De discursos y discursos
El discurso de S.M. Felipe VI, nuevo rey de España, me ha recordado a algo ocurrido hace unos días en Estados Unidos. Como saben los lectores, por allá es costumbre que, en la ceremonia de graduación del instituto, el mejor alumno haga un discurso ante los demás. En un instituto de Brawley (California), le tocó hacer el discurso a un chico llamado Brooks Hamby, seleccionado para continuar sus estudios en la Universidad de Stanford, una de las más prestigiosas del país. La administración del instituto le pidió que les presentara el día de antes el discurso de graduación para asegurarse de que era apropiado. Cuando Brooks presentó su borrador de discurso, empezaron los problemas.
El discurso de este chico, que es protestante, estaba redactado en forma de oración: “Padre celestial, haz que en todo momento seamos amables y misericordiosos, perdonándonos unos a otros como Dios nos perdonó en Cristo”. Por lo visto, los responsables del colegio consideraron que las referencias a Jesucristo y la forma de oración del discurso eran “inapropiadas” y contrarias a los “estándares legales en vigor”.
El pobre Brooks presentó otras dos redacciones alternativas, que ya no tenían forma de oración, pensando que así resultarían aceptables, pero también fueron rechazadas, con cualquier referencia religiosa tachada con rotulador por los profesores responsables. El chico recibió incluso una carta formal advirtiéndole que “el contenido religioso no es apropiado” y que “no se le permitiría” pronunciar el discurso tal como estaba en los borradores. Unas horas antes de la graduación, el director del colegio convocó a Brooks y a sus padres, para advertirles que si su hijo “introducía contenido religioso, se cortaría el sonido y se leería una exención de responsabilidad ante los espectadores, explicando la postura del distrito”.
Ciertamente, después de todo esto, nadie habría reprochado a un chico de dieciocho años que se plegara a la imposición del colegio. Pero este chico, según sus propias palabras, sólo deseaba comunicar “algo significativo y que tuviera un impacto positivo duradero” y no quería “traicionar su fe”. Así que presentó un último discurso a las autoridades escolares por correo electrónico un rato antes de que empezara la graduación, pero no tuvo respuesta.
Brooks fue a la graduación y pronunció un discurso ante sus compañeros en el que se mencionaba a Dios: “Que el Dios de la Biblia os bendiga a todos y cada uno de vosotros, todos los días, durante el resto de vuestras vidas”. Y “voy a terminar con una cita del mayor bestseller de la historia: ‘Vosotros sois la sal de la tierra, pero si la sal se vuelve sosa, ¿cómo se la salará? Para nada vale ya, más que para tirarla fuera y que sea pisoteada’. Sed la sal de la tierra, sed fuertes, defended vuestras convicciones y haced lo que es correcto, ético, moral y piadoso, sin importar lo que os cueste”.
¿Y qué pasó? Nada. La administración del colegio no se atrevió a censurar el discurso. Como suele suceder con los matones, ante una oposición decidida se echaron atrás. Bien por Brooks.
¿Y qué ha pasado en España? Que llevamos décadas cediendo ante los matones y, al final, o bien hemos llegado a pensar como ellos o tendremos que dar gracias si nos dejan vivir calladitos, bien encerrados en nuestras Iglesias, sin atrevernos a levantar la voz contra las barbaridades que se realizan en nuestro país con el beneplácito del Estado. Podemos quejarnos, pero la triste realidad es que la culpa es sólo nuestra.
24 comentarios
Bien por el estudiante americano.
Nada hay superior a Dios para una conciencia bien formada.
Y como dijo el clásico: "Al rey la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios."
En todo caso, pidamos por el rey y por España.
Y respecto a si este es el rey que merece este país, teniendo en cuenta como va el país, esperemos que no sea el que merecemos.
Que sirva para servir a España o al menos que nos sea leve. Dentro de lo que hay, se me ocurren otras posibilidades de presidentes de estado que no son mejores, ni muchísimo menos.
Y lo que tenemos que arreglar no se logra con discursos: obras son amores...
Saludos cordiales
1) A mi juicio, el artículo no tiene nada que ver con lo que dices. El artículo habla de ceder o no a los que quieren sofocar cualquier presencia de Dios y del cristianismo en el ámbito público, cosa de la que nadie ha soñado con acusar a InfoCatólica.
2) Por supuesto que censuramos comentarios. De otro modo, las zonas de comentarios se convierten inevitablemente en un estercolero. En este portal, habitualmente no se permiten insultos, blasfemias, barbaridades, cosas que se salgan del tema, comentarios de trolls, faltas de respeto, propaganda de errores, afirmaciones falsas o engañosas, etc. ¿Y qué? Esta es nuestra casa y el que viene a ella tiene que someterse a las normas. Es de cajón.
3) Por supuesto, las decisiones concretas sobre qué comentarios son admisibles y cuáles no son prudenciales y los que las toman se pueden equivocar.
4) Éste no es el lugar para discutir sobre este tema, así que esta conversación se corta aquí. Si alguien tiene una queja, que envíe un correo electrónico al director.
Es cierto que realizar su primer viaje internacional al Vaticano matiza el juicio anterior. Pero de puertas para adentro se impone siempre la cesión y la cobardía. Si el reinado de Felipe VI va a ser la continuación sin más del de su padre, con esa connivencia o complicidad con las izquierdas que va mucho más allá de su papel constitucional como árbitro o moderador de la vida política, no durará mucho en el trono. Y la unidad de la nación penderá de un hilo entonces.
Tras cuarenta años ininterrumpidos de cesión a las izquierdas, éstas ya se hallan crecidas para el "asalto final". No necesitamos nuevos reyes que hagan perpetuar el mismo error. Esta vez sin guerra civil, con más lentitud ciertamente, lograrán los mismos objetivos que persiguieron en el 36. Así como dependió de su padre este nefasto giro, que el hijo juegue sus cartas para corregirlo. De lo contrario, el primer perjudicado será él mismo y la institución monárquica. Después, España como nación.
En el medio, por supuesto, la revolución de las ideas y algún Concilio.
Quantum mutatus ab illo.
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Esperemos que el que viene a este mundo no tenga que someterse a las normas del mismo. Porque todos venimos a él.
Paciencia Bruno que no ha venido Dios al mundo a salvar a los justos sino a los pecadores. Recuerda que hay más alegría en el cielo por el pecador -o equivocado- que se arrepiente que por 100 justos que progresan.
En fin ya lo dice el Cristo: Nadie se puede salvar por sí mismo. Pero lo que es imposible para el hombre no lo es para Dios.
Eduardo Jariod:
Por desgracia, no se puede matizar la actitud del nuevo rey con lo de la primicia de visita al Vaticano:
«Fuentes de la Casa del Rey explicaron que la circunstancia de que la primera visita internacional sea a la Santa Sede no tiene que ver con ninguna tradición ni con el deseo de compensar la ausencia de símbolos o ceremonias religiosas entre los actos de la jornada de proclamación de Felipe VI.
»Según han precisado, se buscaron fechas adecuadas para concretar las primeras visitas internacionales con Francia, Marruecos, Portugal y el Vaticano, sin prefijar ningún orden, y, de los cuatro Estados, fue la Santa Sede el que ofreció la fecha más cercana en el tiempo.
»(Agencias)»
Para mí está clarísimo que quiere relegar sus «creencias» al ámbito de lo privado (ya por convicción ora por presión), actitud que haría las delicias de cualquier masón, por ejemplo. Y lo de que la parienta no quiera que se eduque a las infantas en la Religión no es excusa, porque ella, aunque fuera agnóstica o crea en los duendes o los extraterrestres, por el hecho de haberse casado en la Iglesia Católica está obligada a dársela; y si no tuvo nunca la intención de hacerlo (o sea, haya simulado) entonces probablemente su matrimonio es nulo.
Tampoco puede ampararse Felipe en la neutralidad confesional del Estado, porque no implica laicismo; es más: si conociera bien la Constitución que ha jurado, sabría que en en ordenamiento legal actual el hecho religioso goza de protección estatal (al menos de aquellas religiones reconocidas).
En resumen: no cuela.
Sí, es lamentable y penoso de todo punto. Qué miedo en ambos. Miedo en la monarquía y miedo en la Iglesia. Ellos solitos se meten en las catacumbas. Ya no hace falta presiones de ningún tipo. Ellos solitos hacen lo "debido", obedientes para agradar y aplacar a aquellos que señalan qué debemos pensar, creer y votar.
Y todo por un plato de lentejas, a ver si arrastrándose consiguen que les perdonen la vida. Al final, se arrastrarán y los liquidarán con toda tranquilidad. Esta actitud no es más que una forma suave (y humillante) de suicidio.
-Los reyes católicos pensaban que la unidad de España era uniformidad y todos debíamos tener la misma religión, de lo contrario hoguera o exilio.
Me parece que ahora estamos mejor y tenemos un rey más digno.
Si alguien prefiere la España de Isabel lo siento mucho.
-El rey no da su opinión en sus discursos, lee lo que le escribe el gobierno.
-La fe del rey es cosa suya, los ateos podemos tener un rey creyente y los creyentes tendrán que aguantarse si les toca un rey bautizado pero sin fe o agnóstico. Es lo que tiene la monarquía, no eliges al jefe del Estado, te conformas con lo que te viene.
-Según nuestra constitución el rey no tiene por qué ser católico ni de ningua otra confesión, esto no es Inglaterra.
-El rey es una figura simbólica que se limita a firmas las leyes. No tiene que tener ni una religión, ni una raza ni un sexo determinados para representarnos.
-Y según nuestras leyes Leonor hasta se podría casar con otra mujer y tendríamos reina reinante reina consorte.
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