"Los inmisericordes son los que nos reían las gracias para hacerse los buenos"
El otro día, un lector con el botánico nombre de Roblete dejó en el blog un comentario que me pareció clarividente y a la vez intrigante: “Quienes hemos estado apartados de la doctrina de la Iglesia y por gracia de Dios la hemos descubierto, sabemos por experiencia propia que los inmisericordes no son los que no nos daban la razón cuando estábamos errados sino los que nos reían las gracias para hacerse los buenos y comprensivos".
Me pareció un tema muy interesante, porque, desgraciadamente, es muy frecuente identificar la misericordia con decir a cada uno lo que quiere oír. Como además Roblete hablaba desde su experiencia personal, lo invité a escribir unos párrafos sobre el tema para publicarlos en el blog. Y aquí están.
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Mi vida como cristiano deja mucho que desear. Ahora esto me parece evidente, pero no siempre ha sido así. No porque yo fuera un santurrón, meapilas y beato, sino por todo lo contrario. Habituado a escuchar discursos buenistas y falsamente misericordiosos, me había acostumbrado a justificar mis pecados. Los pecadores, pensaba, son esos tipos importantes de la curia y de las grandes multinacionales. A Dios no le importan mis defectillos, yo soy un buen tío. Al fin y al cabo, somos humanos y no hay que exagerar. Además, estamos en el siglo XXI y las cosas son de otra manera.
Por circunstancias que ahora no vienen al caso, empecé a leer Infocatólica y a escuchar Radio María. Poco a poco, algo fue cambiando en mi corazón y empecé a interesarme por los argumentos que, lejos de darme la razón, desmentían todas mis excusas. A finales de abril de 2013, unos días antes de que mi hija comulgase por vez primera, fui a confesarme. Lloré por mis pecados como una magdalena y salí del confesionario con un gozo que me desbordaba el corazón.
Amar la doctrina antes me parecía, como hijo de mi tiempo, complaciente, rancio y acomodaticio. Ahora sin embargo, se me antoja exigente, fresco y audaz. Querer ser santo me parecía petulante. Consideraba más razonable y humilde conformarse con ser buena persona; uno de esos tipos solidarios y enrollados que todo el mundo quiere. Qué equivocado estaba. Para ser santo hay que mendigar la gracia de Dios y hacerse pequeño porque es algo que no está en nuestras manos. Conformarse con menos es decirle a Dios que no se meta en nuestra vida, que sabemos muy bien lo que nos conviene y que vaya a engañar a otro porque nosotros vamos a seguir haciendo lo que nos dé la gana.
Yo soy un desastre con patas, así que no me queda otra que ponerme ante el Sagrario y decir: “Señor, quieres que sea santo. Tú verás lo que haces porque yo no sé por dónde empezar”.
Por favor, no escuchéis a los que os digan que las cosas no cambian, que Dios se conforma con poco, que nos quiere acomodados. Solemos seguir la corriente a los locos, a los tontos y a los que queremos que nos dejen en paz. Si Dios no tiene por costumbre darnos la razón es porque no nos tiene por locos ni por tontos y mucho menos quiere que le dejemos en paz. Nos toma muy en serio.
Roblete
27 comentarios
literatura. Verdad sin engañifas, alto ideal cristiano, sin creerse un héroe. Confesión de debilidades, pero sin bajar los brazos y confiando siempre en que el Señor ayudará.
Por allí anda la verdad. No fue el "perfecto fariseo, que daba limosna y ayunaba", quien regresó justificado, sino el "publicano, que comprobaba si miseria, pero sin dejar de mirar confiado a Dios".
Gracias.
Feliz día del Pobrecillo de Asís.
Paz y Bien.
Asistimos desde hace años a un constante desprecio de la doctrina en nuestras parroquias y comunidades, y el fruto cosechado es la apostasía generalizada ante una fe convertida en mero sentimentalismo y descatolizada. Esta fe adulterada es la que ha generado la nueva versión de los "misericordiosos" que quieren quedar bien con todos.
Da gusto escuchar ahora hablar de amar la doctrina, y de confiarse a la gracia de Dios sin la cual no somos nada.
Con mucha soberbia y presunción, me atrevo a decirle que a calzonazos y a ser infiel a Cristo a mí no me gana nadie. Pero al igual que a usted, InfoCatólica y Radio María han influido mucho para bien en mi vida.
LA DOCTRINA. ¡Esa es la clave! Yo también fui zarandeado, "con mi libro de nácar, con mi alma de lirio" (Gerardo Diego) por curas "creativos" que envenenaron mi delicada adolescencia con lecturas perniciosas y liturgias vergonzosas. ¡Qué fácil hubiera sido predicar la Palabra íntegra, la Adoración, el rezo del Santo Rosario, la Confesión y celebrar la misa como Dios manda!
En 2013, también tuve la Comunión de una hija. Mañana de mayo preciosa. Sentí (al igual que usted, supongo) la infinita gratitud hacia el que dirige nuestra vida, El que nos supera abusivamente en imaginación,.El que pensó desde la eternidad qué hacer con unos bobos como nosotros.
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Cuida de ti mismo y de la doctrina. Persevera en esta disposición, pues actuando así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen.
Eso de despreciar la sana doctrina es suicida.
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Esto, en estos casos, se trasluce; se ve. se nota.
Roblete:
¿Notaron tus allegados que algo había cambiado en ti; y cómo?
Qué sería de la Iglesia sin los hermanos conversos: En primer lugar San Pablo, el gran converso, y luego muchos otros que del alejamiento pasaron al ardiente seguimiento. Sin ir más lejos aquí tenemos algunos hermanos conversos que nos edifican grandemente, como Luis Fernando, Roblete, Palas Atenea, etc....Deo gratias.
Así es, estar en gracia o en pecado influye en nuestro entorno. No cuento detalles porque son cosas que deben permanecer en la intimidad del matrimonio pero le aseguro que hay verdaderos milagros y sin mérito alguno por mi parte.
Gracias!
Así que un día, serian como la tres de la madrugada, en clara noche sin amanecer que lo enturbiara, cuando él, el que a todo los sitios me acompaña, me dijo:
-Ven sal fuera; Mira el firmamento-
-Está plagado de estrellas - le dije.
-Son de carbono puro; Luz refractada; Son el pecado de los hombres- me respondió él; y me añadió.
- Cuando la Luz; la verdadera Luz que es el Espiritu de Vida que ilumina y vivifica el infinito Espacio donde Dios mora, se refracta, en la media que ésta se refracta se limita a sí misma apagándose y perdiendo razón de Vida; Y se traduce en es oscura masa carbónica que es lo que tu eres y lo que es población en tu oscuro Universo.-
Y así que yo oí esto: Sentí como un revulsivo en mi estómago que a punto de vomitar no pude por menos que decir:
-.¡No es posible; Qué barbaridad!
Masa carbónica; diamante; brillante; luz refractada, la máxima expresión de la opacidad que es la muerte temporal, rumié,
-¿Así que cuando el hombre peca; como máximo exponente de energía negativa que él es y existe en el Universo, la energía negativa en oscuridad y muerte que el puede generar, se puede traducir en una estrella en el Universo?-
Y así entendí que siendo la masa carbónica estelar ese oscuro abismo que a modo de frontera separa a los justos del Cielo de lo pecadores de nuestro tiempo; Ellos, los justos del Cielo, sí podían ver cuando un pecador se arrepentía y por ende cómo su pecado carbónico estelar se desintegraba; Y nosotros no podemos verlo porque los pecados de los hombres siempre amontonados fuera, en la periferia de nuestro Universo, nosotros estando más dentro que fuera no podemos verlo.
Disculpa Roblete:
Pero es que esto de llorar como una magdalena, dicho así, como si las magdalenas que algunos comemos para desayunar lloraran, me resulta un tanto como a teatrillo de inmisericorde circunstancia al caso como diría Brumo.
Por lo demás si te refieres a que la Magdalena, María la Magdalena; la hermana de Marta, también hermana de Lázaro: Lloró sí, pero solo esta vez, cuando reconociendo su mundano extravío; y entrando en casa de Simón el Fariseo, (Lc. 7,36-50). se postro a los pies de Jesús; Y como reza el Evangelio, enamorada ella de Jesús, lloró porque no comprendió que aquel amor que su Maestro le ofreciera encasa de su hermanan Marta; no era un amor temporal sino un amor virginal, espiritual, difícil de comprender tanto ayer como hoy; pero el más puro amor que hombre alguno puede ofrecer a una mujer.
Que verdad cuando dices que te habías acostumbrado a justificar tus pecados, algo muy normal hoy en día, nos pasa a muchos.
Me alegra que lo digas así, simple y llanamente, para que sepamos y veamos como Dios trabaja por lo contrario.
Que pena cuando no sólo uno es capaz de justificar sus pecados sino además otros también se los justifican ninguneando a Dios que nos llama a TODOS a la santidad. No es cierto que haya pecados imposibles para Dios, gracias por recordarlo.
Me uno a la gratitud a InfoCatolica por su empeño por las almas.
El solo interpreta personajes variados de diferentes lecturas, según evangelista, y de los que no hay constancia de que sean la misma persona, varias distintas o incluso alguna que no cita, acogiéndose a las corrientes más conservadoras y amarrateguis.
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