Los refugiados y la misericordia en Europa

Durante los últimos meses, los medios de comunicación no han dejado de hablar de la llamada “crisis de los refugiados” en Europa, desencadenada por el enorme número de refugiados de Oriente Medio y otros lugares que se han dirigido a los diversos países europeos, tratando de huir de las guerras en sus países de origen o intentando conseguir un futuro económicamente mejor. Como Europa tiene la normativa sobre refugiados más generosa del mundo, la entrada masiva de refugiados ha despertado la desconfianza de muchos ciudadanos de a pie, que temen que el resultado sea la desaparición o desnaturalización de las culturas europeas. De hecho, los partidos que defienden la limitación drástica de la inmigración han logrado éxitos electorales sin precedentes en varios países.

Intentar analizar este fenómeno con un enfoque político se saldría del tema de este blog, pero creo que sería interesante abordar brevemente la cuestión desde el punto de vista del catolicismo. De hecho, del mismo modo que ha habido reacciones políticas muy variadas, las reacciones dentro de la Iglesia han sido sorprendentemente dispares.

Algunos eclesiásticos, con el Papa a la cabeza, han utilizado la misericordia como criterio de interpretación y han concluido que era un deber de los europeos recibir a esos refugiados. A fin de cuentas, la Escritura está repleta de mandatos de acoger el emigrante, porque tú también fuiste forastero en Egipto. Es más, la misma Sagrada Familia tuvo que emigrar y refugiarse en Egipto para huir de Herodes, así que muy duro tendría que ser el corazón de un católico para no apiadarse de los refugiados, viendo en ellos al mismo Cristo.

Otros altos eclesiásticos, como el cardenal arzobispo de Valencia y Monseñor László Kiss-Rigó, obispo de Szeged-Csanád (Hungría), han preferido enfocar la cuestión desde el punto de vista de la cultura. O, ya que estamos hablando del aspecto católico del asunto, podríamos decir, simplificando, que han interpretado la situación desde el punto de vista de la fe y de su huella social, que es la cultura cristiana.

Tampoco son baladíes sus razones. Nada hay más precioso para un católico que la fe y parece evidente que la entrada en Europa de grandes masas de inmigrantes islámicos supondría un ataque más al cristianismo europeo, que ya de por sí se tambalea. Al decir la fe, por supuesto, se incluyen también una serie de valores culturales que derivan de ella y que también podrían estar amenazados por un gran influjo de miembros de otras culturas que no respetan esos valores. En ese sentido, Mons. Kiss-Rigó afirmó que los inmigrantes constituyen “una grave amenaza para los valores cristianos y universales de Europa”.

¿Cuál de estos dos enfoques es el más apropiado? Es evidente que ambos son bienintencionados y subrayan aspectos fundamentales del catolicismo, pero me temo que los dos caen en cierta superficialidad al considerar esos mismos aspectos que subrayan. Aunque parezca mentira, yo diría que al enfoque de la fe le falta fe y al enfoque de la misericordia le falta misericordia. Veámoslo.

Para entender bien la cuestión hay que tener en cuenta un hecho fundamental: la “crisis” no es un hecho puntual, sino un proceso que lleva en marcha décadas y décadas. Los inmigrantes extraeuropeos no han dejado de acudir en masa al continente al menos desde la segunda guerra mundial, al hilo de la descolonización, la guerra fría, la globalización y el auge de la multiculturalidad. Esto es importante, porque nos permite sacar conclusiones sobre el cimiento sólido de lo sucedido en los últimos cincuenta años, sin necesidad de especular sobre lo que pasará en el futuro.

Por otro lado, conviene recordar que la misericordia no es más que la caridad para con el que sufre. Por lo tanto, si la misericordia es verdadera, cuanto mayor es el sufrimiento del prójimo mayor debe ser también la urgencia por ayudarle. Por poner un ejemplo absurdo, si uno ve a un vecino morirse de hambre y lo que hace es llevarle unas flores y darle unas palmaditas en la espalda, está claro que su misericordia es falsa, porque no se preocupa verdaderamente por él. Será un hombre simpático y educado, pero no se puede decir que sea un hombre misericordioso. Mejor le calzaría el adjetivo de miserable que el de misericordioso.

Los europeos, y entre ellos los europeos católicos, que son los que nos interesan, llevan décadas acogiendo refugiados e inmigrantes en sus países. Según este primer enfoque, esa forma de actuar habría sido una clara muestra de misericordia. Sin embargo, como decíamos, para que la misericordia sea auténtica, debe preocuparse por la miseria más grave del prójimo. Y la mayor miseria de alguien que no es cristiano, por definición, es no conocer a Cristo, porque quien no tiene a Jesucristo no tiene la vida eterna. Ay de mí si no anunciare el Evangelio.

Seamos sinceros con nosotros mismos: en nuestros países brillan por su ausencia la evangelización de los inmigrantes y su catequización. No se hace prácticamente nada en ese sentido. De esos millones de inmigrantes que llegan a nuestros países, apenas un puñado es evangelizado. Es más, los inmigrantes de países católicos pierden a menudo la fe cuando llegan a los nuestros y son abandonados a su suerte por tantas parroquias que, en el mejor de los casos, sólo se ocupan de su bienestar material, pero no de su catequización.

Pedir que papá Estado o la impersonal sociedad acojan a los inmigrantes es muy fácil. Si entre los católicos eso no va unido a la urgencia por evangelizarlos, la realidad es que no hay misericordia cristiana, sino un falso amor, mero bronce que resuena o címbalo que retiñe. La verdadera cuestión de la misericordia cristiana no se decide en que el país acoja o no a los inmigrantes, sino en un tema más profundo: ¿les evangelizamos o no? Y la respuesta, tristemente, es no. De nada sirve apelar a una misericordia meramente aparente si el corazón está muerto.

Si parece que la misericordia a la que se apelaba no es auténtica, ¿querrá eso decir que tienen razón los eclesiásticos que enfocaban la cuestión desde la fe? No es tan sencillo.

Si contemplamos los últimos cincuenta años de influjo de refugiados desde el punto de vista de la fe, el panorama es desolador, pero no porque los inmigrantes hayan destruido la fe católica de Europa, sino porque esa fe católica de los europeos ya estaba muerta y no era capaz de ilusionar a nadie, incluidos esos mismos inmigrantes. Una fe que no evangeliza ni siquiera en su casa y cuando tiene toda la libertad para hacerlo es una fe que no existe y, por lo tanto, difícilmente se puede defender.

Cuando en Europa había una verdadera cultura cristiana y la fe católica estaba viva, los europeos iban al fin del mundo a anunciar el Evangelio y, en muchos casos, morían mártires. Hoy, los paganos y musulmanes vienen a nuestra propia casa y lo que encuentran, en lugar de a Jesucristo, es nuestra indiferencia. Incluso sacerdotes y obispos parecen preferir que los paganos, musulmanes y budistas sigan siendo paganos, musulmanes y budistas. De hecho, la idea misma de predicar a los miembros de otras religiones resulta políticamente incorrecta y pone nerviosos a muchos eclesiásticos, como si la misión de la Iglesia fuera el diálogo interreligioso y no la evangelización.

Así pues, parece ser que el “enfoque de la fe” no es apropiado tampoco, ya que en realidad le falta fe que defender entre los europeos. Para poder defenderla, primero habría que volver a suscitarla, porque la dura realidad es que los europeos son menos cristianos que los inmigrantes, incluso cuando se trata de inmigrantes no cristianos (sic). Pensar que se va a defender la cultura cristiana de Europa limitando la entrada de inmigrantes, por lo tanto, es ilusorio. Otra forma de engañarnos a nosotros mismos con una fe aparente, igual que antes nos engañábamos con una misericordia aparente.

Ninguno de los enfoques que hemos mencionado carece de razón, pero desgraciadamente las soluciones que ofrecen son algo superficiales, de ahí que ninguna de ellas satisfaga. Al enfoque de la fe le falta fe y al de la misericordia le falta misericordia. Como consecuencia inevitable, a ambos les falta esperanza. De hecho, podrían tomarse como ejemplos paradigmáticos de los dos pecados contra la esperanza: la presunción y la desesperanza.

El “enfoque de la misericordia” peca de presunción, porque pone la solución de los problemas de los inmigrantes en las fuerzas humanas y la buena voluntad de los europeos, así como en el mejor nivel de vida que los inmigrantes pueden encontrar en Europa, sin darse cuenta de que todo eso no soluciona sus verdaderos problemas como hombres pecadores y mortales. Su paradigma estaría en el famoso grito de batalla del Presidente Obama (y muchos otros): “Yes, we can”. “Sí, podemos”. O, traducido más libremente, “Sí, pelagianos”.

El “enfoque de la fe” peca de desesperanza, porque, ante las amenazas al cristianismo en Europa, se deja llevar por el temor. Como los discípulos en la barca durante la tormenta cuando Cristo estaba dormido, siente el embate de los elementos, pero en vez de acudir a Jesús (Señor, sálvanos, que perecemos), piensa que lo que hay que hacer es tomar medidas humanas para intentar escapar del viento que arrecia y para mantener la ficción de que aún queda una cultura cristiana sustancial que defender.

En cambio, con verdadera esperanza el cristiano confía en Dios, no en las fuerzas humanas. Por lo tanto, huye de absolutizar (y de hipermoralizar) soluciones meramente humanas y prudenciales para los problemas profundos de los pueblos y prefiere poner de nuevo su mirada en el único Salvador del género humano. Al hacerlo, es consciente de que sus propias fuerzas e iniciativas son muy poca cosa y, a la vez, de que lo puede todo en Cristo Jesús, porque nada es imposible para Dios. Sabe que lleva a Cristo en vasos de barro y no sueña con confundir la vida eterna con ese barrillo, aunque el barrillo incluya jubilación, prestaciones de desempleo y obesidad crónica.

Con este artículo, no pretendo decidir de forma simplista la conveniencia de la entrada de inmigrantes en Europa, su número preferible o su distribución geográfica ideal, ni tampoco sus causas y consecuencias, que son problemas muy amplios y complejos. En cambio, sí espero haber esbozado dónde no está en ningún caso la solución desde el punto de vista católico: en una misericordia superficial y en una cultura cristiana que apenas es ya más que una apariencia. Cuando se proponen esas soluciones, es de temer que no se está entendiendo bien el problema y, si ni siquiera entendemos el problema, lo único que conseguiremos será equivocarnos sin remedio.

Tenemos que darnos cuenta de una vez que el problema es mucho más profundo. Y, sobre todo, tenemos que darnos cuenta de que el problema no está en los refugiados, sino en nosotros, porque nos hemos olvidado de la gracia de Dios y la urgencia de la evangelización. Cuanto antes nos enteremos de ello, mejor. Entre otras cosas, porque si tardamos mucho en darnos cuenta, no quedarán católicos en Europa que puedan hacerlo.

35 comentarios

  
Ricardo de Argentina
¡Excelentísima entrada!!!
Bruno, has expresado en elocuentes palabras lo que me daba vueltas por la cabeza en forma de intuición.
Muy buena es la comparación que haces entre el "misericordioso" que acoge y alimenta sin evangelizar, y quien visita a su vecino que está a punto de morir de hambre llevándole...¡flores! Sí, es un miserable de lo peor.
Impecable también tu crítica a la defensa de una fe que ya no existe en la vida pública de las naciones otrora cristianas.
Urge pues evangelizar en ambas direcciones: al migrante y al local, ¡eso es lo que importa!
Antes los misioneros debían hacer fatigosos y peligrosísimos viajes para encontrar a los infieles a fin de poder llevarles la Buena Nueva. Ahora en cambio los tenemos a la vuelta de la esquina, o puerta por medio: europeos, americanos, asiáticos o africanos.
A la tarea pues.
07/09/16 3:55 AM
  
Luis Fernando
Esto es lo mejor que se ha escrito sobre este asunto desde un punto de vista católico. Enhorabuena, Bruno.
07/09/16 8:22 AM
  
Tikhon
Santo Tomas de Aquino ya enunció varios principios sobre la inmigración hace siete siglos. De sus enseñanzas se puede deducir que todo análisis sobre la inmigración debe ser guiado por dos ideas claves: la integridad de la nación y su bien común.

Hay un pequeño trabajo (en francés) sobre la inmigración según las reflexiones de Santo Tomas de Aquino. Se puede leer aquí: (tres w).avenirdelaculture.fr/sites/default/files/domain-63/utilisateur-186/fichiers/Saint%20Thomas%20et%20l%20immigration.pdf

Traduzco algún párrafo.

“Con los extranjeros, el pueblo puede establecer dos tipos de relaciones: en la paz y en la guerra. (...) En la paz una triple ocasión se ofrecía a los judíos de entrar en contacto con los extranjeros: en primer lugar cuando estos atravesaban el país; o bien cuando los extranjeros venían al país para instalarse en calidad de inmigrantes. En estos dos casos, las prescripciones legales tienen un carácter de humanidad; son las máximas del Exodo (22,21): “Al extranjero no engañarás ni oprimirás porque vosotros fuisteis también extranjeros en la tierra de Egipto.”

“El tercer caso es el de el extranjero que quiere ser recibido en plena comunidad de vida y de culto con el pueblo: con respecto a él se observaban ciertas formalidades y su admisión al estado de ciudadano no era inmediata. Sobre el mismo tema, según Aristóteles, era una regla en ciertas naciones reservar la cualidad de ciudadano a aquellos cuyo abuelo o bisabuelo había residido en la ciudad.”

O sea, Santo Tomas está hablando de dos condiciones para instalarse en un país: la voluntad de integrarse perfectamente en la vida y la cultura del país anfitrión y que la acogida no sea inmediata. La integración es un proceso que lleva tiempo. Las personas necesitan adaptarse a la nueva cultura y eso puede llevar dos o tres generaciones.

“Y eso se comprende a causa de los múltiples inconvenientes ocasionados por la participación prematura de los extranjeros en el mantenimiento de los asuntos públicos.”

El Doctor Angélico muestra que vivir en otro país es un asunto muy complejo. Hace falta tiempo para comprender las costumbres y la mentalidad del país y para comprender sus problemas. Solo los que viven un largo tiempo en ese país, en contacto con su historia, tienen la capacidad de juzgar bien las decisiones la largo plazo que son convenientes para el bien común.

También Santo Tomas observa que los Judíos no trataban a las personas de manera igual. Tenían muchos pueblos vecinos que eran fácilmente asimilables. Otros, sin embargo, estando mas alejados o incluso hostiles no podían ser aceptados en Israel:

“Es por eso que según las disposiciones de la ley, ciertas naciones mas o menos ligadas con los judíos, como los Egipcios en medio de los cuales habían nacido y crecido, los Edomitas descendientes de Esau, eran acogidos desde la tercera generación en la comunidad. Otros por el contrario, que habían mostrado hostilidad hacia los judíos, como los descendientes de Ammon o de Moab jamás eran admitidos.”

Sin embargo estas reglas no deben ser rígidas y pueden permitir excepciones:

“De todas maneras, por dispensa individual, un particular podía en razón de algún hecho de importancia, ser agregado al seno del pueblo; se lee en Judith (14, 6), que el jefe de los Amonitas fue incorporado el pueblo de Israel, él y toda su descendencia. Lo mismo para Ruth, una moabita, mujer de gran virtud.”

La inmigración debe siempre tener como objetivo la integración y lo la desintegración o la segregación, es decir , la creación de pequeñas “naciones” en conflicto en los países. Además de las ventajas que le son ofrecidas por su nueva patria, el inmigrante debe igualmente asumir las cargas, es decir la responsabilidad por el bien común, participando en la vida política, económica, social, cultural y religiosa. Al devenir ciudadano, el inmigrante deviene miembro de una gran familia con un alma común, una historia y una porvenir común y no solamente una especie de accionista de una sociedad, interesado solamente en los beneficios y las ventajas. La inmigración tiene que tener en cuenta siempre el bien común y no puede abusar ni destruir la nación.

(Santo Tomas de Aquino - Summa Teologica; I-II, Q. 105, art. 3.)
07/09/16 9:17 AM
  
Sss
Lo siento, Bruno, pero este artículo no tiene en cuenta factores fundamentales: cómo esta llegada masiva ha sido alentada claramente poderes mundialistas, los graves problemas de terrorismo, violaciones y delincuencia que nos esconden, que el 80% de los recién llegados son varones de 20-30 años, etc.
07/09/16 10:16 AM
  
Bruno
Estimado Sss:

"este artículo no tiene en cuenta factores fundamentales: cómo esta llegada masiva ha sido alentada..."

Como ya digo en el propio artículo, "con este artículo, no pretendo decidir de forma simplista la conveniencia de la entrada de inmigrantes en Europa, su número preferible o su distribución geográfica ideal, ni tampoco sus causas y consecuencias, que son problemas muy amplios y complejos". La idea del artículo es más humilde: señalar que las principales soluciones que se han dado desde el punto de vista católico, aunque sean bienintencionadas, están fundamentalmente viciadas, porque se basan en una misericordia superficial y secularizada y en una cultura cristiana que apenas es ya más que una apariencia.

Básicamente, el artículo defiende que hay que afrontar el tema desde la verdad y la auténtica misericordia cristiana. La verdad de que la cultura cristiana europea ya no existe y la auténtica misericordia que viene de Dios y que se preocupa ante todo de la salvación del prójimo y no simplemente de su bienestar económico.

Después de eso, se pueden decir mil cosas sobre la crisis de refugiados, sobre por qué en Europa se ha fomentado durante décadas la inmigración musulmana y las consecuencias de esa opción, sobre la diferencia entre auténticos refugiados y oportunistas y un larguísimo etcétera. Pero si se empieza dando una interpretación falsa, todo lo que se diga después no servirá de nada.
07/09/16 3:07 PM
  
Roberto Ibarra
Bruno: Tienes razón, ¿Cómo Evangelizará Europa a los inmigrantes? Nadie puede dar lo que no tiene, dice un viejo principio. Cuando el General de la Compañía de Jesus, la mayor orden Católica del Mundo piensa que el gran problema de la humanidad es: " la pobreza, el paro, la falta de sentido, la violencia, la ausencia de alegría." y no el pecado, es difícil que se pueda evangelizar. La verdad es que suponemos que todos en la Iglesia entendemos lo mismo por dicho término. Tengo la impresión que no es así. Saludos.
07/09/16 3:11 PM
  
Bruno
Ricardo:

"Antes los misioneros debían hacer fatigosos y peligrosísimos viajes para encontrar a los infieles a fin de poder llevarles la Buena Nueva. Ahora en cambio los tenemos a la vuelta de la esquina, o puerta por medio: europeos, americanos, asiáticos o africanos. A la tarea pues."

Eso es. Si en Europa hubiera fe, diríamos: "¡Estupendo! No nos hace falta ni siquiera viajar para evangelizar. La misión viene a nuestra puerta". Y, como hicimos en otras épocas, evangelizaríamos a tiempo y a destiempo a pesar de nuestra pobreza humana y el mundo se convertiría.

En cambio, como no hay fe, los que vienen se hacen tan incrédulos como nosotros o, en el mejor de los casos, permanecen en sus religiones.

Porque el verdadero problema está en nosotros.
07/09/16 3:29 PM
  
Fray Nelson
Gracias, Bruno. Lúcido, ponderado, realista y oportuno.
07/09/16 3:59 PM
  
Libertódulo
Muy estimado don Bruno Moreno Ramos

Mis más sinceras felicitaciones por el artículo. Creo que introduce a lo que podría considerarse una categorización bastante adecuada de las dos actitudes que, en líneas generales, se observan en el ámbito eclesiástico. Efectivamente, existe un enfoque de falsa misericordia que parece reducir el problema de las masas de inmigrantes al que suscitan sus necesidades materiales; como si Occidente no tuviera otra cosa que ofrecerles. Y también creo cierto que el enfoque del problema de la inmigración centrado en la fe peca a menudo de desesperanza, porque asume la impermeabilidad de los inmigrantes a la fe cristiana y les atribuye una capacidad para arramblar con la cultura cristiana que no se ha podido poner a prueba. Aunque solo sea porque, como usted bien indica, esa cultura ya se encontraba en claro retroceso cuando comenzaron a llegar, y si actualmente sigue retrocediendo no parece que sea culpa de las masas de migrantes, sino de nuestra apostasía.

Empero, echo en falta una distinción más clara en el artículo entre los problemas que plantea la inmigración musulmana, creo que muy superiores a los que plantea la inmigración no musulmana. Problemas derivados, esencialmente, del miedo fundado a que el crecimiento del Islam en Occidente tenga como consecuencia no ya solo diluir la tradición cristiana de Occidente. El problema que plantean los musulmanes es otro: la predisposición que muestran a valerse de la espada a fin de transformar a la fuerza las sociedades que los acogen y convertirlas así en sociedades crecientemente islamizadas. Ésta es la razón por la que, allí donde personas como yo consideramos la inmigración de paganos como un desafío a la vez que una oportunidad para la Iglesia, a la vez sentimos terror hacia la acogida de musulmanes, que consideramos un suicidio. Ya que entendemos que el crecimiento del Islam en nuestra propia tierra muy probablemente será fuente de un inenarrable sufrimiento para todos el día de mañana.

¿Falta de fe en el poder de convicción de la palabra de Dios? No lo creo así. Una cosa es que no confiemos en las solas fuerzas del hombre y otra muy distinta no aceptar las lecciones de la Historia. Y, en relación al Islam, el estudio del pasado nos enseña que al Islam siempre le ha sido llamativamente más fácil desnaturalizar sociedades previamente cristianas que sociedades previamente paganas; no habiendo hasta ahora la Iglesia en casi un milenio y medio encontrado la forma de contender eficazmente con el Islam ni de recuperar prácticamente nada de lo mucho que nos ha arrebatado. Y también nos enseña que la consolidación del Islam es el fin de toda posible paz civil, dado que el Islam es una sociedad vertebrada en torno a la constante efusión de sangre y la permanente humillación y sujeción de quienes no forman parte de la comunidad musulmana. Estos graves problemas no los plantean otras inmigraciones no cristianas (la china, sin ir más lejos).

Esto para mi es esencial, porque impide hablar de la inmigración no cristiana de manera genérica. Budistas, hinduistas o confucianos podrán plantear una determinada problemática, pero en ningún caso la expansión en nuestro suelo de esas colectividades plantea los desafíos y temores que en todos los sentidos plantean los creyentes del Islam. Seamos claros: no es tanto que uno quiera preservar las raíces cristianas de la expansión de religiones falsas (que también), como que uno desea poder dar una vuelta por su ciudad sin mirar de reojo y con temor los camiones estacionados por la calle, no sea que suceda como en Niza. Queremos vivir sin que se nos cruce el pensamiento cuando cogemos el metro de que quizá es el día en que un pirado seguidor de Mahoma va a decidir inmolarse al grito de "¡Allah akbar!". En definitiva, que muchos pensamos que Europa Occidental ya tiene suficientes problemas como para importar problemas aún peores de fuera.

Quizá estos razonamientos sean más mundanos que religiosos. Pero es que ciertos razonamientos mundanos no pueden dejar de ser tenidos en cuenta, ni siquiera a la hora de hablar de las cosas desde una perspectiva religiosa. Es verdad que quizá el horror que consigo traen los musulmanes a todas partes podría ser un revulsivo que a su vez realimentara a la fe cristiana. Pero una cosa es aceptar los problemas que comportaría la islamización de Occidente cuando ésta llegue y procurar explotar las oportunidades que pudiera traer, y otra muy distinta es querer lo que parece claro que es un mal solo porque quizá de ese mal pudieran derivarse bienes por los que sin embargo se pagaría un elevado precio, en sangre y quizá en cosas peores que la sangre. IHS
07/09/16 5:36 PM
  
Frayescobabcn
Gran análisis Bruno.

Pero como evangelizar cuando ni nosotros queremos y cuando desde los aggiornamientos eclesiales (digamoslo suave) se "aconseja" no evangelizar a propios ni extraños, poniendo por encima de la Salvación en Cristo de todas las almas, la "libertad " de cada hombre de rezar a lo que le venga en gana, sin necesidad de ser proselitos de Cristo y su Iglesia?

Cómo olvidar las palabras del papa regañando a los católicos fervorosos, insistiendo en que NO HAY QUE SER PROSELITOS DE CRISTO?? Y antes que él?

Buena parte de la Iglesia (in)explicablemente adopta esta actitud de vergüenza (cuando no rechazo directo)a cualquier testimonio de proselitismo y conversión...

07/09/16 5:39 PM
  
María Arratíbel
Fantástico, muchísimas gracias
07/09/16 5:43 PM
  
rastri
EMPATIA

La empatía del griego ἐμπαθής (emocionado) es la capacidad cognitiva de percibir (en un contexto común) lo que otro ser puede sentir. También es descrita como un sentimiento de participación afectiva de una persona cuando se afecta a otra.

LA EMPATIA DE CRISTO para con los desterrados de este planeta Tierra. Ejemplo, por lo menos, a considerar.

07/09/16 6:12 PM
  
Ricardo de Argentina
...
"En cambio, como no hay fe, los que vienen se hacen tan incrédulos como nosotros o, en el mejor de los casos, permanecen en sus religiones.
Porque el verdadero problema está en nosotros."
---

Gracias Bruno por avanzar en la idea de este artículo de una manera tan clara.

No es a la Iglesia a la que le corresponde decir: "Que entren todos", o "Que entren los menos posibles" ni tampoco "Que entren tantos en cuanto que...". No, ésa es tarea política. La Iglesia debe evangelizar, tanto a los que están como a los que vengan. "¡Ay de mí si no evangelizara!" (S. Pablo)

Pero resulta que la Iglesia ya no evangeliza, ni en Europa ni en América. Una buena parte de ella, a la que yo llamo la "Iglesia Claudicante", ha sido ganada por la tibieza y ha perdido la fe. Y como hay una buena parte de la jerarquía detrás de estos lamentables menesteres, ésa es la tónica general de la Iglesia como institución. Así también la ve el mundo, y acierta.

Ahora bien, hay a contracorriente ciertas comunidades eclesiales, tanto laicas como religiosas, diocesanas o mixtas, algunas aprobadas canónicamente (aunque la mayoría perseguida extra-canónicamente), donde la fe se ha mantenido y brota como de manantial. Bendigamos al Señor. Amén de muchos otros que la cultivan en solitario, por supuesto.
Es desde esas comunidades desde donde yo creo que se puede intentar una acción misionera hacia los migrantes, puesto que muchas de ellas los hacen hacia los locales, con señalado éxito.

¿Y los obispos? Bueno sería que apoyaran tales iniciativas. Pero vamos, un obispo como ése que hace campaña activa para romper la unidad política de España, seguramente no va a estar por la labor. No obstante supongo existen otros obispos que quizás de buen grado apoyarían las iniciativas evangelizadoras que surgieran desde el llano.

07/09/16 6:52 PM
  
Cristina Ayala
Estimado Bruno:

doy gracias a Dios por la claridad de tu mente. Necesitamos más que nunca ese pensamiento clarificador y ordenador de las ideas centrales. Uge es echar luz y separar el error sutil de la verdad!
Me quedo meditando tu conclusión: "el problema no está en los refugiados, sino en nosotros, porque nos hemos olvidado de la gracia de Dios y la urgencia de la evangelización. Cuanto antes nos enteremos de ello, mejor. Entre otras cosas, porque si tardamos mucho en darnos cuenta, no quedarán católicos en Europa que puedan hacerlo."
Y comparto en mi pag. tu artículo.
Gracias especialmente por tu tiempo y dedicación para sacar adelante estas columnas.
Rezo desde Argentina por tu tarea y por todos los que trabajan en IfoCatólica.
07/09/16 7:26 PM
  
Bruno
Tikhon:

Gracias por traducir esos párrafos. El Aquinate siempre da luz y creo que son reflexiones muy esclarecedoras sobre el tema de la inmigración en general y de sus limitaciones y condiciones en particular.

Mi artículo trata una cuestión diferente y previa, ya que, más que el tema de las decisiones que deben tomar los gobernantes (que lógicamente deben estar guiadas por el bien común), versa sobre los principios generales que pueden usarse para determinar cuál es ese bien común en la actualidad desde el punto de vista católico. Todo ello aplicado a la "crisis de los refugiados", claro.
07/09/16 8:10 PM
  
Luis López
Hay también un factor a tener en cuenta. El mundo musulmán es impermeable a la conversión -salvo casos muy particulares- y no creo que sea tanto por el hecho de la fuerte presión o amenazas reales contra los que quieren salir de esa religión, sino por una causa muy específica: ellos conocen a Jesús; sí, un Jesús falsificado, desnudado de su divinidad, pero por eso mismo mucho más asumible para una religión simple y sencilla, sin dogmas cristológicos ni misterios de difícil comprensión. Es más fácil asumir un Jesús humano -como el que creen los musulmanes- que un Dios encarnado. Pasar del segundo al primero es relativamente fácil. Pasar del primero al segundo -y más si se tiene una fe fanática- es casi imposible.

Aunque los europeos fuesen cristianos convencidos, devotos e incluso proselitistas, ante la inmigración musulmana se encontrarían siempre una comunidad cerrada con sus propias reglas y leyes civiles y religiosas. Así ha sido siempre y así será pienso. En la España tras la reconquista, una España con verdadero celo por la fe tras derrotar al Islam, ni las medidas coercitivas del Cardenal Cisneros, ni la insistente predicación de Fray Hernando de Talavera lograron masivas conversiones. La religión musulmana parece blindada contra el misterio.

Desgraciadamente -según mi punto de vista- sólo una intervención directa del Cielo puede llevar a los musulmanes en bloque a volverse hacia la verdadera religión.
07/09/16 8:45 PM
  
josep
acoger y amar a todos.
07/09/16 9:10 PM
  
Juan Mariner
Varias reflexiones:
- Acoger a los refugiados sobre todo.
- Pero, sin olvidar que, estos últimos 40 años, se han presentado en las fronteras europeas una serie de personas que necesitan en torno a 6.000 euros mínimo para cruzar el mediterráneo (pagando a las mafias, que se la juegan de verdad con años de prisión, y que no trabajan por amor al arte), y nos cuentan que han vendido su hacienda y todo lo que tenían para reunir la cifra... PATRAÑAS, FALSEDADES Y MENTIRAS, ni en España la gente emigrante tendría los 6.000 euros para cruzar. Georges Soros y los enemigos de Europa han subvencionado y pagado lo que sea (imagínense que los europeos subvencionásemos a los mexicanos y otros sudamericanos para que entrasen en EEUU y Canadà).

- La guera de Siria, que ha causado un ingente número de refugiados es culpa en parte de los europeos otánicos
07/09/16 9:51 PM
  
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
Excelente post, Bruno. Muy oportuno y clarificador. Muchísimas gracias y que el Espíritu Santo te siga iluminando.

"De hecho, la idea misma de predicar a los miembros de otras religiones resulta políticamente incorrecta y pone nerviosos a muchos eclesiásticos, como si la misión de la Iglesia fuera el diálogo interreligioso y no la evangelización".
TAL CUAL.

"Tenemos que darnos cuenta de que el problema no está en los refugiados, sino en nosotros, porque nos hemos olvidado de la gracia de Dios y la urgencia de la evangelización.".
TAL CUAL.
07/09/16 10:21 PM
  
Bruno
Roberto Ibarra:

"Nadie puede dar lo que no tiene, dice un viejo principio".

Eso es clave. Para dar, primero hay que tener. Y, en este caso, para tener hay que recibir de Dios como una gracia.
07/09/16 10:46 PM
  
Bruno
Luis López:

Estoy de acuerdo en que la naturaleza propia del Islam hace más difícil la conversión. A fin de cuentas (tendríamos que dedicar un post a esto alguna vez), el Islam es una herejía del cristianismo que ha quitado todas las partes difíciles de creer de la fe cristiana. En cierto modo, es una versión perfeccionada del arrianismo, que hizo algo parecido. A eso se le añade que también quitó todo lo complicado de la moral y la sustituyó por cinco preceptos claros, sencillos y humanamente factibles, que no requieren la gracia de Dios para cumplirse. Todo eso hace que la conversión sea más difícil.

Sin embargo, a mi juicio históricamente el mayor problema para las conversiones ha sido la naturaleza políticosocial de las comunidades islámicas, que dificultaba hasta el heroísmo la conversión al catolicismo: el converso era (y sigue siendo) ejecutado o, como mínimo, repudiado por toda su sociedad y convertido en un paria. En ese sentido, la situación actual es la ideal, porque se trata de personas que salen, en mayor o menor medida, de esas sociedades y países para ir a Europa y podrían ser más receptivas al anuncio del Evangelio... de no ser porque ese Evangelio no se les anuncia.

Si se les anunciara, sería otra cosa. Yo puedo dar fe de que les llama mucho la atención escuchar lo que creen los cristianos, especialmente las bienaventuranzas, porque para el Islam el bueno siempre triunfa en este mundo.
07/09/16 10:56 PM
  
Bruno
Ricardo de Argentina:

Muy bueno lo de la "Iglesia claudicante".
07/09/16 11:00 PM
  
Adriana
Por otra parte - yo que he sido inmigrante en España - como colombiana puedo decir que mi experiencia por 14 años entre Madrid y Barcelona es que los que venimos de latinoamérica no todos somos muy fuertes como católicos. Muchos de mis amigos en Colombia, del grupo de oración de la RCC decían que uno debía ser fermento cristiano en Europa, pues además tengo formación teológica y soy de línea tomista y se encuentra uno con una España es proceso de descristianización y muchos que no quieren escuchar Evangelio ni nada que se le parezca. Uno desea prender chispa pero no es tan fácil, y también uno se encuentra con la desagradable sorpresa de que mucho latinoamericano tenía un cristianismo de tradición pero sin vivirlo, así que adoptan las costumbres "liberales de Europa" evidenciando las crisis que también se está presentando en latinoamérica. Los que vamos y que somos católicos convencidos y practicante no logramos reevagelizar por allí. Es duro.
08/09/16 3:51 AM
  
Palas Atenea
Adriana: Efectivamente la evangelización hoy en día es durísima porque lo que tenemos en frente no son paganos, cuya reacción podría ser brutal o receptiva, sino personas maleadas por al menos dos siglos de franca descristianización.
Es más fácil escribir en una página en blanco que enderezar los renglones torcidos por una escritura deficiente.
Lo cierto es que hay casi las mismas posibilidades de que un musulmán se convierta si se acerca a Jesucristo de que lo haga aquel que tiene un árbol genealógico que llega hasta Godofredo de Bouillón, ya que el cordón umbilical que nos unía a nuestros antepasados está roto.
Pocos sentimos el peso de nuestros antepasados cristianos y su lección de vida y de muerte.
Ayer vi Hamlet en directo desde el festival de Stratford y llegué a la conclusión de que muchos de los espectadores no podían ya entender la obra. Hamlet siempre ha sido una obra difícil, pero si no se entiende la preocupación del protagonista por la salvación del alma inmortal como la principal de sus muchas dudas, no se entiende nada. Y no hay razones para pensar que el espectador europeo medio actual entienda eso mejor que un musulmán.
08/09/16 8:19 AM
  
josep
los refugiados no son enemigos nuestros.
08/09/16 12:11 PM
  
Fernando de Burgos
Que Dios te bendiga, Bruno.
08/09/16 12:31 PM
  
rastri
¿Y quién me dice a mi que por MISERICORDIA, y con pérfida intención, no llegó la Serpiente a aquel Paraíso Terrenal? Y todo sabemos lo que ocurrió.

-¡Lástima! Otra cosa hubiere sido si la mujer -Eva- hubiere obligado a la Serpiente diciendole:

-Vale pasa pero aquí se hace lo que yo digo que es lo que Dios me ha dicho.
Y con el tiempo, acaso, la Serpiente convencida del modo y manera de vida de aquel lugar, se hubiere convertido.

-Pero no fue así; Fue que la Serpiente, en su singular misericordiosa amistad, quien hizo perder a la mujer -Eva- la vida en aquel Paraíso Terrenal.

Moraleja: - No dejes entrar en tu casa al extranjero y sus nuevas formas de vida; si antes por lo mensos no ha firmado el compromiso de : VER; OÍR Y CALLAR.







08/09/16 1:15 PM
  
rastri
Dice Bruno:

Si se les anunciara, sería otra cosa. Yo puedo dar fe de que les llama mucho la atención escuchar lo que creen los cristianos, especialmente las bienaventuranzas, porque para el Islam el bueno siempre triunfa en este mundo.
______________

Y yo pregunto:

¿Quién es el bueno para el Islam: El que renuncia a su creencia islámica; O el que vigila que no haya réprobos proscritos a su ley islámica?

Como dice el otro: -La palabra conmueve; el ejemplo mueve.
08/09/16 1:33 PM
  
Jaume
Y el plan Kalergi existe o no existe? Habría que discutirlo para no ser tan ingenuos. Pinchen la palabra y luego opinen con fundamento.
08/09/16 11:34 PM
  
fraterlupus
Asunto difícil y arduo donde los haya, Bruno trata el asunto con su acostumbrada brillantez.
Manifiesto mi acuerdo con su contenido, y si bien el mismo Bruno reconoce que es un asunto de muchas vertientes y que no pretende que el tratamiento dado al asunto sea exhaustivo, considero necesario realizar una serie de matizaciones que de alguna manera están ya también tratadas en alguno de los comentarios anteriores.

1). Las migraciones siempre han existido, porque la gente ha buscado siempre, lícitamente, unas mejores condiciones de vida para sí y los suyos, y ha huido de la pobreza y de la guerra.

2). No obstante, el asunto migratorio está hoy en día notablemente desfigurado y adulterado, al menos en lo que a Europa se refiere, porque cualquiera que mínimamete haya investigado en la cuestión, sabe que las fuerzas anticristianas que conforman el NOM, tienen un especial interés en que Europa desaparezca como realidad de Fe, e incluso como realidad cultural surgida del Cristianismo.
Una de las armas para ello es la emigración masiva.

3). Esta profusión de emigrantes, especialmente musulmanes, se da cuando paralelamente existe, de facto, un programa soterrado para que, con un condicionamiento pavloviano, los europeos no queramos ni podamos tener hijos (salarios bajos; coste elevado de la vida, por encima de su valor real; inasequibilidad de la vivienda; discriminación fiscal; mentalidad antinatalista, etc.).
No hay más que leer respecto del Plan Kalergi para comprender acerca de esta realidad.
La emigración masiva era uno de los puntos programáticos de la Escuela de Frankfurt, como medio de destruir nuestra identidad:
h t t p://pensamientodisidente.blogspot.com.es/2011/02/la-civilizacion-occidental-esta.html

4). Concretamente, en España, nos encontramos con que un país, deliberadamente llevado a la bancarrota (un medio de control por el NOM; ver los Protocolos, puntos 20 y 21), desindustrializado (siguiendo las indicaciones del NOM, que nos asigna el rol de país semiperiférico, es decir, que no debe tener industria pesada, sino solamente industrias auxiliares de las multinacionales; leer a Martín Lozano), mantiene, de hecho mayormente mediante la subvención, un creciente número de personas que no aspiran más que, en una buena proporción, a recibir, que no a aportar a la sociedad receptora.

5). Es difícil que una emigración, tan diferente, por ejemplo, a la que los españoles ejercieron cuando viajaban a países de Europa en los 60 (Planes de Estabilización), donde iban con un visado y un contrato de trabajo, y donde no causaban problemas en los países receptores, pueda gozar de las simpatías locales, cuando la percepción que se tiene, y con bastante justicia, es que nos los cargan a nuestras espaldas a cambio, en muchos casos, de nada (no quita ello para que también haya casos de gente local que abusa injustamente de ellos).

6). La emigración musulmana, como ya se ha dicho, plantea una problemática específica, y de mayor gravedad que todo el resto de la emigración. El Islam (con su chip de Evil Inside), es enormemente refractario a la predicación del Evangelio.
El pasaje del Evangelio en el que se dice que "cuando os maten, creerán que dan gloria a Dios", me parece destinado a ellos.
¨Matadlos donde los encontréis¨, es una de las exhortaciones de El Corán respecto de los no musulmanes.
El mundo no islamizado es para ellos “Dar al Haarb”, o La Casa de la Guerra, que tiene que ser transformado en “Dar al Islam”, o la Casa del Islam. El método para ello está implícito en lo dicho.
Ellos piensan que Jesucristo es, sin más, un profeta, es decir, nada de Dios hecho hombre, y que la Revelación se completa con el Profeta, que para ellos es Mahoma, al cual el Arcángel San Gabriel entregó El Corán, que es copia exacta de un libro similar que se guarda en el Cielo (buen blindaje paa asegurarse su inalterabilidad).

Si yo percibo que recibir a unos emigrantes que practiquen esta religión, supone un peligro para mi gente (familiares o compatriotas), por su ya probada tendencia al alfanje y a la humillación del para ellos infiel, tengo que decir que lo siento mucho, pero mi respuesta es que no quiero a uno solo de ellos en mi tierra.

Desgraciadamente, tenemos ya experiencia histórica suficiente de la interacción de nuestra civilización con el Islam, y no deseamos experimentos al respecto.

7). Dicho esto, ¿qué hacer?
Creo, que al igual que se dice en el escrito, la forma suprema de misericordia, está en la predicación del Evangelio a todas estas gentes.
Las ventajas de nuestra civilización son, para mí, una dádiva divina, fruto del Cristianismo, como reconocía León XIII en Inmortale Dei.
“Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y lo demás os será dado por añadidura”, dice el Evangelio.
El día que las naciones de estas gentes que emigran, abracen el Cristianismo, verán los mismos frutos que nosotros hemos visto históricamente.

Y se necesita, sobre todo, un milagro del Cielo para que esta predicación pueda fructificar, especialmente entre los islámicos, porque humanamente, es un imposible entrar y deshacer esa herejía.
En resumen, y como suele decir el P. Iraburu: Oremos, oremos, oremos.
09/09/16 12:35 AM
  
rastri


La grandeza de España, moral, territorial y de carácter en sus gentes empezó con los Reyes Católicos. Y el ejemplo de su fe duró como cuatro siglos.

¿Y qué hicieron estos reyes sino otro que la unidad de sus reinos en ley de sus creencias?



09/09/16 9:32 AM
  
Ricardo de Argentina
"Las ventajas de nuestra civilización son, para mí, una dádiva divina, fruto del Cristianismo, como reconocía León XIII en Inmortale Dei."
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Fraterplus, León XII se refería a las ventajas de la "Christianitas", o Cristiandad. Hoy en cambio padecemos la "Democratitas", fruto de los delirios de las logias, una "civilización salvaje" al decir de Castellani, la cual sólo tiene ventajas en lo material, pero que en lo espiritual es un espanto, un pozo sin fondo, un horror cotidiano.

Uno de los más terribles males que nos ha traído el poder sin cortapisas de los masones es la decadencia de la Iglesia, que no sólo se manifiesta en la tibieza y en la apostasía generalizados, sino muy llamativamente en el extravío doctrinal y hasta mental de muchísimos pastores.
(En caso de duda, consulte Infocatólica.)
09/09/16 1:14 PM
  
fraterlupus
De acuerdo Ricardo, pero hay un concepto en la Física que se llama inercia, y que por analogía se puede extender al funcionamiento de una sociedad.

Los paradigmas no cambian de la noche a la mañana. Y las ventajas que todavía disfrutamos provienen de los siglos de nuestra existencia como sociedades cristianas.
09/09/16 2:28 PM
  
Juan Camilo
Es una tristeza de articulo. Confunde y nos deja igual que estamos: con los hermanos muriendo porque huyen de la guerra, Europa cerrada en sus problemas y encima a los catolicos se nos dan excusas para hacer de la fe un escudo cultural y un cumulo de temores frente al otro que, mas que Cristo en el que sufre, es una amenaza.

Es una TRISTEZA DE ARTICULO pero eso sí. Un 10 en demagogia. Y de catolico nada! Si eso es ser catolico, prefiero ser musulman. Y quien escribe es un sacerdote catolico.
09/09/16 6:30 PM
  
Ricardo de Argentina
Sí Fraterplus, suele decirse que lo bueno que aún conserva esta sociedad se debe a que todavía vivimos de las rentas de los siglos cristianos.
09/09/16 7:00 PM

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