2.05.16

Qué me importan los dogmas (San Atanasio)

Hoy se celebra la memoria litúrgica de San Atanasio y, en honor de este gran santo, doctor de la Iglesia y defensor infatigable de los dogmas definidos en Nicea, recupero este artículo que escribí hace casi diez años, titulado “Qué me importan los dogmas".

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Desde que escribo en este blog, he recibido multitud de comentarios que, más que negar un dogma u otro, lo que hacen es prescindir enteramente de los dogmas. Se afirma que lo único importante es querer a los demás o, como mucho, que basta con saber que Dios es nuestro Padre y que nos quiere. Lo demás, se dice, son “barroquismos”, “cosas de teólogos”, “antiguallas” que alejan el cristianismo de la gente y que no tienen ni ninguna importancia.

Mi primera impresión ante todo esto es que resulta curiosísimo que, en dos mil años de historia de la Iglesia, sólo ahora nos hayamos dado cuenta de que todo eso de los dogmas no tenía ninguna importancia. ¿A nadie le sorprende que, generación tras generación, la Iglesia haya vivido pendiente de los dogmas como algo que afecta al núcleo de la vida cristiana y, de repente, ahora descubramos que era irrelevante? La Iglesia de todas las épocas, incluida la primera Iglesia de los Apóstoles, ha considerado que el que no profesaba la fe de la Iglesia se separaba de ella:

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30.04.16

¡Llagas gloriosas!

Cirio pascualEl domingo pasado, después de la misa, mientras explicaba a mis hijos el significado de las curiosas bolitas colocadas en forma de cruz en el cirio pascual (que, en otros países, tienen forma de clavos), yo mismo me quedé asombrado de lo que les estaba contando. Como sabrán los lectores, las bolitas son una mezcla de cera y de incienso y, cuando el sacerdote las clava en el cirio, al comienzo de la Vigilia Pascual, dice: Por sus santas llagas gloriosas, nos proteja y nos guarde Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Las cinco bolitas simbolizan las cinco llagas gloriosas de nuestro Señor. ¡Llagas gloriosas! La audacia sobrenatural que llena esas palabras me llena de estupor cada vez que las repito. Es algo inconcebible. ¿Quién podría haber imaginado tal maravilla sino el mismo Dios?

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25.04.16

Fr. Longshanks: la tiranía de los casos particulares

Participante invitado: El P. Robert Longshanks es un antiguo anglo-católico que cruzó el Tíber hace cincuenta años. Conocido (a sus espaldas) por sus compañeros sacerdotes como Father “Battleaxe” Bob, se comenta que su propio obispo le tiene algo de miedo desde que le dijo que “el problema de Inglaterra ha sido siempre que sus obispos no están dispuestos a morir mártires”.

Actualmente ejerce la cura de almas en una pequeña parroquia de Sussex.

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18.04.16

El artículo más leído de Espada de doble filo

Con la edad, los años vuelan y se entremezclan hasta hacerse casi indistinguibles, como golondrinas que revolotean en una tarde de verano. Parece que inauguré el blog esta mañana, pero, si miro las fechas reales, tienen la impertinencia de revelarme que llevo años escribiendo y descubro con sorpresa que he firmado ya cientos de artículos. Ay, qué ganas de eternidad que no se acaba.

La conciencia de que han pasado años y años por Espada de doble filo me ha llevado a preguntarme por las cosas que habrán interesado más a los lectores durante ese tiempo. He intentado escribir siempre con una visión católica que diera unidad al blog, pero los temas tratados han sido muy diferentes. Entre todos los artículos del blog, ¿cuál habrá sido el más leído?

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13.04.16

No adulteremos... el lenguaje

Una de las cosas que más me han gustado de la Exhortación Amoris Laetitia del Papa Francisco es un pequeño detalle que quizá a otros les parezca nimio: su llamada a utilizar un lenguaje adecuado al hablar de los temas de la familia y de los problemas y pecados relacionados con ella.

Confieso que, durante los últimos años, no pocos documentos de la Iglesia me han escandalizado ligeramente por el tipo de lenguaje, algo irrespetuoso, que utilizan para tratar estos asuntos. El lenguaje que usamos es importante, porque revela lo que pensamos y, sobre todo, lo que cree la Iglesia. De lo que rebosa el corazón, habla la boca, dijo el Señor (Lc 6,45). Por otro lado, además, nuestra forma de hablar debe manifestar la caridad salvadora de Cristo, que se ofrece a todos los hombres.

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