Descubierta una nueva obra de misericordia (exclusiva de InfoCatólica)

Hay ciertas noticias que no salen en la prensa habitual, pero cuyas consecuencias a largo plazo son mucho más importantes que las de unas elecciones presidenciales o las de una cumbre internacional de tipo ecológico-forense. Me alegra traer hoy al blog en exclusiva una de esas noticias que probablemente haya pasado inadvertida para los lectores, porque no todos los días se produce un descubrimiento arqueológico (¡y teológico!) de estas proporciones.

Hace unos meses, en la región griega del Peloponeso, se descubrió una inscripción en piedra, o xilografía, que podría revolucionar nuestra concepción de lo que es la misericordia cristiana. El clima desértico de la región (que es la más alejada del mar de toda Grecia) ha permitido que la inscripción se encuentre en unas condiciones verdaderamente excelentes. Parece ser que un grupo de obreros estaba excavando los cimientos de un futuro centro comercial, cuando hallaron el bloque de piedra en el que se encuentra grabada la inscripción.

El autor es anónimo, pero, gracias a las precisas técnicas de periclitación historiográfica y necrodatación microbiológica, su identidad parece estar fuera de toda duda: el personaje bíblico de Melquisedec, rey de Salem, que aparece citado en el libro del Génesis y que, hasta ahora, muchos historiadores habían considerado mitológico o puramente anafórico. Como es lógico, las consecuencias para la apologética del descubrimiento de pruebas fehacientes de la existencia histórica de Melquisedec son enormes.

Por si esto fuera poco, en esta inscripción, de unos tres mil quinientos años de antigüedad, se recogen las clásicas catorce obras de misericordia que nos ha transmitido la Tradición de la Iglesia, tanto corporales como espirituales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, enseñar al que no sabe, etc. En este sentido, la inscripción confirma la antigüedad y, por lo tanto, autenticidad de esta tradición evangélica. De hecho, es sabido que tanto Aristarco de Samos como San Petrarca de Arezzo habían atribuido las obras de misericordia a Melquisedec, lo que parece quedar ya fuera de toda duda desde el punto de vista arqueológico.

En la inscripción, sin embargo, se encuentra una diferencia notable con respecto a todas las versiones que poseíamos: incluye una decimoquinta obra de misericordia. De haberse tratado de un texto más tardío, los investigadores habrían concluido inmediatamente que se trataba de una adición posterior. Sin embargo, la antigüedad del resto arqueológico implica necesariamente que se trata de una versión más primitiva y genuina.

El descubrimiento, pues, podría ayudarnos a comprender mejor y de forma más auténtica lo que es la misericordia cristiana. En ese sentido, se trata de un descubrimiento extrañamente apropiado para este año jubilar de la misericordia, proclamado por el Santo Padre, que yo no dudaría en calificar de providencial. En efecto, la decimoquinta obra de misericordia parece ser una suerte de compendio de las demás obras de misericordia, como si las resumiera todas en una sola.

Aunque el texto está escrito en griego prehomérico, una lengua que conocemos bien, una de las grandes dificultades encontradas ha sido la de la traducción, en particular la tarea de traducir correctamente el último término de la inscripción. Esta palabra es lo que los exegetas llaman un hápax agámenon, es decir, una palabra que sólo aparece una vez en las inscripciones xilográficas conservadas. Para su traducción, pues, no resulta posible basarse en otros textos y es necesario realizarla mediante comparaciones filológicas epentéticas de otras lenguas cercanas, como el acadio o el ugarítico alóctono.

La complejidad se incrementa por el hecho de que el término parece referirse a una especie vegetal, de manera que no es posible deducir lógicamente su significado. Basados en esos estudios, los traductores se han dividido en dos campos. Por un lado, están aquellos que consideran que se trata de un simple sinónimo generalista de “madera”, “leña” o algo similar. Y por otro, los que piensan que se refiere a una especie concreta, que podría ser una encina, un alcornoque o, simplemente, como sinécdoque, “corcho”.

Sea como fuere, brindo a los lectores una traducción tentativa de la inscripción, para que puedan utilizarla como tema de meditación para este año jubilar. Mi consejo personal es que la lean y luego la repitan una y otra vez, hasta que se convierta en una especie de jaculatoria, que les ayude a comprender mejor lo que es la misericordia y, sobre todo, a ponerla en práctica, porque nada es más triste que saber lo que hay que hacer y no llevarlo a cabo. Yo así lo he hecho y puedo decirles que los resultados, desde el punto de vista espiritual, son magníficos.

Decimoquinta obra de misericordia (según inscripción xilográfica descubierta en el Peloponeso):

Δάλη παστα α ινφοκατολικα, πεσαω

Traducción (tentativa):

¡Contribuye de una vez a la financiación de InfoCatólica, corcho!

Difícilmente podría yo añadir nada a esta perla de sabiduría, así que ya lo saben: háganle caso a Melquisedec y practiquen una obra de misericordia donando de una vez para contribuir al sostenimiento económico de InfoCatólica. Si puede ser con un donativo periódico, mejor (eso no lo dice Melquisedec, claro, es añadido mío).

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