Brindando con los tercios
Corre por las redes interneteras un “brindis de los tercios españoles” en verso, que en ocasiones se atribuye a Lope de Vega. En realidad, es muy posterior y forma parte del altamente recomendable, pero difícil de encontrar, En Flandes se ha puesto el sol, escrito por Eduardo Marquina en 1909.
No es extraño que el “brindis” resulte atractivo, porque contiene una potente mezcla de incorrección política, bravata y eco de tiempos más heroicos, en que la valentía y la lealtad eran virtud, y no vicio, como parecen considerarse ahora:
¡Por España
y el que quiera defenderla,
honrado muera;
y el traidor que la abandone,
no tenga quien le perdone,
ni en tierra santa cobijo,
ni una cruz en sus despojos,
ni las manos de un buen hijo
para cerrarle los ojos!
Muy bueno, ciertamente, siempre que se tome como lo que es, un texto literario, porque tomándolo en serio expresaría un sentimiento bien poco cristiano (¿a quién no se le erizan los cabellos al oír desear que alguien “no encuentre quién le perdone"?). Hay, sin embargo, en estos versos algo de profecía.
Ya he dicho alguna vez que no es casualidad que poeta y profeta rimen. Todo buen poeta tiene en sí algo de profeta y viceversa. Estas líneas del brindis de los tercios, cual maldición poética, se cumplen de forma peculiar en los millones que en nuestro país han abandonado la fe católica (y, de paso, han renunciado a España, no tanto por sí misma como por su estrecha vinculación histórica con esa fe). Son versos que nadie dijo, porque forman parte de una obra de teatro de ficción, y, sin embargo, se han cumplido con una terrible exactitud profética.
Pensémoslo por un momento. Resulta evidente, basta mirar a nuestro alrededor para descubrirlo, que las multitudes de hoy no tienen quién les perdone, porque niegan la existencia del pecado y, en consecuencia, la necesidad y la posibilidad misma de ser perdonados. Es difícil imaginar algo más triste. No sería cristiano desear al prójimo que nunca fuera perdonado, pero es forzoso reconocer que quien rechaza que le perdonen se asegura esa ausencia de perdón.
Tampoco encuentran, al morir, en tierra santa cobijo, ni una cruz que cubra sus restos mortales. Es más, significativamente, la mayoría ni siquiera se entierran ya, sino que sus cuerpos son quemados y esparcidos en cualquier sitio, como polvo que nada es, nada vale y nada espera. Han perdido la esperanza en la resurrección de la carne, en la vida eterna y, como era de esperar, han terminado por no dar valor tampoco a la vida terrena, que puede eliminarse sin escrúpulo cuando niños o ancianos molestan.
La última parte de los versos no es menos terrible: “ni las manos de un buen hijo para cerrarle los ojos". También esta profecía se cumple, de la forma más drástica posible: han dejado de tener hijos. Sabiendo muy bien que tener hijos exige un sacrificio y dar la propia vida, han preferido no tenerlos y ahora no tienen quién cuide de ellos. Tantísimos abandonaron a sus padres en asilos y, al llegar su propia hora, nada temen más que ser abandonados a su vez. No es extraño que prefieran hacer como si la muerte no existiera y ni siquiera la mencionen, porque ante ella no tienen respuesta ni recurso ni esperanza. Nada califica mejor a nuestra época que el adjetivo de desesperanzada. Los herederos del Siglo de las Luces han terminado por traernos la más profunda oscuridad.
En esa misma oscuridad, sin embargo, se encuentra una semilla de esperanza. Frágil e insignificante, como toda esperanza que se precie, pero llena de las promesas del primer amanecer. Falta ya muy poco para que crezcan tanto las tinieblas que los hombres vuelvan a desear la luz. Han cavado un pozo tan hondo que el sol ni siquiera se vislumbra. Pronto, toda la propaganda del mundo no podrá convencerlos de que su desesperanza es felicidad ni de que esas tinieblas son lo propio del mediodía.
Sólo hará falta que los cristianos que quedamos despertemos de nuestra apatía y dejemos de adular a un mundo que se muere. Quizá entonces recordemos la Medicina que el ser humano necesita y que, en el colmo de la desidia, permanece en un rincón, despreciada y olvidada por los que tienen la misión de llevarla hasta los confines de la tierra.
Si Dios quiere, como a los tercios en Empel, no nos faltará en ese empeño el auxilio de nuestra Señora, cuya concepción sin pecado siempre fue honrada en España y nunca dejará de ser la gloria de los españoles.
58 comentarios
Precisamente, lo único que me consuela de ver la prodigalidad de los malvados en este mundo es saber que Dios que premia todo bien y sabe cómo acabará cada uno de nosotros, premia el poco bien que los réprobos hacen, haciendo que las cosas les salgan bien aquí abajo, pues sabe que como se van a condenar, no podrá premiarles ese poco bien que hagan, en la otra vida y su justicia exige premiar ese como todo otro bien. Además, la bonanza y longevidad son oportunidades que Dios les da para recapacitar y convertirse. Pero si ellos prefieren ensoberbecerse y empecinarse en el mal...¡que se j...! Yo no les voy a llorar ni a sentir su eterna desgracia. Pero claro, yo soy un pésimo cristiano. Y además “farcijta”.
La Santísima Virgen se presentó en Lourdes como la "Inmaculada concepción" y quisiera recordad que en México se Ella misma se dio el nombre de Nahuatl de Tecuatlasupe y significa "La que pisa la serpiente". Su nombre fue castellanizado por el del de Guadalupe, una advocación ya existente en aquella época.
Sin duda mucho de lo que vemos es obra del maligno, pero será pisado, no hay la menor duda.
Je, je. Todos los cristianos somos malos cristianos. O dicho de otro modo, pecadores de los que Dios ha tenido misericordia. De ahí que, aunque comprensiblemente nos exasperen el mal y los malvados, con el milagro de la gracia y tras el inevitable arranque de furia española que tan bien refleja el brindis, podamos desearles la misma misericordia que Dios ha tenido con nosotros, de forma igualmente inmerecida.
Por supuesto, si alguien se condena libremente, allá él. Pero desear que se condene es casi como desear que Cristo haya derramado en vano su sangre por él. Decía Fray José Luquián, OP, ilustre dominico del siglo XVI: "Como el maldecir es desear mal y el mal es en dos maneras (corporal, que daña el cuerpo, y espiritual, que daña el alma), el que echare maldición deseando mal al alma peca mucho más gravemente que el que echa maldición deseando mal al cuerpo. Es ordinaria maldición, y no temida por nuestros males, esta: plegue a Dios que no te perdone Dios, o que en el infierno ardas, o los diablos te lleven en cuerpo y alma. Realmente son malos cristianos, enemigos de Dios declarados, los que así con estas palabras, u otras que valgan y digan tanto o lo mismo, maldicen a nadie, porque aborrecen de corazón y con ánimo endemoniado el alma que fue redimida con la sangre de Cristo, quieren hurtar y dar al demonio la oveja del Buen Pastor, marcada con la cruz que es su marca y señal y con la almagra de su sangre preciosa. Y no tiene caridad ninguna el que así aborrece a su prójimo, que le desea males que no pueden ser remediados ni reparados, como son los dos famosos no tener a Dios y tener penas infinitas".
Para mí es un misterio como alguien puede decir amar a España pero negar a Dios o decirse católico y tachar el patriotismo de "fascismo" o "nacionalismo".
España representaba unas virtudes y ellos otras, sobre todo las liberales más que nada en el terreno económico (como apunta muy bien Dante Urbina) y lo que enriquece suele degradar en la mayoría de los casos.
Los Países Bajos carecen de autocrítica porque ya gastaron toda la tinta que tenía en hacer que la imprenta generara libelos antiespañoles y anticatólicos, y el origen de sus riquezas no importa si vino de la Trata de esclavos alguna vez o de los diamantes de sangre en este momento.
"¿No has visto en lo más seco, entre las rocas,
cómo arraiga la higuera y qué bien brilla
la luna intacta en el temblor de un charco?
En la cuerda que vibra y en el hueco
negro de la guitarra está la música.
En la copa vacía, toda llena
de una ausencia que espera ser colmada,
está la desnudez más transparente.
Y está la voz más sabia en el sencillo
y hondo decir que ignora por qué reza
y a quién le reza sin saber que reza."
Lo que si me pone ojtos soñadores, es el poder dar a algunas personas cuando se hallen en trance de traspasar los amargos lindes de lo incierto, copas de 75 cl rebosantes de un combinado de tabasco y vodka ucraniano ilegal fabricado en una bajera que se lo deben beber de trago después de hacer chin-chin.
Nosotros tenemos nuestros propios brindis con buen vino; éste sería a mi leal saber y entender, la variación más apropiada para todos (y todas, uy) en los que estamos pensando.
El infierno es algo que excede tanto a lo podemos imaginar, que sólo Dios puede decidir con justicia quién acaba allí. Nosotros sólo debemos rezar por los enemigos -para que puedan salvarse-, siguiendo el ejemplo de Nuestro Señor en la cruz.
Esas maldiciones que se describen en esos versos no sólo no son propias de un buen cristiano, sino tampoco de un buen militar. Hay cierta jactancia necesaria para elevar los ánimos de quien va a entrar en combate, y desde ahí se comprende estos excesos verbales. Al buen soldado, como al buen cristiano, le adornan otras actitudes:
"Este ejército que ves
vago al yelo y al calor,
la república mejor
y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que él adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira cómo procede.
Aquí la necesidad
no es infamia; y si es honrado,
pobre y desnudo un soldado
tiene mejor cualidad
que el más galán y lucido;
porque aquí a lo que sospecho
no adorna el vestido el pecho
que el pecho adorna al vestido.
Y así, de modestia llenos,
a los más viejos verás
tratando de ser lo más
y de aparentar lo menos.
Aquí la más principal
hazaña es obedecer,
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.
Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad,
el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados."
(Pedro Calderón de la Barca)
Falta ya muy poco para que crezcan tanto las tinieblas que los hombres vuelvan a desear la luz. Han cavado un pozo tan hondo que el sol ni siquiera se vislumbra. Pronto, toda la propaganda del mundo no podrá convencerlos de que su desesperanza es felicidad ni de que esas tinieblas son lo propio del mediodía.Mucho me temo Bruno que no ha de ser así. Coincido en que las tinieblas han de crecer mucho (tanto que oscurecerán el "sol"), pero no que los hombres desearán la luz. Como dice Juan 3,19-20:
Y éste es el juicio: que la luz ha venido al mundo, y los hombres han amado más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo el que obra mal, odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprobadas.No Bruno, se sentirán cómodos con las tinieblas, y es más, la llamarán "luz", como también bien dice Isaías:
Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz.Y el anticristo los convencerá de que su desesperanza es la felicidad. Será "la impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad".
Por supuesto que estoy dándole al término "hombres" que utilizaste en tu comentario el significado de "hombres del mundo".
Muy buenos los versos de Mateos (hay estupendos poetas por el sur) y los clásicos de Calderón.
Sobre los versos: Son una gran jaculatoria para cualquier soldado español antes de entrar en combate.
Y aunque la petición de no perdón para el traidor parezca excesiva, se ha de tener en cuenta que en situación de combate no sólo dependes de tu maestría y habilidad sino de quienes te guardan los flancos.
Rememorando los gloriosos tercios españoles resulta de lo más agradable ver la gran cantidad de vascos, navarros y catalano-aragoneses que los formaban. Igualico que ahora, ¡vamos!
Parece muy claro que el demonio tiene el control político del mundo, pero eso no es nada, la verdadera batalla es dentro de la conciencia de cada ser humano y sus armas son muchas, entre la más temibles, el desaliento, debemos enfrentarlo a pesar que vivimos un momento histórico perverso: las mafias: de San Galo y la lavanda, intentos de institucionalizar la sodomía, adulterio como forma normal de vida, tergiversación de la historia, etc.
Como a Don Miguel de Unamuno, duele España, incluso la que está "allende los mares". Sabemos que las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia, hagamos votos por que siga vigente eso "los tercios españoles no tenían la costumbre de rendirse".
No soy digno del brindis, pero ahora que nos aproximamos a la Navidad, cómo me gustaría ser el encargado de llevar un café con leche con un bollito a Nuestra Señora en el portal de Belén; de regalar el más suave peluche del mundo al Niño mientras le acaricio los pies; de regar la vara de San José para que siga siendo florida.
Es norma no escrita que lo mejor de un buen infante no está en la pericia de su manejo de la espada, sino la fuerza que la empuja desde su corazón.
Eso de morir por España no es ya una bravata sino una insensatez. ¿Qué digo insensatez? Una salvajada. Desde luego no permitiría que mis hijos, que además de hijos míos lo son de Dios, derramaran una gota de su sangre por lo que algunos (tampoco todo el mundo) llaman "defender a España".
Que mueran por España Ortega Smith, doraije y todo el que lo encuentre épico y maravilloso. Pero que no manden a otros.
(Conozco la doctrina católica sobre el 4° mandamiento. No es necesario, por tanto, que me la vengan a contar y menos aún a tergiversar […])
Cuando se ama algo, se suele dar la vida por ello. Amar a la patria, o, si prefieres, al país, no sólo no es una "salvajada", sino algo que debería ser normal o natural. Y aún lo es. De hecho, siempre fue considerado una gran virtud a defender. Entre las señas de identidad de todo individuo está sus orígenes, que no es sólo la relación con unas personas que nos criaron y formaron, sino con el lugar en que crecimos, el idioma que hablamos, la cultura a la que pertenecemos, y, también, la historia que compartimos.
No es cuestión del "fascismo imperante", sino de amor. Y cuando eso que amas está en peligro, se lo defiende con uñas y dientes. Yo ya no tengo edad para combatir en una guerra; pero puedes estar segura que si mi patria estuviera en peligro, por enemigos internos o externos, lucharía por ella con las fuerzas que me quedasen. Y me alegraría que muchos compatriotas hicieran lo propio.
Espero que tus hijos al menos amen el lugar que les vio nacer.
Y permite que tus hijos den la vida por aquello que amen, fuera lo que fuese, pues el amor genuino sólo lo pueden despertar objetos buenos. Aunque sea España.
En Inglaterra, por ejemplo, el número de estudiantes de Oxford y Cambridge que murieron en Francia superaba la media de muertos. De los compañeros de Tolkien solo volvieron vivos dos de diez. Una explicación que se da en el libro de John Garth "Tolkien y la Gran Guerra" : "De cada ocho hombres movilizados en Inglaterra durante la IGM uno murió. Las pérdidas del equipo de Tolkien-rugby-fueron más del doble de esta estadística, pero son comparables con la proporción de muertes entre los "Old Boys" de la King Edward´s y entre antiguos alumnos de escuelas públicas de toda Gran Bretaña: uno de cada cinco. Y encajan con las cifras de los hombres movilizados que procedían de los ámbitos educados del sistema Oxbridge de su edad, la inmensa mayoría de los cuales se convirtieron en oficiales subalternos y debieron dirigir operaciones y asaltos. Con frecuencia está fuera de tono rendir tributo a Oxford y Cambridge, y a las élites sociales en general; mas sigue siendo cierto que la Gran Guerra se ensañó más con los pares de Tolkien que con los de cualquier otro grupo social de Inglaterra". (pag. 35). A eso antes se le llamaba honor, el honor, como el resto de las virtudes morales, desapareció tras esa guerra y ya es irreconocible. Pero insistimos en seguir leyendo lo que personas con honor escribieron sin entender un pimiento de cuál era el mundo en que se movían.
La señora Yolanda, bravucona en sus comentarios, nos llama bravucones a los que hemos tenido una familia en el punto de mira de ETA; a los que sabemos cómo suenan las bombas de cerca; qué es cargar con un cadáver asesinado. Y ella pensará que a ETA y a Hitler se les vence con el catecismo en la mano.
La señora Yolanda piensa que todos los que no son de su cuerda estamos todo el día viendo la tele sin ningún riesgo, con mucho solaz y sosiego.
[…]
Sí, y también matamos a 80 millones de indios en un continente que no tenía ni 20. Pero bueno, que la verdad no te estropee un buen eslogan.
Pero morir en Flandes ,no entiendo , pues los que morían por su Patria , eran los Holandeses y los Belgas ..
Cuando San Juan Pablo II conoció a la emperatriz Zita, que se inclinó para besarle el anillo papal, él se inclinó ante ella diciendo: "ahora me inclinó yo ante mi emperatriz". ¡Qué simple es la gente ahora!
Flandes era parte de la Corona del Emperador Carlos I, lo mismo que Galitzia era parte de la Corona de Francisco José I. ¿Por qué cree que el Papa hablaba un alemán perfecto, según Benedicto XVI, que algo sabrá de alemán? Pues porque su padre fue oficial del ejército austrohúngaro y en ese ejército, los que no sabían alemán no pasaban de suboficiales. El ejército austrohúngaro, como el español de la época, tenía tropa y oficiales de cualquier parte del imperio y si ese imperio entraba en guerra todo el ejército combatía.
Lo mismo en una biografia (Jean Sévillia ) del Beato Carlos I de Austria
El resto de acusaciones y suposiciones, igual de gratuitas.
El padre de Juan Pablo II fue polaco y asutrohúngaro, las dos cosas, lo mismo que los catalanes son catalanes y españoles y los actuales mexicanos fueron novohispanos y españoles. Uno puede nacer en un país con unas particularidades que pertenece a un imperio o nación, que es la que tiene el ejército, el sistema legislativo y la administración central, y si ese imperio o nación tiene conflictos luchará bajo su bandera porque las otras patrias son subsidiarias.
Texas y California se unieron a los EE.UU cuando ya eran independientes, y hubo gente a la que no les gustó pero, después de enfrentamientos, perdieron su categoría de naciones para unirse a los Estados de la Unión, por consiguiente dejaron de existir el ejército tejano y el californiano. Ahora bien, que no sean naciones independientes no quiere decir que un tejano sea igual que un bostoniano porque para que las características de una autonomía, región o como quiera llamársela existan no hace falta ser nación. Las características de los lapones son inconfundibles pero pertenecen a cuatro naciones diferentes. Y no digamos nada de los gitanos.
Mis hijos y yo amamos nuestra tierra, nuestro idioma, nuestras señas de identidad... pero no como para morir ni matar por ello. Se puede, ¡se debe!, dar la vida por aquello que es mas grande, más importante, más sagrado que uno mismo. España, que antaño no existía, luego existíó, ahora no se sabe y mañana vaya usted a saber, no es una de esas cosas. Y bajo ese nombre ¿cuantos intereses mezquinos, cuantas ruindades no se habrán escondido?
No, esos disfraces tejidos con palabras altisonantes y cargadas de tintes emocionales como patria, honor, etc son solo disfraces de intereses espurios. Que vayan a las guerras los que inventan esas soflamas y los que se las creen.
Conozco a un señor de 90 años que, según él es prusiano (y no dudo que se sienta como tal) porque cuando nació Prusia existía, si no como nación al menos como un lander alemán, pero es que ahora ya no existe ¡puf! se esfumó. Este señor morirá con una identidad que hace tiempo se extinguió pero en su corazón existe. Pero los que hemos estudiado historia podríamos hacer una larga lista de ilustres, muy ilustres prusianos que ya no tienen identificación territorial.
Verá, algo por lo que uno no está dispuesto a hacer nada no vale mucho, la verdad.
Sería más sincera diciendo que usted no entiende lo que es la patria y, por ende, la mayor parte de la literatura universal le está vedada porque de eso trata. Para usted leer "Guerra y Paz" debe de ser leer la obra de un loco y la poesía épica incomprensible.
Eso se entiende en un amish pero en personas que viven diciendo que son de aquí o de allá se entiende mucho menos. Suena a disculpa para ponerse de perfil si vienen dificultades.
El código del honor de los junkers prusianos les impedía salvarse ellos mismos si no salvaban también a aquellos que estaban a su servicio; el de los samuraís a desasistir a aquellos que acudían a ellos buscando protección. [...]
Si me censuran una respuesta adecuada a una malhumorada etxekoandre con ínfulas de Doctora de la Iglesia,cuyo nombre rima con tontaina, me callo y me retiro prudentemente.
Que ella siga vertiendo su aliento a ajo revenido sobre este portal.
Para su alivio (aunque no cure sus problemas de estreñimiento) hago votos de no comentar más en este portal.
Y yo cumplo mis votos.
Fíjate que el Señor nos dice que seamos perfectos, que aspiremos a todo, que le imitemos, que seamos como Él: demos la vida por todos los hombres; también por nuestros enemigos. Yo, que no soy santo para mi desgracia, sólo me siento capaz de dar la vida por Dios, por España y por mi mujer (no tengo hijos, y mis padres hace mucho que murieron).
No todo lo que es pasajero es necesariamente banal. Tus hijos no existieron antaño, y dejarán de existir sin ninguna duda, pero estoy seguro que los amas con locura. Pero, como bien sabes, se puede amar incluso lo que ya no existe al menos físicamente.
Por otra parte, aunque Dios sea lo más grande y perfecto, podemos entregarnos con bien y virtud a realidades más pequeñas, como ya he señalado más arriba, ya sea España o incluso, si somos santos, nuestros enemigos.
Y en cuanto a los intereses mezquinos, qué decir: ¡cuántas barbaridades se han cometido en el nombre de lo más santo! Los intereses mezquinos, la pura maldad humana, el pecado, nunca llegan a empañar la verdad de lo que es bueno y defendible siempre.
Un saludo muy afectuoso, Yolanda.
Año 197 A.C. Tras la conquista de Roma la Península Ibérica queda dividida en Hispania Ulterior y Citerior.
En el siglo V. A.C. los fenicios ya denominaron Ispania a las tierras de la Península donde fundaron sus asentamientos comerciales en el extremo noroccidental del Mediterráneo.
Aún no se ha podido constatar si en las pinturas rupestres de Altamira y resto de cuevas de España, los autores expresaron en dibujos y grabados implícitamente el nombre de España, pero aunque no se descarta como hipótesis de trabajo, al no existir lenguaje escrito no se puede afirmar. Es lo que tiene la Prehistoria.
En un debate en que se busque la verdad basándose en hechos objetivos no se pueden admitir sentimientos como razones.
Si una persona dice: Yo no siento España como una realidad.
El mismo derecho tengo yo a decirle: Yo no te siento a ti como persona.
Porque los sentimientos son totalmente subjetivos y si no tienen una base racional en que sustentarse nos convierten en animales porque su fuente natural es el instinto.
Guiarse por sentimientos permitió a nazis y stalinistas practicar genocidios precisamente porque "sentían" que las personas que asesinaban no eran seres humanos.
Otros, como el sargento Anton Schmid, no se negaron a ir a la guerra y lucharon en el frente ruso, pero cuando en el ghetto de Vilna pretendieron que asesinara a la población judía allí encerrada, él les ayudó a escapar y fue detenido, juzgado y condenado a muerte. En su carta a su esposa le dice: "Dios sabe por qué lo he hecho y a su juicio me remito".
Es decir, la patria no puede estar por encima de Dios, pero hay muchas ocasiones en que hay que defenderla y estas tres personas dijeron que, en caso de guerra justa, lo habrían hecho, y el cuarto, no se planteó la objeción de conciencia a la hora de luchar en el frente, pero sí para matar a la población civil.
Es decir hay sus limitaciones, pero en otras ocasiones la cosa está clarísima. Un afrancesado no era un señor cualquiera, era un traidor porque Napoléon invadió España.
Por lo que cualquier simplificación de este asunto lleva a decir cosas inapropiadas.
Ni Carlos I ni Felipe II invadieron Flandes, eran sus señores naturales porque esa región ni era nación, ni lo fue después hasta 1.800 y pico. Por lo tanto la sublevación de Guillermo de Orange fue una sublevación contra la legitimidad, porque nadie pretendió jamás que aquellos señores fueran españoles.
"Aunque Guillermo de Orange inicialmente nunca se opuso directamente al rey Felipe II de España, pronto llegó a ser uno de los miembros más destacados de la oposición en el Raad van State, junto con Felipe de Montmorency, conde de Horn, (en neerlandés Filips van Montmorency, graaf van Horne) y Lamoral, conde de Egmont (en neerlandés Lamoraal, Graaf van Egmond). El objetivo principal de esta camarilla era obtener mayor poder político por parte de la nobleza local, y sus quejas eran constantes contra el excesivo número de españoles que intervenían en el gobierno de los Países Bajos". Es decir es el típico caso de oposición de la nobleza al legítimo soberano. El número de españoles que intervenían en los Países Bajos era perfectamente negociable y, de hecho, como relata Elvira Roca Barea, el emperador hizo múltiples concesiones sin que ninguna les satisficiera, porque lo que quería era tomar el poder.
Puede que Blas de Lezo fuera mejor católico que yo. O no, puede que no. ¿Te ha encomendado el Señor ese juicio a ti?
No he dicho nada que sea comparable ni, menos aún, igual a lo que piensan los TJ de las guerras.
Cuando vengan "dificultades " (que ya han venido, oye) a ver si no te pones de perfil tú antes que yo.
El resto de suposiciones, que si Amish, que si Tolstoi loco, que si yo qué sé cuántas barbaridades me achacas, don de risa.
[...]
Pues no. No he dicho nada de eso que me pregunta. Le sugiero releerme con más atención. De hecho, la respuesta a esas preguntas es que ni lo he dicho ni lo pienso así.
[ Salvo lo de batallar por el rey, que aunque tampoco lo he dicho, si de verdad tiene curiosidad (y no son preguntas retóricas a las que usted se responde solo lo que le gustaría que yo pensase) le diré que "el rey" no es una causa por la cual me parezca sensato hacer guerras.]
Sí daría la vida por mis hijos, ¡cómo no!, y la habría dado por Carlos mil veces, de haber sido posible cambiarme por él. Y por la fe estoy segura de que también, ¡pues claro!
Y aún la daría por algunas otras cosas, mucho más patriotas que la mayoría de las que por aquí se esgrime.
Un abrazo
;)
Como me has censurado una línea (ni recuerdo qué ponía) ahora me enfado y no respiro.
Y me voy, hala.
òó
Un abrazo.
Y no te vayas enfadada, mujer. No somos tan malos esta pandilla de "fascistas" que nos reunimos aquí.
Como la discusión ya se ha salido de madre, cierro los comentarios en este post.
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