¿Ayudar a la Iglesia en sus necesidades?
Pongo el título entre signos de interrogación porque, aunque ayudar a la Iglesia en sus necesidades es un mandamiento universal para todos los católicos, hace tiempo que se escuchan numerosas voces que sugieren que quizá sea mejor retirar esa ayuda en ciertas ocasiones o al menos matizarla.
Algunos señalan, lógicamente molestos, diversos casos en los que se utiliza mal el dinero que los fieles dan a la Iglesia. No solo hay casos de simple despilfarro o empleo del dinero de viudas y huérfanos en inútiles burocracias, campañas e iniciativas o en congresos y viajes superfluos (que ya claman al cielo), sino que incluso hay ocasiones en las que el dinero se usa directamente para mal.
Es más que comprensible que haya numerosos fieles que están hartos y que no deseen colaborar con ese desperdicio o esas conductas poco eclesiales. ¿Quién querría contribuir con su salario a que la Pontificia Academia para la Vida proporcione un púlpito a activistas antipoblación, a que Mons. Sorondo viaje a China y elogie el régimen comunista o a que, en multitud de universidades, editoriales, parroquias y colegios “católicos”, se niegue la doctrina católica? ¿A quién no le indigna que la Conferencia Episcopal norteamericana haga donaciones a organizaciones proabortistas, que los obispos alemanes se reúnan para cambiar la fe de la Iglesia o que haya obispos que paguen sumas millonarias para evitar que salgan a la luz las repugnantes prácticas de algún clérigo?
En ese sentido, muchos entienden que retirar los donativos es una forma, quizá la única forma práctica, de presionar a una jerarquía que, en ciertos casos, parece andar escasa de fe y sobrada de mundanidad. Es decir, una manera de hacer oír la voz de los seglares que, supuestamente, son muy importantes en la Iglesia, pero, en la práctica, normalmente no son escuchados, aunque estén denunciando evidentes abusos o, quizá, especialmente cuando denuncian esos abusos.
Otros, de forma más modesta, sugieren que, en vez de dar dinero a cualquier obra de la Iglesia de forma indiscriminada, conviene dar solamente el dinero a conventos, misioneros o sacerdotes que conozcamos y que sepamos que van a utilizar bien el dinero. Así, algunos proponen no poner la X en la casilla de la Iglesia del impuesto sobre la renta (en el caso de España) o no contribuir con determinadas colectas como el óbolo de San Pedro o las colectas diocesanas o incluso no dar ningún dinero en la parroquia, sino solo a obras que consideren indudablemente buenas.
Es un tema muy amplio y además, como veremos, en gran medida prudencial, así que, sin pretender solucionarlo, me limitaré a proponer unas líneas generales. A mi entender, siempre conviene favorecer que la limosna sea lo más concreta posible. Sin negar el bien que hacen (algunas) organizaciones caritativas de la Iglesia, creo que siempre es mejor dar dinero directamente al que lo necesita cuando se pueda, porque la verdadera caridad empieza por los cercanos. A los cristianos no nos preocupa tanto la pobreza cuanto los pobres en particular, que son nuestros hermanos. Asimismo, me parece preferible dar dinero a un misionero un sacerdote o un convento conocidos o cercanos que a “las misiones” en general, a la Conferencia Episcopal o a causas más o menos abstractas. Si además de esa forma es posible evitar contribuir a fines poco recomendables, miel sobre hojuelas.
En cuanto a dar dinero o no en la propia parroquia, sin embargo, mi consejo es el de San Ignacio: en tiempo de turbación, no hacer mudanza. Es decir, creo que seguir la costumbre de siglos o milenios y continuar dando la propia aportación en la parroquia a la que se acuda es, en principio, una buena idea. En la duda, haz lo que hacían tus abuelos, reconociendo a la Iglesia presente en tu parroquia, amándola, respetándola y compartiendo tus bienes con ella. Es, a fin de cuentas, la limosna más concreta que existe, porque sostiene el culto en el que nosotros participamos, mantiene a los sacerdotes que nos imparten los sacramentos y ayuda a los pobres y a los fieles que viven a nuestro alrededor.
En ese sentido, el mandamiento de ayudar a la Iglesia en sus necesidades es un mandamiento de humildad. Creemos que somos más sabios, más listos y mejores que los demás, pero lo que nos corresponde es la oración del publicano y, aunque no salga en la parábola, la limosna del publicano, que se humilla y se fía de la Iglesia. En la duda, desconfía de ti mismo, de tu inteligencia y de tu capacidad de saber mejor que los demás lo que conviene. Como decía Chesterton a una mujer que le reprochaba que diera limosna a un mendigo que “seguro” que iba a gastársela en alcohol: “Señora, ¿qué le hace pensar que yo lo gastaría en algo mejor?”.
Además, a mi entender, el mandamiento de ayudar a la Iglesia en sus necesidades no está destinado de forma exclusiva a las cosas buenas que pueda hacer la Iglesia con ese dinero (que siguen siendo muchas), sino en buena parte a recordarnos de forma patente (y con patente quiero decir que nos duela) que los bienes materiales no son nuestros, sino de Dios, y que nosotros solo somos administradores. O dicho de otro modo, que no podemos servir a Dios y al dinero. En ese sentido, si a veces el P. Tal o Mons. Cual desperdician ese dinero o lo usan mal, peor para los que así lo hagan, porque ya darán cuenta a Dios de ello. Nosotros, colaborando con la Iglesia, hemos probado en nuestra carne, con las versiones modernas del diezmo y la primicia, que servimos a Dios y no al dinero, la gracia ha liberado nuestros corazones de la tiranía de Mammón y solo eso ya merece la pena.
Es decir, aunque estemos haciendo un servicio a la Iglesia al colaborar económicamente para sufragar sus necesidades, lo cierto es que ante todo es la Iglesia la que nos está haciendo un favor al recordarnos que todo lo que tenemos lo recibimos de Dios y debemos emplearlo para hacer su voluntad. Ese dinero que damos no es nuestro, sino de Dios. ¿Qué tienes que no hayas recibido?
El tema de presionar retirando la limosna es un poco más complicado y resulta difícil no mostrar simpatía hacia las intenciones de los que proponen esas presiones. Como decíamos, ¿quién no se da cuenta con indignación de que la Iglesia está en medio de una gran crisis y de que hay muchos eclesiásticos que, impunemente, actúan contra la fe abusando de su cargo y, que, para colmo, lo hacen con el dinero de los fieles?
Es posible que esas presiones puedan dar buenos resultados en ocasiones y, en algunos casos muy extremos podría considerarse incluso un deber no colaborar con algo evidentemente malo y mostrar así de forma pública nuestro rechazo. En general, sin embargo, yo diría que las cosas en la Iglesia no deben funcionar a base de presiones. Actuar a la manera del mundo es siempre una tentación, porque parece que el mundo obtiene resultados mejores, más rápidos o más eficientes, pero los cristianos estamos llamados a ser distintos. Por eso desconfío de comunicados públicos, propuestas de democratizar la Iglesia, presiones económicas y, en general, criterios de poder en la vida de la Iglesia. Estas herramientas mundanas empiezan a utilizarse con buenas intenciones, pero casi inevitablemente se van deslizando hacia cuestiones más confusas o menos santas y terminan por desnaturalizar la vida cristiana. No merece la pena.
Dicho eso, no conviene poner más cargas de las necesarias ni inventarse preceptos inexistentes. Veamos en qué consiste la obligación concreta en este ámbito. El Catecismo explica que: “el quinto mandamiento («ayudar a la Iglesia en sus necesidades») enuncia que los fieles están obligados de ayudar, cada uno según su posibilidad, a las necesidades materiales de la Iglesia” (Catecismo de la Iglesia Católica 2043). La ley canónica es algo más específica, pero sustancialmente dice lo mismo: “Los fieles tienen el deber de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, de modo que disponga de lo necesario para el culto divino, las obras de apostolado y de caridad y el conveniente sustento de los ministros” (canon 222 § 1).
Es decir, por ejemplo, no hay obligación específica de dar dinero en las colectas parroquiales o en otros lugares en concreto. La obligación es de carácter general: ayudar a la Iglesia, de manera que tenga lo necesario para el culto, el apostolado, el sustento de sacerdotes y las obras de caridad. Por lo tanto, se puede cumplir igualmente dando dinero a un misionero conocido, a unas religiosas o donde sea. Obviamente, lo normal, como decíamos antes, será que el lugar principal que canalice el cumplimiento del quinto mandamiento de la Iglesia sea la parroquia, pero no está mandado que así sea, de manera que no se puede reprochar que algunos fieles usen de su derecho y prefieran dar su donativo en otros lugares o prefieran no colaborar con colectas cuyo destino no les agrada.
Tampoco hay obligación moral específica de poner la X en la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta. Yo siempre lo he hecho y a mi entender es aconsejable hacerlo (porque difícilmente usará mejor el Estado ese dinero que la Iglesia), pero no creo que sea obligatorio, siempre que uno cumpla el precepto ayudando económicamente a la Iglesia de otras maneras.
La decisión de cómo ayudar a la Iglesia es de cada fiel, porque así lo ha decidido la propia Iglesia. Esto no siempre ha sido así. En otras épocas era obligatorio legal y canónicamente pagar el diezmo a la Iglesia y no hacerlo conllevaba serias penas canónicas y legales. Ahora, sin embargo, se deja al criterio del fiel cómo ayudar a la Iglesia y con qué cantidad de dinero. En ese sentido, no seré yo quien critique a quien haga uso de ese derecho, sobre todo si lo hace con la loable intención de defender la fe y resistir a las ideologías mundanas que se infiltran en ella.
En conclusión, estamos hablando de una cuestión prudencial, para la que no se pueden dar soluciones universales (más allá de la obligación general de ayudar a la Iglesia en sus necesidades). Yo ya he dado mi opinión personal sobre lo que creo que es mejor hacer al respecto. Que cada uno examine su conciencia y haga lo que le parezca mejor, con amor a la Iglesia, generosidad, humildad y prudencia.
51 comentarios
Precisamente porque la Iglesia deja actualmente a discreción de los fieles la manera y la cantidad con la que deben cumplir el precepto nos toca a nosotros discernir cuánto y cómo debemos dar. Dicho de otra manera, más libertad pero también más responsabilidad. A mí este tema me hace pensar mucho y no sé si acierto.
tu bondad.
2 Haz bien al justo, y lograrás una gran recompensa, sino de él, a
lo menos del Señor
3 No lo pasará bien el que de continuo hace mal, y no da limosnas;
porque el Altísimo aborrece a los pecadores; y usa de misericordia
con los que se arrepienten.
4 Sé tú liberal con el hombre misericordioso, y no patrocines al
pecador; porque Él dará su merecido a los impíos y a los pecadores,
reservándolos para el día de la venganza.
5 Sé liberal con el hombre de bien, y no apoyes al pecador.
6 Haz bien al humilde, y no concedas dones al impío; impide que
se le dé de comer, para que no se alce sobre ti con lo mismo que le
das.
7 Porqué será doble mal el que reportarás por todo el bien que le
hicieres; pues odia el Altísimo a los pecadores, y tomará venganza
de los impíos.
Eclesiástico 12
Glosas de Mons. Straubinger:
1 ss. .Capítulo fundamental, cómo todo lo que se refiere a la caridad. Coincide con el Salmo 40, 2 y contrasta con el “Haz bien y no mires a quién”, máxima mundana que muchos creen evangélica. Notemos cuan admirable es la Biblia en su sabiduría que nos libra de escrúpulos. Después de inculcarnos mil veces la excelencia de la limosna, la hospitalidad, etc., nos previene contra los engaños de la maldad humana. Cf. Gálatas 6, 10 y nota.
2. Gran recompensa: El amor al prójimo sólo vale y merece en cuanto viene del amor a Dios (I Corintios 13), y este amor nos mueve evidentemente a preferir a los verdaderos amigos de Él. Esto es lo que Cristo mira como hecho a Él mismo. Cf. Mateo 10, 40; 25, 40; Lucas 6, 32.
4. Él dará su merecido, etc. Esto nos libra de la presunción de creer que somos los llamados a suprimir de la tierra todos los dolores, los cuales suelen ser permitidos por Dios para prueba y provecho del que sufre. La caridad es espiritual y no sentimental, porque cuenta con la actividad de Dios, que alimenta aún a los pájaros y lo da todo por añadidura al que busca su Reino (Mateo 6, 33). Claro está que puede haber excepciones, como el caso de Job. Por eso decimos que la caridad es espiritual y no puede encerrarse en reglas fijas porque “el espíritu sopla donde quiere” (Juan 3, 8). El que ama, sabe cómo debe obrar (Gálatas 5, 18). De ahí la norma de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras.” Porque el que es movido por el amor siempre desea dar mientras pueda.
6 s. Al humilde: Dios odia al pobre soberbio (véase 25, 4 y nota). Impide que se le dé de comer: en hebreo: no le des armas de guerra, no sea que te combata con ellas (véase lo que Jesús enseña en Mateo 7, 6). El Sermón de la Montaña nos manda amar a nuestros enemigos. Aquí se trata de los enemigos de Dios. Véase Apocalipsis 2, 6; Salmo 118, 113; 138, 22. Claro está que esto no significa juzgar la persona del prójimo (Mateo 7, 1; Lucas 6, 37) sino examinar los espíritus (I Juan 4, 1; I Tesalonicenses 5, 21; II Juan 10; I Corintios 5, 9; II Tesalonicenses 3, 6 y 14).
Con todo el respeto a Mons. Straubinger y a su estupenda Biblia, me parece un despropósito afirmar que “Haz bien y no mires a quién” es una "máxima mundana". Dice el mismo Cristo: También habéis oído que antes se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo’. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, pues él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos e injustos.
Para ser hijos de nuestro Padre tenemos que hacer como Él, que hace el bien a malos y buenos. Tenemos que ser como Cristo, que siendo nosotros todavía pecadores (es decir, enemigos de Dios), murió por nosotros.
Más aún: Si alguien te demanda para quitarte la túnica, déjale también el manto. Y si alguien te obliga a llevar carga una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y no le vuelvas la espalda a quien te pida prestado. No dice "si alguien bueno te quita la túnica" o "si alguien bueno te obliga a llevar una carga" o "si alguien bueno te pide". Es simplemente al que te pida, sea bueno o malo, amigo de Dios o su enemigo, porque incluso los enemigos de Dios fueron creados a su imagen y están llamados a ser sus hijos.
Cristo llevó a plenitud el Antiguo Testamento y tenemos que entender éste a la luz de Aquel y no al revés.
Aliquando bonus dormitat Homerus.
"5.«Acuérdate, hijo, del Señor todos los días y no quieras pecar ni transgredir sus mandamientos; practica la justicia todos los días de tu vida y no andes por caminos de injusticia,"
"6.pues si te portas según verdad, tendrás éxito en todas tus cosas,
7.como todos los que practican la justicia. «Haz limosna con tus bienes; y al hacerlo, que tu ojo no tenga rencilla. No vuelvas la cara ante ningún pobre y Dios no apartará de ti su cara.
8.Regula tu limosna según la abundancia de tus bienes. Si tienes poco, da conforme a ese poco, pero nunca temas dar limosna, 9.porque así te atesoras una buena reserva para el día de la necesidad. 10.Porque la limosna libra de la muerte e impide caer en las tinieblas. 11.Don valioso es la limosna para cuantos la practican en presencia del Altísimo."
Continua y al final dice lo siguiente:
"19.Bendice al Señor Dios en toda circunstancia, pídele que sean rectos todos tus caminos y que lleguen a buen fin todas tus sendas y proyectos. Pues no todas las gentes tienen consejo; es el Señor quien da todos los bienes y, cuando quiere, eleva o abata hasta lo profundo del Hades. Así, pues, hijo, recuerda estos mandamientos y no permitas que se borren de tu corazón."
"21." No debes preocuparte, hijo, porque seamos pobres. Muchos bienes posees si temes a Dios, huyes de todo pecado y haces lo que es bueno ante el Señor tu Dios.»"
Amén.
Y he seguido algunos de los criterios que propones pese a que mi situación económica no es brillante.
Las religiosas que abrieron su convento para poder dedicar unos días a la oración apenas salidos del estado de alarma (incluso antes, sin miedos), las parroquias que aumentaron las celebraciones en vez de reducirlas...
Y también con mi trabajo y mi vida colaborando de forma voluntaria en lo que la Iglesia necesite para la evangelización.
Yo también puse la X, aunque me temo que este año no he cotizado... es más testimonial, para que vea el gobierno que queremos a la Iglesia pese a los dolores de cabeza que nos provoca a veces..
Desde luego la acción directa, como antes se hacía cuando se conocían las necesidades del prójimo (próximo) es mucho mejor.
Lo recuerdo que para mis abuelos, eran otros tiempos, la mayor preocupación seguía siendo las viudas y los huérfanos porque entonces quedaban desprotegidos. Ellos eran obreros y no consideraban que el obrero, aunque cobrara poco, fuese pobre, pero tenían fijación con eso de las viudas y los huérfanos tal como se presenta en el Evangelio.
Se me quedó grabado que el día del funeral de mi abuelo apareció una señora en casa que solo conocíamos de vista y se empeñó en darle a mi abuela dinero para misas, ella le dijo que de ninguna manera porque sabía de su situación, y la viuda llorando le suplicó: "Usted no debe de conocer nada de lo que hacía su marido ¿verdad? porque si no sabría por qué he venido. Sepa que su esposo ha estado viniendo a mi casa durante años para entregarme dinero siempre que podía". Nos quedamos estupefactas pero, como sabíamos que mi abuelo eran de los que hasta su mano izquierda ignoraba lo que hacía su derecha, mi abuela le tomó el dinero y le pidió que rezara por él (cosa que estoy segura la viuda llevaba haciendo desde mucho tiempo atrás).
Entonces la ayuda era así, no se necesitaban intermediarios, pero ahora es mucho más difícil porque cada cual se encierra en su casa a cal y canto y se ignoran las ayudas que pueden estar recibiendo.
En este momento que existan monasterios contemplativos, que reciban dinero las iglesias perseguidas o que se ayude al que se conozca que esté pasando un mal momento es más importante que dineros cuyo destino no se sabe. Pero, por otra parte, la parroquia-teniendo en cuenta que por la pandemia ha disminuido el número de feligreses que van a misa-puede necesitar nuestra ayuda. Yo estoy dejando más dinero que antes del confinamiento porque he visto un descenso considerable de la asistencia a las misas, en parte porque el aforo no es el mismo que antes y en parte porque unos se han acostumbrado a ver las misas por la tele y algunos ancianos tienen miedo de salir de su casa.
"Las religiosas que abrieron su convento para poder dedicar unos días a la oración apenas salidos del estado de alarma (incluso antes, sin miedos), las parroquias que aumentaron las celebraciones en vez de reducirlas..."
Dios les bendiga sobreabundantemente, porque tuvimos hambre y nos dieron de comer, tuvimos sed, y nos dieron de beber; fuimos forasteros en este mundo, y nos recibieron; estábamos desnudos y nos vistieron. Y lo que hicieron con nosotros, con Cristo lo hicieron.
"es más testimonial, para que vea el gobierno que queremos a la Iglesia pese a los dolores de cabeza que nos provoca a veces.."
Quizá tendría que haberlo puesto en el post. El dinero que damos a la Iglesia es también un signo, para nosotros y para el mundo, de nuestro amor a nuestra Santa Madre Iglesia, Esposa de Cristo, Reino de Dios en la tierra. ¡Cuánto nos ha dado, mucho más de lo que nunca podremos pagarle! Benditos los que la aman, los que lloran por sus castigos.
- Hay parroquias de gente modesta muy generosa y parroquias con gente rica muy mezquina, si en el obispado todo va a un "fondo común" no se es justo. Debe hacerse ver a los que pueden dar más que las cosas se consiguen siendo más generoso (acaban creyendo que ya lo hacen todo bien).
- Apenas hay donaciones a la Iglesia en determinados territorios: han dado muy mal ejemplo los administradores del obispado (por no decir otro nombre) y la gente toma nota, no es tan tonta como creen estos listillos.
- Si no pones la X en la Declaración del IRPF saboteas a los jerarcas politiqueros del PP de COPE-13TV, pero te chantajean, porque perjudicas a justos e inocentes que necesitan este dinero como agua de mayo.
- Es un hecho objetivo que la jerarquía "católica" apoya a la oposición de Nicaragua y Venezuela al lado de los EEUU y UE (abortistas, antifamilia y saqueadores de las riquezas ajenas), lo que va a Cáritas lo administra la jerarquía para derrotar a los que, de momento, penalizan el aborto provocado y no promueven leyes homosexualistas tachándolos de comunistas y otras lindezas de derecha pepera (cuando ambos regímenes se proclaman sandinistas/bolivarianos-socialistas-cristianos).
"Distinto es marcar la "X" en la declaración de la Renta, para destinar dinero a una organización burocrática como la Conferencia Episcopal, que en el caso de España gasta millones de euros en mantener una televisión como 13TV que no sirve para evangelizar y, por tanto, es perfectamente prescindible"
Más o menos el 95% de los doscientos cincuenta millones y algo que recibe la Iglesia de la asignación tributaria va a las diócesis, la seguridad social del clero, la construcción de templos, Cáritas y similares.
¿Sería bueno que desaparecieran los cuatro millones que van a 13TV, los dos y medio de funcionamiento de la Conferencia Episcopal, el millón de la Conferencia de Religiosos, los cinco millones de la campaña de comunicación y algunos etcéteras? Ojalá, pero sería una verdadera pena que pagaran justos por pecadores y se viera afectado el otro 90% (porque, no nos engañemos, sería el que se vería afectado si faltara dinero).
"Es un hecho objetivo que la jerarquía "católica" apoya a la oposición de ..."
El empeño de los obispos en meterse en camisas políticas de once varas en "defensa de la democracia", que es un tema que ni les va ni les viene, mientras callan como conejos sobre los temas verdaderamente cruciales para un católico, es una de las puertas por donde penetra en la Iglesia la mundanidad rampante que sufrimos.
Sin embargo, cuando alguna parroquia me solicita una ayuda, tengo en cuenta que debo darla... Los sacerdotes saben a quién acudir... y de quién esperar ayuda. ¿Cómo no colaborar? Sin embargo, no me llama la atención... dar el óbolo de San Pedro. Y que Dios juzgue!... prefiero ayudar a parroquias donde sé que casi nadie manda celebrar una Misa... y los Sacerdotes no la pasa económicamente muy bien.
El párrafo anterior dice (traduzco del francés):
"«A quien te pida, dale, sin reclamarle nada», porque el Padre quiere que compartamos con todos sus larguezas. ¡Dichoso el que da, según el mandamiento!, porque será irreprochable. ¡Ay del que recibe! Ciertamente, si la necesidad le obliga a tomarlo, será inocente; pero si no pasa necesidad, rendirá cuentas del motivo y del fin con que lo tomó; será arrojado a prisión, examinado por su conducta y «no saldrá de allí hasta que haya devuelto el último cuarto de as»".
Y unos párrafos después:
"«No extiendas las manos para recibir y las cierres para dar». Si posees alguna cosa gracias al trabajo de tus manos, da a fin de redimir tus pecados. No vaciles antes de dar, sino da sin murmurar y un día conocerás al que sabe recompensar adecuadamente. No rechaces al indigente, pon todo en común con tu hermano y no digas que tienes bienes propios, porque si compartís los bienes inmortales, ¿cómo no vais a compartir los bienes perecederos?"
"Lo recuerdo que para mis abuelos, eran otros tiempos, la mayor preocupación seguía siendo las viudas y los huérfanos"
Qué gran cosa poder decir algo así de tus abuelos y qué gran gloria será para ellos en el cielo, si Dios quiere.
"Se me quedó grabado que el día del funeral de mi abuelo apareció..."
Muchas gracias por contar la historia, que vale mucho más que mi artículo.
"A mí este tema me hace pensar mucho y no sé si acierto"
En esas estamos todos y, si Dios no hace un milagro de iluminación, en esas seguiremos hasta que tengamos que rendir cuentas al dueño de la casa.
"...ayudar a parroquias donde sé que casi nadie manda celebrar una Misa... y los Sacerdotes no la pasa económicamente muy bien"
Es el atractivo de la ayuda concreta al necesitado, que es el núcleo de la misericordia.
Si estuviesen muchos curas ocupados en trabajos civiles desde luego no tendrían ocio para propagar asquerosidades como la promoción del homosexualismo o herejías de mil hierbas mezcladas o, simplemente, hundir mejor a la Iglesia.
Yo ni un céntimo en efectivo y la "X" ni de broma. Sólo aporto mi tiempo en cierta actividad
Respetando totalmente su opinión, me parece que no podemos gastarnos millones de euros para que solo podamos aprovechar unos cultos que se pueden seguir perfectamente, por ejemplo en Radio María.
Solo entiendo esas declaraciones de San Pablo al comienzo de su apostolado. No me puedo imaginar que su intensa actividad misionera y viajera fuera compatible con un trabajo civil, ni siquiera a ratos. También nuestro Señor ejerció su profesión de artesano pero la dejó al comenzar su predicación. E igualmente los Apóstoles, que "dejando las redes, le siguieron". Los sacerdotes son hoy escasos, tiene que estudiar, dar clases, catequesis, preparar los cultos y las homilías, atender a los feligreses, etc. No veo que eso se pueda hacer después de una jornada de 8 horas, después de las cuales también hay que dedicarle un tiempo adicional para estar el día, en la profesión ejercida.
"En ese sentido, si a veces el P. Tal o Mons. Cual desperdician ese dinero o lo usan mal, peor para los que así lo hagan, porque ya darán cuenta a Dios de ello."
Y también a nosotros nos pedirán cuentas, que les damos dinero para hacer el mal y lo sabemos. Es como si un fabricante de armas, conociendo perfectamente que con sus armas se cometen crímenes, dice: "yo no aprieto el gatillo, sólo las fabrico y vendo". Proporciona herramientas para el mal, a sabiendas. Es como si un farmacéutico vende la píldora del día después. Podría decir: "yo no la tomo, sólo la proporciono".
En resumen, dar donativos a sabiendas de que van a fines amorales no es moralmente neutro. Además la Iglesia somos todos, también los laicos. También ellos con su dinero pueden promover obras de caridad por su cuenta. No todo tiene que pasar por la jerarquía. ¿O es que son Iglesia sólo para pagar?
Afortunadamente, hoy tenemos diversos cauces para ayudar económicamente incluso a nuestras parroquias sin salir de casa (la web donoamiiglesia, por ejemplo) Y el discernimiento, con ser necesario, no puede ser excusa para demorar el cumplimiento de una obligación que, a la vista del descenso de fieles en nuestro país, es más importante que nunca. Me refiero a que hay que compartir nuestros bienes, con responsabilidad, pero sin tanto miramiento sobre la futura distribución de los mismos por quien los recibe. Efectivamente, Chesterton tenía razón.
Me ha impresionado el testimonio de Palas Atenea sobre el Domingo de Resurrección. Se me ha puesto un nudo en la garganta pensando en esa espera que finalmente no tuvo su recompensa en forma de repique de campanas. Menos mal que Jesús resucita igualmente, aunque por miedo o quién sabe qué otras causas no lo celebremos y lo gritemos a los cuatro vientos.
Por las mañanas, muchas parroquias cerradas a cal y canto y hasta la tarde (5 o 6) no se abren. ¿alguien lleva el control del trabajo de los sacerdotes? Alguna forma de evaluar, por parte de la comunidad , ya que están para servirla (se supone que con total dedicación)...........repito que es un tema complejo y espinoso, ya que no se trata de poner de relieve defectos o pecados de nadie, o de caer en personalismos, pero también hay cosas que dan de pensar y pocas veces las manifestamos en voz alta , aunque creo que muchos lo piensan.
A pesar de todo, yo seguiré poniendo la X del IRPF, colaborando con la parroquia a la que asista, y demás donativos puntuales a lo largo del año. Es falso de toda falsedad quien piense que la Iglesia está rebosante de un patrimonio monetario extraordinario. Es verdad que sigue contando con un gran patrimonio artístico e inmobiliario, pero este tipo de patrimonio exige unos gastos de mantenimiento en proporción a su dimensión y a su valor. En definitiva, no les sobra, como tampoco nos sobra a la mayoría de los que hacemos nuestras humildes donaciones.
En definitiva, si desconfiamos, elijamos con todo detalle los destinatarios de nuestro dinero. Pero siempre ayudemos. Es nuestro deber y es, además, necesario.
Acepto el artículo, que está bien y es correcto, pero hoy 2020 estamos en una situación inédita en la historia de la Iglesia, que siquiera se dió en la época de los tres Papas ni en la sede de Aviñón, porque el mismo Papa Francisco se ha separado de la comunión católica, al aprobar como magisterio auténtico la herejía de la comunión y absolución de los adulteros en Amoris laetitia (Núm. 305, notas 336 y 351) y en el Rescripto en audiencia con el Pontífice de 5 de junio de 2017 (AAS 7.10.2016). Francisco, además, no ha contestado a las Dubía, destruyó la Academia de la Vida de Juan Pablo II, y ha dejado impunes a los obispos implementadores de Amoris (Roma, Sicilia, Piamonte-Aosta, Malta, Alemania, Bélgica, Lisboa, Fátima...).
Y sin contar con el hecho de estar yo en total oposición con la política de Francisco, que opta por economía, emigración, ecología, ecumenismo con herejes y otras falsas religiones, indigenismo, China... un radical, completo y absoluto error irreversible, porque ha aniquilado la defensa de la vida (aborto, eutanasia, suicidio asistido, reproducción asistida), la defensa de la familia y el matrimonio o Iglesia Doméstica (homosexualismo, transexualismo, contracepción, promiscuidad, sexualización de la infancia), la defensa de la educación paterna de los hijos y el bien común de las naciones, siguiendo con ello la agenda mundial del Nuevo Orden. Impugno a Francisco en todo. No, no, no, no y no.
Y culpó de todo a la inactividad de los colegios cardenalicio y episcopales, junto con todos los dirigentes de órdenes, congregaciones y movimientos, culpables graves de omisión del deber de emitir la defensa adecuada de la Fé Católica. Por tal razón Dios nos castiga reparativamente con la caída de vocaciones, ordenaciones y falta de participación de fieles. Todo se hunde, y los pastores se hacen los sordos y ciegos. Punto final.
Ahora estoy en proceso transcional de retirar todas mis ayudas a la Iglesia Católica vía IRPF y contribuciones generales, y daré mi ayuda ad casum. Ya se acabó este progresivo y peligroso trampantojo y entelequia de Iglesia que va camino de ya no ser la mía, ni la que viví ni vivieron nuestros antepasados, ya que surge una certeza: ayudo a una falsa Iglesia. La situación es insostenible, agavándose en la pandemia por el cierre de iglesias y la prohibición de la comunión en la boca. Basta ya.
«Y todo cuanto hagáis de palabra o de obra, hacedlo todo en Nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios por medio de Él. […] Todo cuánto hagáis hacedlo de corazón, como hecho para el Señor, y no para los hombres» (Colosenses 3, 17. 23). Y de esta manera no perdemos. Solo haciéndolo por el Señor, cuando ayudamos a la Iglesia en sus necesidades, no debemos mirar a donde va a ir lo que donemos, nos fijamos en Cristo, Él ya sabe lo que tiene que hacer. Cuando hay personas que se encuentran a algunos pobres en la calle, de verdadera y urgente necesidad, se le ayuda llevándoles alimentos, o ropa, que lo necesite, etc. Sería un error para nosotros, que esperásemos que nos de las gracias. Se trata de hacer el bien, y marcharse rápidamente.
Marcar la casilla con una X, para también mostrar nuestra generosidad, con la Iglesia que nos ha dado la vida espiritual por medio del Sacramento del Bautismo. Siempre en atención a Cristo y no a los hombres. Ayudamos a los hombres, no por los hombres, sino por amor a Dios.
El que no ayuda a la Iglesia es un egoísta y tacaño, que solo puede pensar en sí mismo.
Hace algunos años, estaba en la estación de autobuses, se me acercó una señora con su hijita pequeña, pidiendo ayuda. Yo no tenía mucho dinero, y le dije, "venga usted conmigo. Entremos en esta tienda, a ver si puede ayudarnos. Hablé con la dueña de la tienda, si tenía algo para la persona pobre, que estaba conmigo. Y me respondió, "yo no puedo dar nada, porque el dinero lo necesito para comprar tabaco". Es como robar el dinero a los pobres.
«El hombre avaro se apresura a enriquecerse, y no sabe que le sobrevendrá la indigencia» (Proverbios 28,22). Lo que el Señor nos concede es también para repartirlo entre los más necesitados. Y la Iglesia es la solución más importantes, porque lo que se dona a ella, llega a los pobres.
«Mirad: el que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará. Cada uno dé como le dicte su corazón: no a disgusto ni a la fuerza, pues Dios ama al que da con alegría. Y Dios tiene poder para colmaros de toda clase de dones, de modo que, teniendo lo suficiente siempre y en todo, os sobre para toda clase de obras buenas. Como está escrito: Repartió abundantemente a los pobres, su justicia permanece eternamente.» (2º Corintios 9,6-9).
El hacer las cosas por el Señor, es una recompensa de obediencia y humildad.
"No estoy de acuerdo con la expresión: "En ese sentido, si a veces el P. Tal o Mons. Cual desperdician ese dinero o lo usan mal, peor para los que así lo hagan, porque ya darán cuenta a Dios de ello." Y también a nosotros nos pedirán cuentas, que les damos dinero para hacer el mal y lo sabemos. Es como si un fabricante de armas, conociendo perfectamente que con sus armas se cometen crímenes, dice: "yo no aprieto el gatillo, sólo las fabrico y vendo". Proporciona herramientas para el mal, a sabiendas. Es como si un farmacéutico vende la píldora del día después. Podría decir: "yo no la tomo, sólo la proporciono". En resumen, dar donativos a sabiendas de que van a fines amorales no es moralmente neutro".
Quizá no me he explicado bien. En efecto, como usted señala y como yo he recordado en el artículo, en algunos casos "podría considerarse incluso un deber no colaborar con algo evidentemente malo y mostrar así de forma pública nuestro rechazo".
Sin embargo, ese no es el caso habitual, porque estamos hablando del mandamiento de colaborar con la Iglesia en sus necesidades, que obliga a todos los católicos. Lo normal es colaborar, y no colaborar solo puede ser una excepción en casos necesarios.
En ese sentido, colaboramos porque es nuestro deber hacerlo y porque amamos a la Iglesia. ¿Puede suceder que el P. Cual o Mons. Tal no utilicen bien parte de ese dinero que damos en la parroquia? Evidentemente sí, porque es algo que ha pasado absolutamente siempre en la historia de la Iglesia, desde los tiempos de San Pablo. Pero, si no tenemos certeza moral de que ese dinero concreto se va a usar para mal, prima el mandamiento de ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Y si aun así el padre o el monseñor lo usan para mal, ya darán cuenta ellos a Dios cuando les toque, porque nosotros hemos hecho lo que debíamos hacer, como dice el texto de la Didajé citado más arriba.
A eso se refería esa frase (y no, por ejemplo, a dar dinero a una organización jesuita que esté dedicada a desevangelizar a los católicos de los países de misión, algo que, evidentemente, es desaconsejable).
"Además la Iglesia somos todos, también los laicos. También ellos con su dinero pueden promover obras de caridad por su cuenta. No todo tiene que pasar por la jerarquía".
Por supuesto, como ya he dicho también en el artículo. Se puede y se debe aprovechar la libertad que da la misma Iglesia a la hora de ayudarla en sus necesidades. Y, como también he dicho, cuanto más directa sea la limosna, siempre mejor. Ceteris paribus, es mejor ayudar a un vecino necesitado que colaborar con Manos Unidas y mejor ayudar a un misionero que conocemos que dar dinero "para las misiones" en general, por ejemplo. La caridad es la virtud personal por excelencia y cuanto menos abstracta, difusa y lejana sea, mucho mejor.
Por otro lado, sin embargo, no debemos olvidar que, como dice el derecho canónico, es parte del mandamiento "ayudar a la Iglesia ... de modo que disponga de lo necesario para el culto divino ... y el conveniente sustento de los ministros". Nos toca a los fieles sostener el culto y a los ministros y, para ello, lo normal es colaborar de alguna forma con las parroquias/diócesis. En esto hay una obligación de justicia, porque nosotros nos beneficiamos directamente de ese culto y de los sacramentos.
Es nuestra Iglesia y debemos sostenerla, por muy en crisis, debilitada y resfriada que se encuentre en algunas épocas.
Estoy de acuerdo con todo el comentario. Solo haría una matización a esta frase: "Es un derecho perfectamente legítimo querer saber o controlar adónde va el dinero que hemos entregado"
He intentado explicar en el post, quizá de forma algo confusa, que parte de la utilidad del mandamiento es, precisamente, que ya no controlamos ese dinero. Es decir, que nos fiamos de la Iglesia en lugar de considerar que nosotros sabríamos mejor que ella a qué dedicar concretamente ese dinero. El mandamiento tiene un aspecto de humildad que a mí me parece fundamental: la Iglesia no nos obedece, sino que nosotros la obedecemos a ella.
En ese sentido, es un signo estupendo de que la Iglesia es una gracia de Dios: la salvación no viene de nuestras fuerzas, la fe no es obra de nuestra inteligencia y el mundo no lo arreglamos con nuestro dinero, sino que todo don perfecto viene de arriba. Espero que se entienda, aunque es un punto sutil, que no resulta fácil de expresar.
"Respecto a lo que se dice contra el Cardenal Rouco Varela, lo respeto, lo ví buen cardenal y el que esté límpio que tire la primera piedra"
No se ha dicho nada sobre el Cardenal Rouco. Quizá sea otro artículo en otro blog.
Tiene sus ventajas: no depende de si llevo o no dinero encima, no se les carga de monedas -eso lo resolví hace unos 30 años con uno mensual en billete- los sacerdotes no cargan con el carro de la compra para ir al banco; como voy a la parroquia que mejor me viene según el día, se distribuye mejor, colaboro con los pueblos de la Sierra o los apenas habitados, la diócesis tiene unos ingresos fijos con los que puede contar, los malpensados no considerarán este dinero que se ingresa en negro, que de todo hay. Después de la pandemia cuando pensaba en los gastos que suponen las nuevas normas de higiene pensé necesitarán más ¡hasta que me di cuenta de que había contribuido ese tiempo! ah, también desgrava.
Mi problema es cómo incardinar en la liturgia la ofrenda.
Marco la X porque creo que hay que mantener el culto y la Iglesia y que ese 0'7 mejor lo hará la Iglesia que el político de turno.
Me ha hecho ilusión que se considere también como ayudar a la Iglesia otros donativos particulares, y los del prójimo.
Gracias Bruno
Hago eco de tu bellísima reflexión que refleja la situación de necesidad que viví dos meses sin sacramentos... no sólo yo...
"Dios les bendiga sobreabundantemente, porque tuvimos hambre y nos dieron de comer, tuvimos sed, y nos dieron de beber; fuimos forasteros en este mundo, y nos recibieron; estábamos desnudos y nos vistieron. Y lo que hicieron con nosotros, con Cristo lo hicieron."
Al menos ha servido para distinguir quien profesa y transmite la fe en la Resurrección: con las palabras o la vida.
Yo quiero sostener a la Iglesia que anuncia a Jesucristo Resucitado y la vida eterna...no una simple ONG, por eficaz que sea.
Después de lo de Mons Bargalló, no puse un centavo más en el cepillo de la Iglesia. Le doy al párroco en forma particular. El motivo? Parte del cepillo va al obispado. Prefiero asegurarme que no les llegue nada. Y no como castigo/presión a los obispos. Simplemente porque son enemigos infiltrados. Lobos con piel de pastor. A los Judas se los corre no dándoles dinero.
No sé quien decía que el dinero debía transpirar en la mano antes de saber a quién se le daba. Es un buen consejo.
Y por cierto, que mi opinión no los confunda. Daría gustoso la vida por la conversión y santificación de mis obispos. Rezo por ellos especialmente. Pero sé que no les hago ningún bien aumentado su capital.
https://www.programafe.org/
"Exudará tu limosna en tus manos hasta que sepas a quien
la das".
Es de la Didajé
Con relación al sustento de los ministros resulta esencial para la independencia de los sacerdotes y es parte del derecho de libertad religiosa que debe tener posibilidades reales de realización, no alcanza que Dios se lo pague...
Esas obligaciones de los fieles que el Derecho califica como deber amplía a obligación moral la jurídica y la pone a cargo de los fieles que concretamente y personalmente: Son fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el pueblo de Dios, y hechos partícipes a su modo por esta razón de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno según su propia condición, son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo (Cánon 204 1).
Lo que debemos preguntarnos siempre es si cumplimos ese deber de Fieles ?...
En aquellos tiempos el trasiego de gente por los caminos romanos era continuo y, como se puede ver en algunas vidas de santos, iban de una ciudad a otra del Imperio aunque no tuvieran coches ni aviones. Lo normal es que los cristianos de Corinto tuvieran referencias de los cristianos de Atenas, de Alejandría o de Roma porque el culto estaba prohibido y necesitaban conectar con otros cristianos, lo que hacía que, con frecuencia, se alojaran en casa de personas de la misma fe. Había que poner un coto a eso porque hasta en el Evangelio se ve que el mismo Jesucristo aconsejaba no quedarse demasiado en una ciudad. Si el cristiano evangelizaba iba de un lado a otro, si era sedentario buscaba trabajo y alojamiento.
Por eso cuando algunos astutos ateos nos dicen que la acogida sine die de todo tipo de extranjeros la bendice la Biblia están ocultando de qué tipo era esa acogida. No se trataba como ahora de políticas gubernamentales sino de acogidas particulares (el prójimo del que hablan los Evangelios) y ese tipo de acogida no se puede hacer sine die y en cantidades exorbitantes. Estoy leyendo el AT en estos momentos y hay una constante llamada en todos los textos a la acogida a los extranjeros pero hay que tener en cuenta que la mayoría de ellos eran sirvientes y se advierte a los amos que deben de ser bien tratados o Yavhé tomará en cuenta el trato que se les da. Tomará en cuenta el trato que les da su amo, el que les contrata, se entiende.
Por lo tanto las alusiones bíblicas no se parecen en nada a la situación actual porque un sirviente de la época, si no era un esclavo, si estaba sujeto a su señor. Los idólatras extranjeros comerciaban con los israelitas, y luego con los cristianos, pero se las arreglaban por su cuenta y riesgo sin que hubiera ninguna obligación con respecto a ellos.
Esta es una de las razones de que yo colabore con AIN. No voy a dejar pasar necesidades a mis padres por ayudar a los padres de otros y, es evidente, que a todos nos les puedo ayudar porque no soy Soros que practica la filantropía. Hay que tener en cuenta que hay ciertas palabras, como altruismo y filantropía, que proceden directamente de la Ilustración y de sociólogos ilustrados, como Auguste Comté, y son un remedo o intento de sustitución de la Caridad y la Misericordia cristianas que han tenido tanto éxito que las han borrado del mapa.
Las obligaciones extenuantes sobrecargan a las personas haciéndolas responsables de todo y, por ende, son inalcanzables. Esto puede llegar a desorientar y paralizar. Si yo establezco lo que puedo dar según mi patrimonio, teniendo en cuenta de que los que aquí entramos seguramente no estamos en la categoría de ricos, dispersar la ayuda es menos eficaz que concentrarla en lo que, en conciencia, estimo que debo hacer. Y sobre todo desechar las palabras que no estén en la Doctrina y la Tradición porque muchas de ellas son másonicas. Es propio de los masones la filantropía, ellos sacaron a la luz esta palabra griega dándole un sentido nuevo, lo mismo que el altruismo. Por eso una misma acción recibe distinto nombre según quién escribe: a las conductas misericordiosas los sociólogos las llaman "conductas prosociales o altruistas", como en el caso de la ayuda a los judíos durante la II GM pero alguien, que por lo visto era cristiano lo llamó "La Conspiración de la Misericordia". Y hay una sutil diferencia entre ambos términos. es decir a ser caritativos y misericordiosos, que es lo nuestro, y dejemos para los otros los términos que se inventaron.
Puedo haberlo entendido mal y si hay alguien que pueda hacerlo que me haga la merced de corregirme si estoy errada. Muchas gracias.
Cuando California pasó a manos de México el estado mexicano incautó el Fondo, es decir lo robó, pero al unirse California a la Unión el Obispo puso en manos del Estado Norteamericano el expolio. Éste llamó a capítulo a los mexicanos quiénes se negaron a devolverlo y la cosa acabó en manos del recientemente instituido Tribunal Internacional de la Haya quién falló a favor de la diócesis de Los Ángeles obligando a México a devolver anualmente una cantidad estipulada.
Las personas que contribuyeron a la creación de ese Fondo no eran filántropos sino meros católicos que contribuían generosamente a las necesidades de la evangelización y de los pobres a través de la Iglesia.
Es una locura, cuando el alma recibe de Dios, lo que es gratis, pero luego lo cobra como si fuera algo suyo. Hay que tener cuidado con esto, porque en cualquier momento, el alma que había recibido gratis, dejará de tener lo que ha recibido de Dios. Y por eso, los pobres, como no pueden devolver, no le dan nada a ellos. La usura, la codicia no viene de Dios, sino del diablo.
Nunca se ha de imitar lo que es malo, sino lo que es bueno.
Ayudar a la Iglesia necesitada es amar a Jesucristo, colaborar con el Señor para bien de los verdaderos necesitados. Cuando demos, empezamos por la Iglesia Santa. Poner la X, ayudar a Cáritas, el Economato de Cáritas.
El que no marca con la x la casilla, sucede que terminará donando a distintas ONGs, que no tiene nada que ver con la fe, y para sostener inmoralidad, dinero que termina en grupos del LBG, para sus fiestas, organizaciones ateas, etc. Para material de perversiones, y esto sería colaborar con el maligno.
El que no quiera ayudar a la Iglesia, ¿para qué acude al sacramento de la confesión? ¿Por qué en el confesionario le dice al sacerdote, que porque no quiere ayudar a la Iglesia en sus necesidades espirituales y materiales? Miremos lo que es bueno, no lo malo.
Especialmente por nuestra cuenta, ayudemos a los sacerdotes, a los pastores que están en Comunión con Cristo Jesús y la Tradición de la Fe Apostólica. Los pastores modernistas no necesitan nuestra ayuda, ya tienen al mundo.
En el testimonio de Bruno, que es interesante, ayudar a monasterios y conventos, siempre para gloria de Dios, y alivio de los verdaderos necesitados.
Esto es lo que sucedió hace algunos años: Cierta persona que estaba esperando el autobús, se acercó una persona diciendo, que no tenía nada para comer, no lo pensó dos veces, había una tienda que vendía pan y otros alimentos, compró suficiente alimento para esa persona. Y ya todo pagado, en la calle, se acercó una señora a esta persona, era la madre, y le pedía al hijo que le diera algo de comer. Ese mal hijo negó ayudar a su madre, y dándole la espalda se alejó. Que corazón tan malvado el de ese hijo. Pasando varios días, este mismo, se acercó a mí, para pedirme más cosa, no le pude dar, sino que lo alejé de mí. Y además, no sabía que era un inmoral y pervertido, hasta que me lo dijo.
Y es porque necesitamos ayudar Cáritas, a Manos Unidas, que pertenecen a la Iglesia, no tiene nada que ver con ninguna ong. Pues todo lo que hace, es misión recibida de Dios.
A las demás ONGs, que muchos cristianos, al negar poner la x, están ayudando a esas organizaciones terrenales, y para distinto servicios pecaminosos.
Reflexionando, dinero que se niega a la Iglesia, termina ayudando a la prostitución, a que las prostitutas, tengan ciertos derechos, transexuales, etc.
Alma cristiana, la decisión es tuya, si colaboras con el Señor, no estás colaborando con el diablo.
Por esto es importante esta enseñanza, ya comentada anteriormente por otro lector.
«Que tu limosna sude en tus manos, hasta que sepas a quien dar (Didaché, La limosna., 5, pág. 82. Padres Apostólicos apologistas griegos. (Biblioteca de Autores Cristianos)
No se puede ayudar a cualquiera, ni cuando algún mendigo se pone a la puerta de la Iglesia, y comienza a injuriar a los sacerdotes, o cuando lo que quieren es que le paguen los distintos vicios, inmoralidad, alcohol, drogas, el periódico del día. Y esto es cierto. La última vez que me pidieron algo, era cigarrillos, no pedía para comida.
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