Nadie rezará por nosotros cuando hayamos muerto
En el último viaje que he hecho a Munich, hace un par de semanas, estuve leyendo una serie de lápidas muy antiguas colocadas en la fachada de la catedral. Los alemanes suelen ser muy cuidadosos con las cosas del pasado y generalmente se preocupan por mantener y restaurar las que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial. Como es lógico, las inscripciones estaban en latín, así que ya imaginarán que no había grandes colas para leerlas y pude hacerlo con tranquilidad.
Una de las lápidas me llamó la atención. Era de Henricus Vambes de Florimont. Este Don Enrique del Monte Florido era un eques gallus, es decir, un caballero francés, y me cayó bastante simpático. El pobre hombre, fue enviado en el s. XVII desde Francia a Baviera por María Victoria, la esposa del Delfín de Francia, que era alemana. Allí gastó sus energías trabajando y fue envejeciendo: “adolevit, viguit, consenuit”. Finalmente, “mortem Christiane obiit Monachi ex morbo senectute”, murió de viejo cristianamente en Munich cuando casi había llegado ya a los noventa años.
Me gustó mucho el sano escepticismo que mostraba la lápida, a diferencia de otras muchas, con respecto al valor de los cargos y honores. Después de contar todo lo que el difunto había trabajado durante su vida y los importantes puestos que había tenido, la inscripción sentenciaba:“Bona in vita collecta,
Religione in Deum,
Charitate in proximum,
secum tulit".
Es decir, “se llevó consigo los bienes que había recogido durante su vida: su piedad para con Dios y su caridad para con el prójimo”. No está mal como meditación para recordar de vez en cuando. Lo único que de verdad es nuestro es lo que nos dejamos querer por Dios y nuestro amor a él y al prójimo. Todo lo demás es vanidad. Los triunfos en el trabajo, el coche que nos hemos comprado, ser admirado por todos o salir en la televisión, tener un blog muy popular… vanidad de vanidades.
Y también me encantó la última frase de la inscripción:
“Tu Viator
Mortuo bene precare
Idem forte cras
Rogaturus".
O, en román paladino, como suele el vulgo hablar a su vecino:
“Caminante,
Reza por este difunto.
Quizás mañana
Tengas que pedir tú lo mismo”.
Aquel piadoso caballero francés y sus deudos eran conscientes de que rezar por los que han muerto es un deber de para todos los cristianos. Sabían perfectamente que una de las obras de misericordia, tan olvidadas en este siglo, es, precisamente, rezar por los difuntos. Y sabían que, si no rezamos por los que nos han precedido, tampoco podemos esperar que nadie rece por nosotros cuando lo necesitemos.
Hoy, en cambio, prácticamente se ha perdido en España la tradición cristiana de rezar por los difuntos. Una costumbre que era universal entre los católicos hace unas pocas décadas ha desaparecido sin dejar casi ningún rastro. Como mucho, se reza por quien ha muerto en su funeral (y, en muchos casos ni siquiera en el funeral, porque a menudo parecen más ceremonias de canonización paganas que otra cosa). Pero eso es todo. La mayoría de los niños ni siquiera han oído nunca que se pueda rezar por los que han muerto y se sorprenden agradablemente si lo oyen. Si no fuera por la liturgia, que eleva todos los días nuestra oración al Padre por “los que nos han precedido en el signo de la fe y duermen el sueño de la paz”, este olvido sería prácticamente total.
Si Dios no lo remedia, nadie o casi nadie rezará por nosotros cuando hayamos muerto. Y nos lo habremos merecido, porque no hemos sido constantes en orar por los que nos precedieron. Además, orar por los que han muerto es un signo de fe en la vida eterna y en la resurrección. Porque los difuntos viven en el Señor y, en el último día, resucitarán con él. Así pues, no sería mala idea aprovechar para recordar hoy en la oración a nuestros difuntos. Y también a Don Enrique de Monteflorido, caballero francés y hermano nuestro en la fe, que nos ha recordado que debemos hacerlo.
37 comentarios
"Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora. Una oración por su alma, la recibe Dios."
San Agustín.
Me quedé vacío. Me dije que qué gran diferencia hay entre decir que en cada palabra está vivo un ser querido, a decir de que en cada oración está vivo un ser querido.
¿Por qué, siendo una película poética, dentro de la palabrería no pasa de ser prosaica?.
En cada palabra está vivo....suena a rasero.
En cada oración está vivo.....es volar como las águilas. Es una bocanada de aire fresco. El alma sale en cada jaculatoria.
Sí, la oración muchas veces son palabras, pero son palabras con alas de ángeles. Son palabras que al recogerlas Dios las sublima hasta el infinito.
Eso es poesía. Por eso S. Juan de la Cruz, poeta místico, está considerado el mejor poeta. Dios es pura poesía.
Lo que me sigue dejando helada es que hayan transcurrido cinco años de aquel post. Cinco años.
De entre las personas que conozco, los que me conocieron alguna vez, es posible que se olviden de orar por mí, pero es importante que no nos olvidemos de ellos en el presente, pues la oración por todos es mucha ganancia.
Hoy en día, vas a un entierro y el cura dice: "demos gracias porque el X está en el cielo", etc.
Lögico, si "todos se salvan". Entonces, ¿para qué estamos aquí?
Son muestras del deterioro de la fe. Pues bien, hay que enseñar a los fieles que puede que no nos salvemos, y que después de muerte lo mismo está uno en el purgatorio, y sufriendo mucho. Y que le vendría bien que rezáramos por él. Lo mismo que para nosotros el día de mañana. No hay más.
1.- el individualismo anticristiano por el cual uno queda reducido a su propia vida, voluntad y deseo: en la cultura moderna nadie quiere descender de nadie: el individualista solo quiere ser hijo de sí mismo o, todo lo más, mantiene pseudotradiciones "populares" totalmente insignificantes desde el punto de vista espiritual (fiestas campestres, kermeses nacionalistas o localistas y similares).
2.- La simple y llana falta de amor: se olvida rapidamente a quien no se amó en verdad.
3.- La falta de conciencia de que la vida es algo serio y que el modo de vivirla tiene consecuencias reales en nuestro destino ( o sea los "novísimos"): No se puede pensar en ayudar orando a alguien si no creemos que tal ayuda sea necesaria o tenga sentido. Aquí ha influido mucho, para los que todavía creen, el necio "misericordismo" que nos adoctrina en una salvación automática y universal. Como si el perdón divino fuera solo un acto subjetivo de Dios y no algo que hay que acoger y que al ser acogido tiene consecuencias en la vida.
¿Soluciones? Con franqueza, desde la mentalidad moderna ninguna; el espíritu moderno es sencillamente antiespiritual (incluso cuando aparenta lo contrario) y todo lo que conserva de bueno lo ha heredado del cristianismo.Habría que buscar desde pequeñas comunidades la vivencia y el conocimiento real de la realidad humana en Cristo, sin edulcorarla con sentimentalismo vacuos que solo sirven para adormecer la conciencia en una falsa seguridad. La vida no es un caramelo, la muerte es una realidad y el hombre no vive solo para sí mismo. Claro que para eso hay que empezar por personas que tengan una formación doctrinal suficiente y una vida coherente con ella. Por lo demás solo nos queda la confianza en que Dios integra los males (que no por eso dejan de ser males) en un orden superior que compensa todos los desequilibrios: la Esperanza todo lo espera.
Que no hay mayor y mejor forma del bien rezar que de fe el buen ejemplo dado a los demás.
Buenos días a todos. Rezaremos esta noche por todos vuestros familiares difuntos.
José Manuel Genovés.
"Un anciano obispo de mi diócesis, a quien conocí, les decía a sus sacerdotes: "Quiero primero una pasada por el Purgatorio...así entro limpito al Cielo ! ""
Por definición, todo el mundo que entra en el cielo entra limpito. No se puede entrar de otra manera.
Lo que decía el anciano obispo refleja muy bien que las almas del purgatorio, aunque sufren una purificación, la sufren contentas, porque saben que están salvadas y que esas purificaciones son el camino al cielo. San Francisco de Sales resaltaba mucho esta verdad, tan consoladora.
La verdad oficiosa (no oficial, para no molestar) del clero católico es que todos estamos salvados y el infierno está vacío. Verdad que se extiende también para los no católicos además.
Así que ya me dirás cómo se va a rezar por los muertos en ese contexto.
Sí, los niños entienden estas cosas perfectamente. A menudo, mucho mejor que nosotros. De los que son como ellos es el Reino de los Cielos.
Según su razonamiento, ninguna oración sería necesaria. Dios sabe todo y para nada necesita Él que le pidamos nada, ni por vivos, ni por muertos.
Respondo con Santo Tomás: la oración hace apto de recibir lo que se pide.
Así pues, hagámonos "aptos" unos a otros. Que ni los vivos se olviden de los muertos, ni los muertos de los vivos (si es que pudieran olvidarse de nosotros, que no lo creo)
Saludos a todos
No sólo la oración nos hace aptos para recibir lo que pedimos, sino que además Dios ha querido que una serie de dones suyos (para uno mismo o para otros) se reciban por medio de la oración. Del mismo modo que Dios no necesita los sacramentos, pero ha querido que algunas gracias las recibiéramos ordinariamente a través de ellos, Dios no necesita la oración pero ha querido que algunas gracias las recibamos a través de ella.
Lo mismo podría decirse de la Encarnación (que no es necesaria, porque Dios podría habernos salvado sin ella), la muerte de Cristo en la Cruz, la Iglesia, la intercesión de nuestra Señora y los santos, etc. No son cosas "necesarias", pero Dios las ha querido.
Si alguien, por el mero hecho de no ser absolutamente necesarias en sí, pretendiera que un católico puede prescindir de ellas, estaría mal de la cabeza.
Y discrepo con el titular por algo que he aprendido hace poco: sí habrá quien rece por nosotros cuando hayamos muerto: Muchos difuntos que nos precedieron.
Recemos por ellos, que recen por nosotros, hasta que podamos rezar y alabar al Señor juntos.
Recomiendo vivamente un libro titulado EL Purgatorio, de la editorial Rialp y de autor anónimo. Es muy esclarecedor. No en vano está en la 10º edición.
Algunos me dicen que soy un beato por ir a Misa todos los días, pero yo les digo que en realidad no soy más que un hombre espiritualmente precavido, que trato de hacer acopio en vida de lo que seguramente me hará falta después de muerto.
Como siempre una delicia espiritual el blog del hermano Bruno.
Falso. La Iglesia lo hace miles de veces al día en cada Misa.
Sr. Bruno, SÍ rezarán por nosotros, mientras haya Iglesia y usted ya sabe...las puertas del Infierno no prevalecerán.
Para un católico los dos mundos no son impenetrables, hay una Comunión entre ellos y nosotros que impide la desesperación. El espiritismo fue mucho más raro en los países católicos, como Francia o Italia, que también tuvieron muchos muertos en la Gran Guerra, precisamente por ese convencimiento.
Aunque sea poco todos los días debemos entre todos pedir por ellos para que luego desde el Cielo intercedan por nuestras penosas almas
-Santa María ruega por nosotros ahora y en la hora de mi y de nuestra muerte amen.
LA UNIÓN DE MISAS A FAVOR DE LAS MISIONES
Inscríbase Ud. con todos sus familiares vivos o difuntos. Por cada persona inscrita y sólo por una vez se da un donativo de 5€. Todos los inscritos se benefician de los frutos espirituales de 500 Misas anuales y perpetuas.
Los que han sido inscritos en vida no es necesario renovar la inscripción después de muertos, ya que los beneficios espirituales son perpetuos.
Estimado /a amigo /a, de las misiones, aprovéchese de este tesoro espiritual y al mismo tiempo ayudará a las misiones.
Hermanas Misioneras de San Pedro Claver
Travesía del Caño, 10
Aravaca – Madrid
Telef. 913572250
Gracias amigo, por esa indicación, ademas de rezar por los vivos y los muertos ayudamos a las misiones y a los misioneros es una buena obra ya en vida que nos pone con los pies derechos al cielo
* A mis hijos les diré que si me hacen un funeral laudatorio los desheredo, que mejor recen por mí que tienen un padre pecador y mísero, o mísero y pecador, lo mismo da.
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