Castaño oscurísimo

Después de leer el que ayer publicó Religión Digital sobre las declaraciones de Monseñor Cañizares, creo que alguien debería quejarse. Mejor aún, creo que muchos lectores deberían quejarse para que se haga algo para remediar esta situación. Yo así lo quiero hacer con este artículo, respetuosamente, pero con firmeza.

Que un prelado como Monseñor Cañizares proclame públicamente, en estos momentos, que Zapatero va a llevar al país al desastre es, como mínimo, una imprudencia temeraria… o lo sería si de verdad hubiera dicho eso. Una vez más, estamos ante un caso de titulares engañosos y malintencionados.

El titular dice: El Cardenal Cañizares arremete contra Zapatero. “Conducirá el país al desastre”. La conclusión que saca cualquiera que lea este titular es que Monseñor Cañizares ha perdido los papeles y se ha desahogado a conciencia contra el Presidente recién elegido.

En cambio, al leer las declaraciones del Primado de España, lo único que encontramos es que afirmó que la Iglesia seguiría luchando por el derecho a la vida. Ante la objeción de que eso sería luchar contra la democracia o contra leyes democráticamente aprobadas, señaló: No estamos contra la democracia sino a favor de ella. Quien niega el derecho a la vida está en contra de la democracia y conduce a la sociedad hacia el desastre. Es decir, la postura de la Iglesia en este ámbito es la que concuerda con una verdadera y sana democracia, porque respeta los derechos humanos de los más desprotegidos.

El autor del artículo, sin embargo, sugiere, engañosamente, que el Cardenal estaba hablando de Zapatero en particular. Es indudable, hay que reconocerlo, que nuestro Presidente niega el derecho a la vida de los niños aún no nacidos. Sin embargo, por desgracia, no es el único en hacerlo, sino que le acompañan en ello varios millones de políticos (de todos los partidos políticos con representación parlamentaria, si no me equivoco), periodistas, médicos y ciudadanos de a pie.

Teniendo en cuenta ese pequeño detalle, habría estado igual de justificado que el titular dijera lo mismo de cualquier otra persona que niegue, en una medida u otra, el derecho a la vida de los no nacidos. Podríamos haber disfrutado de perlas como: “el Cardenal Cañizares afirma que Rosa Díez conducirá al país al desastre”, “Monseñor Cañizares declara que Gallardón conducirá al país al desastre” o, mejor aún, “el Primado de España asegura que mi vecina del tercero conducirá al país al desastre”. Todos estos titulares son ejemplos, igualmente injustificados, de tomar la parte por el todo.

El latín, con esa admirable concisión que lo caracteriza, define las afirmaciones engañosas como: supressio veri, suggestio falsi. Es decir, suprimir parte de la verdad y sugerir lo que es falso, ofreciendo así una imagen deformada de la realidad. El artículo en cuestión suprime la primera parte de la frase, en la que se hacía evidente que Monseñor Cañizares estaba hablando en general de si es democrático o no oponerse al aborto. Después, con el añadido de “Cañizares arremete contra Zapatero”, sugiere maliciosamente que el Cardenal estaba despotricando contra el Presidente del Gobierno, como si se tratase de una riña tabernaria. Nada importa que el propio Monseñor Cañizares aclare que “nosotros no estamos contra el Gobierno”.

A mi juicio, este modo de actuar, cargado de prejuicios y que, con una motivación ideológica o comercial, atiza engañosamente los odios y los enfrentamientos, es injustificable. Creo que es ya la tercera vez que escribo un artículo sobre este tema, pero es que hace mucho tiempo que esto pasó de castaño oscuro. Vamos ya por el castaño oscurísimo y, de ahí a verlo todo negro, sólo hay un paso.

Todo periodismo, pero especialmente el periodismo cristiano, debe ser escrupuloso con la verdad. La imaginación, la gracia, la profundidad, la erudición, la oportunidad, la corrección gramatical o la buena educación y otras muchas cualidades son también deseables, pero siempre que, en primer lugar, se tenga respeto y un gran amor por la verdad.