Preguntas sobre el instinto para el error
Hay personas que tienen un instinto certero para acertar casi siempre, como Santo Tomás, y otras que parecen tener el instinto contrario, como Mons. Vinzenzo Paglia. Por supuesto, esto constituiría una simple desgracia personal y no sería tema apropiado para que habláramos de él aquí, si no fuera por el gran daño que pueden hacer los errores habituales de Mons. Paglia al ser difundidos desde sus altos cargos de Presidente de la Pontificia Academia para la Vida y el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia.
El prelado acaba de decir, por ejemplo, “a propósito de los anticonceptivos”, que “el deber de los teólogos es la investigación, la reflexión teológica. No se puede hacer teología con un ‘no’ delante. Después será el Magisterio el que diga: ‘No, has ido demasiado lejos, vuelve atrás’. Pero el desarrollo teológico debe ser abierto, para eso están los teólogos”.
Si no fuera por la amarga experiencia de años, uno se asombraría al leer afirmaciones como estas en boca de un prelado y más de uno dedicado específicamente a esos temas, porque objetivamente muestran un desconocimiento absoluto de lo que es la teología y la misma fe católica. Por desgracia, hace tiempo que ya no nos sorprendemos.
Empecemos por lo más básico. ¿Qué distingue la teología católica de la que no lo es? Precisamente el hecho de basarse en la Revelación realizada en Jesucristo que, como todo el mundo sabe, está repleta de noes: no matarás, no robarás, no cometerás actos impuros, no tendrás otros dioses, no sea así entre vosotros, no maldigáis, no améis al mundo ni las cosas que están en el mundo, no os conforméis a vuestros antiguos deseos, etc. Y basarse en el Magisterio que la custodia y que, como todo el mundo sabe, también está repleto de noes. De hecho, como un testimonio irrefutable de la importancia de los noes para la teología y la vida cristiana, los dogmas se han definido siempre como negaciones de errores sobre la fe y la moral: quien diga esto… sea anatema. No se puede hacer teología católica sin empezar, como premisa, por una gran cantidad de noes.
Por supuesto, estos noes no son arbitrarios ni gratuitos. Están ahí para defender un gran sí, el de Jesucristo, en el que se han cumplido todas las promesas de Dios. Es un sí tan importante que la vida eterna depende de encontrarlo y acogerlo. En ese sentido, los noes de la Escritura la Tradición y el Magisterio son letreros que te avisan de que hay caminos que solo llevan al error y la muerte. En cambio, Mons, Paglia nos aconseja que, para conducir más cómodamente, lo que hay que hacer es prescindir de todas las señales de tráfico y, cuando inevitablemente nos hayamos despeñado por un barranco, tendremos el consuelo de que un policía nos diga: “no, has ido demasiado lejos” (en el funeral, se entiende).
Este tipo de enfoque de Mons. Paglia no es algo puramente teórico, sino que tiene consecuencias inmediatas. El propio prelado dice a continuación cosas como esta:
“Nos enfrentamos a desafíos de época: en los años sesenta, la “píldora” parecía el mal absoluto. Hoy tenemos desafíos aún mayores: la vida de toda la humanidad está en peligro si no detenemos la espiral de los conflictos, de las armas, si no desactivamos la destrucción del medio ambiente”
Es decir, el pecado mortal del uso de anticonceptivos parecía muy malo en los años sesenta, pero ahora ya no, porque tenemos cosas más importantes de las que ocuparnos, como las guerras y las armas. ¡Asombroso! ¿El ilustre prelado no ha oído hablar de la carrera armamentista nuclear, la crisis de los misiles cubanos, la guerra de Vietnam, la Revolución Cultural china, la guerra civil de Guatemala, el aplastamiento de la Primavera de Praga, la construcción del muro de Berlín, la bahía de Cochinos, la guerra de Argelia y los demás conflictos de aquella década? ¿De verdad piensa que las guerras son algo de ahora? ¿A qué viene la casi obligatoria referencia a la ecología, que es la nueva religión con la que el mundo apóstata intenta sentirse virtuoso después de haber abandonado la virtud?
Y, sobre todo, ¿qué tiene todo eso que ver con la inmoralidad del uso de anticonceptivos? Absolutamente nada. ¿No será, sospecha uno al final, que D. Vinzenzo está mareando la perdiz para no decir lo que tiene que decir sobre el asunto? Cuando pregunto a mis hijos si han hecho los deberes y ellos me hablan del buen día que hace y de lo poco que falta para las vacaciones, tiendo a pensar que hay razones ocultas para no hablar de los deberes. ¿No será que, en vez de hablar del pecado y esas incómodas enseñanzas de la Iglesia, monseñor se siente más cómodo insistiendo por enésima vez en los dogmas progresistas del momento, que son lo verdaderamente importante?
Hagamos un experimento imaginario y pongamos en práctica el método teológico de D. Vinzenzo. Digamos que un teólogo (o un fiel) reflexiona y, ¡oh maravilla!, llega a la conclusión de que los anticonceptivos son lo mejor que se ha inventado desde las sardinas en lata. Sin que para ello le haya influido nada la abrumadora presión social y carnal en ese sentido, por supuesto. Entonces llega un Papa y le dice: hijo mío, eso es incorrecto. Digamos que el teólogo (o el fiel) mansamente, abandona esa idea… hasta el día siguiente, en que vuelve a reflexionar y, como Mons. Paglia le ha explicado que nunca hay que hacer teología con un ‘no’ delante, olvida lo que le ha dicho el Papa y vuelve a llegar a la conclusión de que los anticonceptivos son lo máximo, lo más mejor y guay del Paraguay. El Papa, algo más cansado, vuelve a decirle que eso no está bien. Y él vuelve a olvidarlo al día siguiente. Y así en un bucle infinito hasta el fin de los tiempos… O hasta que llegue un Papa que se canse de decir no y diga sí, que casi parece que es lo que espera el inventor del método.
Vamos a lo esencial: ¿a dónde llevan las ideas del cardenal Paglia? Lo cierto es que no hace falta un ejercicio de la imaginación para responder a esta pregunta en la práctica, porque la respuesta es evidente a nuestro alrededor. Llevamos más de medio siglo poniendo en práctica en la Iglesia el “prohibido prohibir” y despreciando todo lo que se haya dicho, hecho y construido más allá de antesdeayer y los resultados son desoladores. La inmensa mayoría de los “católicos” no creen en la moral ni en la fe de la Iglesia y basta hablar dos minutos con ellos para darse cuenta de ello. Una gran parte de los teólogos, los sacerdotes y los obispos, a juzgar por sus declaraciones públicas, tampoco. En gran parte de las facultades de teología católica de la Iglesia se enseña a los pobres alumnos a rechazar la enseñanza de la Iglesia. Y, por tocar más de cerca lo que compete a Mons. Paglia, una serie de miembros de la misma Academia Pontificia para la Vida que él preside defienden públicamente los anticonceptivos, la eutanasia y el aborto. No es una opinión del que suscribe, sino un hecho.
Ahora bien, ¿puede esto sorprender a alguien que no sea el propio Mons. Paglia? Si se empieza rechazando conscientemente la doctrina de la Iglesia y escandalizándose porque alguien pretenda que los teólogos se ajusten a ella, ¿qué va a conseguirse más que destruir su fe y la de los fieles? Si no se parte de la revelación, ¿qué vamos a construir que no sea una casa edificada sobre arena? Cuando se ponen en duda precisamente los puntos de la moral católica más atacados por el mundo, ¿a quién se está sirviendo más que al mundo? Y sembrando esta semilla, ¿qué se cosechará más que daño y vergüenza para la Iglesia, triunfos para sus enemigos y escándalo para los pequeños y sencillos?
El instinto para acertar de Santo Tomás tendría que ver con su gran inteligencia, pero también y sobre todo con su fe, su esperanza y su caridad constantes, sus años y años de fatigoso estudio, su sentido común, su fidelidad a la enseñanza de la Iglesia, su virtud, su santidad, su amor por la Verdad y el hecho de haberse empapado de la Escritura y los padres y doctores de la Iglesia. ¿No tendrá que ver el instinto para el error, tan extendido hoy, con lo contrario?
128 comentarios
pues... ya todo cabe... Por eso es necesario estar con la vista bien puesta y el oído bien fino para no ir aceptando cualquier viento de palabras que No es La Palabra.
Y habla de todo, como otros, que ni idea tienen de qué y a quién hablan, y qué efectos producen. O con qué decoran su catedral. Un imprudente y un irresponsable en toda regla y en todo ámbito.
Pues, ahí lo tenemos: un Obispo, ni más ni menos; colocado al frente de tan delicados organismos, y dando entrevistas a diestra y siniestra con todo el peso de su puesto.
Y ahí sigue, como si nada. Porque se quiere que siga allí. En la vanguardia de la nueva teología, de la nueva iglesia. Una calamidad.
El triunfo de la filosofía griega fue un posicionamiento abierto a la verdad, aún antes de que existiera el Cristianismo, por eso siguen teniendo el peso que tienen, porque entre ellos nacieron los sofistas (Paglia) y los verdaderos filósofos (Santo Tomás de Aquino). Si Santo Tomás, gracias a Guillermo de Moerbeke y a los tratados que Averroes había dejado con sus comentarios, pudo recuperar la filosofía aristotélica y hacerla compatible con el Cristianismo es porque Aristóteles no fue Protágoras. ¿Le interesa a alguien lo que Protágoras decía como no sea como mero juego de palabras?
CF. https://es.zenit.org/2022/08/05/papa-francisco-y-la-doctrina-un-camino-y-un-arbol/
Saludos cordiales.
Esto tiene mucho que ver con lo del "amor es amor". Aquí, en esto de la contracepción, está la MADRE de muchos pecados, a saber: el divorcio, la fornicación, el adulterio o el aborto.
A partir de ahí, y como la Iglesia no habla sobre ello, se empieza a normalizar y a aceptar hasta que no se vea como pecado, que en esas estamos. Y, como hemos quitado la razón y la verdad, y la hemos sustituido por sentimientos, pues resulta que ya nada está bien ni mal. Está según se me antoje o según lo sienta.
Eso lleva a la destrucción absoluta de la fe. En la Iglesia y en la persona
¿Es lícito tomar anticonceptivos con el objetivo de regular los ciclos y las hormonas?
NO es cristiano
NO sirve a Dios
NO hay que hacerle ni repajolero caso.
San Pablo es claro. Esta gente es anatema. Ya sabemos lo que hay que hacer.
O es tradicional o es modernista. La primera está avalada por las Sagradas Escrituras. La segunda es una monstruosa herejía.
No hay términos medios. Y parece que desde hace varias décadas nos empeñamos en olvidar la tradición (en moral, en liturgia, en doctrina) y despeñarnos sin complejos por el abismo modernista.
Por que con una tasa de casi cinco hijos por mujer y la progresiva desertización del continente, el futuro de África solo es pateras, guerras y muerte.
En un país superpoblado como Ruanda, el enfrentamiento genocida entre hutus y tutsis es tan solo una mera lucha por la supervivencia, igual que en Nigeria entre pastores musulmanes y agricultores cristianos.
El uso de anticonceptivos abre la puerta a muchos males porque se entra en la resbaladiza idea del hedonismo como algo "bueno".
NO VAMOS A ACEPTAR NIGÚN CAMBIO DE LA DOCTRINA DE LA IGLESIA
Sois cañas mecidas por el viento.
Nos vais a tener en frente.
El sí lo aprenden más tarde, y si se dedican a la abnegada, generosa y entregada vida política,nos ametrallan con ráfagas de síes: Sí al aborto, sí a la eutanasia, sí al matrimonio entre seres que no pueden crear vidas,sí a confiar en nuestros amados gobernantes tan veraces ellos.
Cuando en su vertiente eclesial todo un monseñor nos sale por peteneras, yo para estar a la altura añado otro sí;
Sí, Monseñor, usted es imbécil.
Se siembra y luego se recoge. Y a tenor de los frutos, se juzga la cosecha.
Nos escandalizamos en torno a las consecuencias, los frutos del concilio, la supuesta "primavera de la iglesia" pero sin embargo a la hora de juzgar llegan los malabarismos. La estrategia de muchos parece ser negar la realidad: ¿De dónde proceden estos errores o desviaciones? Corriendo a culpar a sujetos individuales, rechazando cualquier tipo de juicio sobre "algo" que está legitimando que estos comportamientos individuales crezcan, se desarrollen, florezcan y se extiendan.
Tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias.
Y la Iglesia de hoy está llena de prelados que (por cobardía, ignorancia, falta de fe, o pura maldad) circulan por la autopista, que desemboca en el precipicio.
P. Leonardo Castellani SJ .Argentina 1899 – 1981
Como ha recordado Luis Fernando, San Pablo nos da esta regla segura. Y San Vicente de Lerins nos la explica:
“Algunos os turban y pretenden pervertir el evangelio de Cristo. Pero aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gal. 1, 7-8).
Palabras de San Pablo comentadas como sigue por San Vicente de Lerins en el antiquísimo (siglo V) Commonitorium (nº 8):
“La autoridad del Apóstol se manifestó entonces con su más grande severidad: aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo os predicase un Evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema (Gal. 1, 8).
¿Y por qué dice San Pablo "aun cuando nosotros mismos", y no dice "aunque yo mismo"?
Porque quiere decir que incluso si Pedro, o Andrés, o Juan, o el colegio entero de los Apóstoles, anunciasen un Evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema."
Lo mismo vale para cualquier sucesor de San Pedro o de los demás apóstoles, como este monseñor Paglia, o para el colegio entero de los apóstoles.
Y como dijo Castellani, el progresismo se define con una frase muy simple: falta de Fe.
No compare, hombre. Congar metió la pata abundantemente y se peleó con todo el mundo, pero era un hombre muy inteligente, que también acertó en bastantes cosas y tenía fe y un indudable amor a la Iglesia. Por otro lado, pienso que si su diario (en el que contaba la anécdota que menciona Carsten y otras muchas cosas) se hubiera publicado en vida y no póstumamente, quizá no habría recibido el capelo.
En cualquier caso, su nombramiento fue puramente honorífico, cuando era un ancianito de noventa años, un año antes de morir.
Por ejemplo cuando tuvo la honradez intelectual de reconocer la contradicción entre siglo y medio de magisterio antiliberal y las enseñanzas del Vaticano II:
"La declaración sobre la libertad religiosa dice lo contrario que muchos artículos del Syllabus de 1864".
(Yves Congar, o.p., Essais oecuméniques, ed. Centurion, París, 1984, p. 85).
"Los hombres que, como yo, son conscientes de haberse beneficiado inmensamente de la liturgia latina, encuentran difícil ver caer secciones enteras de un tesoro milenario en el abismo del olvido, del cual sólo unos pocos especialistas podrán exhumar algo por un instante.
… Las peticiones de autenticidad no son, de hecho, nuevas, y ya más de una reforma había sido emprendida por Pío X y Pío XII. Pero todavía vivíamos en el mismo antiguo edificio litúrgico. Hoy lo hemos dejado de lado y aspiramos a creaciones nuevas.
… Yo siempre he estado profundamente impresionado por este carácter específico de la liturgia de asumir la herencia viva de los siglos y de ser siempre, como un cofre que conserva toda la Tradición, “la gran didascalia de la Iglesia”.
… Oh, no nos expongamos a incurrir, dentro de sesenta años, en el reproche de haber dilapidado la sagrada herencia de la comunión católica en su desenvolvimiento a través del lento pasar de los tiempos. Mantengamos la sana conciencia de que estamos frente a una realidad que nos supera en todos los aspectos: en contenido, en altura, y en profundidad.
(Yves Congar, o.p., “Autorité, initiative, corresponsabilité”, revista "La Maison-Dieu" nº 97.1 (1969), pp. 34-57)
Muy superior a Paglia, sin duda.
Pero queda en pie que, con todo, es verosímil que Paglia sea hecho cardenal en alguna próxima hornada. Y, a diferencia de Congar, no como mero honor en puertas de la muerte.
Saludos cordiales.
Monseñor Casalotodo recuerda con tristeza el antiguo refrán "lo que destruye un necio no lo reparan veinte sabios", que llevado al coloquial español sería como "lo que rompe un gilipo....no lo arreglan veinte vivos".
El señor que comenta de métodos aceptados, creo que yerra. Pero quizá no del todo. Esa encíclica fue un muro de contención para el pervertido mundo que se avecinaba, pero tal vez haya de ser revisada a su debido tiempo. Digo tal vez, no lo sé. Si yo no tuviera sexo con mi marido, estaría utilizando lo que se sabe de concepción para no concebir, como hacían tantas parejas pasados los 40 antes de que se supiera de ciclos, pero no estaría utilizando método ninguno. Lo mismo pasa con lo que "se permite" desde esa encíclica. No parece facilitar la promiscuidad, ni la infidelidad, ni otras cosas malas de ese estilo. Las enfermedades los hacen inviables para según qué perfiles, con lo que solo se utilizan en determinados ambientes. En ese sentido, bien. Pero claramente se han empleado muy mal. Eso habrá de revisarse, creo yo. Debería, y vuelvo a lo mismo, redescubrirse y revalorarse la belleza de la castidad, así como de la confianza plena en Dios. No es lo que sugiere el protagonista del post, que claramente se posiciona con el mundo, pretendiendo, no solo conocer, sino #alterar# de un modo u otro lo que afecta a la concepción humana.
Su post, como de costumbre, en la diana. Los corazones solo los conoce Dios.
Pero a mi me parece que eso de la teología y el magisterio ya lo he oido bastante tiempo atras. Y si no mal recuerdo lo dijo Bergoglio. Si alguno lo sabe que nos saque de dudas, porque no es baladí, que sea una ocurrencia mas de PAGLIA, a que sea una repetición casi literal de una afirmación previa del amigo del Trucho.
¿Es lícito tomar anticonceptivos con el objetivo de regular los ciclos y las hormonas?"
Si. Si es lícito.
El Vaticano II es maravilloso ,y especialmente el Decreto sobre Libertad Religiosa.
Saludos
1738
1747
El derecho al ejercicio de la libertad es propio de todo hombre, en cuanto resulta inseparable de su dignidad de persona humana. Este derecho ha de ser siempre respetado, especialmente en el campo moral y religioso, y debe ser civilmente reconocido y tutelado, dentro de los límites del bien común y del justo orden público.
“Si bien la Iglesia juzga ilícito que las diversas clases de culto divino gocen del mismo derecho que tiene la religión verdadera, no por esto, sin embargo, condena a los gobernantes que para conseguir un bien importante o para evitar un grave mal toleran pacientemente en la práctica la existencia de dichos cultos en el Estado”.
León XIII, encíclica Immortale Dei (1885).
Urbel, para eso están los Papas, ni Ud. ni yo.
Y el Concilio Vaticano II es Magisterio de la Iglesia Católica, le guste o no.
Y podría citar muchos pronunciamientos magisteriales similares de otros Papas sobre los deberes religiosos del poder político y la eventual tolerancia de las religiones falsas. Desde Pío VI contra la Revolución francesa hasta Pío XII casi en vísperas del Vaticano II.
Pero no es el asunto del artículo comentado, de manera que no les aburriré con el recordatorio habitual de siglo y medio de magisterio antiliberal.
Únicamente mencionar que esta cuestión ha surgido aquí por la honradez intelectual del dominico Congar, hecho cardenal por Juan Pablo II:
"La declaración sobre la libertad religiosa dice lo contrario que muchos artículos del Syllabus de 1864."
Le comento, después del Concilio hubo Papas; parece que no se da cuenta. Tan Papas como los otros.
Entonces deje a los papas que sean intérpretes del Magisterio, y no se erija Ud en intérprete.
Lutero y todos los errados se erigieron ellos, en forma personal , en intérpretes de las Escrituras, del Magisterio y de la Tradición, apostólica, y se hundieron en esa presunción, al arrogarse prerrogativas que en absoluto les competían.
Y siempre , contnuamente, repetían la palabra de la escritura: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
Saludos
Por eso cito y me remito al Magisterio de siglos, que nos explica o interpreta la Escritura y la Tradición.
No, a diferencia de Lutero, a mi propia interpretación de la Escritura.
Tampoco confundo el Magisterio con lo que en cada momento enseña el Papa de turno. Lo cual es la muerte del verdadero Magisterio. O la Tradición devorada por el falso Magisterio.
“Si bien la Iglesia juzga ilícito que las diversas clases de culto divino gocen del mismo derecho que tiene la religión verdadera, no por esto, sin embargo, condena a los gobernantes que para conseguir un bien importante o para evitar un grave mal toleran pacientemente en la práctica la existencia de dichos cultos en el Estado.”
(León XIII, encíclica Immortale Dei, 1885).
"... la Iglesia juzga ilícito que las diversas clases de culto divino gocen del mismo derecho que tiene la religión verdadera ..."
¿Qué ulterior interpretación necesitan estas palabras para que los fieles podamos entenderlas y adherir a ellas?
" ... no por esto, sin embargo, condena [la Iglesia] a los gobernantes que para conseguir un bien importante o para evitar un grave mal toleran pacientemente en la práctica la existencia de dichos cultos en el Estado."
¿Qué ulterior interpretación necesitan estas palabras para que los fieles podamos entenderlas y adherir a ellas?
El Magisterio no es una forma de despotismo que afirma hoy lo que niega mañana y exige ayer y hoy el mismo asentimiento pero en favor de proposiciones contradictorias.
La fe no quita la razón, como la gracia no quita la naturaleza.
También el Tribunal Constitucional acaba de afirmar "la Constitución viva" en su reciente sentencia sobre el derecho al aborto.
Lo ha hecho para inventarse un pretendido derecho al aborto que ni se reconoce expresamente en la Constitución de 1978, ni en aquella época se consideraba tal ni siquiera por los defensores de la despenalización del aborto provocado. Ni fue afirmado por el Tribunal Constitucional en su sentencia sobre la primera ley de despenalización.
¡Pero la Constitución está viva!
El Magisterio no es la abolición del principio de no contradicción.
Esto es, la Revelación hecha por Dios a los hombres no terminó con la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo a los cielos sino que, venido el Espíritu Santo sobre los Apóstoles en Pentecostés, se prolongó hasta la muerte del último de ellos (San Juan, según la Tradición).
"La Revelación que constituye el objeto de la fe católica no quedó completa con los Apóstoles" (proposición nº 22 condenada por San Pío X en el decreto Lamentabili (1907) contra los errores de los modernistas).
Esto es, de nuevo, pertenece a la fe católica que, a la muerte del último de los Apóstoles (San Juan, según la Tradición), el Espíritu Santo había llevado a la Iglesia hasta "la verdad completa" (Jn 16, 13).
Desde entonces no cabe ninguna novedad sustancial en el depósito de la fe confiado a la Iglesia. Nada sustancialmente nuevo que el Espíritu Santo nos dé en cada momento.
Únicamente cabe el progreso homogéneo, orgánico y accidental en el conocimiento y exposición del depósito de la fe, "solamente en su propio género, es decir, en el mismo dogma, en el mismo sentido, en la misma sentencia" (Commonitorium de San Vicente de Lerins, citado por el Concilio Vaticano I en la constitución Dei Filius -1870- y por San Pío X en el Juramento contra los errores del modernismo -1910).
No cabe, por lo tanto, negar lo que antes se afirmó ni afirmar lo que antes se negó. Únicamente progresar en el sentido de mayor claridad y precisión. Nunca en el sentido inverso de mayor oscuridad y confusión.
Sigue interpretando privadamente. Ud. habla como si fuera el Papa.
Y no se da cuenta de QUE NO LO ES .
Saludos
85.- "El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido ENCOMENDADO SÓLO AL MAGISTERIO VIVO de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo" (DV 10), es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma.
86.- "El Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser creído" (DV 10).
87.-. Los fieles, recordando la palabra de Cristo a sus Apóstoles: "el que a vosotros escucha a mi me escucha" (Lc 10,16; cf. LG 20), reciben con docilidad las enseñanzas y directrices que sus pastores les dan de diferentes formas.
"La fe en Cristo no es un paquete de ideas en que creer sino un camino que recorrer" (papa Francisco).
Pero la fe recae sobre verdades que debemos creer. Y el depósito (o "paquete") de esas verdades no cambia.
O en su homilía del 11 de octubre de 2022 con motivo de los 60 años de la apertura del concilio Vaticano II:
"Hermanos, hermanas, volvamos al concilio que ha redescubierto el río vivo de la Tradición en lugar de estancarse en las tradiciones."
Pero las aguas de un río vivo fluyen sin cesar.
Como en la célebre máxima de Heráclito, no es posible bañarse dos veces en las mismas aguas de un río.
Mientras que la Revelación terminó con la muerte del último de los apóstoles.
Librepensador no, Farias, pero pensador sí: la fe no quita la razón, como la gracia no quita la naturaleza.
El tiempo no tiene ninguna incidencia directa e inmediata sobre el objeto ni sobre el acto del Magisterio, que es siempre vivo.
El objeto del Magisterio es la Revelación y su acto consiste en proponerla, conservándole siempre el mismo sentido, incluso cuando da del mismo una comprensión más clara y precisa.
Claro que, como recuerda el ordinal 87 del CIC, la docilidad es premisa clave para ello.
Se lo digo con el afecto de una hermana suya en la fe: si usted quiere de verdad conocer a "Yo soy" y su asombrosísima y continua novedad en todas sus facetas (en lo insuficiente, claro está, que es aquí el verbo "conocer"), tiene que ponerse en la posición contraria: yo (Urbel, Lucía, Perico de los palotes) "YO NO SOY".
*Tips de discernimiento: "Satanás puede ponerse el manto de la humildad, pero no es capaz de vestir el manto de la obediencia” (Santa Faustina – Diario 939).
"421 El Concilio Vaticano II ha comprometido a la Iglesia Católica en la promoción de la libertad religiosa. La Declaración « Dignitatis humanae » precisa en el subtítulo que pretende proclamar « el derecho de la persona y de las comunidades a la libertad social y civil en materia religiosa ». Para que esta libertad, querida por Dios e inscrita en la naturaleza humana, pueda ejercerse, no debe ser obstaculizada, dado que « la verdad no se impone de otra manera que por la fuerza de la misma verdad ».857 La dignidad de la persona y la naturaleza misma de la búsqueda de Dios, exigen para todos los hombres la inmunidad frente a cualquier coacción en el campo religioso.858 La sociedad y el Estado no deben constreñir a una persona a actuar contra su conciencia, ni impedirle actuar conforme a ella.859 La libertad religiosa no supone una licencia moral para adherir al error, ni un implícito derecho al error.860".
En esta cita vemos. claramente, cómo la Iglesia reconoce la libertad de conciencia con que cada hombre debe buscar la Verdad y a la vez reconoce que sigue siendo objetivamente inmoral, adherirse al error.
¿Dónde se reconoce en el Compendio que usted cita que, no obstante, esos demás cultos pueden ser pacientemente tolerados por el Estado?
El Compendio es muy gordo pero no suficientemente como para reproducir estas palabras de León XIII en la encíclica Immortale Dei (1885).
Usted. en varios comentarios, está afirmando que sabe más que todos los Papas post Concilio y que el propio Concilio.
¿ No es un poco mucho?
No se diferencia en nada en las rotundas afirmaciones de Lutero Hus, Wicleff, los Jansenistas y cuanto se golpearon contra el aguijón de la Iglesia.
Ud. se quiere erigir como un peñón solitario, como un faro, contra quienes el Señor puso como los Maestros de la Iglesia.
Hágase un análisis de orgullo, verá que tiene alta esa bilirubina.
Saludos
Más incómoda es la posición de quienes se fían en cada momento a las aguas vivas del río vivo de la Tradición viva interpretada por el Magisterio vivo.
Tanto Lucía Victoria como Farias me tienen por soberbio u orgulloso. Yo pecador no digo nada sobre las virtudes o pecados de ustedes.
En cuanto al post. ¿Es realmente necesario un tocho tan largo para decir que Paglia es un cretino?
"Pá mí que no.
Es un desarrollo posterior en la misma línea.
Sigue sin ser moral la indiferencia entre el error y la verdad. Que es de lo que se trata.
La libertad religiosa, según el Vaticano II, es libertad para que la conciencia pueda buscar la Verdad y adherirse a ella, no libertad para adherirse al error.
La cuestión es que sin libertad de coacción de la conciencia respecto al poder civil, no es posible buscar y adherirse a la verdad.
Naturalmente nosotros sabemos que la religión verdadera es la religión católica, como el concilio también dice, pero para hacer llegar esa verdad a los demás se requiere esa libertad.
Si León XIII dirigiera ese párrafo a todos los gobernantes del mundo, como cada cual diría que la religión verdadera es la propia de su país y no permitiría ninguna otra, a sus súbditos les resultaría imposible la libertad de conciencia que les permitiría descubrir que la religión verdadera es la católica.
Es por un bien mayor que todos deben tener libertad de coacción para poder buscar la verdad y adherirse a ella, aunque para ello haya que tolerar que muchos no la busquen y prefieran el error.
Que el Magisterio está al servicio de la Palabra de Dios no significa que el Magisterio deba de ir adecuándose a la Palabra de Dios porque esta se pueda interpretar de formas distintas, sino simplemente eso, que está al servicio de a Palabra de Dios. Está para eso y no para otra cosa. Y como el Magisterio está al servicio de la Palabra de Dios, entonces no puede cambiar.
Farias, lo que no entiendo es: una vez que el Papa interpreta el magisterio ¿Cómo hace usted para entender lo que dice el Papa? Si usted lee el magisterio, valga el Catecismo, y usted necesita que venga el Papa a interpretárselo ¿Quién le interpreta a usted la interpretación del Papa?
Ud. se atreve a descalificar a seis papas, tratándolos de falseadores de la fe, tres de ellos santos, otro en vias y no dudo que lo mismo Benedicto.
¿ Quiere que diga que Ud. es un modelo de humildad y prudencia teológicas ( la de Pieper), ?.
Urbel, su tozudez no se basa en la gracia que lo ilumina. No me va a convencer de ello; de que Ud. es un profeta elegido por Dios para descalificar a seis Papa, miles y miles de Obispos, a más miles de teólogos y a millones de fieles..
Ud choca con la Iglesia toda y me dice que es un humilde iluminado por la Gracia, que mantiene en su alma la luz de la Iglesia de siempre.
La tradición viva que ud. dice que lo ilumina es pura abstracción.
Saludos.
En 1885 la Iglesia juzga ilícito que el Estado reconozca a los demás cultos el mismo derecho que a la única religión verdadera. Sin perjuicio de la licitud de tolerarlos pacientemente.
Desde 1965 la Iglesia afirma que todos los hombres tienen derecho a la inmunidad de coacción frente a cualquier potestad humana para profesar públicamente las religiones de su elección, sea la única verdadera o cualquier otra.
La verdad de 1885 es error en 1965. El error de 1885 es verdad en 1965. Esto es "desarrollo".
Si este pretendido derecho a la libertad religiosa fuese necesario para adherir a la verdad, que no lo es ¿cómo habrían adherido a la verdad durante los siglos de Cristiandad la muchedumbre de católicos que vivieron bajo príncipes católicos que no reconocieron ese pretendido derecho? Imposible adherir a la verdad en la España de Felipe II o en la Francia de Luis XIV.
Claro está, "desarrollo", no cambio de la doctrina.
Disculpe usted, Parménides, pero su posición casa mejor con Heráclito.
Como el asunto del artículo comentado no es éste, me he limitado a citar un texto particularmente claro y escueto de León XIII.
Pero podría citar muchos otros de León XIII y de todos los demás papas desde Pío VI contra la Revolución francesa hasta Pío XII en vísperas del Vaticano II. Varias veces los he transcrito en estas acogedoras páginas de Infocatólica. Siglo y medio de magisterio antiliberal.
Muy alta y numerosa compañía como para sentirse sólos.
Aunque, pensándolo bien, sí es el asunto del artículo comentado.
Porque, si la Iglesia pudiera desmentirse a propósito de los deberes religiosos del Estado ¿por qué no podría hacerlo, como quiere Paglia, a propósito de la ilicitud de la contracepción?
“La Iglesia ha de separarse del Estado y el Estado de la Iglesia” (proposición condenada en el Syllabus, 1864).
“Que sea necesario separar al Estado de la Iglesia es una tesis absolutamente falsa y sumamente nociva” (encíclica Vehementer nos, 1906).
“La peste que hoy inficiona a la humana sociedad … juzgamos peste de nuestros tiempos al llamado laicismo con sus errores y abominables intentos” (encíclica Quas primas, 1925).
“El error de querer separar el Estado de la religión en nombre de un laicismo que los hechos no han podido justificar” (radiomensaje de Navidad de 1956).
¿De quién son estas palabras? ¿De espíritus radicalizados, aptos para ser internados en un manicomio?
No, los autores son por su orden: Pío IX, San Pío X, Pío XI y Pío XII. Eminente compañía.
La doctrina de la Iglesia no cambia.
León XIII afirma que la conciencia de la persona no puede ser indiferente ante la verdad y el error. Y es lo que se sigue afirmando, de toda persona, tenga poder político o no.
A lo largo de la historia los que cambian son los estados, su relación con los súbditos y sus relaciones entre sí, no la doctrina de la Iglesia, dirigida a todas las conciencias en cualquier momento de la historia y en cualquier lugar del mundo para instarlas a buscar y adherirse a la verdad.
A qué estado se refiere León XIII en 1885?
Desde luego no puede dirigirse a los gobernantes en general diciendo que deben imponer a la conciencia de los súbditos la religión verdadera, porque, por un lado, la percepción de lo que es la religión verdadera por parte del gobernante puede ser errónea (como demuestra la historia desde el imperio romano de Nerón a Afganistán) y por otro lado, la Iglesia jamás ha declarado la potestad de los gobernantes para imponer lo que consideren la verdad a la conciencia de sus súbditos. Ese tipo de cosas las dijo Lutero: cada súbdito la religión de su príncipe.
La Iglesia apela a la conciencia de cada persona para buscar la verdad y adherirse a ella, desde el siglo I hasta el día de hoy, no para la indiferencia ante la verdad.
No, en 1965 no cambió la doctrina de la Iglesia. Se sigue afirmando el deber de cada persona de buscar la verdad. Se sigue afirmando que la plenitud de la verdad solo se da en la Iglesia Católica - aunque se reconozca que en otras religiones puede haber elementos de verdad, en tanto en cuanto los comparten con la Iglesia Católica.
Simplemente se resalta que los estados no están por encima de las conciencias de los súbditos, porque la verdad no se impone por la fuerza sino que convence por sí misma y porque la conciencia debe estar libre de coacción para poder buscar la verdad, desde Inglaterra hasta China.
Que haya que tolerar también a los que no la buscan es necesario para que todos tengan la posibilidad de buscarla.
Esas citas descontextualizadas tampoco niegan estas verdades básicas que la Iglesia ha mantenido siempre.
Habría que llenar estas páginas con las citas completas de siglo y medio de magisterio antiliberal desde Pío VI contra la Revolución francesa hasta Pío XII en vísperas del Vaticano II.
Sería inadecuado en el formato de estos comentarios. Y además inútil, porque tampoco entonces concedería usted nada a la verdad de los textos.
Otro ejemplo, tomado de la encíclica Humanus genus (1884) de León XIII contra la masonería:
“Hace mucho tiempo que se trabaja tenazmente para anular todo posible influjo del Magisterio y de la autoridad de la Iglesia en el Estado.
Con este fin hablan públicamente y defienden la separación total de la Iglesia y del Estado.
Excluyen así de la legislación y de la administración pública el influjo saludable de la religión católica.
De lo cual se sigue la tesis de que la constitución total del Estado debe establecerse al margen de las enseñanzas y de los preceptos de la Iglesia."
¿Quiénes trabajaban tenazmente por semejante separación, quiénes la defendían? Los masones.
"La sociedad, por su parte, no está menos obligada que los particulares a dar gracias a Dios, a quien debe su existencia, su conservación y la innumerable abundancia de sus bienes.
Por esta razón, así como no es lícito a nadie descuidar los propios deberes para con Dios, el mayor de los cuales es abrazar con el corazón y con las obras la religión, no la que cada uno prefiera, sino la que Dios manda y consta por argumentos ciertos e irrevocables como única y verdadera, de la misma manera los Estados no pueden obrar, sin incurrir en pecado, como si Dios no existiese, ni rechazar la religión como cosa extraña o inútil, ni pueden, por último, elegir indiferentemente una religión entre tantas.
Todo lo contrario. El Estado tiene la estricta obligación de admitir el culto divino en la forma con que el mismo Dios ha querido que se le venere.
Es, por tanto, obligación grave de las autoridades honrar el santo nombre de Dios.
Entre sus principales obligaciones deben colocar la obligación de favorecer la religión, defenderla con eficacia, ponerla bajo el amparo de las leyes, no legislar nada que sea contrario a la incolumidad de aquélla."
Pero ¿Que más podemos opinar?. Está dicho todo. Y poner en solfa a Paglia hasta puede ser faltar a la caridad, porque está claro que no rige normal, serán los años que nos restan facultades, o será corto de entendederas. Sus pares deberían verlo y solucionarlo. Son quienes gobiernan la iglesia y quienes tienen que dar cuenta a Dios de lo que están haciendo con ella.
Que Dios nos ampare, porque ya…¿Que más nos puede pasar?
"Hay una sola Iglesia y por su fecundidad siempre en crecimiento, abraza una multitud cada vez mayor. El sol envía muchos rayos, pero su fuente luminosa es única. El árbol se divide en muchas ramas, pero hay sólo un tronco vigorosamente apoyado sobre tenaces raíces. De un manantial salen muchos arroyos y aunque todo tiene una única fuente, esta multiplicidad no se deseca gracias a la abundancia de sus aguas. Separen un rayo solar de la masa del sol, la unidad de la luz no evidencia el fraccionamiento. Saquen una rama a un árbol, la rama rota no podrá germinar. Corten un arroyo del manantial, el arroyo se deseca.
Lo mismo ocurre en la Iglesia del Señor. Difunde en el universo los rayos de su luz pero una es la luz que ilumina todo, unidad del cuerpo que no se divide. Extiende sobre la tierra sus ramas de poderosa vitalidad, derrama lejos sus aguas sobreabundantes. Sin embargo, hay una sola fuente, un solo origen, una sola madre.
El sacramento de la unidad, ese lazo de concordia indisolublemente coherente, es representado en el Evangelio por la túnica de nuestro Señor Jesucristo. Ella no es dividida ni rota, sino que sorteada para saber quien revestiría a Cristo, llega intacta al que se transforma en maestro. El pueblo de Cristo tampoco puede ser dividido. Su túnica, de una sola pieza, un solo tejido, es figura de la concordia coherente de nuestro pueblo, de aquellos que hemos revestido a Cristo.
Indivisible es la unidad. Un cuerpo no puede perder su cohesión ni ser dividido, ni su interior rasgado y dispersado en partes. Todo lo que se aleja del centro de la vida no puede vivir y respirar dividido en partes, ya que pierde lo esencial de su bien."
"En su oración sacerdotal, antes de la Pasión, Cristo Jesús hace un pedido para sus apóstoles y los que creerán en su palabra: que sean uno con Él, como Él y su Padre son uno, para que puedan ver su gloria (cf. 17,21.24). Cristo Jesús lo pide como precio de su sacrificio. Esta unidad es la finalidad de la Encarnación y la Redención. Es vital para nuestras almas y la Iglesia. (…) La Iglesia es Cristo difundido o Cristo propagado en sus miembros. Ella lo prolonga sumándole humanidades en las que vierte las riquezas de su gracia y por las que continúa su misión sacerdotal aquí abajo. La gracia divina que nos viene de Cristo, nos encadena a Cristo y nos hace de Cristo. Así, nosotros somos a Cristo y Cristo es a Dios. (…)
Tal es el plan de Dios que nos envuelve y los designios que quiere realizar en nosotros y por nosotros. Seremos de Cristo o no tendremos vida sobrenatural. Seremos hijos con el Verbo encarnado en el seno de la Trinidad santa o seremos excluidos del Reino de los cielos. Estas verdades no deben sólo proveer un alimento a nuestra contemplación. Ya que dirigen toda la obra divina de la Redención y de la organización de la Iglesia, deben presidir a la cooperación que nos es pedida para esta obra divina. Esas verdades tan altas están entre las más prácticas para la vida espiritual y el apostolado".
Son las personas las que tienen conciencia incluso cuando lo manifiestan socialmente.
La sociedad no es el estado.
La Iglesia sigue defendiendo que las personas tienen el deber y el derecho de buscar la verdad y adherirse a ella y manifestarlo públicamente siguiendo su conciencia.
Y naturalmente que no se trata de "preferencias" sino de buscar sinceramente la verdad.
Y desde luego que el estado no debe poner impedimentos a esa manifestación pública de culto a Dios por parte de la sociedad.
Claro que los estados no deben rechazar la religión como cosa extraña o inútil ni elegir indiferentemente una entre tantas - o convenientemente, como Enrique VIII y el anglicanismo, coaccionando a las conciencias desde el poder y poniendo obstáculos a los súbditos católicos.
Por tanto, las personas debemos tener libertad de coacción por parte del poder civil para cumplir con nuestra obligación moral de buscar la verdad, que nosotros sabemos que es la Iglesia Católica, por lo que se lo tendremos que hacer ver a los demás con los medios y la actitud que Jesucristo dispuso, persuadiendo con la palabra y el ejemplo.
Los Estados, cualquier Estado, todo Estado tiene deberes religiosos para con la única religión verdadera. Son los deberes religiosos de la comunidad política.
Todo Estado, cualquier Estado, aunque los incumpla. Aunque los incumpliera en el pasado. Aunque hoy no exista ningún Estado que los cumpla.
" ... los Estados no pueden obrar, sin incurrir en pecado, como si Dios no existiese;
ni rechazar la religión como cosa extraña o inútil,
ni pueden, por último, elegir indiferentemente una religión entre tantas.
Todo lo contrario. El Estado tiene la estricta obligación de admitir el culto divino en la forma con que el mismo Dios ha querido que se le venere.
Es, por tanto, obligación grave de las autoridades honrar el santo nombre de Dios.
Entre sus principales obligaciones deben colocar la obligación de favorecer la religión, defenderla con eficacia, ponerla bajo el amparo de las leyes, no legislar nada que sea contrario a la incolumidad de aquélla."
León XIII, Immortale Dei, 1885
Como miembros de la sociedad y como católicos, ya hemos dicho que naturalmente estamos de acuerdo en que los estados no deben rechazar la religión como cosa extraña e inútil ni elegir indiferentemente una religión entre tantas. Y claro que tiene que admitir el culto divino como Dios quiere que se le venere. Sería inadmisible que no lo admitiera y valga la redundancia.
Por eso insistimos en la libertad de coacción de la conciencia respecto al poder civil, para que cada persona pueda buscar la verdad y adherirse a ella y manifestar la fe públicamente solo o asociado.
Y esto lo mismo en Inglaterra que en la India, en China o en Irán.
No es simplemente que el Estado lo tolere como cabe tolerar pacientemente los demás cultos.
Es, como sigue enseñando León XIII en el lugar citado, que el Estado honre a Dios con el culto divino en la forma con que Dios ha querido que se le venere.
Es que el Estado lo favorezca, lo defienda con eficacia, lo ponga bajo el amparo de las leyes y no legisle nada que sea contrario a la incolumidad del mismo.
Todo ello en relación con la única religión verdadera y la única Iglesia de Cristo. No en favor de ninguna de las falsas religiones del mundo.
"Es, por tanto, obligación grave de las autoridades honrar el santo nombre de Dios.
Entre sus principales obligaciones deben colocar la obligación de favorecer la religión, defenderla con eficacia, ponerla bajo el amparo de las leyes, no legislar nada que sea contrario a la incolumidad de aquélla."
León XIII, Immortale Dei, 1885
"Y, como hemos quitado la razón y la verdad, y la hemos sustituido por sentimientos, pues resulta que ya nada está bien ni mal. Está según se me antoje o según lo sienta."
Es que nada está bien ni está mal, todo es relativo. No existe el pecado, a Dios no se le puede ofender.
No existe el mal absoluto, todo depende de la situación en que ocurren las cosas.
Y Dios, como es amor, perdona siempre, acoge siempre, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Usted no es Tomás Moro.
Realmente no sé cual es su religión.
Será Urbelista. Es decir quien sigue los pareceres e interpretaciones de Urbel I.
Saludos
Creo todo lo que cree y enseña la santa Iglesia católica.
Admitir significa exactamente lo que significa y no requiere de sus interpretaciones
Y nada que objetar a León XIII, bien entendido: Las autoridades tendrán que dar cuenta a Dios de lo que hacen, desde Nerón y Enrique VIII a Pedro Sánchez
Y los ciudadanos también, por lo que no podemos someter nuestras conciencias a las de los gobernantes, sino defender nuestra libertad de coacción del poder civil para cumplir con nuestra obligación moral de buscar la verdad, adherirnos a ella y expresar nuestra fe públicamente como miembros de la sociedad.
Es un desarrollo coherente de la doctrina de siempre válida para el siglo I y para el XXI. Santo Tomás Moro incluido.
No sé cual es su Iglesia católica, porque Ud. la cercena desde Juan XXIII.
Eso será su Concepción de Iglesia Católica. Una mera entelequia de su mente, pero no la Iglesia viva.
Los jansenistas, vivían diciendo que eran muy serios y fervientes católicos, y sus costumbres eran ascéticas y externamente muy devotas.
Y como Ud. , afirmaban que la Iglesia se venía apartando de la catolicidad desde hacia 200 años o más, haciendo hincapié en las " perversas" novedades de Tomás de Aquino y posteriores enseñanzas.
Lo suyo son meras declamaciones, que de católicas no tienen nada.
Ud se apacienta a sí mismo, Es su propio pastor. Ojo.
Saludos.
MUY BIEN DICHO.
"¿Cuáles son los deberes de los príncipes o gobernantes católicos respecto a los infieles?
No pueden aprobar, ni fomentar, ni favorecer en modo alguno los ritos de los infieles (v.gr., construyéndoles una iglesia, concediéndoles subvenciones económicas, etc.).
Pero, con justas y graves causas (v.gr., para evitar mayores males), pueden tolerar el culto privado en sus sinagogas o iglesias, pero prohibiéndoles el culto o la propaganda pública y, sobre todo, poner obstáculos al culto y propaganda católica.
Dígase lo mismo de los herejes (protestantes) y cismáticos.
Sólo un liberalismo trasnochado y anticatólico puede tener la ridícula pretensión de que el error ha de ser tratado igual que la verdad y tener los mismos derechos que ella".
¿Será que esa ridícula pretensión de un liberalismo anticatólico fue acogida menos de diez años después (1965) por la declaración conciliar Dignitatis humanae sobre el pretendido derecho a la libertad religiosa?
No, fue simplemente que la misma doctrina católica contraria a semejante pretensión del liberalismo anticatólico, sin abandonarse ni cambiar, se "desarrolló".
Es manifiesto que esos deberes de los gobernantes católicos respecto de las falsas religiones del mundo, afirmados en 1957 como pertenecientes a la doctrina católica, son hoy completamente ignorados, cuando no expresamente negados, por la jerarquía de la Iglesia y por los fieles.
Que en cambio tienen por doctrina católica la de que los gobernantes, católicos o no, deben tratar por igual a todas las religiones, sin distinción entre la única verdadera y las falsas, reconociendo a todas ellas la misma libertad civil.
La "Teología moral para seglares" se ha reeditado varias veces después del Vaticano II. Yo dispongo únicamente de la primera edición de 1957, anterior al Vaticano II, y no de ninguna posterior.
Pero no temo equivocarme al dar por supuesto que el texto citado de 1957, contrario al derecho a la libertad religiosa, habrá sido suprimido en las ediciones posteriores al Vaticano II.
Quizá algún comentarista o contertulio disponga de alguna edición posterior al Vaticano II y tenga la amabilidad de facilitarnos ese dato.
De cualquier manera, ya sabemos por anticipado que Parménides estará de acuerdo con la versión de 1957 y con el correspondiente "desarrollo" posconciliar.
Se insiste en que todos tenemos la obligación moral de buscar la verdad y adherirnos a ella. Por tanto necesitamos libertad de conciencia frente a la coacción del poder civil, para poder cumplir con esa obligación moral.
Claro que es un desarrollo de la doctrina de siempre de la Iglesia.
Y naturalmente es la doctrina para todos, dirigida a todos.
Al parecer Royo se dirige exclusivamente a los gobernantes católicos, no a todos los seglares.
No sé en dónde estarán ahora esos gobernantes supuestamente católicos a los que se dirige Royo en 1957, pero afortunadamente nuestras conciencias, las de todos, no dependen de las de los gobernantes que nos toquen en suerte o en desgracia.
Estamos con Tomás Moro, no con Lutero.
Eso sí, mejor poder destituir al Enrique VIII o al Pedro Sánchez de turno.
"En realidad, es mucho más grave corromper la fe, vida del alma, que falsificar moneda con que se sustenta la vida temporal.
Por eso, si quienes falsifican moneda, u otro tipo de malhechores, justamente son entregados, sin más, a la muerte por los príncipes seculares, con mayor razón los herejes convictos de herejía podrían no solamente ser excomulgados, sino también entregados con toda justicia a la pena de muerte".
Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-II, cuestión 11, artículo 2.
Aunque a partir de esta afirmación del Aquinate sea imposible "desarrollar" el reputado derecho natural a la libertad religiosa o pretendida inmunidad de coacción frente a cualquier potestad humana para profesar cualquier religión.
"Mas por parte de la Iglesia está la misericordia en favor de la conversión de los que yerran, y por eso no se les condena, sin más, sino después de una primera y segunda amonestación (Tit 3,10), como enseña el Apóstol.
Pero después de esto, si sigue todavía pertinaz, la Iglesia, sin esperanza ya de su conversión, mira por la salvación de los demás, y los separa de sí por sentencia de excomunión.
Y aún va más allá relajándolos al juicio secular para su exterminio del mundo con la muerte.
A este propósito afirma San Jerónimo y se lee en el Decreto: Hay que remondar las carnes podridas, y a la oveja sarnosa hay que separarla del aprisco, no sea que toda la casa arda, la masa se corrompa, la carne se pudra y el ganado se pierda.
Arrio, en Alejandría, fue una chispa, pero, por no ser sofocada al instante, todo el orbe se vio arrasado con su llama."
Imposible "desarrollar" a partir de aquí el reputado derecho natural a la libertad religiosa o pretendida inmunidad de coacción frente a cualquier potestad humana para profesar cualquier religión.
Y libertad de coacción es no obligar a alguien a que se declare de una confesión concreta, en ningún caso se deriva de ella que todas las confesiones deban de estar reconocidas por igual públicamente. Eso es absurdo. y anticatólico.
"La sociedad no es el estado".
Claro, el Estado es algo concreto y unívoco. Sociedad es una abstracción cuyo sentido está abierto a diferentes interpretaciones.
"para que cada persona pueda buscar la verdad y adherirse a ella y manifestar la fe públicamente solo o asociado".
Las cosas no se buscan en el espacio vacío. Las personas buscarán mejor la verdad cuando la verdad les sea mostrada de forma adecuada. Creer que todas las religiones deben de estar consideradas públicamente en igualdad para que así el individuo tenga libertad de coacción, perdóneme, pero es una tontería, es la típica interpretación liberal e infantil de la realidad ¿Alguien se imagina que el asesinato y la cura de enfermos deban de estar considerados socialmente en igualdad para que el individuo elija con libertad de coacción lo que está bien?. Pues esto es lo mismo. Pero, sobre todo, no es católico, no es la doctrina católica.
No que fuese necesario, ni siquiera oportuno o prudente, que el poder secular quemase siempre a los herejes. Pero queda que pertenece al poder secular defender la verdadera religión y reprimir los errores religiosos, como la Iglesia siempre exigió de los príncipes católicos.
Afirmar que de suyo no es ilícito dar muerte a los herejes, como sostiene Santo Tomás de Aquino y como define León X al condenar la proposición contraria de Lutero, es radicalmente imposible de cohonestar con un pretendido derecho natural a la inmunidad de coacción frente a cualquier potestad humana para profesar públicamente cualquier religión.
Muy cierto, Cos, fue la misma reflexión del padre Victor-Alain Berto, perito en el Vaticano II (trabajo sobre la libertad religiosa redactado en 1964 para el "Coetus internationalis Patrum" y publicado en la recopilación "Pour la Sainte Église romaine", Cèdre, París, 1976):
“El esquema [de la declaración conciliar Dignitatis humanae] guarda silencio sobre los tímidos, guarda silencio sobre los esclavos del pecado, guarda silencio sobre la presión de las pasiones, guarda silencio sobre la difusión de los errores por los hombres perversos, para imaginar un hombre supra-angélico […]
[Berto muestra a continuación que los niños no son dejados a sí mismos, sino que son guiados para hacer el bien].
Hay que decir lo mismo, guardando las proporciones, de la mayor parte de los hombres que no son capaces de vencer los errores incluso vencibles, a menos que el error no sea alejado de ellos por quienes han recibido el encargo, y que respiren la verdad en cierta medida.
Al igual que se pone a los enfermos en sanatorios para que un aire sano sostenga sus fuerzas, para que el vigor de las montañas o de la mar los fortifique, para que expulsen las miasmas de la ciudad, del mismo modo el género humano, enfermo del pecado original y de tantos pecados actuales, tiene derecho no a una “libertad religiosa” ilimitada, sino al contrario a que su “libertad religiosa” sea restringida de tal manera que haga uso de la libertad para abrazar la verdad.
Esto no es de ninguna forma forzar a los hombres a abrazar la fe contra sus deseos, sino poner a los necios y los débiles en tales condiciones que disciernan y elijan más fácilmente la verdad. La “libertad religiosa” ilimitada, además de que es de suyo mala, abre las puertas al error para gran detrimento de los derechos de los débiles y de los ignorantes."
Porque, repito una vez más, si la Iglesia pudiera desmentirse a propósito de los deberes religiosos del Estado ¿por qué no podría hacerlo, como quiere Paglia, a propósito de la ilicitud de la contracepción?
Saludos cordiales.
Exactamente. La dictadura del relativismo. Estuve conociendo a una chica, muy guapa ella, y parecía católica. Ya saben: adoración eucarística ocasional, misa de domingo, cofradía, canciones de pop cristiano... A priori pintaba bien.
El problema llegó cuando tocaba dar un paso adelante en la relación y apareció el tema de la castidad. Para que se hagan una idea los comentaristas, rechazaba todo el sexto y el noveno mandamiento. Lo peor, es que no era como el típico pecador que sabe que está mal y aún así lo hace... Es que perdió toda la noción de pecado, es más, lo ve como algo bueno y deseable. Tan bueno y tan deseable que, al no arrepentirse, comulgaba todos los domingos, con un par. Le hablabas de la virtud, de la pureza, del saber amar... Y ella lo veía imposible, aunque con Gracia todo se puede. Pero no quiere. Vive en ese lodazal y está feliz en él. Ni lucha ni quiere luchar.
A mi, por sostener lo que debe de ser la vida del cristiano, me dijo que era fundamentalista y que me perdía muchas cosas. Yo no digo que yo sea el más puro entre los puros ni el más santo. Pero sé lo que Dios quiere para nosotros. Hacerme llamar católico y rechazar la doctrina católica, a parte de incoherente, me parece de una ingenuidad tremenda. Daña al cuerpo de la Iglesia de forma increíble. Aunque, como dice un amigo mío: "ser católico de pega es un chollo. Tienes el consuelo de la fe sin responsabilidades"
Evidentemente, aquella relación acabó. Pero este caso que cuento no es el único ni soy el único. Es más común de lo que parece. Para que vean lo que nos cuesta a los jóvenes encontrar pareja. Al final está claro: rechazas parte de los mandamientos y terminas rechazando el Magisterio, la Confesión, la Eucaristía, la Salvación... y todo. Es que la religión católica es así, o aceptas todo o rechazas todo. No hay termino medio
- Yo no soy ustedes, soy una sola persona que, eso sí, cree en la Iglesia Católica, y en su Magisterio, concilio ecuménico Vaticano II incluido
- Yo no he interpretado el concilio, yo le he dicho lo que realmente dice el concilio, que por supuesto está evidentemente y sin ambigüedad en continuidad con toda la doctrina católica anterior.
- Son uds los que atribuyen al concilio cosas que no dice, puesto que sobre los estados, en general, y la libertad religiosa lo que dice realmente es que el poder civil no puede coaccionar a los ciudadanos, de modo que esa libertad de la que hablan consiste en libertad de coacción de las conciencias para que los ciudadanos puedan cumplir con su obligación moral de buscar la verdad y adherirse a ella.
Qué hay ahí en discontinuidad o contradicción con la doctrina católica anterior? Nada.
Siento tener que citar de memoria, pero compruebe usted mismo en internet los textos.
Además el concilio deja claro que la plenitud de la verdad está en la Iglesia Católica.
Y naturalmente el bien mayor de que todos podamos cumplir con la obligación moral de buscar la verdad y adherirnos a ella supone que hay que tolerar que haya quien a pesar de poder buscarla no lo haga.
Y lo que dice León XIII estará muy claro, pero sigue siendo un discurso dirigido a unos estados concretos en 1885. Buscando el bien mayor en esas circunstancias. Porque los fundamentos de la doctrina no cambian pero sí la realidad política sobre la que hay que aplicarla.
Así que como yo no soy un estado católico sino una persona católica y no estoy en un estado católico del siglo XIX, lo que dijera León XIII no me resulta aplicable, es imposible. Pero los fundamentos doctrinales no han cambiado. Y desde esos fundamentos me resulta aplicable lo que dice el concilio de que tengo la obligación moral de buscar la verdad y que ningún estado tiene derecho a coaccionar mi conciencia impidiéndolo: doctrina de siempre.
Pero su viento, su Ruah NO ES EL ESPIRITU SANTO, sino otro espíritu NON SANCTUS
Saludos
Es la encíclica Immortale Dei de 1 de noviembre de 1885 sobre la constitución cristiana de los Estados. Este es su nombre oficial: carta encíclica sobre la constitución cristiana de los Estados. Esto es, sobre los Estados en general.
Es tan evidente que la declaración Dignitatis humanae está en continuidad manifiesta con el magisterio precedente que los autores llevan debatiendo sin fin más de medio siglo sobre el asunto.
Autores de peso como Congar y Rhonheimer afirman la discontinuidad y se felicitan del cambio.
Autores de peso como Gambra y Gleize afirman la discontinuidad y deploran el cambio.
Autores de peso como Valuet y Pink afirman la continuidad. E intentan probarla con interpretaciones diversas, desde Meinvielle hasta nuestros días.
Por citar sólo unos pocos de los autores más representativos de la polémica.
Pero a Parménides todo este debate le importa un bledo. Congar es como los conguitos. Y todos los que debaten sobre el asunto son unos ignorantes que de mala fe desconocen la sencillez y claridad de un documento en perfecta continuidad con siglo y medio de magisterio antiliberal desde Pío VI contra la Revolución francesa hasta Pío XII en vísperas del Vaticano II.
Lo cierto es que yo no invento nada sobre el contenido del texto, a diferencia de ud, y quien se lea el texto del concilio lo puede comprobar.
Es que no se entiende lo que he dicho? Porque a mí me parece que está muy claro.
Y los textos más claros aún. Así que no tienen más que leérselos.
En cuanto al título del documento de León XIII no cambia nada de lo que he dicho sobre él.
Yo no tengo la menor duda: Cristo ha pagado con Su sagre para liberarnos (hacernos libres) de la esclavitud del pecado y de la muerte.
Cos, supongo que habrás escuchado muchas veces tan bonita sentencia de San Agustín: "Dios, que te creó sin ti, no te salvarå sin ti". Pues a eso me refiero. Sin nuestro fiat, no hay tu tía. Si Dios no respetase nuestra libertad por encima incluso de sí mismo, sencillamente no sería Dios. De ningún modo. Él quiere el amor y la adhesión de cada uno de nosotros completamente libres y sin ningún tipo de coacción ni de condiciones.
Yo no tengo la menor duda: Cristo ha pagado con Su sagre para liberarnos (hacernos libres) de la esclavitud del pecado y de la muerte.
"...Por su parte, todos los hombres están obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla.
Confiesa asimismo el santo Concilio que estos deberes afectan y ligan la conciencia de los hombres, y que la verdad no se impone de otra manera, sino por la fuerza de la misma verdad, que penetra suave y fuertemente en las almas. Ahora bien, puesto que la libertad religiosa que exigen los hombres para el cumplimiento de su obligación de rendir culto a Dios, se refiere a la inmunidad de coacción en la sociedad civil, deja íntegra la doctrina tradicional católica acerca del deber moral de los hombres y de las sociedades para con la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo"
Parménides, es texto es claro, pero si puede provocar la sensación de ambigüedad en alguno porque no se explicita la obligación del tributo y confesionalidad de los estados, en términos literales, remite directamente a la doctrina tradicional, siendo esta la que es. Cuando dice las sociedades, obviamente se refiere a sus instituciones políticas. La obligación, tanto de personas, como del estado, es rendir culto al Rey de reyes.
Cierto que Pablo VI añadió de su propia mano en noviembre de 1965, en la recta final de la deliberación, esa frase sobre que la declaración deja intacta la tradicional doctrina católica sobre los deberes de las sociedades y los individuos para con la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo. Con ello consiguió algunos votos favorables más al texto final el 7 de diciembre entre quienes todavía habían votado contra las versiones previas.
Pero ese parche final no evita que la declaración diga lo contrario de la tradicional doctrina católica en al menos dos puntos fundamentales:
- Primero, porque afirma que existe un derecho natural a no verse impedido por ninguna potestad humana de profesar públicamente cualquier religión. Y que este reputado derecho natural subsiste en quienes incumplen la obligación de buscar y adherir a la verdad.
Pues bien, este pretendido derecho natural es contrario a lo que la Iglesia había hecho y enseñado siempre. Vuelvo a remitirme, para ser corto, a lo afirmado por Santo Tomás de Aquino y por León X contra Lutero sobre la licitud del castigo de los herejes por el poder secular.
- Segundo, porque en lugar de recordar el deber del Estado de adherir a la única religión verdadera, afirma, sin distinción entre ella y los demás cultos, que si un Estado da un reconocimiento particular a cualquier religión, debe no obstante proteger la libertad religiosa y evitar cualquier discriminación.
Lo cual es contrario a la tradicional doctrina católica sobre la realeza social de nuestro Señor Jesucristo, como enseñada en particular en la encíclica Quas primas (1925) de Pío XI.
Esto sin necesidad de letras negrillas.
Pero esta interpretación ha sido negada por defensores de la declaración y de la discontinuidad con el magisterio precedente, como Rhonheimer, sacerdote del Opus Dei y profesor de filosofía en la Universidad que con el nombre de la Santa Cruz esa institución regenta en Roma.
Para Rhonheimer, en el contexto de la declaración, las sociedades no son los Estados, no son las instituciones políticas, sino las poblaciones.
Ejemplo de las ambigüedades que los autores llevan más de medio siglo discutiendo, por causa de un fracaso pretendidamente magisterial.
El documento aprobado es ese, no ningún supuesto o real estadio previo.
Y desde luego no contradice en nada la doctrina anterior. Usted afirma, no sólo sin negritas, sino sin citas y sin ninguna razón un par de falsedades sobre el concilio.
En realidad, respecto a la relación de cualquier estado con los ciudadanos, lo único que dice es que no puede haber coacción de la sociedad civil sobre la conciencia de los ciudadanos porque cada persona tiene la obligación moral, y por tanto el derecho inalienable, de buscar la verdad y adherirse a ella.
Desde luego el concilio afirma que la plenitud de la Verdad la tiene la Iglesia Católica.
Pero está claro que una persona que no llegue a la plenitud de la verdad, o incluso que no la busque, no deja de tener la obligación moral de buscarla en conciencia, por tanto debe seguir teniendo, lógicamente, ese derecho de inmunidad de coacción civil de su conciencia. Es por un bien mayor.
Que yo sepa ya en el nuevo testamento se dice que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres - diga lo que diga el César de turno.
Nada que ver con Lutero, por mucho que intente retorcerlo.
En cuanto a los deberes para con la Verdad, ya dice que los tenemos individualmente y como sociedad.
No hay necesidad de definir si esas sociedades son estados, nacionalidades, autonomías, cantones...o si somos una tribu en una isla del Pacífico.
Aunque no sea posible poner el documento completo, creo que la cita que puse como muestra es suficiente. Pero busquen y lean el texto completo directamente y compruébenlo.
Y por supuesto insiste en que Jesucristo es la Verdad.
- Primero, DH afirma que existe un derecho natural a no verse impedido por ninguna potestad humana de profesar públicamente cualquier religión. Y que este reputado derecho natural subsiste en quienes incumplen la obligación de buscar y adherir a la verdad.
Citas:
“Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos.
… El derecho a esta inmunidad permanece también en aquellos que no cumplen la obligación de buscar la verdad y de adherirse a ella, y su ejercicio, con tal de que se guarde el justo orden público, no puede ser impedido.”
Pues bien, este pretendido derecho natural es contrario a lo que la Iglesia había hecho y enseñado siempre. Vuelvo a remitirme, para ser corto, a lo afirmado por Santo Tomás de Aquino y por León X contra Lutero sobre la licitud del castigo de los herejes por el poder secular ¿qué mayor coacción?
- Segundo, en lugar de recordar el deber del Estado de adherir a la única religión verdadera, DH afirma, sin distinción entre ella y los demás cultos, que si un Estado da un reconocimiento particular a cualquier religión, debe no obstante proteger la libertad religiosa y evitar cualquier discriminación.
Cita:
“Si, consideradas las circunstancias peculiares de los pueblos, se da a una comunidad religiosa un especial reconocimiento civil en la ordenación jurídica de la sociedad, es necesario que a la vez se reconozca y respete el derecho a la libertad en materia religiosa a todos los ciudadanos y comunidades religiosas.
Finalmente, la autoridad civil debe proveer a que la igualdad jurídica de los ciudadanos, que pertenece también al bien común de la sociedad, jamás, ni abierta ni ocultamente, sea lesionada por motivos religiosos, y a que no se haga discriminación entre ellos.”
Lo cual es contrario a la tradicional doctrina católica sobre la realeza social de nuestro Señor Jesucristo, como enseñada en particular en la encíclica Quas primas (1925) de Pío XI.
En realidad DH NOafirma que existe un derecho natural a no verse impedido por ninguna potestad humana de profesar públicamente cualquier religión. Y no es ese el reputado derecho natural que subsiste en quienes incumplen la obligación de buscar y adherir a la verdad.
Lo cierto es que DH deja bien claro que puesto que tenemos la obligación moral de buscar la verdad y adherirnos a ella, debemos tener inmunidad de coacción para poder buscarla, y aunque no la busquemos seguimos teniendo obligación de buscarla y por tanto seguimos teniendo derecho a esa inmunidad de coacción civil para poder hacerlo.
En primer lugar remito a la cita que puse en el comentario anterior de 26/05/23 12:32 AM que es aclaración previa de todo lo que viene después en el texto y por tanto está claro lo que se entiende por libertad religiosa.
Pero es que la cita que pone Urbel tampoco se corresponde con lo que él ha indicado previamente en su parrafada.
“Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos."
Y antes ha dejado claro que se trata de libertad para cumplir con su obligación moral de buscar la verdad y de adherirse a ella.
"Todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas, es decir, dotados de razón y de voluntad libre, y enriquecidos por tanto con una responsabilidad personal, están impulsados por su misma naturaleza y están obligados además moralmente a buscar la verdad, sobre todo la que se refiere a la religión. Están obligados, asimismo, a aceptar la verdad conocida y a disponer toda su vida según sus exigencias. Pero los hombres no pueden satisfacer esta obligación de forma adecuada a su propia naturaleza, si no gozan de libertad psicológica al mismo tiempo que de inmunidad de coacción externa. Por consiguiente, el derecho a la libertad religiosa no se funda en la disposición subjetiva de la persona, sino en su misma naturaleza. Por lo cual, el derecho a esta inmunidad permanece también en aquellos que no cumplen la obligación de buscar la verdad y de adherirse a ella, y su ejercicio, con tal de que se guarde el justo orden público, no puede ser impedido."
La Iglesia siempre ha enseñado que existe la obligación moral de buscar la verdad y adherirse a ella. Es doctrina de siempre de la Iglesia la libertad del acto de fe. Las enseñanzas de Jesucristo y de los apóstoles lo atestiguan.
Cuando se habla del justo orden público se refiere al presente; el concilio no se pone a juzgar anacrónicamente los conflictos del pasado ni la forma justa de solucionarlos, ni falta que hace.
Y desde luego no va en la línea de Lutero, que decía que cada súbdito tuviera la religión de su príncipe (para evitar conflictos), sino en la línea de Tomas Moro, con la obligación moral de adherirse en conciencia a la verdad aunque el poder civil quiera coaccionar tu conciencia.
Y a los poderes civiles se les dice que no coaccionen, como es lógico. Cuál es el problema?
Es que quiere usted que los poderes civiles coaccionen y discriminen y nos impidan cumplir con nuestra obligación moral respecto a la verdad?
Es que no cree usted que quien busque la Verdad encontrará a Jesucristo?
Desde luego que el concilio no dice nada en contra de la realeza social de Nuestro Señor Jesucristo, sino todo lo contrario.
El cual le hizo ver que era él quien, como Papa, había suprimido la octava de Pentecostés al promulgar el Novus Ordo. Y a Pablo VI se le llenaron los ojos de lágrimas.
Claro que la supresión de la octava de Pentecostés se puede interpretar como un desarrollo de la octava de Pentecostés.
Es que quiere usted que los poderes civiles coaccionen y discriminen y nos impidan cumplir con nuestra obligación moral respecto a la verdad?
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Por supuesto. No hay poder civil sin coacción. Y el texto supedita la toma de decisiones al mantenimiento del orden público.
La discriminación es la base del obrar racional. La búsqueda de la verdad necesita de esa discriminación. Tratar por igual lo que es desigual es atentar contra la verdad, poner piedras en el camino para los que buscan la verdad. Tratar por igual la verdad y el error es mentir. Tratar por igual la piedad y la blasfemia es poner piedras en el camino, mentir y blasfemar. Y eso no se puede tolerar.
Le pongo un ejemplo muy sencillo. Yo hasta que no apareció Internet viví absolutamente engañado. Pretender que la verdad se busca en un espacio abstracto, neutro, por parte de un ser perfectamente autónomo, a quien además no hay que influir de manera fuerte porque esto mancha su original pureza, es algo absurdo, la base del pensamiento liberal.
Es, de hecho, ideología, potenciada por los poderes civiles para sustentar el democratismo que sostiene el sistema. Y, como ideología que es, un imposible que nunca se lleva a cabo porque los poderes civiles tampoco son entes abstractos que actúan en un espacio neutro. Siempre hay discriminación. Es pedir un imposible. El problema del liberalismo siempre es el mismo: la lectura grosera sobre la libertad.
¿Alguien piensa que detrás de movimientos masivos de población musulmana o en la promoción de mezquitas no hay intereses detrás? Y, como esto, el resto de ejemplos que queramos.
La verdad es una búsqueda colectiva que se desarrolla a través de las generaciones y que requiere de buenos y costosos esfuerzos. Además, el ser humano es un ser social que requiere de la vida comunitaria. El individualismo liberal lo que produce es el multiculturalismo. Distintos grupos compitiendo por un mismo espacio. El mejor sitio de libertad para buscar la verdad es el reinado social de Cristo,
Entiendo lo que dice, pero poco tiene que ver con lo que he dicho yo.
Nadie ha hablado de indiferencia entre el error y la verdad, sino todo lo contrario: de que no se nos impida, coaccionando nuestras conciencias, cumplir con nuestra obligación moral de buscar la verdad y adherirnos a ella.
Nadie ha dicho que haya que tratar igual lo desigual, eso es una forma de discriminación, no su antítesis.
Y evidentemente no hablamos de discriminación en el sentido de discernimiento sino de trato injusto hacia una persona a la que se trata como desigual en lo que es igual, privándola de sus derechos, con la excusa de que es desigual en cualquier otra cosa accidental:
Para que me entienda, por ejemplo considerar que alguien por ser una mujer negra no tiene derecho a sentarse en la parte de delante de un autobús. De esa discriminación hablamos, como usted debería discernir.
Si bien es cierto que el poder civil coacciona externamente a quien incumple la ley para que la cumpla, no se debe confundir esa coacción externa con la coacción de la conciencia. Y desde luego las leyes deberían poder discutirse racionalmente y cambiarlas. Pero además no hay que ceder ante una ley injusta.
Tampoco debería confundir coacción de la conciencia con influencias. Naturalmente que tenemos influencias y debemos ser conscientes de ello para analizar las cuestiones con racionalidad.
Y por lo demás no sé qué tiene que ver el liberalismo de cualquier tipo con lo que he expuesto yo.
Y nadie niega que pueda haber intereses oscuros en la promoción de mezquitas, ni tampoco habría por qué promoverlas aunque no los hubiera, pues ya es bastante oscuro el islam en sí con relación a la Verdad sin intereses añadidos. Pero habrá que permitir que celebren el culto y vigilar que no lo mezclen con otras cuestiones más políticas y procurar convencer y convertir con el ejemplo y la palabra, partiendo de lo que puedan tener en común. Y exigir políticamente a los países musulmanes reciprocidad y que dejen de coaccionar conciencias impidiendo la predicación del cristianismo llegando incluso a la pena de muerte para quien deje el islam.
En cuanto al reinado social de Cristo, según nos dijo él, el reino de los cielos es un grano de mostaza en crecimiento que está presente ya, pero todavía no y que llegará a su plenitud cuando él regrese al final de los tiempos. Hasta entonces, habrá cizaña mezclada con el trigo.
Mientras, nuestro deber es predicar y hacer crecer el Reino, empezando por dejar que reine en nuestros corazones y predicando y poniendo en práctica los valores del Reino intentando transformar nuestra sociedad siendo levadura en la masa.
Le deseo una feliz semana de Pentecostés hasta el domingo de la Santísima Trinidad y más allá.
Feliz octava prolongada de Pentecostés.
"nadie niega que pueda haber intereses oscuros en la promoción de mezquitas, ni tampoco habría por qué promoverlas"
Pero sí hay que promover la palabra de Dios y el adecuado conocimiento de las cosas. No solo eso, también rendir culto público a Dios.
"procurar convencer y convertir con el ejemplo y la palabra, partiendo de lo que puedan tener en común"
La mayoría de los que se convierten del Islam no se convierten a través de lo que tienen en común con el cristianismo, sino de lo que tienen de diferente, que es esencialmente Dios. No es el mismo Dios el del uno y el del otro. No es la misma sociedad la que deriva de uno y de Otro. Así, la predicación no es en absoluto incompatible con el orden cristiano que debe de regir la sociedad, el orden cristiano también es parte de la predicación. Si queremos colegios católicos, universidades católicas, hospitales católicos, cultura católica y leyes católicas ¿Cómo se llama eso? Orden cristiano.
Y observemos que bajo la actual mirada de "tolerancia" lo que se está creando es, por un lado, sincretismo en el terreno religioso; por otro, un poder civil que pone a los distintos credos religiosos bajo su hegemonía práctica e ideológica.
El "no" es más importante que el "sí" para la experiencia y el pensamiento humanos, porque nos evitan caer en el error y persistir en los prejuicios.
La Iglesia cuenta con la gracia de la Revelación, el magisterio y la tradición, para evitar caer en los errores del mundo y persistir en los prejuicios de turno. Pero Mons. es lo suficientemente ingenuo, en el mejor de los casos (evito plantear la otra hipotésis), para apreciar este tesoro de sabiduría, y prefiere tropezar en los mismos errores en que siempre tropieza la humanidad.
Poniéndolo en claro: Mons. parece defender una ética situacional por la que ahora el control poblacional es correcto, debido a que, por lo visto, los humanos somos un peligro para el planeta. A eso no le llamo yo confianza en Dios, que nos mandó poblar toda la tierra...
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