Mudanzas
Estas últimas semanas, he estado haciendo la mudanza de un piso a otro. Un trabajo mucho más pesado de lo que imaginaba. Resulta increíble la cantidad de cosas que se acumulan en una casa con los años. Especialmente cuando uno tiene tres niños pequeños y salen juguetes, pololos de bebé (sea lo que sea lo que significa esa palabra) y trastos de todos los rincones.
He adelgazado un par de kilos y me han salido agujetas en músculos que ni siquiera sabía que tenía. Por no hablar de los agobios para encontrar dónde dejar los muebles, cómo transportarlos, el pago de la casa, las llaves, el cambio de los contratos de agua, luz, gas o teléfono y otras mil cosas de las que hay que preocuparse.
En cambio, como es lógico, mis hijos se han divertido mucho estos días. Para ellos, todo era como un juego y todo les ilusionaba. Para ellos, ha sido un tiempo de aventura. Estos días me han hecho comprender mucho mejor lo de que hay que “ser como niños” si queremos entrar en el Reino de los Cielos.
Me da la impresión de que intentamos (yo al menos lo hago) entrar en el Reino de los Cielos como si hiciéramos una mudanza. Es decir, llevándonos consigo todos nuestros bienes, nuestras costumbres, nuestras amistades, nuestro prestigio, nuestra forma de ver las cosas y hasta nuestros trastos. Y, claro, es imposible. Intentamos subir el Monte Carmelo con una pila de muebles, cajas y otras cosas a la espalda y, como es lógico, sólo conseguimos dar unos pasos vacilantes. El esfuerzo es agotador y apenas tiene resultados, más allá de una grave “hernia espiritual”.
Cuando el Señor nos dice esas palabras tan duras, “no podéis servir a Dios y al dinero", no nos está quitando nada, porque no necesita nada de nosotros y mucho menos nuestro dinero. Lo que está haciendo es liberarnos de la carga abrumadora que no nos deja movernos, que nos tiene encorvados y mirando siempre al suelo.
En ese sentido, no creo que pudiera encontrar mejor ejemplo de cómo hay que actuar que el que me dan mis hijos. En primer lugar, no se preocupan por ropa, juguetes o el resto de sus pequeñas posesiones. De hecho, hemos aprovechado la mudanza para deshacernos de un gran número de juguetes que ocupaban mucho espacio y ni siquiera se han dado cuenta de ello. Por lo tanto, no se agobian por asegurarse de que no se les olvide nada, ni tienen que esforzarse terriblemente, ni cargan grandes pesos que superan su capacidad. Saben que sus padres se ocuparán de todo y que ellos no tienen que llevar su vida a cuestas.
Por otra parte, tampoco tienen que hacer planes y preocuparse por si esos planes se cumplen o no. Se limitan a ir donde les dicen, fiándose de quienes les llevan de la mano. Además, y esto es muy importante, disfrutan de todo lo que hacen. Si pasan un par de noches con sus abuelos, disfrutan de estar en casa de los abuelos. Si la casa está llena de cajas, inventan juegos con las cajas. Si llegamos a la casa nueva, exploran todos los parques del nuevo vecindario…
Para ellos, todo es gracia. Y, si para mí no lo es, quizá se deba a que tengo que aprender de ellos a ser un niño, para entrar en el Reino de los Cielos, sin necesidad de mudanzas, contratos ni agujetas.
22 comentarios
Caray, Bruno, he tenido que negociar cada peluche que iba a tirar. Unicamente funcionaba la manipulación de "dárselo a un niño pobre". O directamente, la operación "noche y niebla".
Esta tarde intentaré enviarte esas frases que me pediste. Lo siento, no he podido hacerlo hasta ahora.
Hay que tener en cuenta que son muy pequeños. La mayor tiene cuatro años. Los únicos muñecos a los que verdaderamente están apegados son el peluche con el que duerme cada uno de ellos (y yo creo que los consideran más bien mascotas que juguetes).
En algunas cosas, mejoramos al crecer, pero temo que en muchas otras empeoramos bastante.
Por cierto,ya sabes que aquello del agua con azucar no funciona,lo digo por las agujetas.
Je, je. Me refería al crecer en años, no al crecer en gracia. Crecer en gracia claro que nos mejora... y a la vez nos hace darnos cuenta de que:
- Esa mejora es obra de Dios en nosotros, como tú dices. Hasta el mismo hecho de desear mejorar es gracia de Dios. Nuestra colaboración es apenas nada, más dejar que Dios haga que otra cosa.
- Con que un instante nos apartásemos de Dios, perderíamos todo lo mejorado o incluso nos haríamos mucho peores aún
Si te has convertido y Dios te ha cambiado con su gracia, las generaciones te llamarán bienaventurado, porque también tú has recibido en ti al Salvador. Y eso, como le pasaba a la Virgen, no será motivo de soberbia, sino de mayor humildad al ver las obras de Dios.
Saludos.
Un abrazo.
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Lo dicho,Bruno,tu si que sabes expresarte con profunda sencillez. Buen post en tu regreso.
“..lo cual a dejado expuesto que quizás.. se acerca el momento de la profecía..”
Todas las comunidades judías del Planeta están atentas a este llamado, solo se espera el momento, “hora y día señalado ” para tal evento.. todos los judíos esperan al mashiaj… y le cantan la plegaria secreta..
Está bien lo de comparar una mudanza con la vida interior, tirar trastos viejos que estorba , ocupan sitio y no dejan entrar al Señor y a lo mejor estamos apegados a ellos
Una mudanza es una de las experiencias más estresantes; lo bueno es que surgen mil anécdotas para contar el resto de la vida en las reuniones familiares. Y que a algunos se les ocurren ideas tan edificantes como la de este post.
Bueno, si ya acabaste de hacer el traslado, enhorabuena; sin duda, este es también motivo de felicitación.
Tu casa y mi casa es el cielo Bruno, acá solo estamos de paso y eso lo aprendí de mi hijo, que al igual que los tuyos son el mas cercano parlante repetidor de la voz de Dios que tengo.
Yo me preocupaba que casi llevo casa por año de mi hijo y pensaba "voy a romperle su estabilidad y bla bla bla". Hasta que un día íbamos en el carro todos juntos y vio una casa en la calle y me dijo: "Papá ¿el otro año nos podemos pasar a esa casa?".
Su casa es donde están sus padres y sus hermanas, no donde llegan los recibos Animo y bienvenido a la nueva casa a la que has trasladado temporalmente TU HOGAR.
La vida es una perpetua mudanza.
Aunque, bueno, bien mirado, el Tiempo Pascual es tiempo de consolación.
Esperamos recuperarte sano y salvo.
Gracias por preocuparos. Sólo era una mudanza. Nada importante, pero sí muy trabajoso y que, unido al trabajo, no me ha dejado ni un segundo libre para escribir en el blog.
Saludos.
Muy buen comentario y muy buena la historia de tu hijo. "Peregrino soy sobre la tierra", como dice el salmo.
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