InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Biblia

21.11.24

Quien no odia a su padre y a su madre

No hace mucho, se leyó en Misa la lectura en la que el Señor dice: si alguno viene a mí, y no odia a su padre y a su madre, a su mujer, sus hijos y hermanos y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Con sorpresa, noté que en la nueva traducción española ya no se dice eso, sino “quien no pospone a su padre y a su madre”, etc.

Supongo que es comprensible el cambio, porque lo de “odiar” siempre extrañaba a la gente y así se evita esa extrañeza. Tiendo a pensar, sin embargo, que cuando algún pasaje de la Escritura nos extraña, eso suele indicar que tenemos una especial necesidad de leerlo, comprenderlo y asimilarlo, en lugar de aguarlo para que deje de extrañarnos. Esa extrañeza es el buen escándalo, que nos hace tropezar cuando nuestros caminos no son los de Dios, que nos dice: piensas como los hombres y no como Dios. Veámoslo.

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29.10.24

¿Por qué madrugas?

La necesidad de madrugar es una constante para la mayoría de las personas, ya sea para trabajar fuera de casa, cuidar de los niños en ella, estudiar o el resto de nuestros innumerables afanes. Basta ir en el metro un lunes por la mañana para descubrir que también es una constante que ese madrugar cueste y nos tenga perpetuamente fatigados. Es una de las consecuencias del pecado de Adán, que rompió la armonía original de la naturaleza y nos hizo esclavos de muchas cosas.

Madrugar vamos a tener que madrugar, lo queramos o no, pero lo que queda a nuestra libertad es la razón por la que madrugamos. En ese sentido, creo que es muy conveniente que cada uno se haga esta pregunta: ¿por qué madrugo?

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18.05.24

C.S. Lewis y los biblistas modernos

No hace mucho, hablábamos del desastre que ha sido para la Iglesia la llamada exégesis liberal de la Escritura (que es una forma fina de llamar a las interpretaciones disparatadas de la Biblia hechas por curas sin fe ni temor de Dios). Siguiendo con ese tema, me ha parecido oportuno traducir para el blog el análisis que hizo C. S. Lewis de esa exégesis (y que los lectores que hablen inglés pueden encontrar, algo más desarrollado, en un ensayo que escribió, titulado “La teología moderna y la crítica bíblica”).

Quizá lo más interesante sea que, al no ser un experto en Sagrada Escritura o lenguas semíticas o similar, Lewis critica a los críticos bíblicos basándose en lo que él personalmente domina, que es la literatura y el sentido común. Basta examinar críticamente lo que dicen los críticos bíblicos para descubrir que sus críticas no se sostienen en lo más mínimo. Lewis ofrece cuatro objeciones principales a la exégesis modernista:

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9.05.24

Incredulidades ascensionales

Hoy, que, digan lo que digan algunos calendarios litúrgicos, es el día de la Ascensión, uno de los tres jueves del año que relucen más que el sol, me he acordado de un profesor que tuve cuando estudiaba Teología.

En la carrera de Teología hay multitud de asignaturas relacionadas con la Biblia y, en varias de ellas, me tocaron profesores que no tenían fe. Me acuerdo de uno de ellos en particular, que hacía mucho tiempo que había perdido la fe, pero no lo sabía. De lo que aparecía en la Escritura, solo creía las cosas que ya sabemos, como que hay que amar a los demás, o las cosas sin ninguna importancia, como que los judíos se llevaban muy mal con los romanos.

Como no tenía fe, se complacía en escandalizar a sus estudiantes, muchos de los cuales eran seminaristas o futuros religiosos. Hacía todo lo posible porque ellos perdieran también la fe, usando los argumentos más pueriles que puedan imaginarse. Al hablar de la ascensión del Señor, explicaba que eso de que Jesús subió al cielo no podía ser verdad, porque, si la tierra es redonda y gira sobre sí misma, a cada rato “subir” significa un sitio distinto y no todos pueden ser el cielo. El pobre se creía inmensamente sofisticado por pensar esas tonterías, pero lo único que mostraba era que no había entendido nada de lo que es el cielo, ni de la Escritura, ni de la fe.

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10.04.24

Cristianismo o hugonismo

No hay sermón, por malo que sea, del que no pueda sacarse algo bueno, como decía Newman, y tampoco hay comentario que no remita a un tema interesante. Incluidos los de ateos, agnósticos, modernistas y troles. Especialmente los de ateos, agnósticos, modernistas y troles, me atrevería a asegurar.

Veamos, por ejemplo, un comentario del inefable Hugo Z. Hazckenbush, colocado en el artículo en que yo felicitaba el domingo de Resurrección a los lectores. Como mi artículo se titulaba “Himno de victoria en la mañana de Pascua”, D. Hugo respondía:

“Muy ‘bélico’ te veo Bruno. La resurrección no puede ser una victoria. Es una consecuencia de la naturaleza misericordiosa de Dios Padre y estaba garantizada para Cristo muriera en la cruz o […] a los 133 años.

Lo importante es que Cristo fue Camino, Verdad y Vida y por eso lo resucita el Padre. El que unos salvajes lo colgaran de un potro de tortura y le dieran una muerte horrible es solo una anécdota consecuencia de la miseria humana. Muy lamentable, muy triste y muy reveladora, pero anecdótica. Solo es achacable a los miserables que lo colgaron de la cruz”.

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