NOTICIA URGENTE

Hacía tiempo que en este blog no dábamos una primicia. Hoy, Espada de Doble Filo se enorgullece de presentar a sus lectores algo que sorprenderá a muchos. Y no es una noticia intrascendente, cotilla o morbosa, al estilo de las del periodismo basura. Se trata de algo fundamental para la vida de muchos lectores y para la mía propia.

Ahí va la bomba: ¡Se está acabando la Cuaresma! Lo que el día de Miércoles de Ceniza parecía eterno, no lo era. Este tiempo de gracia está a punto de acabar. Y, tristemente, es fácil que no lo hayamos aprovechado. Dios ha derrochado gracia tras gracia, suplicándonos “abre la boca que te la llene”… y su gracia se ha derramado por el suelo porque hemos sido demasiado perezosos para recibirla.

Un pequeño memento mori, de esos que no le gustan a nadie: estadísticamente, a lo largo del próximo mes morirá uno de los lectores de este post (o su autor). Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás. Y muchos otros sufrirán enfermedades, verán sufrir a seres queridos y deberán consolarlos, tendrán la oportunidad de dar testimonio de Cristo, estarán sometidos a grandes tentaciones, entrarán en periodos de oscuridad, vacilarán en la fe, deberán dar un ejemplo de vida cristiana a sus hijos que les marque para toda la vida, serán despedidos, tendrán que considerar una oferta de trabajo que suponga mucho dinero pero un peligro moral, su matrimonio entrará en crisis…

Serán momentos de prueba, momentos cruciales. Y “crucial” viene del latín crux, crucis, que significa “cruz”. En esos momentos de prueba, de nada nos servirá haber analizado al antiguo Cardenal Bergoglio y a sus antepasados hasta la vigésima generación, escribir frases ingeniosísimas en un post o en sus comentarios, saber más que nadie sobre la historia del Papado o citar una frase demoledora de Inocencio IV.

En ellos, necesitaremos desesperadamente la gracia de Dios. Necesitaremos desesperadamente habernos convertido, volviéndonos al Padre que nos esperaba junto al camino. Sabiéndolo, Dios planeó esta Cuaresma para nosotros antes de la creación del mundo, para que nos convirtiésemos de una vez, con ayuno, con llanto, con luto. Con oración, con confesión, con limosna, con sacrificios, con lectura de la Escritura.

Bien lo dijo Fray Pedro de los Reyes:

¿Yo para qué nací? Para salvarme.
Que tengo de morir es infalible.
Dejar de ver a Dios y condenarme,
Triste cosa será, pero posible.
¿Posible? ¿Y río, y duermo, y quiero holgarme?
¿Posible? ¿Y tengo amor a lo visible?
¿Qué hago?, ¿en qué me ocupo?, ¿en qué me encanto?
Loco debo de ser, pues no soy santo.

Aún hay tiempo. Conviértete y cree en el Evangelio. Aunque tus pecados sean rojos como la grana, quedarán blancos como la nieve.