En ocasiones, veo santos
Por una gripe inoportuna y especialmente virulenta, me ha resultado difícil escribir en los últimos días. Sin embargo, no quiero dejar pasar la ocasión de comentar una noticia de esta semana pasada: Roma ha aprobado la apertura del proceso de beatificación de Don Francisco Pérez y Fernández-Golfín, primer obispo de Getafe. Es decir, el primer paso oficial para una futura canonización, si Dios quiere.
Para mí, que conocí a Don Francisco, esta noticia es una gran alegría. Y debería serlo también para los que no le conocieron. Los cristianos no veneramos “héroes” en el sentido mitológico o clásico de seres sobrehumanos que realizaron grandes hazañas. Tampoco tenemos ídolos, como los cantantes y futbolistas de la sociedad moderna. Tenemos santos, que, en su pobreza y debilidad, reflejan la santidad del único Santo.
Y ésta es una grandísima diferencia, aunque muchos no lo entiendan. Por un lado, es muchísimo más difícil ser santo que ser un cantante de éxito, un gran futbolista o un héroe. De hecho, ser santo es imposible, está más allá de las fuerzas humanas. Cuando la Iglesia canoniza a un santo, ese acontecimiento debería sorprendernos más que si nos dijeran que alguien ha conseguido saltar una montaña, vivir mil años o comerse un planeta. Los santos hacen lo imposible: amar a sus enemigos, vivir como quien ve al invisible, amar a Dios sobre todas las cosas, cumplir en su carne lo que falta a la pasión de Cristo, hablar con las palabras de Cristo, hacer milagros como Cristo y, lo más increíble, parecerse al mismo Hijo de Dios.
Por otro lado, sin embargo, todos podemos ser santos, con la gracia de Dios. No hace falta ninguna cualidad natural, ninguna habilidad especial, ninguna formación ni historia especiales. Todos estamos llamados a ser santos. Cada uno de mis lectores está llamado a ello y, abriendo su corazón a la gracia de Dios, puede dejar ahora mismo que Dios inicie en él una vida de santidad, si es que no lo ha hecho antes. Sí, también X, ese comentarista peleón y lleno de soberbia. Y también Z, esa vecina envidiosa y con una lengua que serviría para decapar la pintura de las paredes. Incluso yo puedo hacerlo. Ahora es tiempo de gracia. Ahora es tiempo de salvación.
Don Francisco era plenamente humano. Quizá podría decirse que era aún más humano que los demás, precisamente porque siempre tenía a Dios ante los ojos. Todo lo veía con una mirada de eternidad. Y esa eternidad que había en su vida no le hacía inaccesible ni inhumano, sino todo lo contrario. De hecho, nadie con ojos en la cara le habría confundido con un ser inaccesible o inhumano. Ahora mismo estoy sonriendo al recordar sus fortísimos estornudos, que hacían retumbar cualquier casa. O su gusto por la jardinería y la carpintería. O su sonrisa satisfecha cuando pisaba a alguien el pie, en broma, con su báculo episcopal…
Curiosamente, “golfín”, la segunda parte del segundo apellido de Don Francisco, es el nombre que se daba a los antiguos bandidos de Sierra Morena. No sé si Don Francisco descendía o no de alguno de ellos, pero para mí esa palabra es un signo de lo que dijo Cristo: no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. Todos, a nuestro modo y en mayor o menor medida, somos unos bandidos, unos “golfines”. Si no hemos pecado más gravemente, es por falta de ocasión y no por una especial virtud por nuestra parte. Y Dios no elige gente virtuosísima para entrar en su Iglesia, elige golfines y los transforma a imagen de Cristo.
Por eso, una de las características fundamentales de los santos es la alegría. Quien ha recibido un regalo inmenso de Dios sin merecerlo no puede evitar estar alegre. Y eso es, quizá, lo que más recuerdo de Don Francisco. Una gran alegría en todo lo que hacía. Incluso cuando cumplir su misión como obispo suponía dar la vida con un grandísimo sufrimiento. Incluso cuando, durante años, tuvo que regar la naciente diócesis de Getafe y el seminario con su misma vida derramada.
No es casual que su lema episcopal fuera: Gustosamente me gastaré y me desgastaré por vuestras almas. No sólo se desgastó por nuestras almas, sino que lo hizo “gustosamente”, con la alegría del mismo Cristo. Pocas cosas servirían mejor que ésta para demostrar la presencia de Dios en él. Si yo me quejo, murmuro y estoy de mal humor cuando tengo que sufrir la más pequeña contrariedad, ¿cómo voy a dudar de que era Dios quien permitía que D. Francisco pudiera dar su vida entera con alegría y amando a los que le hacían sufrir? Espero que así lo reconozca la Iglesia y que un día podamos anunciar a los lectores que este proceso de beatificación que ahora empieza ha terminado con éxito. Y, mientras tanto, confío en que D. Francisco siga intercediendo por nosotros.
15 comentarios
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Qué ganas teníamos de leer esta nocticia.
Suscribo el post, especialmente los párrafos copiados.
Yo también tuve a Monseñor Pérez y Fernández Golfín como obispo, lo traté poco pero suficiente para saber que era alguien fuera de lo común.
Sus dos visitas a mi pueblo y parroquia dejaron huella. Sobre todo en los niños de catequesis que, cuando se fue el obispo, todas las semanas querían que volviera.
Mi hijo mayor fue su monaguillo en las dos misas que celbró en nuestra parroquia y ese recuerdo tampoco se le borra. Que el obispo celebre misa en una parroquia de pueblo es toda una fiesta; si, además, se trata de un obispo como don Fco. José, ya ni os cuento...
Fue tan llorado como es difícil que lo sea un obispo.
Le tengo encomendada una gracia muy especial, a ver si intercede.
Eso es lo que quería decir. Voy a cambiar un poco la frase para que quede claro.
El acuerdo total entre el blogger y Yolanda debe de ser un milagro del santo. ;)
Da gusto esta paz. Y tras leer a Don Guillermo sobre San José, más todavía.
Saludos.
Hasta mañana si Dios quiere a todos.
Decía, mi pariente, que "no parecía obispo", y que recibía a todo el mundo, como un párroco de barrio, ella tuvo contacto con monseñor debido a la vocación religiosa de una hija suya y fue a pedirle opinión y consejo al respecto, por tratarse de un nuevo instituto,y,quería información.
Atendió todos sus requerimientos y mi prima segunda es hoy religiosa de ese instituto.
Por cierto, hasta donde yo conozco, cuando se admite a trámite un expediente de esta naturaleza es que la cosa está hecha, pues los informes, al respecto, son de un rigor y una profundidad, que ya quisiera yo para la sociedad civil;lo que pasa es que se toma tiempo, por si aparece algo que obste el proceso, como se hace con las amonestaciones (avisos) públicas en un matrimonio o la recogida de testimonios en una ordenación.
¿Qué te parece Yolie?
Por cierto vuelve pronto al saloon de Carson City, el viejo Sam tararea tus sonnets & lyrics, todos te añoran y no sabes cómo.
Grandson
- El ángel del Señor anunció a José.
- Y el la recibió en su hogar...Padrenuestro
- La matanza de los Santos Inocentes.
- Y José tomó a María y al Niño salvándole la vida...Padrenuestro
- El Niño perdido y hallado en el templo.
- Y José le encontró llevándole de vuelta a casa...Padrenuestro
Oración:
Señor, Dios Nuestro, que has suscitado un varon justo, José, como custodio del Redentor, concédenos seguir los pasos de quien cuidó y alimentó a Jesús, para que, por su intercesión, crezca en todos los hombres. Por JNS. Amén
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