Así es la rosa

No la toques ya más, que así es la rosa”, dice un feliz verso de Juan Ramón Jiménez. Es un buen consejo, que todo pintor, escritor y artista debería tener muy presente: cuántas veces una pintura, un libro o una obra de arte se estropean porque el autor se empeña en seguir haciendo cambios cuando ya no hay que tocarla más. Así es la rosa y no la vas a mejorar.

El consejo, sin embargo, no vale solo para artistas y los católicos haríamos bien en meditarlo también. En efecto, una tentación que siempre ha estado presente en la historia, pero más que nunca en nuestra época, es la de hacer cambios en la fe para “mejorarla”: quitamos esto, cambiamos un poquito aquello, añadimos esto otro y todo va a quedar mucho mejor, ¿no es cierto?

La amarga experiencia de incontables herejías indica que no, no es cierto. Las modificaciones, sustracciones y añadidos no mejoran la fe, sino que la destruyen. A fin de cuentas, al igual que sucede con las rosas, la fe es un regalo de Dios y no resulta mejorable. No las toques ya más, que así son la fe y la rosa. Cualquier cambio que hagamos en la fe para mejorarla lo único que hace es que sea menos de Dios y, por lo tanto, peor, porque todo don perfecto viene de arriba.

En épocas pasadas, todos los cristianos tenían esto muy claro. Incluso los mismos herejes pretendían, equivocadamente, que ellos eran los que estaban conservando la fe de siempre. Ahora, sin embargo, ha surgido un nuevo tipo de heterodoxia que cambia orgullosamente la fe, en vez de avergonzarse de ello.

En efecto, el criterio, en vez de la fidelidad a Cristo y a su Revelación, parece ser hacer la fe más moderna, más relevante, más agradable al mundo, más políticamente correcta. Hasta donde puedo ver, los que se empeñan en hacer esto fracasan miserablemente, porque nada pasa de moda más rápido que las modas y nada produce mayor vergüenza ajena que el intento de ser modernos a cualquier precio. Lo importante, sin embargo, es que incluso aunque consiguieran su propósito e hicieran la fe más moderna y agradable al mundo, precisamente por eso estarían traicionándola y haciéndola menos divina, menos verdadera y menos salvífica. Como si cambiaran las medicinas por caramelos, más agradables pero sin ningún poder para curar.

Al igual que nuestra Señora, la Rosa Mística perfecta e inmaculada, la fe que vale más que el oro es un regalo perfecto, que nos supera infinitamente y es exactamente lo que necesitamos para curar la herida mortal del pecado y de la muerte que sufrimos. Por eso, la actitud ante ambas, la fe y la Rosa, solo puede ser el asombro agradecido, la admiración y la contemplación que suscitan esas obras maestras que Dios nos ha entregado.

12 comentarios

  
Tito España
¡Perfecto!
23/01/25 11:46 AM
  
ROBERTO IBARRA VIDELA
Gracias Bruno, siempre muy acertado. Que Dios te bendiga
23/01/25 1:13 PM
  
Nuria
stat rosa prístina nomine, nomina nuda tenemus.
Umberto Eco dixit.
23/01/25 1:34 PM
  
Marta de Jesús
Preciosos posts estos dos últimos. Los tenía pendientes de lectura. Nada que añadir.

Dejemos hacer a Dios. Él nos creó y Él nos puede mover para volver a Casa a la Fiesta Eterna. No se lo impidamos. Estamos todos invitados.

En un concierto de un cantautor católico, en un momento dado, entre canción y canción, hizo una comparación entre la rosa y la vida...cristiana. Las rosas, como este valle de lágrimas, tienen espinas, pero eso les confiere más belleza. Se sufren, sin duda, como los avatares de la vida, pero son ofertas de purificación que manda Dios, no siempre correctamente aprovechadas. Cuando alguien está pasando un momento duro, siempre recuerdo esa comparación para animarle. Al margen del significado-uso romántico-pastelado que se le atribuye, con el que los novios agasajan a sus parejas, es mi flor favorita en general. Su belleza. Su aroma. Sus espinas... Benditas espinas... Mi madre siempre tiene alguna en el jardín en tiempo de floración. Antes tenía un rosal rojo. Se secó. Y ahora ha plantado uno blanco. Precioso. El anterior. Éste. Todos.
23/01/25 1:41 PM
  
Hugo Z. Hazquenbush
Tu reflexión es buena, Bruno, pero tiene trampa.
Porque lo que muchos queremos es reformar esa fe, no para cambiarla (Eso ya lo habéis hecho vosotros durante siglos y ha quedado feísima) sino para volver a la fe que predicó Jesús, no la que después prostituyó vuestra iglesia.
Eso pensaban muchos herejes y eso pensamos muchos cristianos no tradicionalistas.

Y si eso implica convertirse en hereje, no cabe sino batirse.
23/01/25 2:39 PM
  
Kairos
Hugo

Tendrías que aclararnos qué de la fe de la Iglesia Católica no son lo que predicó Jesús o sus Apóstoles.

Paz y Bien
23/01/25 3:05 PM
  
Angeles Wernicke
Gracias querido Bruno, por tu post, por tu fe. Que Dios te bendiga y te proteja!
23/01/25 3:12 PM
  
Vladimir
La cruz siempre va a ser incómoda, para el mundo.
Hoy tenemos mitrados, que la quieren maquillar para que parezca más bonita; eso en el mejor de los casos, pues muchos pretenden esconderla del todo. Se les olvida que la cruz es la llave para abrir la puerta del Cielo y que los que no la porten, no podrán entrar allá.
23/01/25 4:06 PM
  
Gustavo
Bruno: yo escuché por ahí que dicen que lo que debemos hacer es anunciar el Evangelio con un nuevo lenguaje, para que el mundo actual entienda....

¿eso se puede hacer o es sólo un eufemismo en línea de lo que trata el post??
23/01/25 5:02 PM
  
rocamador
Rosa res ipsa subsistens, nec nomen.
23/01/25 5:39 PM
  
claudio
Estimado Bruno.

Parafaseando:

Entre el clavel y la rosa la "heterodoxia" es coja".

Para ser hereje hay que saber, no cualquiera puede serlo (Canon 751 Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma).
Si no se sabe no hay herejía que deja paso a la necedad y lo que rompe un necio no lo reparan veinte sabios.

Consultado Monseñor Casalotodo sostiene con una sonrisa que los herejes han pasado de moda porque son "tradicionales", la moda es la estupidez, los inventos, los ingenios, el discernimiento y la percepción.

Superamos a Hamlet con la pregunta soy o soy lo que percibo...

El mal olor se fue de Dinamarca...

Cómo la ves...
23/01/25 5:43 PM
  
Bruno
D. Hugo:

"Porque lo que muchos queremos es reformar esa fe, no para cambiarla (Eso ya lo habéis hecho vosotros durante siglos y ha quedado feísima) sino para volver a la fe que predicó Jesús, no la que después prostituyó vuestra iglesia"

No entiendo muy bien el "queremos", porque, como usted ha indicado repetidas veces en este mismo blog, usted no cree en la Tradición ni tampoco en la Escritura. Entonces, ¿en qué puede basar esa "vuelta" y el necesario conocimiento del lugar al que hay que "volver"? Únicamente en sus imaginaciones. Luego ahí no hay nada en ello de "volver a la fe que predicó Jesús", porque, como usted no estaba allí para escuchar esa predicación y no cree en las únicas fuentes que tenemos para conocerla, sus conocimientos sobre ese asunto forzosamente tienen que ser nulos.

Como ya le he dicho alguna vez, tiene que esforzarse un poco más como troll residente de este blog. Si lo que dice carece absolutamente de sentido lógico, entonces no cumple su función, que es dar argumentos erróneos, pero con sentido, para que los puedan rebatir los lectores.

Aparte de eso, por supuesto, desde el punto de vista personal a mí me horrorizaría que mi postura fuera puro ruido, sin ninguna coherencia interna. Tiendo a pensar que usted, siendo un ser racional, también debería horrorizarle eso, pero qué se yo.

A no ser que, en realidad, no se crea esa postura absurda y solo intervenga por ganas de armar lío. Ahí ya no me meto. Cada uno tiene sus gustos.
23/01/25 6:22 PM

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