Estamos en la última trinchera
Cada vez que uso un símil bélico para hablar de cuestiones de fe, hay algún lector que me lo reprocha, alegando que es un lenguaje poco pacífico y cristiano. No obstante, como no pretendo ser mejor que nuestro Señor, San Pablo y los santos, que también usaron esas comparaciones, me voy a permitir decirlo: la Iglesia está en la última trinchera.
Durante los últimos meses, el terrible conflicto entre rusos y ucranianos nos ha recordado a todos algo que habíamos olvidado desde la Primera Guerra Mundial: las tácticas de la guerra de trincheras. Cuando dos ejércitos se atrincheran frente a frente, no tienen cada uno una sola trinchera. Si así fuera, en cuanto uno de ellos consiguiera traspasar la trinchera del otro, la guerra estaría perdida para este último. La realidad es que los ejércitos construyen multitud de trincheras, con distintas formas, defensas y posiciones, de modo que unas defiendan a otras, las cubran con su fuego y, en caso de que las primeras hayan sido tomadas por el enemigo, las segundas puedan servir de base para recuperarlas. Es lo que se llama defensa en profundidad.
¿Por qué explico esto? Porque es lo que la Iglesia ha hecho durante siglos, pero parece haber olvidado en las últimas décadas. El núcleo de la fe, lo irrenunciable del catolicismo, no es algo aislado, sino que ha estado siempre rodeado, sostenido, defendido y manifestado por una serie de tradiciones, signos, costumbres, presupuestos, expresiones artísticas, argumentos racionales, posturas filosóficas, ritos, canciones, formas de hablar y otras muchas tradiciones que daban forma concreta a la cosmovisión católica del mundo y de la vida. Esto se plasmó visible e instucionalmente en aquella época gloriosa que fue la cristiandad, pero la Iglesia, de alguna forma, lo llevaba siempre consigo, también a los lugares y las épocas que no eran mayoritariamente católicos.
Todas estas tradiciones eran, de algún modo, las trincheras en la lucha contra el mundo, el demonio y la carne, que se protegían y cubrían mutuamente. La Iglesia no solo defendía, por ejemplo, el dogma de la Encarnación, sino que lo sustentaba con explicaciones filosóficas, lo manifestaba visible y orgullosamente en el arte cristiano, lo celebraba con innumerables fiestas y tradiciones populares, lo remachaba con jaculatorias y oraciones como el ángelus, lo meditaba en el rosario, lo plasmaba en la liturgia y condenaba expresamente los errores y herejías contrarios con los más duros términos. Al defender su fe, los fieles no se sentían solos, sino que contaban con ese entramado de trincheras entrelazadas en los campos filosófico, artístico, cultural, histórico, disciplinar, lingüístico, festivo y de costumbres, que ayudaban inmensamente en ese empeño.
Dicho de forma escolástica, los accidentes revelan y modifican la sustancia. Aunque hay partes del catolicismo que son sustanciales y otras que son accidentales, las segundas no son un lujo del que se puede prescindir sin más, porque manifiestan y protegen ese núcleo de la fe al que nunca se puede renunciar. En su mayor parte, cada una de esas tradiciones o trincheras es mutable y accidental, pero en conjunto y en la práctica resultan necesarias para que la vida católica no se diluya en la incredulidad del mundo y la Iglesia siempre fue consciente de ello.
En la época del Concilio Vaticano II, sin embargo, se produjo un cambio de mentalidad a este respecto. La Iglesia, fatigada de la lucha incesante de casi dos milenios, se preguntó: ¿y si lo que hace que el mundo nos odie son precisamente esas tradiciones, esas trincheras, que, a fin de cuentas, son prescindibles? ¿Y si el problema está en que luchamos contra el mundo en vez de llevarnos bien con él?¿Y si hubiera una guerra y nadie se presentara a combatir?¿Y si así se acabaran las divisiones con los “hermanos separados”?¿Y si esa fuera la forma de que todo el mundo acepte el cristianismo? Imagine, it’s easy if you try. Estas preguntas forman el núcleo de lo que se ha llamado “espíritu del Concilio”, que es el espíritu del progresismo triunfante, y fascinaron por completo a obispos, sacerdotes, religiosos y, en menor medida, a los fieles.
Sería muy largo explicar cómo pudo olvidarse en aquel momento que el mismo Jesucristo nos había explicado que siempre seríamos odiados por su causa, hiciéramos lo que hiciéramos. El caso es que las advertencias del Señor cayeron en el olvido y se produjo un estallido del optimismo más ingenuo y contagioso que se pueda imaginar: llegaba la primavera, un nuevo pentecostés, y todo iba a cambiar por fin. Este espíritu de optimismo fue, a mi juicio, mucho más importante en la práctica que el Concilio en sí, cuyos textos son bastante moderados, se mantuvieron en la ortodoxia y, en realidad, fueron olvidados enseguida y casi por completo. El espíritu conciliar, en cambio, transformó toda la historia posterior de la Iglesia. Entre otras cosas, volviendo al tema que nos ocupa, ese optimismo suscitó una urgencia insaciable por desmantelar todas las trincheras que nos habían legado veinte siglos de cristianismo.
Innumerables eclesiásticos se dedicaron con entusiasmo, y con gran éxito, a esa tarea. Quisieran o no quisieran los fieles (y a menudo no querían) fueron desmantelándose en todos los ámbitos las tradiciones que hasta entonces la Iglesia había considerado valiosas, aunque no fueran esenciales. Los resultados están a la vista de todos: las prácticas y expresiones visibles propiamente católicas han ido menguando hasta casi desaparecer. El arte cristiano se ha ido abandonando a marchas forzadas, hasta convertirse en algo irreconocible y, a menudo, incomprensible y feo. Ya no se conserva en la práctica una filosofía cristiana y la mayoría de los sacerdotes apenas conocen de oídas a Santo Tomás, San Agustín, Escoto o los demás grandes pensadores católicos. Los sacerdotes y religiosos se apresuraron a quitarse los hábitos, para “ser como los demás”. Los ayunos, abstinencias y sacrificios molestaban y se han reducido al mínimo o incluso se ha negado su utilidad. La necesidad de la confesión es cosa del pasado y mil veces más personas comulgan que se confiesan. La lista sería interminable, pero basta señalar que los católicos, en casi todo el mundo, son indistinguibles de los paganos: piensan igual, creen lo mismo, tienen la misma moral y votan igual que los que no creen.
El desmantelamiento, por supuesto, no fue uniforme ni ocurrió a la misma velocidad en todas partes. De hecho, aunque los clérigos en general lo fomentaron o al menos lo toleraron, diversas autoridades lo frenaron cuando consideraban que estaba en riesgo algún elemento esencial e irrenunciable. De todos es conocido que Pablo VI se enfrentó a la opinión generalizada entre el clero y en la sociedad y recordó solemnemente la inmoralidad de las prácticas anticonceptivas en la Humanae Vitae o la existencia del demonio y otras doctrinas de fe en el Credo del pueblo de Dios. Juan Pablo II hizo un esfuerzo titánico por mantener los principios de la moral católica (por ejemplo, con Veritatis Splendor), por proclamar que solo en Cristo hay salvación (Dominus Iesus), por defender la impopular verdad de que el sacerdocio está reservado a los varones y por impulsar la evangelización de todos los hombres. Benedicto XVI intentó recuperar lo que se había perdido en la liturgia mediante la convivencia y el enriquecimiento mutuo de la liturgia antigua y la nueva, a la vez que hablaba sin cesar contra el relativismo ambiente. Fueron intentos nobles, aunque algo desesperados, de dar marcha atrás en el camino. Dios les premie por ello.
Esas mismas autoridades, sin embargo, continuaban alimentando a la bestia progresista, creyendo ingenuamente que así, en algún momento, quedaría satisfecha y la Iglesia podría vivir en paz. Pablo VI permitió que conferencias episcopales enteras rechazaran la Humanae Vitae e incluso desautorizó a algún pobre obispo que disciplinaba a los sacerdotes que hacían lo mismo. Todos hemos leído anécdotas de cómo se horrorizaba por alguna de las riquezas del rito romano que habían derruido sin piedad los reformadores litúrgicos, pero aun así aprobó prácticamente todas sus reformas, incluso las más radicales e injustificadas. Juan Pablo II proclamó que únicamente en Jesucristo y en la Iglesia se encuentra la salvación, pero al mismo tiempo inauguró los encuentros de Asís, que eran quizá el peor signo en ese sentido que podía imaginarse. Los abusos litúrgicos se toleraron hasta convertirse en la norma de facto. Las universidades heterodoxas se hicieron mayoría. Benedicto XVI, que conocía mejor que nadie la apostasía de la Iglesia en Alemania, no hizo nada por solucionarla y dejó que la podredumbre siguiera avanzando. De forma particularmente misteriosa, todos esos Papas nombraron obispos y cardenales progresistas que no compartían la fe católica (ni siquiera los aspectos concretos de ella que esos mismos Papas resaltaron y defendieron valientemente) y que eran una verdadera bomba de relojería para la Iglesia. No era necesario que los nombraran ni nadie podía obligarles a ello, pero lo hicieron. De nuevo, es de suponer que bienintencionadamente pensaban que eso contentaría al progresismo, sin darse cuenta de que el progresismo, por su propia naturaleza, nunca se contenta con nada, porque su esencia está en el abandono de lo antiguo y tradicional para llegar a un futuro utópico que en realidad no se puede alcanzar.
Resumiendo y sin meternos en más detalles, esta caudalosa corriente impulsada por el espíritu progresista desde hace medio siglo ha ido acabando con todas las trincheras que defendían la fe de la Iglesia. A grandes rasgos, los Papas y la parte de la Iglesia que conservaba la fe solo se plantaron con cierta firmeza en lo irrenunciable, renunciando prácticamente a todo lo demás. Las trincheras no esenciales se fueron abandonando una a una sin combatir. Se pueden mencionar cientos de ellas: silenciamiento de las verdades más incómodas de la fe, abandono de los sacramentales, iglesias horrendas, secularización rutinaria de sacerdotes y normalización de la dispensa de los votos perpetuos religiosos, ordenación de personas con desórdenes psicológicos graves, cremación según los casos, venta o destrucción de ornamentos antiguos, procesos de nulidad vergonzosos, monaguillas, normalización de la convivencia “como hermanos” de los adúlteros, negación práctica de la doctrina a la vez que se afirma teóricamente, desplazamiento de la culpa personal a la culpa social, ridiculización de la modestia en el vestir, herejes “testigos del Evangelio”, idealización de las religiones no cristianas, olvido práctico del purgatorio, desprecio del derecho canónico como algo poco “pastoral”, abandono de novenas, rosarios, rogatorias, témporas, triduos y demás “antiguallas”, desprecio de la religiosidad popular tradicional, funerales para pecadores públicos, horror a las condenas, absolutización del “llevarse bien” con el mundo, abolición del latín (contra lo mandado por el Concilio), elogio de los regímenes laicos y laicistas, sacralización de la democracia… La lista es interminable.
El problema es que, ahora que se han abandonado todas las trincheras no esenciales, lo esencial se encuentra indefenso y el ataque del progresismo arrecia en lugar de amainar. Los enemigos de la Iglesia huelen su debilidad y atacan con más fuerza. Juan Pablo recordó los principios de la moral y definió de forma infalible y definitiva que solo los hombres podían ser sacerdotes, pero como abandonamos hace tiempo la trinchera de la formación sacerdotal ortodoxa y rigurosa, el Vaticano puede decir que esa prohibición definitiva es definitiva pero en realidad a la vez no es definitiva sino que hay que estudiar la cuestión (cf. reciente carta del Papa en respuesta a los dubia) y que los principios de la moral de Veritatis Splandor, pues según se mire, pero en realidad lo importante es que el fin justifica los medios (cf. Amoris Laetitia). La Dominus Iesus puede enseñar que solo hay salvación en Cristo y en la Iglesia, pero, después de años de encuentros de Asís, a los fieles no les extraña nada que el Papa Francisco diga que las religiones no cristianas son una riqueza querida por Dios, lo que les extraña es que alguien pueda creer lo contrario. Benedicto XVI recuperó la convivencia pacífica con la liturgia antigua, pero después de décadas en que la impresión que se dio era que cualquier Papa podía hacer lo que quisiera con la liturgia, ¿qué hay de extraño en que ahora un Papa borre de un plumazo lo que hizo su antecesor? Pablo VI escribió la Humanae Vitae y Juan Pablo II fundó la Pontificia Academia para la Vida, pero, si el único criterio de catolicidad es lo que diga el Papa del momento y no la tradición de la Iglesia, porque lo antiguo es por definición peor que lo moderno, ¿qué impide que otro Papa llene la Academia de abortistas y partidarios de la anticoncepción, señalando así con total claridad que lo que estaba prohibido puede desprohibirse? El sínodo amenaza con derribar muy sinodalmente lo que queda en pie. Después de décadas y décadas de nombrar a obispos heterodoxos, progresistas y blanditos, ¿quién levantará la voz para quejarse aunque esté en juego lo esencial? Ya lo hemos visto: media docena de pobres cardenales y obispos, la mayoría jubilados y ninguneados.
La Iglesia está en la última trinchera. Ya no queda nada más de qué desprenderse y los que aún conservan la fe contemplan, horrorizados, que la guerra, lejos de acabarse como se nos prometió, continúa, pero ahora nuestros soldados están acostumbrados a retirarse sin luchar y no saben cómo hacer otra cosa. Nuestros obispos callan, los sacerdotes agachan la cabeza, la mitad de los monjes se dedican a la televisión en vez de a rezar, cuando no luchan en el bando enemigo, y los teólogos, por la fuerza de la costumbre, ni se inmutan al escuchar las herejías más fuertes.
Estratégicamente y humanamente hablando, nuestra posición es insostenible, nuestras fuerzas escasas y nuestro futuro muy negro. Cualquiera nos aconsejaría rendirnos para no prolongar la agonía, pero, como decía el general Chesty Puller, “estamos rodeados, esta vez no se nos escaparán”. Solo nos queda una cosa y es la que no debemos olvidar: estamos en el bando del Rey eterno y nuestra bandera es la de Cristo, sumo capitán, que lleva en la mano un cetro de hierro para quebrar las naciones de la tierra. Junto a Él se encuentra la Señora, vestida de sol, radiante como un ejército en orden de batalla y vencedora de todas las herejías. A nuestro lado, aunque no los veamos, combaten ángeles, arcángeles y todos los santos de la historia de la Iglesia. Si Cristo está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat.
149 comentarios
Yo fui secretario de León XIV, novela de Bruno Moreno
NOTA2: Sé que el artículo es muy duro, pero no están los tiempos como para andarnos con paños calientes.
NOTA3: Sé también que en el artículo se critican algunas cosas de papas canonizados, pero fíjense las cosas que se dicen de San Pedro en el Nuevo Testamento. Lo cierto es que también los santos se equivocan, a veces muy gravemente.
Creo, talvez de forma simplista, que el problema ha empezado porque muchos clérigos, de alto y bajo rango, han dejado de amar esas trincheras. y, avanzando en esa línea, ya no aman tampoco la esencia de lo Católico.
No creo hacer una afirmación temeraria al decir que Nuestro Pontífice y una gran multitud de obispos, sacerdotes y religiosos, NO AMAN muchos de los rasgos que constituyen la identidad católica y de ahí no les ha sido difícil pasar a cuestionar el corazón mismo de nuestra Fe.
"Creo, talvez de forma simplista, que el problema ha empezado porque muchos clérigos, de alto y bajo rango, han dejado de amar esas trincheras. y, avanzando en esa línea, ya no aman tampoco la esencia de lo Católico"
Estoy de acuerdo. Iba a hablar en el artículo de ello, pero ya no he querido alargarlo más: uno de los peores efectos de todo este desmantelamiento es que hay muchos clérigos (y también laicos) que sienten un disgusto visceral por las cosas que tienen aspecto de católicas y sienten que les molestan instintivamente. El propio Papa, a mi juicio, sufre en cierta medida de este mal. Dios le ilumine.
"Todos sabemos que se removieron los filtros inmemoriales que garantizaban la seriedad, el temor de Dios y la piedad en los procesos de santificación"
Ese tema es un poco más complicado. Por un lado, es cierto que esa es una de las trincheras que se abandonaron (con el criterio buenista de que necesitábamos más santos y que hacían falta santos "ordinarios", etc.).
Por otro lado, la validez de las canonizaciones no descansa tanto en el proceso como en la autoridad de la propia Iglesia, que esencialmente sigue siendo la misma (aunque se vea algo debilitada en cuanto a la prática, reconozcámoslo).
Finalmente, entiendo que el mínimo que hay que aceptar necesariamente de una canonización es que el canonizado está en el cielo y no creo que nadie tenga problemas en creer que los papas canonizados están en el cielo. A mi al menos, no me cuesta nada creerlo.
"obispos ... blanditos"
Yo tengo que decir que, en toda esta crisis, los únicos que me han escandalizado han sido los obispos "buenos" y ortodoxos que luego han resultado ser blanditos y, con todo el respeto, cobardones.
Todos sabemos que hay obispos que no creen en casi nada, así que no es sorprendente que esos actúen mal, pero ver callar como muertos a los obispos "buenos" que conozco personalmente y que me enseñaron esas cosas que hoy se niegan sin que ellos digan nada, eso es muy duro. Dios los ilumine.
"Ud. don Bruno ha tomado la postura del "caliente""
Ay, ojalá. Sé que lo dice con buena intención y por cortesía más que otra cosa, pero me avergüenzan mucho ese tipo de elogios, porque me recuerdan algo muy doloroso: la crisis de la Iglesia en buena parte es culpa mía, por mi tibieza y mi falta de fe. Dios me perdone y tenga misericordia en el Juicio.
1. La verdadera batalla se libra en el interior.
2. Viste el uniforme reglamentario de Efesios 6, 13-17.
3. El combate no es contra hombres de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los dominadores del mundo de las tinieblas, contra los espíritus malignos del aire, que logran abrir boquete en los corazones de las personas, las maniatan y las usan como armas de ataque.
4. Esas personas personas no te odian a ti: odian a Jesús que está contigo (y tu en Él).
5. Ora en todo momento, porque la batalla puede empezar en cualquier momento.
6. El enemigo es mucho más listo que tú: pelea en gracia.
7. El mal se vence siempre con el bien; la soberbia, con la humildad.
8. Alégrate con la humillación o el insulto que vienen después del buen combate: significa que has mermado las filas enemigas.
9. Da gracias siempre, por todo lo bueno que te pase; da gracias siempre por todo lo malo que te pase.
10. Defiende siempre la Verdad en lo poco, para que el Señor te haga merecedor de luchar por ella en lo mucho.
Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat.
A los amigos de concesiones y buen rollismo, les recuerdo esa frase española que impactó en todo el mundo:
¡EL ALCÁZAR NO SE RINDE!
Así que confiemos, que al Señor Jesucristo nadie le gana…¿como será?…. ni imaginarlo, porque «los pensamientos de los hombres, no son los pensamientos de Dios.
Así que….. “oremos y confiemos”
Durante años en muchos debates aquí y en otros lugares sobre los variados accidentes o murallas en cuestión, los defensores de las novedades posconciliares me han contestado, a veces con agresividad y mal humor, que yo era un ignorante por desconocer la diferencia entre Tradición y tradiciones, entre la Tradición (viva, por supuesto, que nunca falte este adjetivo perturbador, aunque usted haya demostrado que admite una interpretación ortodoxa) apostólica, fuente no escrita de la Revelación, y las tradiciones eclesiásticas.
Con apoyo en el apartado 83 del Catecismo de Juan Pablo II, que habla de distinción pero abona una separación radical entre la Tradición y las tradiciones, estas últimas susceptibles de cambio y abandono.
Tradiciones que se han cambiado o abandonado, tradiciones que eran accidentes o murallas.
Hasta dejarnos en la última trinchera, al cabo de más de medio siglo.
(Bruno)
Una Iglesia que se pone como objetivo la simonía político-ideológica de aprovechar los procesos de santificación para exaltar a todos los papas del Concilio por ser del Concilio, ni posee autoridad ni tiene que ver con Cristo.
En esta histórica declaración se considera con gran acierto que, junto a la fe católica, hay tradiciones necesarias para su mantenimiento.
Esto es, tradiciones que la sostienen en pie, no como pilares pero sí como arbotantes de una catedral gótica. Si se suprimen, la catedral se hunde, la fe católica se desarbola.
Despojada de accidentes y murallas, derruidos los arbotantes, queda el rostro desfigurado de la Iglesia.
Esto es exactamente lo que se ha hecho: abatir los bastiones.
No he podido evitar sonreír al ver que usted mencionaba a Duns Escoto justo después de incluir una foto de la parroquia de Santa Mónica, en Rivas Vaciamadrid, porque justamente allí hay una asociación cultural católica llamada Duns Escoto. Cuentan con una publicación mensual (revista Siquem) donde colabora un servidor, y doy fe de que dicha publicación colabora en la defensa de esa última trinchera.
Sé que la foto corresponde a lo que usted comenta (y comparto 100%) sobre el abandono del arte cristiano en favor del mundo. De hecho, me reservo mi opinión sobre esta iglesia en particular. Pero de todas formas, y dado que usted es un católico formado, he pensado que puedo aprovechar esta casualidad para invitarlo a que conozca la asociación y su publicación mensual. Quizás haya contenidos que puedan interesarle. ¿Quién sabe? Dios muchas veces actúa a través de lo que nosotros llamamos casualidades.
Un abrazo en Cristo,
Federico J. Caballero Ferrari
Si, todos somos creaturas del mismo creador, en un sentido figurado, hijos del mismo Padre y por ende, hermanos. ¿Debemos llevarnos bien a cualquier costo con "todos, todos, todos"? Pues no, Satanás también es creatura del mismo creador y no por ello debemos hacerlo.
Ademas en la Biblia dice que la vida sobre la tierra es semejante a una milicia. Pero ahora lo que se lleva es "a pasarlo bien", "porque yo lo valgo", y esto de luchar contra el mundo, el demonio y la carne, es anticuado.
No sólo eso. Lo más escandaloso es la traducción de las palabras de la consagración. No, queridos, "pro multis" no es "por todos los hombres". Es "por muchos". Menos mal que BXVI ahí sí que estuvo acertado.
Bruno:
Gracias por el artículo. Pienso exactamente así. Lo que no tengo tan claro es si "la última trinchera" ha caído, y los de este bando estamos más destinados a una guerra de guerrillas.
Por otro lado, creo que la Iglesia postconciliar culminó si fracaso con la renuncia de BXVI. Muy representativo de esto es que en su propio funeral, de cuerpo presente. Le niegan la comunión de rodillas y en la boca a un feligrés, delante de todas las cámaras de TV. Sin duda, muy simbólico
Soy de Santa Fe, Argentina.
Es cuestión de leer y observar un poco. No hace falta X documento que diga "pensamos esto". La Iglesia jamás actuó así. Si no me cree, le voy a poner un ejemplo muy humano: la autoridad paterna. Digamos que la autoridad es la sustancia pero lo que rodea a esa autoridad es el trato, la presencia del padre, su comportamiento, su forma de vestir.
Si el padre se rebaja a la altura del hijo y empieza a tratarle como coleguita, vistiendo como el, diciendo la jerga propia de la edad del hijo, comportándose de forma pueril... el hijo tardará muy poco tiempo en no respetar la autoridad del padre. Y eso es lo que le ha pasado a la Iglesia. La Iglesia no se va a pique porque no sabe adaptarse a los tiempos y tantas cosas parecidas. Se va a pique precisamente por esto: por convertirse en una opción más en un mundo liberal.
El problema es que esto los pastores, que son los que tienen que mover la cosa, no lo ven. Todo lo contrario. Quieren profundizar en el error.
Da la comunión en la mano, prohíbe que la gente se arrodille y gira el altar.
No, no creo que sea casualidad
"La Iglesia, fatigada de la lucha incesante de casi dos milenios, se preguntó: ¿y si lo que hace que el mundo nos odie son precisamente esas tradiciones, esas trincheras, que, a fin de cuentas, son prescindibles? "
Y argumenta:
"Parte de una afirmación falsa, luego todo el resto de razonamientos está viciado."
Pero no, el artículo no parte de esa supuesta premisa, no formula en base a ella razonamientos ni extrae de ella ninguna conclusión.
El artículo parte de muchos hechos semejantes, producidos a la largo de más de medio siglo, y los pone en relación entre ellos y con la situación calamitosa a la que la Iglesia ha llegado. De ahí formula una explicación.
Es un artículo inductivo, no deductivo.
Parece en esta hora de Pasión de la Iglesia que el Señor ha sido despojado de sus vestiduras
Cierto que no se encontrará exactamente esta pregunta en los documentos del Vaticano II ni en las enseñanzas posconciliares. Pero sí con frecuencia su sustancia: renunciar a tradiciones prescindibles para acercarse al mundo moderno.
Por ejemplo, en lo que toca a la revolución litúrgica, en estas palabras de Pablo VI sobre la renuncia al latín:
Audiencia general, 26 de noviembre de 1969
“Un nuevo rito de la Misa: un cambio en la venerable tradición que ha durado por siglos.
Esto es algo que afecta nuestro patrimonio hereditario religioso, que parecía gozar del privilegio de ser intocable y consolidado, que parecía traer a nuestros labios la oración de nuestros antepasados y de nuestros santos y darnos el consuelo de sentirnos fieles a un pasado espiritual, que manteníamos vivo para transmitirlo a las nuevas generaciones. …
No más latín, sino que el lenguaje de la Misa será el lenguaje vernáculo. La introducción de éste será ciertamente un gran sacrificio para quienes conocen la belleza, el poder y la sacralidad expresiva del latín. Estamos abandonando el habla de siglos de cristiandad, estamos transformándonos en algo así como intrusos profanos en la reserva literaria de la expresión sagrada.
Vamos a perder una gran parte de aquella realidad estupenda, incomparablemente artística y espiritual, el canto gregoriano. Tenemos motivos de lamentarnos, de hacerlo incluso con desconcierto. ¿Qué podemos poner en lugar de ese lenguaje de ángeles? Estamos renunciando a algo de valor incalculable.
Pero ¿por qué? ¿Qué es más valioso que esto, el más alto de los valores de la Iglesia?
La respuesta parecerá banal, prosaica, pero es una buena respuesta, porque es humana, porque es apostólica. Entender la oración vale más que los paramentos de seda de que está vestida la realeza; la participación del pueblo vale más, especialmente la participación del pueblo moderno, tan amiga del lenguaje sencillo que se entiende fácilmente y que se convierte en habla cotidiana”.
La Iglesia lleva más de medio siglo derribando sus bastiones uno tras otro, hasta llegar a su actual estado ruinoso.
Cambió completamente su actitud frente al mundo moderno, se apartó de los profetas de calamidades denunciados por Juan XXIII, y sucedió lo que era previsible: el humo de Satanás penetró en la Iglesia (Pablo VI lo reconoció, pero no rectificó).
Porque los bastiones eran como diques. Y, al derribarlos, entró agua por todas partes y todo se puso a la deriva. Hasta hoy.
Yo me quedo con la decisión de los anglicanos, que creo fue correcta, de correr a palos a los que se arrodillaban durante la Consagración porque uno solo se arrodilla ante Dios, los que estaban de pie a saber lo que estaban pensando.
¿Desde cuándo da lo mismo morir dando cara al pelotón de ejecución o arrastrándose por el suelo? Toda la vida se ha entendido que la primera era una postura de dignidad y la segunda de un miedo irrefrenable, pero no se puede demostrar, de manera que no sé de dónde sacan que Sócrates murió con dignidad.
No hay que alimentar al troll. La verdad os hará libres es un troll infatigable, que años después de que se le dijera que no puede escribir en este blog, sigue intentando por todos los medios comentar, cambiando de seudónimo y multiplicando los comentarios, por mucho que se le borren. Siempre empieza escribiendo cosas inocuas para meter el pie y luego va insultando cada vez más y tengo en mis archivos y correos miles de insultos suyos, algunos horribles. Solo en lo que va de año he tenido que borrar cientos y cientos de comentarios suyos. Mientras escribo esto sigue poniendo comentario tras comentario.
Es normal. Todos los blogs con unos añitos a sus espaldas acumulan trolls, muchos de ellos con alguna tecla suelta, pero por favor, no alimenten al troll.
Mi reino no es de este mundo dijo el Señor y muchos obispos y sacerdotes no lo son para nuestro Señor, ni lo mencionan en sus "homilias" Solo ruego al Señor los divida para que entiendan que tienen que librar una batalla contra ellos mismos y volver a su amor primero
A pesar de los embates del enemigo (e incluso del fuego amigo) y, sobre todo, a pesar de la basurilla de tripulación que tratamos de asistirla con nuestras miserables fuerzas, la nave de la Iglesia Católica sigue y seguirá navegando por el río de la gracia, imponente y magnífica, bajo la bandera de la Cruz. El peligro, para los que prefieren quedarse atrincherados -como los pobrecillos de la foto que inaugura este post-, incluso aunque sea en un islote con bellísimas vistas al mar; el verdadero riesgo, digo, es que empiecen a perder la comunicación con la Nave principal y, de este modo, empezar a escasear los víveres que sólo Ella puede proporcionar. Bueno, es una forma de morir como cualquier otra.
"Una Iglesia que se pone como objetivo la simonía político-ideológica de aprovechar los procesos de santificación para exaltar a todos los papas del Concilio por ser del Concilio, ni posee autoridad ni tiene que ver con Cristo"
Primero, la simonía es algo muy concreto y no es eso a lo que se refiere. Ha habido épocas en que la simonía se extendió mucho entre los clérigos, pero, gracias a Dios, esta no parece ser una de ellas.
Segundo, esa acusación de un pecado gravísimo sin pruebas más allá de que "me parece a mí" (entre otras cosas, porque no las puede haber al tratarse de una cuestión de intenciones) es inaceptable entre católicos.
Tercero, incluso aunque hubiera sido así, el responsable sería el canonizador concreto, quizá con algunos colaboradores, no la Iglesia.
Cuarto, si uno cree que la Iglesia ya no tiene que ver con Cristo, entonces no es católico. Y, si uno ya no es católico, ¿por qué se mete en estas cuestiones?
"Pero Él monta un caballo blanco vencedor, y lleva una espada de doble filo en la boca con la que confundira a los que le combaten y nos vencen. Nuestro combate, cada día más, se sustanciará en someternos a la Verdad, que es Jesucristo. Estamos desnudos y casi desarmados, pero confiamos en que el Señor nos revista con su Gracia"
Amén.
"Hay que decir, a favor de algún reformador, que pretendieron purificar las verdaderas tradiciones de la morralla de los siglos. Pero terminaron tirando al bebé con el agua de la bañera¨
Completamente de acuerdo. No es lo mismo un Bouyer que un Bugnini, un D. Marcelo que un Mons. Agrelo, un Juan Pablo II que un Papa Francisco, por poner tres ejemplos. No es más que un artículo cortito sobre un proceso amplísimo y los resúmenes siempre conllevan un cierto grado de injusticia.
Aparte de eso, yo no tengo ninguna dificultad en dar por supuesta la buena intención de los implicados. Incluso los que más metieron la pata. Y si algunos de ellos no tenían esa buena intención, ya se lo reprochará Dios, a mí lo que me interesa entender los hechos objetivos.
"El problema de los trolls es que los que no tenemos forma de detectarlos, como cambian de nombre, parecen ser nuevos"
Si, lo entiendo. Esa es su fuerza.
Mi intención era más bien explicar por qué algunos comentarios aparentemente anodinos desaparecen. Los lectores no ven lo que hay detrás, pero, para mi desgracia, yo sí, porque tengo que bregar con los trolls.
Crecimos y aprendimos ese himno de las bocas de nuestros mayores sin ningún problema, pero ahora suena como si fuera una llamada al combate.
Dice que San Ignacio formó su Compañía y la armó para luchar contra los enemigos de la Iglesia y enviar al diablo a los infiernos.
La traducción no hay forma de hacerla porque la oficial dista del original, pero en euskera es tan desafiante que literalmente ves a los jesuitas con tanto valor que se enfrentan a Lucifer salido de los Infiernos porque eso es lo que dice:
"Inazio gure patroi handia
Jesusen konpainia
fundatu eta duzu armatu
ez da ez etsairik jarriko zaizunik
inolaz aurrean gaurko egunean
nahiz betor Luzifer deabrua
utzirik infernua!
Parece que San Edmund Campion se lo tomó literalmente cuando lanzó su Alarde ante los tribunales ingleses.
¡Qué pena, Dios mío, qué pena! ¡Y qué gran traición!
"Esto lo viví durante 12 años (1969-1980) en el Colegio San Ignacio El Bosque en Santiago de Chile. Siempre los Jesuitas estaban disculpándose ante los alumnos, por las tradiciones y costumbres Católicas, especialmente en materia litúrgica y para que decir de Humane Vite"
Gracias por contarlo. Yo viví algo similar en mi colegio de Hermanos de la Salle, pero en aquella época no entendía lo que veía y solo notaba la incomodidad de algunos religiosos, que resultaba extraña y poco atractiva para los chicos. Años después, viendo lo mismo en algunos sacerdotes, entendí lo que les sucedía y me angustió mucho, porque si uno lo piensa, es terrible: han dedicado su vida entera a algo que ahora les repele profundamente. Es difícil imaginar lo que pasará por sus mentes y corazones, pero uno entiende el rencor que transmiten los pobres. Dios tenga misericordia de ellos, los ilumine y les dé la paz.
"La traducción no hay forma de hacerla porque la oficial dista del original"
Traduce, traduce, para los vascoignorantes como yo.
"¡Ignacio, nuestro Ilustre Patrón, has fundado y armado la Compañía de Jesús, de tal manera que hoy en día no hay enemigo que se te enfrente, así sea Lucifer salido del Infierno!
Tus soldados son ángeles, tu Guía Jesucristo, tu Compañía ha vencido a sus enemigos. "Ni la Fe ni mis cristianos tienen miedo de nadie". Ignacio está ahí, siempre alerta, armada su compañía chispeante y con su bandera desplegada. Noche y día todos nosotros trabajamos por la paz. Siempre, noche y día (bis)".
Aunque parezca extraño que una marcha, porque se llama así "Marcha de San Ignacio", tan bélica acabe diciendo que trabajamos por la paz, hay que tener en cuenta que vencer al diablo (y a los protestantes camuflados de enemigos) es trabajar por la paz.
He puesto entre comillas la frase: "Ni la fe ni mis cristianos tiene miedo de nadie" porque da la impresión que, de repente, se ha pasado de la tercera a la primera persona y eso lo dice San Ignacio.
Para oír al Orfeón Donostiarra, aquí: https://www.youtube.com/watch?v=TWfDXkrwOJ4
"salir bailando con vestido de faralaes para contentar a los que te quieren destruir"
Eso es. La mansedumbre de Cristo es una virtud viril, que no tiene nada que ver con la ingenuidad de convencerse que uno vive en un mundo de flores y mariposas sin pecado original.
"Este espíritu de optimismo fue, a mi juicio, mucho más importante en la práctica que el Concilio en sí"
Pero es que el CVII era eso, precisamente eso, tal y como queda claro en el discurso de apertura del mismo, en el que leemos esta alucinante tesis:
"No es que falten doctrinas falaces, opiniones y conceptos peligrosos, que precisa prevenir y disipar; pero se hallan tan en evidente contradicción con la recta norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres, aun por sí solos, están propensos a condenarlos, singularmente aquellas costumbres de vida que desprecian a Dios y a su ley, la excesiva confianza en los progresos de la técnica, el bienestar fundado exclusivamente sobre las comodidades de la vida. Cada día se convencen más de que la dignidad de la persona humana, así como su perfección y las consiguientes obligaciones, es asunto de suma importancia. Lo que mayor importancia tiene es la experiencia, que les ha enseñado cómo la violencia causada a otros, el poder de las armas y el predominio político de nada sirven para una feliz solución de los graves problemas que les afligen"
Dejando de lado que esas palabras son pelagianas -"los hombres, aun por sí solos"- hasta la médula (y mal está empezar un evento así con semejante herejía), lo cierto es que el tiempo ha demostrado que ha ocurrido exactamente lo contrario.
Cuestión aparte de la polémica doctrinal sobre los textos del CVII, hay una cosa evidente. Todo ha de juzgarse en base a sus frutos. Pues señores, está muy claro cuáles han sido.
(Bruno)
He puesto 'simonía político-ideológica', o sea, un uso figurado de aprovechamiento torcido de lo sagrado (la inteligencia está para algo, ¿no?); pero no menos inmoral que el literal.
"...si uno ya no es católico, ¿por qué se mete en estas cuestiones?"
Si la Iglesia está prevaricando y un servidor lo dice, pues servidor sigue católico y es la Iglesia la que prevarica. No sé de dónde se arroga el dar y quitar carnets...
Esos comentarios prepotentes de "la inteligencias está para algo, ¿no?" y "no sé de dónde se arroga el dar y quitar carnets..." están de más. Si viene usted a este blog, es decir, a mi casa virtual, y suelta esas impertinencias, debo concluir que no tiene usted la cortesía mínima requerida para escribir aquí. Parece mentira que tenga que recordárselo. No habrá más avisos. Los desahogos mejor en casa propia.
"He puesto 'simonía político-ideológica', o sea, un uso figurado de aprovechamiento torcido de lo sagrado"
Es que ese uso del término es engañoso. La simonía es algo concreto, material y evidente: se da un dinero por algo que no se puede comprar. Por ello lleva aparejada una pena canónica, que puede ser la nulidad, la suspensión o el entredicho. En cambio, lo que usted menciona es algo que, por su propia naturaleza, se refiere al interior de las personas, que es la intención con que hacen las cosas, que usted no conoce y que, además, en el hombre caído prácticamente siempre es una mezcla de mal y bien porque todo está manchado por el pecado, sin que eso suponga la nulidad que usted sugiere para las canonizaciones.
"Si la Iglesia está prevaricando y un servidor lo dice, pues servidor sigue católico y es la Iglesia la que prevarica"
No, si alguien dice que la Iglesia está prevaricando, entonces ese alguien deja de ser católico, porque la Iglesia no puede prevaricar, ya que es santa. Quienes pueden prevaricar son las personas pecadoras.
Lejos de dar carnés (acusación progre donde las haya), me limito a recordar la lógica más básica: si alguien no cree en las doctrinas básicas del catolicismo, deja de ser católico. Más aún, si no cree en la lógica más básica, es mejor que no participe en una discusión.
Pero pelagiano no es creer que la razón natural puede llevar a Dios.
La realidad supera a la ficción.
No creo que estemos en una trinchera, Cristo y su Iglesia siempre han sido perseguidos, lo son ahora y lo serán luego hasta el final.
Hay persecuciones sofisticadas -ardides- como en el Génesis, sereis como Dioses y otras violentas, Caín, pero sustancia o accidente siempre son persecuciones.
Veamos los lugares -para no decir países- dónde la persecución esta oficializada, cuesta la vida de fieles y sacerdotes, existen los mártires cotidianos por la Fe y en los lugares en que está tolerada.
El refugio es la Fe, pelear hasta el fin el buen combate y no traicionar.
La traición es siempre interna, en la Iglesia tiene dos efectos: traiciono a la Iglesia y me traiciono yo personalmente, doblete, un lujo, vale dos por uno.
"Comprenda usted también, al menos, que hay muchos más sitios donde expresar las injusticias eclesiásticas"
Ancha es Castilla y más ancho aún es Internet.
"cuando me señalan la puerta aquí"
Conviene clarificar que yo no le he señalado la puerta (o al menos no pretendía hacerlo y si lo he hecho, pido disculpas), sino explicarle que o se comporta con una mínima cortesía o tendré que señalarle la puerta. Creo que la diferencia es importante. No tengo nada contra usted ni contra que exprese sus opiniones, como ha hecho durante años aquí, siempre que lo haga con la cortesía básica necesaria. Si, cuando se le pase el enfado, recupera esa cortesía, sus comentarios seguirán siendo bienvenidos.
Un saludo y arrivederci.
"De hecho, me reservo mi opinión sobre esta iglesia en particular"
Je, je. Ya he podido constatar más de una vez el cariño que los feligreses de la parroquia sienten por ella, lo que sin duda les honra y es un gran elogio implícito de los sacerdotes que la pastorean.
"una asociación cultural católica llamada Duns Escoto. Cuentan con una publicación mensual (revista Siquem) donde colabora un servidor, y doy fe de que dicha publicación colabora en la defensa de esa última trinchera"
No lo sabía, gracias por la indicación. También muy buena señal para una parroquia. Investigaré las páginas web de la revista y de la asociación.
Un saludo.
"...pelagiano no es creer que la razón natural puede llevar a Dios"
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Pelagiano es creer que el hombre, por sí solo -o sea, sin la ayuda de Dios-, es propenso al bien y a condenar el mal.
Si Cristo a sus discípulos les dice "Sin mí no podéis hacer nada", ¿cómo va el hombre por sí solo y sin Dios a poder hacer algo conforme a la ley de Dios? ¿en qué cabeza católica cabe algo así?
Sin gracia, imposible. Lo contrario es pelagianismo. Y esto no es discutible. ¡ES!
"lo tradujeron como "Señor Dios del Universo", porque la traduccion correcta "Señor Dios de los ejércitos", molestaba a los progres"
En inglés siguen diciendo God of hosts (Dios de los ejércitos) en la Misa, en francés dicen lo mismo que en español y en alemán dicen algo aún más abstracto: Dios de todo poder y fuerza.
Así que a ver si nos parecemos más a los ingléses.
Recomiendo leerlas y seguirlas, esa es la Iglesia, y así podemos amarla de verdad y no solo de palabra.
"Sin duda, muy simbólico"
Y contrario a las leyes de la Iglesia. Pero el respeto a esas leyes es otra de las trincheras que han caído: hace mucho que el respeto a la ley se considera "legalista" y "poco pastoral" (cuando en realidad es lo que nos defiende a los fieles de las arbitrariedades de la autoridad).
Por sí solo en esa frase no significa sin la ayuda de Dios. Precisamente lo que dice es que por si solos se pueden dar cuenta de que sin Dios han ido al desastre.
Es decir, que la razón puede llevar naturalmente a pensar que necesitamos a Dios, a darse cuenta de que sin Dios todo acaba mal.
No haga decir a San Juan XXIII lo que no dice, por favor.
Eso sí: a mi entender, mucho mejor sería quitar la mención de Escoto, que aparece nada menos que junto con san Agustín y santo Tomás (si bien, es verdad, en tercer lugar). Pues una gran trinchera, no de las menores, es el mismo santo Tomás. La cual con Escoto empezó a abandonarse: en él hay gérmenes, a no dudarlo, non sanctos.
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Acusar de herética, i.e., de pelagiana, esa frase de san Juan XXIII es de una gran ignorancia e injusticia. Basta ir al original italiano, e incluso a su traducción latina, para darse cuenta de ello. E incluso en la traducción española se nota que no se pretende excluir la dependencia respecto de Dios, sino que se refiere allí que no haría falta la intervención de la Iglesia. Claro que si se descontextualizan las frases, pues entonces no se salvaría ni la SE, la cual dice, por ejemplo, e incluso al menos dos veces, "No hay Dios", "Non est Deus". Pero, en fin, el que así descontextualiza se asemeja al que eso mismo dice: "Dixit insipiens..." (Sal 13 y 52).
Ahora bien, si resulta que el texto en latín no dice lo que dice la página web oficial del Vaticano en español, pues entonces nada. Seguiría siendo una barbaridad, pero no tengo problema en aceptar pulpo como animal de compañía.
O sea, exactamente lo que Bruno denuncia en este post. El germen del mal estuvo allí.
Así que lo dejamos aquí, ¿ok?
Yo al menos lo dejo.
https://www.vatican.va/content/john-xxiii/es/speeches/1962/documents/hf_j-xxiii_spe_19621011_opening-council.html
Al iniciarse el Concilio Ecuménico Vaticano II, es evidente como nunca que la verdad del Señor permanece para siempre. Vemos, en efecto, al pasar de un tiempo a otro, cómo las opiniones de los hombres se suceden excluyéndose mutuamente y cómo los errores, luego de nacer, se desvanecen como la niebla ante el sol.
Siempre la Iglesia se opuso a estos errores. Frecuentemente los condenó con la mayor severidad. En nuestro tiempo, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas. No es que falten doctrinas falaces, opiniones y conceptos peligrosos, que precisa prevenir y disipar; pero se hallan tan en evidente contradicción con la recta norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres, aun por sí solos, están propensos a condenarlos, singularmente aquellas costumbres de vida que desprecian a Dios y a su ley, la excesiva confianza en los progresos de la técnica, el bienestar fundado exclusivamente sobre las comodidades de la vida. Cada día se convencen más de que la dignidad de la persona humana, así como su perfección y las consiguientes obligaciones, es asunto de suma importancia. Lo que mayor importancia tiene es la experiencia, que les ha enseñado cómo la violencia causada a otros, el poder de las armas y el predominio político de nada sirven para una feliz solución de los graves problemas que les afligen.
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Solo faltaba que citar la traducción oficial de la web del Vaticano me convierta en un tipo sospechoso de manipular las cosas. Anda ya por ahí...
¡FIN!
Sobre eso de manipular las cosas, por mi parte sólo me he pronunciado sobre la acusación, objetivamente. Y es claro que es infundada. Por lo demás, el mínimo rigor intelectual exige ir al texto original antes de hacer un juicio tan grave. Y claro está, contextualizar.
Te has hecho un lío con los mártires y los suicidas porque estás tachando de suicidas precisamente a los mártires que al día de hoy mueren por ser católicos. La presencia de los mártires, precisamente, es la señal de que la Iglesia ni está destruida ni puede serlo. Si en esta época no hubiese mártires, eso si que sería muy mala señal, pero los hay. ¡Benditos sean! Nadie tiene la culpa de que no los miremos, pero Dios si los mira.
Hay que estar atentos a todas la noticias, no solo a lo que pasa en el sínodo, y cada día vienen noticias de mártires por aquí y por allá, noticias a las que se les hace muy poco caso.
Excelente su Decálogo del Soldado de Cristo. Muchas gracias.
Y por recoger otro principio (aunque menor) de Estrategia que lleva a "entender" y "aprender" del enemigo que aparece prepotente y triunfador: "del enemigo, el «consejo»".
Siendo nuestra guerra contra los espíritus malignos que vagan por el mundo para destrucción de las almas:
- ¿cual es el objetivo del enemigo?: Las almas.
- ¿porqué las almas como objetivo?: Porque en las Obras Divinas de la Creación y la Redención, Dios manifiesta una exquisita predilección sobre ellas. Con ello queda objetivamente claro para Satanás, que las almas son lo más valioso que puede capturar.
- y ¿para qué capturarlas?: Inmediatamente para condenarlas, y ensoberbecido, poder presentarlas ante Dios como "botín" que ha hecho inútil o ineficaz las Obras Divinas de la Creación y la Redención?
¿Podemos deducir de aquí algún «consejo» del enemigo de las almas, que convenga tener en cuenta en la guerra contra el enemigo de las almas?
¿Tal vez vendría bien creernos de verdad el valor de cada alma?
¿Y profundizar cada día más en el abismo de Caridad que merece cada una de ellas?
¿Y rezar y rezar y hacer Penitencia, Desagravio y Reparación?
Y si hace falta ¿soltar algún mazazo espiritual, moral o físico?
Pero no corregir al que yerra pasó a ser, gracias al Papa "bueno", la verdadera obra de misericordia.
¿Son compatibles ambas cosas?
Está claro que no, nunca, jamás, como se decía antes.
Otra cosa es que el que yerra rechace la corrección y prefiera seguir en el error, despreciando la verdad.
Perdón por las mayúsculas pero no puedo resaltar con negrita.
"He has grown, or something. He can be both kinder and more alarming, merrier and more solemn than before, I think. He has changed; but we have not had a chance to see how much, yet. But think of the last part of that business with Saruman! Remember Saruman was once Gandalf ’s superior: head of the Council, whatever that may be exactly. He was Saruman the White. Gandalf is the White now. Saruman came when he was told, and his rod was taken; and then he was just told to go, and he went!’
La Iglesia tiene EL DEBER DE CASTIGAR A LOS HEREJES. Primero, por ellos mismos. Puede que el castigo les haga reflexionar. Pero SOBRE TODO POR LAS VÍCTIMAS DE SUS HEREJÍAS. Es decir, por aquellos débiles en la fe. Y si no hace tal cosa, que es exactamente lo que está ocurriendo desde el dichoso discurso del Papa "bueno" (¿bueno para quién?), pues entonces es que se ha convertido en una mala madre. Y de malos padres, hijos desastrosos, rebeldes y perdidos.
Y no hay más, señores.
Santo Tomás de Aquino:
Mas por parte de la Iglesia está la misericordia en favor de la conversión de los que yerran, y por eso no se les condena, sin más, sino después de una primera y segunda amonestación (Tit 3,10), como enseña el Apóstol. Pero después de esto, si sigue todavía pertinaz, la Iglesia, sin esperanza ya de su conversión, mira por la salvación de los demás, y los separa de sí por sentencia de excomunión.
Y San Jerónimo:
Hay que remondar las carnes podridas, y a la oveja sarnosa hay que separarla del aprisco, no sea que toda la casa arda, la masa se corrompa, la carne se pudra y el ganado se pierda. Arrio, en Alejandría, fue una chispa, pero, por no ser sofocada al instante, todo el orbe se vio arrasado con su llama.
Y etc, etc
Saludos cordiales.
Y nosotros, más aún los que tenemos hijos, no deberíamos cansarnos de considerar el dolor inenarrable de aquel a quien arrebatan a un hijo para siempre (para toda la eternidad). Más cuando Él mismo nos creó y nos amó con amor eterno, puso la creación entera a nuestros pies y mandó a su Primogénito a que pagase la factura de nuestra adopción con su propia Sangre. Si nos pusiéramos de verdad en el lugar de Dios Padre, seguro que cambiaría nuestra perspectiva de quién es el enemigo y cómo hay que combatirlo.
Más de uno dirá que Dios no puede sentir dolor, y tiene razón. Pero el Sacratísimo Corazón de Jesús, sí padece. Y el Inmaculado Corazón de Su madre, también. Lo saben bien quienes gastan rodillas con el deseo sincero de reparar y desagraviar tantas ofensas y ultrajes como reciben los Corazones unidos de Jesús y María. En esta guerra entre las fuerzas de bien y del mal, esos hombres y mujeres son la guardia personal del Rey, los únicos que pueden adentrarse en sus moradas y arrancarle toda clase de favores para la humanidad.
no estoy tachando de suicidas a los martires, precisamente hice la distinción ente suicida y martir. por cierto, ningún cristiano estaría dispuesto a dar su vida por una iglesia que bendice la homosexualidad.
postdata; la nación confesionalmente católica es una fantasía sin ninguna posibilidad de ponerse en practica en este mundo posmoderno con un catolicismo en vias de extincion en muchos paises de europa y america latina.
Acabo de leer un mensaje del Prelado del Opus Dei con reflexiones sobre la realidad divina y humana de la Iglesia. Me parece que orienta bien cual debe ser la actitud de un católico hacia nuestra Santa Madre la Iglesia. Comparto el link.
https://opusdei.org/es-es/article/mensaje-del-prelado-21-octubre-2023/
Si quieres destruir a una persona haz que se avergüence de sus padres, abuelos y ancestros. Si quieres destruir un país haz que se avergüence de su historia y lo misma aplica a la Iglesia.
Desde Lutero y sobre todo desde la Ilustración, el Maligno (el padre de la mentira) ha falsificado la historia de la Iglesia Católica, presentado como oscuro lo que era luz para la Humanidad. Hay multitud de ejemplos: “la edad oscura” para referirse a la Edad Media, cuando la Cristiandad prevalecía. Nos dicen que la ciencia apareció con el Ranacimiento. La gente se lo cree, debido al nulo espíritu crítico que hoy tenemos. Y yo pregunto a la gente: ¿y para construir la catedral de Burgos, Colonia, Milán, etc ¿no hacía falta ciencia y conocimientos técnicos? Y así tenemos mil ejemplos, como las Universidades surgidas en la Edad Media, etc. Pero odian el “ordo naturaliter christianus”.
Este odio a la iglesia va de la mano con el odio a España, vista por el Maligno como el gran defensor de la Iglesia Católica.
Los papas del CV II lo defendieron, ¿podían hacer otra cosa? No creo que "alimentaran a la bestia progresista" ni que intentaran "contentar a la progresía". Tampoco creo que esos papas pudieran estar en todo, como no lo está nadie.
La religiosidad popular pienso que hoy tiene relevancia.
El Señor no nos abandona, nos llama a no temer, a hacer lo que podamos y a pedir la llegada de su Reino.
El diablo es la Mentira, es la cizaña que provoca la división, progresistas/conservadores, izquierdas/derechas, judios/musulmanes/budistas/herejes cristianos/católicos. El demonio fue el que inventó los idiomas, motivo de división de los hijos de Dios.
Un católico no es de derechas ni de izquierdas. No puede tener más apego al trapo que identifica su nación que a la
Cruz, porque no puede servir a dos señores. Por ese motivo no puede preferir un régimen dictatorial o paternalista, porque el cacique no representa al Bien, sino al poder mundano, por desgracia esclavo del Demonio. Mejor un régimen que se descabeza cada 4 años, y el único que históricamente permite mayores libertades del INDIVIDUO.
Y si el autor es católico, ¿donde está su propuesta para cambiar esta situación?
Evangelizar es nuestra misión, no criticar como la vieja del visillo. Exponer la situación actual, y enunciar vías de mejora es un procedimiento asimilado por la industria de la Consultoría. No sé donde perdimos por el camino esta enseñanza de Cristo.
Amigo escritor y lector, vete a confesar por ser progre o conservador, y por no evangelizar cuando tienes la oportunidad, busca hermanos que te sostengan en la verdadera Fe, y reza a la Virgen del Pilar por todos nosotros.
Jeremías 20:7-9
Decir la verdad no es cosa cómoda cuando la apostasía reina.
¡Qué cosas!
Muy buen comentario, porque revela el problema del que estamos hablando.
"este artículo me parece sombrío, no anima"
Justamente ese es el problema de los católicos, incluidos los obispos, hoy: en vez de dedicarnos a proclamar la verdad, nos dedicamos a ver si algo es alegre o sombrío, si anima o desanima, o si ofende a los que de todas maneras siempre se ofenden por todo. Cristo es la Verdad y eso es lo que importa. Si la verdad sobre nuestra época es sombría, hay que decirlo. Y si callamos, estamos traicionando a Cristo, por mucho que lo disfracemos de consignas voluntaristas como "hay que ser optimistas". La esperanza cristiana es otra cosa y no se basa en callar la verdad.
"No creo que "alimentaran a la bestia progresista" ni que intentaran "contentar a la progresía". Tampoco creo que esos papas pudieran estar en todo, como no lo está nadie"
Yo he dado ejemplos concretos. Que no son de cosas en las que "no podían estar" los papas, sino cosas fundamentales o cosas que hicieron ellos mismos, porque quisieron hacerlas. Y que se ha alimentado a la bestia progresista hasta que esta ha ido consumiendo la mayoría de las tradiciones, expresiones visibles de la fe y ayudas para creer en la sociedad y en la misma Iglesia, ¡con la entusiasta colaboración de infinidad de clérigos!, es indudable. ¿De dónde cree que vienen los literalmente cientos y cientos de millones de apostasías que se han producido durante mi vida en la Iglesia? ¿Del cielo?
De nuevo, negar la realidad no conduce a nada.
Como ya he señalado en el mismo artículo, esos mismos Papas también hicieron lo que pudieron para defender puntos de la fe que en sí mismos eran irrenunciables (Dios les bendiga por ello), pero a la vez dejaban (y a veces ellos mismos promovían) que en toda la Iglesia siguiera campando a sus anchas el progresismo, arrasando todas las cosas que no eran en sí mismas irrenunciables pero que manifestaban, protegían, transmitían y explicaban lo irrenunciable. Solo era cuestión de tiempo que, destruidas todas las defensas, el ataque se centrara en lo esencial. ¿Por qué actuaban así? No lo sé. Pero lo hacían. Todos los obispos que no creen (y son muchos) los nombraron ellos. Algunos, ciertamente, ocultaban su increencia, pero otros no, y aun así los nombraron y ascendieron durante décadas y por eso estamos como estamos (el cardenal Kasper, por ejemplo, lleva escribiendo públicamente barbaridades tremendas contra la fe al menos cincuenta años y le hicieron obispo y luego cardenal).
"La religiosidad popular pienso que hoy tiene relevancia"
Solo porque, en un desierto, un charco parece un mar. Una cosa más que transmitió la fe durante siglos y siglos, pero fue en gran parte destruida por los propios curas, que la despreciaban, en lugar de conservarla, cuidarla y purificarla, como era su deber. En parte porque daba trabajo y en parte porque lo que conservaba de la fe era molesto para oídos modernos. Más comida para la bestia progresista.
"El Señor no nos abandona, nos llama a no temer, a hacer lo que podamos y a pedir la llegada de su Reino"
Muy cierto y oportuno, pero, como le decía antes, eso nada tiene que ver con negar la realidad o pintarla color de rosa.
Gracias por vuestras aportaciones. Con permiso, me guardaré ambas aportaciones para incluirlas en un futuro oracional de la Orden de Malta.
Bruno,
He disfrutado como un enano con "Yo fui secretario de León XIV". De hecho lo he comprado varias veces para regalarlo. Sé que nos merecemos la omisión, y que llevamos a por uvas una buena temporada, pero espero que en una futura segunda parte los caballeros de Malta tengan algún papel. ;-)
Algunos creemos que, al igual que nuestro patrón el Precursor enseñó a los restos fieles de Israel Quién es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, quizá a la orden que Dios ha querido subsista hasta nuestros días le quepa el honor de mostrar a los hombres dónde se encuentra la verdadera Iglesia, y ayude a preparar la llegada del Esposo.
Por una de esas simpáticas anécdotas, a través del ojo de cierta cerradura romana se vislumbra con nitidez la cúpula de San Pedro...
Pero lo dicho, de momento toca poner el Hospital en Orden.
No consigo determinar si lo dice en broma (en cuyo caso, ¡bravo!, excelente parodia) o en serio. Por si es esto último, responderé brevemente a las afirmaciones, aunque, sin ánimo de ofender, son disparatadas.
"con harta tristeza descubro que su autor, que critica con certeza a los progresistas, es en realidad la imagen especular de lo que critica: es un reaccionario falangista (por su abierta crítica al menos malo de cualquier sistema de gobierno: la democracia)"
Esto es verdaderamente asombroso. Lo menos importante, aunque sea disparatado, es que me llame falangista, cuando yo no hablo nunca de política en este blog y no tiene usted ni la más mínima idea de mis convicciones políticas y esa denominación no es el insulto que usted cree que es.
Lo más gracioso es que considere que un principio del agnóstico Winston Churchil (que fue quien dijo lo de la forma menos mala de gobierno) es el criterio por el que hay que juzgar el catolicismo de los demás. La Iglesia ha enseñado siempre que cualquiera de las tres formas clásicas de gobierno (monarquía o gobierno de uno, aristocracia o gobierno de los mejores y democracia o gobierno de todos, a grandes rasgos) es admisible en sí misma. Irónicamente, lo que no es católico es idolatrar una de esas formas de gobierno, como hace usted.
"Un católico ... no puede preferir un régimen dictatorial o paternalista, porque el cacique no representa al Bien, sino al poder mundano, por desgracia esclavo del Demonio. Mejor un régimen que se descabeza cada 4 años, y el único que históricamente permite mayores libertades del INDIVIDUO"
Esa es su opinión personal, que por otra parte es completamente contraria a la realidad. Basta ver que, como dice Luis Fernando más arriba, en los poquitos años en que la democracia liberal ha dominado el mundo se ha descristianizado brutalmente la tierra y, además, se ha propalado, incluso por los países antiguamente católicos, la masacre de inocentes del aborto legalizado, que no tiene precedentes en la historia (unos cincuenta millones de niños inocentes asesinados cada año, con los parabienes de aquellos que tienen como misión principal defenderlos). Si esos son los frutos de un régimen que permite las mayores libertades del individuo, que me den cualquier otro, por favor.
"Y si el autor es católico, ¿donde está su propuesta para cambiar esta situación?"
Supongo que entiende que, en un solo artículo, no se puede hablar de todos los temas bajo el sol. Lea usted otros artículos de este mismo blog y encontrará mil propuestas sobre ese tema.
"Evangelizar es nuestra misión, no criticar como la vieja del visillo"
Pues dígaselo usted a los santos, a los profetas y a nuestro Señor, cuyas críticas del mal fueron durísimas. ¿Serían ellos también como la "vieja del visillo"?
"Exponer la situación actual, y enunciar vías de mejora es un procedimiento asimilado por la industria de la Consultoría. No sé donde perdimos por el camino esta enseñanza de Cristo"
Otra de esas afirmaciones que me hacen dudar si es una parodia, en cuyo caso, de nuevo, enhorabuena. De todas formas, supongo que entiende que "los procedimientos asimilados por la industria de la Consultoría" no son enseñanzas de Cristo.
En fin, no sigo que esto ya cansa.
Mientras yo no estaba, la administracion de InfoCatolica ha suprimido acertadamente varios comentarios que se concentraban en el Concilio Vaticano II, para evitar que el artículo, que es mucho más general, se desviara ¡otra vez! por ese camino. O dicho de forma más castiza: ¡vuelta la burra al trigo! La experiencia nos dice que, una vez que se desvía la conversación por uno de esos rabbit holes, como dicen los norteamericanos, es imposible encauzarla de nuevo.
Me alegro de que le gustara el libro. Si Dios quiere y puedo escribir una segunda (y tercera) parte, los caballeros de San Juan tendrán su papel. Se lo merecen y, ciertamente, cuando la Providencia ha querido que subsistan hasta el presente por algo será.
Con palabras similares, justificaba Joseph Ratzinger, los pronunciamientos dictados por la Iglesia, para callar a los herejes y quitarles la licencia a exégetas y teólogos heterodoxos. Es que no es para menos, un verdadero Pastor ama a sus ovejas y cuida de que se alimenten de pasto bueno y saludable.
Hoy, por el contrario, se le dan palmaditas al hombro a los herejes y se les anima a seguir adelante, aunque vayan por todo lado, tirando veneno a las ovejas.
"¿Y no partirá todo este caos de aquella palabra mágica pero ambigua del "aggiornamento" que justificó en parte al mismo Concilio que por su misma literalidad no tiene estabilidad pues llegado a un presente ya es pasado y hay que "aggiornarse" de nuevo, y por supuesto, como mejor convenga?"
Es otra de las expresiones que encapsulaban la misma idea: espíritu del concilio, aggiornamento, signos de los tiempos, apertura, nueva primavera, nuevo pentecostés y, últimamente, inclusividad, sinodalidad y sorpresas del espíritu. Todas apuntan en la misma dirección.
"Una trinchera abandonada fue la de la Historia, sustituida por un insensato y suicida revisionismo histórico..."
Excelente comentario. Es algo común a los últimos cincuenta años: lo antiguo fue malo, equivocado, rancio e inmisericorde y solo nosotros, los de ahora, que somos mejores que todos los anteriores, hemos descubierto el verdadero Evangelio. Es una locura suicida, porque en la Iglesia la fe se recibe por tradición y despreciar esa tradición es cortar la rama en la que estamos sentados.
"Lejos de creer que el aire del mundo está enrarecido, se espera que del mundo provenga una renovación del aire que respiramos en la Iglesia"
Esto es la clave de la locura del último medio siglo, que al final es la negación del pecado original: el mundo no necesita ser redimido en la Iglesia. Es la Iglesia la que necesita convertirse al mundo. Por eso, aparentemente, todas las religiones son buenas excepto el catolicismo, que debe dejar de ser lo que es.
"existe una relación estrecha entre el modernismo y la leyenda negra antiespañola o antihispánica"
El odio a España (la verdadera, la que fue) es una de las más persistentes y profundas manifestaciones del odio al catolicismo, que sigue plenamente vigente hoy, porque el primer fruto de la apostasía es hacer a los hombres esclavos del rencor.
Cambiar las cosas para mejorar, si no pertenecen al depósito de la Fe, es admisible, pero considerar cualquier cambio como mejora es algo típico de los progresistas que confunden cambio y progreso.
Se cambió la leche natural por la pasteurizada, habremos conseguido que sea más higiénica pero yo no veo nata desde que mi abuela hervía la leche. ¿Es que nadie considera las pérdidas?
Porque las pérdidas no se consideran jamás cuando algo se cambia y de esta manera se gana siempre sin perder nada y eso es mentira. Lo cierto es que al cambiar cualquier cosa algo se gana y algo se pierde y hay que pararse a meditar si lo que se gana es mayor o menor que lo que se pierde. Y eso por mencionar "tradiciones humanas" que aquí no vienen a cuento.
Gracias también por los comentarios. Es de Formación Permanente, y de Discernimiento. Me recuerda que en eso hemos estado los que vamos en la recta final por viejitos... Si me permiten presentarlo. Es que acabo de releerlo. Lo guardé en mi escritorio en Septiembre del 2003 es un documento de hace 20 años. Lo propongo para que veamos cómo La Iglesia, nosotros sus hijos, vemos y tratamos de responder. Incluso lo oramos.
DISCERNIMIENTO. Tema de FORMACIÓN.
Tema que toca con la Antropología -
Psicología - Sociología - Pedagogía y Metodología y cómo combatirlo desde los postulados Cristianos. Era tema usual de nuestro sabio Papa emérito Benedicto XVI
De cómo han sido cambiados los Trascendentales del SER:
EL BIEN - LA BONDAD - LA BELLEZA OBJETIVA, por :
- El imperio del consenso y la opinión.
- La muerte de la moral.
- El nuevo valor de las palabras.
- La inversión de la relación hombre-Dios. y
- La oferta de un Dios sin exigencias morales.
Formación y discernimiento. Los centros espirituales ante el supermercado de ofertas espirituales: Líneas de pensamiento frente a las diferentes ofertas religiosas o pseudoreligiosas que ofrece la cultura actual.
Autor: S. Em. José Ángel Rovai
Gracias!
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD
PARA LA SINODALIDAD
¿En qué consiste un corazón misericordioso? Es un corazón ardiente por toda la
creación, la humanidad, los pájaros [¿perdone, cómo?], los animales, los DEMONIOS [la herejía de la apocatastasis] y todo lo que existe [panteismo].
Mediante el recuerdo de ellos, los ojos de una persona misericordiosa derraman
abundantes lágrimas [¿no es por el dolor de los pecados?]
Por la fuerte y vehemente misericordia que se apodera del
corazón de tal persona, y por esa gran compasión, el corazón se humilla, y uno no
puede soportar escuchar o ver cualquier injuria o leve dolor de alguno en la creación [¡hemos de llorar por las cadenas tróficas, están locos!].
Por esta razón, una tal persona ofrece continuamente una oración cargada de lágrimas [¡llorones y plañideras!],
aún por las bestias irracionales, por los enemigos de la verdad [¿seremos los católicos ortodoxos?] y por aquellos que la
perjudican, para que sean protegidos y reciban misericordia.
Y del mismo modo, la
persona reza por la familia de los reptiles [¿qué, están chiflados?] debido a la gran compasión que arde sin
medida en el corazón que se asemeja a Dios [¿que qué, cómo?]. (pág. 29 in fine)
www.synod.va/en/highlights/towards-a-spirituality-for-synodality.html
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Apocatástasis es el nombre dado en la historia de la Teología a la doctrina que enseña que llegará un tiempo en que todas las criaturas libres compartirán la gracia de la salvación; de un modo especial, los demonios y las almas de los réprobos, que se salvarán. Lo enseñaron orígenes y Clemente de Alejandría.
San Gregorio de Nisa enseñaba explícitamente esta doctrina en su “De anima et resurrectione” (P.G., XLVI, cols. 100, 101) donde, al hablar del castigo por el fuego asignado a las almas después de su muerte, lo compara con el proceso mediante el cual se refina el oro en un horno, donde se separa la escoria del resto de la aleación. Por lo tanto, el castigo por el fuego no es un fin en sí mismo, sino que es un proceso de mejoramiento; la única razón de infligirlo es para separar el bien del mal en el alma.
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD
PARA LA SINODALIDAD
¿En qué consiste un corazón misericordioso? Es un corazón ardiente por toda la creación, la humanidad, los pájaros [¿perdone, cómo?], los animales, los DEMONIOS [la herejía de la apocatastasis (1)] y todo lo que existe [panteismo].
Mediante el recuerdo de ellos, los ojos de una persona misericordiosa derraman abundantes LÁGRIMAS [¿no es por el dolor de los pecados?]
Por la fuerte y vehemente misericordia que se apodera del corazón de tal persona, y por esa gran compasión, el corazón se humilla, y uno no puede soportar escuchar o ver cualquier injuria o LEVE DOLOR de alguno en la creación [¡hemos de llorar por las cadenas tróficas, están locos!].
Por esta razón, una tal persona ofrece continuamente una oración cargada de LÁGRIMAS [¡hemos de ser llorones y plañideras!], aún por las bestias irracionales, por los enemigos de la verdad [¿seremos los católicos ortodoxos?] y por aquellos que la perjudican, para que sean protegidos y reciban misericordia.
Y del mismo modo, la persona reza por la familia de los REPTILES [¿qué, están chiflados?] debido a la gran compasión que arde sin medida en el corazón que se asemeja a Dios [¿que qué, cómo?].
(pág. 29 in fine).
www.synod.va/en/highlights/towards-a-spirituality-for-synodality.html
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(1) Apocatástasis:
Es el nombre dado en la historia de la Teología a la doctrina que enseña que llegará un tiempo en que todas las criaturas libres compartirán la gracia de la salvación; de un modo especial, los demonios y las almas de los réprobos, que se salvarán. Lo enseñaron orígenes y Clemente de Alejandría.
San Gregorio de Nisa enseñaba explícitamente esta doctrina en su “De anima et resurrectione” (P.G., XLVI, cols. 100, 101) donde, al hablar del castigo por el fuego asignado a las almas después de su muerte, lo compara con el proceso mediante el cual se refina el oro en un horno, donde se separa la escoria del resto de la aleación. Por lo tanto, el castigo por el fuego no es un fin en sí mismo, sino que es un proceso de mejoramiento; la única razón de infligirlo es para separar el bien del mal en el alma
Pablo Pedro vuelve a la carga. Yo volveré a responder.
Pero junto a las tradiciones apostólicas se encuentran asimismo las eclesiásticas: creencias, ritos, usos, devociones etc., surgidos después de la era apostólica.
Contra los iconoclastas, que impugnaban el culto debido a las sagradas imágenes, el Segundo Concilio de Nicea estableció en el año 787: “Si alguno rechaza toda tradición eclesiástica, escrita o no escrita, sea anatema”.
Aunque no gozan de igual autoridad que las apostólicas, las tradiciones eclesiásticas no son, sin embargo, meramente humanas, ya que la Iglesia siguió asistida por el Espíritu Santo después de la muerte del último de los Apóstoles, aunque terminase la Revelación. Son por ello el patrimonio acumulado por muchos siglos de piedad y doctrina.
Es impío y temerario suprimirlas o cambiarlas sin una razón proporcionada. Impiedad y temeridad que han predominado en la Iglesia en los últimos tiempos.
Lo cual es precisamente el asunto del artículo comentado: la impiedad y temeridad de abandonar trincheras de siglos.
Por ejemplo, mucho de lo conservado en los inmemoriales ritos litúrgicos como el romano y otros latinos u orientales. Y el celibato o continencia de los clérigos, siempre aborrecido por los herejes y hoy tan atacado en la Iglesia.
Como escribió Pascal: “Si la Iglesia antigua hubiese estado en el error, la Iglesia habría dejado de ser. Si lo estuviera hoy, no ocurriría lo mismo: ya que tiene siempre la máxima superior de la tradición, del crédito de la Iglesia antigua; y así esta sumisión y esta conformidad a la Iglesia antigua prevalecen y todo lo corrigen.”
Cuando la Profesión de fe fue modificada en 1967 se suprimió esta obligación de adherir a las tradiciones de la Iglesia. Y en una nueva reforma de 1988 (aunque a veces se la cite por el año de publicación en 1989) se añadió en cambio la obligación de adherir al magisterio meramente auténtico (inferior al infalible).
Prueba de un cambio de acento manifiesto: de las tradiciones eclesiásticas, ahora olvidadas o degradadas, al magisterio presente, ahora ensalzado; “solum Magisterium”, parecería pretenderse.
Las tradiciones devoradas por un sedicente magisterio que, por falta de constancia o continuidad objetiva con el de siglos, no es verdaderamente tal.
Por todo esto Pablo Pedro ensalza el Magisterio sobre las tradiciones de siglos. Con el apoyo del apartado 83 del Catecismo de Juan Pablo II.
Vamos a ver. Es que es muy difícil delimitar que es tradición con minúscula o Tradición con mayúscula. Le voy a poner dos ejemplos.
1. La procesión de la Virgen de cualquier pueblo. Si, es una tradición. Pero esto, ¿No es acaso expresión de la Tradición? Pongamos que mañana el cura decide suprimir la procesión. Hombre, si, es tradición pero, ¿Cree que si quitan las procesiones a la Virgen en todos los pueblos la creencia en los dogmas marianos o en su intercesión no se verían afectados?
2. Esta es bastante polémica. La Misa tridentina. Se puede afirmar que es una tradición con minúscula. Pero, ¿Hasta qué punto se puede decir esto?¿Se puede decir esto de una misa que construyeron tantos santos a lo largo de los siglos, como si fuese un árbol que va madurando desde la semilla apostólica hasta ahora?¿Acaso no hay elementos muy claros de la Tradicion católica?
Por eso digo. Creo que tanto si el cura de pueblo abroga la procesión a si el Papa prohíbe la Misa tridentina, me parece una tristeza y una irresponsabilidad tremenda. En primer lugar, porque se pierden siglos de transmisión de la fe. Con todo lo que conlleva. Cultura, arte, historia... En segundo lugar porque hace un cambio muy brusco y se opone a lo hecho y dicho por nuestros antepasados. Y en tercer lugar porque pone la autoridad por encima de la Verdad. Es decir, es Tradición lo que diga el Papa. ¿estamos seguros de esto?¿No debe ser acaso el Papa el que guarda la Tradición no el que la define?
Por último una reflexión. Yo soy de la opinión que no existe Magisterio en el mundo moderno como tal. Básicamente porque no hay anatemas. El Magisterio tradicional siempre fue "si alguno dijese X sea anatema" y luego dejaba el campo libre para la reflexión teológica. Marcaba las reglas y luego uno jugaba. Ahora no. Ahora no marca reglas pero no deja que nadie juegue. Ya hacen ellos las reflexiones convenientes y los demás les bailan el agua. En fin...
Respecto de su cita del Evangelio sobre las tradiciones puramente humanas y la violación de los mandamientos de Dios, ni las tradiciones eclesiásticas son puramente humanas ni la Iglesia de siglos violaba con ellas los mandamientos de Dios.
Respecto de su cita de Trento, cierto que la Iglesia tiene poder en la administración de los sacramentos, pero con arreglo a la Escritura y la Tradición. Y respecto de la Tradición, vale todo lo explicado en el comentario de AJ y en los míos propios sobre la distinción, que no separación radical, entre las tradiciones apostólicas y las eclesiásticas, que están íntimamente unidas.
Como escribió Pascal (no Urbel): “Si la Iglesia antigua hubiese estado en el error, la Iglesia habría dejado de ser. Si lo estuviera hoy, no ocurriría lo mismo: ya que tiene siempre la máxima superior de la tradición, del crédito de la Iglesia antigua; y así esta sumisión y esta conformidad a la Iglesia antigua prevalecen y todo lo corrigen.”
La Iglesia antigua es una sólida rama sobre la que permanecer. Mucho más sólida que un sedicente Magisterio que, por falta de constancia y continuidad objetiva con el de siglos, no es verdaderamente tal.
No te digo que el artículo me parece bueno para no asustarte. Aquí vengo con mis objeciones. Dices que fueron desmantelándose en todos los ámbitos las tradiciones que hasta entonces la Iglesia había considerado valiosas, aunque no fueran esenciales. Y un poco más abajo, si no te he entendido mal, mencionas como tradición la necesidad de la confesión, que es cosa del pasado y mil veces más personas comulgan que se confiesan. Yo creo que es un elemento esencial e irrenunciable.
Y al lado escribes que “los católicos, en casi todo el mundo, son indistinguibles de los paganos: piensan igual, creen lo mismo, tienen la misma moral y votan igual que los que no creen”. Yo lo veo como señal inequívoca de que han abandonado no sólo las tradiciones, sino lo esencial e irrenunciable, el depósito de la fe.
Si, como dices, las autoridades han continuado alimentando a la bestia progresista con sus nombramientos, ¿no lo hacían perjudicando conscientemente el núcleo de la fe poniéndolo en manos de heterodoxos que nos han dejado con una sola trinchera?
"mencionas como tradición la necesidad de la confesión, que es cosa del pasado y mil veces más personas comulgan que se confiesan. Yo creo que es un elemento esencial e irrenunciable ... señal inequívoca de que han abandonado no sólo las tradiciones, sino lo esencial e irrenunciable, el depósito de la fe"
Buenas objeciones.
En el artículo se habla de un proceso historico que se ha producido durante más de medio siglo y en toda la Iglesia Católica, que abarca a más de mil millones de personas, es decir, es un proceso complejo. En el artículo, he intentado señalar resumidamente tanto las cosas que ha ido haciendo buena parte de la jerarquía como las consecuencias de esas acciones. Son dos cosas obviamente relacionadas, pero no iguales.
En cuanto a la confesión, en el campo de las causas está el dejar de hablar del pecado para hablar más en positivo, el no resaltar la confesión sino otras cosas, el hacer hincapié en las "estructuras de pecado" o injusticias sociales en lugar de en los pecados personales, el no hablar apenas de una serie de pecados que al mundo le parecen bien (como los relacionados con el sexto y el noveno mandamiento). Estas son cuestiones prudenciales, porque a veces hay que hablar más de unas cosas que de otras, pero obviamente sus efectos han sido desastrosos y han dado lugar, como consecuencia, a un daño grandísimo en algo irrenunciable, que es la necesidad de la confesión.
De hecho, esa es la tesis fundamental del artículo, que los inmensos defectos en cosas opinables y el desprecio de tradiciones que no eran en sí irrenunciables han dado lugar a que lo irrenunciable quede desprotegido y en peligro de derrumbarse en la Iglesia (y, de hecho, se haya derrumbado en la práctica en innumerables fieles concretos).
Lo mismo se puede decir del hecho de que los cristianos piensen como paganos: es el resultado de haber arrasado todo lo que les protegía, mientras se mantenía teóricamente el depósito de la fe: no les ha bastado la teoría y, en la práctica, han abandonado la fe.
"¿no lo hacían perjudicando conscientemente el núcleo de la fe poniéndolo en manos de heterodoxos que nos han dejado con una sola trinchera?"
Hay muchos obispos en la Iglesia y cada uno ha actuado a su manera. Yo diría que, en algunos, como los citados Juan Pablo II, B XVI, etc., era evidentemente inconsciente, una influencia de la época que ellos mismos no notaban o quizá experimentaban como debilidad ante fuerzas que les superaban, no lo sé. En otros, también evidentemente, era algo consciente: les molestaba la fe y querían cambiarla. Otros muchos tienen la mente destruida por una malísima formación y no se enteran de nada. Y distintas mezclas de unos y otros. No sé, creo que en eso en particular no se puede generalizar.
En todo caso, quede usted en su rama como yo en la mía.
En la crisis espantosa que padece la Iglesia, escindida entre Autoridad y Verdad, entre Magisterio y Tradición, cada cual nos agarramos a la desesperada. Cuando hay un eclipse, todos estamos a la sombra.
Hasta que Autoridad y Verdad, como Magisterio y Tradición, vuelvan a la unidad.
Feliz domingo vigésimo primero después de Pentecostés.
"Yo diría que, en algunos, como los citados Juan Pablo II, B XVI, etc., era evidentemente inconsciente"
Totalmente. Lo que pasa es que creo que ellos eran parte del problema. Sin ir más lejos, pongo como ejemplo el famoso discurso en Ratisbona de BXVI. Los mahometanos se pusieron a quemar iglesias y a quejarse y el, en vez de mantenerse en su posición, pidió perdón y se puso a rezar hacia la Meca con un imán.
Son todas las que están, pero no están todas las que son. Como, por ejemplo, otra que se me ocurre ahora, después de haber leido eso versículos tumbativos de Marcos 7 (gracias) "Nunca te rindas; invoca al Señor que siempre acudirá en tu auxilio".
(No quería comentar más en este blog por razones que prefiero no hacer públicas, pero es que esta es divertida...)
"Jordi, el texto "sinodal" del que te burlas es una cita de una homilía de San Isaac de Siria, reconocido como Padre de la Iglesia"
Sí, ha sido una polémica de las típicas de redes sociales: una tormenta en un vaso de agua.
De todas maneras, conviene decir que los del sínodo han tomado un texto poético, como era esa cita de San Isaac, y lo han puesto sin más como parte de un documento que no lo es. Eso es una metedura de pata, porque la precisión que se exige en cada género literario es diferente. Lo mismo sucede en la encíclica Laudato Sí, en la que se mezclan, sin orden ni concierto, expresiones metafóricas y otras literales, lo que lleva inevitablemente a la confusión, como ha sucedido en esta ocasión.
No creo que haya que hacer mucho caso a Pablo Pedro, que tiene toda la pinta de ser uno de los trolls residentes, para nuestra desgracia, en el portal. No he borrado aún sus comentarios porque dudo si es uno u otro de esos trolls habituales, pero tengo pocas dudas de que es uno de los dos más pesados.
El problema de los trolls es que la verdad no les importa, buscan atención, meter cizaña, quedar por encima, etc. Este en cuestión sabe perfectamente que aquí nadie ha negado el Magisterio. Cualquiera con ojos en la cara ve que en el mismo artículo se da por supuesto que el Magisterio puede cambiar tradiciones no irrenunciables (que por eso precisamente son no irrenunciables), pero que a la vez eso no quiere decir que haga bien al cambiarlas. La tesis fundamental del artículo es precisamente que esa acumulación masiva de cambios que, uno a uno, podían ser admisibles, en la práctica ha hecho posible que el catolicismo quedara arrasado en medio mundo, porque ha dejado a los católicos sin defensas (algo que es muy difícil de negar).
No sirve de nada discutir con ellos, porque no quieren discutir racionalmente, lo que quieren es otra cosa.
Lo que yo he dicho en mi anterior comentario lo dice con un claro ejemplo el cardenal Müller en su carta al cardenal Duka:
"San Ignacio de Loyola invita a sostener que es negro lo que nosotros vemos blanco si la Iglesia jerárquica así lo determina. Pero san Ignacio no nos invita a creer, fiados en el Magisterio, que es blanco lo que el Magisterio mismo nos dijo antes, y de forma definitiva, que era negro".
No obstante, Jesús nos dice; “ Ha venido el Día…Ha venido la Misericordia” (San Nicolás). En la gran Trinchera se encuentra María, Conduciendo la batalla, derribando al enemigo hasta aniquilarlo. Sólo a María le ha sido confiada la Misión de pisar la cabeza del dragón.
Pisa al dragón cuando pone de manifiesto los límites de una ciencia que se autodestruye, paralizada por sus contradicciones, envenenada por el irracionalismo-nihilista-ateo. Ciencia incapaz de alcanzar las realidades profundas del universo, del cual sólo conoce las manifestaciones empíricas de una realidad que se le escapa, de la que ignora los últimos fundamentos ontológicos.
A pesar de su agnosticismo, cree en la firmeza de leyes y principios universales determinados por métodos empíricos, no como verdades de razón evidente, al modo de las matemáticas, o de los principios filosóficos de identidad y de no contradicción.
Tales leyes, como la de la gravedad, el principio de inercia, la energía cinética, o la velocidad de la luz, están sujetas a causas profundas que la ciencia ignora, por lo cual la estructura actual del cosmos es transitoria, pudiendo adquirir otras conformaciones, ya en los tiempos remotos, ya en los futuros. Un universo sideral aplanado, en vez de esférico es posible; irregular al modo de las tierras continentales, islas y océanos; armónico al modo de los árboles, animales, o del cuerpo mismo del hombre.
No se trata del derrumbe de la ciencia, sino de los prejuicios escépticos-ateos que la vician y paralizan hasta su autodestrucción, para dar paso a su Conversión a la Sabiduría Sacra del Creador.
Las Virgen alumbra la Iglesia, la humanidad y el cosmos desde la Trinchera de Luz de su Aurora, Luz de la Gloria de Cristo que se Manifiesta.
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Oiga, ¿eso lo dice la Virgen o es que usted ha tenido una mala digestión antes de escribir ese comentario?
Lo del universo sideral aplanado mola un montón.
Es la ciencia quien se autodestruye, se invalida, al reconocer la precariedad de las verdades establecidas. La ciencia carece de fundamentos racionales evidentes para afirmar la validez absoluta de las leyes, principios y magnitudes que sostienen la estructura actual del universo. Por consiguiente, ignora la realidad trascendente de sus conocimientos, a los que asigna sólo valor empírico, pero implícitamente pretende sostener como necesarios.
Existe necesariamente una realidad ontológica que determina las condiciones físico-biológicas del universo, es decir, las leyes, principios y magnitudes propias de su estructura transitoria que tiende a renovarse de más en más hacia formas de mayor perfección cósmica, conforme al plan del Creador.
Hoy conocemos la situación estructural de un cosmos sometido a las consecuencias del pecado original, esto es, perturbado en su “armonía primitiva” (Pío XII); cosmos “sometido a la esclavitud del pecado contra su voluntad, que espera participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios” (Rom 8).
Por lo tanto, no niego la realidad del cosmos tal como la ciencia la ha determinado con método de investigación admirable por su tenacidad e ingenio; sí afirmo de modo absoluto que la actual estructura del universo físico-biológico determinada por la ciencia es de carácter transitorio en camino hacia estructuras más perfectas “porque si lo que era transitorio se ha manifestado con tanta gloria, ¡cuánto más glorioso será lo que es permanente! Animados con esta esperanza, nos comportamos con absoluta franqueza... reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen de gloria en gloria, por la acción del Señor, que es Espíritu” (II Cor 3, 11-12, 18).
“Causa de la Aurora más resplandeciente es el Señor, Yo haré que la veáis” (Mensaje de la Virgen en San Nicolás). Que la ciencia despierte de su sueño de crisálida y sepa elevarse hacia la sabiduría de Dios que resplandece: “Ha venido el Día ¿Y no lo ven? Ha venido la Misericordia ¿Y no la aceptan” (Mensaje de Jesús en San Nicolás).
A lo mejor es un efecto adverso de la inoculación.
Qué difícil, en todo caso, rezar a la vez por la gacela que sufre bajo las garras del león, y por la salud y prosperidad de este último, y el cese del hambre ya en la población leonina.
Se están autorrefutando por el absurdo. Q.E.D.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
Me pregunto si el tercer secreto de Fátima no estuvo dirigido a prevenir a los Papas para que no desbaraten las trincheras, pues significativamente la Virgen le dijo a sor Lucia que el secreto debía publicarse en 1960, cosa que Juan XXIII no quiso hacer, ni tampoco los posteriores. Aparentemente Juan Pablo II dio a conocer solo una parte del secreto (pues no se explica de otro modo el terror que causó a quienes conocieron el secreto antes de ser publicado, y la decisión de los pontífices previos de no publicarlo), y encima tuvo el tupé de decir que se refería a él y el atentado que había sufrido en 1981.
Es inexplicable todo eso, como también las reiteradas negativas a responder al pedido de la Virgen de consagrar con todos los obispos a Rusia su Inmaculado Corazón. La Virgen quiso prevenirnos de caer en todos estos males, pero no quisimos recibir su maternal auxilio. Y sin embargo parecería que aún esta tendido su brazo, esperando nuestra respuesta, porque prometió que al final triunfará su Inmacumado Corazón.
Ignoramos qué elementos del cosmos determinan las leyes, principios y magnitudes de su estructura, pero estamos ciertos que radican en lo profundo de su realidad, es decir, en el núcleo ontológico. Referirnos al ser contingente último del universo es orientarnos hacia el acto creador, lo cual implica la conversión de la ciencia a la Verdad de la Revelación.
Allí, en lo profundo del ser creado, éste participa de la inteligibilidad de la Sabiduría divina que lo sostiene con su Poder y lo gobierna con su Providencia. Es en esta su participación donde reside su necesaria e ininterrumpida dinámica que impulsa a la estructura del cosmos a transformarse de perfección en perfección en su camino inconmensurable hacia el Fin último.
Ningún ser contingente, ángel, hombre o cosmos, permanece estático en sí mismo, pues el Discurso del Creador puede serle participado sólo de modo progresivo. De aquí la dinámica esencial de la Creación. Por ende del universo cósmico, cuya conformación o estructura físico-biológica es impulsada necesariamente a una constante renovación por formas más perfectas participadas por la Fuente ontológica de su existencia.
El universo es un jardín en pleno desarrollo que a través de sus procesos inauditos e inacabables ofrece al Creador las flores y frutos maravillosos de una más plena y creciente liturgia cósmica de honor, gratitud y gloria.
Sea la ciencia capaz de comprender y explorar bajo la luz de la Fe en la Revelación la magnificencia del dominio que la convoca.
Gracias por contar su experiencia. Ánimo: Si los hombres fallan, eso no es razón para desesperar, sino para poner los ojos en el cielo. En la Iglesia no seguimos a meros seres humanos, sino a Cristo Jesús, el Verbo encarnado, que no puede fallar nunca. Hay tormentas y nos parece que Jesús está dormido en la barca, pero Él sabe muy bien lo que hace. Oremos, como oraron entonces los apóstoles: sávanos, Señor, que perecemos. Y nuestro Señor, con solo una palabra, hará que amaine el viento, se abata la tormenta, salga el sol y nos avergoncemos de no haber confiado en Él.
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