¿Cuántos santos conoces?
En un artículo anterior, en el que se hablaba del deber especial de ser santos que tenemos los padres de familia, uno de los lectores hizo una pregunta muy interesante:
“si existe el deber especial de ser santos, apañados vamos. No sé usted, pero yo no conozco personalmente ningún santo”
Un comentario algo descorazonador, claro, pero con mucha miga, porque, en efecto, parece haber muy pocos santos. Incluso en estos tiempos en que se han acelerado las canonizaciones, apenas se canonizan un puñado al año. Así que, como dice el comentarista, en la práctica ser santo es algo imposible estadísticamente hablando, es probable que ni siquiera conozcamos a ninguno y, si no nos conformamos con menos que la santidad, estamos apañados, ¿no?
Para considerar esta cuestión, como diría Santo Tomás, primero hay que entender bien de qué estamos hablando. La santidad es un concepto análogo. No es lo mismo la santidad de Dios, que la santidad canonizada, que la santidad canonizable, que la santidad en sí misma, et caetera. Si mezclamos todas esas cosas, no entenderemos nada.
Santo, propiamente santo, no hay más que Dios. Por eso dice la Escritura y repite la liturgia: Tú solo eres santo, Señor. Dios es el Santo por excelencia, la fuente de toda santidad, donde no hay sombra de mal alguno. Eso significa que el cimiento mismo del universo es la santidad. El que lo creó todo y lo sostiene todo en la existencia es el Santo de los santos. Como dice San Pablo, en él vivimos, nos movemos y existimos. Estamos rodeados de la santidad de Dios y sumergidos en ella cada instante de nuestras vidas. En ese sentido, hablar de que la santidad es algo raro y desconocido es como si un pez se quejara de lo excepcional y poco frecuente que es mojarse, no tiene sentido.
El lector, sin embargo, hablaba de seres humanos santos, así que debemos ahondar un poco más en la cuestión. Ya hemos dicho que “santo” tiene varios sentidos también en su aplicación a los hombres. Empecemos por los santos canonizados, que son los que han sido declarados tales por la Iglesia. En efecto, en cada época son muy pocos, ¡poquísimos!, en comparación con el número total de católicos. Eso forzosamente significa que lo normal es que conozcamos muy pocos o ninguno, ¿verdad? ¡No, no es verdad! Conocemos a muchos de ellos.
Llevo pidiendo a mi santo patrono, San Bruno, que rece por mí desde que soy muy pequeñito. Durante toda mi vida me he acogido innumerables veces a la intercesión de Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Santa Ana, San Esteban protomártir, San Tarsicio, Santa Inés, Santa Cecilia, San Martín, San Francisco Javier, San Dimas y otros muchos santos y ellos han rezado por mí. He leído sus vidas y he procurado imitarlas. Cuando, si Dios quiere, llegue un día al cielo y pueda conocerles, más bien lo que haré será reconocerles, porque ya nos conocemos, gracias a Dios. Mártires, confesores, vírgenes, obispos, ermitaños, santos esposos… son mi familia.
Lo mismo podemos decir de los santos ángeles, que rezan por nosotros y nos protegen. No solo San Miguel, San Gabriel y San Rafael, sino muchos otros cuyos nombres no se nos han revelado. Además, todos tenemos un santo ángel de la guarda, al que Dios nos ha encomendado particularmente: mi ángel marchará por delante de ti. También los conocemos. ¿Quién de nosotros no rezaba ya de pequeñito “ángel de mi guarda, dulce compañía…?
Algo parecido, pero de forma eminente, se puede decir de Nuestra Señora la Virgen, la panagia o “Toda santa”, como la llama la tradición oriental. Es la santísima, la inmaculada, la llena de gracia. No solo la conocemos: es nuestra Madre. Somos hijos de la Santísima. ¿Cómo va a decir que no puede ser santo un hijo que tiene tal Madre?
En las iglesias católicas orientales y, al menos antiguamente, en las latinas, lo normal es que el creyente esté rodeado de iconos o imágenes de santos y de nuestra Señora como signo visible de lo que realmente sucede de forma invisible: los cristianos vivimos rodeados de santos canonizados, en unión con la Iglesia triunfante, que reza constantemente por nosotros, alegrándose por nuestras victorias e intercediendo por nosotros cuando caemos. Cuantísimas gracias que hemos recibido se las debemos a esos santos que rezan por nosotros y a la intercesión de nuestra Señora. Solo en el cielo nos enteraremos de cuánto les debemos. Digámoslo de nuevo para que entre del todo en nuestra dura mollera: vivimos rodeados de santos.
Dando un paso más en nuestro análisis, conviene recordar que también hay santos no canonizados, por diversas razones. Como sabemos, la fiesta de Todos los Santos se refiere a ellos. ¿Cuántos son? Nadie lo sabe. Una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, dice el Apocalipsis.
Se trata de una multitud mucho mayor que la de los santos canonizados. Por lo pronto, forman parte de ella todos los niños que han muerto después del bautismo pero sin uso de razón, que son millones y millones a lo largo de la historia. También los que vivieron de forma semejante a los santos canonizados, pero, por lo que fuera, sus vidas permanecieron ocultas y la Iglesia no los ha canonizado. También podemos contar también a todos los que están en el cielo, fueran como fueran sus vidas en la tierra, porque en el cielo solo puede entrar lo santo. Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor, dice la Carta a los Hebreos. Es decir, todos tus parientes que se hayan salvado y ya hayan salido del purgatorio son ahora santos y bienaventurados. Igualmente forman parte de este grupo los santos que viven como tales, pero, como aún no han muerto, no pueden ser canonizados por la Iglesia. Asimismo, podemos contar como futuros integrantes de ese grupo a todas las almas del purgatorio, que todavía no están en el cielo, pero tienen asegurado ya llegar a él. Aunque esas almas aún necesitan purificarse, sabemos que serán santas con absoluta certeza.
En este grupo inmenso hay personas que hemos conocido en vida, o por las que hemos rezado después de que murieran o que rezan por nosotros desde el purgatorio o desde el cielo. En toda esa multitud inmensa podemos y debemos apoyarnos para llegar a ser santos como ellos. Una gran nube de testigos nos rodea, dice la Carta a los Hebreos.
Todavía no hemos terminado, porque conviene recordar que todo cristiano es parte de la Iglesia, que es santa, como dice el Credo y un pueblo santo, como enseña la Escritura. Santo Tomás enseña que “se llama santidad a la aplicación que el hombre hace de su mente y de sus actos a Dios”, de modo que “religión y santidad son la misma cosa”. O, dicho más sencillamente por San Josemaría, “santidad no significa exactamente otra cosa más que unión con Dios; a mayor intimidad con el Señor, más santidad". En ese sentido, todo cristiano que está en gracia tiene derecho al nombre de santo, no porque su vida sea perfecta (aún), sino porque está en comunión con Dios tres veces Santo. La Santísima Trinidad habita en él y se ha convertido en hijo adoptivo de Dios en Jesucristo.
De ahí viene que “santos” fuera el nombre habitual para los primeros cristianos, los que habían sido bautizados en la sangre del Cordero santo por la acción del Espíritu. La liturgia mozárabe recuerda este significado de la palabra al proclamar “lo santo para los santos”, al mostrar el Cuerpo y la Sangre de Cristo a los cristianos. Todo aquel que está en gracia de Dios es un miembro vivo de la comunión de los santos, partícipe de las “cosas santas”, dedicado al santo servicio de Dios y unido a todos aquellos que tienen en sí mismos la vida divina. Mientras que los santos del cielo son los espíritus de los justos llegados ya a su consumación, esta santidad común a todos los cristianos que están en gracia es lo que podríamos llamar una santidad in via, aún imperfecta y que hasta el último día en esta tierra se puede perder, pero no por ello menos real. Por eso, quien muere en gracia de Dios tiene asegurado el cielo, aunque deba ser purificado en el purgatorio.
¿Cómo vamos a desesperar los cristianos de ser santos o no vamos a conocer a ningún santo, si somos miembros del pueblo santo, hijos de la Iglesia santa? La Jerusalén del cielo, esa es nuestra madre. Conocemos a multitud de santos que nos acompañan y ayudan, hemos recibido la prenda de la santidad y estamos llamados a ser santos como los que ya están en el cielo. Todo el que es miembro de la Iglesia está llamado a ser santo y perfecto en la caridad. Dios quiere que todos se salven y, como hemos visto, no hay salvación sin santidad. Por eso, esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación.
Habría muchísimo que matizar, explicar y discutir sobre esto, claro está, pero ya nos hemos alargado demasiado. Terminemos recordando que no debemos escuchar la tentación de la desesperanza, que nos dice que nunca seremos santos. Ser santos es una tarea imposible para los hombres, pero posible para Dios, que nos ha dado esta promesa: seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. Gratuitamente, como un regalo, nos ha entregado todos los medios de salvación necesarios en la Iglesia santa, nos ha unido a su Hijo Jesucristo, nos ha dado a Santa María por Madre y a infinidad de santos por hermanos. Dios quiere que seamos santos y hará el milagro de que lo seamos, si le dejamos.
38 comentarios
En esta tierra he descubierto santos curiosísimos como San Cucufate (o Cucufato, en catalán Cugat) que fue un mártir norteafricano al que martirizaron en estas tierras; San Magín o Magí de Tarragona; San José Oriol y un santo rarísimo del que solo los catalanes dan fe: San Muscio de Constantinopla, Muç o Mus, que tiene nombre de juego de cartas y cuya devoción debió ser traída por mercaderes bizantinos hace muchos años.
Pero hay un santo al que, probablemente nunca van a canonizar por falta de datos, aunque la diócesis de Los Ángeles (California) lo intentó y es Venerable. Se trata de un caso de santo carismático que primero fue sacerdote de la Armada, yendo en el "Nuestra Señora de Aránzazu" hasta Alaska y que luego fue a parar a la Misión de Santa Clara, en California, porque era franciscano. En esa misión fue aquejado de una enfermedad degenerativa que le iba dejando imposibilitado más y más. No se podía mover pero evangelizaba a los indios desde un carrito con ruedas tirado por otro franciscano, el Padre Viader, que hacía de burrito porque era muy fuerte. Fray Magín tenía unas dotes premonitorias que le hacía decir a las personas que estaban cercanas a la muerte y debían poner su alma en paz con Dios y era conocido en la misión el hecho de que, ante su inmovilidad, el Crucificado se desclavaba de la cruz que estaba en la pared y lo abrazaba. Su fama de santo fue mucha, pero no dejó nada escrito y con los años es difícil recoger datos fiables. Aunque murió en Santa Clara está enterrado en la Catedral de Los Ángeles.
Como hice un trabajo sobre las Misiones Franciscanas de California yo tengo por santos tanto a Fray Magín Catalán, como a Fray Vicente de Sarría, vizcaino, que murió de inanición al pie del altar de la derruida Misión de Soledad. Los indios que llevaron su cuerpo durante cuatro días a través de las montañas, buscando la Misión de San Antonio de Padua donde todavía quedaba algún sacerdote para que le hicieran las exequias de córpore insepulto, dijeron que, al bajarlo a la fosa, les envolvió un penetrante olor a rosas.
Fray Vicente de Sarría fue muy enérgico y consta en los archivos de la Universidad de Berkeley que él fue el primero que practicó con éxito una cesárea en California. Se necesitaba tanto la meditación como la praxis.
Yo lo rezo y le tengo como un santo porque lo es y el culto privado está aceptado por la Iglesia. Me causa una inmensa ternura su total entrega a Dios y su incapacidad física que le hacía depender del Padre Viader, ya que en cada misión solo había dos frailes.
Después de la IGM el espiritismo fue una plaga en Gran Bretaña, pero en los países católicos no necesitamos eso.
"Perdona, Bruno, tanta palabrería, pero santos ignotos conozco muchos y, si yo no los menciono ¿quién lo hará?"
No hay problema. Me encantan los santos desconocidos. Fue una de las cosas que más me gustó de traducir San Columba, Apóstol de Escocia.
"Cuántos más santos conozcas más amigos tienes en el Cielo"
Sí, y ya se sabe que, quien tiene un amigo...
"somos radicalmente diferentes a los protestantes"
Gracias a Dios.
Con todo respeto.
Consultado Monseñor Casalotodo recuerda un anciano sabio que siempre decía "yo no creo en los santos, pero que los hay, los hay...".
Indica que hay que tener especial cuidado con no generar confusiones entre entre lo santos, por ejemplo es dudosa la existencia de San Edrin pese a alguna mención, tampoco parece cierto que San Bayón sea referente de los bayoneses.
PD. En los tiempos modernos la santidad también se presenta en los mártires de la Fe en forma visible, hay un escándalo permanente de persecuciones por la Fe y las muertes por la Fe.
Además en los delitos contra la vida, como el caso Canónico del aborto, Canon 1397.
La certeza-cierta que tenemos es que hay una proporcionalidad indiscutible entre santidad (ser santos) y la cercanía o lejanía de Dios, de Cristo, una intensidad "variable de acercamiento o alejamiento" a elección de la creatura con relación a su Creador, un acto libérrimo personal cuya decisión será respetada...lo demás es nuestra responsabilidad...se puede aprovechar la "oferta"...es temporal...
No escribo más porque he comenzado a temblar...
Cómo la ves...
"Gracias Bruno, que alegría saber lo que dices"
Las cosas de Dios se distinguen por proporcionar una alegría duradera, como descubrió San Ignacio. Así que, hablando de ellas, todos ganamos.
Como rezo todas las noches por ellos lo tengo de intercesor. Él que está en el Cielo, por mártir, y los que están en la Tierra sostenidos por Jesucristo y María Auxiliadora de los Cristianos.
Así que mártires tenemos desde San Esteban hasta el día de hoy.
Imagino que tambien podemos aplicar la categoría de Santo a los justos del antiguo testamento? San Abraham, San Moises, San Isaac.....
Y no bautizados santos?
Así que parece que la sucesión es Ley Natural-Fe en un Dios único-Ley Mosaica-Amor. Jesucristo es el Amor. Había hombres justos antes de Cristo, pero les faltaba el Amor que Él nos trajo, por eso es el culmen de la Revelación Divina y por su muerte borró el Pecado Original por el Bautismo y nos abrió las Puertas del Paraiso. A los últimos que no fueron bautizados, que son veterotestamentarios y sirven de nexo entre el AT y el NT: San José y San Juan Bautista también se les llama Justos.
Los judíos, a falta de otro nombre al rechazar a Jesucristo, siguen llamándolos así. Pero tienen en cuenta que si Justo fue Noé, que no era hebreo, puede haber Justos en todas las naciones por el mero cumplimiento de la Ley Natural.
Ten en cuenta que el aborto, el transgenerismo, el incesto y otros pecados violan la Ley Natural.
Todas las noches, en mis oraciones de antes de dormir, pido a nuestra Santísima Madre su intercesión y también la de todos los santos que han sido especialmente significativos en mi camino. Al hacerlo les nombro uno a uno y al hacerlo dedico un pensamiento amoroso a cada uno, recordando por qué han sido importantes en mi camino y agradeciéndoles su ayuda e intercesión. Recomiendo hacer esto todas las noches antes de nuestras oraciones. A mí me llena el corazón de amor y me hace sentir en verdad en comunión con todos ellos.
Son los siguientes:
San Gabrial Arcángel
San José
Santa María y Santa Marta de Betania
Santa María Magdalena
Santa Fotina, la Samaritana
Santa Teresa de Jesús
San Juan de la Cruz
Santa Teresita del niño Jesús
San Agustín y Santa Mónica
San Jerónimo
Santa Egeria -a esta monja y peregrina gallega del siglo IV no la han hecho santa, pero yo creo que sí lo fue-
San Isidoro de Sevilla
San Bernardo de Claraval
Santo Tomás de Aquino
Santo Tomás Moro
San Fermín
San Cayetano
San Isidro labrador
San Ignacio de Loyola
San Francisco Javier
San Basilio el Grande
San Gregorio Nacianceno
San Juan Crisóstomo
San Ireneo
San Atanasio
San Cirilo
San Juan Clímaco
San Demetrio
San Jorge
San Miguel Arcángel
Y todos los santos, apóstoles, ángeles y arcángeles de la corte Celestial.
"En 1958, después de su ordenación, LP, un monje cartujo también conocido por sus escritos como Ángel de les Gavarres, movido por el ardiente deseo de contemplar el rostro vivo de Cristo a través de las huellas impresas en el Sudario de Turín, comenzó-desprovisto de propósito artístico-la realización de la Santa Faz.
Desde su primer intento hasta la versión final que podemos contemplar, fruto del estudio y la oración, transcurrieron siete años.
Actualmente, próximo a su muerte, su mayor deseo sigue siendo contemplar el rostro de Cristo cara a cara, y que la contemplación de esta imagen de Cristo nos ayude en la oración". Luego viene una firma ininteligible, que tal vez sea de él, y "LP, monje cartujo, 1931-2023".
"La certeza-cierta que tenemos es que hay una proporcionalidad indiscutible entre santidad (ser santos) y la cercanía o lejanía de Dios, de Cristo"
Una verdad "más verdadera", o por lo menos más importante, que la ley de la gravitación universal de Newton.
"Todas las noches, en mis oraciones de antes de dormir, pido a nuestra Santísima Madre su intercesión y también la de todos los santos que han sido especialmente significativos en mi camino. Al hacerlo les nombro uno a uno..."
De pequeño, yo también tenía una larga letanía de santos a los que pedía todas las noches que rezaran por nosotros. Lo hacía con mi hermano pequeño, que estaría deseando dormirse de una vez, el pobre.
Ahora, con mis hijos, pedimos la intercesión de cada uno de nuestros santos patronos y del santo patrono de quien hayamos visto ese día o de algún familiar cuyo cumpleaños se celebre o similar.
De acuerdo con tu extenso y extraordinario articulo
Podrias dedicar un proximo articulo sobre la situacion los niños que son abortados o han muerto sin bautizar
En un aborto natural ou otras circunstancias
A mi hijo adolescente le muestro como estamos rodeados de santos. El no, pero yo y otros familiares estuvimos en misas y audiencias con San Juan Pablo II, y estábamos vivos al mismo tiempo que Lucía de Fátima y Madre Teresa. Se sabe muy bien la historia del beato Carlo Acutis, con el que resulta fácil identificarse. Los misioneros combonianos publican comics sobre sus santos del siglo XX.
Hace menos de 2 años se abrió la causa de beatificación de una joven estadounidense que falleció en 2015, y este mes han estrenado un documental sobre su vida (Michelle Duppong).
Y hay un sacerdote estadounidense en prisión que es un santo (aunque él dice que no cuando se lo escriben sus lectores). Léan varios posts de su blog titulado Beyond these stone walls, a ver qué opinan.
¿Cómo se apellidaba San Roque? ¿Cuál era el segundo apellido de San Mamés? y más importante aún ¿Era San Mamés del Atlethic Club de Bilbao o más bien de la Real Sociedad?
O que ocurre cuando en vez del apellido, les recordamos con el patronímico o gentilicio, como San Ansúrez de Carrión (Que usa ambas cosas) y en el caso de los gentilicios, en el caso de Santa Rita de Casia, ¿Que pasa si en Casia había más Ritas? ¿Cómo saber cuál es la buena?
Por último, cuando los santos interceden a Dios por nosotros, ¿Cómo lo hacen? ¿Por email? ¿Por wasap? ¿Y si Dios se cabrea con uno de sus santos... ? ¿Sus intercedidos al purgatorio? ¿Directamente al infierno? ¿A un mitin de Pedro Sánchez?
Hay mucho que aprender de los santos en esta vida.
Por eso y a imagen de la eucaristía en la que nos comemos el cuerpo y la sangre de Cristo (Por cierto, podrían ir cambiando un poco el menú; pero esa es otra historia) yo cada 1 de noviembre, compro y degusto huesos de santo.
A ver si así consigo llegar yo a la santidad, vía oral.
Y los compro en la pastelería Santa Eulalia (Madrid) o Santa Teresa (Ávila) que seguro que los tienen (los huesos) mejor bendecidos.
Hay mucho que aprender de los santos en esta vida
Si te quieres hacer el gracioso porque piensas que para serlo no tienes que ser católico sino judío como Hazquenbush, te has equivocado de medio a medio. Tus gracietas no las corta Bruno, así que "fan adi antzarrak perratzera!"*, que diría San Mamés.
Itzulpena: ¡Vete a errar gansos! con h o sin ella, como más te guste.
Durante mucho tiempo, una de las formas de alimentar la piedad de los fieles era la lectura de las vidas de Santos. Pero este género literario parece haber pasado a mejor vida, y no es casual que su desaparición coincida con la difusión de ciertas corrientes teológicas que, como mínimo desde el posconcilio, rechazan el culto a los Santos. Algo similar podría decirse de otro género literario y de piedad también desaparecido, el de las vidas de Cristo.
Saludos, Bruno.
Me fusilan a selfies porque todos quieren mostrar una foto de sus hijos abrazando a tamaño santazo futuro.
Vale. Ya no digo más tonterías. Pero creo que es imposible que un santo sea triste y aburrido.
Consultado Monseñor Casalotodo sobre las leyes afirma con alegría que hay dos leyes que siempre se cumplen: la ley de gravedad y la ley del menor esfuerzo y muchas veces esta última triunfa.
PD. Recordando a Gilbert Keith "los ángeles pueden volar porque se toman a si mismos a la ligera".
Consecuentemente los santos pueden vencer a la "gravedad" porque la humildad no pesa nada, quien pudiera volar al Reino...
Cómo la ves...
Dejar un comentario