Benditas velas
Cuando llego a una iglesia que no conozco y veo que tienen velitas para que las enciendan los fieles al rezar, siempre me alegro. Esas benditas velas están entre los recuerdos preciosos de mi niñez y me conforta mucho pensar que aún no han desaparecido, aunque cada vez sean menos frecuentes.
No son necesarias, por supuesto, pero ayudan mucho a mostrar visiblemente la diferencia entre lo profano y lo sagrado, manifestando de forma inmediata que una iglesia es un lugar especial y requiere una actitud distinta. Es algo que los niños perciben enseguida, con el instinto infalible de la niñez para ir al fondo de las cuestiones.
En una vela, además, se unen algo de misterio y, a la vez, de claridad. Es, por lo tanto, un signo particularmente apropiado para hablarnos del gran misterio de Cristo, que es la luz de los hombres, la luz que brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron.
Asimismo, la humilde luz de una vela es un signo de nuestra propia debilidad, que, asombrosamente, ha sido asumida amorosamente por nuestro Señor. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará, anunció Isaías sobre Él y sus palabras traslucen el asombro del profeta ante la delicadeza de Dios con los hombres. Al ver las luces de las velas de una iglesia, vacilantes y temblorosas con cada pequeña corriente de aire, pienso en la delicadeza y la paciencia que Dios tiene en particular conmigo, con mi fragilidad y mi torpeza.
Finalmente, esos dos signos se unen en un tercero, que es el signo de la fe de la Iglesia, porque la fuerza de Cristo se manifiesta en la debilidad. A pesar de nuestros pecados, los cristianos estamos llamados a ser luz para los hombres. No con nuestra propia luz, sino con la luz que viene del cielo, alimentada por los sacramentos y la oración, del mismo modo que, en la vigilia pascual, del Cirio de la resurrección de Cristo se van encendiendo todas las velas de los fieles, para que seamos verdaderamente luz de Cristo y podamos dar gracias a Dios, que ha hecho ese milagro en nosotros.
Por desgracia, gran parte de las iglesias en España han dejado de poner velitas para que las enciendan los fieles. Entiendo que para los sacerdotes son un engorro, porque manchan, dan trabajo y son un riesgo de incendio, pero estoy convencido de que merece la pena el pequeño esfuerzo. No puedo evitar pensar que la desaparición de las velitas de las iglesias es, en cierto modo, un reflejo del abandono de la fe tan propio de nuestra época.
Conservemos las velas y ellas, humildemente, nos seguirán hablando de la lux perpetua que nos aguarda si somos fieles. Sin esa luz, qué grande será la oscuridad.
33 comentarios
Cosas de los tiempos. Lo entiendo, pero no dejan de ser más feas, como esos tpv para dejar el donativo en vez del cepillo donde uno se rascaba el bolsillo.
Tal y como está el patio cosas menores.
La cera es la fe, la luz que ARDE (no simplemente ilumina) como ofrenda al Señor, a la Virgen o a los santos.
"La cera es la fe, la luz que ARDE (no simplemente ilumina) como ofrenda al Señor, a la Virgen o a los santos"
Bien dicho.
"Las de contacto eléctrico son un triste remedo"
El artículo original terminaba con un deseo de que el purgatorio les fuera leve a los que inventaron o utilizan esos trastos, pero al final preferí ser más prudente. Como dice usted, probablemente sea mejor que nada.
"pero no dejan de ser más feas ... Tal y como está el patio cosas menores"
La belleza, aunque sea humilde, nunca es cosa menor. Yo diría que todo esto es un signo de problemas muy profundos que padecemos.
"como un abandono de la fe"
Me temo que muchas cosas se han abandonado en nuestra época por el "pecado" de parecer demasiado católicas.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo: te suplicamos que ben + digas estas candelas.
Infunde en ellas, Señor, por el poder de la santa + Cruz, la bendición del Cielo que Tú les concediste para que alejen las tinieblas del género humano.
Haz que reciban una bendición tan poderosa por medio de la señal de la Cruz, que en cualquier lugar donde sean encendidas, y donde sean colocadas, expulsen a los príncipes de las tinieblas, y los hagan temblar, y así huyan aterrorizados con todos sus servidores a sus moradas, de manera que en adelante no intenten perturbar ni inquietar a tus siervos, Dios omnipotente, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Llegas minutos antes de la misa buscando un poco de recogimiento y de silencio y.... Clic, clic, clic
De acuerdo con el autor, la experiencia es que se ha establecido "el contacto". "Si no os hacéis como niños..."
No lo mencionas, Bruno, pero te pregunto si la práctica de las velas es o puede ser asimilable, en un cierto sentido, a los sacramentales.
Un fuerte abrazo.
Sólo por Ti Jesús
Me quiero consumir
Como el cirio se quema en Tu Altar
Consumirme de amor
Sólo por Ti Jesús
Me quiero yo entregar
Como el río se entrega al mar
Entregarme de amor
Pues Tú eres mi amparo y mi refugio
La alegría de mi alma
Sólo en Ti reposa toda mi esperanza
No vacilaré en el dolor
Te seguiré hasta el fin.
Los monasterios están hechos para conducir a la persona, cyerpo y alma, a la oración. La penumbra y la luz de velas ayudan a la vista. El silencio y el gregoriano ayudan al oído. El aire fresco del campo y el incienso ayudan al olfato.
En esta noche de gracia,
acepta, Padre Santo,
el sacrificio vespertino de esta llama,
que la Santa Iglesia te ofrece
en la solemne ofrenda de este cirio,
obra de las abejas.
Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla,
porque se alimenta de cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.
En cambio en este pueblo es imposible poner velas junto al sagrario porque éste forma parte del retablo central y el sacerdote lo abre y lo cierra quedando encajado dentro del conjunto. De esta manera el sagrario nunca está a oscuras porque, aunque no haya ninguna liturgia, siempre hay una luz tenue encendida.
Hoy encendamos velas por el mundo difunto que se derrumba.
No conozco la palabra que define la foto, África; pero posiblemente sea candelario.
El clic, clic molesto de la monedita queda compensado por la devoción que supone encender la vela y por la ilusión que le hace a los niños.
El "molesto" cartoncito que ponen en la velita que portamos encendida evita que nos quememos con la cera derretida, fatigu...
Uno de los compromisos fundamentales que adquirimos con el Bautismo es ser luz del mundo, cuando prendamos una vela en adoración a Dios pidámosle que nos conceda inteligencia y caridad para serlo.
Gracias por tan excelente post, Bruno.
Ángel de la Guarda,
dulce compañía,
no me desampares
ni de noche ni de día.
Estos ángeles, fieles servidores de Dios, son tan humildes que ante cualquier evento peligroso del que te hayas salvado, ante cualquier cosa que hayas hecho buena a los ojos de Dios, etc...voy y alabo al Señor y a la Santísima Virgen...pero se me olvida el intermediario. ¡Cosa más humilde no la hay!
De ellos si que deberíamos aprender porque son personas angélicas, pero personas al fin y al cabo, y ni agradecimiento les demostramos. ¡Mea culpa!
"no de las que ahora hay en algunos templos, que son eléctricas y se encienden con un interruptor. Incluso, en algunas partes he visto que hasta la vela del sagrario es así"
Recuerdo una parroquia en que incluso las velas del altar eran eléctricas.
"Contra todo voluntarismo oracional, la vela que me precede expresa la Gracia de la oración, que es Cristo mismo de cara al Padre. Lo nuestro, nuestra parte, es encenderla nomás"
Muy bueno.
"todo signo o expresión visible y/o ritualizada de la belleza de la fe"
Sin duda. Hay un tipo de clérigo (y también de seglar, aunque quizá sea menos frecuente) al que le resulta instintivamente desagradable y molesto todo lo que le parece muy católico. Y, como la belleza es católica, si es algo católico y además bello, le resulta doblemente desagradable.
Padre, aparte de cambiar el nick, que no hace justicia a un presbítero de Cristo, ¿Por qué no designa a un fiel, hombre o mujer, de confianza para la engorrosa tarea de recontar óbolos y donativos para contarlos y adjudicarlos?
Cura fiel, le pega más.
Lampadario: Gracias, padre. Ya no se me olvida.
África: No hay día que no aprenda una palabra nueva contigo. Gracias. Agón. Donde al menos dos se enfrentan entre sí con el arbitrio de un tercero.
Como curiosidad te comento que existBrunoe una iglesia bajo la advocación de Ntra. Sra. de los Ángeles de Agón. Para sólo saber dos idiomas, no me lo creo, pues chamullas Valencià y lo entiendes perfectamente, conoces muchas palabras en griego, muy difícil, y en latín, más cercano. ¡Bendita seas!
Bruno: Genial tu comentario /respuesta a José Diaz. Hay que huir de clérigos y seglares que les produzca sarpullido la belleza de lo católico.
¡Feliz festividad de S. Francisco de Borja! Tercer general de la orden Jesuíta.
¡Si levantara cabeza...!
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