La verdadera marcha
Yendo el sábado por la noche hacia la parroquia en la que celebramos la Vigilia Pascual, me fijé en la gente que pasaba por la calle. Como eran ya las once, se trataba de los jóvenes habituales vestidos para irse de marcha, que entraban y salían de los bares de la zona. Y otros no tan jóvenes, decididos fuera como fuese a divertirse y a mantener al menos la apariencia de la juventud. Es decir, lo mismo que cualquier otro sábado por la noche. Aparentemente, ignoraban por completo qué día era.
Después, cuando empezó la vigilia, disfrutamos del maravilloso espectáculo de la Iglesia vestida de fiesta como una novia que espera a su Esposo. El cirio pascual, signo de Cristo, luz del mundo. El canto desafiante e indescriptiblemente poético del Exultet. La proclamación de las nueve lecturas que, desde la creación hasta la nueva creación del domingo de Resurrección, explican el verdadero significado del mundo y de la Historia humana. Los bautismos de niños que, en ese momento, eran hechos hijos de Dios, coherederos de Cristo y templos del Espíritu. Los cantos de alegría por la resurrección del Salvador del mundo, llenos de un gozo que es más fuerte que la muerte. Y el grito de victoria: ¡Cristo ha resucitado! Respondido con una fe teñida de sorpresa agradecida: ¡Verdaderamente ha resucitado!
Me llamó la atención que tanto los jóvenes de los bares y de la marcha como los participantes en la vigilia se hubieran vestido de fiesta. Yo diría que los primeros, se vestían así para conseguir que les quisieran, como casi todo lo que hace el ser humano. Ya fuera para quedar bien ante los amigos, para integrarse en el grupo, para buscar novia, para gustarse a sí mismos o para lo que fuera. En cambio, los de la vigilia se vestían elegantemente porque ya habían encontrado quien les quiere infinitamente, de forma gratuita y sin tener que ganárselo. Con amor eterno te quiero, dice la lectura de Isaías.
En los bares, era un sábado más, así que, con más o menos fortuna, se intentaba hacer fiesta, crear una ocasión para la diversión. La idea fundamental era ser felices y, quizá por eso, los resultados eran más bien escasos. En las iglesias, en cambio, era la noche del grande y santo Sábado que ya se transformaba en el Domingo que es, en la tierra, la prefiguración del cielo. Se celebraba algo real, ocurrido y no creado por el hombre, sino recibido como un don del cielo. Los ojos no estaban puestos en la propia felicidad y diversión, sino en el Resucitado. Quizá por eso la felicidad se encontraba mucho más cerca de los que allí estaban.
Los jóvenes y no tan jóvenes que intentaban a toda costa divertirse en discotecas y bares probablemente habrán olvidado esta noche en cuanto pasen unos días. El próximo fin de semana, llegará de nuevo el momento de volver a intentar ser felices y el sábado anterior ya no significará nada. Los cristianos, en cambio, viven de la Pascua de Cristo, sucedida hace dos mil años y que sigue teniendo el poder de transformar la vida de los que la celebran. Es la noche en que Cristo ha vencido a la muerte, retorna victorioso del infierno y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal.
Y, por una vez, en los templos se celebró tanto o más tiempo que en los bares. Cuando salimos de la vigilia, a eso de las cinco de la mañana, las calles ya estaban desiertas y sólo vimos a otros cristianos que salían, cansados pero exultantes, de sus propias vigilias. Adultos, niños y ancianos que habían celebrado el acontecimiento central de la Historia. Un pueblo en fiesta.
13 comentarios
Feliz Pascua para ti y los tuyos, en especial a la pequeña Inés.
Mientras estaba allí pensé: Vaya, quién lo iba a decir que sería el Camino el que me permitiera celebrar de tan bonita forma este día maravilloso?
Feliz Pascua a tí también Bruno y a todos. Para mí también fue una gran fiesta que naturalmente vino precedida del gran consuelo del jueves y del viernes y de una buena cuaresma. Este año la ocasión fue un poco especial. En nuestra parroquia, un pueblo de Sevilla, somos muchos y un presbítero de una parroquia de otro pueblo que se está quedando vacía nos pidió si podía ir gente allí a celebrar con ellos la Pascua durante toda la noche, para que hubiera más alegría, más riqueza de signos, más vivencias, etc. Fuimos 2 comunidades a reforzar al pobre párroco y entre la feligresía y nosotros juntamos 100 y pico de personas y experimentamos el paso de Cristo en las Palabras, los cantos, las moniciones, la homilía, la catequesis a los niños, los bautizos, la comunión. Y mientras, la muchachada de fuera alborotando y en algunos casos burlándose de lo que hacíamos (el rito del fuego en el exterior). La Paz.
Me alegro mucho de que te gustara. En el Camino se canta mucho y, además, todos los cantos son una catequesis.
El pregón pascual es estupendo. El kerigma de la Iglesia destilado y hecho poesía. Deberíamos meditarlo todos los días mientras dure la Pascua.
Saludos.
Muchas gracias por contar tu experiencia.
Nosotros también fuimos a otra parroquia, en un barrio "difícil", para ayudar en la celebración. Aunque este año ya no hacía tanta falta, porque les han enviado dos comunidades en misión.
Y dichosos vosotros si os han injuriado por causa del Hijo del Hombre.
Saludos.
El problema es que el demonio no descansa ni en Pascua, y a la puerta nos espera siempre "ese tipejo". Esperemos poder combatirlo.
La Paz.
No es mala idea, meditar alrededor del Pregón Pascual durante la Pascua, que a fin de cuentas es como una prolongación de esta vigilia gloriosa.
Demos gracias a Dios ¡Aleluya, Aleluya!
Como todo lo que es bueno en liturgia, para no pensar, para trans-pensar, para contemplar.
Y no lo expliques, porque lo matas.
Me gusta mucho tu blog que leo asiduamente.
Confieso que nunca asisto a la Vigilia de Pascua, quizá Dios me conceda asistir alguna vez. Me gustaría saber cuales son "las nueve lecturas que, desde la creación hasta la nueva creación del domingo de Resurrección, explican el verdadero significado del mundo y de la Historia humana". Muchas gracias.
Feliz Pascua de Resurrección.
Comimos las hierbas amargas, bebimos las copas, un niño interrogó por qué esta noche es diferente a otras noches y cenamos el cordero, de pie.
Un balsámico exorcismo contra las regresiones tridentinas y los nostálgicos del pasado.
Una Pascua de vanguardia.
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