Polémicas matrimoniales (III): Domingo de Pascua
En la serie de artículos sobre la propuesta del Cardenal Kasper, tocaba un artículo sobre la coherencia interna de la propuesta, como anuncié. Sin embargo, al ser hoy Domingo de Pascua, me ha parecido mejor escribir algo diferente, relacionado con la cuestión pero más acorde con lo que se celebra hoy.
Sé que hay muchos lectores preocupados por este tema, que en los últimos meses ha creado una gran incertidumbre entre los católicos. Y creo que es normal que estén preocupados, porque es un asunto muy grave, con grandes consecuencias para la Iglesia y para el mundo. A esos lectores (y a mí mismo), me gustaría decirles: No tengáis miedo.
No tengáis miedo. Cristo ha resucitado. Estos días, el prefacio de las Misas dice, desafiantemente, “en esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría”. El gozo en el Señor es nuestra fortaleza. Y ese gozo y esa alegría por la resurrección de Jesucristo no son pequeños, son inmensos, cósmicos, universales: el mundo entero no basta para contenerlos y se desborda. ¡Animo!
En la Misa de hoy, hemos cantado el Sanctus, que es lo que se canta en la liturgia del cielo. Hemos podido unirnos al himno que entonan los santos en la Jerusalén celeste porque la victoria no está en duda. Jesucristo ya ha vencido al pecado y a la muerte. La vida del cristiano y de la Iglesia es un combate, un combate a veces muy fiero y terrible entre la luz y las tinieblas, pero un combate que ya está decidido. ¡No tengáis miedo!
No entremos en las polémicas angustiados, afligiéndonos como los hombres sin esperanza. Hagámoslo fijos los ojos en Aquel que inició y completa nuestra fe, sabiendo que el Señor tiene contado hasta el último pelo de nuestras cabezas. La angustia viene de fiarnos de nuestras fuerzas, que ciertamente son insuficientes, pero no estamos solos. Jesucristo está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Si Jesucristo está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
Querríamos que la historia del mundo y de la Iglesia transcurriera según nuestros planes y expectativas. Y cuando no es así, el demonio nos susurra al oído: esto es un desastre, no puede terminar bien, la Iglesia se hunde, ¿por qué Dios no hace nada?, estás haciendo el tonto, la vida se te escapa y Dios no existe, no existe, no existe… Pero no es verdad. Cristo es el Señor de la historia y, ante él, las fuerzas aparentemente más poderosas del mundo son como gotas en un cubo y pesan lo que el polvillo en la balanza. El Señor del Universo está en nuestra misma barca, aunque parezca dormido y la tormenta ruja. Una sola palabra suya y el viento y el mar le obedecerán, para que creamos y, creyendo, tengamos vida en abundancia. Todo sucede para el bien de los que aman a Dios.
Estos días, cantamos una y otra vez: Goza y alégrate Virgen María, aleluya, porque resucitó en verdad el Señor, aleluya. Aprovechemos para alegrarnos con Nuestra Señora y para imitar su confianza inamovible en Dios, que derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, haciendo lo que es imposible a nuestros ojos. Recordemos las maravillas que hizo el Señor con ella y que ha hecho en nuestras vidas, para que no se nos vuelva a olvidar que Dios provee, que Dios nos quiere, que Él es el único Señor. ¿Quién nos separará del amor de Dios?
No tengáis miedo. ¡Cristo ha resucitado!
20 comentarios
Polémicas matrimoniales (I): la comunión como premio
Polémicas matrimoniales (II): la comunión espiritual
¡Gracias! Falta me hacía este post. ¡Feliz Domingo!
[off topic: ¿te llegan mis correos?]
Un saludo.
José Manuel Genovés
Son necesarios y alentadores.
Bendiciones!
Ese párrafo me resulta incomprensible. Será porque es en Jesucristo como revelación de Dios en quien creo; sólo desde él y su evangelio creo en la Iglesia, aunque es la comunidad eclesial que se extiende en el tiempo y el espacio la que ha hecho posible el encuentro con Jesús.
Omites decir que ese párrafo habla de tentaciones del demonio no de "plantearse" nada. Y las tentaciones no se caracterizan precisamente por decir la verdad.
En cualquier caso, todas las tentaciones están dirigidas siempre, como tentación última, a hacer que el hombre no crea en Dios. Todas. Incluso las tentaciones más evidentemente carnales llevan a eso, porque si Dios no te permite lo que quieres hacer, si no te deja ser feliz, es que es malo y si es malo no es Dios. Eso es lo que quiere el demonio que creamos siempre y todas las tentaciones, de una forma u otra, siempre apuntan a eso. Pero no deja de ser una tentación.
Finalmente, la comisión dictaminó por mayoría la licitud de los medios anticonceptivos. El dictamen de minoría decía que no era posible aprobarlos, entre otras cosas porque si la Iglesia cambiaba su,doctrina milenaria en la materia habría demostrado su,defectibilidad y la,ineficacia de las promesas de Cristo.
El papa, bajo las presiones que su indecisión e imprudencia habían fomentado, y contra todas las expectativas, terminó promulgando la Humanae Vitae y ratificando la doctrina ortodoxa que niega toda licitud a la anticoncepción
Pero el daño estaba hecho, se propagó la idea de que era un tema discutible, episcopados enteros declararon que la doctrina no era aplicable y se difundió ampliamente hasta nuestros días la licitud de la "píldora".
Parece que se vuelve a cometer el mismo error. El daño ya está hecho, y será peor. Lo muestra la confusión de estos comentarios.
Nadie duda de que la Iglesia es indefectible, nadie duda de que las puertas del infierno no prevalecerán; pero la gran tribulación que parece avecinarse aflige, vaya si aflige.
Frente a todos estos que se lanzan contra los Sacramentos, hay que mostrar que vivir cristianamente no es imposible; parece que dan por hecho que no se puede vivir como cristiano: y ése es el error. Pretender que la moral cristiana es imposible y hacerle rebajillas, que acaben disolviéndola e igualándola al paganismo.
Sabemos, porque lo sabemos, que los mandamientos o son universales o no son; y toda esa condescendencia "pastoral" con el pecado lleva ipso facto, como estamos viendo que se pretende, a saltar del nivel pastoral al doctrinal (y lleva, además, a que haya aún más adulterios y a no tener ni el deseo de arrepentirse).
Se puede, al menos, no querer pecar o, como mínimo, llamar al pecado pecado. Porque, si la gracia de Dios no puede ayudarnos a no pecar, ¿en qué sentido estamos redimidos?
Como se lee en el post último de don Guilermo a propósito de las lecturas de hoy: Cristo nos ha regalado ese sacerdocio real que nos abre el acceso a Dios; pero se trata de un don que comporta un compromiso, una exigencia: anunciar a toda la humanidad las proezas de Dios mediante el testimonio de nuestras vidas
Tenemos la responsabilidad de mostrar a todos los que quieren hacer "rebajas" doctrinales que se puede ser coherente. Y, si pecamos, no perder la conciencia de pecado y de necesidad de reconciliación. Nunca pasarnos al lado de "los que están orgullosos de su pecado y quieren obligar al mundo a decir que ese pecado es una virtud". He conocido eso de cerca y sé cuán absurdo es.
Sursum corda
A veces pienso si la Iglesia tendrá un final como el de Cristo en el Gólgota. Recordemos: si eres hijo de Dios... a otros ha salvado... Dios mío, Dios mío etc. y es verdad que nosotros haríamos las cosas de otra manera, con otros tiempos. ¿Señor dónde estás?
Es verdad, incluso en las horas de las tinieblas tenemos que recordar que Jesús vive y desear y orar para no apartarnos de él, de su Iglesia.
Mientras tanto se me viene a la memoria el lamento del mismo Cristo: "Jerusalén, Jerusalén, ... ¡cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos..."
En la fe. Feliz pascua, nuestra esperanza es Cristo.
1) O que sea una de las raras crisis de la Iglesia donde se produce la suspensión del magisterio en la mayor parte de la Iglesia docente o en una parte muy relevante (cf. Newman, "La consulta a los laicos en materia de fe", curiosamente citado por Gasparín en su alegato);
2) o bien que nos encontremos frente al evento que muy bien relata el Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 675 como previo a la venida del Señor: el surgimiento de una "impostura religiosa que dará una aparente solución a sus problemas al precio de la apostasía de la verdad". Esta "solución aparente" de Kasper tiene efectivamente olor a apostasía y puede ser un globo de ensayo del Anomos, que en nombre del humanismo glorificará al hombre y sus deseos.
"La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22)".
Pero el caso es que la gloria de Dios es el hombre viviente y si propone el matrimonio como objetivo es para el bien del ser humano, no para fastidiar. No hay ninguna oposición entre la voluntad de Dios y la felicidad del hombre.
Jesus dice que Moisés permitió el repudio por la dureza de corazón del pueblo, no porque fuera un apóstata. Pero añade la voluntad de Dios de que lo que Dios ha unido no lo separe el hombre.
LO QUE DIOS HA UNIDO
Por cierto, no unánime.
"El ladron solo viene para robar(la Verdad),matar(la paz) y destruir(el alma)".
Por cierto, no unánime.
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Ya está. Lo que yo te digo, luis: si no es eso, se le parece demasiado.
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