Somos mucho peores de lo que creen
Hace un par de semanas, uno de los ateos residentes en InfoCatólica pasó por Espada de doble filo para dirigirnos un cariñoso saludo a los católicos blogueros, lectores y comentaristas: “¿quién va a querer parecerse a ustedes?”. Por si no quedaba claro, lo aderezó con la simpática idea de que “para que la buena gente haga cosas malas hace falta la religión”.
Confieso que no pude evitar sonreír. Lo cierto es que, por muy enfadados que estén, y parecen estarlo habitualmente, los ateos me resultan siempre tiernos y entrañables. Hay un algo de ingenuidad en sus protestas e infructuosos intentos de cinismo que reconforta el corazón como un cuento de Navidad.
Una de las ideas más tiernas e ingenuas que parecen tener, y lo digo sin ironía alguna, es la de que los cristianos somos muy malos. En consecuencia, no se cansan de señalar esa maldad que detectan en nosotros, con la satisfacción del que ha encontrado un argumento irrefutable contra sus adversarios. ¡Criaturitas! La realidad, la terrible y casi insoportable realidad, es que somos muchísimo peores de lo que creen. Incomparablemente peores. Casi me atrevería a decir que infinitamente peores.
Esto que digo no es una treta ni una captatio benevolentiae ni nada por el estilo. Es la pura y simple realidad: es cierto que somos incomparablemente peores de lo que creen los ateos. Si algún día nos vieran como somos en realidad, se horrorizarían y saldrían corriendo, aterrados.
No lo ven porque no han recibido la gracia de la conversión. El alma de todo cristiano, al recibir la fe, es como una habitación oscura en la que se enciende, después de muchos años, una luz. En cuanto los ojos se acostumbran a ella, uno se da cuenta con horror de que no se trataba de la morada confortable, acogedora y bien dispuesta que pensaba. En realidad, los muebles están rotos y llenos de polvo y restos podridos de comida, hay grietas y telarañas en las paredes, el techo está cubierto de moho y puñados de cucarachas se arrastran por los rincones.
Antes podíamos engañarnos y, como es normal, así lo hacíamos, pero una vez que la luz se ha encendido, que la fe nos muestra nuestro verdadero ser, ya no es posible el engaño y nos vemos obligados a contemplar, horrorizados, cómo somos realmente. Así le sucedió al Cura de Ars, por poner un ejemplo entre infinidad de otros. Ahora bien, conviene tener en cuenta que el Cura de Ars, San Juan María Vianney, era un santo de esos inimitables, con unos dones de Dios espectaculares y unas penitencias que harían temblar a cualquiera. Sin embargo, en cierta ocasión pidió a Dios que le mostrara cómo eran realmente sus pecados y él mismo nos cuenta que, cuando Dios respondió a su petición, quedó aterrado ante lo que pudo ver en sí mismo y se habría desesperado por completo si no fuera porque Dios, inmediatamente, le sostuvo con su infinita misericordia.
Vamos a decirlo por las claras: los cristianos somos malos. No somos malos de andar por casa, malos teóricos o malos comprensibles y tolerables. Somos malos de los de atracar a una pobre viejecita y además romperle los huesos a patadas, de los de traicionar al amigo del alma por cinco cochinos euros o de los de pegar a un padre. Malos de verdad.
No hace falta demostrarlo, porque nos hemos encargado ya nosotros de demostrarlo una y otra vez: el mismo Padre eterno nos ha introducido en su familia como a un huerfanito Oliver Twist con increíble fortuna y, apenas se da la vuelta, ya estamos traicionándole, ofendiéndole y corriendo tras otros dioses. Hemos sido hechos hijos de Dios y a la primera de cambio vendemos nuestra primogenitura por un plato de lentejas con tal de que no digan en el trabajo que somos del Opus o beatorros o algo parecido. Jesucristo nos lo da todo y nosotros le apuñalamos para arrebatarle eso mismo que nos quería regalar gratis. ¿De verdad alguien piensa que, si somos capaces de tratar así a Dios, no seríamos capaces de tratar de la misma forma miserable a una viejecita o a nuestro mejor amigo? Como decía San Felipe Neri, “Señor, no te fíes de Felipe, porque te traicionará".
Cristo murió por causa de mis pecados, ¡por los míos! Nada de judíos, nada de sumos sacerdotes y nada de romanos: fui yo, con mis pecados, quien le llevó a la muerte. Soy Judas el traidor, David el adúltero y esos fariseos que merecían ser llamados nidos de víboras y sepulcros blanqueados. Yo soy el deicida, tan malo como Caín y peor que los habitantes de Sodoma y Gomorra. La verdad es que no soy mejor que Hitler, que Stalin o que Pol Pot, porque mis pecados crucificaron al Señor de la Vida. El fue herido por mis faltas, triturado por mis pecados.
El peor de los ateos, tendrá muy difícil ser peor que yo, ya que no ha recibido lo que yo he recibido. Apenas vislumbra lo que es el pecado y no ha conocido el inmenso amor de Dios. No tiene a la Iglesia, no puede apoyarse en los santos y no disfruta, pobrecillo, del consuelo y la alegría de la devoción a nuestra Señora. No sabe que el mismo Hijo de Dios hecho hombre lleva en sus manos las llagas de los clavos que sufrió por amor a él en particular. Yo, en cambio, he recibido todo eso y conozco todo eso y, aun así, sigo pecando muchas veces. Mi responsabilidad es incomparablemente mayor que la suya.
Los cristianos no acudimos a Cristo para sentirnos buenos y el que lo haga es tonto de remate y no sabe nada del cristianismo. Acudimos a Él para que su Palabra nos juzgue y, como espada de doble filo, penetre hasta el tuétano de nuestros huesos, para que el divino Médico, con un bisturí, saque a relucir el pus de nuestros pecados enquistados y, con un sufrimiento saludable, nos traiga la curación que necesitamos. Nos acercamos a Él encorvados bajo el peso de nuestras culpas y diciendo, al igual que el primero de los Papas: apártate de mí, Señor, que soy un pecador. Como Isaías: ay de mí, que soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros. Como aquel romano: Señor, no soy digno de que entres en mi casa.
Asombrosamente, como descubrió el Cura de Ars, cuando nos acercamos a Dios aplastados por la carga de nuestros pecados, Él no nos rechaza como debería. Lo que hace, ¡misterio de los misterios!, es tomar sobre sí ese peso, esa inmundicia y ese horror, para darnos a cambio su amor, su gracia y su verdad. Sus llagas nos han curado. No nos ha curado simplemente con su poder ni simplemente con su misericordia: ha querido curarnos con las heridas que sufrió por nosotros. Como canta el pregón pascual, Dios Padre, por rescatar al esclavo, ha sacrificado al Hijo. No hay amor comparable a este, no hay ternura que se le acerque ni bondad que le llegue a la altura del betún.
¿Cómo vamos a pensar los cristianos que somos mejores que nadie? Llevamos un tesoro en vasos de barro y, cuanto mejor es el tesoro (y no hay tesoro más rico que este), más se nota la pobreza, tosquedad y suciedad del barro. Este contraste no es, como parecen pensar los ateos, una demostración de que el tesoro es malo, sino que está ahí para que se manifieste que lo sublime de este amor viene de Dios y no viene de nosotros.
Por eso los cristianos no nos predicamos a nosotros mismos y, si lo hiciéramos, seríamos los más estúpidos de todos los hombres. Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y necedad para los gentiles, pero, para los llamados, un mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Por eso también, quienes prefieran fijarse en los pecados de los cristianos en lugar de en la riqueza de la gracia de Dios serán, literalmente, los más desgraciados de todos los hombres y, distraídos por el empeño de ganar un par de puntos dialécticos, se perderán el tesoro que llevan toda la vida deseando encontrar.
151 comentarios
Y, aprovecho para comentar que, como también en aquella sala de comentarios se trató el tema de la predestinación, resulta que tal enseñanza es la fuente de luz, alegría y de esperanza para los cristianos. Porque siendo nosotros terriblemente malos, con una voluntad inclinada al mal más que la mosca a los excrementos, cargado de tantas culpas como estamos, gimiendo con David cada día «tengo siempre presente mi pecado» (Sal 50) ¿qué esperanza queda sino que Dios puede llevarnos al cielo de manera infalible? ¿Qué esperanza puede haber para nosotros, miserables pecadores, si Dios no pudiese impedir que nos condenemos? ¿Qué esperanza habrá para los que somos malos si Dios no nos cuenta entre sus elegidos? Por eso, el pobre cristiano no puede más que suplicar, como rezamos en Misa, «cuéntanos, Señor, entre tus elegidos», sí, cuéntanos porque sino estamos perdidos, cuéntanos porque sino sucumbimos.
Porque si yo tuviese la última palabra sobre mi vida, sé que al infierno de cabeza iría. Pero, «en ti Señor, esperé, no seré confundido eternamente». Por eso, «a ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia» (Sal 122).
Toda nuestra esperanza, como merecedores que somos del infierno, estriba en esto: en que Dios puede llevarnos infaliblemente a la vida eterna.
Y tan impresa está esta esperanza cristiana, que no cesamos de rogar día tras día en la liturgia la plegaria que todo pobre y miserable ruega con el corazón contrito y humillado: «Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna».
Otra cosa es que no nos salvemos por nuestros méritos sino por pura misericordia. Y que "alguien" Haya pagado ya por nuestros pecados.
En fin Bruno, estupendo post.
En este sentido yo no le echaría perlas a los cerdos. Con perdón por los pobres cerdos.
Gracias por el artículo. Ojalá se explicara en catequesis y en clase de religión...
Respecto a la cuestión: si, mucha palabra, pero que no se traduce en las acciones. ¿No os dais cuenta en que se está convirtiendo la zona de comentario de Infocatólica (e, incluso, los post de algunos?. Insultos groseros, amenazas,... Antes se guardaban un poco las formas y en cuanto había la más leve salida de tono se eliminaban los comentarios y algunos post, ahora esta web se ha convertido en una selva que no creo que evangelice a nadie.
Por tanto, la visión de que los cristianos son muy malos, solo cabe en una visión distorsionada y malévola.
Otra cosa es que todos somos pecadores y que podríamos ser mucho mejores, pero nadie nace perfecto. Es un camino arduo de esfuerzo individual, que nos llevara toda la vida.
Mas de igual forma, por nuestros propios medios, de la oscuridad y la muerte a la Luz y la Vida no podemos pasar.
¿Y porqué esto que parece una injusticia?
¿Porqué necesitamos de un Redentor para ser redimidos de nuestra maldad?
El cristiano que se tome en serio su fe, a diferencia del ateo, tiene dos certezas sobre esos pecados: UNO, que jamás podrá ocultarlos, y que algún día se le juzgará por ello, y DOS que sabe que en ese juicio lo tiene casi todo ganado, porque el juez que le juzgará se entregó a una muerte de cruz para que fuese a Él a quien se le imputasen esos pecados.
Y nosotros criaturas encerradas como semillas en oscuridad desde vientre materno; para crecer de oscuridad -ya que vivimos en ella -e ir saliendo y creciendo en la luz. Esto es un hecho ;para todos semillas de Adán
Dios padre Amor y luz ;envío aJesucristo y esa Redención es un Misterio que a la vez es sangrante sufrimiento que si entras en El hay horror ;pero el Señor desde la cruz y Eucaristía nos da el rayo de luz de su gracia ;que penetra nuestra entrañas y nos transforma ;pero no es inocuo es destructor de nuestra miseria; .oscuridad y pecado .
Somo seres llenos de esa primera oscuridad necesitados y basta dejarse que la gracia nos examine por dentro.
El Cristiano se ve y sabe que hay lucha lo vivió Jesús en el monte la Tentacion cuando el Espíritu Santo se puso sobre El y le llevó a ser fiel hasta muerte en Cruz y triunfo.
Nosotros cristianos nos espera el mismo camino y morir estando vivos al pecado ;no sin dolor;a veces apartados del Dios de la vida y siguiendo nuestro camino torcido.
La humanidad entera sean ateos u otros estamos sometidos a la oscuridad y de nosotros depende aceptar la luz que nos transforme.
Cuando te encuentras con Jesucristo hay gran alegría cuando te coloca el pecado pasado o presente quieres esconderte.
Arrepentimiento; Confesión y Aceptación.
¿N0 hubo santos, como San Benito y sus conventos, que salvaron la cultura antigua, copiando cuidadosamente obras de Platón, Aristóteles, e
innumerables tesoros, que se habrían perdido sin tal cuidadosos trabajos?
¿San Vicente de Paul, Don Bosco, Don Orione, Teresa de Ávila, María Goretti y tantos y tantas más, nada de nada les dicen?
Esa actitud, que suele ser muy extendida (salvo honrosas y apreciables
excepciones) es injusta por demás y muy poco convincente en un diálogo sincero.
Me temo que no ha entendido usted nada. Relea el artículo, por favor.
Aparte de eso, es contrario a la etiqueta de Internet ir cambiando de seudónimo. Por favor, elija uno y consérvelo.
Me alegro de que le haya gustado y, sobre todo, muchísimas gracias por encomendarme ante el altar.
Os pido perdón por los que no creen, no adoran no esperan y no os aman.
"Respecto a la cuestión: si, mucha palabra, pero que no se traduce en las acciones"
No parece haber entendido el artículo.
"¿No os dais cuenta en que se está convirtiendo la zona de comentario de Infocatólica..."
En primer lugar, el tema del post y el de la política de moderación de InfoCatólica son completamente diferentes. La moderación puede ser más estricta o más flexible por mil razones distintas y nada tiene eso que ver con las acusaciones que hacía. Este blog, por ejemplo, es un blog de discusión, en el que hace falta más libertad para escribir (siempre dentro de unos límites) de modo que pueda discutirse algo, incluso si a veces se acaloran los ánimos. En ese sentido, cada blog es diferente y tiene normas diferentes, al igual que las noticias, los artículos de opinión, etc. Aquí se pueden hacer críticas a este blog, cuando sea oportuno y sin desviar la atención de los temas tratados. Las críticas a los demás corresponde hacerlas en esos otros blog o en una carta al director.
Por otro lado, y para ser completamente sincero, me llamarían más la atención esas quejas si no las hiciera alguien que, si la moderación fuera más estricta, hace mucho tiempo que se le habría prohibido comentar en InfoCatólica. Después de cientos o miles de comentarios escritos con una mala leche terrible, uno pierde casi toda la fuerza cuando dice esas cosas. En ese sentido, la queja más parece una aplicación de las reglas de Alinsky que otra cosa.
Muy mal asunto es que edites mi comentario para eliminar lo que es totalmente cierto y lo sabes. Veo que al final todo lo que dices se queda en palabras.
"Muy mal asunto es que edites mi comentario para eliminar lo que es totalmente cierto y lo sabes"
Nada tiene que ver que sea cierto o no (cosa que yo no sé, porque he estado de vacaciones). Esa parte se borró porque es una acusación personal que no conviene realizar aquí. Cuando alguien tiene algo contra un bloguero de InfoCatólica, debe dirigirse a ese bloguero, no usar este blog como un lugar para atacarle, porque permitir algo así sería una falta de cortesía por mi parte.
"Veo que al final todo lo que dices se queda en palabras"
Eso, de nuevo, es una muestra de no haber entendido bien el post, porque, incluso si fuera cierto, sería una confirmación de esas palabras, no una refutación.
Saludos.
"Yo no comento en este blog. Me confunde con otro"
Desde su misma dirección de IP se han escrito otros comentarios en este blog y en otros lugares de InfoCatólica. Supongo que existe la posibilidad de que en su casa haya varios que escriben en InfoCatólica, pero si no es así (como quizá sea el caso por su evasiva forma de contestar), le ruego que elija un seudónimo y lo mantenga.
"Lo he entendido perfectamente, por eso le he dicho que lo Vd. dice no es doctrina católica"
Puesto que se reafirma sin leer de nuevo el post, como convendría hacer, responderé a sus preguntas (francamente, sería mucho mejor y más cortés que no me hiciera perder el tiempo y simplemente leyera de nuevo y entendiera lo que no ha entendido).
"Se podrían hacer muchas observaciones, siendo la principal que lo que Vd. dice, no es verdad"
Ante esta crítica, no se puede decir nada, porque es una afirmación apodíctica sin razonamiento alguno. Gratis asseritur...
"Además, Vd habla a bulto, sin gradación, metiendo a todos en el mismo saco, lo cual es terriblemente injusto"
De nuevo una acusación gratuita. "Meter" a todos en el mismo saco es justo cuando todos, de hecho, están en el mismo saco.
"La Iglesia nos prohíbe acusarnos de pecados y actos que no hemos cometido, aunque el fin sea nuestra propia humillación, o que andemos buscando el desprecio de los demás"
¿Dónde me he acusado de un pecado que no haya cometido? Por favor, especifique.
"Cuando Vd. afirma que "Somos malos de los de atracar a una pobre viejecita y además romperle los huesos a patadas, de los de traicionar al amigo del alma por cinco cochinos euros o de los de pegar a un padre" simplemente está diciendo aberraciones"
Si leyera el artículo otra vez, lo entendería perfectamente. Cuando uno es capaz de traicionar a Cristo, es capaz de cualquier cosa. Y quizá sea usted un santo de altar de los que ya no tienen pecados sino solo imperfecciones, pero los demás católicos nos confesamos regularmente y cada uno de esos pecados es una traición a quien sabemos que ha muerto por nosotros. Si, sabiendo que Cristo, el Hijo de Dios, ha muerto por mí en la cruz y ha derramado su sangre sacratísima por mí, soy capaz de traicionarle, ¿de qué no voy a ser capaz? Si alguien traiciona a su Dios y salvador, ¿a quién no sería capaz de traicionar?
Todo cristiano debe saber que, si no comete esos pecados graves o muchos otros, es simplemente por pura gracia de Dios, que, si por un momento esa gracia no nos sostuviera, cometería esos pecados y otros mucho peores. Todo cristiano debe saber que, a fin de cuentas, merece el infierno y si no va al infierno será pura y exclusivamente por la gracia de Dios.
Esto es pura doctrina católica.
Saludos.
"Ojalá se explicara en catequesis y en clase de religión..."
Me temo que no se explican estas cosas para evitar ser "truculentos", como decía Fred, y con ello nos pegamos un tiro en el pie. En buena parte porque no se explican estas cosas, los cristianos terminan pensando que el infierno no existe, que todo el mundo va automáticamente al cielo, que Dios es un abuelete, que a Cristo simplemente lo mataron porque pasaba por allí, que los mártires son unos extremistas exagerados y que, en realidad, todas las religiones son iguales.
Empezamos por trivializar el pecado, porque llamarlo por su nombre era ofensivo para nuestra comodidad y aburguesamiento, e, inevitablemente, hemos terminado por trivializar la Redención.
Hablan de creyentes y ateos como si fueran categorías absolutas, cuando es muy frecuente que a lo largo de su vida una persona pierda la fe o la recupere.
Por eso tampoco tiene mucho sentido que un creyente diga eso de que los ateos no podemos entender o no podemos hablar. Qué tontería, señores casi todos los ateos hemos sido creyentes hasta nuestra edad adulta, así que sabemos muy bien de lo que hablamos.
Luego también habrá que matizar que cuando hablamos de creyentes solemos referirnos a cristianos, y más en concreto a católicos. Mientras que la definición de ateo tal vez no es tan precisa ¿cuentan también los agnósticos? .
Respecto a la ética y la moral, si somos "buenos o malos" por ser creyentes y ateos habría que tener en cuenta que los creyentes de una determinada religión, por pertenecer a una asociación con sus reglas comparten una serie de valores morales, un catecismo, unos textos sagrados; mientras que lo único que tienen en común dos ateos es que no creen en Dios.
Entonces suele ser peligroso considerar que alguien cuando hace algo malo, lo hace por ser ateo o creyente.
Salvo casos muy claros.
Es evidente que cuando un grupo de cruzados exaltados arrasaba alguna ciudad del Languedoc porque sus habitantes eran cátaros, tenían una motivación religiosa.
También se podría decir que si en la Rusia Bolchevique se fusilaba a un pope lo hacían en nombre del ateísmo.
Pero también sería injusto identificar a todos los creyentes con los cruzados o a todos los ateos con los bolcheviques.
Lo que sí me parece por desgracia es que todas las naciones, imperios y sociedades hayan sido creyentes u oficialmente ateas, han cometido guerras, genocidios y abusos.
Y que en todas las épocas y lugares ha habido gente "buena" y "mala". ¿Y en qué nos basamos para definirlos así? Pues generalmente en la ética cristiana y en la famosa regla de oro "trata a los demás como te gustaría que los demás te trataran a ti".
"¿Entonces, la gracia de Dios no tiene el efecto de haceros ni siquiera un poquito mejores? Pues vaya"
A) No ha entendido nada. En el artículo se dice exactamente lo contrario. B) El cinismo es completamente improductivo para una discusión de buena fe, así que, si usted es incapaz de dejarlo a un lado, no merece la pena que participe en ella.
"No sé si el adjetivo pecador y malo son sinónimos, puede que no"
Buena pregunta. Seguro que Santo Tomás o algún otro escolástico hablan de ello y hacen las distinciones necesarias. Habría que buscarlo.
"Nosotros decimos a diestro y siniestro que portamos una verdad de la que somos indignos, pero no nos hacen caso. Lo toman como hipocresía cuando no lo es"
Sería una hipocresía muy rara, la de considerarse indignos.
"¿Cómo va a ser hipocresía si Jesucristo se encarnó para salvarnos debido a nuestra propia incapacidad? ¿Que persona buena, digna y maravillosa necesita un salvador?"
Claro. Por eso, en cuanto nos creemos buenos y maravillosos, la fe se debilita. Si lo fuéramos, no necesitaríamos un Salvador.
Si, esto es como dice el articulo. Y somos peores porque se nos ha comunicado la Verdad por antonomasia, que es Jesucristo, y aun asi seguimos traicionandole e imcomprensiblemente, buscando idolos de barro e idolos absolutamente vanos, muchas veces.
Hay mucha mas responsabilidad en los cristianos porque se nos ha dado lo maximo; de hecho la Gracia, intrinsecamente, por su propia naturaleza, nos facilita e induce a ser mas responsables; aun asi fallamos, pero el Espiritu Santo nos confronta con nuestro pecado y nos reconviene a volver al Camino.
La percepcion de un cristiano en gracia de Dios del pecado debe ser y es sobre-natural, de lo contrario, Dios no estaria en nosotros y veriamos el pecado como un ateo o un no creyente, sin la real profundidaz espiritual que tiene para el alma.
Paz y Bien.
A) Lo he entendido perfectamente
B) El cinismo es defender descaradamente algo malo, cosa que yo no he hecho. Mi anterior comentario se puede calificar de irónico.Y la ironía es una herramienta habitual en cualquier debate para señalar indirectamente contradicciones en el discurso del contrario. Por lo visto, es usted el que no ha entendido nada, así que se lo desmenuzo: hacer hincapié de una manera tan exagerada en la toma de conciencia de la propia iniquidad, además de sonar insincero, niega la capacidad de la gracia (sobre la que ustedes hablan con tanta frecuencia como lo hacen sobre el pecado) para mejorar al ser humano. Una cosa es que la bondad del hombre no sea por mérito propio y otra que tal bondad no exista.
Supongo que no hace falta aclararle también que yo no creo que el hombre sea malo ni que la gracia lo mejore. Me limito a señalar sus contradicciones.
Te lo digo a ti porque esa imputación que me hizo Luis Fernando me la hice en un comentario en uno de tus artículos y me imagino que eres tu el responsable de la moderación de ellos.
Luis Fernando me hizo una grave imputación personal que no borraste y me censuras cuando hago referencia a ella. Queda bastante clara tu forma de actuar.
Como ya he dicho, he estado de vacaciones. Y además en un lugar en el que carecía de conexión a Internet (¡maravilla de las maravillas!), así que obviamente no he podido realizar ninguna moderación y menos aún de los trescientos comentarios del post en cuestión.
He revisado ahora esos comentarios y no veo a qué te refieres. Si tienes una queja de ese estilo, basta enviarme un correo y yo haré lo que buenamente pueda y sepa. Repito: no es de recibo usar este blog para acusar a otros blogueros de InfoCatólica.
"Bruno, el problema de tu argumentación es que solo lo pueden entender los creyentes (y no todos). Los ateos que no tienen ni idea de lo que estás hablando cogerán tus sabias palabras y te destrozaran a ti a tu fe. Incluso te prohibirán ser cristiano. No en vano les estás confirmando que los cristianos son peores que los ateos. No lo entenderán y tendrán otro motivo para odiarnos"
Bueno, el post está más bien dirigido a los creyentes, porque, como dices, hay muchos que no lo entienden. De hecho, cada vez más. En muchísimos sitios se enseña un cristianismo blandito y suavizado, en el que el pecado es, como mucho, una mera equivocación sin mayor importancia, todo el mundo es bueno y lo que importa es ser políticamente correcto y simpático.
En cuanto a los ateos, es normal que no lo entiendan. De hecho, sin la fe y la gracia es imposible entenderlo del todo.
Miguel Antonio Barriola: Si hay algo que no impresiona a un ateo es un santo. Tienen un problema con el bien porque no pueden explicarlo y esto se convierte en un galimatías: si somos pecadores la gracia de Dios no sirve para nada, si somos santos no nos hace falta la gracia de Dios porque ellos, aunque no hablen de santos, también conocen a ateos que son tan buenos como los santos de una manera muy general pero, teóricamente, cualquiera puede ir a Molokai crea en Dios o no. Y, efectivamente, en teoría puede hacerlo, pero en la práctica no lo hace.
Uno de los retos a los que nos enfrentamos es la permanencia en el bien, un bien puntual es posible, pero uno sostenido en el tiempo no. Hay multitud de santos perseverantes durante años y años cuya existencia solo es posible dentro de la Iglesia, fuera de ella tal perseverancia exigiría una explicación que no pueden dar.
Es una constante en los santos cerrarse el camino de vuelta, como se hace con los votos, es decir, hacer algo hasta el final de la vida como si no existiera la libertad, cuando es la máxima expresión de libertad, eso los ateos no lo entienden, ellos creen que la libertad exige la posibilidad de cambio en cualquier momento y que si ese cambio no se da es fundamentalismo.
Sin embargo en el mundo del s. XVI era algo, no solamente propio de los santos, sino de los aventureros, los conquistadores y los casados: adquirir voluntariamente obligaciones de por vida o perecer en el intento.
La voluntad se ponía en el proyecto, no en el cambio de proyecto si éste dejaba de interesarnos. Esto explica la imposibilidad de muchos para entender la historia. Hay gente que pretende repetir el viaje de Colón como lo hizo Colón pero tiene que dar las coordenadas de dónde se encuentra por si acaso, lo cual convierte a su viaje justamente en lo contrario del de Colón que lo hizo a tumba abierta, lo mismo que San Francisco Javier o San Damián de Molokai. Los ateos jamás cortan los puentes ni hunden los barcos.
La verdad es que no soy mejor que Hitler, que Stalin o que Pol Pot, porque mis pecados crucificaron al Señor de la Vida.Esa frase para un ateo puede ser tan difícil de entender como un jeroglifico antes de Champollion. Sí, el Señor murió por tu pecado, y también por el de Hitler, Stalin y Pol Pot. Pero hay una diferencia (y eso te mejora a los ojos de Dios); tú te arrepentiste de haberlo hecho y ellos pareciera que no (si por los frutos se conoce al árbol diría que no, pero quien no dice que en el acto de su muerte pudieran haberse arrepentido y convertido). Hablando en general, si alguien se ha arrepentido de corazón de sus faltas (aún cuando después en un momento de debilidad vuelva a caer y se vuelva a arrepentir), entonces ese alguien es mejor, o si se prefiere, está en mejor posición ante Dios que el que no lo ha hecho. No todo es cizaña en el sembradío del Señor; también hay trigo (aunque cada vez es menos y no todo rinde al ciento por uno). Y como existen ambos, trigo y cizaña, y como el trigo es mejor que la cizaña, entonces necesariamente tiene que haber alguien que es o ha sido mejor que Hitler, Stalin o Pol Pot. Tanto Pedro como Judas negaron al Señor. Pero Pedro no fue igual a Judas (aun cuando Cristo murió por el pecado de ambos —y en ese sentido uno no fue mejor que el otro). Pero no da lo mismo estar en gracia con Dios que no estarlo.
Mi responsabilidad es incomparablemente mayor que la suya.Indudablemente que sí, pero la reflexión puede que resulte incompleta especialmente para el ateo. Tu responsabilidad es mayor pero también lo es tu posibilidad de entrar en el Reino de los Cielos. Para los que ignoran la Palabra, a menos que sea por ignorancia invencible (y en los tiempos de hoy eso es casi una quimera), el entrar al Reino de Dios lo tienen dificil (fuera de la Iglesia Católica no hay salvación). Y se puede dar el caso de que un ateo, conozca la Palabra, la entienda, comprenda el significado de la norma (me pregunto si es posible llamar a alguien ateo sin que este no conozca el Evangelio, porque si no lo conoce, entonces más que llamarlo ateo hay que llamarlo ignorante) y aún así la descrea y soslaye. Y en ese caso, no estoy seguro de quien sería mayor la responsabilidad.
Sin duda.
Pero también lo contrario es cierto, aunque no en el mismo sentido (no hay contradicción, por tanto). Te puedo asegurar que los gabinetes de psicoterapia están poblados de personas que se creen mucho peor de lo que son, o que son mucho mejor de lo que creen. Lo cual también es cierto a ojos de Dios.
Comparados con Dios, ciertamente no somos nada. Y siendo nada, contravenir Su voluntad para imponer la nuestra es fuente de nuestra maldad aborrecible. Pero si somos hijos de Dios, criaturas nacidas de su amor, nuestra dignidad es inconmensurable. Desde esa dignidad que nace del amor de Dios por nosotros, nuestra culpa ha de tomar su dimensión justa, la de la humildad nacida de un sano reconocimiento de nuestra naturaleza caída. Y nada más. Insistir o subrayar nuestras miserias puede hacer (y ha hecho) un daño mayor del que se pretendía evitar.
Es cierto que ahora vivimos tiempos donde los egos hipertrofiados, el hedonismo, la intolerancia a la menor frustración son lo prevalente. Y así parece; pero no tanto como se piensa, pues tanto la ausencia de culpa como la culpa persecutoria procede en último término de una falta esencial de amor. Muchos de nuestros pecados no proceden de una intencionalidad expresa de pecar, de hacer el mal; en muchas ocasiones, son burdas y falsas compensaciones a viejas heridas sin cicatrizar siempre sangrantes, a carencias afectivas difícilmente recuperables, etc. Todos los cuadros adictivos (ya sean de sustancias o de hábitos adquiridos) presentan esta misma raíz. Es cierto que pecar o ser malo puede traer satisfacciones o un cierto placer (como afirma el viejo dicho: "Si es bueno -es decir, produce gozo-, será pecado"), pero eso es lo que compensa de tanto sordo dolor persecutorio, como la culpa que se da en no pocos, creyentes o no.
Y esas carencias afectivas que nos llevan a "querer" pecar se producen tanto en entornos familiares de creyentes como de descreídos. En mi pobre práctica clínica he constatado esta verdad puramente empírica una y otra vez.
Los griegos ya decían (Sócrates, en particular, según nos comentó Platón) que el mal es ignorancia del bien. Y no le falta razón; aunque también es cierto, como se recuerda en el mundo del Derecho, que la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento.
En cuanto a la duda de identificar "malo" y " pecador", que usted plantea de forma tan interesante, algo nos pueda aclarar Mateo 7, 11: "Y vosotros siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos..."
Un saludo en Cristo y María!
Las dificultades de comunicación son los gajes de poner un correo falso en los comentarios.
He eliminado el comentario que te molestaba, a pesar de que a) tú dices cosas mucho más ofensivas en otros lugares y en particular en ese mismo post, y b) tú mismo decías en tu respuesta que no querías que se borrara ese intercambio de comentarios con Luis Fernando.
En fin, da igual, borrado está y todos contentos. Me alegro de haber podido ser útil.
El tema de lo que pensemos unos de otros, ateos de creyentes o viceversa, tiene una importancia muy secundaria. Este tipo de juicios sólo son fundamentales para el desarrollo de la persona cuando dependemos esencialmente de nuestros juzgadores, sobre todo cuando los afectos están directamente implicados.
Lo que piense Dios de nosotros estará en función no sólo de nuestros actos o de nuestros pensamientos, sino de nuestro corazón (si hay arrepentimiento, si hay combate contra el mal en que incurrimos, si nos sentimos culpables del mal que infligimos...). Y de si, a pesar de nuestros pecados, no hemos dejado de buscar y de amar a Dios. En tal caso, aunque habrá corrección y depuración, no habrá condena eterna.
Pd. la idea del cuarto a oscuras es perfecta para comprender la situación del alma ante Dios. ¿Santa Teresa?
Creo que la raíz del mal es la soberbia, si ésta se da el asunto es diferente, si hay un corazón contrito y una confesión de debilidad y de petición de auxilio: "Señor, ven en mi ayuda" "Apresúrate, Señor, a socorrerme", como empezamos el Santo Rosario, puede ser distinto. En la petición de ayuda del pecador hay un reconocimiento expreso de la necesidad de la Gracia sin la cual se encuentra impotente. Se nos enseña mucho que debemos dar y ayudar pero muy poco que debemos aceptar y agradecer, en eso creo que no se insiste demasiado.
Yo me di cuenta de que el Cristianismo de mi madre era verdadero cuando ella, que era perfeccionista y bastante mandona y daba y repartía, dejo sin ningún problema y con una aceptación total el control en mis manos. No pareció importarle y pasó de ser la estrella a un puesto secundario en la familia sin solución de continuidad. Entonces fue cuando la encontré más admirable porque nunca creí que iba a hacer aquella transición con la naturalidad que lo hizo teniendo en cuenta su lucidez. Y creo que todo el mundo lo percibió también como algo sorprendente porque pasó de activa a inactiva, de organizarlo todo a que le organizaran, de hacer a que le hicieran, de administrar a que la administraran. No todo el mundo sabe hacer eso. Entonces vi que no era vanidosa, ni lo había sido nunca, sabía resolver problemas pero también podía dejar que los resolvieran otros sin ser pasiva.
Observo que, una vez más, no da ningún argumento. Lo único que hace es insultar una y otra vez. Por supuesto que superviso quién comenta en el blog. Es mi casa, soy el moderador y es parte de mi tarea. Tarea, por otra parte, que usted me ha facilitado en este caso, dejando claro que es incapaz de comportarse civilizadamente, que su única intención es trollear y que sus comentarios deben borrarse sin necesidad de más consideraciones. Dios le bendiga abundantemente.
2. La buena batalla no es contra los ateos u otros sino contra los malos espíritus.
3. El Enemigo siempre presenta batalla, porque somos soldados débiles cuando no tenemos un Rey, en muchas ocasiones, la misma batalla, en el mismo campo de batalla, para que cada vez que nos derrote o caigamos en la "alianza" con el "más fuerte" o bien desesperemos de la victoria o bien estemos junto con el "vencedor", la soberbia del pecado, para "reinar" el mundo desde la miseria y la ruina de nuestra casa.
4. Pero, los católicos sabemos que el Enemigo está vencido en la Cruz. Y está vencido en todas las batallas. No nos dejemos engañar, pues podemos conocer al Victorioso que nos hace ganar las buenas batallas.
5. La buena batalla como soldado de Nuestro Señor Jesucristo está en la entrada de la Jerusalén del mundo para crucificar o para dejarse crucificar.
6. La Justicia de la buena batalla nos hace ver nuestros puntos flacos. Pero, siempre tenemos el horizonte del Castillo invencible y los Sacramentos, en especial el Sacramento de nuestras derrotas y puntos flacos y el Sacramento de la Cruz y la Resurrección en donde salimos victoriosos en el Triunfador de la Guerra contra el Enemigo.
7. Todos debemos librar el combate espiritual, la Fe católica nos hace soldados de acción celestial, «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.» Tomar nuestra cruz cada día y negarnos a nosotros mismos es presentar la buena batalla de la Cruz acomodándonos en ella para vencer el mal con el Bien, el odio con el Amor y la muerte con la Vida del resucitado. “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado…” (1 Pedro 4,1). El viejo Adán sufrirá si por la Palabra y el Espíritu Santo llevamos a la Cruz lo que del hombre viejo quiere levantarse, así nuestros deseos no podrán gobernar sobre nosotros, sino que la Cruz nos gobernará. "
Y ahora, hermanos, háganse fuertes en unión con el Señor por medio de su fuerza poderosa. Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan estar firmes contra los engaños del diablo. Porque no estamos luchando contra la gente de carne y hueso, sino en contra de malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre este mundo oscuro." (Efesios 6, 10-12). Para que podamos decir como San Pablo: " He peleado la buena batalla; he acabado la carrera; he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, el Juez justo, en aquel día. Y no sólo a mí, sino también a todos los que han amado su venida."
Francamente, no me identifico con ello. Que somos pecadores , es cierto; vagos, mediocres, algo criticones, con algún acceso de ira (que luego se pasa pronto). que le has mirado el culo a una, aunque sabes de sobra que jamás pasaras de ahí ni por asomo, omisiones que dan lugar a que podrías hacer muchas cosas buenas y no las haces, algo desordenados, con algo de corazón puesto en el dinero porque no te acabas de fiar de la providencia..................esos suelen ser los pecados del común de los mortales, la mediocridad, la indiferencia.
El ser homicida, terrorista, asesino, ladrón, desfalcador, corrupto, manipulador, insultante; la verdad es que creo que no hay tantos de esos, aunque los hay, por desgracia.
Pero decir que somos todos "malísimos de la muerte" (ya se que no has utilizado esa expresión, lo digo yo). Pues como que no lo veo.
En la práctica, la mayoría somos un compendio de luces y sombras, de virtudes (que las hay ¿eh?), y de pecados y miserias (bastante comunes y mediocres) que habrá que ir superando ciertamente en un proceso de conversión al que debemos de estar abocados si o sí.
En fin , que ni tanto ni tan calvo, aunque de todo hay en la viña del Señor, claro está.
"Tanto uno como el otro pecan contra lo mismo: la esperanza"
Muy bueno el conciso diagnóstico.
"Pd. la idea del cuarto a oscuras es perfecta para comprender la situación del alma ante Dios. ¿Santa Teresa?"
Yo estaba dándole vueltas al "lugar oscuro" de la Segunda Carta de Pedro: "Tenemos confirmada la palabra profética, a la que hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que brilla en lugar oscuro...", pero no sería extraño que me haya basado en algo de Santa Teresa u otro santo y me haya aprovechado de ello sin darme cuenta. Siempre he pensado que se aplican perfectamente a la Tradición de la Iglesia esas palabras de Cristo: "os envié a cosechar lo que no habíais sembrado. Otros trabajaron y vosotros os beneficiáis de su trabajo"
Lo que no deja de sorprenderme es la ceguera de algunos para no entender nada y retorcer la verdad. ¡Virgencica del Pilar que gente más triste!
1. Este artículo es muy bueno para diferenciar la fe católica de la protestante (creer porque sí y salvos por el manto de justificación de la sola fe).
2. Fe y obras, el Confesionario es obra también.
3. La Eucaristía también es obra de oblación en Cristo al Padre y Dios nuestro mediante el Espíritu Santo por la Iglesia militante, purgante y los pobres pecadores, por la salvación del mundo.
4. En la primera carta de Pedro capítulo cuarto deja claro que la Cruz de Cristo es sufrimiento en la carne, nadie es salvo por la justificación sólo por la sola fe, pues el Alma de Jesús no padece los sufrimientos de los condenados al infierno, como pretenden los protestantes, aunque cargue con todos los pecados del mundo. Su Alma es inmaculada por ser Cordero inocente y verdadero Dios.
5. También Pedro nos dice que lo tengamos en el pensamiento con la razón y la fe de la Cruz.
6. San Pablo es también muy claro: "He peleado la buena batalla; he acabado la carrera; he guardado la fe." Ha tenido victorias el hombre nuevo, la obra de Dios ha sido efectiva en él por su cooperación, por sus obras.
7. Nuestro combate espiritual es obra de Dios por la Fe, Esperanza de salvación y Caridad por la corona de la Justicia de Dios.
"Esa frase para un ateo puede ser tan difícil de entender como un jeroglifico antes de Champollion. Sí, el Señor murió por tu pecado, y también por el de Hitler, Stalin y Pol Pot. Pero hay una diferencia (y eso te mejora a los ojos de Dios); tú te arrepentiste de haberlo hecho y ellos pareciera que no (si por los frutos se conoce al árbol diría que no, pero quien no dice que en el acto de su muerte pudieran haberse arrepentido y convertido)"
¡Claro que hay una diferencia entre los que se arrepienten o no! Una diferencia fundamental. La diferencia que hay entre el cielo y el infierno. Pero esa diferencia, y esto es importantísimo, es una gracia. Hasta el arrepentimiento es una gracia de Dios, al igual que la misma fe.
Eso significa que, si yo viera ante mí a cualquiera de esos tiranos o a otro gran pecador, podría decirle con total sinceridad: no soy mejor que tú. ¡No lo soy! Te comprendo perfectamente. Igual que tú, soy un pecador. La misericordia de Dios puede sacarte de esa mierda en la que vives igual que me ha sacado a mí. Ya sé que no lo mereces, pero yo tampoco y, aun así, Dios ha tenido misericordia de mí y sigue teniéndola todos los días. Él puede cambiarte y transformarte a imagen de su Hijo Jesucristo, por pura gracia. Solo Él puede hacer ese milagro.
Ese es el fundamento del no juzgar, que tanto le gusta al Papa. Es el fundamento de la esperanza cristiana y el sentido de la Encarnación y la Redención. Es el secreto de nuestra alegría y la fuente de toda caridad.
"Es evidente que cuando un grupo de cruzados exaltados arrasaba alguna ciudad del Languedoc porque sus habitantes eran cátaros, tenían una motivación religiosa"
Ya que has mencionado a la cruzada albigense estaría bien que hicieses lo mismo después de ver este vídeo explicándotela:
https://www.youtube.com/watch?v=f8XEoAHfrhE
Espero que te guste el vídeo, te encantará y te librará de muchos de los mitos que hay alrededor de la cruzada.
Un saludo y Dios le bendiga.
Tenga fe y esperanza.
El Señor es misericordioso.
ALABADO SEA JESUCRISTO
No entiendo por qué los católicos practicantes no tienen vidas moralmente muy diferentes de tantos ateos.
Y tu post no me ha resuelto las dudas: pregunta Ramontxu, creo, con mala leche, una pregunta que no es ninguna tontería.
¿Por qué vemos cristianos de misa diaria que no son más generosos, ni más pacientes, ni más serviciales ni más nada que otros ateos de su mismo entorno? La gracia sí tenía que actuar, es doctrina cristiana. Y no se nota su efecto lo suficiente. Otras veces, sí que se notan cambios asombrosos en gente que se convierte, pero... tendríamos que ser mejores que los ateos.
Y tal vez lo seamos, colectivamente. En algunos casos, es más evidente. Prácticamente, los únicos que no matan a sus hijos Down son los católicos, esa es una corona de gloria, aunque tantos ateos no la entiendan.
Pero no se acaba de ver eso en todos los comportamientos, y tendría que notarse, por los efectos de la gracia de quien recibe los sacramentos habitualmente.
Buena pregunta. Conviene dejar claro que mi post no tiene nada que ver con ese tema. La respuesta no está en el post, ya que habla de otra cosa (básicamente y resumido, habla de que la salvación es una gracia completamente inmerecida y, en ese sentido, no somos mejores que nadie; el que es mejor es Dios).
En cualquier caso, la cuestión es muy interesante. Responderla exigiría mucho tiempo y quizá habría sido mejor dedicarle al menos un artículo, pero intento dar a vuelapluma unos apuntes que ayuden a reflexionar sobre el tema.
1) No es lo mismo ser católico practicante que ser católico de verdad, es decir, con fe. Por dar un ejemplo exagerado, yo he conocido personalmente bastantes curas que claramente no tenían fe. Y más practicante que un sacerdote, que probablemente celebra muchas misas a la semana, no vamos a encontrarlo. Es decir, el mero hecho de ir a Misa no asegura nada, exactamente igual que escuchar predicar personalmente a Jesús, como le escuchaba Judas, no asegura nada. La maldición propia de nuestra época es que una enorme proporción de los que contamos como católicos no tienen fe, así que no es de extrañar que vivan como paganos. Esto siempre ha sucedido, pero yo diría que nunca tanto como ahora (aunque cada vez menos, a medida que se reduce el número de los católicos gracias a la hostilidad del mundo).
2) Si limitamos el grupo a los que son católicos con fe, las diferencias, lejos de no notarse, son tremendas. De hecho, la experiencia más frecuente de un cristiano serio es la del salmista: "soy un extraño para los hijos de mi madre". Hoy es más evidente que nunca que el cristiano es un extranjero en medio del mundo, porque no se divorcia, no mata a sus hijos, no mira la muerte sin esperanza, intenta vivir la castidad (en lugar de burlarse de ella), no vive esclavizado por el dinero y un larguísimo etcétera. E incluso en el caso de que en algún momento actúe de otra forma, sabe que hace mal y, como mínimo, desea salir de ese pecado. Por eso el mundo no soporta a los cristianos con fe. Y al mundo le encantan los cristianos sin ella, sean "practicantes" o no.
Yo he conocido un montón de personas que ponían la otra mejilla, a menudo ante ofensas terribles de las de juzgado de guardia, que amaban a sus enemigos, que habían dado todo su dinero y sus posesiones a Dios, que afrontaban la muerte con fe firmísima, que perdonaban a los que les habían destrozado la vida, que lo dejaban todo para seguir a Cristo, que sufrían persecución de sus vecinos, compañeros o familias por el nombre de Cristo, que bendecían a Dios estando agonizantes, que salían de pecados de los que no tenían fuerzas para salir, que eran fieles en pruebas durísimas, que hablaban de Dios a tiempo y a destiempo, que tenían que matarse a trabajar y los pocos minutos que tenían libres los dedicaban a las cosas de Dios, que confiaban en Dios con la confianza de un niño en su padre, que iban literalmente al fin del mundo a predicar el Evangelio o que vivían como católicos con la tranquilidad y también con la firmeza de las montañas. Todo cosas que claramente hacía Dios en la debilidad de los interesados. Cuando mi fe se oscurece, recuerdo esos milagros y la fe se reaviva, igual que Israel recordaba los milagros hechos por Dios en Egipto.
3) Precisamente por esa debilidad, esos milagros no excluían los defectos, las caídas, los malos humores o las meteduras de pata. Nada extraño para los que sabemos, como Santa Teresa, lo ruines que son los mimbres con los que Dios hace sus cestos. Y, por otra parte, Dios no es tan puritano como nosotros. Muchos santos han tenido muy mal genio, por ejemplo, y no pasaba nada.
4) Los más conscientes de esa debilidad suelen ser también los que más sienten la necesidad de los sacramentos y del perdón de Dios. Ese es, paradójicamente, el buen signo de santidad que hay que buscar, el que no falla. Como el joven de la parábola que dijo que no a su padre pero luego fue a la viña, lo importante es hacer la voluntad de Dios y eso muchas veces lo hace la gente que menos presume de ello. ¡Cuántas sorpresas nos daremos al llegar al cielo y ver en primera línea, junto a los apóstoles y los doctores de la Iglesia, a la viejecita insignificante del tercero derecha o a aquel viejo sastre de la casa de enfrente, tan amanerado y solitario. Dios ve el corazón, nosotros, casi inevitablemente, las apariencias.
5) Hay que tener en cuenta que no somos Dios y no conocemos sus planes para cada persona. Puede que alguien tenga, por ejemplo, muchos pecados de ira y, a pesar de que se lo pide una y otra vez a Dios, no recibe la gracia para salir de ese pecado. Si nos ponemos por encima de Dios para juzgarle, podríamos exigirle que responda a esa petición y que libre a esa persona de la ira. Sin embargo, es muy posible que Dios, que sabe más que nosotros, sea consciente de que el verdadero gran pecado de esa persona es la soberbia y sepa que, si le sacase ya de la ira su soberbia aumentaría aún más y le impediría salvarse, de manera que lo que le conviene para llegar al cielo es verse débil y necesitado de pedir constantemente la ayuda de Dios. Es solo un ejemplo para indicar que no hay que caer en la tentación de creer que sabemos mejor que Dios qué es lo que conviene a cada persona y cuál debe ser la historia de salvación que Dios debe tener con él.
6) La paciencia de Dios es nuestra salvación, como decía San Pedro. Generalmente, cuando uno se ve bueno, se impacienta con los que no lo son y querría que Dios arreglase todo y convirtiese o condenase drásticamente a todos. En cambio, cuando uno se da cuenta de su propia debilidad, como le pasó a San Pedro gracias a su caída en la pasión, se dan gracias a Dios por su paciencia, que muchas veces hace que actúe al paso lento de los débiles y doloridos.
7) Otras muchas consideraciones que, sin duda, podrán hacer otros comentaristas.
"¿Advierten los ateos únicamente "los pecados y maldades" de los creyentes? ¿Sólo eso son capaces de observar en la comunidad cristiana?... ¿San Vicente de Paul, Don Bosco, Don Orione, Teresa de Ávila, María Goretti y tantos y tantas más, nada de nada les dicen?"
Mmm..., si son capaces de satanizar a San Juan Pablo II y a Santa Teresa de Calcuta, ¿qué puedes esperar? Más se parece a pecado contra el Espíritu Santo que a confusión mental.
Ejemplo: A mi sobrina, que cree que yo tengo buen karma, no le convenció nada mi entereza ante la muerte de mi madre, con la que yo viví hasta los 69 años, según la explicación que le di, que no fue otra que la tal entereza no existía y que lo que existía era mi abandono total a la voluntad de Dios. Me miró como si le hablara en chino y, a pesar de que mido mi conducta de manera que no puedan tomar de mi ni un mal ejemplo, lo achacan a que soy guay (expresión que utilizan): "Tía, tú es que eres guay". A ver cómo le demuestras nada,
Si yo fuera a ellas con el argumento de Bruno de que somos muy malos creerían que estoy chiflada. Ellos si que son deterministas, le adjudican a cada un papel según carácter, no según moral. Es decir mis sobrinas han descartado por anómalo el hecho de que yo le pegue un tiro a alguien, en cambio yo sé que podría hacerlo si Dios no viene en mi ayuda.
No solo hace falta la gracia y la Fe para comportarse bién, sino también una lucha diária por hacer la voluntad de Dios.
Para querer hacer la voluntad de Dios, hay que creer en El y amarle.
Para amarle, hay que renunciar a uno mismo, y anteponerle a El a todas las cosas.
Todas estas cosas no se pueden hacer sin su ayuda, pero tampoco se pueden hacer sin darle nuestro ser.
La historia del cristiano, es una historia de Amor. Solo el Amor puede transformarnos de gusanos a mariposas.
Nuestra diferencia con Hitler y compañia, es que no parece que ninguno de ellos aspiraba a estas cosas, porque si lo hubieran hecho, no hubieran producido esos frutos.
Y a pesar de que solo nos tiene que importar lo que piense Dios de nosotros, en el evangelio Jesus dice: " por los frutos los conocereis".
Si nuestros frutos no son los de Dios, debemos preocuparnos.
Asomarse al fondo del alma de uno mismo es siempre perturbador por la mezcla de luz y tinieblas que allí habitan. Para mi ha sido, es y seguirá siendo una necesaria cura de humildad.
Pero eso no invalida que el exterminio de los cátaros en Francia y también en España tenga motivaciones religiosas.
Está recogido en las crónicas que Fernando III El Santo, en el Reino de León no solamente mandó quemar a los cátaros, convertidos por un tal Arnaldo que llegó desde Francia, sino que él personalmente prendió algunas hogueras.
Supongo que ese fervor contó a la hora de ser canonizado.
No podemos jugar con dos barajas.
"el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros".
Rom 2,24
Estamos llamados a ser perfectos como Dios es perfecto. Estamos llamados a ser santos. Y no solo llamados. Se nos concede ese don. Con lo cual, si no somos santos, si no somos mejores que el vecino que no cree en nada, nuestra situación es la más miserable de cuantos habitan en la tierra.
Otra cosa es que creamos que podemos ser mejores y más santos por nuestras propias fuerzas. Eso jamás. Pero la gracia no es un mero detergente que lava pecados y deja al fiel listo y perfumado para volver a pecar.
El cristianismo asociado al mal pero jamás al bien y el ateísmo aséptico.
Cuando nosotros decimos que somos pecadores o malos, si se quiere, nos referimos a todo el género humano, cuando ellos dicen lo mismo se refieren solo a los cristianos ya que el ateísmo, en sí, no produce ni mal ni bien. Es decir que suprimiendo el cristianismo las posibilidades de ser malos se reducirían al mínimo. ¿De qué vais?
Lo que yo he hecho de malo solo tiene un responsable, yo, lo que pueda haber hecho de bueno solo tiene un responsable, Dios.
No habéis entendido a Bruno. Que si a mi me ofrecen la impunidad ante un crimen y Dios no viene en mi ayuda por medio de la Gracia lo cometeré, eso es lo que dice Bruno, y es difícil el "hágase tu voluntad" porque se escucha o no se escucha y la posición de escucha no la tenemos todos los cristianos y, mucho menos, permanentemente.
Aunque ardieran todas las iglesias del mundo no habría responsable alguno, pero si arden las sinagogas el responsable es Hitler y sus seguidores. Si arden iglesias los responsables serán uno por uno los que han provocado el incendio, pero nunca un grupo que atice a esa gente. Siempre son cosas puntuales, igual que los grupos terroristas del Isis, ahora bien si son cristianos entonces la culpa la tiene el cristianismo.
¿Por qué no me pasáis la baraja esa que a mi también me gustaría jugar con cartas marcadas?
Hablar de estos temas siempre es difícil, porque de lo que estamos hablando es de la gracia, que supera nuestra imaginación y nuestros conceptos (basta ver lo que han dado de sí las controversias sobre la gracia en la historia de la Iglesia).
Dicho esto, conviene tener en cuenta que, en el post, solo he hablado de uno de los dos grandes aspectos de esta cuestión, porque ese es el tema que había elegido en esta ocasión, pero veo que conviene resumir los dos para que no haya equívocos.
El cristiano, todo cristiano, sabe que, por sus propios méritos, no ha merecido el cielo y lo que ha merecido es el infierno. Es más, sabe que sus pecados son lo que llevó a Cristo a la cruz y, además, que buena parte de esos pecados (o todos) los ha cometido siendo cristiano, con lo que tienen la gravedad especial de traición de un hijo a su Padre. En ese sentido, no se puede considerar mejor que nadie, ni siquiera mejor que los mayores pecadores de la historia, porque lo que merece es lo mismo que ellos: el infierno. Esto es una verdad durísima y que, como tal, no se predica en la gran mayoría de las parroquias. De ahí que la gente no crea en el infierno y ya no entienda la necesidad de la redención o la diferencia entre el cristianismo y las religiones no cristianas.
Por otro lado, Dios puede hacer y de hecho hace el gran milagro de tomar sobre sí esas culpas, sufrir por ellas, perdonarlas y regalarnos la gracia divina, que transforma el corazón del hombre. Y no solo lo transforma para que hagamos cosas buenas, sino mucho más, infinitamente más: nos transforma para que nos parezcamos al mismo Cristo, el más hermoso de los hombres. Esa transformación es tan milagrosa que se puede calificar, y así la califica la Escritura, de nueva creación. Dios nos vuelve a hacer a imagen de su Hijo. Esa recreación se inicia en el bautismo y culmina en la santidad y glorificación del cielo. Hasta el cielo, cada cristiano está en un punto diferente de ese camino, porque hasta la muerte seguimos teniendo la posibilidad de aceptar o rechazar y obstaculizar esa obra de Dios en nosotros. Por eso, quien ha visto a cristianos serios, con fe, junto a las pruebas de su debilidad indudablemente habrá visto también verdaderos milagros hechos por Dios en ellos y conductas que exhalan verdaderamente el buen olor de Cristo del que hablaba San Pablo. Yo he visto un montón de esos milagros a mi alrededor, que me ayudan a creer.
Como colofón y por obra de la maravilla que es la gracia, lo segundo y lo primero no reflejan un cambio meramente humano al estilo de "yo antes era malo y ahora soy bueno y ya puedo descansar y mirar por encima del hombro a los que no son tan buenos como yo", porque los cristianos somos conscientes, según nuestra fe, de que la gracia es eso, pura gracia, un regalo que no nos hemos merecido. Nosotros no no somos buenos por nuestras fuerzas, sino porque Dios sostiene en cada momento nuestra debilidad. El mérito es todo suyo. Y si, en cualquier momento, Dios nos dejara de la mano por un instante (o, más probablemente, nosotros nos soltáramos de su mano), volveríamos a caer en todas esas inmundicias de las que Dios nos sacó, como el perro que vuelve a su vómito. En ese sentido, incluso después de la conversión, un cristiano puede decir al mayor de los pecadores: no soy mejor que tú. En ese sentido, una gran santa como Santa Teresa podía hablar de lo "ruin" que era y San Felipe Neri podía decir a Dios "Señor, no te fíes de Felipe, porque te traicionará". Si somos sinceros, sabemos que, separados de Dios, somos capaces de todo, ¡de todo!, desde pegar a una viejecita hasta apostatar.
Dios no permita que nos soltemos nunca de su mano.
Me alegro de saludarte. Me ha encantado la frase de "el hombre viejo es capaz de mandarlo todo literalmente al infierno".
Un abrazo.
Pero el ateísmo ni es una iglesia, ni un país, ni una asociación, ni un club, ni un partido político. No hay normas, ni ética, ni catecismo, ni rituales, ni leyes ateas.
Lo único que tienen en común dos ateos es que no creen en Dios.
Ateo era Stalin y atea era Ayn Rand, pero salvo que ambos nacieron en el antiguo Imperio Ruso ¿Qué tenían en común? .
Claro que como he dicho los crímenes cometidos en nombre del ateísmo y para imponer una doctrina atea son achacables al ateísmo, pero serán a esa forma concreta de ateísmo. En el caso de Stalin el bolchevismo. Pero no creo que Ayn Rand se sintiera culpable por los crímenes de Stalin.
Como bien enseña el Concilio de Trento, que es muy claro y bastante fácil de entender:
"no permita Dios que el cristiano confíe, o se gloríe en sí mismo, y no en el Señor; cuya bondad es tan grande para con todos los hombres, que quiere sean méritos de estos los que son dones suyos"
(Cp. XVI Decreto justificación).
Y a su vez condena la idea de que los méritos no lo son propiamente del hombre justificado:
"Si alguno dijere, que las buenas obras del hombre justificado de tal modo son dones de Dios, que no son también méritos buenos del mismo justo; o que este mismo justificado por las buenas obras que hace con la gracia de Dios, y méritos de Jesucristo, de quien es miembro vivo, no merece en realidad aumento de gracia, la vida eterna, ni la consecución de la gloria si muere en gracia, como ni tampoco el aumento de la gloria; sea excomulgado".
Canon XXIII sobre la justificación
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PD: No estoy debatiendo con Bruno sobre lo que ha escrito en su anterior comentario. Simplemente creo oportuno traer a colación la enseñanza de Trento.
"Los méritos de los santos tienen a Dios como causa primera - "cuando Dios corona nuestros méritos no corona sino sus dones" (San Agustín)- pero son también de los santos en cuanto que causa segunda"
Exactamente. De nuevo, nuestros méritos se deben puramente a la gracia, son nuestros por gracia, igual que Dios lo hace todo en nosotros, pero eso no significa que estemos privados de libertad, sino exactamente lo contrario, que la gracia nos hace plenamente libres.
Es la paradoja de la gracia. Dos cosas que humanamente son contradictorias, cuando se trata de Dios no lo son. Nuestra salvación es pura gracia de Dios (por pura gracia estáis salvados), pero eso no impide que colaboremos (también por gracia) en ella. El mérito es todo de Dios, pero por gracia suya, también nuestro.
Los herejes siempre han tratado de destruir esta paradoja para que cupiera en sus heréticas cabezotas, ya fuera del lado de Lutero (todo lo hace Dios y el hombre no hace nada) o del lado de Pelagio (todo lo hace el hombre y Dios no hace nada) o del lado de los semipelagianos (Dios y hombre hacen cada uno su parte), mientras que la verdadera fe es misteriosa y paradójica (Dios lo hace todo y, por la gracia, el hombre colabora también). Esto es un resumen muy basto, pero ilustra por qué cualquier explicación de la gracia siempre nos deja descolocados: es algo divino y no humano, que supera nuestra imaginación.
Justificados pues así, hechos amigos y domésticos de Dios, y caminando de virtud en virtud, se renuevan, como dice el Apóstol, de día en día; esto es, que mortificando su carne, y sirviéndose de ella como de instrumento para justificarse y santificarse, mediante la observancia de los mandamientos de Dios, y de la Iglesia, crecen en la misma santidad que por la gracia de Cristo han recibido, y cooperando la fe con las buenas obras, se justifican más; según está escrito: El que es justo, continúe justificándose. Y en otra parte: No te receles de justificarte hasta la muerte. Y además: Bien veis que el hombre se justifica por sus obras, y no solo por la fe. Este es el aumento de santidad que pide la Iglesia cuando ruega: Danos, Señor, aumento de fe, esperanza y caridad.
Y por tanto, guarda sus mandamientos:
Pero nadie, aunque esté justificado, debe persuadirse que está exento de la observancia de los mandamientos, ni valerse tampoco de aquellas voces temerarias, y prohibidas con anatema por los Padres, es a saber: que la observancia de los preceptos divinos es imposible al hombre justificado. Porque Dios no manda imposibles; sino mandando, amonesta a que hagas lo que puedas, y a que pidas lo que no puedas; ayudando al mismo tiempo con sus auxilios para que puedas; pues no son pesados los mandamientos de aquel, cuyo yugo es suave, y su carga ligera. Los que son hijos de Dios, aman a Cristo; y los que le aman, como él mismo testifica, observan sus mandamientos.
Por tanto, el cristiano, por narices, tiene que acabar siendo mejor que quien no lo es. No porque pueda por sí mismo serlo, sino porque Dios se lo manda y se lo concede. Y si no lo es, su estado es peor que el del no cristiano. Como bien enseña San Pedro:
Porque si después de haber escapado de las impurezas del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, se dejan atrapar nuevamente por ellas y son vencidos, sus postrimerías resultan peores que los principios.
Más les valiera no haber conocido el camino de la justicia que, después de conocerlo, volverse atrás del santo precepto que se les entregó. Se ha cumplido en ellos aquel proverbio tan acertado: "El perro vuelve a su propio vómito" y la cerda lavada a revolcarse en el fango.
2 Ped 2,20-21
Bruno escribe (y no sólo él, evidentemente) que Dios nos "sostiene". ¿Qué quiere decir eso en nuestras vidas? Todos los que hemos tenido la experiencia de ser amados por el Señor alguna vez sabemos a qué se refiere. Es una experiencia, como todas las que tienen que ver con realidades trascendentes, esencialmente inefable. Pero también deberíamos poder decir con libertad, que ese Señor que nos ama nos deja caer, deja de sostenernos. Esta es una experiencia que también tenemos. De poco valen las expresiones que atenúan la fuerza de esta afirmación: "nunca nos abandona", "son silencios temporales" (a Sta. Teresa de Calcuta esa temporalidad duró décadas, según confiesa ella misma), "está, aunque no lo parezca; es que no le sabemos ver"..., y tantas otras expresiones. Yo no le quito la fuerza a esta experiencia: he sido sostenido por Dios en muchas ocasiones, y en muchas otras, me he sentido abandonado a mi suerte. Las dos cosas. Y esto mismo lo he visto en muchos otros, creyentes o no.
Con los años, he ido viendo cómo Dios va actuando en mi vida y en mi alma, cómo la ha ido transformando de un modo sordo y lento, nada espectacular. Ahora comprendo, a estas alturas de mi vida, que esa es la forma paradójica en que Dios va "sosteniéndome". Aunque a mi edad (y son ya 57 años) estoy muy lejos de comprender qué es lo que Dios quiere exactamente de mí. Sí, ya sé lo que dice la doctrina; sí, conozco los dogmas y los mandamientos; sí, asumo la moral católica con su repertorio de virtudes y sus obras de misericordia, etc., etc. Bien, pues todo ello no me sirve aún para saber qué quiere Dios de mí. Por eso las redondas síntesis al modo Iraburu me sirven de muy poco (como, me temo, no les sirvan a muchos otros). Si queréis, para plantearlo de un modo más nítido, no sé cuál haya de ser la forma de mi amor o de amar en este mundo.
En primer lugar, como recuerda muy bien Benedicto XVI en su primera encíclica, el amor humano precisa ser depurado. Así, cuando amo, mi amor se halla (con)fundido con otras realidades humanas que lo vuelven más mundano o de más bajo vuelo (no diré lo de impuro por no descalificarlo de un modo tan categórico). En segundo lugar, porque cuando intento amar, los demás no lo reciben, lo rechazan o lo cargan con sus proyecciones de todo tipo. En tercer lugar, porque cuando amo o lo intento suelo ser probado en mis puntos más débiles. Quiero decir, en fin, que amar no es tan sencillo, o que el amor de Dios se produce de forma paradójica, como cruz o como plenitud siempre pospuesta sine die, abrazada a una esperanza en muchas ocasiones ciega.
No quiero ofenderte en absoluto, Bruno, como tampoco al P. Iraburu, pero las lecturas de vuestras perfectas síntesis teológicas o parateológicas no sirven de gran cosa al hombre contemporáneo. No podemos acudir a viejas recetas que en otros tiempos tuvieron su virtualidad; no podemos volver a la pura ascésis, a la penitencia física (cilicios, grandes ayunos...), a aspirar a la soledad monacal de la celda o al eremitismo de la cueva. Eso valió o pudo valer en otro tiempo, y siempre a una minoría (hoy ya casi inexistente). No se puede exigir al hombre contemporáneo que ha sido desposeído no sólo de toda certidumbre, sino incluso de vínculos humanos sólidos y genuinos (la mayoría crecen en entornos afectivamente destruidos, lo cual es mucho más genérico que la categoría de familias desestructuradas -la devastación afectiva es mucho más general que la mera desestructuración social de las familias-), no se puede exigir, digo, superar su mundanidad haciendo hincapié en su naturaleza de miserable pecador mundanizado. Ahora más que nunca debemos y necesitamos amarnos y amarlos. Y yo no sé cómo hacerlo. Y vuestras redondas y objetivamente certeras exposiciones no me sirven en absoluto para responder la vieja cuestión que se planteaba Borges al final de su poema ante la contemplación de un crucifijo:
"¿De qué puede servirme que aquel hombre
haya sufrido, si yo sufro ahora?"
___________________
¡Y aquí nos esforzaremos denodadamente en demostrárselo!
No me ofende nada. Todo lo que pueda decir es paja al lado del amor de Cristo.
Para hablar de todo eso que dices y preguntas haría falta una larga conversación dando un paseo. Hay cosas para las que no sirve Internet, así que me limitaré a responder dos cosas, que probablemente no sean más que tonterías:
- Deja que Dios sea Dios. A menudo se te ve agobiado por tus cargas y como encorvado bajo su peso. Quieres saber y no sabes, quieres querer y no lo consigues como te gustaría, quieres que te quieran y ni siquiera te entienden, se te pasa la vida y no encuentras tu lugar, el mundo es un desastre y no se arregla. No te preocupes. Deja que Dios sea Dios. A pesar de las apariencias, no eres tú quien lleva tu vida, sino Dios. Todo eso que te agobia déjaselo a Dios. Él, que llevó la Cruz sobre su hombro, puede cargar con todo eso y tú no puedes. El agobio viene de intentar ser Dios y cargar con el peso que solo Él puede llevar. No es extraño que ese peso te aplaste. Deja que Dios sea Dios. Deja que Él lleve la carga que tú no puedes llevar. ¿No sabes? Dios sí. ¿No consigues amar como deberías? Deja que Dios te lo conceda cuando quiera y como quiera. ¿No te entienden? Dios te entiende mejor que tú mismo. ¿Pasan los años y todo sigue igual? Para Dios un día es como mil años y mil años son como un día. ¿El mundo es un desastre? Cristo es el Señor de la Historia y no cae del cielo un pajarillo sin que el Padre lo sepa. Deja que Dios sea Dios. Deja que sea Él quien vaya marcando el rumbo, aunque ahora ese rumbo sea quedarte donde estás y no avanzar nada. Descansa en Él. Eres como un niño subido a un árbol que no sabe cómo bajar y se aferra con fuerza al árbol, mientras su padre le dice que se tire y Él le recogerá en sus brazos. Suelta esas cargas a las que te aferras. Déjate recoger por Dios y descansa en sus brazos, que es lo que debe hacer un niño. Deja que Dios sea Dios.
- Haces la pregunta de Borges, pero lo cierto es que la respuesta ya la había dado Pascal siglos antes: Jesús estará en agonía hasta el fin del mundo. No es que aquel Hombre haya sufrido, sino que está sufriendo contigo ahora mismo. ¡Contigo! La pasión de Cristo trasciende el espacio y el tiempo. Él siente en su carne cada uno de esos desprecios que te hieren, cada una de esas incomprensiones, cada una de esas oscuridades, frustraciones y angustias, porque tomó todo eso sobre sí en aquel huerto. Todo. Hasta el más pequeño de esos sufrimientos quiso compartirlo contigo para que no estuvieras solo. No es verdad que estés solo. ¡No es verdad! Es una mentira del diablo. No estás solo. Siempre estás con Cristo, pero cuando más claramente estás con Él es precisamente cuando estás subido en la Cruz, como San Dimas. Él sufre contigo y eso lo cambia todo. El problema no es sufrir, sino sufrir solos y sin esperanza. ¿Quién de nosotros no cambiaría su muerte por la de San Dimas? Hoy estarás conmigo en el paraíso.
Un abrazo (y, si te animas a leer Oraciones cotidianas que vuelven el mundo del revés, que quizá te guste, dame una dirección postal y te lo envío encantado).
Todos los ateos deberían enfrentar también la idea de que el ateísmo tiene consecuencias, pero no es así. Y las tiene porque, evidentemente, no es lo mismo desafiar a Dios, si crees en Él, que no tener a quién rendir cuentas. El terror que siente alguien que cree en Dios y ve su vida sumida en el pecado no tiene por qué tenerlo un ateo para el que da lo mismo el bien que el mal a la hora de irse al otro mundo.
Muchas gracias por tus palabras. Ya solo el tono es de agradecer. Has visto muy bien lo que quería exponer. No es fácil confiar cuando la confianza ha sido la puerta de todo el sufrimiento. Por eso es tan terrible la situación del hombre contemporáneo, la raíz de su radical individualismo, que no procede sólo de su soberbia o vanidad, sino de la decepción de haber amado a quienes no supieron, quisieron o pudieron amarlo. No puedes imaginarte en qué estado de miseria afectiva (no digamos ya moral o espiritual) se hallan nuestros contemporáneos, nuestros prójimos: la gente está devastada. Ni la mejor de las teorías psicológicas puede paliar siquiera tanto sufrimiento y tanta destrucción. Por eso estoy fuera de la profesión: en parte me echaron, pero en parte me fui. Y este estado de cosas lo padecen tanto creyentes como no creyentes.
Como ya he dicho muchas veces, me temo, aquí, Dimas es el personaje preferido para mí en la Pasión del Señor, después de Él, naturalmente. Sí, ojalá que el día que nos toque partir de este mundo al otro, el Señor nos diga que ese mismo día estaremos con Él en el paraíso. Pero para ello debemos seguir "chupando" cruz hasta cuando Él quiera.
Un abrazo.
(Te acepto el regalo muy gustosamente. Y lo leeré con atención. Ahora te paso de forma privada mi dirección).
Si quieres pido el libro como una compra más y ya está. El regalo consiste en la recomendación de su lectura. Y el haberlo escrito, naturalmente.
Te envío un correo y puedes poner la dirección en la respuesta.
Saludos.
Porque sí, huímos del sufrimiento como de la peste, pero no nos paramos a pensar que, si Dios lo permite, es porque puede llegar a tener un valor que ni siquiera nosotros seríamos capaces de atisbar. Para intentar entender algo, al menos desde mi punto de vista, sería necesario empezar por cambiar el eje, salir de sí mismo y poner el foco en otro. O usando el lenguaje de Cristo, morir a uno mismo, de tal modo que la pregunta correcta sea: "¿de qué puede servirle a aquel hombre mi sufrimiento, si Él ya lo sufrió todo?".
Obviamente, la respuesta íntegra e individualizada sólo la tiene Dios. Pero yo tengo la profunda convicción de que le sirve... y mucho! Sirve en unas proporciones que muy probablemente excederían nuestro entendimiento, sobre todo cuando uno empieza a bajar la cerviz y a aceptar -con mayor o menor mansedumbre- ese dolor, ese sufrimiento, etc., y sobre todo, cuando decide unirlo, libre y voluntariamente, al Suyo. Porque el sacrificio purifica, acrisola, fortalece, redime, expía... y consuela al Señor. Y consolar al Señor es, no lo dudes, una forma elevadísima de amor.
Hay alguna otra cosa con la que no estoy muy de acuerdo en esa reflexión tan buena que haces, así que si puedo seguiré luego... y así no se nota tanto el mensaje larguísimo!
"Solo los hombres muy hombres
se reconocen culpables,
cuando de esto alguien te hable,
recordá la diferencia:
no conozco ni un ladrón
que no ha gritao su inocencia".
Se conoce que el gaucho no se dejaba engañar con facilidad.
Como conozco el bien y el mal no puedo decir que soy bueno porque no lo soy, si no lo conozco puedo decir cualquier cosa.
"dos monaguillos fueran con el feligrés, custodiándolo con dos velas encendidas, hasta su casa"
¡Muy buena la anécdota del Curé d'Ars!
Muy bueno el ejemplo (aunque mal traducido al inglés en el vídeo) y estupenda la charla de Natalia.
Sobre esta premisa, resulta que nos ha prometido que estará con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Así que no, no sólo no nos abandona, sino que ha acampado entre nosotros. También nos ha dicho en multitud de ocasiones que Él nos sostiene (con su brazo, con su diestra, con su aliento, con su gracia...). Así que sí, estamos sostenidos por Él. ¿Entonces por qué nos sentimos abandonados o "dejados de la mano de Dios"? En la mayor parte de las ocasiones suele ser porque nuestro pecado nos separa de su amistad, que sólo volvemos a recuperar a través de la confesión (pero confesionarios vacíos). Y esta es la única prueba de amor que te/nos pide, en realidad: "permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor" (Jn. 1, 9-10). Permanecer en su amor, nos dice, para que "lleguéis a ser mis discípulos".
Luego están esos discípulos más íntimos, a los que Jesús ya llama "amigos"; amigos a los que advierte sin paños calientes que no van a ser más que el Maestro (Jn. 13, 16); a quienes señala la cruz como compañera inexcusable de camino y a los que recuerda que no hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Es a esos amigos fuertes a quienes lleva, unas veces al desierto, para forzarles a tener un reencuentro con Él, y volverlos a enamorar (Oseas 2, 16-22); y otras veces, a durísimas noches oscuras, como a Santa Teresa de Calcuta o San Juan de la Cruz (y tantos otros santos anónimos), para compartir con ellos -como cualquiera de nosotros compartiríamos sólo con nuestro mejor amig@- sus sentimientos de soledad, de angustia, de tristeza. Para que también ellos puedan completar en sus propias carnes lo que falta a los sufrimientos de Cristo (Col 1, 24).
De la mano del Señor somos, lo dice Bruno, como niños. Niños sostenidos por su Padre que, como cualquier padre que enseña a caminar a sus hijos, primero le sujeta fuertemente de las dos manos, para luego, cuando empieza a ganar confianza y destreza, ir soltando una...y más tarde, las dos. Pero eso no quiere decir que no esté pegado a nosotros, evitando que caigamos a veces; o, si caemos, ayudándonos a levantarnos. En el camino de la perfección cristiana es -y eso me ayudó a comprenderlo un audio del padre Iraburu- el peaje casi obligado para pasar de una fe infantil a una fe adulta.
Si yo tuviera que decirte cómo amar más y mejor a Dios; cómo amar donde no eres capaz de alcanzar, cómo tener incluso reservas de amor suficientes para perdonar, te diría que eso lo hace todo Dios. Todo. Pídele amor al autor del Amor. Con confianza, con humildad y con mucha insistencia: como los niños chicos. No sé cómo ni cuándo, pero te garantizo que si lo haces así, vas a recibir tantísimo amor que te va a desbordar, salpicando incluso a los que tengas cerca. Y ya no será tan difícil ni tan infructuoso querer a los otros, porque estarás amando con Su propio amor. Y será sencillamente imposible no querer amar a Dios con todo tu corazón, porque Él ya se habrá instalado en él. Déjate hacer por Él.
Eso sí, para acortar tiempos, nada como consagrarse a María: "Ella es camino más fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión con Dios, en la cual consiste la perfección cristiana" (san Luis María Grignon de Monfort).
Eso significa que, si yo viera ante mí a cualquiera de esos tiranos o a otro gran pecador, podría decirle con total sinceridad: no soy mejor que tú. ¡No lo soy! Te comprendo perfectamente. Igual que tú, soy un pecador.Alejado de la gracia de Dios, sí, eres igual; con la gracia de Dios, no. Y la gracia de Dios no es irresistible, es necesaria la voluntad de uno para recibirla. Y eso es lo que te hace diferente de Hitler y Stalin. Porque si así no fuera, entonces como dije en mi comentario anterior, todo sería cizaña, nada sería trigo. Y sabemos que hay trigo (lo dijo Cristo). Y sabemos que el trigo es mejor que la cizaña. Por lo tanto, necesariamente debe haber alguien que sea mejor que Hitler y Stalin. Si todos fueramos iguales de pecadores, entonces ninguno entraría al cielo; todos pecan, pero no todos pecan mortalmente y/o están en pecado mortal. Esa es la diferencia Bruno. Y tomo otro pasaje de uno de tus comentarios:
En ese sentido, no se puede considerar mejor que nadie, ni siquiera mejor que los mayores pecadores de la historia, porque lo que merece es lo mismo que ellos: el infierno.Aunque fuera así, no se sostiene el argumento de igualdad, porque no todas las penas del infierno son iguales (o sea, no todos merecen lo mismo, el mismo tormento, aún en el mismo infierno), del mismo modo que no todas las recompensas del cielo son las mismas para todos los que entran en él. Y si hay graduación en las penas del infierno y en las recompensas del cielo, entonces no todos los pecadores son iguales (porque pecadores somo todos), ni tampoco todos los que están en gracia con Dios (ya dijo Cristo que hay trigo que produce al ciento por uno, otro al sesenta por uno y otro al treinta por uno).
Y respecto de lo de juzgar, eso daría para otro de tus artículos. Si hago mención de esto, fue porque tú lo mencionaste en tu respuesta. El cristiano debe juzgar, no abstenerse de ello (no hace mucho el Padre Aberasturi trató ese punto en uno de sus artículos). Por supuesto, que con juicio justo, conforme lo enseñó Cristo. De hecho, tu mismo has emitido juicio cuando dices que eres igual de pecador que Hitler y Stalin (juicio que no comparto porque tú estás en gracia y ellos —a juzgar por sus obras (por los frutos se conoce al árbol nos enseñó Jesús)— muy probablemente vivieron y murieron sin estarlo). Porque si no juzgamos (un juicio es una afirmación o una negación de algo), si no sabemos distinguir el árbol bueno del malo, o entre una oveja y un lobo disfrazado de ella, entonces el Señor predicó en vano porque nada de lo que nos enseñó hemos de poner en práctica. Y en ese sentido, cuando un católico juzga, no juzga por sí mismo sino que lo hace (o debe hacerlo) tomado de la palabra del Señor. Pero sí hay que juzgar. Si no juzgamos, entonces no podemos decir que Amoris Laetitia es doctrina heterodoxa. Porque ejercemos el juicio, es porque podemos decir eso. No me extraña que al Papa Francisco no le guste que se ejercite el juicio (tampoco le gusta que prediquen el Evangelio, que hagan "proselitismo", cuando precisamente es la Palabra la que dice que "la fe viene del oir, y el oir por la palabra de Cristo").
Pero aparte de todo esto, quiero dejar constancia que más allá de estas diferencias de opinión (en estos "puntos puntuales"), siempre es un gusto leerte Bruno.
Se dice, se rumorea, se cuenta que en una ocasión santa Teresa de Ávila, mientras se dirigía a fundar uno de tantos monasterios, cruzaba cansada unos caminos tan llenos de barro por la lluvia, que su carreta terminó volcando. Y que cuando ella se quejó al Señor, Él le respondió: "Teresa, así trato yo a mis amigos". A lo que la gran santa, que no daba puntada sin hilo, respondió... "por eso tenéis tan pocos!".
Mateo 5, 17-19
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el reino de los cielos.
Bruno, No todo los cristianos han cometido todos los pecados que crucificaron a Cristo, De hecho, el cura de Ars, creo que crucificó poco con sus pecados a Cristo, como tampoco todos se han arrepentido en el mismo grado de los que han cometido. Una contrición perfecta limpia totalmente el alma. " hay más alegria en el cielo por un pecador que se convierta que por 99 justos que no necesitan convertirse". Con esto quiero decir que no todos tratamos a Cristo igual, aunque recibamos las mismas gracias.
Cuando uno lee la vida de los santos, se da cuenta de que no solo colaboraron con la gracia, sino que se dejaron "el pellejo".
Las palabras que le has puesto a Doraije me han gustado.
Doraije, a pesar de lo que nos ama Dios, esta vida como decia santa Teresa, es como una mala noche en una mala posada.
Pero sobrevivimos, porque vivimos en ese Amor, lo demás no importa, todo pasa, y como dice santa Teresa, la paciencia todo lo alcanza.
Cualquier cristiano que adujera que se había arruinado por los pobres, había cuidado de no sé cuántos enfermos o no había dado nunca un mal ejemplo ante un no cristiano ya habría recibido su paga. La mano izquierda no debe saber nunca lo que hace la derecha. Solo se puede decir la influencia que el cristianismo ha tenido en nuestra conducta pero no aquello que consideremos como propio. Yo puedo decir que a Dios le debo el hecho de no haberme derrumbado por la muerte de mi madre, pero, a continuación, debo añadir que por mi parte no hubo nada que me llevara a ello, fue, simplemente la Gracia la que me sostuvo sin que yo hiciera nada. Generalmente las peticiones de ayuda sin condiciones hechas a Dios: "Señor, ven en mi ayuda" sin añadir cómo o precisar mucho son atendidas mejor que aquellas que hacemos demasiado precisas o condicionadas porque demuestran confianza absoluta en Él y en la Divina Providencia.
Por eso el dicho de los carlistas: "Para Dios no hay héroe anónimo" es una gran verdad, cuanto más anónimo sea, mejor.
"Bruno, No todo los cristianos han cometido todos los pecados que crucificaron a Cristo"
De hecho, nadie ha cometido todos los pecados que crucificaron a Cristo. Pero eso es irrelevante. De lo que se está hablando es de que Cristo habría ido a la cruz aunque tú fueras la única pecadora sobre la faz de la tierra, para redimir tus pecados. Por lo tanto, puedes decir con verdad que tus pecados causaron la muerte de Cristo. Tú, aunque suene fortísimo decirlo, mataste a Cristo.
Que otros puedan decir lo mismo no le quita nada de gravedad a esa afirmación, que todos debemos tener muy clara. Cuando, al leer el Evangelio de la Pasión en Semana Santa, todos gritamos "crucifícalo", no es por casualidad ni por teatro, sino para recordarnos esto.
"tampoco todos se han arrepentido en el mismo grado de los que han cometido"
Efectivamente. Nadie ha negado eso, que es inmediatamente evidente. Y, sin embargo, si eres sincera contigo misma, te darás cuenta de que incluso ese arrepentimiento es un regalo, una gracia, de Dios y tú no tienes nada de lo que enorgullecerte (de lo que gloriarte, en palabras de San Pablo). Eres una pecadora rehabilitada por Dios. Si te dejara de su mano por un instante, cometerías de nuevo los mismos pecados y otros mucho peores. En ese sentido (y no en otro), puedes decir al peor pecador de la tierra que tú no eres mejor que él, que tus pecados mataron a Cristo igual que los suyos, que quizá peor aún que él, has traicionado una y otra vez a Cristo después de que te diera su gracia y la fe, y que, si por un momento Dios no te sostuviera con tu gracia, harías esas mismas cosas que hizo él y otras peores.
"Cuando uno lee la vida de los santos, se da cuenta de que no solo colaboraron con la gracia, sino que se dejaron "el pellejo""
Claro. Y también se da cuenta de que, incluso los más santos, eran todos conscientes de eso que he puesto en el párrafo anterior. De hecho, eran mucho más conscientes de ello que la mayoría de la gente, porque, cuando va aumentando la luz de Dios en nosotros, vamos entendiendo mejor nuestra miseria y la inmensa misericordia que Dios tiene con nosotros.
Incluso colaborar con la gracia es una gracia inmerecida (esto es dogma de fe, contra los semipelagianos). Todo es gracia. Y aún más, para el que se convierte, incluso los pecados pasados, que son lo opuesto a la gracia, pueden ser convertidos milagrosamente en gracia por el poder creador de Dios, para que podamos decir, con el pregón pascual y mientras explotan las cabezas de los que lo escuchan: oh feliz culpa, que mereció tan grande Redentor.
Saludos.
Antiguamente era muy frecuente esa descripción y no suponía en principio ostentación, sino una mera descripción aceptada de lo que todos nosotros somos por nuestro propio esfuerzo. Puedes encontrarla aquí en Gracián, aquí en Ribadeneyra (que cita a San Anselmo) y en infinidad de otros escritores espirituales.
Lo que sí es, objetivamente, ostentación es esa especie de canonización que se hace del difunto en gran número de funerales en los que se da por supuesto que está en el cielo. Si considerar que el fallecido era un santo no es ostentación en la mayoría de los casos, no sé lo que es.
Muchas gracias por tus amables e inteligentes respuestas. Qué puedo decir ante ellas; están cargadas de razón y de verdad. En ellas, como en las dadas por Bruno, como en tantas otras palabras llenas de la verdad de Dios, está la solución a esa nostalgia de Absoluto que anida en la vida de los hombres y en mí, como hombre que soy.
Mientras, en ese extraño sostenimiento de presencias y ausencias, roguemos por que el Señor nos vaya dando los apoyos suficientes para perseverar en la fe, en la esperanza y en el amor.
Un saludo afectuoso.
Saludos cordiales.
Entiendo el ser cristiano de una forma diferente, en el evangelio Jesus nos dice que: " El es el camino , la verdad y la vida y que nadie va a el Padre sino por El," y nos explica como comportarnos, nos habla de esfuerzo, "esforzaros por entrar por la puerta estrecha....", de perder la vida: "el que pierda la vida por mi la encontrará...." del amor, incluso a los enemigos, pero de todo nos habla como si lo pudieramos hacer todo, si estamos con El, pero esto es una decisión libre nuestra:
Jn 15,1-8:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca,
y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado;
permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos;
el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante;
porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,
pediréis lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»
Yo por muy pecadora que sea, jamás me voy a sentir una deicida, Agradezco infinitamente a Cristo mi Dios y Salvador que haya muerto en la cruz para salvarme, como también que haya venido al mundo y que se haya querido quedar con nosotros en la Eucarístia, y otras cosas más, e intentaré amarle con todo el corazón, y no ofenderle.
No te tomes esto a mal, pero eso que dices solo indica que tienes poca formación teológica. Son temas que requieren estudio y que, además, a menudo no se explican bien en las parroquias en nuestra época, así que no es raro que mucha gente tenga ideas algo confusas sobre ellos.
Por ejemplo, sobre lo que dices del deicidio, consulta el Catecismo de la Iglesia Católica:
598 La Iglesia, en el magisterio de su fe y en el testimonio de sus santos, no ha olvidado jamás que "los pecadores mismos fueron los autores y como los instrumentos de todas las penas que soportó el divino Redentor" (Catecismo Romano, 1, 5, 11; cf. Hb 12, 3). Teniendo en cuenta que nuestros pecados alcanzan a Cristo mismo (cf. Mt 25, 45; Hch 9, 4-5), la Iglesia no duda en imputar a los cristianos la responsabilidad más grave en el suplicio de Jesús...
La responsabilidad de la muerte de Cristo es mía. Y tuya. Nuestros pecados le llevaron a la muerte. Es lo que siempre ha enseñado la Iglesia. Y aun así, asombrosamente, esa misma muerte nos ha salvado.
Lo mismo sucede con lo que hemos dicho sobre la gracia y la libertad, que no se aparta ni un ápice de la doctrina de la Iglesia, mientras que lo que tú dices se alinea con el semipelagianismo (por supuesto, sin quererlo, solo porque no entiendes del todo la cuestión). Puedes comprobarlo también. O, si tienes dudas sobre algo concreto, pregunta.
"Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno".
Es decir, el mérito existe, pero siempre visto por Dios o por la Iglesia.
" Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad. Tengo poder para darla y para volver a recuperarla; y esta es la misión que debo cumplir" Juan 10, 18.
De hecho nos podia haber redimido de otra manera si hubiera querido.
Sobre el semipeliagianismo que dices, te recuerdo que me he limitado a ponerte, no teorías mias, sino párrafos del evangelio, es decir palabras de Jesus.
A mi me importa mucho lo que pone en el evangelio, y es lo que procuro seguir. Tambien he leido muchos libros de espiritualidad, y muy buenos, he leido las obras de Santa Catalina, algo de San Agustin, San Alfonso Maria de Ligorio, Santa Teresa, santa Teresita, S. Juan etc. etc. llevo muchos años leyendo, en ninguno he leido nada parecido a lo que tu dices de la gracia, a lo mejor estoy equivocada, pero me suena mal.
Ah, y no soy de parroquia.
Gracias por tus precisiones, pero temo que no has entendido bien el artículo, sin duda porque yo no me habré sabido explicar bien.
"Alejado de la gracia de Dios, sí, eres igual; con la gracia de Dios, no"
Claro, es decir, lo que nos diferencia es la gracia de Dios. Yo, por mí mismo, soy igual que él, pero con la gracia de Dios puedo vivir de otra forma, puedo ser santo, puedo ir al cielo. Es decir, yo, por mí mismo, puedo decir que soy igual que él. Yo, que tengo la misma estatura que mi hermano, si me subo a una silla, le saco dos cabezas, pero sigo pudiendo decir que soy igual de alto que él, especialmente porque en cuanto me bajara de la silla volveríamos a estar al mismo nivel. También con respecto a la gracia, en cuanto yo soltara la mano de Dios, cometería los pecados más graves. A eso se suma que, ciertamente, subirse a la silla es voluntario, no irresistible, y mi hermano podría subirse a ella si quisiera, pero eso no niega en absoluto que él y yo tengamos la misma estatura.
"Si todos fuéramos iguales de pecadores, entonces ninguno entraría al cielo"
Eso no es cierto. Los que entran en el cielo son pecadores salvados por Cristo.
"todos pecan, pero no todos pecan mortalmente"
Todos hemos nacido con pecado original, que es pecado de muerte y que condena al infierno.
Ciertamente, no todos están en un momento dado en pecado mortal, pero eso, de nuevo, es lo que decíamos al principio de este comentario.
"Esa es la diferencia Bruno"
Pero, hombre de Dios, ¿quién ha dicho que no haya diferencias? ¿De dónde sacas eso? Lee los comentarios anteriores o infinidad de artículos en este blog. He hablado innumerables veces de las maravillas que hace Dios en el alma, de la gracia que lava, transforma e incluso deifica, de la santidad de Dios que se nos regala, de que estamos llamados a ser otros Cristos... En cualquier caso, eso no quita que podamos decir con sinceridad a un pecador: yo también lo soy. Soy un pecador perdonado, un pecador cuyas heridas han sido curadas, un pecador santificado por Dios o, incluso en el cielo, un pecador glorificado, pero un pecador.
"Aunque fuera así, no se sostiene el argumento de igualdad, porque no todas las penas del infierno son iguales "
Claro que no lo son, pero eso es irrelevante para la argumentación del artículo, porque:
1) No tenemos ni la más mínima idea de qué pena en particular ha recibido ningún condenado, incluidos Stalin y Compañía (de hecho, ni siquiera tenemos la seguridad de que se hayan condenado finalmente), así que es imposible hacer esa comparación con nadie.
2) La esencia del infierno, que es la privación de la visión de Dios, es igual para todos los condenados, las variaciones de penas dentro del infierno son accidentales, no sustanciales.
Por lo tanto, yo puedo decir que yo he merecido el infierno igual que ellos, porque he merecido la sustancia del infierno igual que ellos, aunque haya diferencias de detalle (y que no podemos conocer) en la pena exacta que se nos aplicaría dentro del infierno.
"Y respecto de lo de juzgar, eso daría para otro de tus artículos. Si hago mención de esto, fue porque tú lo mencionaste en tu respuesta. El cristiano debe juzgar, no abstenerse de ello"
Cuando digo que no hay que juzgar (citando al mismo Cristo, que dijo literalmente eso: "no juzguéis y no seréis juzgados"), doy por supuesto que eso se entiende como lo entiende la Iglesia, que básicamente significa que no hay que juzgar el interior de las personas, su responsabilidad, que es algo que solo ve Dios (y es lo que Santo Tomás llama el juicio temerario). Por supuesto que hay que juzgar infinidad de otras cosas. Igual que, cuando decimos que el quinto mandamiento es "no matarás", no nos referimos a un soldado que lucha cumpliendo su deber, pero no hace falta explicarlo a no ser que se hable con no cristianos, porque a los cristianos se les supone el conocimiento del cristianismo.
"Pero aparte de todo esto, quiero dejar constancia que más allá de estas diferencias de opinión (en estos "puntos puntuales"), siempre es un gusto leerte Bruno"
Igualmente.
"Bruno respeto lo que dices, pero no soy deicida, entre otras razones porque Jesucristo dió la vida voluntariamente"
Te acabo de mostrar que la Iglesia enseña que la responsabilidad de la muerte de Jesús, el Hijo de Dios, corresponde a los pecadores, especialmente los cristianos, incluida tú. Y ser deicida significa exactamente eso: ser responsable de la muerte de Dios. Luego tú, que eres responsable de la muerte de Dios encarnado, eres una deicida. Puedes decir que no lo eres, pero entonces estarías negando la enseñanza de la Iglesia.
Que Jesucristo diera su vida voluntariamente (algo obvio, porque Dios es omnipotente) no cambia en nada eso. Por ejemplo, si tú pagaras a un pobre hombre para que se dejara matar por ti a cambio de dinero para su familia, tú serías igualmente responsable de su muerte, aunque él la hubiera aceptado voluntariamente. El hecho es que eres responsable, por tus pecados, de la muerte de Cristo.
Me parece muy bien que no te guste la idea de que eres responsable de la muerte de Cristo, porque es algo verdaderamente terrible, pero ese algo es parte de nuestra fe.
"Sobre el semipeliagianismo que dices, te recuerdo que me he limitado a ponerte, no teorías mias, sino párrafos del evangelio, es decir palabras de Jesus"
Claro, pero no los has entendido bien en lo referente a la gracia. Los entiendes en sentido semipelagiano. Para eso está la Iglesia, para que aprendamos a interpretar bien la Palabra de Dios. Nada tiene eso de raro, nuestras interpretaciones pueden ser tan disparatadas como la de Lutero o Marción, lo que importa es lo que enseña la Iglesia, que es lo que sabe lo que significa de verdad el Evangelio.
De verdad, si lo compruebas y estudias el tema, encontrarás que lo que he explicado sobre la gracia es lo que enseña la Iglesia y lo que dicen San Agustín, San Alfonso, Santa Teresa y los demás santos. O, si quieres preguntar algo en particular, hazlo.
"Ah, y no soy de parroquia"
Bueno, alguna parroquia tendrás que tener. Je, je. Lo que quería decir es que hay muchos lugares (parroquias o no) en los que se explican cosas que no son lo que la Iglesia enseña, la mayoría de las veces por ignorancia, pero otras por rechazo a esa enseñanza. No pasa nada si no te lo han explicado bien o si te lo han explicado bien pero simplemente no lo has entendido bien (y/o no has entendido bien lo que yo he explicado). Todos necesitamos aprender.
Saludos.
Si lo que sucede es que no has entendido bien lo que he dicho/no me he explicado bien, aún es más fácil de arreglar. ¿Qué es, en concreto, lo que crees que he dicho que no te parece correcto (aparte de lo del deicidio, que ya lo hemos discutido).
Me viene la oración del publicando.
"Ten misericordia de mí que soy pecador"
Antes de conocer a Cristo sólo buscaba la vida en lo que me daba la muerte...pero no pecaba.
Ahora la claridad muestra mejor quién soy y sólo la Misericordia de Dios me evita caer en la desesperación.
Somos como los apóstoles y discípulos: apóstatas como Pedro, traidores como Judas, incrédulos cómo Tomás...
La Confesión es la mejor experiencia que vivo. Ser amada, llamada y elegida en la gratuidad.
el tema de las graduaciones de estas cosas no son dogmas de Fe porque poco sabemos de ello. No se nos ha sido revelado nada más.Bueno, hay muchas cosas que no son dogmas de fe y que creemos y creímos los católicos. Por ejemplo la catolicidad creyó en la Inmaculada Concepción de María por siglos sin que fuera definido el dogma (recién ocurrió en 1854). Lo mismo puede decirse respecto de la Asunción de Nuestra Señora. La dormición de la Virgen se creyó por siempre (o por lo menos desde el siglo VI) aún cuando el dogma fue recién definido en 1950. Que algo no sea dogma no implica que no debe ser creído. Por ejemplo yo creo en la Corredención de la Virgen y sin embargo no es dogma de fe. Hubo Papas que la defendieron y sin embargo no declararon el dogma.
Las graduaciones en las recompensas y las penas, si que existen y están en el Evangelio, y si están en el Evangelio, debemos creer en ello (por citar solo algunos fragmentos: "...vuestra recompensa será grande en el Reino de los Cielos...", "al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies...el castigo será más tolerable a la tierra de los de Sodoma y de los de Gomorra en el día del juicio, que a aquella ciudad...", "¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! ... en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para vosotras", " Y tú, Capernaúm, ...si los milagros que se hicieron en ti se hubieran hecho en Sodoma, ésta hubiera permanecido hasta hoy. ...os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma que para ti", ...cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, os sentaréis también sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel..."). La visión de Dios es la recompensa, conjuntamente con la vida eterna, pero aparte de ello, hay otras que no todos los que se salvan las reciben.
Y en cuanto a que la pena principal del infierno es la privación de la visión de Dios, SÍ, absolutamente sí, pero hay otras que la acompañan (una de ellas, el fuego eterno, "donde el gusano no muere y el fuego nunca se apaga") y una especial que no está reservada a todas las almas condenadas, que es la de estar en la companía de Satanás y que hace al tormento que padecen más terrible todavía, Así como la visión de Dios es, será el deleite de los que se salvan, la contemplación y la companía de Satanás, será la tortura suprema reservada para aquellos a los que Dios considere que merecen ese castigo. Esto último no es revelación pública y por lo tanto (y creo que esto es a lo que quisiste referirte cuando hablaste del dogma), no obliga a la creencia pero que la graduación de recompensas y penas es biblica, es bliblica y debe creerse.
No me voy a poner a discutir, pero te dire que para saber la verdad no hace falta haber estudiado teologia, en cambio para estudiar teologia, hace falta mucha humildad.
De nada sirve que sepas toda la teologia del mundo, sino te sabes el evangelio, que como ves, no es para los sabios y entendidos....
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.» Lc 10, 21-24
Sobre lo de dejarse el pellejo, te aconsejo que leas : La perfecta alegria de S. Francisco de Asis, que explica muy bién, lo que nos dá Dios a nosotros, y en lo que nosotros correspondemos a El.
Lo que yo pongo en mis comentarios, ya expresa lo suficiente, y no contradice la doctrina de la Iglesia.
Paz a los hombres de buena voluntad.
"...vuestra recompensa será grande en el Reino de los Cielos...", "al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies...el castigo será más tolerable a la tierra de los de Sodoma y de los de Gomorra en el día del juicio, que a aquella ciudad...", "¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! ... en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para vosotras", " Y tú, Capernaúm, ...si los milagros que se hicieron en ti se hubieran hecho en Sodoma, ésta hubiera permanecido hasta hoy. ...os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma que para ti", ...cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, os sentaréis también sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel...)".
Estos versículos nada dicen sobre lo que has escrito en cuanto a la posición que cada cual ocupará en el Cielo, con excepción de los Apóstoles. Yo esperaba algo más concreto como en qué lugar estarían los mártires, dónde las vírgenes consagradas, donde los pecadores arrepentidos a última hora, etc...Es decir, un orden establecido en cuanto a la mayor o menor cercanía a Dios. Eso no aparece, ni se sabe, ni siquiera es conveniente dejar suelta a la imaginación. La salvación eterna es ya una recompensa que nos hace la Misericordia Divina, yo no soy Dante para ponerme a especular y, mucho menos, como para dar eso como doctrina. La verdad si, por la gran Misericordia me cuelo en el Cielo, donde no hay envidias ni resquemores, me da lo mismo dónde me pongan. Si estoy en el Cielo veré a Dios, a la Virgen a los Ángeles y a los Santos y lo demás me da igual, que ya entiendo que otros fueron mejores en vida pero no es eso de lo que debemos preocuparnos.
Dante Alighieri fue el que se lanzó a describir el Cielo, el Purgatorio y el Infierno, esa alegoría no es contraria a la Iglesia ni a nada pero tampoco es revelación. Ni siquiera procede de visiones o revelaciones privadas sino de la imaginación de un escritor católico que viene muy bien para meditar pero que sería peligroso tomárnoslo al pie de la letra.
Estos versículos nada dicen sobre lo que has escrito en cuanto a la posición que cada cual ocupará en el Cielo, con excepción de los Apóstoles.Nos dice más; nos dicen que nosotros NO recibiremos la misma recompensa que los apóstoles, con lo cual ya hay gradualidad. Las Escrituras también nos dicen que la Virgen María a ha sido coronada Reina del Cielo y que está sentada a la derecha de Cristo. Y las Escrituras al decirnos eso, también nos dicen que nosotros NO recibiremos esos honores, con lo cual ya hay gradualidad.
Yo esperaba algo más concreto como en qué lugar estarían los mártires, dónde las vírgenes consagradas, donde los pecadores arrepentidos a última hora, etc...No desplacemos el punto de debate. Lo que yo dije originalmente en mi comentario que originó tu respuesta, es que hay gradualidad en las recompensas y castigos. Por lo tanto el punto no es que clase de recompensas y castigos recibirá cada uno sino si las mismas serán todas iguales o diferentes. Y el punto de la gradualidad ha sido demostrado; las citas que incluí son elocuentes. Y si aún tienes dudas acerca de que no todos ocuparan la misma posición en el Reino de los Cielos, tienes las palabras del Señor cuando se refirió a Juan el Bautista: "...pero el más pequeño en el Reino de los Cielos mayor es que él". La gradualidad existe; no sabemos —por revelación pública— en que consistirán los diferentes premios y castigos pero si sabemos —también por revelación pública— que no son todos iguales y que no todos estarán en la misma posición. A eso me referí en mi comentario original.
Si estoy en el Cielo veré a Dios, a la Virgen a los Ángeles y a los Santos y lo demás me da igual, que ya entiendo que otros fueron mejores en vida pero no es eso de lo que debemos preocuparnos.Me parece muy bien que a ti te dé lo mismo estar en cualquier lugar del Cielo y que nuestra principal ocupación debe ser entrar en él, más allá de la posición que nos toque. Comparto eso, lo suscribo. Pero está suponiendo la gradualidad de recompensas y castigos a los que me he referido.
Dante Alighieri fue el que se lanzó a describir el Cielo, el Purgatorio y el Infierno, esa alegoría no es contraria a la Iglesia ni a nada pero tampoco es revelación.Cuando me referí a las visiones del infierno, no lo hice apoyado en Dante. Mal podría ponerme a escribir que las visiones fueron "revelaciones privadas" basandome en la Divina Comedia. Lo hice considerando las revelaciones de santos (a estás sí podemos llamarlas con propiedad "revelaciones privadas") que tuvieron visiones del cielo, el purgatorio y el infierno. Si te interesa el tema, lee pues los escritos sobre el punto de Santa María Faustina Kowalska, Santa Teresa de Avila, Santa Teresa de Jesús, San Juan Bosco y Sor Lucía de Fátima (entre otros) referente a las visiones sobre el infierno (Santa Faustina también tuvo visiones sobre el purgatorio y el paraíso aunque no fue tan específica en las mismas). Y San Andrés por ejemplo tuvo visiones sobre el paraiso (donde nos describe tres cielos). No sé cuan seriamente tomarás las palabras de ellos pero ahí tienes claramente la especificidad de tormentos que sufren las distintas almas (lee especialmente a Santa María Faustina Kowalska). En otro orden, también es interesante el "Tratado del Purgatorio" de Santa Catalina de Génova. Como dije, es revelación privada, y como tal nadie está obligado a creerla, pero son palabras de santos, no de Dante. Y sí son "revelación" (privada, con lo que implica, pero revelación al fin).
Y finalmente, no me queda clara tu afirmación:
En cuanto a los dogmas marianos, estos pudieron ser sostenidos por la Catolicidad, lo que tú dices sobre el Cielo, sin embargo, no.¿Qué cosa he dicho sobre el Cielo que no pueda ser sostenida por la catolicidad? Te agradeceré que transcribas los párrafos míos que te llevan a afirmar eso, porque nada me gustaría más que rectificarme si escribí algo que no puede ser sostenido por la doctrina católica.
"te dire que para saber la verdad no hace falta haber estudiado teologia, en cambio para estudiar teologia, hace falta mucha humildad"
Bueno, para saber teología hace falta estudiar la teología, a no ser que Dios la regale por ciencia infusa. Por eso, en general, para el que no sabe y quiere saber, es un buen consejo estudiar más. Nada hay de soberbia en eso. Es simplemente sentido común.
"De nada sirve que sepas toda la teología del mundo, sino te sabes el evangelio, que como ves, no es para los sabios y entendidos...."
No estoy muy seguro de qué quieres decir con eso. Si alguien niega la doctrina de la Iglesia en algún punto, eso significa que, en ese tema, no se sabe el Evangelio. Por eso te he indicado que, sin que te dieras cuenta, lo que decías no se ajustaba a lo que enseña la Iglesia, pero, como es lógico, tú verás.
Supongo que entiendes que tu cita posterior significa que la fe es una gracia y no producto del esfuerzo de la inteligencia humana, pero eso no quita que convenga estudiar para entender la teología. De otro modo, no habría seminarios ni facultades de teología. Es decir, usando tus propias palabras, hay que dejarse el pellejo para aprender.
"Sobre lo de dejarse el pellejo, te aconsejo que leas : La perfecta alegria de S. Francisco de Asis, que explica muy bién, lo que nos dá Dios a nosotros, y en lo que nosotros correspondemos a El"
De hecho, ya dediqué un artículo a la perfecta alegría de San Francisco de Asís: La perfecta alegría a las tres de la mañana. Por otra parte, nada de lo que he dicho afirma que no convenga dejarse el pellejo por hacer la voluntad de Dios. Si no lo has entendido, quizá convendría una lectura más reposada. O, de nuevo, estudiar un poco más el tema de la gracia y la libertad.
Siento haberte molestado, pero no puedo decirte otra cosa.
"Antes de conocer a Cristo sólo buscaba la vida en lo que me daba la muerte...pero no pecaba.
Ahora la claridad muestra mejor quién soy y sólo la Misericordia de Dios me evita caer en la desesperación"
Muy bien explicado. Siempre me pasa lo mismo: escribo páginas para intentar expresar malamente un concepto y siempre hay algún comentarista que lo expresa mucho mejor en dos líneas.
Veo que al final se me olvidó ponerlo en el comentario anterior, pero no quiero dejar de señalar que me pareció muy buena la idea de dedicar un post al significado de la prohibición de juzgar de Cristo. Es un tema muy interesante, aunque no es fácil de resumir, porque hay bastante variedad entre los padres de la Iglesia y los grandes doctores sobre cuál es el juicio que está prohibido.
"Quien sigue la voluntad de Dios sabe que en todos los horrores que le ocurran nunca perderá una última protección. Sabe que el fundamento del mundo es el amor y que, por ello, incluso cuando ningún hombre pueda o quiera ayudarle, él puede seguir adelante poniendo su confianza en Aquel que le ama. Pero esta confianza a la que la Escritura nos autoriza y a la que nos invita el Señor, el Resucitado, es algo completamente diverso del desafío aventurero de quien quiere convertir a Dios en nuestro siervo."
Simplemente quería traer aquí estas palabras.
La Virgen es la Theotokos, por lo tanto no la mezclo con el resto de los creyentes.
El dogma de la Inmaculada y el de la Asunción, antes de ser dogmas, eran creencia popular entre los cristianos, si hay tres cielos o no o cómo es Cielo no corresponden a creencia popular alguna. A eso me refiero.De acuerdo Palas, pero eso no implica que lo que yo haya dicho sea contrario a la doctrina católica (que repito, no hice más que transcribir revelaciones privadas a santos; no fueron invenciones mías).
... me pareció muy buena la idea de dedicar un post al significado de la prohibición de juzgar de Cristo.Pues hazlo Bruno, que te lo agradeceremos todos. Porque no todo juicio está prohibido y la claridad que habrás de echar sobre el tema (amén de la garantía que implican tus artículos de apego a la doctrina católica de siempre, que en los tiempos que corren ahora es algo fundamental), será de mucha edificación para nosotros.
No somos dueños de nuestra fe ni de su ausencia. Ni creemos ni no creemos porque nos venga en gana, nos interese o simplemente nos mole. Vamos a dejarle a Dios ser Dios, que lo mismo obra el milagro de la fe en la criatura más abyecta, que lo mismo se la mantiene férrea y dogmática al energúmeno más impresentable, o que lo mismo se la termina retirando a San Manuel Bueno Mártir. En este sentido, y sintiéndolo mucho, me tengo que sentir más concernido por las palabras de Gringo y de Ramontxu. Me parece triste, pero para mí llevan más razón.
No conseguiremos más ni menos gracia de Dios porque con más ahínco se la pidamos o la rechacemos. Sí en cambio, disparataremos hasta el esperpento cuando no sepamos distinguirla de la pura y obstinada sugestión.
Llevo décadas convencido de valorar, y cada vez con más insistencia, simplemente a las buenas personas. A pesar de la mala prensa y la carcajada intelectual que muchas veces se les dedica desde la "fe autocomplaciente". Por la sencilla razón de que son ni más ni menos que la gente que conviene, que interesa, que hace más llevadera esta perra vida. Ya está. ¡No hay más! ¿Para qué más que simplemente eso? Y a ellas es a quienes me esfuerzo en querer parecerme. Y por supuesto que las he conocido en mayor proporción en la Iglesia que en el trabajo o en otros ámbitos. Ámbitos unos y otros en los que he conocido a los individuos más miserables, y por lo cual es infinitamente más despreciable tener que aguantarlos en la Santa Madre donde tienes confiada nada menos que la fe que Dios te ha inspirado.
Ser buena persona es mi elección para ser santo. No al revés. No, porque siempre tendré grabado al predicador violento y rojo de ira que gritaba en unos ejercicios cuaresmales de mi adolescencia: "¡QUIERO SER SANTO, TENGO QUE SER SANTO!", mientras luego su comportamiento cotidiano era el más antiejemplar y déspota. Así que gracias a él, que en gloria esté, y a mi conclusión, si alguna vez me acerco a algo parecido a la santidad, que sea por haber querido ser, en el buen sentido de la palabra, bueno (sé que Machado no cae muy bien por aquí, pero me ha venido que ni pintado).
"un acto de contrición"
Lleva razón en que los actos de contrición no deben hacerse públicamente salvo en casos o circunstancias especiales (videtur emperador Teodosio), porque consiste en pedir perdón a Dios y, en público, es fácil que deriven hacia el sentimentalismo o la vanidad.
Bien es verdad, sin embargo, que el artículo no recoge una contrición, sino mera una descripción. Que, además, vale igual para cualquier otro cristiano.
"de lo más histriónico"
Sobre eso ya no me atrevo a decir nada, porque, ciertamente es difícil cogerle el punto.
"predicador violento"
Sin dudar para nada de su palabra y desde un punto de vista puramente literario, tengo que confesarle que la anécdota suena un poco sesgada, porque lo de "¡quiero ser santo!" no parece que pegue mucho con lo de "rojo de ira", ni siquiera como caricatura. Si al menos hubiera pintado al pobre predicador "rojo de ira" contra los malvados y sufridos pecadores, quizá habría sonado más verosímil.
Bendición a todos.
Cuerpo y Sangre de mi Señor porque los templos estan cerrados en Argentina y si dan misa es para unos pocos. Lo unico que me sostiene es mi Fe Catolica y la Palabra diaria. Gracias por el articulo.Comparto su sentimiento.
Me alegro de que le haya gustado. Dios hace grandes milagros en la vida de cada cristiano.
Carecer de la Misa y la confesión es muy duro. Es tiempo de ser fieles a la oración y a la lectura de la Palabra de Dios.
Y tiempo de rezar especialmente por lo que, cuando pase la cuarentena, ya no volverán a ir a Misa. Es lo que está sucediendo en España, otros países europeos y Estados Unidos: ahora que se puede ir a Misa, mucha gente se ha acostumbrado a no ir y ya no vuelve.
1.-Hay unos tipos muy guais que se quejan porque su Dios les ha dado (es decir, les ha hecho infaliblemente) creer pero, ¡vaya!, sólo les ha hecho creer y nada más, porque son "malos malísimos", luego su Dios, que les ha hecho creer, no les ha hecho hacer nada más que creer, porque son malos malísimos.
2.-En todo caso la situación de estos no es la peor, pues hay situaciones peores. Por ejemplo:
2.a.-Están aquéllos a los que su Dios les hace (les mueve infaliblemente) a practicar su religión (entiendo que a orar habitualmente y beneficiarse habitualmete de los Sacramentos porque de lo contrario, ¿qué entendemos por "practicante"?) pero que sin embargo no les mueve a creer verdaderamente. Estos son malos malísimos también, pero obviamente más malos que los del punto 1.
2.b.-Están aquéllos a los que su Dios les ha movido solamente a tener una noción superficial de su religión, pero no les ha movido ni a practicar ni, por supuesto, a creer verdaderamente.
2.c.-Están aquéllos a los que Dios (no su Dios, obviamente) no les ha movido a nada de lo anterior pues ni creen, ni practican ni tienen una cercanía superficial a la religión. Dios les ha abandonado en el resultado necesario del pecado original: recharzar a Dios.
2.d.-Están los peores de todos, que son a los que Dios no mueve ni a creer ni a practicar ni a tener una noción superficial (natural/social) de la religión verdadera, que además rechazan a Dios y a la Fe y que además entran en este portal con mala intención, y son "los ateos habituales".
2.d.-A no ser que contemos una categoría peor aún, que es la de los que su Dios ha movido a creer, a practicar pero que no han sido movidos a dejar de ser peores que todos losde más de cualquier tipo.
Siento decir que lo que afirmo no es na caricatura, es lo que día tras día se puede leer en este portal y que conduce, de forma infalible, a que el que lo lee desde un punto de vista más o menos neutral deje de tomarse en serio a ese Dios.
"El problema, Bruno, es que si alguien de buena fe entra aquí y lee tanto el post como los comentarios se queda con ciertas ideas muy raras"
Sin duda, es un aspecto a tener en cuenta, aunque muy secundario, porque es absolutamente imposible controlar las ideas de los que aparecen por aquí.
"te voy a resumir lo que un observador neutral colige de lo aquí escrito"
No. Es lo que coliges tú, que tienes cierta obsesión con el tema de la predestinación (basta observar que es un tema que ni siquiera se trata en el artículo) y lo ves todo bajo esa lente deformada.
Por otra parte, "neutral" no quiere decir nada en este ámbito, en el que no hay bandos ni equipos. Lo que colegirá el lector dependerá de muchas cosas, sobre todo de su nivel de formación, su fe (católica), su buena fe, su inteligencia, su conocimiento del castellano, etc.
"Hay unos tipos..."
Todo lo que sigue de ahí, parece más bien producto de una imaginación desbocada. No solo se dice lo contrario en numerosas ocasiones en el texto, sino que, además, son alegaciones contradictorias consigo mismas. Es todo un disparate caótico y sin ninguna base en la realidad. No se puede rebatir, me temo, porque no hay contenido sustancial que rebatir, son afirmaciones disparatadas, gratuitas e incoherentes.
Lo siento, pero, por más que me esfuerzo, no veo nada de eso en el artículo. Y ya creer que eso es lo que "día tras día se puede leer en este portal" exige mucha más fe de la que un ser racional es capaz, así que ni siquiera lo voy a considerar.
Saludos.
Yo hablo de estos sobre todo, los convencidos y los recalcitrantes me interesan poco.
¿Tú crees que yo no entiendo lo que leo?
Lo que dices es que los creyentes son muy malos porque han recibido la Fe pero no el don de dejar de ser malos. Desde ahí se puede clasificar a la gente en función de los dones recibidos según el principio general: “tanto más bien tiene uno en sí cuanto más amado es de Dios”.
El problema es que crea un Dios falso, torticero, que da esto sí pero aquéllo no y que no crea sino confusión: los que creen sin practicar, los que practicsn sin fe, los que creen pero no verdaderamente, los que creen verdaderamente pero obedecen, los que no creen porque no se les ha dado el creer, los que son “buenos” pero no creen etc
Anuláis así a Dios y a sus dones.
La predestinación bien, gracias.
"¿Tú crees que yo no entiendo lo que leo?"
A la luz de tu frase siguiente, "Lo que dices es que...", la respuesta evidente es que, en efecto, no has entendido nada. Discutes contra ti mismo y contra tu imaginación.
“Mire, mi señor, que no son gigantes sino molinos, y lo que parecen brazos son las aspas”
«No quiero ofenderte en absoluto, Bruno, como tampoco al P. Iraburu, pero las lecturas de vuestras perfectas síntesis teológicas o parateológicas no sirven de gran cosa al hombre contemporáneo. No podemos acudir a viejas recetas que en otros tiempos tuvieron su virtualidad; no podemos volver a la pura ascésis, a la penitencia física (cilicios, grandes ayunos...), a aspirar a la soledad monacal de la celda o al eremitismo de la cueva. Eso valió o pudo valer en otro tiempo, y siempre a una minoría (hoy ya casi inexistente). No se puede exigir al hombre contemporáneo que ha sido desposeído no sólo de toda certidumbre, sino incluso de vínculos humanos sólidos y genuinos (la mayoría crecen en entornos afectivamente destruidos, lo cual es mucho más genérico que la categoría de familias desestructuradas -la devastación afectiva es mucho más general que la mera desestructuración social de las familias-), no se puede exigir, digo, superar su mundanidad haciendo hincapié en su naturaleza de miserable pecador mundanizado».
Yo soy una persona "millennial", nacida después del 1995, crecida en entorno afectivamente destruido, altísimamente mundana, de clase media-alta; una persona atea desde que alcanzó cierto grado de razón y por la gracia de Dios convertida a la religión verdadera tras varios años de ateísmo.
Pues bien, yo, mi pobre persona, ninguna cosa me sirvió más que aquellas «perfectas síntesis teológicas o parateológicas». Ninguna. A estas alturas, sin los escritos del Padre Iraburu, ya hubiera apostatado.
Porque sus escritos están llenos de verdad, y aunque alguno podrá sostener que soy una persona de "tendencia intelectual", lo cierto es que a la naturaleza humana lo más fuerte que puede conmoverla es la verdad, como dice santo Tomás: «puesto que las potencias [facultades] corporales se someten a las animales, y las animales a las intelectuales, y las intelectuales prácticas a las especulativas, tenemos que, absolutamente hablando, la verdad es lo más digno, lo más excelente y lo más fuerte» (Quaestiones quodlibetales, q. 14, a. 1).
Es decir, si se quiere conmover a esta generación de hombres, y a cualquier otra, «la verdad es lo más digno, lo más excelente y lo más fuerte», la verdad de Dios, la revelación verdadera.
Por eso, por muy afectadas y derruidas que estén las facultades inferiores, nada hay tan poderoso para conmover el corazón del hombre como la verdad.
Todos sabemos que sin la Gracia no hay ninguna posibilidad de salvación, aunque te tires toda la vida haciendo buenas obras, y aunque te cuelgues de la nariz como penitencia. Pero no mezcles las cosas. Hazte un favor y borra esta mierda de hilo no te haces ningún bien a ti mismo y haces mal a los que te leen.
Me temo que no ha entendido nada. Dios no ha creado nadie con tendencias de pecar. El pecado es obra del hombre. Pero es real. Y cuanto más pecamos, más horribles son los pecados que estamos dispuestos a cometer.
Aparte de eso, basta mirar alrededor o leer un periódico para ver la demostración de lo que digo. ¿Es que no hay nadie que pegue a las viejas, que asesine niños, que torture a enemigos, que traicione a amigos, que maltrate a sus padres, que abandone a sus hijos, que abuse de inocentes, que engañe a sus mujeres, que se retuerza de envidia, que explote a los pobres, que robe a los que casi nada tienen, que destruya y haga daño por el mero gusto de destruir y hacer daño? Millones y millones. Todos los días. Y por cada uno de esos millones, hay millones más que lo harían pero no tienen oportunidad o necesidad de hacerlo o que tienen miedo a las consecuencias.
Su extraña idea de que el pecado solo es "debilidad" es errónea y contraria a la fe católica. Para que el pecado sea pecado tiene que haber malicia, conciencia de que se hace mal y decisión de hacerlo igualmente. Y, en los cristianos, a eso se suma que sabemos que estamos ofendiendo a Dios y causando la muerte de Cristo cuando pecamos. Y aun así lo hacemos. Eso indica que, sin la gracia de Dios, seríamos capaces de hacer las peores maldades.
Decía San Francisco de Borja: "Soy tan pecador, que el único sitio que me merezco es el infierno". San Antonio oraba diciendo "¡Señor, bien sabéis que no soy más que un miserable pecador!". Lanspergio el Cartujo: "Pobre de mí, que he pecado mucho más gravemente y más a menudo que este; y si tu gracia no me sostuviera, ¿qué otra cosa haría sino pecar?". San Francisco de Asís: "Dios no ha encontrado en la tierra un pecador más vil que yo". Y podríamos seguir con una lista innumerable de santos. ¿De verdad piensa que debían estar en "clínicas psiquiátricas con gente que se cree peor de lo que es"?
Las groserías, por otra parte, están de más en este blog.
Y si todos merecemos en el infierno por ser pecadores, no por ser monstruos, si para ti tener envidia es ser un monstruo allá tu. Millones y millones matan y aún más millones no matarían ni aunque les paguen.
Me temo que no entiende usted bien lo que es el pecado, ni lo que son los santos (parece creer que los santos son tontos, que no entienden la gravedad de las cosas, cuando la realidad es la contraria: son los que verdaderamente conocen lo grave que es el pecado).
Piénselo. Si el pecado fuera lo que usted cree, una simple debilidad, el que sería un monstruo sería Dios por castigarlo con el infierno. Si el pecado fuera lo que usted cree, Cristo no habría muerto en la cruz para redimirnos. Si el pecado fuera lo que usted cree, la Iglesia sería una obsesa por haberse pasado dos milenios hablando del tema. Si el pecado fuera lo que usted cree, bastarían unas palmaditas en la espalda y un "esfuérzate un poco más, muchacho".
El pecado es una cosa muy seria. Y que seríamos capaces de cualquier cosa si Dios no nos ayudara con su gracia lo han dicho siempre los santos, pero además es evidente: el que traiciona a Dios Padre incumpliendo sus mandamientos, ¿no traicionaría a su padre, a su madre, a su patria o a su hermano? El que causa la muerte de Cristo con sus pecados, ¿no sería capaz de matar a alguien? El que después de recibirlo todo de Dios, ambiciona y envidia lo de los demás, ¿no sería capaz de robarlo? Y así hasta el infinito.
Quien cree que el malo no es él, sino los otros, esos que hacen cosas malas de verdad, los "monstruos", no ha entendido aún lo que es el cristianismo y sigue rezando como el fariseo: "gracias, Señor, porque no soy como ese publicano".
No se preocupe. Es normal que al comentar y discutir uno se acalore un poco.
Es contrario a la etiqueta de Internet ir cambiando de seudónimo.
"Bruno, entonces ud cree que..."
No he dicho lo que he dicho porque yo lo crea (aunque también, por supuesto). Es lo que enseña la Iglesia. Y lo que muestran la experiencia y el sentido común.
"que la única razón por la que, por ejemplo, heterosexuales casados con hijos, enamorados locamente de sus mujeres y que además no están en Gracia de Dios ni bautizados, que no cometen actos como la pedofilia, la bestialidad, pegar viejas, etc es porque la sociedad lo ve mal?"
No. Yo no he dicho eso. Esa es una de las razones. Y que es una de las razones es evidente. De otro modo no existirían leyes, policía, inspectores de Hacienda, jueces, cárceles, multas, ejércitos, fronteras, cerrojos, vallas, profesores que vigilan los exámenes, guardias de seguridad en las tiendas y un largo etcétera. Todo eso existe porque, si no existiera, se cometerían infinidad de delitos más (que a menudo también son pecados). Basta darse cuenta de que, cuando hay una guerra o el orden social decae por cualquier razón, inmediatamente se multiplican los delitos, incluidos los más horribles.
Como ya he señalado más arriba, hay otras razones. Una de las razones para no cometer algunos pecados graves es la falta de inclinación. Por ejemplo, yo no me veo tentado de cometer actos homosexuales o de pederastia, sin mérito alguno por mi parte. Otros sí que tendrán esas tentaciones y cada uno tiene las suyas. Como es lógico, nadie cae en las tentaciones del prójimo, sino en las propias.
Otra razón evidente es la falta de necesidad. Por ejemplo, cuando paseo por un barrio elegante no tengo miedo de que me asalten para robarme la cartera. Si voy por un barrio pobre sí. ¿Es porque los ricos son más virtuosos? No, es porque no tienen ninguna necesidad de robarme la cartera, aunque sin duda muchos robarían un millón si pudieran. Si perdieran todo su dinero y pasaran necesidad, entonces sí es probable que me asaltaran por la calle si pudieran, pero mientras no tengan necesidad, no lo harán. Y eso tampoco supone ningún mérito por su parte.
También, sin duda, el deseo de obrar bien es una de las razones, gracias a Dios. Es un deseo puesto por Dios en el corazón de todo ser humano, en su misma naturaleza, su esencia. Hasta el punto de que, incluso para obrar mal, tenemos que hacerlo so capa de bien, buscando algún tipo de bien (un bien menor a costa de un mal mayor, un bien inmediato a costa de un mal posterior o un bien propio a costa del mal de los demás). El pecado, la ignorancia y la presión social oscurecen ese deseo de obrar bien, pero no pueden extirparlo del todo, sobre todo en cuanto a los preceptos fundamentales de la ley natural.
Dicho eso, aunque por todo lo indicado podemos evitar algunos pecados graves siempre y otros algunas veces, sin la gracia la naturaleza caída del hombre no puede evitar de forma permanente el pecado grave. Y es normal, porque el hombre que no tiene a Dios está descentrado (ya que el centro de la vida de toca criatura tiene que ser necesariamente Dios, que el centro de todo), desorientado (ya que Dios es también el fin último de toda criatura) y engañado (porque Cristo es la Verdad), de modo que vive en la oscuridad, sin entender bien su vida ni su fin, esclavizado por el miedo al sufrimiento y a la muerte y a merced de fuerzas poderosas (el mundo, el demonio y la carne) que le superan, así que, antes o después, cae en el pecado grave.
Piense, por ejemplo, que en muchas sociedades históricas (y también algunas actuales) la pederastia, la bestialidad o pegar a mujeres (viejas o jóvenes) se presentan como algo normal y socialmente aceptado y, de hecho, son cosas que suceden habitualmente. ¿Es porque esa gente es peor que nosotros? No. Lo único que sucede es que sus defectos nos resultan más fáciles de ver que los nuestros. Si nosotros tuviéramos sus oportunidades, circunstancias, presiones sociales, etc. y no contáramos con la ayuda de la gracia, caeríamos en sus mismos pecados, que ahora vemos claramente que son horribles.
Pongamos otro ejemplo. El aborto o el infanticidio eran frecuentes y aceptados en el mundo antiguo, por ejemplo en la cultura clásica grecorromana (aunque la gente al final se daba cuenta de que no estaban bien, como muestra el juramento hipocrático). ¿Qué puso fin a esa práctica horrible? El cristianismo. ¿Y qué ha vuelto en cuanto la sociedad ha dejado de ser cristiana? El aborto masivo. Actualmente se cometen más de cuarenta millones de abortos provocados al año. Eso es objetiva y moralmente el asesinato a sangre fría de un niño inocente (que además es el hijo de algunos de los responsables), una de las mayores barbaridades que se pueden cometer. Y se comete masivamente, por millones, todos los años.
Como decía Chesterton, para creer en el dogma del pecado original y todas sus consecuencias no hace falta tener fe, basta no estar ciego.
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