre la Iglesia en tanto suplicio? Sin embargo, entre el sufrimiento y la desesperación hay un abismo que no se debe cruzar.
La mejor forma de no cruzar ese abismo, a mi juicio, es aplicar el agere contra de San Ignacio y dar gracias a Dios por este tiempo que nos ha dado para vivir. Y hacerlo ahora, de forma real y concreta, con palabras y con todo el corazón, no como un reconocimiento intelectual de algo abstracto, sino como el niño que agradece a su padre un regalo. Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Dios no se ha equivocado al decidir que vivieras en esta época tan terrible para la Iglesia. Al contrario, te ha hecho un gran regalo.