Himno de batalla para la Cuaresma
Al igual que a muchos periodistas, siempre me han fascinado los tesoros de la Iglesia. Gracias a Dios, comparto con ellos el interés pero no las gafas oscuras que les impiden ver la realidad y sé que los tesoros de la Iglesia no son cuentas corrientes, edificios o lingotes de oro. La Iglesia tiene otros tesoros, desde los pobres que acoge en su seno, como dijo San Lorenzo, hasta su fe, que vale más que el oro.
Uno de los elementos que más me gustan de esos tesoros son las oraciones que transmite la Tradición de la Iglesia. Cuántas veces me he quedado asombrado por un himno nuevo que no conocía. El otro día, rezando laudes, me quedé un rato meditando un himno llamado O sol salutis, intimis y decidí que tenía que traducirlo para el blog.
El himno tiene la friolera de mil quinientos años de antigüedad (siglo VI), y fue renovado por Urbano VIII hace sólo cuatro siglos. Empieza con una estrofa que se asemeja a un canto de batalla:
Jesús, sol de salvación,
Brilla en nuestro interior
Cuando, vencida la noche,
Nace un nuevo día para el mundo.
El sol no sucede a la noche simplemente porque la tierra ha dado una vuelta más. El sol vence a la noche como un signo para nosotros de la victoria de Cristo sobre la muerte y el pecado. Como un toque de trompeta que anuncia que, si bien aún hay escaramuzas, la guerra ya está ganada. Mis pecados, contra los que tanto he luchado y que tantas veces me han vencido, han sido derrotados por Jesucristo. La Cuaresma es un combate, el buen combate de la fe, y hay que elegir bando. ¿Con Jesucristo o contra él? ¿Con la noche o con el día? La noche está avanzada, el día se echa encima. Dejemos pues las actividades de las tinieblas y pertrechémonos de las armas de la luz.
Ya que nos das un tiempo de gracia,
Danos también ríos de lágrimas,
Para lavar la ofrenda del corazón
Que presenta con gozo la caridad.
El demonio nos tienta siempre para que miremos la Cuaresma con el mismo cansancio y la misma pereza con que miramos todo. La pone ante nuestros ojos como un horrible desierto, en el que nada crece y en el que vamos a morir. Pero es mentira: La cuaresma es, ante todo, un tiempo de gracia, un tiempo favorable, de salvación. Algo estupendo.
Me encanta la frase de los ríos de lágrimas. No se trata de hacer un par de propósitos para esta Cuaresma, como hacen los paganos en año nuevo. No basta aplicar un poco de pinturita a la pared para tapar el moho y las grietas. La Cuaresma pide ríos de lágrimas, un arrepentimiento sincero, no de boquilla. El dolor auténtico de los pecados. Un cambio total de vida, un giro completo, para dejar de andar tras el pecado, caminando hacia la muerte.
Hoy brotarán lágrimas sin fin
De la fuente de nuestros pecados,
Pues la vara de la penitencia,
Quiebra el corazón endurecido.
La gracia de Dios puede hacer lo imposible. Si Dios sacó agua de la roca en el desierto, puede hacer que, de mi corazón endurecido, del que parecía que sólo podían salir los mismos pecados de siempre, broten lágrimas de arrepentimiento y también de gozo.
Es estupenda la expresión “la vara de la penitencia". La penitencia cuaresmal, como la vara de Moisés, hecha milagrosa con la gracia de Dios, romperá lo irrompible y, de un corazón seco e incapaz de amar, brotará el amor al enemigo.
Llega el día, llega tu día,
Y todas las cosas se renuevan:
Alegrémonos también nosotros,
Vueltos al buen camino por tu diestra.
Es magnífico el paralelismo: Llega el día, llega tu día. Hoy no es, simplemente un día más. Es un día hecho y preparado amorosamente por Dios para que, por fin, nos convirtamos a él. Es un día planeado desde antiguo en nuestro favor. Dios lo tiene marcado en su agenda para nosotros. Nos da el mundo nuevo, iluminado por la luz de la mañana, como un signo de alegría y esperanza: Volvamos al buen camino, y no habrá pecado que no podamos vencer, con la fuerza de su diestra. Si Dios está con nosotros, quién estará contra nosotros.
El universo mismo, de rodillas,
Te adora, Trinidad clemente,
Y nosotros, renovados por la gracia,
Cantaremos un cántico nuevo.
Si alguien no se queda sin palabras al leer esto, es que no tiene capacidad de asombro. El universo mismo, las galaxias, los agujeros negros, las supernovas, planetas y cometas… todo postrado humildemente de rodillas ante la Trinidad. Y no es una imagen bonita, es la pura realidad. El cielo es su trono y la tierra el estrado de sus pies.
Increíblemente, el Señor de todo lo que existe se ha preocupado por mí, mota insignificante del guijarro minúsculo que es la Tierra, dentro del efímero charquito de lluvia que es la galaxia ante Dios. Se ha preocupado por mí y ha querido renovarme por su gracia. ¿Cómo no empezar el día cantándole un cántico nuevo? Como dice San Agustín, el canto nuevo es el que es cantado por el hombre nuevo. Dios me da la gracia para que pueda bendecirle y alabarle en esta mañana. El Señor del universo se complace en esta mota insignificante que le canta. Bendito sea por siempre.
………………………..
A continuación, incluyo el himno original en latín y la traducción completa. Siento no haber encontrado ninguna grabación del himno cantado. Si algún lector la encuentra, podemos incluirla.
O SOL SALUTIS, INTIMIS
O sol salutis, intimis,
Jesu, refulge mentibus,
Dum, nocte pulsa, gratior
Orbi dies renascitur.
Dans tempus acceptabile,
Da lacrimarum rivulis
Lavare cordis victimam,
Quam laeta adurat caritas.
Qua fonte manavit nefas,
Fluent perennes lacrimae,
Si virga poenitentiae
Cordis rigorem conterat.
Dies venit, dies tua,
In qua reflorent omnia:
Laetemur et nos, in viam
Tua reducti dextera.
Te prona mundi machina,
Clemens, adoret, Trinitas,
Et nos novi per gratiam
Novum canamus canticum.
Y la traducción española del himno, intentando mantener la fuerza del original:
Jesús, sol de salvación,
Brilla en nuestro interior
Cuando, vencida la noche,
Nace un nuevo día para el mundo.
Ya que nos das un tiempo de gracia,
Danos también ríos de lágrimas,
Para lavar la ofrenda del corazón
Que presenta con gozo la caridad.
Hoy brotarán lágrimas sin fin
De la fuente de nuestros pecados,
Pues la vara de la penitencia,
Quiebra el corazón endurecido.
Llega el día, llega tu día,
Y todas las cosas se renuevan:
Alegrémonos también nosotros,
Vueltos al buen camino por tu diestra.
El universo mismo, de rodillas,
Te adora, Trinidad clemente,
Y nosotros, renovados por la gracia,
Cantaremos un cántico nuevo.
13 comentarios
Demos gracias a Dios y a su Iglesia.
No has encontrado la música porque en las últimas týpicas aparecen otras estrofas del mismo himno. No sé si originalmente el himno habrá sido más largo.
Ahora aparece con el nombre de "Iam, Criste, Sol iustitiae". Aquí lo canta un yankee:
http://liberhymnarius.org/index.php/Iam,_Christe,_sol
Tiene todos los himnos cantados según el liber hymnarius, desafina un poco, pero ha hecho un gran trabajo.
Si tienes 1 euro, aquí puedes escuchar una versión cisterciense:
http://es.7digital.com/artist/choeur-gregorien-de-paris-jaan-eik-tulve/release/chant-cistercien.
Aquí tienes otra traducción de un argentino (Bernárdez) que a principios del siglo pasado tradujo varios himnos conservando la métrica.
Santa Cuaresma!
Personalmente me gusta más el de Vísperas: Audi, benigne Conditor.
Muchas gracias por los enlaces.
Por lo que he leído, Iam Christe, Sol iustitiae, es la versión antigua de este himno, previa a la reforma del Papa Urbano VIII.
En las páginas dedicadas a la Cuaresma, hay himnos incluso anteriores al siglo IX.
De todas formas, mi preferido sigue siendo el " Attende, Domine ", tan lastimosamente olvidado. He visto que, gracias a Dios, se ha cantado en el Vaticano en una de las celebraciones del Papa estos días.
Luego, extrañamente, la liturgia posconciliar al reformar las horas, restauró los himnos originales.
Quizá por acá alguno con más ciencia pueda ilustrarnos mejor sobre los cambios. El libro del Arocena sigue los de la liturgia y hace una introducción histórica para cada uno.
Cordialmente,
Odysseus.
Es una de esas disputas litúrgicas que al común de los mortales nos quedan un poco lejos, pero que levantan chispas entre liturgistas.
En el 1600 y pico, Urbano VIII llevó a cabo la última gran reforma litúrgica antes del siglo XX. Él había sido un experto latinista antes de ser Papa y, cuando accedió a la Sede de Pedro, decidió crear una comisión para reformar todos los himnos de la liturgia romana. Esa reforma se hizo para ajustar los himnos latinos a las normas poéticas y de vocabulario de la cultura romana clásica, a la poesía de Horacio, Ovidio, etc. Para ello, corrigieron muchísimos versos, eliminaron palabras griegas, neologismos de latín eclesiástico que no existían en latín clásico, etc.
Ya en su tiempo, la reforma fue muy criticada, porque modificó himnos antiquísimos, que en algunos casos llevaban mil años rezándose en la Iglesia. Los nuevos himnos eran más "clásicos", en el sentido del latín clásico, pero resultaban menos cristianos a los oídos de la gente. De hecho, tenían ciertas resonancias a los himnos paganos de los dioses grecorromanos. Surgió así el epigrama sarcástico: Accessit latinitas, recessit pietas. Es decir, más o menos: llegó la latinidad y huyó la piedad. Por ello, los que no estaban obligados no asumieron la reforma: las órdenes religiosas, otros ritos y algunas grandes basílicas.
En nuestro tiempo, el movimiento litúrgico que surgió antes del Concilio fue muy crítico con la reforma de Urbano VIII. Consideraban que había desfigurado los himnos cristianos, convirtiendo muchos de ellos en imitaciones baratas de la antigüedad clásica. No es extraño, pues, que con la reforma del Vaticano II, se volviese a los himnos anteriores a la reforma de VIII. Hay dos ironías aquí:
- En este tema, la reforma conciliar fue mucho más tradicional que la época anterior a la misma y volvió a los himnos antiguos.
- La vuelta, en realidad, ha carecido hasta ahora de efectos prácticos, porque apenas nadie reza los himnos en latín.
Actualmente, en la forma extraordinaria se rezan los himnos según la reforma de Urbano VIII (es decir, los "nuevos") y en la forma ordinaria en latín se rezan los himnos previos a esa reforma (es decir, los "antiguos").
Ese día, yo estaba rezando laudes según la forma extraordinaria. Por eso este himno es de los reformados por Urbano VIII.
Supongo que para latinistas y liturgistas la disputa sea importante, pero cualquiera que no sea ninguna de esas dos cosas (como yo) puede disfrutar de ambas versiones de los himnos alegremente y rezar piadosamente con ellos.
Saludos.
Gracias por la observación.
Estuve un rato pensando si traducir literalmente ese adore, pero llegué a la conclusión de que, en castellano, "El universo mismo, de rodillas, / Te adore, Trinidad clemente", sonaba un poco extraño. Al final, lo dejé en indicativo porque no era mi intención hacer una traducción literal, sino transmitir la belleza del original, y porque teológicamente no hay diferencia, ya que los seres impersonales adoran a Dios con su propio ser, sin necesidad de que los seres humanos hagan nada para conseguirlo, de manera que el subjuntivo es fundamentalmente un deseo de unirse a esa alabanza y adoración del resto del universo, algo que ya se expresa con el segundo verso, que puse en futuro para conservar una vez más la belleza del original.
Toda traducción siempre tiene algo de compromiso. De todas maneras, si alguien prefiere la traducción más literal, estoy de acuerdo en que puede usar:
El universo mismo, de rodillas,
Te adore, Trinidad clemente,
Y nosotros, renovados por la gracia,
Cantemos un cántico nuevo.
Gracias otra vez por el comentario. Soy traductor profesional, así que siempre estoy encantado de hablar sobre traducciones.
P.S: En el resto del himno, también he hecho otros pequeños cambios de énfasis (por ejemplo, cambiar un si por un pues, etc.)
Himnos bellísimos y llenos de auténtica espiritualidad, que la mayoría de los mortales, incluso católicos, nunca han conocido.
Quiera Dios prodigar estas riquezas al universo entero.
Aquí dejo un enlace del himno cantado https://www.youtube.com/watch?v=0ymMaynDXrA
Santa Cuaresma!
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