InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Familia

25.05.17

La abuela de Santa Maravillas

Santa Maravillas de jovenReleyendo la más que recomendable vida de Santa Maravillas de Jesús escrita por el P. Iraburu y publicada por la Editorial Gratis Date, me he fijado en una frase que, en anteriores lecturas, no había llamado mi atención:

Doña Patricia Muñoz, viuda, vive con ellos, ha hecho voto de pobreza, e influye mucho en la formación espiritual de su nieta Maravillas, le lee vidas de santos, le enseña a orar y a amar la pobreza y a los pobres”.

Supongo que es comprensible que no me fijara en estas líneas, porque la abuela no es uno de los “protagonistas” del libro y, si no recuerdo mal, no vuelve a mencionarse más en él después de esta breve aparición.

Creo que la referencia a la abuela de la santa, sin embargo, es más importante de lo que parece. Seguro que muchos pensarían que estaba loca. ¿Qué sentido tenía que una anciana viuda hiciera voto de pobreza y se consagrara a Dios? Además, ni siquiera había ganado la compañía y el apoyo de otras religiosas en un convento, sino que era un voto privado. ¿A quién beneficiaba eso? ¿Para qué podía servir? ¿No había hecho ya suficiente? ¿No era mejor que se dedicara a otras cosas, en lugar de tanto rezar, y que viviera lo más a gusto posible los pocos años que le quedaban de vida?

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8.05.17

Hay elogios que matan (Marciano Vidal y Amoris Laetitia)

La semana pasada, tuvo lugar en Madrid la celebración de las “II Conversaciones” de la editorial PPC (propiedad de los marianistas) y del Instituto Superior de Pastoral (perteneciente a la Universidad Pontificia de Salamanca).

El orador más conocido fue el redentorista Marciano Vidal, famoso porque, siendo profesor en varias universidades, propuso una doctrina moral heterodoxa conocida como la “moral de actitudes”. Esta moral tiene como núcleo principal la idea de que la unión con Dios, el estado de gracia, no se pierde con los pecados, por muy graves que sean, siempre que se mantenga una “actitud” u opción fundamental hacia Dios. Por resumir, se trata de una especie de luteranismo secularizado, en el que la justificación por la fe del reformador alemán se sustituye por ese concepto vago y difuso de opción fundamental, que todo lo justifica y que convierte los pecados más graves en equivocaciones irrelevantes y sin consecuencias. En ese sentido, enseñó durante años, por ejemplo, que la masturbación, el uso de anticonceptivos, la esterilización o las relaciones homosexuales, entre otras cosas, no tenían por qué romper la comunión con Dios.

El Rvdo. P. Marciano aprovechó el caos posconciliar para difundir sus heterodoxias a diestro y siniestro con gran éxito, ya que su moral secularizada resultaba muy atractiva en una época en la que la obsesión era amoldarse como fuera al mundo. Por desgracia, tanto los obispos como sus superiores mantuvieron silencio durante años, mientras sus obras, en particular el libro Moral de actitudes, se difundían por todas partes, especialmente en seminarios y universidades católicas, haciendo un daño irreparable a la conciencia moral de una generación entera de sacerdotes, teólogos y obispos (cuyos frutos estamos recogiendo ahora).

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8.02.17

Y ahora, cambiemos la fe católica sobre el sacerdocio

Como sabrán los lectores, La Civiltà Cattolica, revista oficiosa del Vaticano e impresa con el control previo de la Santa Sede, acaba de publicar un artículo del P. Giancarlo Pani SJ dedicado a la propuesta de cambiar la doctrina católica sobre el sacerdocio, de modo que se admita el sacerdocio femenino en la Iglesia.

Es un artículo pasmoso, que revela una actitud de rechazo abierto y frontal de la fe de la Iglesia, al servicio de las ideologías de moda en nuestra época. Resulta casi increíble que un medio como la Civiltà preste cobijo y apoyo a posturas como esta, imposibles de reconciliar con el catolicismo.

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6.02.17

Alemania: Amoris Laetitia para parejas no casadas y del mismo sexo

El diario de la diócesis alemana de Hildesheim, KirchenZeitung, dedicó la semana pasada un artículo a la exhortación apostólica Amoris Laetitia y al reciente documento de los obispos alemanes sobre su aplicación. Según la información de que disponemos, es un artículo compartido con los periódicos diocesanos de Hamburgo, Mainz, Berlín, Limburgo, Dresde, Fulda, Osnabrück, Magdeburgo y Aquisgrán, entre otros.

Se trata de un escrito interesante, porque no sólo reitera sin lugar a dudas la postura predominante entre los obispos germanos con respecto a los divorciados en una nueva unión, sino que también clarifica que la aplicación de la exhortación apostólica al divorcio sólo es el primer paso.

Frente a las numerosas voces que, en los últimos nueve meses, han señalado la confusión ocasionada por la exhortación apostólica del Papa, que podría dar lugar a interpretaciones contrarias a la doctrina de la Iglesia, para KirchenZeitung “la cuestión está clara”, porque la interpretación evidente es precisamente la contraria a la doctrina de la Iglesia: “en Amoris Laetitia, el Papa abre los divorciados vueltos a casar el acceso a los sacramentos de la confesión y de la comunión en algunos casos”. Lo mismo han afirmado recientemente los obispos alemanes, que “también ven la posibilidad de que divorciados vueltos a casar reciban la comunión” después de haber “sido acompañados por un consejero y de examinar su conciencia”. Como consecuencia de esto, el artículo proclama exultantemente que “la exclusión ha pasado a la historia”.

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25.01.17

La destrucción de la moral: divorcio > suicidio > apostasía

Durante los últimos tres años, he escrito un gran número de artículos en los que advertía que la negación de la doctrina constante de la Iglesia sobre los actos intrínsecamente malos iba a tener consecuencias desastrosas. Por desgracia, numerosos teólogos, moralistas e incluso obispos y cardenales han rechazado en la práctica esa doctrina con la excusa de un vago “discernimiento” que nunca se define, comenzando por diversos participantes de los dos Sínodos de la Familia y siguiendo por diversas declaraciones y cartas pastorales posteriores a los mismos.

El primer desastre causado por esta negación de un principio moral fundamental de la moral católica fue la asombrosa práctica “pastoral” de permitir que los adúlteros no arrepentidos comulguen, proclamada a los cuatro vientos por los obispos argentinos de la región de Buenos Aires, por los obispos de Malta y por la mismísima diócesis de Roma. Es evidente que esta forma de actuar, en la práctica, equivale a aceptar en la Iglesia el divorcio y un nuevo “matrimonio”, con lo que de hecho se abandonan tanto la indisolubilidad matrimonial como el sexto mandamiento y el propio sacramento del Matrimonio, que se equipara a cualquier unión adulterina. Asimismo, se destruye el sacramento de la Penitencia, porque se acepta la práctica de la confesión sin propósito de la enmienda, lo cual no es más que una forma de decir que el pecado no existe.

No hace mucho, pudimos observar cómo el daño se extendía a la prohibición del suicidio, que también es una doctrina perenne de la Iglesia. Los obispos canadienses de la región de la región del Atlántico escribieron una carta pastoral en la que indicaban que alguien que tomase la decisión de suicidarse podría recibir la comunión y la confesión y sería acompañado por un sacerdote en el proceso. De nuevo, asoma la cabeza la confesión sin propósito de la enmienda y la comunión sacrílega, además del acompañamiento del pecado por parte de la Iglesia y el olvido del quinto mandamiento.

¿Se quedarán ahí las cosas? Evidentemente no, porque, una vez que se ha destruido el principio moral de que hay acciones que siempre son malas (es decir, de que los mandamientos siempre son válidos), es inevitable que haya quien saque las consecuencias para absolutamente todos los pecados. La semana pasada, el P. James Martin, SJ, director de la prestigiosa revista América de los jesuitas norteamericanos, aplicó los mismos criterios “morales” a la apostasía.

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