¡Buen camino, Benedicto!
[Con ocasión del aniversario de la renuncia de Benedicto XVI, retomo un post que ya publiqué hace casi un año]
Cuando dos peregrinos se cruzan en la peregrinación hacia Santiago, es costumbre saludarse con un amable deseo de “¡Buen Camino!” Hoy quisiera desear lo mismo a Benedicto XVI para despedirme así de nuestro antiguo Papa, porque ayer, en Castelgandolfo, él mismo se definió como “un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinaje en esta tierra”.
Como dice el Salmista, todos los seres humanos somos peregrinos hacia el cielo: “Peregrino soy sobre la tierra” (Sal 118,19). Benedicto nos acompañó en el camino durante un tiempo, pero ahora toma un atajo, camina más rápido y nos precede, como hacen los contemplativos, ardiendo en deseos del cielo.
Fue un regalo de Dios tenerlo como guía y compañero de peregrinación. Nos explicaba las Escrituras mientras caminábamos y nuestro corazón se inflamaba al escucharlo. Ahora sin embargo, nuestros pasos se separan, porque hay un solo Camino, pero muchas sendas. Con cariño y, ¿por qué negarlo?, con lágrimas en los ojos, me despido de él con un pequeño soneto sobre su nueva vida. ¡Buen Camino, Benedicto!
Hoc est enim
En un jardín de Roma hay un anciano,
Oculto a las miradas de la gente,
Que gusta de rezar junto a una fuente,
De prisas y cuidados ya lejano.
Recuerda a veces, con dolor humano,
Que su palabra antaño era influyente
Y el mundo le escuchaba humildemente,
Mas pronto retrocede el pensar vano.
Se pone en pie y, sin oler las rosas,
En casa de su Padre vuelve a entrar,
Dejando tras de sí todas las cosas.
Bien sabe que, encorvado ante el altar,
En esas viejas manos temblorosas,
El mundo y más que el mundo puede alzar.
14 comentarios
¡Casi no conseguí salir de mi asombro de que el Señor te hubiera elegido para regir su
Iglesia, ya que eras mi "candidato" preferido, a pesar de no desconocer la existencia de
tantas opiniones o controversias en contra que no ayudaban en nada a intuir tu elección...!
Asi que, cada vez que te veía, me decía, asombrada: "Pero... ¿será posible, Dios mío?
¡Esto es un milagro!"
¡¡Gracias a Dios, y a ti, por tu entrega siempre humilde y sabia!!
Sigue orando por nosotros!!!
Te extrañamos!!
El soneto muy bonito, muy bien conseguido.
Seguiremos pidiendo por el Papa Francisco y por Benedicto XVI.
Un saludo
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