Esto lo arreglamos entre todos
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Pensar que este mundo enfermo
lo arreglamos entre todos
es creer que muchos ciegos
ven más que solo unos pocos.
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Periódicamente reaparece en la Iglesia la vieja tentación del pelagianismo, es decir, la tentación de creer que la solución de nuestros problemas está en las fuerzas humanas. Es una tentación que, según las épocas, se reviste de ropajes diferentes a la moda del momento, siempre vistosos: desde las fraternidades universales al margen de Cristo o las emergencias ecológicas hasta la idea de que el rey o el Papa lo arreglarán todo, la buena voluntad, el “cada día un poquito mejores” o el “tenemos que hacer algo".
No es que esas cosas sean malas en sí mismas, claro. Al contrario. Si, por ejemplo, uno se lleva bien con los budistas de la casa de al lado, no tira basura en el campo, le ha tocado un Papa estupendo o se esfuerza todos los días por ir controlando sus defectos, fantástico. Lo malo es pensar que eso es lo importante y que ahí está la solución a nuestros problemas. Es decir, el problema está en pensar que eso es lo que va a arreglar el mundo, va a arreglar la Iglesia y nos va a arreglar a nosotros o, dicho cristianamente, en pensar que todo eso es lo que nos salva, porque solo Dios puede salvar. Cualquier cosa que pongamos en el lugar de Dios se convierte en un ídolo.
La realidad es que tenemos una herida mortal en lo más profundo de nuestro ser y todos esos remedios caseros, por buenos o prácticos que resulten en ocasiones, no pueden curarnos. Necesitamos, literalmente, milagros, que solo pueden venir del cielo. La fraternidad meramente humana no le llega a la altura del betún a ser hijos de Dios por el bautismo; toda la ecología del mundo no debe hacernos olvidar que la representación de este mundo se termina y nuestra patria no está aquí; los reyes y Papas pasan y, además, incluso los mejores de ellos están tan necesidados de conversión y redención como nosotros; la buena voluntad está herida por el pecado original, solo es buena a ratos o hasta que las cosas se ponen difíciles y, si no está ciega, al menos es corta de vista; el “cada día un poquito mejores” nunca alcanza a llevarnos al cielo ni a transformarnos a imagen de Cristo, y el “tenemos que hacer algo” suele hacernos olvidar que quien lleva las riendas es Dios y no nosotros.
Sin mí no podéis hacer nada, dice el Señor. Esta lección parece muy sencilla, pero lo cierto es que necesitamos la vida entera para aprenderla y creérnosla de verdad. Estamos llamados a algo imposible, que es ser como Cristo e ir al cielo, y todos nuestros esfuerzos, por sí solos, no bastan para ello. Por fortuna, como también dijo el Señor, es imposible para los hombres, pero no para Dios. La gracia lo puede todo, esa es nuestra esperanza.
46 comentarios
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Vivimos en un mundo que se muere. La civilización occidental cristiana, que durante dos milenios transformó por completo la historia de los hombres, se encuentra hoy en franca decadencia y, salvo milagro, se vislumbra ya su práctica desaparición. Ante un panorama tan desolador, este libro nos ofrece cuatrocientos epigramas, o frases cortas e incisivas en verso, que se dejan de tonterías y van directamente al grano.
Epigramas para un mundo que se muere refleja una visión profundamente cristiana que a la vez lamenta lo perdido, critica sin piedad los males y errores de nuestro tiempo y ofrece una esperanza firme. Gobiernos indignos, filosofías modernas, cristianos acomodados, clérigos desnortados y tantas otras lacras de nuestro tiempo reciben punzantes (y merecidos) dardos, pero sin caer en el pesimismo o la desesperanza ni perder el saludable buen humor. ¡Citable diez veces al día!
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Tienes razón: "Cualquier cosa que pongamos en el lugar de Dios se convierte en un ídolo" y consecuentemente genera una ideología que por su origen será falsa.
Veamos Verutatis Splendor 106 segunda parte "La descristianización, que grava sobre pueblos enteros y comunidades en otro tiempo ricos de fe y vida cristiana, no comporta sólo la pérdida de la fe o su falta de relevancia para la vida, sino también y necesariamente una decadencia u oscurecimiento del sentido moral: y esto ya sea por la disolución de la conciencia de la originalidad de la moral evangélica, ya sea por el eclipse de los mismos principios y valores éticos fundamentales. Las tendencias subjetivistas, utilitaristas y relativistas, hoy ampliamente difundidas, se presentan no simplemente como posiciones pragmáticas, como usanzas, sino como concepciones consolidadas desde el punto de vista teórico, que reivindican una plena legitimidad cultural y social".
Llama la atención que ese párrafo de Veritatis Splendor es el perfecto antídoto del optimismo ingenuo y buenista que se extendió en la época conciliar y posconciliar con nefastas consecuencias para la Iglesia. Lejos de ser cierto que ya los hombres modernos "por sí solos" condenan el mal y lo contrario a la ley de Dios, lo cierto es que la descristianización ha oscurecido su sentido moral y ya no son capaces de percibir incluso males gravísimos que están destruyendo nuestro mundo.
Veritatis Splendor es una obra completa sobre el bien y el mal, por lo tanto de una actualidad "terrible", una voz que clama en el desierto de la modernidad, allanen los caminos al Señor.
Por ejemplo, en el inicio del documento:
Venerables hermanos en el episcopado, salud y bendición apostólica.
El esplendor de la verdad brilla en todas las obras del Creador y, de modo particular, en el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 26), pues la verdad ilumina la inteligencia y modela la libertad del hombre, que de esta manera es ayudado a conocer y amar al Señor.
Por esto el salmista exclama: «¡Alza sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor!» (Sal 4, 7).
Jesucristo, luz verdadera que ilumina a todo hombre
1. Llamados a la salvación mediante la fe en Jesucristo, «luz verdadera que ilumina a todo hombre» (Jn 1, 9), los hombres llegan a ser «luz en el Señor» e «hijos de la luz» (Ef 5, 8), y se santifican «obedeciendo a la verdad» (1 P 1, 22).
Mas esta obediencia no siempre es fácil.
Debido al misterioso pecado del principio, cometido por instigación de Satanás, que es «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8, 44), el hombre es tentado continuamente a apartar su mirada del Dios vivo y verdadero y dirigirla a los ídolos (cf. 1 Ts 1, 9), cambiando «la verdad de Dios por la mentira» (Rm 1, 25); de esta manera, su capacidad para conocer la verdad queda ofuscada y debilitada su voluntad para someterse a ella.
Y así, abandonándose al relativismo y al escepticismo (cf. Jn 18, 38), busca una libertad ilusoria fuera de la verdad misma".
Hay algo o alguien hoy 2023 que coincida con la descripción...
"Aviso para navegantes: ya esta a la venta el "Evangelio 2024 con el Papa Francisco" ciclo B de la editorial Edibesa".
¿La idea es que los navegantes naufraguen o lleguen a buen puerto? Si es esto último, buscaré mejor un Misal sin comentarios de este Papa tan 'creativo'.
Jorge Cantu: es usted muy libre de elegir el misal que prefiera. No le voy a criticar. El evangelio de la editorial san Pablo es similar al de la editorial Edibesa. Pero yo prefiero el de la editorial Edibesa porque esta publicado por la Orden de Predicadores aunque el Santo Padre haya elegido el nombre de Francisco. La aportacion del Papa al evangelio es lo unico original respecto a la edicion del 2021. Lo que me parece mas instructivo es la Cultura Basica Cristiana del final del libro. Yo me voy a comprar el ejemplar en tamaño grande por 4.50€ porque ya padezco presbicia. Del mismo modo no piuedo seguir leyendo la Biblia Nacar-Colunga y me tengo que pasar a la Biblia de Jerusalen que tiene la letra mas grande. Antes de enseñar una teologia mas profunda hay que empezar por lo mas básico creo yo.
Que pasen ustedes un feliz domingo.
¨Siempre la Iglesia se opuso a estos errores. Frecuentemente los condenó con la mayor severidad. En nuestro tiempo, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas. No es que falten doctrinas falaces, opiniones y conceptos peligrosos, que precisa prevenir y disipar; pero se hallan tan en evidente contradicción con la recta norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres, aun por sí solos, están propensos a condenarlos, singularmente aquellas costumbre de vida que desprecian a Dios y a su ley, la excesiva confianza en los progresos de la técnica, el bienestar fundado exclusivamente sobre las comodidades de la vida.¨¨
Nunca he entendido como se pudo abrir un Concilio de la Iglesia Católica con un discurso en el que parece que NO SE CONOCE de las consecuencias del pecado original y de los pecados personales, y el porque de la Encarnación, Muerte, Resurrección y Creación de la Iglesia .( Arrancarnos de las manos de Satanás).
Hasta los filósofos saben que la ayuda efectiva es una praxis y no un concepto. Sólo Dios es Todopoderoso.
"Si vas a confesarte y le dices al cura que has pecado contra la fraternidad universal..."
En mi localidad existe desde hace unos 40 años una especie entre secta, negocio, instituto de 'capacitación' llamada "La Gran Fraternidad Universal" de corte 'New Age' (cursos y talleres de yoga, vegetarianismo, gnosticismo, religiones orientales, reiki, técnicas de relajación, poder de los cristales, etc.) está adscrita a la masonería local.
Llevando muchos años casado tengo un amante de toda la vida que mi mujer lo tolera, que es el lenguaje y odio que lo prostituyan.
El problema es ese. Que la Iglesia ha ido copiando de a poco las ideas masónicas. Hasta el punto de promover una fraternidad sin una paternidad común. Es tremendo
Yo veo a la Iglesia tan enferma o más que el mundo y creo que sí, que esta Iglesia necesita arreglo y que entre todos, con Dios trabajando el primero, podemos arreglarla. No nos pertenecemos. El Señor nos hizo y somos suyos. Cuando hacemos el uso de nuestra libertad para hacer el bien es Dios quien obra a través de nosotros. En Dios está el querer y el obrar.
Efectivamente, hay muchos ciegos voluntarios, pero también quedan algunos que reciben la luz del Señor y no se cansan de predicar la Verdad y la Belleza de Dios. Infocatólica, Infovaticana, el padre Santiago Martín y otros.
Dices que la solución de nuestros problemas no está en las fuerzas humanas. Voy a poner un ejemplo. Uno de tus lectores tiene un fuerte dolor de estómago. Acude a las urgencias de un hospital y allí un médico lo examina. Tras varios análisis, el doctor diagnostica que padece una grave infección y le suministra las medicinas y el tratamiento con los que recupera la salud. Esta persona supera la enfermedad gracias a la ciencia de la medicina y a que existe un hospital cerca de su casa. Y por encima de todo, porque Dios desea que siga viviendo. Aun acudiendo al hospital, podría haber muerto. Si no va al hospital porque no quiere o no puede ir, lo más probable es que fallezca, siempre que Dios no desee mantenerla viva.
A Dios el pecado lo ofende. No desea que el hombre peque ni dentro de la Iglesia ni fuera. Cada sacerdote es un “alter Christus” y cada obispo un sucesor de los apóstoles. De momento, no se te puede culpar por haber encubierto los actos y las palabras de la jerarquía eclesiástica que dañan a la Iglesia. Todo lo contrario. Eres de los muy pocos que alzan la voz y denuncian.
Tú eres sólo un seglar que ha estudiado teología y que, después de atender a tu trabajo y cuidar a tu familia, te dedicas a alabar y a bendecir al Señor también con las teclas de tu ordenador. Entre otros muchos asuntos y con ese mismo fin, escribes unos artículos sobre los disparates de sacerdotes, obispos, monjas o teólogos que aparecen en los periódicos.
Sin ser San Agustín o Santo Tomás de Aquino, escribes siempre con un absoluto respeto a la Tradición, a la Escritura y al Magisterio. Sin embargo, el cardenal Marx, el arzobispo Batzing o sor Lucía Caram, entre muchos otros, los contradicen y dañan a la Iglesia. Una parte del arreglo está en tomar medidas, en sancionar y expulsar a los rebeldes. Una parte del problema, del desarreglo, está en callar, consentir y alentar la disidencia. Y Dios pone en nuestra voluntad el querer el bien y rechazar y castigar el mal. En nuestro entendimiento y voluntad actúa Dios.
Las declaraciones televisivas de esta monja dominica contra la virginidad de la Madre de Jesús y a favor del sacramento matrimonial para las parejas homosexuales no pueden agradar al Señor, pues lo ofenden.
En mi opinión, la Iglesia no debiera limitarse a pensar “con nuestras fuerzas no podemos hacer nada”. Se puede y se debe limpiar la Iglesia de sacerdotes, monjas y obispos herejes y en manifiesta desobediencia y rebeldía. Esto no iría contra la confianza en la guía del Espíritu Santo. Dios lleva las riendas de todo, pero a los lobos y pirómanos, hay que detenerlos. A los asesinos hay que detenerlos. No es mejor el mundo o la Iglesia con asesinos sueltos.
San Agustín.
O en forma más popular:
"A Dios rogando y con el mazo dando"
Ciertamente todo es un regalo de Dios, pero debemos aceptarlo y actuar en consecuencia.
Hay muchas cuestiones individuales que no se pueden repartir y si un emigrante es un genio tampoco puede repartir su genialidad con sus benefactores, que se valdrán de ella como un trofeo. En eso se basa la filantropía que es la derivada natural de la fraternidad universal.
"Hasta el punto de promover una fraternidad sin una paternidad común"
Muy bien dicho. Así queda patente el absurdo de estas ideas.
"es el lema de una campaña de Zapatero del 2008"
Hay políticos que se caracterizan por una habilidad especial para defender orgullosamente todo lo malo.
"el lenguaje y odio que lo prostituyan"
Lo mismo le pasaba al profeta Isaías: ay de los que llaman bien al mal y mal al bien.
"De hecho la encíclica "Fratelli tutti" trata de eso, de promover la fraternidad universal"
De esa encíclica ya hablamos hace tiempo, en el artículo Fratelli tutti: una misión imposible.
Es decir Dios puede hacer con nosotros, con nuestra colaboración cualquier empresa, y no solo con los bautizados.
Es decir participando del Amor de Dios podemos ayudar a la conversión de cualquier persona en el mundo, o de cualquier otra necesidad que tenga.
Pues es El el que nos inspira por quién debemos orar, o a quien debemos ayudar economicamente o de otra manera.
«Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe» (Gálatas 6:10)
El fin último de la Iglesia es la salvación, la vida eterna. Pero la Iglesia peregrina no puede estar manga por hombro, con dos o tres escandalazos cada día, que nos entristecen y alimentan nuestro morbo a la vez, sin que los obispos no pongan fin ante tantas aberraciones. No puede ser que muchos de millones de personas pongan su sacrificio y su buena voluntad, herida por el pecado, para cuidar veinticuatro horas a un familiar enfermo, para sacar adelante a su familia, hacer bien su trabajo, una labor humanitaria, unos estudios, unas buenas amistades, su ayuda en la Iglesia, etc. Entretanto, los cuatro gatos que están en la selecta cúspide eclesial, con una formación excelente en la mayoría de los casos, se muestran incapaces por los motivos que sean, de recordar que tienen un mandato divino de ejercer el gobierno de sus diócesis en nombre de Cristo.
Fratello: Non sapevo che protestanti e ortodossi negassero la trasmissione del peccato originale. In questo modo distruggono la Redenzione in Cristo.
Puoi approfondire un po' questo aspetto?
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