¿Dónde están tus cicatrices?
“Un hombre sabio dijo en cierta ocasión que, cuando comparezcamos ante el tribunal de Cristo, nuestro Señor nos mirará fijamente y preguntará: ‘¿Dónde están tus cicatrices?’. Si respondemos que no tenemos cicatrices, nos lo reprochará, diciendo: ‘¿Es que acaso no había nada por lo que mereciera la pena luchar?’.
Mis queridos amigos, creo que hay algo por lo que merece la pena luchar. La causa de la vida es digna de que luchemos por ella; la causa de Cristo es digna de que luchemos por ella. Cumplamos nuestro deber y sigamos adelante, con decisión, determinación y a pesar de los obstáculos, de modo que algún día podamos enseñar a Cristo nuestras cicatrices”.
Mons. Fabian Bruskewitz, obispo emérito de Lincoln (Nebraska, Estados Unidos), en un acto de Human Life International
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Poco puedo decir después de leer esto. Entre otras cosas, por vergüenza.
Si somos sinceros, el mayor problema de la Iglesia en nuestro tiempo no es la secularización, ni el laicismo, ni la falta de vocaciones, ni las heterodoxias, ni el modernismo. Vivimos en la época del catolicismo blandito. Tenemos obispos blanditos, sacerdotes blanditos y religiosos blanditos, porque los seglares somos blanditos. Y viceversa. Los miembros de la mayoría de las órdenes se horrorizarían si les pidieran que viviesen como vivían sus fundadores. Las penitencias de los padres del desierto se nos antojan propias de seres extraterrestres. Los teólogos y predicadores están dispuestos a decir hoy una cosa y mañana la contraria, si cambian los vientos o peligran sus puestos. Nuestras dificultades y penalidades son muy escasas y no pueden compararse con las de la primera evangelización y, aun así, seguimos sin evangelizar y los emigrantes vienen a nuestro país para apostatar de la fe si la tenían.
Como los cartagineses ablandados por las delicias de Capua, tenemos miedo de perder nuestras riquezas (por escasas que estas sean), nuestra comodidad y nuestro Estado del bienestar. Y, para nuestra vergüenza, por ese miedo hemos transigido con maldades inimaginables, con herejías sin cuento y con la pérdida de las naciones católicas para Cristo, sin hacer prácticamente nada. Europa y América están en plena apostasía, en nuestros países se matan niños inocentes por millones, multitud de clérigos venden la fe y la moral por un plato de lentejas y ¿dónde están nuestras cicatrices? Hemos intentado servir a la vez a Dios y al dinero, y las consecuencias han sido las que tenemos hoy ante nuestros ojos. Visitabo super orbis mala et contra impios iniquitatem eorum.
Cristo, sin embargo, sigue siendo el Señor del universo y de la historia y puede hacer milagros también en medio de una generación cobarde y apóstata como la nuestra. Aún no es tarde. Convertimini ad me et convertar ad vos dicit Dominus exercituum. Convertíos a mí y me volveré hacia vosotros, dice el Señor de los ejércitos. El Señor preservará un resto del pueblo santo, porque sus promesas son irrevocables. Y si por servirle tenemos que sufrir un poco, dichosos nosotros: nuestras cicatrices brillarán gloriosas por toda la eternidad en la Jerusalén celeste.
46 comentarios
Sin infierno ni purgatorio, no es necesario luchar por nada, pues lo mismo da.
Hemos sido mansos como corderos (en esto tenemos los mayores logros), pero no astutos como serpientes (hemos sido más que tontos, pueden crear para nosotros los católicos el premio Nóbel a la imbecilidad). Las dos características son necesarias e imprescindibles, no puede ir la una sin la otra.
"Claro que somos blanditos. Si hace decenas de años que no he oido hablar de los novisimos y siempre nos dicen que el Cielo es inevitable, para qué hacer nada"
Sin duda está relacionado, pero no tengo claro si es causa o consecuencia.
Según mi experiencia, cuando los curas no hablan de esas cosas es o bien porque tienen miedo de que la gente se escandalice y les parezca algo muy duro o bien porque a ellos mismos les parece una doctrina muy dura. Es decir, porque unos y otros son blanditos.
Más que "derechización" yo hablaría de "politización". Si supiéramos cuántos de nuestros obispos votan al partido socialista, por ejemplo, quizás nos llevaríamos una sorpresa. Aparte de que esa identificación de "rico" con "derechista" está bastante desactualizada. Por otra parte, en España hace muchos años que casi no quedan jornaleros y parece que importamos inmigrantes precisamente para que hagan ese trabajo que nadie está dispuesto a hacer.
En cualquier caso, lo más importante es que nada de esto de lo que estamos hablando tiene que ver con ser "mansos". La mansedumbre del Evangelio no es cobardía. Es manso Cristo, que fue voluntariamente a la cruz. El que tolera calladito el mal para que le dejen seguir viviendo a gusto y viendo la tele no es manso, es un cobardón y no heredará la tierra, sino la vergüenza de haber permanecido callado ante la maldad.
Por otra parte, todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos.
Ya sabes cuál es tu situación si no sufres algún tipo de persecución.
Yo de restos de puntos de sutura física, no ando escaso, y no hablo de un apendicitis o de una hernia.
Las cicatrices espirituales de años pasados no las comento en atención a las sensibles señoritas que pudieren leer este blog.
Pero me preocupa ante el tribunal de Dios, las que tuve que haber tenido y no las tengo.
"Pero me preocupa ante el tribunal de Dios, las que tuve que haber tenido y no las tengo"
Muy buena frase. Podría ser el título de un libro: Las cicatrices que tuve que haber tenido.
El Santo Cura de Ars, por ejemplo, llevaba una vida de penitencia que, a su lado, la austerísima vida de un cartujo es una sesión de masaje en salón climatizado:
«Nos vemos obligados a reconocer, nosotros solitarios, eremitas, monjes y penitentes de toda especie, que no nos atrevemos a seguir al santo Cura de Ars sino con la mirada de nuestra afectuosa admiración, y que no somos dignos de besar las huellas de sus pasos ni el polvo de sus zapatos»
De una carta dirigida el 15 de septiembre de 1865 al Rdo. Toccainer por el R. P.
Mauricio Borel, religioso de la Gran Cartuja (Isére).
Si no creemos que estamos sujetos a la inclinación al mal por el pecado original; si no creemos que hemos de completar en nosotros lo que falta a los sufrimientos de Cristo; sino creemos que el morir a nosotros es vivir en Cristo; si no creemos que, haciendo morir al hombre viejo, con el auxilio de la gracia, hacemos nacer al hombre nuevo; si no creemos que participando de la muerte de Cristo participamos de su gloriosa resurrección; en fin, si ni si quiera creemos -en verdad- que todo esto es posible por obra y gracia de Dios, ni si quiera nos atreveremos a -siquiera- pensar en hacer alguna penitencia.
Santa Teresa de Jesús, acertadamente, dijo que la causa de todo pecado que cometemos, en el fondo, es por falta de fe.
«En verdad, en verdad os digo, quien cree en Mí, hará él también las obras que Yo hago, y aun mayores». (Jn 14, 12)
«Pero el Hijo del hombre, cuando vuelva, ¿hallará por ventura la fe sobre la tierra?» (Lc 18, 8)
¿Y qué cosas mayores puede hacer el Hombre que aquellas las que hizo Jesús?
Serán acaso estas: Dijo Dios al Hombre:
-Debes destruir el Mundo. mira que si la ciencia de los hombres en su investigar al genética llega hasta donde ves; hasta los elegidos perderán la fe.
Y el Hombre empequeñecido y turbado por tal requerimiento le dijo a su Dios: Señor: ¿Cómo lo puedo hacer; cómo lo haré?
Y Dios dijo a Hombre cómo puede hacer y cómo lo hará.
Porque de algún modo si no participamos de su pasión y muerte, no podremos alcanzar la resurrección.
Pero yo pregunto ¿Cuántos cristianos no sólo no están dispuestos -no estamos- a obedecer en eso al Señor, sino más bien cuántos cristianos saben que sólo en el camino de la cruz -la de Cristo y la nuestra, unida a la suya- está la salvación? ¿Cuántos cristianos hoy han sido educados en un cristianismo falso que rechaza compartir sus padecimientos, como si el Señor no lo quisiera?
¡Amén! Muchas gracias Bruno. Lo comenté hace tiempo en otro post tuyo; yo creo que estamos abocados, a nivel de Europa y todo Occidente, a descender todavía más al abismo para reaccionar y entender que no sobreviviremos como civilización sin recuperar el fuego de nuestra fe cristiana, que hemos apagado progresivamente y de manera voluntaria en parte pero que, también, nos han ido arrebatando.
Yo también creo que el ablandamiento del catolicismo tiene una responsabilidad compartida; por un lado, los fieles nos hemos alejado voluntariamente de la fe, nos hemos apartado de la vida cristiana y la práctica religiosa; y si un deportista no se ejercita cada vez le cuesta más alcanzar una forma física adecuada. El ejemplo contrario lo encontramos en los musulmanes, que sitúan su fe (y hacen muy bien) en primer plano; ellos se convierten así en atletas preparados mientras a nosotros nos cuesta cada vez más serlo.
Por otro lado, nuestros pastores (por supuesto no todos pero sí una parte importante, sobre todo de la alta jerarquía) llevan medio siglo propiciando la disolución de la Iglesia con el mundo y, como ha comentado a menudo LF, entre elegir el mundo o una fe acomodada al mundo la gente se queda con el mundo y no con una copia. Por último, todos formamos parte de una gran apostasía que también viene promovida y hecha de fábrica por parte de unas élites financieras que buscan deliberadamente la animalización de la criatura humana y la erradicación de las raíces cristianas de Occidente para desactivar su flanco espiritual y hacerse con su control mediante una reingeniería social brutal, cada vez más apuntalada a nivel legal, complementada por un reemplazo demográfico de culturas ajenas a la nuestra que nos conduce inevitablemente a la extinción, a la desaparición de la Europa nativa, cristiana, de raza blanca. El proceso de disolución de la Iglesia con el mundo está ligado a esta hoja de ruta globalista hacia un gobierno mundial dirigido por dichas élites.
Pienso que a la humanidad le espera una década de mucho dolor, de caer cada vez más para que todo se restaure, seguramente con la Venida del Señor. Que Dios nos ayude a llegar hasta el final y nos dé fuerzas para luchar por Él y tener el honor de mostrarLe nuestras cicatrices. Un abrazo.
Pero no basta con hizar las velas. Es preciso que sople el viento, eso no depende de si las velas están hizadas o no. Y es preciso tener en cuenta otros factores: por ejemplo, las condiciones del mar, el oleaje, la niebla, las tormentas, que el mar se hiele.... Son una serie de cuestiones que no dependen de si las velas están o no hizadas. Lo unico que depende de nosotros es eso, hizar las velas. Lo demás está fuera de nuestro alcance.
(Esto lo dice Jesús con otro simil, en una parábola, la de las virgenes prudentes y las imprudentes. Aquí no se hizan velas, sino que se pone aceite en la lámpara)
En cualquier caso, tener las velas hizadas no quiere decir que naveguemos. Pero si no las hizamos, el viento podria soplar favorablemente, y las condiciones del mar ser las adecuadas, y no navegariamos a pesar de todeko. Tampoco vale decir, me espero a que sople el viento, y luego hizo las velas. Las velas tienen que estar hizadas ya, cuando sople el viento. Y hay que tener conocimiento de cómo hizarlas. Y está el tema de mantener el timon, es llevar la practica de los diez mandamientos.
En todo caso: el viento sopla donde quiere y cuando quiere, como dice el Evangelio. Pero SOPLA! A veces no sopla. Pero muchas, sí. Y sopla con fuerza, yo lo noto. En una palabra, mantenga las velas hizadas y el timón en posición. Lo demás no es cosa suya.
Saludos
Cuando tenía quince, veinte años era una buena chica, de la que no creaban problemas graves. Misa y sacramentos y una vida entre algodones. Con lamuerte de mi padre todo cambió, el rostro del sufrimiento se hizo presente. Jesucristo tomó otra dimensión en mi vida, la vida tuvo sentido pleno desde su Evangelio y su Persona.
Si no hay lucha, contra el pecado, contra el error algo falla. Inevitablemente te lañas, como los jarrones, de caer y levantarte. Sigues siendo el mismo jarrón, pero remendado.
Estando el mundo como está, si no sientes el tirón todos los días, algo haces mal. Vaya yo tengo alguna cicatriz que me ha supuesto mucho sufrimiento, unas por el combate, otras por la fragilidad. Y cuando he tratado de eludir las cosas, Dios se a encargado de darme unos cuantos martillazos certeros. Me ha dado y me ha quitado, y por todo doy gracias. Más nunca me he sentido más cerca de Cristo que cuando he notado la Cruz.
El cristianismo se ha convertido en un "buenísimo dulzón centrado en el hombre". Y no es mas el discípulo que el Maestro.
"Sigueme", supone cargar conla propia cruz. Es un llamamiento radical. Vaya el abc
¡Cuánto pacifismo hay hoy en día en nuestros pastores!
Pero si hasta tenemos una escuela de sicoterapia que diagnostica la "falta de sentido" de los pacientes, y propone curarla de una manera rocambolesca: que cada uno se fabrique el sentido que le falta....
Se llama "logoterapia". ¡Es una trampa! Las consecuencias del vicio de la cobardía sólo pueden curarse con el valor que da la gracia, y a ésta hay que pedirla. Con humildad.
Cuando la cobardía te gana, peor aún, cuando deviene pacifismo, o sea cuando te niegas a luchar por el Reino virilmente, y encima presumes de ello, entonces pierdes el sentido de tu existencia, ¡porque ése es el Único Sentido, el principal, el rector!
El hombre se afemina y consecuentemente, la mujer se amachona.
Es el pacifismo.
Dios nos libre.
Dices: Sin infierno ni purgatorio, no es necesario luchar por nada, pues lo mismo da.
Verás, los novísimos pueden servir para predicar las verdades últimas, para decirnos que será de nosotros en el más allá. Pero yo creo que, para el más acá, nos ayudará mucho más que nos digan quién es Dios, para conocerle mejor, para motivarnos a luchar porque venga a nosotros su reino, para que aceptemos su voluntad y nos ayude a cumplirla...
Es el amor a Dios el motivo de nuestra lucha, no da lo mismo temer el infierno, que saber que tenemos un Dios de amor que vive en y para nosotros, que nos da sus dones aquí para vencer la muerte y tener con El vida eterna.
“No te comas el tarro” relajado descansa en Dios, déjate llevar por El, no seas voluntarioso, no te afanes tanto, sosiégate, deja que el Señor vaya moldeando tu vida, da tiempo al tiempo, lee el evangelio y reza con los salmos.
Es un consejo de abuela como si fueras mi nieto, y disculpa si me paso.
Sobre la logoterapia, Ricardo de Argentina, la busqueda de sentido no aleja de Dios, sino todo lo contrario. Se acaba comprendiendo que sin Dios no hay sentido.
Lo demás no importa.
Y lo sabes, Bruno
"Dios no preguntara eso sino ¿Cuanto amor has repartido? Lo demás no importa. Y lo sabes, Bruno"
Hum. Veamos que dice Dios (el de verdad, no el imaginario sentimentaloide):
"Sus heridas nos han curado" 1P 2,25; IS 53,5.
"Completo en mi carne lo que le falta a la pasión de Cristo" Col 1,24
"Todavía no habéis llegado a derramar vuestra sangre en la lucha contra el pecado" Hb 12,4
"El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga" Mt 16,24
"Aprendió sufriendo a obedecer" Hb 5,8
"perfeccionó mediante sufrimientos al guía de nuestra salvación" Hb 2,10
"Nada quise saber entre vosotros sino a Cristo, y este crucificado" 1Co 2,2
"Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos" Jn 15,13
Parece que no es el amor blandito el que Dios nos pide, sino el de Cristo crucificado por los hombres. Ese es el verdadero amor. Y deja cicatrices: "les enseñó las llagas y el costado".
Esto pasa en varias parroquias y se extiende más.
Aunque lo autorice quien lo autorice, con un y cien argumentos para quitar el sagrario del altar, EL LUGAR DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, ES SU ALTAR, EN SU SAGRARIO, AL FRENTE, EN SU LUGAR DE HONOR QUE LE CORRESPONDE, COMO DIOS Y SEÑOR QUE ES.
Ya llevo dos cicatrices por solicitar el regreso de Jesús al Altar.
Si usted Sr. Bruno, también está de acuerdo en que el sagrario esté a un lado, elimine mi comentario, por favor.
Gracias.
" Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece,
no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido,
no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá."
Lo demás no importa".
No hay amor sin heridas, ni heridas sin cicatrices si la persona sobrevive a esas heridas. El preguntar cuánto amor has repartido es preguntar por las cicatrices, de lo contrario el amor es de baratillo.
Es imposible amar mucho sin sufrir mucho, en cambio es posible llamar amor a cualquier sentimiento amable, de agrado, de satisfacción o que apele a sentimientos de ínfimo grado. La degradación del amor, como de cualquier sentimiento de excelencia, a un sentimiento placentero se lleva haciendo muchos años, como bien indica Ulrich L. Lehner en su libro.
Cuando no hay saltadores capaces de listones elevados lo que procede es bajar el listón y seguir llamándole con el mismo nombre, aunque esté a 25 cm. del suelo, para que nos satisfagamos todos diciendo: "He pasado el listón".
El no considerarse santos para nuestros antepasados era un baldón, para nosotros, en cambio, el no intentarlo es muestra de nuestra incapacidad y la Gracia tampoco puede intervenir en eso porque Dios se la da a sus elegidos, así que a vivir, que son dos días.
1) Que no se consideraba santo.
2) Que la santidad no era un objetivo inalcanzable.
Que es muy distinto del pensamiento de los cristianos actuales:
1) Que no nos consideramos santos.
2) Que la santidad es un objetivo inalcanzable.
Con la humildad de San Martín se podía llegar a santo aunque él no lo supiera; con la nuestra nunca porque nuestra forma de pensar y nuestra conducta está lastrada por un peso que no nos deja volar hacia lo alto, y, encima, lo atribuimos hipócritamente a la virtud de la humildad. Nosotros, que hemos olvidado las virtudes.
"La lectura actual de las antiguas virtudes es muy curiosa: la prudencia es cobardía..."
Clarividente comentario.
No podía firmar la Ley de Supremacía mediante la cual el rey se constituía como cabeza de la Iglesia de Inglaterra, pero tampoco quiso discrepar en público porque no lo vio como exigencia de conciencia y no era partidario de buscar el martirio. Así que aguantó con virtud de la Fortaleza los males que esta decisión le llevaron: pérdida de poder en la Corte, destierro domiciliario y luego la cárcel. Fue un hombre cuya Justicia era famosa en toda Inglaterra ya que había sido un abogado incorruptible. Su Templanza está fuera de toda duda porque en ningún momento perdió los papeles y podíamos incluir en ella su famoso sentido del humor.
Cuando fue acusado y condenado injustamente se vio libre de decir lo que pensaba y entonces ya la Prudencia no pudo aconsejarle que pidiera clemencia o que se retractara porque una virtud no puede aconsejar el mal. Por eso es mártir.
La Prudencia puede generar estrategias para salir lo mejor posible de un embrollo, pero, en última instancia, no nos ayuda a huir como la mayor parte de la gente cree en este momento.
En este momento la Virtud de la Prudencia está poniendo a prueba a muchos cardenales, obispos y sacerdotes. Nadie les va a cortar la cabeza en estos tiempos pero pueden sufrir tantos males como Santo Tomás sufrió antes del acto final. Oremos por ellos.
Y, como siempre, Palas Atenea, es un placer leer tus comentarios a los estupendos post de Bruno.
¿Sabe qué texto evangélico me viene a la cabeza cuando pienso en Infocatólica? Jesús en el Templo dando golpes de cinturón.
Espero que la próxima vez que vea su foto de perfil aparezca con un parche y una pata de palo (o sea, un cristiano que las tiene bien puestas.... las cicatrices).
Donde Vd. dice: "derechización"
yo, mutatis mutandi,
digo: "bolchevización"
¡Salud, camarada!
Yo no soy santo, y las experiencias místicas me quedan muy lejos. El Señor me habla, cuando lo hace o le percibo, desde las realidades más pedestres. Doy gracias a Dios por todo lo que me ha dado y por todo lo que no me ha dado. Y comienzo a intuir muy imperfectamente cómo el Señor va conformando mi vida. Y sus planes muchas veces no me gustan demasiado; sin embargo, es ahora, en esta etapa ya tan tardía de mi vida, que me voy dando cuenta de que ese camino era el mejor para mí, el que puede llevarme a la salvación. ...Pero no puedo evitar que esas heridas abiertas aún y las marcas que van dejándome, me sigan doliendo. Y sólo a veces le siento cerca.
Ya las tengo
Gracias a Dios
No se me caerá la cara de la verguenza
BROTHER PRIESTS - I'm burying a man today who had been dying from ALS for the last four years. He didn't take a single painkiller in that entire time because he wanted to suffer for the priests of the Church. Just letting you know that you've been in someone's prayers.
HERMANOS SACERDOTES - Estoy enterrando a un hombre hoy que se ha estado muriendo de ELA durante los últimos cuatro años. No ha tomado ningún analgésico en todo ese tiempo porque él quería sufrir por los sacerdotes de la Iglesia. Sólo para que sepáis que habéis estado en las oraciones de alguien.
El autor del tweet es un sacerdote estadounidense llamado Ryan Hilderbrand.
Toda religión nace, se desarrolla y desaparece, una evolución cultural en toda regla. ¿Que quedará de todo esto? Pues lo mismo que quedó de las otras religiones que desaparecieron o de las que no sabemos nada.
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