El mal que hacen los hombres
El amigo Shakespeare, que tenía una envidiable facilidad para componer dichos memorables, escribió esta terrible frase en Julio César: “el mal que hacen los hombres les sobrevive, el bien suele quedar sepultado con sus huesos”.
Llevo varios días pensando en ella, desde que vi el mapa de Alemania que se muestra al comienzo de estas líneas. Se trata de un mapa de las creencias mayoritarias en las distintas regiones germanas. Como salta a la vista, la zona en que es mayoritario el ateísmo (¡con mayoría absoluta!) es la antigua República Democrática Alemana, la Alemania oriental bajo dominio soviético.
Tiene sentido, claro está. Uno de los principios fundamentales del marxismo-leninismo era el materialismo ateo y eso es lo que se enseñaba en sus escuelas, se exigía a cualquier cargo político, se promovía en sus periódicos y canales de televisión, y, en general, se identificaba con la decencia, el civismo y el patriotismo.
Lo que resulta curioso es que, más de tres décadas después de la caída del muro de Berlín y el derrumbamiento de los regímenes soviéticos europeos, eso sea lo que ha quedado. En Alemania del este se abandonaron jubilosamente las (bastante disparatadas) teorías económicas marxistas, la organización política soviética, la pertenencia al bloque oriental y la enemistad con el occidental y demás posturas e ideologías propias del antiguo régimen, pero el ateísmo permaneció.
Precisamente lo peor del marxismo, el rechazo más frontal del Bien y la Verdad, que es el rechazo del cristianismo, eso es lo que conservaron los alemanes orientales. Cuando todo lo demás ha quedado sepultado bajo los escombros del Muro, el desafío contra el cielo se mantiene en pie. Nadie se acuerda ya de los antiguos jerarcas e ideólogos comunistas, pero su rencor y su odio contra Dios han perdurado en aquellos a los que educaron. Verdaderamente, el mal que hacen los hombres les sobrevive.
No echemos, sin embargo, toda la culpa a los comunistas. Si en el resto de Alemania la fe se hubiera mantenido, la reunificación podría haber sido una gran oportunidad de evangelización. La realidad, sin embargo, es que durante décadas y décadas en Alemania occidental se había ido pudriendo la fe y por eso no se ha evangelizado la parte oriental paganizada. Nadie da lo que no tiene.
Como se está haciendo patente para todo el mundo ahora (pero ya sabía cualquiera que conociera el mundillo eclesial alemán), en la Iglesia alemana se han extendido las más graves herejías e inmoralidades desde hace más de medio siglo. La autoridad lo sabía y lo toleraba, cuando no lo fomentaba, y el resultado ha sido el único que podía ser: la esterilidad, la incapacidad para evangelizar a los alemanes orientales y la agonía de la fe en tierras germanas.
Hace mucho tiempo que, tanto en el este como en el oeste, se sembraron los vientos y ahora cosechamos las tempestades. El mal que hacen los hombres les sobrevive y a menudo el bien queda sepultado con sus huesos, pero no desesperemos: nuestra esperanza está en el Resucitado, a quien la tumba no pudo retener y cuyo reino dura para siempre.
24 comentarios
Lo peor es pecar contra el Espíritu Santo, no tiene perdón la indiferencia pasiva de Dios. Encontraremos a muchos rojos en el Cielo, en el fondo creían.
El "problema" de Alemania del Este es que la religión mayoritaria allá antes de caer bajo el estalinismo no era la católica sino la luterana. Y el luterano tiene muy metido dentro eso de "Cuius regio, eius religio". Y como el rey pasó a ser ateo, ateos se hicieron. Cuando cambiaron de rey, no cambiaron de sistema, pues la democracia liberal es también esencialmente atea. Aconfesional dicen algunos. Pues eso... atea.
No estoy de acuerdo con el post porque es creencia cristiana la trascendencia del bien y del mal, ambos sobreviven después de la muerte de quien los hace, ambos por igual. El post parece sugerir que la trascendencia del mal es superior a la del bien, no lo indica con absoluta certeza peri si hace la sugerencia.
La trascendencia del mal es muy clara en el "pecado
original", y la trascendencia del bien en la "comunión de
los santos" indicada en el credo.
¿O acaso la sangre de los mártires no produce nuevos cristianos?
Y el resto de Europa anda en lo mismo.
Y como la Iglesia alemana también adora en su mayoría a otros dioses, no se convierte en una alternativa real. Como se dice: game over.
Contestan la verdad porque se lo enseñaron los soviéticos. Sí, claro, la Stasi era sencilla como paloma y, sobre todo, incentivaba mucho para decir la verdad.
"Seguramente hay lecciones valiosas en Das Kapital por ejemplo que no haría que desdeñar, aunque las ideas principales sean absurdas y perniciosas"
Es parte de nuestra fe que el mal absoluto no existe. Lo único que puede hacer el mal es parasitar el bien.
Todavía hay grados de maldad entre los rojos, ahora en España van por el grado dos. El que piensa diferente, mejor dicho: el que piensa; es tratado como un paria social. Va a costar muy mucho revertir esta maldad y eso si no pasamos al grado tres.
¡Saludos cordiales!
"Cuando se escoge a Mammona, da igual haberse inficionado al este que lanzarse ahora a adorar a ese ídolo en el oeste"
Así es. La gente usa las ideologías políticas como excusa: "yo es que soy de derechas", "yo soy conservador", "yo soy progresista". Todo eso da igual. Si has ofrecido tu corazón al ídolo dinero, da igual que lo hagas por la izquierda o por la derecha, por arriba o por abajo.
"Sinceramente, si yo fuese alemán, no tengo claro que me declarase "católico". No me identifico mucho con esa Iglesia..."
La Iglesia Católica es la Iglesia Católica y nosotros somos católicos. Si hay algunos infiltrados en la Iglesia haciendo el trabajo de Satanás, peor para ellos, que ya tendrán que dar cuenta de su traición. Son ellos los que no tienen derecho al nombre de católicos.
"la democracia liberal es también esencialmente atea. Aconfesional dicen algunos. Pues eso... atea"
Bien dicho, me temo. La aconfesionalidad siempre ha sido una excusa para acabar con Dios en la vida pública, lo que, "curiosamente", equivale a una vida pública atea.
Es que es claro que los socialistas aman el dinero tanto como los capitalistas. De otra manera no basarían todas sus absurdas propuestas en la idea de que cualquier problema puede resolverse con más presupuesto. Es más, nadie hay más a favor de imprimir dinero porque sí, que los socialistas.
A nivel más global, pienso, mirando los sacerdotes y políticos jóvenes, Juan Pablo II Y Benedicto XVI por lo eclesial y se podría decir que Reagan y Thatcher por lo secular, hicieron un bien que les sobrevivió, y en realidad ahora se comenzarán a ver los frutos.
Ahora tenemos en lo secular un Trump y un Orban (tal vez también un Putin, pero por ahora no se bien cuál es la postura del ruso). Lamentablemente en lo eclesial estamos peor que nunca en cuanto a la cabeza, pero a ver, esperemos a lo que nos depara la Providencia, quién será el próximo Papa.
Dejar un comentario