Las pequeñas cosas
El día 12 de octubre, en honor a la Virgen del Pilar, inauguramos en nuestro jardín una minúscula capillita, con una imagen de Nuestra Señora del Rosario que habíamos comprado a unos monjes.
Es una capillita de madera que construimos a partir de lo que originalmente era una huevera. Después, la pintamos y barnizamos con los niños, con mucho “lío”, como diría el Papa, y a lo largo de varios días. Como es lógico, el efecto cuando participan niños es mucho más “churretoso” y el caos producido es considerable, pero también nos divertimos mucho.
Para la inauguración, colgamos la capilla en su lugar definitivo de la verja del jardín y la adornamos con flores. Después, rezamos unas oraciones, pedimos la protección de la Virgen para nuestra familia y cantamos un par de canciones marianas. No sé qué pensarían los vecinos, pero supongo que ya deben de estar acostumbrados a nuestras rarezas.
Desde entonces, los sábados rezamos juntos ante la imagen de nuestra Señora. Los niños (y lo que ya no lo somos) recogen flores siempre que se acuerdan y las colocan a los pies de la Rosa de Jericó. Buscar flores por el campo y llevárselas a la Virgen es uno de los recuerdos que con más cariño conservo de mi niñez y me alegro mucho de que mis hijos también puedan tenerlo.
Hay una gran felicidad en las pequeñas cosas.
9 comentarios
Ojalá otros te imiten.
Bendiciones!
Te cuento que nosotros (primos y hermanos, ocho en total) que vivíamos en el campo (La Pampa, Argentina), cuando éramos chicos, teníamos la costumbre de hacer en los árboles, "casitas" para Ángel de la Guarda de cada uno, con palitos, paja, etc. Eran pequeñas......casi siempre sobre la horqueta de dos ramas.
¡Bellos recuerdos!
Reza por mis hijos y nietos......te lo pido por favor.......el mundo que ellos recibieron es mucho más complicado!
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