«Si bastara con deshacerse de los obispos…»
En una tribuna publicada en Le Figaro, el obispo de Nanterre, Monseñor Matthieu Rougé, comenta otros dos artículos de opinión escritos recientemente por pensadores franceses, Jean de Saint-Cheron y Guillaume Cuchet, en los que “se llama a la carga contra los obispos […] con tonos casi dignos de Lutero y Calvino”. En efecto, en ellos se reprocha que el discurso episcopal ya no tiene el menor peso en la esfera pública, que prácticamente nadie sabe siquiera el nombre del arzobispo de París y se constata la gran decadencia del catolicismo y de la Iglesia desde la Ilustración.
Ese tipo de artículos de denuncia no suelen ser muy del gusto episcopal, pero, sorprendentemente, Mons. Rougé los considera “severos, pero en realidad posiblemente saludables”. Más aún, reconoce que es imposible “no entender que los escándalos repetitivos, que afectan incluso a obispos y cardenales, susciten la incomprensión o la estupefacción, la tristeza, la cólera, el desaliento y la tentación de desentenderse”. Asimismo, confiesa que, “siendo obispo, también ve cómo se apoderan de él, a veces violentamente, los mismos sentimientos”.
En ese sentido, se atreve a decir que “si bastara con deshacerse de los obispos para que la Iglesia recobrara su vigor y esplendor, no habría que vacilar ni un momento”. Sin embargo, si bien “una purificación de la Iglesia es necesaria y urgente a todos los niveles de responsabilidad”, “hay que afinar el diagnóstico y no equivocarse de remedio”.
En efecto, para el prelado francés, solo hay una “cuestión esencial para el presente y el futuro de los cristianos, y que cobra particular fuerza en este tiempo navideño: ¿es reconocido Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, muerto y resucitado, Señor y Salvador, como Luz de las naciones y Camino, Verdad y Vida? La Iglesia misma —su organización, su tamaño, sus fracasos, sus éxitos, su influencia— no tiene ningún interés, ni siquiera para un eclesiástico, fuera de su relación con Jesucristo”.
Y continúa diciendo:
“El drama de los abusos es, en gran parte, la expresión de una especie de negación de Jesucristo. Quien se propone seguir, profundamente, diariamente, humildemente, a Jesucristo, no puede dañar a uno solo de los suyos (Mateo 25, 40). Quien realmente acude a la escuela del “Maestro interior” de san Agustín, no puede dejar de cultivar la rectitud de vida, la benevolencia, la valentía y el servicio. Aquellos que verdaderamente experimentan la libertad que da Jesucristo no pueden cometer los abusos espirituales que casi inevitablemente conducen al abuso sexual.
Todos los tiempos de decadencia de la Iglesia han sido también tiempos de decadencia en la fe y el amor en Jesucristo. Pensemos, por ejemplo, en el siglo XVIII, cuando libertinos y abades cortesanos compartían las mismas vanidades y las mismas bajezas, descuidando la fe y de la caridad. Por el contrario, todos los períodos de renovación de la Iglesia han sido períodos de fervor y profundización en el misterio de Cristo.
¿Cómo no recordar a San Bernardo, por ejemplo, el gran reformador de la Iglesia y de la sociedad en el siglo XII, el héroe de la aventura cisterciense, el cantor de la humanidad de Jesucristo? Fue la profundidad, y a veces la intransigencia, de su fe lo que hizo de él un maestro espiritual para su tiempo, un luchador contra todo tipo de abusos dentro y fuera de la Iglesia, y un consejero de príncipes, justo y benéfico.
No hay otro camino para la Iglesia hoy que Jesucristo. Este camino pasa sin duda, como sugiere a su manera Guillaume Cuchet, por una mejor cooperación entre hombres y mujeres, estados de vida, generaciones, historias y sensibilidades espirituales o litúrgicas. Pero esta nueva cualidad de consideración recíproca de todos solo puede provenir de una relación más profunda de cada uno con Jesucristo. Demasiados puntos de vista, declaraciones y actitudes, declaraciones, tanto a nivel local como a nivel universal, incluso a veces por parte de clérigos y laicos potencialmente críticos, parecen demasiado eclesiásticos y no lo suficientemente eclesiales, demasiado políticos y no suficientemente teológicos, al margen de Jesucristo, formulados en última instancia como si Cristo no existiera. Sin embargo, no hay otro renacimiento posible para la Iglesia que la acogida renovada de la Natividad”.
33 comentarios
Las autoridades religiosas habían manifestado que debían contar con una autorización proveniente del Vaticano, sin embargo, cuando esta documentación estuvo disponible, le negaron a la mujer la posibilidad de retirarse. Desde el Convento se llegó a prohibir directamente el contacto con los familiares de la mujer. El fiscal dio la directiva a la Policía para que se entrevistaran con las autoridades del Convento, pero tampoco los efectivos fueron recibidos. Esto determinó que el miércoles el fiscal enviara auxiliares fiscales al claustro, y también fueron rechazados y no se les permitió el ingreso al lugar.
El fiscal solicitó entonces al Juzgado de Garantías de turno que ordene allanar el Convento. La jueza autorizó el procedimiento y con esta decisión policías y bomberos ingresaron al edificio. Las autoridades judiciales lograron entrevistar a la mujer que reclamaba poder abandonar el Convento, quien ratificó su intención de retirarse de allí, por lo que fue trasladada a un lugar seguro.
"Demasiados puntos de vista, declaraciones y actitudes, declaraciones, tanto a nivel local como a nivel universal, incluso a veces por parte de clérigos y laicos potencialmente críticos, parecen demasiado eclesiásticos y no lo suficientemente eclesiales, demasiado políticos y no suficientemente teológicos, al margen de Jesucristo"
Cristo es nuestra Fe, y ya sería hora de quitarse todos esos barnices ideólogicos, politicos que no tienen nada que ver con el evangelio, y que creo que no son más que pedantería del corazon.
A ver quién si se encontrara a Cristo cara a cara se atrevería a decirle: mira yo lo que creo es que el mal de este momento es el liberalismo, el feminismo, etc. No el mal es que si El no es el centro de nuestra vida, otra cosa la ocupará.
El no habló nunca de movimientos politícos, sino de su Camino, Verdad y Vida.
Lo se por la experiencia que tuve en cierta ocasion con la celebración de una misa por la paz.
Lo ideal me parece que sería .que se acercaran más a los fieles y
que suprimieran esos grupos de poder que les rodean.
Pero nada de esto parece facil.
La cura la ha iniciado la Virgen con su Misión, con su llamado urgente: conversión. Término fuerte que no se refiere a mejoras leves, a convalecencias apacibles. Dios ha ofrecido su Misericordia enviando a Su Madre, pero ha sido rechazada con orgullo, desprecio y desafío.
La Iglesia tiene una sola opción: reconocer su fracaso ante el mal, la miseria que la invade, y la conversión que la cure y rehabilite.
Para ello debe deponer su rechazo a María, y humildemente arrepentirse.
Los obispos no. Como el resto del pueblo de Dios, los hay nefastos, mediocres, buenos y excelentes. Y esos calificativos no dependen de que sean más o menos inteligentes o más o menos astutos.
Dependen sólo de su fe viva y radical en Jesucristo, el único nombre que se nos ha dado bajo el cielo para salvarnos.
Conversión personal. En eso estoy yo. Pido a Dios la gracia para soportar la persecución y colaborar en lo que quiera de mí.
Feliz Navidad D.Bruno. A usted y a su familia.
Para mí estas fiestas son una penitencia de comidas, cenas, regalos... entre paganos que no celebran realmente la Navidad. He de abstraerme de todo eso para que Cristo pueda nacer en mi corazón en medio de ese ruido. Se lo ofrezco a Dios y le pido Luz para que me muestre lo que quiere de mí.
Eso me recuerda a mi sobrina-nieta que se hacía un lío con los parentescos y, como siempre me presentaban como hermana de su abuelo, la cosa no le encajaba, y para que lo comprendiera hicimos el paralelismo con su hermana:
-Mira, tú sabes que eres la hermana mayor, pues ella es también mi hermana mayor. Le dijo el abuelo.
La niña, que debe ver a su abuelo como si fuera del Pleistoceno, abrió mucho los ojos y, mirándome, dijo:
-Pues, entonces ¿qué edad tienes tú?
No hay como un niño para ver la realidad sin tapujos.
Que sirve esto para relajar el ambiente y desearos a todos una muy FELIZ NAVIDAD.
La verdad de lo que dice la compruebas cuando te jubilas y miras a tu alrededor.
Lo que lleva a Mary Wagner ante los abortorios una y otra vez es precisamente eso. Seguro que las autoridades canadienses piensan que es una señora muy pesada que les da mucho trabajo.
Si los obispos hicieran lo que indica el Derecho como obligación personal de cada uno, otro cuento y otro final habría, por ejemplo si es realmente "consciente de que está obligado a dar ejemplo de santidad con su caridad, humildad y sencillez de vida,".
386 § 1. El Obispo diocesano debe enseñar y explicar a los fieles las verdades de fe que han de creerse y vivirse, predicando personalmente con frecuencia; cuide también de que se cumplan diligentemente las prescripciones de los cánones sobre el ministerio de la palabra, principalmente sobre la homilía y la enseñanza del catecismo, de manera que a todos se enseñe la totalidad de la doctrina cristiana.
§ 2. Defienda con fortaleza, de la manera más conveniente, la integridad y unidad de la fe, reconociendo no obstante la justa libertad de investigar más profundamente la verdad.
387 El Obispo diocesano, consciente de que está obligado a dar ejemplo de santidad con su caridad, humildad y sencillez de vida, debe procurar con todas sus fuerzas promover la santidad de los fieles, según la vocación propia de cada uno; y, por ser el dispensador principal de los misterios de Dios, ha de cuidar incesantemente de que los fieles que le están encomendados crezcan en la gracia por la celebración de los sacramentos, y conozcan y vivan el misterio pascual.
Y OLE...
Qué buenas ideas tiene nuestro amigo el obispo Rougé. Aunque no sea bastante con deshacerse de los obispos para que la Iglesia recobre su vigor y esplendor, si esta medida ayuda a una purificación de la Iglesia, no hay que vacilar ni un momento. No cabe duda de que una purificación es necesaria y urgente a todos los niveles de responsabilidad. A mí el diagnóstico me parece muy afinado, y el remedio podrá ser parcial, insuficiente, pero pienso como él que no es un remedio equivocado.
Por lo demás, el artículo es impecable.
El Señor me conceda la gracia de no separarme nunca de Él, y me ayude a glorificarle con la vida que me ha dado. Petición que -si me lo permiten- hago para todos.
Feliz Navidad.
Oremos
"El nivel de exigencia a que está sometido el autor es máximo"
Que conste que yo no he escrito nada, solo lo he contado y traducido. El autor es el obispo.
"Si los obispos hicieran lo que indica el Derecho como obligación personal de cada uno, otro cuento y otro final habría"
Nunca deja de sorprenderme lo pastoral, sabio y teológico que es el código de derecho canónico. Esos cánones, en particular, bastarían para cambiar la situación actual de la Iglesia, si los interesados se los tomaran en serio.
"el Papa dijo que "todos los caminos eran iguales""
Este pobre Papa cada vez que da una entrevista suelta alguna barbaridad. Tenemos que rezar más por él y por la Iglesia.
"Lo ideal me parece que sería .que se acercaran más a los fieles"
Ciertamente, está muy bien que se acerquen a los fieles, pero sobre todo, sobre todo lo que tienen que estar es cerca de Cristo. Mejor un obispo arisco pero con fe y piadoso que un obispo bonachón y que no cree en nada más que en sí mismo.
"Otro problema es que los fieles, tras años bajo la influencia de malos pastores, acepten o incluso reclamen sacerdotes indignos; en caso contrario, serían ellos mismos los que, muy "sinodalmente", los echarían a gorrazos"
Amén.
Con una salvedad: el pueblo de Dios siempre ha tenido una paciencia infinita con las faltas de debilidad de los sacerdotes, a condición de que fueran verdaderos sacerdotes, es decir, que enseñaran la fe. Pero con los que enseñan otra cosa no se puede tener paciencia.
Me refería a todos los artículos del blog en general. Puede haber citas de otros autores o textos de otros escritores, pero son elegidos por ti. Me ratifico en mi opinión. Tus artículos son impecables, incluidos los que no has escrito tú pero con los que compartes parecer.
en nuestros actos, en nuestras decisiones, el Señor reconocerá a los Suyos, y a Su Iglesia
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