Las campanas de Belén: villancico familiar
Hace poco, un comentarista, Feri del Carpio Marek, hizo una pregunta muy interesante, como es su costumbre. En relación con un villancico tradicional, preguntaba si la frase “mi Madre es del cielo, mi Padre también”, puesta en boca de Jesús niño, era un error teológico. A fin de cuentas, como sabemos, la Virgen es una criatura, nacida en la tierra como todos los hombres. ¿Se trataría de simple ignorancia, quizá comprensible en un villancico popular, pero ignorancia y error al fin y al cabo?
A mi entender, se trata de algo más profundo, que corresponde a una característica singular de los villancicos entre otros géneros musicales. Por definición, todo villancico habla de algo completamente extraordinario, tan extraordinario que penetró hasta el tuétano de la historia de la humanidad y la quebró en dos: el nacimiento del Verbo encarnado. Es decir, versa sobre un acontecimiento que necesariamente hace insuficientes las categorías que utilizamos de ordinario al hablar.
En secreto tras el anuncio de Gabriel y de forma pública en la primera Nochebuena, la eternidad irrumpió en el tiempo, con todo lo que eso implica. En la eternidad no hay ayer ni hoy ni mañana. O, mejor dicho, todo es hoy, por mucho que eso resulte inimaginable e inexpresable para nosotros. Y eso es lo que se puede vislumbrar, de manera previsiblemente entrecortada y balbuciente, en los villancicos.
Cada villancico nos traslada al momento del nacimiento de Cristo en la tierra, pero de algún modo también traslada ese momento a nuestro hoy, lo hace presente en la fe, porque para Dios todo es presente. Por eso tantísimos villancicos hablan en presente y no en pasado. Cuando, en el villancico tradicional que mencionaba Feri del Carpio, Jesús dice “mi Madre es del cielo, mi Padre también”, esas palabras no las pone en su boca un historiador, sino la fe del pueblo cristiano, que sabe que la Virgen ya ha sido elevada al cielo en cuerpo y alma por su Asunción y coronada Reina de cielos y tierra. Es decir, la fe que sabe que la Virgen es ahora del cielo y, de algún modo, siempre lo ha sido en la intención y en el designio eternos de Dios.
Algo similar se puede observar en el villancico que hemos compuesto y cantado en familia este año, según nuestra costumbre. Se titula “Las campanas de Belén” y, al hilo de los toques de esas campanas, va desgranando algunas escenas del Nacimiento de Jesús, la falta de sitio en la posada, la adoración de los Magos o algo tan doméstico como la risa del Niño y de su Madre.
Hasta donde yo sé, cuando nació Cristo no había campanas en Belén. ¿Es un error, un anacronismo eurocéntrico y colonialista que se mencionen en el villancico esas campanas históricamente inexistentes? No. Las campanas de las que habla el villancico son las campanas actuales, que tocan a la exultante Misa del gallo, en la que misteriosamente, litúrgicamente, se hace presente hoy aquel acontecimiento de hace dos milenios. Y son campanas “de Belén”, porque la liturgia convierte nuestra iglesia, esté donde esté, en Belén, para que nosotros adoremos en verdad al Niño Dios nacido por nuestro bien, lo besemos con nuestros labios, lo adoremos como los Reyes Magos y le demos posada en nuestro interior.
Esta Nochebuena, las campanas de Belén anuncian el Nacimiento que parte en dos la historia y llaman a acudir a todos los hombres de todas las épocas, siguiendo a la estrella y a los Magos de Oriente que fueron los primeros en divisarla. Lloran también las campanas, porque tantas posadas en las que quiere alojarse el Niño, dentro del pecho de cada ser humano, se cierran de nuevo ante Él. Y, sobre todo, ríen, repican alegres de puro gozo al ver ese milagro de los milagros: un Niño Dios que hace algo tan humano, tan gratuito y tan esperanzador como reír. Si Dios encarnado se rio, ¿qué poder pueden tener sobre nosotros el mal, la muerte o el pecado? Si el Niño Dios se rio, podemos estar alegres en medio del silencio de un mundo que no cree, como las campanas de Belén.
En fin, no me alargo más. Aquí tienen el nuevo villancico de este año, con las felicitaciones de toda la familia para parientes, amigos y lectores. Como en cualquier villancico familiar, hay más de barullo y caos apenas controlado que de habilidad musical y eso es parte de su encanto. A Dios le gustan las familias, con todo el bullicio que conllevan; Él las inventó. Que pasen una Navidad feliz, santa y rebosante de las gracias del Niño Dios.
Las campanas de Belén
En esta Nochebuena
de luz y caridad,
¿qué anuncian las campanas,
las campanas de Belén?
Anuncian que ha nacido,
que por fin ha llegado,
después de tantos siglos,
el Niño Dios Manuel,
el Niño Dios Manuel.
Dindón, dindón.
Dindón, dindón, dindón.
En esta noche oscura
de vientos y nevadas,
¿por qué lloran las campanas,
las campanas de Belén?
Lloran el pecho frío
de sus ingratos hijos,
que a la Santa Familia
no quisieron acoger,
no quisieron acoger.
Dindón, dindón.
Dindón, dindón, dindón.
Bajo la luz dorada
de la estrella divina,
¿a quién llaman las campanas,
las campanas de Belén?
Del Oriente lejano
llaman a los tres reyes,
que vienen con regalos
para el pequeño Rey,
para el pequeño Rey.
Dindón, dindón.
Dindón, dindón, dindón.
En medio del silencio,
en plena madrugada,
¿por qué ríen las campanas,
las campanas de Belén?
Repican de contento,
no pueden evitarlo,
al ver que el Niño ríe
y su Madre también,
y su Madre también.
Dindón, dindón.
Dindón, dindón, dindón.
22 comentarios
Se aprecia cómo van creciendo los niños y envejeciendo el padre (la madre se conserva la mar de bien), je je je.
Gracias por las felicitaciones. Adelantadas, como las mías.
"Veo que ya no hay pequeñines en esta familia porque el que había está hecho un mozo"
Por mucho que no les demos de comer, no hay manera: siguen creciendo y creciendo. Son peores que la deuda pública.
"Se aprecia cómo van creciendo los niños y envejeciendo el padre"
Y yo que pensaba que, conforme fuera cumpliendo años, me iría haciendo más y más joven... Ha sido toda una desilusión. Es que no hay derecho, oiga.
No sé si me ha emocionado más el artículo o el villancico.
¡Feliz Navidad!
En serio, bonito villancico, bonita familia.
Que tengan, todos ustedes, incluyendo los lectores de esta casa, una Feliz y Santa Navidad.
Los pastores, también los Magos de Oriente, constituían familias que se hicieron presentes ante el Pesebre.
La Sagrada Familia es la respuesta que el Verbo da al Padre: “He aquí, oh Dios, que vengo a hacer tu voluntad” ( Heb 10, 7; Ps 40, 8); el Sí que da María al ángel; la solicitud de José para todas las necesidades de esta Familia.
Estamos hoy en Nochebuena y mañana Navidad. D.Bruno no me sea muy crítico con su comentario y mis mejores deseos para Ud.
Es evidente que para nosotros los católicos, los hijos están destinados a ir a Dios como nosotros, que también somos hijos, lo estamos. Hasta ahí. elemental, querido Watson. Ahora bien, esos hijos, desde el comienzo hasta el final de la vida pueden influir, y muy decisivamente, en la sociedad, votando de acuerdo con la fé que les trasmitimos. Pues bien, servidor no entiende cómo, viviendo en democracia y sabiendo que funciona a base de papeletas, la jerarquía no haga hincapié en animar a los matrimonios cristianos a tener un elevado número de hijos para, a largo plazo, desalojar por decenios a los enemigos de la fe de las instituciones de gobierno.
Pd.: Tenemos una gran ventaja, que es la conocida fobia de la izquierda a los hijos, constituyendo familias muy reducidas.
Y una reivindicación: ese pequeñín (que ya no lo es tanto) ¿no se ha ganado con su esfuerzo aparecer en el perfil del bloguero? "Padre de cuatro hijos"
Gracias por la explicación de lo de mi madre es del Cielo, la he encontrado satisfactoria, y liturgizante.
Muy bonito el villancico familiar.
Felicitaciones!!! Gracias, gracias por la ternura que transmiten!
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