Fracasando, gracias a Dios
Al hilo de los años, que van pasando implacablemente, todo el mundo se pregunta en algún momento si ha fracasado en la vida y si habría sido mejor elegir un rumbo distinto. quizá si hubiera hecho tal cosa o no hubiera hecho esa otra, las cosas habrían sido diferentes. ¿Por qué no me di cuenta? ¿Por qué fui tan tonto? ¿Por qué, por qué, por qué…?
Aunque para el interesado sea generalmente una experiencia desagradable, lo cierto es que no hay nada de raro en ello. A fin de cuentas, nuestros proyectos, expectativas y deseos son ilimitados, maravillosos y color de rosa y la vida se caracteriza más bien por lo contrario. Uno puede soñar de niño con ser astronauta, bombero y también jugador profesional de fútbol, pero es difícil que en la vida real esas profesiones resulten compatibles. Una chica podría imaginar su boda con un príncipe azul que combine las mejores cualidades de Mr. Darcy, San Luis Rey de Francia y un galán de Hollywood, pero el número de ese tipo de maridos es bastante reducido, por no decir que tiende a cero.
En ese sentido, madurar tiene mucho que ver con entender y aceptar que nuestros sueños no coinciden con la realidad y en aceptar esta última tal como es, aunque no esté a la altura de lo que esperábamos. Por lo tanto, esa sensación ocasional de fracaso solo es un gaje completamente natural de crecer y envejecer al que no hay que dar mayor importancia, el precio de vivir en un mundo imperfecto. Hasta aquí, todo podría haberlo dicho también un psicólogo, pero, como los psicólogos no suelen saber de lo que hablan, es aconsejable ir más allá, pasando de lo resignadamente natural a lo sorprendentemente sobrenatural.
Mirada con ojos de fe, esa sensación de fracaso que experimentamos ya no es una incomodidad que hay que soportar con estoicismo porque la vida no da para más, sino lo contrario: una gracia, un regalo de lo alto y la respuesta a tus oraciones, que suscita la admiración y el agradecimiento de cualquier persona con dos dedos de frente.
¿Cuántas veces has pedido en el padrenuestro “hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”? Innumerables. Y he aquí que lo que pedías se ha cumplido: eso que te parece una serie de fracasos es, precisamente, una serie de aspectos de tu vida en los que se ha hecho la voluntad de Dios y no la tuya. Pedid y se os dará, prometió el Señor y lo cumple, aunque lo único que hagamos sea quejarnos cuando nos da lo que pedimos. Como decía Santa Teresa con su gracejo habitual, se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por aquellas que permanecen desatendidas.
Ese hacerse la voluntad de Dios y no la nuestra, que a nosotros se nos antoja un fracaso, es, en realidad, lo mejor que nos podría suceder. Nosotros consideramos prácticamente todos los asuntos con los ojos fijos en nuestro propio ombligo y, como es lógico, no entendemos nada, ni siquiera a nosotros mismos. Vamos de un lado para otro, golpeándonos la cabeza con todas las paredes, farolas y troncos del camino. Dios, en cambio, nos conoce bien y sabe a dónde realmente desea ir nuestro corazón porque Él fue quien lo creó. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros.
No sabemos lo que queremos. Creemos que deseamos un coche nuevo y si no lo conseguimos nos entristecemos, pero lo que en realidad anhelamos es un corazón de apóstol, libre de ataduras para ir a evangelizar hasta los confines del mundo, como San Pablo. Pensamos que nos gustaría ser los mejores en el trabajo o que nos dieran un aumento de sueldo, cuando en verdad lo único que nos haría felices es la humildad de la Hija de Jerusalén y la pobreza de Belén y por eso necesitamos desprecios y no reconocimientos. Podríamos seguir dando ejemplos reales hasta el infinito. Buscamos testarudamente cosas que no nos satisfacen, pero Dios se empeña en guiarnos de la mano con firmeza, como a hijos torpes, para que le encontremos a Él y nuestro corazón, por fin, se sacie de belleza, de bondad y de amor infinitos, que es mucho más de lo que nosotros nos habíamos atrevido a desear. Soñad y os quedaréis cortos, decía San Josemaría. Por eso Dios no hace que se cumplan nuestros sueñecitos de ser astronauta o ganar mucho dinero o tener un marido perfecto, sino que nos guía hacia el cumplimiento del verdadero sueño que está detrás de todos los sueños y que consiste en alcanzar la Vida que no se acaba, el Amor siempre nuevo y el Rostro que nunca podrá aburrirnos. Para siempre, siempre, siempre, decía Santa Teresa de niña con sus hermanos.
Eso y no otra cosa son los fracasos: momentos en que Dios, en vez de darnos el caramelo que queríamos, nos daba la bendita cruz, la escalera que lleva al cielo. No hay que lamentarse de ellos, sino al contrario, alegrarnos y ofrecérselos a Dios para que haga lo que quiera con ellos, como los cinco panes y dos peces de aquel muchacho. Si mirásemos por un momento las cosas con los ojos de la fe, nos daríamos cuenta de que cada uno de esos fracasos es un milagro, un acto de cariño y un regalo que nos va dirigiendo a la vida eterna por el camino providencial que Dios ha elegido para nosotros. No son la causa de tu infelicidad, sino la medicina que Dios te da para curarla. Los problemas son santos problemas, las enfermedades son santas enfermedades, las decepciones son santas decepciones y los desconsuelos y desprecios son santos desconsuelos y santos desprecios, porque si los aprovechamos nos llevan al cielo. ¡Al cielo, al cielo! Solo eso puede satisfacernos de verdad y no hay nada que no nos dirija hacia ese destino eterno si nos ponemos en manos de Dios y nos abandonamos a su voluntad.
En este momento, seguro que habrá más de un lector avispado con la mano en alto y tratando de llamar mi atención desde las filas de atrás, impaciente por preguntar: “¿y los pecados? ¿Cómo encajan los pecados en todo esto? Los pecados no los quiere Dios y no nos llevan al cielo, sino bastante más abajo”. Buena pregunta, sin duda, porque ciertamente el pecado no solo no es voluntad de Dios, sino lo contrario de ella; no nos lleva al cielo, sino al infierno; no nos hace felices, sino completamente infelices; no tiene como fin el cumplimiento de nuestros sueños, sino la desesperación de nuestras pesadillas.
En ese sentido los pecados son verdaderos fracasos, caminos sin salida que no llevan a nada bueno… con una salvedad: solo el pecado sin arrepentimiento nos destruye sin remedio. Por un milagro aún mayor de la misericordia creadora y omnipotente de Dios, incluso el pecado, una vez confesado y perdonado, se convierte en ocasión de gracia. Así se cumple esa promesa sobrecogedora de Dios, que vale ella sola por un curso entero de apologética: donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Cuando nos arrepentimos, nuestro pecado se transfigura en “oh feliz culpa que mereció tan grande Redentor”, igual que el pecado de Adán. San Pablo fue perseguidor de los cristianos, pero Dios quiso que en ese gravísimo pecado encontrara la fe. Los terribles pecados de Dimas le llevaron a la muerte del alma y a la muerte física, pero al arrepentirse de ellos fueron para él la ocasión de alcanzar la gracia de ser el primer santo: hoy estarás conmigo en el paraíso. Lo mismo sucede con nuestros pecados: una vez perdonados, se transforman en signos de la misericordia de Dios para nosotros, porque su sabiduría providencial lo usa todo para llevarnos a Él.
Podemos y debemos examinar nuestra conciencia para arrepentirnos de nuestros pecados y pedir para ellos el perdón de Dios y la penitencia que nos purifique, pero, una vez hecho eso, se nos da la inmensa libertad de no tener que arrepentirnos de nada más. Los fracasos humanos no son fracasos, sino victorias de Dios en nosotros e incluso los viejos pecados perdonados son otras tantas victorias divinas, porque el único fracaso real en la vida es no ser santo, la única decepción auténtica es no ir al cielo. Todo lo demás es gracia y nuestra vida está bien hecha. Si miramos hacia atrás, podemos decir: Señor, todo lo has hecho bien, no te has equivocado con nosotros. Gracias especialmente por tantos aparentes fracasos humanos que nos has concedido. No dejes de regalárnoslos.
88 comentarios
El tema del fracaso es muy importante en un mundo obsesionado por el éxito. Lo mismo que existe un sentido cristiano de la muerte, existe un sentido cristiano del fracaso que trasciende ese fetichismo de los resultados que domina la vida actual.
"ese fetichismo de los resultados que domina la vida actual"
Rem accu tetigisti. Hemos vivido los últimos setenta y cinco años bajo la égida de los Estados Unidos y es natural que, a la par de los buenos efectos que eso haya podido tener, también se hayan difundido por el mundo los defectos principales de esa nación, que ya describió (y condenó) León XIII en su encíclica contra la herejía que bautizó precisamente como americanismo. Su núcleo, sin duda, está en la idolatría del resultado, de lo práctico, del triunfo y del hombre emprendedor.
Lo triste es que también en la Iglesia ha penetrado ese veneno en muchos ámbitos (de ahí, por ejemplo, la idolatría de la juventud que se observa o el desprecio por los ancianos y por los pueblos pequeños, etc.).
¿Puede haber mayor "fracaso" que el de la muerte en Cruz del mismísimo Jesucristo, verdadero Dios? ¡Y vaya si no fue un triunfo! Así ha de ser, mutatis mutandis, en sus mismos miembros, con Él crucificados.
Por lo de los pecados, también está lo de los Soliloquios atribuidos a san Agustín (que en realidad son bastante posteriores): Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, "etiam ipsa peccata". Lo cual no sólo es conforme con la mente del Doctor de la gracia, sino que en su misma vida hay una clara aplicación de ello, pienso: pues de no haber pecado Agustín como lo hizo, no tendríamos sus sublimes Confesiones.
Me quedé pensando en el terrible poder que tenemos de frustrar el plan de Dios haciendo abuso indebido del libre arbitrio. De la estulticia contenida en el núcleo de la obstinación en el pecado, el regodeo en revolcarnos en el estercolero del éxito mundano, algo tan frágil como la capa de hielo sobre un río congelado al afianzarse la primavera...
No digo esto para dar pie a que abofeteen en ambas mejillas al bueno de Molina (que merecido lo tiene, digo yo, de irreverente que soy no más). Lo digo porque aprendí madurando el significado, sentido y valor de la libertad, la verdadera libertad. Del buen uso del poder que nos confiere en su infinito amor el Todopoderoso para cooperar con su gracia y dejar que nos salve (o tirarlo todo por la borda, para eterna infelicidad nuestra). Y no sin sufrimiento pero, por su amor, con sufrimientos indeciblemente menores que los que yo merecía. Ah, qué milagro maravilloso el confesionario!
Paro aquí, que tu texto es para releerlo más que comentarlo. Y vivirlo, claro.
No te diré gracias, rezaré por ti y la valiosa familia de infocatólica. Dios te colme de bendiciones.
Saludo cordial.
* Luego llegaron los gnósticos,quisieron llenar esos huecos con historias fantásticas, mucho más adecuadas a las expectativas de los hombres
Nunca me propuse ser algo determinado, así que no pude fracasar por no conseguirlo. No sabía muy bien para qué era buena, como decía Cantinflas, y veía que tenía ciertas aptitudes pero no demasiadas: me gustaba la música, pero no lo suficiente como para dedicarme a ella; me encantaba la literatura, pero tampoco como profesión, etc...
Así que me desparramaba entre montones de aficiones que no podían ser profesiones.
Al final la vida me llevó a ser maestra y lo que hice es ver qué podía sacarle a dicha profesión ayudada de mi visión panorámica de las letras y las artes. Resultó bien, o al menos eso decían mis alumnos, porque un maestro tiene que ser buen comunicador y, por lo visto, yo lo era. Esto fue una sorpresa para mí, pero treinta años de profesión y la respuesta de los alumnos avalan lo que digo.
Es decir, no me propuse nada en concreto que pudiera hacerme fracasar, lo que hice es aplicar mis talentos a la única profesión que estuvo a mi alcance.
Esta disposición ha resultado magnífica a la hora de afrontar la jubilación porque, al contrario que los profesionales, que están polarizados por un tipo de conocimiento, yo soy "renacentista" por lo que, en vez de buscar aficiones impostadas, como suelen hacer los de clases pasivas, que lo mismo estudian italiano, sin importarles las lenguas, Taichí, sin afición al deporte o pintura, sin talento para pintar; yo sigo una formación lineal desde niña que siempre sale de mis propios intereses, que nunca han sido prácticos.
Es decir, lo que me he propuesto es hacer lo mejor posible aquello que la vida me dio, pero nunca me he empecinado en ponerme metas para las que no tenía disposición alguna, porque eso es lo que lleva al fracaso. Digamos que soy muy realista y ser realista te ayuda a saber si eres mediocre o no.
Te tomo muy en serio la Parábola de los talentos.
Por lo demás, hemos complicado tanto, tanto, tanto, la confesión, que el que puede (?) se la salta como y cuando quiere. Con lo sencillo que resultan enseñanzas que esponjan el espíritu, a imagen y semejanza del artículo que nos ofrece hoy nuestro bloguero de cabecera...
www.youtube.com/watch?v=q6Rb7ezwoh8
La competitividad, para personas como yo, es mortal, pero el equilibrio emocional, dado por la capacidad de ver la realidad, a la larga resulta más satisfactorio.
Saludos cordiales.
Una meditación de mi cuaresma ante el espejo de mi Dorian Gray
Para dejar expuesto al fariseo,
debo volverme escarnio casi hediondo,
el alma hurgar hasta tocar el fondo
y allí mirar mi corazón de reo.
Entonces puede ser que me arrepienta,
cuando vea que valgo poco o nada ,
cuando puesta en mi escoria la mirada
sepa que con Caín comparto cuenta.
Eso soy yo, no más, no quedan dudas;
y es hora que me saque el antifaz,
tengo el semblante altivo de Caifás
y el rostro impío del apóstol Judas.
Tú que marchas las noches vergonzosas
de los besos traidores y monedas,
que pudiendo partir ,sin más te quedas,
traspasadas tus manos generosas,
toma este fardo espurio que te entrego,
la oveja descarriada y que perdida
iba por sendas de la muerte herida,
maldiciendo la vida sin sosiego,
y ya que puedes llévala a la Luz.
No hacen mella las sombras en tu lumbre,
y toda mi inmundicia y podredumbre
purifica en las aspas de tu Cruz.
"Soliloquios atribuidos a san Agustín"
San Agustín dejó una huella tan profunda en el cristianismo occidental que, durante siglos, prácticamente todas las cosas buenas se le atribuían a él. Muchas de esas obras atribuidas son magníficas y ciertamente dignas de él
"nuestro bloguero de cabecera..."
Y ahora en los comentarios me llaman cabezón. Un fracaso más que añadir a la lista.
:)
Pero la vida es un borrador, y Dios sólo pide que le entreguemos borradores aceptados, la versión final no es cosa de nosotros.
Señor, no permitas que sea un proyecto fracasado tuyo.
En general los muy competitivos, alguno me ha caído cerca, tienen éxito en carreras profesionales más valoradas, pero la verdad es que en la vida de amistad o familiar la que tienes que bajar el listón eres tú, no vaya a ser que se te escape un nombre, que cualquiera que ha estudiado bachillerato debería conocer, y no sepan quién es. Entonces se les queda cara de limón y te desprecian por marisabidilla y fracasada.
En algunos profesionales hay un fuerte anti-intelectualismo y entre los que desprecian no están solo los viejos, los pueblos pequeños y los que no medran sino también Santo Tomás de Aquino, Smetana, Dostoievski y Tintoretto.
Los americanos siempre han tenido fama, probablemente se trata de un estereotipo, de no saber dónde está Lituania y quedarse tan frescos.
Ir a un museo con la directora de mi colegio era toda una experiencia, por ser negada para las artes pictóricas y ponerse nerviosísima si alguien hacía un comentario delante de cualquier cuadro que le hacía soltar un bufido: "No sé dónde ves tú eso, ¡pues vaya una cosa, una vieja friendo huevos!".
Y entonces alzabas los ojos al Cielo y decías para "tus dentros", que decía mi abuela: "Gracias, Señor, porque me negaste el don de la pintura, pero no el de la contemplación del arte".
La sorpresa y el entusiasmo valen más que otros dones más prácticos, pero menos gratificantes, esto es algo que, si no has aprendido antes, aprendes en la vejez.
Añado un ejemplo a esa lista infinita. Creemos que deseamos una buena esposa cristiana que nos ame, cuando en realidad lo que anhelamos es poder recostar la cabeza en el costado abierto de Cristo, y saciar nuestra sed con el agua de vida eterna que brota de su sagrado corazón.
Excelente artículo, Bruno. Por razones que no cabe decir aquí, llegó en el momento exacto, y pone en palabras luminosas lo que tenia en el corazón entre penumbras. Dios te bendiga amigo.
Pero si alguna duda quedase de lo que piensa el Papa Francisco, hoy mismo, en la interfaz principal de Infocatolica aparece una noticia titulada "Francisco: «Para Dios la gloria es amar hasta dar la vida»", que despeja cualquier tipo de interpretación torcida. Recién salido del horno.
Reinó Dios desde un madero, y no fue un fracaso.
¡Victoria, tu reinarás,
Oh, Cruz, tú nos salvarás!
La pasión y la Resurrección están estrechamente unidas y la segunda no es posible sin la primera.
El Plan de Dios se cumplió y cuando San Pedro quiso evitar lo inevitable Jesús le dijo: "¡Apártate de mí, Satanás!" porque, con su buena voluntad, estaba interfiriendo en los planes de Dios.
Gracias Bruno, fantástico.
No todo crucificado es Jesucristo porque Él es el Crucificado por excelencia y el levantar de la Cruz con el Cuerpo inerte del Salvador es algo indescriptible. ¡Claro que se ve el triunfo en la Cruz! Tal vez no lo vieran los que estuvieron presentes, pero los cristianos, que sabemos que la Resurrección llega, en la Cruz contemplamos la Gloria de Dios.
"QUE DIOS Y SU SANTÍSIMA MADRE LO GUARDEN SIEMPRE, A USTED Y A SUS SERES QUERIDOS"
Muchas gracias.
"(...) no eran sólo recuerdos de las pesadillas de
los pasados horrores lo que lo afligía, sino también una autoinculpación irracional:
se veía a sí mismo y a todo lo que había hecho como un FRACASO. (...). Eso fue en realidad una tentación venida de la Oscuridad, una última chispa de orgullo: el deseo de
haber vuelto como un «héroe», no contento con ser el mero instrumento del bien.
Luis es más que ramplon.¿ Porqué borro mi comentario y no borró el de ese tipo que insultó al Papa?
Ello es porque Ud se hace parte de ese insulto al Papa, no me queda otra conclusión.
Me voy, ante que la menta yel comino me ahoguen.
¿ A quién crucifican Uds. la semana que viene?
Lo que sobrecoge es ver cómo los "seres de luz" de marras, se pierden meditar sobre estos textos verdaderamente edificantes en su provecho propio y del prójimo. Los desperdician sólo por el placer narcisista/onanista del disfrute mórbido del escándalo que introducen y la confusión que pretenden sembrar. Qué tristeza.
Qué misterio el del pecado! pero creo que no menos profundo es el misterio de la estulticia... Y en ambos, los trollos son el Oscar de la academia a la imbecilidad.
Aquí no se quiere crucificar a nadie.
Otra cosa sería que en la algazara y bullicio de las fiestas patronales se le arrojara a usted (sin acritud alguna) al pilón de la fuente de la plaza del pueblo para regocijo de la chiquillería y consuelo de las damas con sensibilidad.
El problema, a ver si se entera usted de una vez, Lucia Victoria, es que Bergoglio siempre da una de cal y otra de arena y así es imposible seguir a este hombre a ningún lado, ni siquiera a coger billetes de cincuenta euros porque por el camino te puede clavar la daga, la espada o la navaja de Albacete, o lo que le pille a mano, que es lo que viene haciendo sistemáticamente desde que okupó la Sede de Pedro. Machacar, enfrentar, confusionar, mentir, aparentar, engañar, perseguir, blasfemar, afeminar, etc....no sé qué puñeta os han puesto en los ojos para que no veáis la realidad de las cosas. La Verdad. Pues bien, sea lo sea hacer todo lo posible por ver, porque los tiempos son los que son. El que quiera entender que entienda.
Dios me conceda la gracia de permanecer fiel en su seno y no permita jamás que la violencia de las olas me lleven a desconfiar de la promesa y de la gracia que nos aseguró Jesús. A mi y a toda su Santa Iglesia Sé de quién me he fiado.
También lo tuvieron claro todos los movimientos contrarrevolucionarios, fueran vandeanos o cristeros. Lo que llevaban como distintivo era el Corazón de Jesús y no otra cosa.
La resignación es otra cosa, ahora rebautizada resiliencia, aunque no sea lo mismo. Pero el hecho de que hayan tenido que inventar esa palabra indica que, te guste o no, o te resignas o te pegas un tiro.
Eso es como el que le dijo al cura:
-¡Qué religión tan triste! ¡siempre hablando de la cruz!
-Jesucristo dijo: "Niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme".
-A eso me refería.
-Bueno, pues no te niegues a ti mismo y no le sigas, pero igualmente cargarás con tu cruz.
Pues eso: no te resignes, pero sé resiliente.
Esa es la conciencia de Hanna Arendt, que nadie sabe de dónde nace; la autoayuda, que consiste en lo mismo que hizo el Barón; la autoestima, que es quererte a ti mismo porque tú lo vales, etc...
Todo lo que en Cristianismo proviene de la Trinidad: Misericordia, Resignación, Caridad...ha tenido que ser reinventado por psicólogos y sociólogos: altruismo, resiliencia, filantropía...
En el fondo es la creación de una nueva religión cuyo dios es el hombre en su propia mismidad.
Será porque me educaron como católica, pero a mi me parece muchísimo más difícil creer en mi misma que creer en Dios.
Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida, / flaqueza o fuerza a mi vida, / dad salud o enfermedad, / honra o deshonra me dad, / dadme guerra o paz cumplida, / flaqueza o fuerza a mi vida, / que a todo diré que sí. / ¿Qué queréis hacer de mí?
La sensación de fracaso nos muerde y conduce a la tristeza. No debemos darle paso. Nosotros vemos los nudos del reverso. Dios la cara del tapiz de lo que obra en nosotros.
Por eso siempre me llamó la atención esa frase, porque la he escuchado muchas veces y no sé si tal vez no la comprendo bien. Tal vez està fuera de contexto
ignoro cuál es la interpretación que le pueda dar cada uno, claro, pero al menos yo uso esa expresión en un contexto y con un sentido genuinamente cristianos: es una forma de expresar, en román paladino, lo que refería san Pablo cuando hablaba de "la gloriosa libertad de los hijos de Dios". Me someto libremente a la voluntad del Padre, con esa libertad que me da saberme y sentirme Su hija; no porque sea más o menos bueno hacerlo, no porque me convenga, ni siquiera por miedo a un eventual castigo. Me someto por decisión y voluntad soberana. O lo que es lo mismo, porque me da la real gana...¿acaso existe alguna razón más sobrenatural que esa?
"En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres" (Juan 8, 34)
Por eso, es que no me parece del todo correcta la apreciación de San José María.
"no porque sea más o menos bueno hacerlo, no porque me convenga, ni siquiera por miedo a un eventual castigo. Me someto por decisión y voluntad soberana. O lo que es lo mismo, porque me da la real gana"
Sé que lo dice con buena intención, pero eso que ha afirmado en los últimos comentarios no es católico. Como bien le señalaba Martín, esa libertad de la que habla usted es la que defendían Lutero, los nominalistas y los voluntaristas, una libertad que pretende ser absoluta y por lo tanto es falsa. Nuestra voluntad no es soberana, porque el único Soberano es Dios, que es la Verdad y el Bien. La verdadera libertad, la que defendemos los católicos es la libertad de adherirse y someterse al bien, porque es bien, no porque sí o porque me da la gana.
La frase de San Josemaría es lo que es, una gracieta simpática. Tomarla de otra manera es traicionar lo que dijo el santo y apartarse de la doctrina católica.
"téngase en cuenta la regla infalible de San Ignacio de Loyola: hacer lo diametralmente opuesto de lo que se le antoja a mi carne mortal"
Tampoco ha entendido del todo bien, me temo, el consejo de San Ignacio, que entendido como usted lo expresa sería una barbaridad. El consejo de San Ignacio se refiere a hacer lo contrario de mis apetencias pecaminosas (ya sea en sí mismas o porque amenazan con ponerse por encima de Dios). Tenemos innumerables apetencias de nuestra carne mortal que son buenas, benéficas y acordes con la voluntad de Dios. Cuando como porque tengo hambre, hago bien. Si siempre hiciera lo diametralmente opuesto de lo que se le antoja a mi carne mortal, no comería nunca y moriría.
"si somos libres para escoger ese bien que Dios ha tatuado en nuestro corazón (y que se llama Jesús) es únicamente porque Él pagó la factura de nuestra libertad con Su preciosísima sangre" y "Por lo demás, el querer y el obrar los mueve Dios, de eso no hay ninguna duda: Él nos amó y nos ama el primero"
Cierto, aunque, hasta donde puedo ver, nada tiene eso que ver con la corrección que le hacíamos.
"me hizo recordar lo que leí alguna vez en un libro llamado el "santo abandono" de Dom Vital Lehodey"
Un libro magnífico y que recomiendo encarecidamente a todo el mundo. Editado, al menos en España, por la editorial Rialp, del Opus Dei, así que su disponibilidad en español podemos considerarla un fruto de San Josemaría. Nadie puede negar que sus editoriales están entre las mejores editoriales católicas.
"Obrar bien (en lo posible) que Dios es Dios".
Por supuesto, yo leí la misma edición, y muchos otros más de la misma editorial del Opus Dei, y estoy muy agradecido con ellos por ponernos tales libros en las manos.
Por lo demás, de ninguna manera, quise atacar ni remotamente a San José María, sino simplemente expresar que no me parecía justo entender su afirmación como fundamento de nuestro seguimiento de Dios.
Muchas gracias nuevamente.
Coincido plenamente con usted en esto.
Espero no le hayan molestado mis comentarios, saludos en Cristo.
En cuanto a San Ignacio, yo misma la he encuadrado como regla de discernimiento frente a "tentaciones del enemigo". Obviamente, no comer y dejarse morir implicaría pecar contra el quinto mandamiento. En todo caso, sólo compartí una regla de discernimiento que me parece super útil para la batalla del cristiano, no una norma mecánica ni mucho menos absoluta.
Saludos en Cristo.
"¿cómo no va a ser católico afirmar que me someto a la voluntad de Dios porque tengo la libertad para decidirlo y para hacerlo?"
Lo que estaba mal, como he señalado en mi comentario, no era decir que nos sometemos a Dios con libertad, sino lo de "no porque sea más o menos bueno hacerlo ... Me someto por decisión y voluntad soberana". Eso es lo que decía Lutero y no es católico. Nuestra voluntad no es soberana, sino que, para ser verdadera libertad, debe someterse al bien porque es bien. Es decir, sí que nos sometemos a Dios porque es bueno hacerlo.
Como también señalé anteriormente, entiendo que usted es católica y estoy seguro de que solo quería expresar lo que enseña la Iglesia y enseñan los santos, pero, en esa ocasión en particular, lo que de hecho había dicho no era correcto. Para eso está este blog, para discutir sobre los temas y poder conocer la verdad y desechar el error.
"sólo compartí una regla de discernimiento que me parece super útil para la batalla del cristiano, no una norma mecánica ni mucho menos absoluta"
El problema es que no la entendió/expresó bien. De ahí la corrección, que no es para quedar por encima de nadie, sino para que la verdad resplandezca y otros lectores no caigan en un error.
Lo bueno de ser católicos es que lo que nos importa es la gloria de Dios y la Verdad, no quién tenga o no tenga razón. Ya que hablábamos de San Ignacio, repitamos su lema: Ad maiorem Dei gloriam!
Saludos.
"Total, que la Fiesta no es aqui abajo, y el que invita no es de este mundo"
¡Bien dicho!
Qué grandes, Santa Teresa y Calderón.
Mia pe ados que me permiten rogarles estar a sus pies. Gracias !
Mis fracasos, siempre han sido una bendición. Ofrezco mi vida para servirles y hacer su voluntad. Gracias Señor
Encierra toda una Cuaresma.
Me cuesta mucho aceptar Su Voluntad.
Con lo bien que lo tenía yo planificado....
Y rezaba dicuendo: Si es posible que pase de mi este Cáliz. Pero no se haga mi voluntad sino la suya.
Y esto cuesta.
Cuesta sudar sangre.
A mi también me cuesta.
Sobre todo cuando tus amigos despreocupados duermen.
Esta mañana un amigo me contaba sus problemas y sus miedos ante lo que le puede pasar.
La verdad es que no sabía que decirle.
Y se me ocurrió decirle: Es cierto que todo eso puede pasar pero Jesús está vivo entre nosotros. ¿Esto no nos da tranquilidad?
Y me ha contestado y en parte si nos la da.
Al leer lo del fracaso absoluto u el fracaso relativo, me he acordado.
Saber que que Jesús está vivo entre nosotros y vivir consecuentemente es la mejir manera de evangelizar.
¿Somos un fracaso relativo?
Dios tenga Misericordia de nosotros y nos haga misericordiosos.
Me ha gustado mucho este artículo. Me ha dado mucha energía para seguir luchando por ser el santo que Dios quiere que sea.
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