Crónica de una confesión (en el tribunal de la impenitencia)
Traigo hoy al blog la colaboración de un autor invitado, D. Federico María, que nos ofrece el divertido diálogo de una confesión imaginada, según los presupuestos de la “nueva moral” que propone el flamante Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el cardenal Víctor Manuel Fernández.
Aunque el formato sea algo incómodo, no dejen de leer las notas del final cuando vayan apareciendo en el texto, porque en ellas se muestra que la comedia del diálogo, por disparatada que parezca, no es más que la aplicación seria y literal de las indicaciones del cardenal Tucho Fernández. Vivimos en tiempos tragicómicos, en que lo surrealista y absurdo es el pan nuestro de cada día.
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«Pervierten la eterna noción de la verdad…»
S. Pío X
«¿A dónde va la nueva Teología sino por el camino del escepticismo, la fantasía y la herejía?» «El espíritu maligno… empuja a algunos a esta falsa caridad hacia el prójimo que es el sentimentalismo, con excesiva indulgencia bajo el pretexto de la misericordia»
R. Garrigou-Lagrange, O.P.
– Padre, me acuso de haber usado métodos anticonceptivos con mi pareja, más de una vez, y de haber comulgado en Misa sin haberme arrepentido ni confesado de ello; es decir: comulgué en pecado mortal. Pido perdón a Dios por ello.
– Entiendo. Bueno, no le des importancia a todo eso, hija, no es nada: pienso que no tiene gravedad. Y hasta puede llegar a no tener ninguna malicia, es decir, no ser pecado en lo más mínimo.
– ¿A qué se refiere, Padre? No entiendo lo que me dice. Pensaba que se trataba de cosas graves, de pecados mortales. Eso aprendí de chica. Y si uno comete un pecado mortal, luego no puede comulgar. Y si comulga así, en pecado mortal, comete un sacrilegio, que es un pecado muy feo y muy grave. Y si se muere con ese u otro pecado mortal, no estando en gracia santificante, se va al infierno, y eso es para siempre, una desdicha eterna. Y yo no quiero irme al infierno, Padre. ¿Acaso no es todo esto así como se lo digo…?
– Hija… Sí, eso era antes, y lo fue durante mucho tiempo, durante muchos siglos, mientras imperaba un «grupo oligárquico de eticistas»[i]. Pero ahora, en nuestros tiempos, ya no rige más, de modo que hoy ya no hay que preocuparse por ello. ¿No sabes, acaso, lo que es la «continuidad creativa»[ii]? Te lo explicaré mejor, para que te quedes tranquila. Hay que salirse de doctrinas monolíticas y siempre hay que matizar. Durante mucho tiempo se desarrolló en la Iglesia toda una filosofía y una moral llena de clasificaciones, para clasificar a la gente, para ponerle rótulos. Por ejemplo: «este es así, este es asá»; «este puede comulgar, este no puede comulgar»; «a este se lo puede perdonar, a este no». Es terrible, hija, que nos haya pasado eso en la Iglesia. Terrible, muy terrible, terribilísimo. Pero, gracias a Dios, el Papa Francisco nos ayuda a liberarnos de esos esquemas[iii], de esas rigideces, de esos indietrismos. Entonces, antes se vedaba eso, sí, pero hoy está permitido[iv]. Quizá te parezca que esto va un poco contra la lógica. Puede ser. Pero eso no tiene nada de malo, porque no es la «lógica» lo que propone Francisco para los pastores de este tiempo[v].
– ¡Oh, Padre! ¿Entonces nada de eso que le dije es pecado? A ver si entendí: ¿puedo comulgar a pesar de haber usado y usar habitualmente métodos anticonceptivos con mi pareja? ¿No es entones ni lo uno ni lo otro pecado mortal? ¡Oh, si es así, cuántos vendrán a confesarse con usted, Padre, atraídos por esta su ancha doctrina![vi]
– ¿Se aman, hija? Eso es lo importante, lo único importante. Hasta puede ser una exigencia de la caridad usar anticonceptivos: sí, la caridad puede mandarlo. En ese caso, no usarlos sería pecado, por contrariar a la caridad, que es la reina de toda la moral: «ama y haz lo que quieras», hija. En efecto, se puede dar el caso de una abstención sexual que contradiga la jerarquía cristiana de valores, que está coronada por la caridad. Por ejemplo, si tú percibes que la estabilidad familiar se pone en riesgo por someter a tu esposo no practicante a períodos de continencia, en ese caso un rechazo inflexible a cualquier uso de preservativos haría primar el cumplimiento de una norma externa por sobre la obligación grave de cuidar la comunión amorosa y la estabilidad conyugal que exige más directamente la caridad[vii]. Así, en este caso, habría obligación, y obligación grave, de emplear métodos anticonceptivos.
– ¡Entonces la anticoncepción no es siempre pecaminosa! ¡Y hasta puede ser obligatoria! ¡Y hasta gravemente obligatoria! Gracias, Padre, por instruirme y ponerme en el camino de la salvación, al exhortarme a cumplir una obligación tan grave como lo es la de usar anticonceptivos. Ah, pero usted se refiere a casados por la Iglesia, ¿no?… Lo que pasa es que mi pareja y yo no estamos casados por la Iglesia: ambos somos separados. Nos casamos hace ya tiempo y nuestros respectivos matrimonios no resultaron… Así que nos separamos de nuestros cónyuges, que todavía viven, y nos juntamos y casamos por lo civil. No sé si eso está mal ahora… Alguno hasta nos ha dicho que somos «adúlteros», lo cual suena muy feo, pero, a decir verdad, no sé si eso es así ahora. ¿Eso sigue rigiendo, Padre? Me refiero, primero, a lo de las relaciones sexuales fuera del matrimonio: antes se decía que eran pecado mortal, pero como hoy eso ya nadie lo dice, por eso no me acusé de ello. Luego está lo de nuestros matrimonios anteriores, que antes se decía que eran indisolubles. Lo que ocurre es que tenemos hijos pequeños, que pienso que nos necesitan a los dos. Un cura me dijo una vez que deberíamos abstenernos absolutamente de mantener relaciones sexuales, pues estamos en una unión «adulterina», y que no podíamos comulgar, incluso si no manteníamos relaciones, por el escándalo que ello implicaría. Y hasta me dijo que si no hacíamos así, como él decía, nos íbamos a ir al infierno. Eso suena muy duro… ¿Es así, Padre? Siento que si me niego, quizá mi pareja me deje en la calle… ¿Y nuestros hijos? ¿¡Qué haríamos con nuestros hijos!? ¡Ah, Padre! ¿Somos «adúlteros»? ¿Podemos comulgar? Padre, ¡ilumíneme, por favor!
– Hija, escúchame con atención. En cuanto a lo primero, como te decía, ese es precisamente uno de los rótulos y una de las clasificaciones de otro tiempo, de otra Iglesia, una clasificación rígida, anticuada, obsoleta. Hay que romper esa «estructura mental rígida, muy concentrada en los temas de la sexualidad», y ampliar las perspectivas[viii]. Ahora habría que decir, más bien, que ustedes están unidos por el amor y que, a su modo, se expresan el amor que se tienen, si bien de un modo que no llega al ideal objetivo. Pero, aun cuando no sea el ideal objetivo, eso puede ser lo que Dios les está pidiendo actualmente. De modo que tranquilízate: Dios les puede estar pidiendo (y voy a usar el lenguaje que antes se usaba, para que quede claro: no te asustes), Dios les puede estar pidiendo, repito, que forniquen y que adulteren. Y lo que Dios pide no puede sino estar bien. Y lo que Dios pide hay que hacerlo: es un deber, una obligación. Así que ¡adelante!: sigue fornicando y adulterando. En cuanto a la comunión, hija, no hay que guiarse en esto por una «disciplina rígida que no admite discernimiento alguno»[ix], sino que se impone un camino de discernimiento. Pues en circunstancias complejas, como la de ustedes, cuando no se pudo obtener una declaración de nulidad, ni siquiera una «express», la abstención puede no ser de hecho factible. Así, si reconocemos que hay limitaciones que atenúan la responsabilidad y la culpabilidad, particularmente cuando una persona considera que caería en una ulterior falta dañando a los hijos de su nueva unión, está abierta la posibilidad del acceso a los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía[x]. Sí, hija, «puede haber un camino de discernimiento abierto a la posibilidad de recibir el alimento de la Eucaristía»[xi]. Por tanto, se podría comulgar aun manteniendo relaciones sexuales con una persona que no es, como es tu caso, tu esposo, y estando ambos unidos con otra persona por un matrimonio anterior, máxime si él te liberó de caer en la prostitución o en el suicidio[xii]…
– Pero…, ¡¿qué dice, Padre?! ¡Yo nunca pensé en prostituirme ni en suicidarme!
– Ah…, bueno…, entonces… no me hagas caso en eso. Sigo. Como te decía, por más que no realicen objetivamente el ideal del matrimonio, en medio de la complejidad concreta de los límites, Dios les puede estar pidiendo que no sólo forniquen, sino que adulteren (de nuevo te pido perdón por usar este lenguaje antiguo y tan rígido: es para ser más claro y que me entiendas, como te decía). Entonces, la fornicación y el adulterio pueden ser la respuesta generosa que han de ofrecer a Dios, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo[xiii]. Claro que esto no hay que entenderlo como si todo diera igual. No, hija, no somos relativistas ni subjetivistas, ni nos apartamos de la «sana doctrina» (como se decía antes, je). «No es que todo es lo mismo, o que ahora «todo da igual»: no, de ninguna manera, pues hay ciertos límites[xiv]: por ejemplo, si ustedes acabaran de divorciarse la cosa cambiaría algo, según que la moralidad de los actos se especifica por la circunstancia «temporal». Por eso hay que discernir, siempre, y aspirar al ideal. Y esto no significa relajar la moral, al contrario. «La propuesta de Francisco es muy exigente. Sería más fácil o cómodo aplicar normas de modo rígido y universal, pretender que todo sea «blanco o negro»[xv]. Entonces, hay que ir de a poco, según la «ley de gradualidad» (y no tanto según la ley de Dios, que más bien marca el ideal al que hay que aspirar y no lo que de momento hay que cumplir). Quizá el año que viene adulteren menos, y así sucesivamente: cada vez menos. Supongamos que este año lo hacen día por medio: bien, el año que viene quizá podrán hacerlo cada dos días, o al menos aspirar a eso. Recuerda, además, que sólo lo bueno es susceptible de ser bendecido por Dios. Y si ahora se permite y es lícito bendecir a las parejas de los «homoafectivos» (me refiero a los que antes se llamaban, con lenguaje rígido, «sodomitas», es decir, los «homosexuales»), mucho más buenas serán las parejas irregulares como la tuya, de «heteroafectivos» (que antes se llamaban «adulterinas»), parejas que, por cierto, también se pueden ahora bendecir[xvi]. Pero también aquí, hija, hay ciertos límites, para no caer en el relativismo, dictados según esa misma circunstancia temporal: tales bendiciones no pueden extenderse más de 15 segundos[xvii], de lo contrario se tornarían ilícitas; al menos por ahora (ya que en todo e incluso sobre la verdad manda el tiempo), hasta que no se extienda su licitud a una mayor duración temporal.
– ¡Cuánta luz y paz me da, Padre! ¡Gracias!
– De nada, hija. Volviendo a los que los llaman «adúlteros», pienso que eso es mezquino, pues lo es, en efecto, detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general[xviii]. Y aquí no puedo reprimir mi indignación y mi santa cólera. ¡Oh, cuánto mal hacen tales rígidos indietristas, sedicentes «tradicionales», con sus esquemas, rótulos y clasificaciones obsoletas, que durante muchos siglos se han empleado en la Iglesia, según un deplorable «fijismo magisterial»[xix]! ¡Son hijos de Satanás (bueno, si existe, cosa que dudo, porque, de existir, habría personas en el infierno y no estaría el mismo vacío…)! Ese sí que es un pecado grave, gravísimo, que clama al cielo: la rigidez. Es terrible, hija, que haya pasado eso en la Iglesia y que todavía siga pasando. ¡Oh! ¡Qué mala que es la rigidez!
– Pero, Padre, habría que ser misericordiosos con ellos también, ¿no?
– No, hija, esos no merecen misericordia, no merecen nada. Son como los fariseos. Dicen que defienden la verdad, se creen dueños de la verdad, pero no conocen el amor…, el amor como el que tienen tú y tu pareja, que los lleva a adulterar piadosa y santamente; el amor es lo único que vale y cuenta. Ellos, en cambio, tienen un corazón duro, rígido, frío, que se ha quedado anquilosado en el pasado: por eso son indietristas. Hija, grábate esta máxima, tan conforme con el Evangelio: «Para los amigos, todo; para los enemigos, ni justicia» (mucho menos misericordia).
– Padre, usted me dice cosas que nunca antes había escuchado. ¡Estoy admirada!
– ¡Admirada! Bueno, y eso que todavía no hablamos del arte de sanar con la boca[xx], sea con besos centrípetos o centrífugos, ni tampoco de la mística sexual[xxi]… Pero ahora no tenemos tiempo para tratar de eso, hija. Quizá en otra ocasión podamos hacerlo.
– Bien, como diga. ¿Puedo seguir entonces con la confesión? También me acuso de haber faltado contra el tercer mandamiento…
– Hija, perdón que te interrumpa, pero voy a decirte algo que te va a ayudar mucho en tu vida espiritual y te va a dar mucha paz, mucha libertad. En el fondo no importan los preceptos o mandamientos concretos, particulares, individuales. Lo que importa es la orientación general de tu corazón: el amor. Es decir, lo que importa es el precepto del amor. Si te guías por esto, serás plenamente libre. Sí, libre para fornicar, robar, mentir, adulterar y cometer sacrilegios… Porque se pueden contrariar los preceptos particulares manteniendo el amor, manteniendo la caridad[xxii]. Y, entonces, no hay que acusarse de pecados particulares, concretos, individuales. Eso es de otro tiempo, muy poco ilustrado, en el que no se había llegado a entender a un gran teólogo como santo Tomás de Aquino como hoy se lo ha llegado a entender, por parte de cierto «teólogo» muy fuera de lo común[xxiii]… Se puede, como te decía, y empleo nuevamente términos antiguos y rígidos, fornicar, adulterar, robar, mentir, cometer sacrilegios ¡y no faltar a la caridad! Más aun, se puede hacer todo eso por caridad, por amor. ¡Oh, cuán santa libertad puede haber al adulterar! Así se opera no ya la verdad, sino el pecado, la fornicación y el sacrilegio, en la caridad. Si sigues esto, hija, serás en verdad libre. En efecto, ya no te atarán los preceptos ni mandamientos concretos, sino sólo el dulce lazo de la caridad. Esa santa libertad espiritual que adquirirás, si sigues mi sabio y santo consejo, y diriges tu intención al amor, solo al amor, al puro amor…, esa libertad santa será tan grande, que hasta estarás libre en gran medida, de hecho, de recurrir al sacramento de la «Penitencia» (como se decía antes), pues ya casi no tendrás pecados, pues no habrá mandamientos, salvo el del amor. Amor como el que se profesan tú y tu pareja, el cual les hace entregarse el uno al otro sin miramientos hacia los preceptos particulares que prohibían y prohibieron durante tantos siglos el adulterio y la fornicación. Ese amor puro, sincero y adúltero es el que asimismo los libera también, a ti y a tu pareja, de toda rígida traba para acceder al sacramento de la Eucaristía, como te dije, y entonces el precepto de no cometer sacrilegios también queda superado por el amor adúltero. He aquí el más puro Evangelio, hija mía. Esta es la cumbre de la espiritualidad, de la mística (que, por cierto, se vive soberanamente en la sexualidad) y de la santidad.
– Padre, estoy muy sorprendida. La verdad es que no me esperaba todo lo que me está diciendo. Entonces he de hacer todo por amor y listo. ¡Oh! ¡Cuán bellos son los frutos que se siguen de dirigir bien la intención![xxiv]. Gracias, Padre, gracias y mil gracias por sus luces tan particulares, tan consoladoras, tan pacificadoras, tan liberadoras. Bendito sea, Padre: veo más almas redimidas y liberadas del pecado por la doctrina que me ha expuesto, que por la muerte redentora de Cristo, la gracia y los sacramentos. Ud. y sus novedosas doctrinas, tan fieles al Evangelio, quitan más el pecado del mundo que el mismísimo Cordero de Dios[xxv]. Ahora soy libre, sí, libre para fornicar, adulterar, emplear anticonceptivos, cometer sacrilegios y no sé cuántas cosas más. Aunque siempre, por supuesto, he de conservar la caridad, haciéndolo todo por caridad, por amor: pues no es que «dé todo igual»
– Eso es, hija mía, eso es: has aprendido bien la lección.
– Gracias. Y ahora, perdón, Padre, pero se me ha hecho algo tarde. Me tengo que ir. ¿Qué penitencia me da?
– Bueno, hija, en realidad, como te dije, no has cometido pecado alguno, pues has conservado el amor, has guardado la caridad. Pero, si quieres hacer algo como si fuera una «penitencia», para así quedarte más tranquila y no perder la paz, ofrece tus habituales fornicaciones adulterinas (nuevamente, empleo estos términos para que se entienda), incluso valiéndote de métodos anticonceptivos, y ofrece también tus sacrilegios como actos de caridad en reparación por todas las faltas que hayas alguna vez cometido… Y si la conciencia no te acusa de nada, al menos ofrece esos piadosos actos por las gravísimas faltas que se cometen en nuestro tiempo, contra nuestra madre: no la Iglesia, sino la tierra, la cual gime y sufre de inmenso dolor por todos los crímenes que la impía humanidad capitalista comete a diario contra ella: este es, ciertamente, un pecado que clama al cielo… (como el de la rigidez, por supuesto).
– Bien, Padre. Lo haré con todo gusto.
– Muy bien, hija: mi doctrina te ha salvado: bendigo –mirando el reloj– la pareja adulterina que conformas. Vete en paz y no dejes de adulterar…
* * *
«Vae caecis ducentibus et caecis sequentibus!»[xxvi]
[i] Cf. Fernández, Víctor Manuel, «El capítulo VIII de Amoris laetitia: lo que queda después de la tormenta», p. 11.
[ii] Cf. Fernández, Víctor Manuel, ibid., p. 8: «Amoris laetitia da lugar a un nuevo cambio, que no implica una contradicción con la enseñanza anterior, sino una evolución armoniosa y una continuidad creativa».
[iii] Cf. Fernández, Víctor Manuel, Homilía del 5 de marzo de 2023:«Ustedes saben que, durante muchos siglos, la Iglesia fue en otra dirección. Sin darse cuenta, fue desarrollando toda una filosofía y una moral llena de clasificaciones, para clasificar a la gente, para ponerle rótulos. Esto es…, este es así, este es asá; este puede comulgar, este no puede comulgar; a este se lo puede perdonar, a este no. Terrible que nos haya pasado eso en la Iglesia, eh. Gracias a Dios, el Papa Francisco nos ayuda a liberarnos de esos esquemas». «Ne voyez-vous pas, dit-il, que le P. Petau parle de l’ancienne Église; mais cela est maintenant si peu de saison pour user des termes de nos pères, que selon le P. Bauny le contraire est seul» (Pascal, Blaise, Lettres Provinciales, X, 7).
[iv] Cf. Pascal, Blaise, op. cit., X, 2: «…qu’il y a un grand nombre de choses permises qui passaient autrefois pour défendues».
[v] Cf. Fernández, Víctor Manuel, «El capítulo VIII de Amoris laetitia: lo que queda después de la tormenta», p. 10: «En las discusiones en torno a Amoris laetitia algunos sostienen que el Papa pretende otorgar a la conciencia de las personas un poder para crear la verdad y las normas a su antojo. Con esa argumentación, estos opositores a Francisco intentan obligar a los demás a asumir una determinada lógica, dentro de la cual no hay salida. El Evangelio queda así sometido a una especie de matemática teológica y moral. Asumida esa estructura mental, no queda más opción que aceptar toda la lógica y las consecuencias de esa manera de usar la razón. Es una trampa mortal. No es la lógica que propone Francisco para los pastores de este tiempo».
[vi] Cf. Pascal, Blaise, op. cit., X, 7: «O mon père, que ces maximes-là attireront de gens à vos confessionnaux».
[vii] Cf. Fernández, Víctor Manuel, «La dimensión trinitaria de la moral II: profundización del aspecto ético a la luz de “Deus caritas est”», Teología, 89 (2006), p. 150: «Pero también se da el caso de una abstención sexual que contradiga la jerarquía cristiana de valores coronada por la caridad. No podemos cerrar los ojos, por ejemplo, ante la dificultad que se plantea a una mujer cuando percibe que la estabilidad familiar se pone en riesgo por someter al esposo no practicante a períodos de continencia. En ese caso, un rechazo inflexible a cualquier uso de preservativos haría primar el cumplimiento de una norma externa por sobre la obligación grave de cuidar la comunión amorosa y la estabilidad conyugal que exige más directamente la caridad».
[viii] Cf. Fernández, Víctor Manuel, «El capítulo VIII de Amoris laetitia: lo que queda después de la tormenta», p. 3: «La gran resistencia que provoca este tema en algunos grupos indica que esta cuestión, más allá de su importancia en sí misma, rompe una estructura mental rígida, muy concentrada en los temas de la sexualidad, y obliga a ampliar las perspectivas».
[ix] Fernández, Víctor Manuel, ibid., p. 7.
[x] Cf. Obispos de la Región pastoral de Buenos Aires, «Criterios básicos para la aplicación del capítulo VIII de Amoris laetitia», 5: «En otras circunstancias más complejas, y cuando no se pudo obtener una declaración de nulidad, la opción mencionada puede no ser de hecho factible. No obstante, igualmente es posible un camino de discernimiento. Si se llega a reconocer que, en un caso concreto, hay limitaciones que atenúan la responsabilidad y la culpabilidad (cf. Amoris laetitia, nn. 301-302), particularmente cuando una persona considere que caería en una ulterior falta dañando a los hijos de la nueva unión, Amoris laetitia abre la posibilidad del acceso a los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía (cf. notas 336 y 351). Estos a su vez disponen a la persona a seguir madurando y creciendo con la fuerza de la gracia». Estos criterios han sido aprobados por el Santo Padre Francisco, quien dijo al respecto: «El escrito es muy bueno y explicita cabalmente el sentido del capitulo [sic] VIII de Amoris laetitia. No hay otras interpretaciones. Y estoy seguro de que hará mucho bien [sic!]» («Carta del Santo Padre Francisco a los Obispos de la Región pastoral de Buenos Aires en respuesta al documento “Criterios básicos para la aplicación del capítulo VIII de la Amoris laetitia”).
[xi] Fernández, Víctor Manuel, «El capítulo VIII de Amoris laetitia: lo que queda después de la tormenta», p. 6.
[xii] Cf. ibid., p. 5: «Esto se vuelve particularmente complejo, por ejemplo, cuando el hombre no es católico practicante. La mujer no está en condiciones de obligar a vivir en perfecta continencia a alguien que no comparte todas sus convicciones católicas. En ese caso, no es fácil para una mujer honesta y piadosa tomar la decisión de abandonar a ese hombre que ella ama, que la protegió de un esposo violento y que la liberó de caer en la prostitución o en el suicidio».
[xiii] Cf. Amoris laetitia, n. 303: «A partir del reconocimiento del peso de los condicionamientos concretos, podemos agregar que la conciencia de las personas debe ser mejor incorporada en la praxis de la Iglesia en algunas situaciones que no realizan objetivamente nuestra concepción del matrimonio. Ciertamente, que hay que alentar la maduración de una conciencia iluminada, formada y acompañada por el discernimiento responsable y serio del pastor, y proponer una confianza cada vez mayor en la gracia. Pero esa conciencia puede reconocer no sólo que una situación no responde objetivamente a la propuesta general del Evangelio. También puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta seguridad moral que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo. De todos modos, recordemos que este discernimiento es dinámico y debe permanecer siempre abierto a nuevas etapas de crecimiento y a nuevas decisiones que permitan realizar el ideal de manera más plena».
[xiv] Cf. Fernández, Víctor Manuel, «El capítulo VIII de Amoris laetitia: lo que queda después de la tormenta», p. 10: «No es que todo es lo mismo, o que ahora “todo da igual”. La necesidad de evitar que se disimule la seriedad de la situación, explica por qué el Papa marca algunos límites firmes en el discernimiento propuesto. Por ejemplo, excluye el caso de “una nueva unión que viene de un reciente divorcio” o “la situación de alguien que reiteradamente ha fallado a sus compromisos familiares”».
[xv] Cf. Fernández, Víctor Manuel, ibid., p. 12.
[xvi] Cf. Fiducia supplicans, n. 31: «En el horizonte aquí delineado se coloca la posibilidad de bendiciones de parejas en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo, cuya forma no debe encontrar ninguna fijación ritual por parte de las autoridades eclesiásticas, para no producir confusión con la bendición propia del sacramento del matrimonio».
[xvii] Cf. Fernández, Víctor Manuel, «Nota de prensa sobre la recepción de Fiducia supplicans», 5: «Son 10 o 15 segundos. ¿Tiene sentido negar este tipo de bendiciones a esas dos personas que la suplican?».
[xviii] Cf. Amoris laetitia, n. 303: «Es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano».
[xix] Cf. Fernández, Víctor Manuel, «El capítulo VIII de Amoris laetitia: lo que queda después de la tormenta», p. 8.
[xx] Cf. Fernández, Víctor Manuel, Sáname con tu boca. El arte de besar, Lumen, Buenos Aires, 1995.
[xxi] Cf. Fernández, Víctor Manuel, La pasión mística. Espiritualidad y sensualidad, Dabar, México D.F., 1998.
[xxii] Cf. Fernández, Víctor Manuel, «La dimensión trinitaria de la moral II: profundización del aspecto ético a la luz de “Deus caritas est”», Teología, 89 (2006), pp. 150-156: «[…] punto más elemental y nuclear de un planteo moral […] la posibilidad de que, en un caso concreto, un discernimiento de las exigencias morales pueda implicar con respecto a un mismo hecho externo dos actitudes opuestas entre sí, siendo las dos moralmente buenas y respondiendo las dos a las exigencias de la naturaleza […] esta posibilidad de contrariar alguna exigencia moral sin ofender por ello a Dios […] aunque esto se oponga materialmente a algo justo […] aunque quiera algo en contra de la justicia, se conforma a la voluntad divina […] aunque contradiga alguna exigencia particular de ese querer, siempre que en general esté buscando responder a la voluntad divina […] Por eso puede suceder que, cuando parece que estamos contrariando el querer de Dios expresado en algún precepto o formulación, lo que sucede en realidad es que no sabemos de qué modo concreto interactúan las distintas exigencias morales. […] una sola de las formulaciones de la ley natural no es más que una expresión pobre y limitada de una exigencia de la naturaleza, y esta expresión particular en palabras siempre aísla al principio moral de su contexto humano, del cual surge, lo aísla de la totalidad de la naturaleza humana en la cual esa exigencia se sitúa en relación y en armonía con muchas otras exigencias. Por eso en cada acción es necesario aplicar, más que una formulación parcial, el conjunto de la ley divina (natural y evangélica). Pero el expresar en palabras una de las exigencias de la naturaleza humana será siempre pobre, imperfecto, impreciso, porque esa expresión en palabras quita de su contexto rico y complejo una exigencia que en la realidad es más completa y menos parcial de lo que alcanzan a decir esas palabras. […] En los aparentes conflictos de deberes se discierne otorgando prioridad a las personas. Así podemos decir, por ejemplo, que ocultar una información para evitar una masacre no es mentir, porque aunque contradiga una formulación de la ley natural (“no mentir”) no contradice la ley natural en sí misma, que en ese caso concreto exige preservar la vida de las personas de un agresor injusto. De otro modo, se estaría subordinando la vida de las personas humanas –que son fin último de la acción moral y de la “inclinación autotrascendente hacia el otro– a la obediencia servil ante una expresión siempre imperfecta de la ley natural […] La vida se simplifica, y la moral –sin perder su exigencia– se libera de esa característica de yugo pesado y legalista que suele tener para los cristianos. La propuesta moral cristiana no puede consistir en plantear la excelencia como si sólo se realizara en el cumplimiento minucioso de una suma de múltiples exigencias externas de las virtudes morales, todas absolutamente ineludibles, cargando sobre los fieles una cruz permanente. Por encima de eso, se trata ante todo de la realización del dinamismo del amor fraterno».
[xxiii] Decía, en cambio, un auténtico y gran tomista, el P. Garrigou-Lagrange, O.P.: «Nous ne pensons pas que les écrivains dont nous venons de parler abandonnent la doctrine de S. Thomas; ils n’y ont jamais adhéré ne l’ayant jamais bien comprise. C’est douloureux et inquiétant» («La nouvelle théologie où va-t-elle?», Angelicum, 23 (3/4) (1946), p. 142).
[xxiv] Cf. Pascal, Blaise, op. cit., VII, 9.
[xxv] Cf. ibid., IV, 3 y 5.
[xxvi] Agustín de Hipona, santo, Contra epistulam Parmeniani libri tres, III, 4, 24.
62 comentarios
Humildemente, me parece que tiene cierto "eco cavernícola"...
O tempora! Que Dios nos ayude.
Cordial saludo.
In Domino.
Yo soy muy hombre.
Por eso la Virgne les dirigió duras palabras en La Salette y en Garabandal, palabras de las Escrituras contra los lobos con piel de cordero
Mas por desgracia, como toda moneda, la del laxismo se llama rigorismo. En no pocos sacerdotes confesar pecado carnal lleva severas penitencias, hablamos fundamentalmente de curas racializados africanos y de Sudamérica. Pongamos por ejemplo el uso del cilicio, una herramienta del medievo, pero no extraña en entornos eclesiásticos rigoristas del tercer mundo. El confesionario como un potro de tortura, advierte el Papa.
Entre laxismo y rigorismo, desde luego que es mejor el rigorismo, al menos hay penitencias. Porque o volvemos a las penitencias para los pecadores como las que imponía el santo cura de Ars según la gravedad del pecado o el pueblo abandonará más si cabe los confesionarios. Para palabras bonitas ya están los psicólogos.
Cómo será la situación actual, que esta frase también podría decirla alguien que escuchara lo que la Iglesia ha enseñado siempre.
Leyendo lo que se dice sobre eso de conservar la caridad mientras se contradice materialmente una norma moral, me pregunto cómo haría Tucho para demostrar que sea malo matar en nombre de Dios, el proselitismo, la contaminación, etc.
Cosas veredes Sancho, que no crederes.
"Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven... El Señor me dijo: "...tu irás dónde Yo te envíe y dirás todo lo que Yo te ordene...Yo te establezco en este día sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y derribar, para perder y demoler, para edificar y plantar.....no puedo callarme! Porque oigo el sonido de la trompeta, el clamor del combate! (cita Jeremías 1,4-10; 4, 18-19; Mensaje PM 58, 22-12-1983, de la Virgen en San Nicolás).
"Basta que seas fuerte y valiente, para obrar en todo según la Ley que te dió Moisés, mi servidor. No te apartes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, y así tendrás éxito en todas tus empresas...porque el Señor, tu Dios, estará contigo dónde quiera que vayas" (Josué 1, 5-9; Mensaje 24, 17-1-84, S. Nicolás).
El Discurso de María nos oprime con su peso.
Ella nos alienta: "Ánimo, Zorobabel! -oraculo del Señor- ....Ánimo todo el pueblo del país -oraculo del Señor. Manos a la obra! Porque Yo estoy con ustedes -oraculo del Señor de los ejércitos" (Ageo2 2, 4 y 9; PM 3, 16-11-83 de la Virgen en San Nicolás).
"Nada os debe preocupar; todo está en mis manos" (PM 17, 27-11-1983).
Nada, eso. Lo demás es una tragicómica pesadilla que no desentona con lo que estamos soportando.
Saludo cordial y Dios te bendiga en abundancia, Bruno.
"Brillante"
Yo aún diría más: demoledor.
Porque va mostrando que aplicar cada una de las ideas de Mons. Fernández (y, aparentemente, del Papa) lleva inevitablemente a la destrucción completa de la moral, los sacramentos y la fe católica.
Lo que me resulta más hilarante de todos estos despropósitos son los intentos reiterados de ¨ne quid nimis¨y pecado ¨moderado¨. 15 segundos, no aceptar una relación cuando el divorcio es muy reciente, ¨no es cualquier cosa, ¨hay límites¨, ¨si la lleva al suicidio y la prostitución¨etc. Me recuerda reiteradamente al tipo que. en el prostíbulo se dedicaba a reponer el cartelito de prohibido escupir que los clientes arrancaban. Son eunucos mentales, mediocres genitalizados, místicos de las basuras.
El artículo, magnífico y trágico a la vez.
Cuando comencé a leer me dije que en esta nueva Iglesia los únicos actos intrínsecamente malos que quedan son la pena de muerte, la rigidez doctrinal, las ofensas a la pachamama dañando el medioambiente, y las criticas al Papa y al Vaticano II. Al continuar la lectura vi confirmada en parte esta especulación. Y me parece que el Papa pronto nombrará una comisión para estudiar la maldad intrínseca de celebrar o participar en la misa antigua, por estar intrínsecamente asociada a la rigidez doctrinal y a las criticas al Papa y al Vaticano II, dos pecados que claman al cielo con másbfue4z que la sangre de Abel.
Muy agudas las ironias tomadas de Pascal, especialmente la de que con esa nueva ancha doctrina se llenarán los confesionarios... en realidad saben bien que se vaciarán, y es lo que quieren, porque aunque todavia no lo admiten, el confesionario les da urticaria, preferirian cambiarlo por un consultario de psicoanalisis con un confortable sofá.
Por cierto, las citas de Pascal daran pie a los trolls de siempre para acusar al autor de haber dejado patente su tufillo de rigorismo jansenista.
Leyendo este diálogo, y haciendo conciencia de lo real que es, me siento instado a pedir misericordia a Dios por nosotros, por el mundo, que se está quedando sin pastores, y ya está lleno de lobos.
"Lo que me resulta más hilarante de todos estos despropósitos son los intentos reiterados de ¨ne quid nimis¨y pecado ¨moderado¨. 15 segundos, no aceptar una relación cuando el divorcio es muy reciente, ¨no es cualquier cosa, ¨hay límites¨, ¨si la lleva al suicidio y la prostitución¨etc."
Y es más hilariante aún cuando escuchamos al Papa y a su prefecto criticar a los hipócritas de la casuística.
He regresado a casa con la impresión de abandonar a Cristo en aquella iglesia helada, así que he vuelto para estar con Él un rato más y hacer un Acto de Reparación.
Por la tarde haré los Ejercicios Espirituales Ignacianos ON LINE.
Ni esta paupérrima Adoración, hecha de prisa y corriendo como para cumplir no más, ni la confesión estilo Tucho tienen nada que ver con los Ejercicios Espirituales ni con la Adoración al Santísimo.
¿Nos quieren volver locos?
Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo y te pido perdón por los que no creen, ni adoran, ni esperan, ni te aman.
Este señor ¿es jesuita?
Ahora yo pregunto: ¿podemos rechazar aquella frase del Catecismo que decía que la responsabilidad moral queda atenuada o casi anulada cuando los hábitos contraídos son demasiado fuertes?
"Para emitir un juicio justo acerca de la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores psíquicos o sociales que pueden atenuar o tal vez reducir al mínimo la culpabilidad moral".
(Catecismo 2352, hablando de ciertas faltas contra la castidad, que se realizan en soledad).
Todo es corroer y morder ,Bruno
Escriba alguna poesía y relájese.
No nos quitarán la Fe, pero la afición, nos la tienen muy castigada.
Dios te bendiga.
Hay que distinguir confesión con propósito de enmienda de reconciliación que es por medio de la absolución.
Canon 960 La confesión individual e íntegra y la absolución constituyen el único modo ordinario con el que un fiel consciente de que está en pecado grave se reconcilia con Dios y con la Iglesia.
A su vez 959 En el sacramento de la penitencia, los fieles que confiesan sus pecados a un ministro legítimo, arrepentidos de ellos y con propósito de enmienda, obtienen de Dios el perdón de los pecados cometidos después del bautismo, mediante la absolución dada por el mismo ministro, y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que hirieron al pecar.
Recuerdo que cuando era joven había confesores que usaban los Mandamientos para confesar, claro era más que difícil pasar del primero...ahora ese Mandamiento "escucha Israel" del que depende todo lo demás ha sido apartado por lo cual los demás sin Dios mediante son totalmente opinables.
Consultado Monseñor Casalotodo recuerda con una sonrisa una pregunta que le hicieron a un anciano sacerdote sobre qué opinaba de los curas que se casen, vencido contestó "y si se quieren...."
"El hecho es que creo que la enseñanza moral que quiere transmitir el autor ... consciente, de que en ocasiones (no se si muchas o pocas), sacerdotes que debía ser buenos pastores, se hayan servido de la confesión para deformar o al menos desorientar... al acabar de leerlo me haya quedado con una desazón interior"
Quizá no se entiende bien la idea. No se trata de hablar de posibles abusos, que siempre ha habido, ni de gastar bromas y mucho menos sobre el sacramento de la confesión.
La idea es mostrar literalmente cómo es una confesión según los principios defendidos oficialmente por el Cardenal Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (y también en Amoris Laetitia, Fiducia supplicans, etc.). En ese sentido, es bueno que al leerlo se haya quedado usted con una desazón interior, porque no es para menos: cuando se describen fielmente las consecuencias de lo que se está enseñando en la Iglesia al más alto nivel, parece una burla, pero porque en sí eso que se está enseñando es algo absurdo y contrario a la doctrina, no porque el autor lo haya deformado como una chanza. Es la pura realidad. Por eso se han incluido las notas, para mostrar, con toda seriedad, que exactamente eso es lo que propone todo un Prefecto encargado de defender la fe y la moral de la Iglesia. Es algo gravísimo.
Por otro lado, nada hay de malo en que, al leerlo, uno se ría de las tonterías surrealistas que se derivan de lo que propone el Prefecto. A fin de cuentas, todo lo que no es de Dios es ridículo, porque el demonio es el mono de imitación de Dios: copia las cosas de Dios pero las deforma y destruye.
Es que no se ha ridiculizado en ningún momento la confesión y es ilegítimo acusar a nadie de eso. No se le ha puesto ninguna nariz de payaso metafórica a la confesión. Se ha realizado una reductio ad absurdum, algo que ha sido utlizado en la Iglesia desde hace mil años como un método de argumentación lógico válido y razonable. Es decir, se ha mostrado de forma gráfica cómo sería una confesión siguiendo las pautas morales que se nos dan ahora, contra todo lo enseñado por la Iglesia a lo largo de su historia. Si a usted el resultado le resulta desagradable, entonces pida explicaciones a quien enseña esas cosas, no a los que señalan el absurdo al que llevan necesariamente.
Me temo que su objeción, racionalmente, no tiene peso. Otra cosa es que a usted no le guste el artículo. En sus gustos, lógicamente, nadie puede meterse, pero precisamente por eso tampoco tienen interés para los demás.
En cualquier caso, me parece que lo que está completamente fuera de lugar es que venga usted a acusarnos a los demás de falta de "finura de alma".
En arrobo ciego así paso el día
La pontifical voz es siempre pía
Y la poesía es arte romana
¿Quién afrenta? El que de confianza
Suplicante carece, la alegría
Del amor adolece, indietrista
Triste al santo de Lerins atraganta
Así es que callar yo no puedo, antes
Una bendición de artificios visto
Aún fuera que lo diga el aquinate
Que aún pareciéndome jansenismo
Lo que en todo a ello es muy distante
Hace tiempo que todo da lo mismo
Si empiezas a hacer preguntas de ¿por qué esto es así y no de otro modo? acabarás como el Tucho Fernández.
Tomas buenos y rectos conceptos como el discernimiento, que aparece en los Ejercicios Espirituales, y lo aplicas a aquello que, por esencia, no se puede discernir y acabas en esta ridícula confesión, o como quiera llamarse, que es inútil en sí misma porque la confesión requiere una seguridad total de lo que es pecado y lo que no lo es, ya que en un confesonario no se "filosofa". En caso de duda se puede consultar, pero nada más.
"– ¿Se aman, hija? Eso es lo importante, lo único importante". Pues no, no es lo más importante porque el concepto de amor en la actualidad es algo que tiene los días contados y se rechaza por imposible todo amor exigente, lo mismo que los Mandamientos. El amor exigente: el que lleva a una novicia a los votos perpetuos, a una novia a cumplir su promesa de matrimonio para siempre, al que se comprometa sine die, etc...fue prohibido por P.E. Calles en nombre de la libertad, lo dice claramente. Todo el que no cambia de opinión es indietrista y es justo y necesario que las personas, abrazadas a la libertad, entiendan el amor como algo cambiante durante toda su vida.
La Madre Teresa de Calcuta y su persistencia en ser monja hasta la muerte o mi propia madre y su empecinamiento en ser esposa para toda la vida no son buenos ejemplos. El amor hay que repartirlo por porciones: ahora amo a Gervasio, luego a Juan, después a Fernando y, cuanto a más ame, mejor.
No es del amor de lo que se habla aquí, se habla de la libertad del individuo para cambiar de opinión cuando le plazca, y de que el indetrista es molesto, no porque no ame, sino porque no cambia sus amores y su presencia no es querida aunque luego, en una de las muchas contradicciones no contradictorias conque nos obsequian, se permitan hacer elogios de la familia, institución que exige compromisos de largo alcance o es imposible en la práctica.
Mi instinto me dice que no le conteste, porque sus comentarios exhiben media docena de las características típicas del troll (absoluto desinterés por el tema tratado, dedicación interminable a cuestiones de procedimiento, centrarlo todo en su persona, pedir perdón cuando se le corrige e inmediatamente volver a hacer lo mismo, aparente preocupación por el bien del blog, opiniones puramente subjetivas pero sin argumentos, decir que se va y no irse nunca, deformar todo lo que se le dice, etc.).
Pero como puede ser una impresión errónea después de solo tres comentarios, le explicaré que nadie le ha dicho que sus opiniones no le interesen a nadie. Lo que le he dicho, porque es una verdad evidente, es que sus gustos (y, añado ahora, sus opiniones no argumentadas) no le interesan a nadie. Las meras opiniones y los gustos son intransferibles y no aportan nada a una discusión. Los argumentos son racionales y permiten debatir y aprender.
Si se limita a escribir que, en un post, "los argumentos no me parecen equilibrados", eso no sirve de nada a nadie, más que quizá a usted para desahogarse. Si explica por qué no le parecen equilibrados y lo hace con argumentos, entonces puede estar equivocado o en lo correcto, pero contribuye a la discusión.
Si dice que en este portal falta "finura de alma", eso no es más que un insulto y, de nuevo, no aporta nada a ninguna cuestión. Es como si yo dijera que en sus comentarios no hay hombría. Eso sería un insulto, no un argumento.
Dice usted que "como hagan muchos comentarios como el último suyo, este medio lo van a acabar leyendo cuatro gatos".
Hasta donde puedo ver, eso es erróneo, porque lo que más les gusta a los lectores es la leña. Y de hecho son los mismos lectores los que piden a menudo que se borre a los trolls, a los pesados y a los que centran todo en sí mismos. En cualquier caso, incluso aunque fuera cierto que borrando los comentarios inadecuados íbamos a tener menos lectores, eso sería irrelevante o más bien algo positivo, porque lo que interesa no es tener más lectores indiscriminadamente, sino tener buenos lectores, que entienden lo que leen, que si comentan lo hacen aportando algo a la conversación y que hacen del blog un lugar interesante y agradable.
Dice usted que "a veces, sus entradas son un poco largas de más". Es un buen ejemplo de lo que decíamos, porque en lo que dice acierta, pero, como no da ningún argumento, para los demás solo es una opinión subjetiva y, por lo tanto, irrelevante. Si hubiera dicho que los posts son demasiado largos porque todo indica que, en una pantalla, es más difícil leer textos prolongados que en el papel, eso sería un argumento. O si hubiera dicho que la gente actualmente tiene mucha menos capacidad de concentración y, por lo tanto, conviene que los textos de difusión sean breves. O si hubiera dicho que el formato blog se presta a la concisión. O algo similar, entonces su aportación se habría convertido en argumentación y aportaría algo. No sobre el tema tratado en el artículo, es verdad, pero al menos sería una argumentación.
Puede ver, por lo tanto, que el problema no es, como indicaba pasivo-agresivamente, que cuando usted discrepa o matiza le convirtamos en nuestro enemigo porque estamos polarizados y crispados. El problema era que sus comentarios eran meramente subjetivos o insultos y, por lo tanto, no aportaban nada.
Ya sé que este tipo de críticas son difíciles de aceptar, pero es bueno recordar estas cosas de vez en cuando para que los comentaristas (no solo usted) recuerden cómo conviene comentar.
"[...]
Los begardos que se encaminaban ó habían llegado á la impecabilidad, formaban una sociedad de individuos que se amaban con más ternura que los demas. Advirtieron que estaban unidos todavía a un cuerpo que no se hallaba libre de la tiranía de las pasiones. Estas eran vivisimas , y cedieron á su impetuoso torrente los begardos; más discurrieron un medio para disculpar su vencimiento. Distinguieron en el amor la sensualidad ó el deleite y la necesidad. Esta segun ellos era una orden de la naturaleza que se podia obedecer inocentemente; pero mas allá de esta necesidad todo deleite en el amor era culpable. Asi la fornicación era un acto loable ó á lo menos inocente , sobre todo cuando uno era tentado; pero un beso era un pecado enorme.
Su doctrina se redujo á ocho artículos que se derivan todos de este su principio fundamental: que el hombre en esta vida puede llegar al último grado de perfeccion posible á la humanidad.
1.° El hombre puede adquirir en esta vida tal grado de perfeccion , que se haga impecable é incapaz de crecer en gracia.
2.° Los que han llegado á esta perfeccion , no deben ya ayunar ni orar, porque en ese estado se hallan los sentidos tan sujetos al espíritu y á la razon , que el hombre puede dar libremente á su cuerpo todo lo que quiere.
3.° Los que han llegado á este estado de libertad , no estan ya sujetos á obedecer, ni estan obligados á practicar los preceptos de la iglesia.
[...]"
"'– Padre, usted me dice cosas que nunca antes había escuchado. ¡Estoy admirada!' Cómo será la situación actual, que esta frase también podría decirla alguien que escuchara lo que la Iglesia ha enseñado siempre"
Muy agudo. Como he señado alguna vez ya, lo más triste de la situación actual es que muchos de los obispos alemanes, curas progres y obispos blanditos e indiferentes a la fe de todo el mundo no hace más que poner en práctica la tradición "católica" que han recibido. No son conscientes de estar traicionando la fe y a la Iglesia, porque lo que defienden es lo que ha ellos les enseñaron. Su tradición no coincide con la Tradición católica. Son como protestantes, pero que están en la Iglesia, lo que hace mucho más difícil que entiendan dónde está el problema y se conviertan.
"cito a Migne"
Muy bueno. Ya desde el principio de la Iglesia, los herejes (sobre todo los de tipo gnóstico) han oscilado entre dos extremos: el rigorismo exacerbado y el libertinaje, que son dos caras de la misma moneda.
La ciencia, ni la técnica, ni hombre alguno, pueden mejorar la situación de extrema deriva hacia su autodestruccion.
Se plantean problemas, pero no soluciones.
Ni siquiera se enuncian las cuestiones gruesas que exceden nuestras posibilidades, pero que ayudan a hallar un camino posible.
Se ha seguido el camino del derroche y bienestar, de los prodigios y del asesinato, suicidio, sustitución poblacional, confusión, todo bajo la garantía del poder y amenaza nuclear.
El mundo vive la paz a mansalva, aliada escandalosamente a un sistema de guerra. Si este se derrumba, sobreviene un estado crítico., siempre menos tremendo que una guerra nuclear.
El mundo ha perdido la capacidad de conducción de su destino.
Debemos hacernos cargo de la extrema gravedad de la situación del mundo moderno, y advertirle la necesidad de apelar a la ayuda del Cielo, única opción.
En primer lugar desactivar los arsenales nucleares y las usinas nucleares con sus deshechos.
Segundo, desactivar los instrumentos belicos mecánicos, electrónicos y demás.
Tercero, prever las consecuencias catastróficas que comportarian tales hechos, para un mundo regido desde hace ochenta años por el "equilibrio" nuclear expuesto a ser roto de modo imprevisto.
Cuarto. Ordenar de modo sustancial el clima del planeta, volviendo habitables todas las regiones, polos y desiertos incluidos.
Quinto. Prever la elevación de nuevos continentes e islas desde los fondos oceanicos, necesarios para la expansión de la humanidad.
Es evidente que tales soluciones exceden las posibilidades humanas actuales. Es posible que "sea restablecida la armonía primitiva" (Pio XII), después de "Cruzar el umbral de la Esperanza" (S.J.P.II), y entonces, "el hombre nuevo" nacido en Cristo por el Bautismo, sea capacitado de ejercer el señorío que Cristo le participa.
1. He tenido que buscar en google lo que es un troll... nunca te acostarás sin saber una cosa mas.
2. Me echa un rollete a dos comentarios míos que sólo pretendían ser una broma sin más, (que se ve no la has considerado apropiadas), y no elaborar una tesis; parece que cualquier cristiano, ha de entender el tono de broma o ironia en un entorno del sacramento de la confesión, como hace este artículo, y que a mi por eso no me ha gustado, pero que otras bromas no son admisibles, en fin.
3. Lo unico que he mantenido y mantengo, es que forrmalmente el articulo banaliza la confesión, opinion subjetiva, usted opina que no, opinión subjetiva y la unica razón que me da es la reducción al absurdo que ha utilizado la Iglesia desde hace mil años. Con franqueza no he leido jamás en ningun maestro de la espiritualidad catolica, Ligorio, S.Franscisco de Sales. Santa Teresa de Jesús,etc etc. que para expresar una idea tengan que acudir a una "representación" de la confesión.
Hasta siempre.
Veo que confirma que es un troll. Dios le bendiga sobreabundantemente.
Pienso que la respuesta nace espontáneamente de la lectura de las Provinciales referidas en el texto. No se trata, en manera alguna, de aprobar, mucho menos de asumir, lo que de erróneo y jansenista se encuentra en Pascal (escuche, Farías, si bien ya Feri [muchas gracias] salió anticipadamente al paso de su proceder tan carente de fundamento), sino tan sólo lo que de verdadero hay en él. Como reza la frase del Ambrosiaster que santo Tomás cita más de una vez: «Omne verum, a quocumque dicatur, a Spiritu Sancto est». Así, por ejemplo, san Agustín no tuvo problema alguno en asumir, en su «De doctrina christiana», cuanto de verdadero había en el donatista Ticonio. Y santo Tomás mismo es un claro y gran ejemplo en este arte de saber separar y asimilar lo que de «comestible hay en las nueces» (para emplear la imagen de Clemente de Alejandría). Por lo demás, en Amoris laetitia parece estar dando vueltas, como ya lo denunció el P. F. Delgado, el trasnochado probabilismo moral. Y entonces se hacen actuales algunas de las críticas de Pascal al mismo.
¿Puede decir de cuál o de cuáles proposiciones jansenistas condenadas por el magisterio de la Iglesia se deriva algo de lo que ha escrito Federico Ma en esta entrada del blog de Bruno? ¿El jansenismo es lo que se condenó o hay un "espíritu del jansenismo" cuyo arcano posee usted? Si se deriva de alguna de esas proposiciones ¿por qué no la cita? Y si no sabe teología, que parece lo más probable ¿por qué se mete a criticar?
El misterio de lo supra-racional requiere una luz que libre a la inteligencia de la ceguera impuesta por el pensamiento moderno.
La Aurora de Maria irradia esa Luz de sabiduría que restituye a la inteligencia la comprensión de lo que el mundo del irracionalismo-agnostico- ateo-nihilista no vislumbra.
"Va a cambiar tu pueblo".
Leed Isaías 29, 14; "Por esto, Yo seguiré haciendo prodigios, prodigios estupendos, en medio de este pueblo" (Mensaje de la Virgen en San Nicolás, 68, 1-3-84).
"Las promesas del Señor están esperando para ser cumplidas, cumplid vosotros Su petición"
Leed Amos, Último Capitulo, v. 9 y 13-15: "Yo cambiaré la suerte de mi pueblo Israel; ellos reconstruirán las ciudades devastadas y las habitarán, plantarán viñedos y beberán su vino, cultivaran huertas y comerán sus frutos" (Mensaje id. 25, 18-1-84).
El mundo del "progreso" y prodigios no sabe salir del marasmo, sus recursos son nimios frente a su destino.
Los cristianos somos llamados por la Virgen a trabajar en Su causa. Respondamos, y cambiaremos la suerte de la humanidad amenazada.
Por mi parte, oro con fe. por la desactivación de los arsenales nucleares y de todo instrumento bélico. Sea por voluntad y talento de los hombres, sea por la Misericordia de Cristo, sea por la oración de los cristianos bajo la Conducción de nuestra Madre.
Este poder mundial está en estado latente de contención ante las fuerzas interiores que se oponen entre sí.
Hasta ahora, se ha acogido al equilibrio del poder nuclear, porque poco decide la superioridad de una u otra de las potencias nucleares, puesto que bastan algunas bombas para aniquilar al adversario, por grande que sea.9
Por esto es prioritario orar por la desactivación de los arsenales nucleares, de las usinas nucleares y de sus deshechos radioactivos.
Además se debe de orar por la inutilizacion de todo instrumento bélico, mecánico, electrónico, biológico, o de otra naturaleza.
Una oscilación de los campos gravitatorios, o una variación en los campos inerciales, debidamente orientadas, impediría el funcionamiento de motores de todo vehiculo bélico, así como la trayectoria balística de armas convencionales.
La Virgen nos pide fortaleza y esperanza, no la defraudemos.
Como decía San Pablo, de esas cosas "ni se hable entre vosotros, como corresponde a los santos".
Deje de insultar.
En cuanto a fomentar el amor a los pastores, ¿de verdad no recuerda el capítulo 34 de Ezequiel? ¿Va a reprochar al mismo Dios que no fomenta el amor a los pastores porque habla de los malos pastores con un lenguaje durísimo? Por favor, déjese de niñerías. Los malos pastores son malos pastores y la culpa les corresponde a ellos, no a quienes lo señalan. Acusar a las víctimas, que son los fieles escandalizados, en vez de a los culpables, que son los malos pastores, es una canallada.
Entonces, respondamos: "Habla, Señor, que tu siervo escucha" (I Samuel, 3, 9-10).
Ella sabe que es así:"Tu pueblo responde a mi llamado de oración, se vuelca a la Iglesia. El Señor os reconocera la respuesta" (97, 27-3 -84).
"En todos los lugares del mundo, dónde han sido dados mis Mensajes, parecería que se predicó en cementerios...Por eso tu pueblo fue elegido". Leed Ps 107, 35 hasta terminar: "Convirtió el desierto en un lago, y la tierra reseca en un oasis" (55, 18-2-84).
"No teman!" Que sus manos se fortalezcan!" (Zacarías 8, 11-12; Mens. 58,
Hoy Jesús me dice: "Tengan atentos oídos, oigan lo que les digo: Les he dado el campo, les he dado las semillas, de aquí en adelante será tiempo de cosecha. No la descuiden porque Yo la veré y ustedes la verán" (161, 3-6-84).
260 pesqueros chinos acaban de abandonar el Mar Argentino, Golfo Nuevo, dónde permanecíeron refugiados por unos dias, de una tempestad muy fuerte.
Cabe esperar que la Virgen sembró en ello sus semillas, al igual que en tantos que van y vienen desde el exterior. Ésta es su tierra, y Ella lleva adelante de Misión.
""La tierra toda corre peligro en manos de los hombres"(244, 13-8-84).
"Si vosotros pensáis... que hay urgencia, es verdad, hay urgencia" (331, 17-10-84).
"Pedro" es uno de los trolls multinombres que siempre están al acecho. No hay que tomar en serio lo que dice.
No sé qué quiere decir. Había un comentario de un tal "Pedro", que he borrado porque es un troll que va cambiando de nombre constantemente desde hace años para intentar colar comentarios en el blog. No sé qué tiene que ver eso con usted.
En fin, veo que sus comentarios, una vez más, siguen girando y girando en torno a usted.
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