InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Desde los bancos

1.10.24

Benditas velas

Cuando llego a una iglesia que no conozco y veo que tienen velitas para que las enciendan los fieles al rezar, siempre me alegro. Esas benditas velas están entre los recuerdos preciosos de mi niñez y me conforta mucho pensar que aún no han desaparecido, aunque cada vez sean menos frecuentes.

No son necesarias, por supuesto, pero ayudan mucho a mostrar visiblemente la diferencia entre lo profano y lo sagrado, manifestando de forma inmediata que una iglesia es un lugar especial y requiere una actitud distinta. Es algo que los niños perciben enseguida, con el instinto infalible de la niñez para ir al fondo de las cuestiones.

En una vela, además, se unen algo de misterio y, a la vez, de claridad. Es, por lo tanto, un signo particularmente apropiado para hablarnos del gran misterio de Cristo, que es la luz de los hombres, la luz que brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron.

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13.09.24

Si todas las religiones llevan a Dios...

Si todas las religiones son caminos que llevan a Dios, y no hay una que sea verdadera (y por lo tanto otras que sean falsas), entonces…

  • Olvidémonos de la fe, porque lo mismo da creer en la resurrección que en la reencarnación, en el Juicio que en el karma, en el cielo que en el nirvana o el hades y en nuestra Señora que en Kali con sus ocho o diez brazos.
  • Olvidémonos de la moral y de los mandamientos, porque igual da casarse con cuatro mujeres y no sé cuántas concubinas, como los musulmanes, que solo con una; igual da usar anticonceptivos como los protestantes, que no usarlos; igual da amar al prójimo que sacrificarlo y arrancarle el corazón en un altar como los aztecas, y así hasta el infinito.

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6.09.24

El obstáculo para la unidad

Hace unos días, un lector del blog mencionó el documento que publicó el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos en junio sobre el ministerio del obispo de Roma, es decir, del Papa. Como este verano he estado muy ocupado por cuestiones laborales y familiares, no me dio tiempo en su momento a leer el documento ni a informarme sobre él, así que el comentario me animó a echarle un vistazo.

No llegué a hacerlo, porque al buscar el documento en Internet lo primero que me salió fue la noticia sobre el mismo dada por Vatican News, el portal oficial de noticias de la Santa Sede. Leí unos párrafos y se me cayó el alma a los pies.

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22.06.24

17.06.24

Procrastinocracia eclesial

En los últimos años, se ha puesto de moda la palabra procrastinar, que la Academia define como “diferir o aplazar”. Aunque el término viene del latín (en el que “cras” significa “mañana”), esta reciente popularidad se debe más bien a la influencia anglosajona, porque los norteamericanos usan mucho el término procrastinate. Ellos, sin embargo, con ese genio por lo concreto y específico que tiene la lengua inglesa, le dan un matiz muy especial: no significa simplemente aplazar algo, sino en particular aplazar algo que uno debe hacer y además cambiarlo por hacer otras cosas que no tienen importancia.

¿Por qué traigo al blog esta cuestión que parece ser meramente lingüística? Porque el matiz anglosajón de procrastinate es, creo yo, particularmente adecuado para describir lo que sucede hoy en la Iglesia. En efecto, no es que en la Iglesia no se haga nada. Al contrario, se hacen muchas cosas, muchísimas y cada vez más, pero evitando cuidadosamente las que realmente deberían hacerse. Todo el marasmo de actividades, campañas, discursos y documentos que tanto ocupan a clérigos y laicos “comprometidos” es, más bien, un intento de ocultar esa ausencia de lo esencial, cada vez más evidente.

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