Nadie rezará por nosotros cuando hayamos muerto
En el último viaje que hice a Munich, hace un par de semanas, estuve leyendo una serie de lápidas muy antiguas colocadas en la fachada de la catedral. Los alemanes suelen ser muy cuidadosos con las cosas del pasado y generalmente se preocupan por mantener y restaurar las que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial. Como es lógico, las inscripciones estaban en latín, así que ya imaginarán que no había grandes colas para leerlas y pude hacerlo con tranquilidad.
Una de las lápidas me llamó la atención. Era de Henricus Vambes de Florimont. Este Don Enrique del Monte Florido era un eques gallus, es decir, un caballero francés, y me cayó bastante simpático. El pobre hombre, fue enviado en el s. XVII desde Francia a Baviera por María Victoria, la esposa del Delfín de Francia, que era alemana. Allí gastó sus energías trabajando y fue envejeciendo: “adolevit, viguit, consenuit”. Finalmente, “mortem Christiane obiit Monachi ex morbo senectute”, murió de viejo cristianamente en Munich cuando casi había llegado ya a los noventa años.
Me gustó mucho el sano escepticismo que mostraba la lápida, a diferencia de otras muchas, con respecto al valor de los cargos y honores. Después de contar todo lo que el difunto había trabajado durante su vida y los importantes puestos que había tenido, la inscripción sentenciaba:
“Bona in vita collecta,
Religione in Deum,
Charitate in proximum,
secum tulit.”
Es decir, “se llevó consigo los bienes que había recogido durante su vida: su piedad para con Dios y su caridad para con el prójimo”. No está mal como meditación para recordar de vez en cuando. Lo único que de verdad es nuestro es lo que nos dejamos querer por Dios y nuestro amor a él y al prójimo. Todo lo demás es vanidad. Los triunfos en el trabajo, el coche que nos hemos comprado, ser admirado por todos o salir en la televisión, tener un blog muy popular… vanidad de vanidades.
Y también me encantó la última frase de la inscripción:
“Tu Viator
Mortuo bene precare
Idem forte cras
Rogaturus.”
O, en román paladino, como suele el vulgo hablar a su vecino:
“Caminante,
Reza por este difunto.
Quizás mañana
Tengas que pedir tú lo mismo”.
Aquel piadoso caballero francés y sus deudos eran conscientes de que rezar por los que han muerto es un deber de para todos los cristianos. Sabían perfectamente que una de las obras de misericordia, tan olvidadas en este siglo, es, precisamente, rezar por los difuntos. Y sabían que, si no rezamos por los que nos han precedido, tampoco podemos esperar que nadie rece por nosotros cuando lo necesitemos.
Hoy, en cambio, prácticamente se ha perdido en España la tradición cristiana de rezar por los difuntos. Una costumbre que era prácticamente universal entre los católicos hace unas pocas décadas ha desaparecido sin dejar casi ningún rastro. Como mucho, se reza por quien ha muerto en su funeral (y, en muchos casos ni siquiera en el funeral, porque a menudo parecen más ceremonias de canonización paganas que otra cosa). Pero eso es todo. La mayoría de los niños ni siquiera han oído nunca que se pueda rezar por los que han muerto y se sorprenden agradablemente si lo oyen. Si no fuera por la liturgia, que eleva todos los días nuestra oración al Padre por “los que nos han precedido en el signo de la fe y duermen el sueño de la paz”, este olvido sería prácticamente total.
Si Dios no lo remedia, nadie o casi nadie rezará por nosotros cuando hayamos muerto. Y nos lo habremos merecido, porque no hemos sido constantes en orar por los que nos precedieron. Además, orar por los que han muerto es un signo de fe en la vida eterna y en la resurrección. Porque los difuntos viven en el Señor y, en el último día, resucitarán con él. Así pues, no sería mala idea aprovechar para recordar hoy en la oración a nuestros difuntos. Y también a Don Enrique de Monteflorido, caballero francés y hermano nuestro en la fe, que nos ha recordado que debemos hacerlo.
62 comentarios
Bruno, muy bueno el post. Gracias.
Y no es así, los santos que han visto imágenes del purgatorio dan fe de que hay allí muchas, muchísimas almas que no tienen ni el consuelo, no ya de una humilde Eucaristía, sino de la más distraída oración. Lógico, pues pensamos que claro, tiene que estar en el Cielo...
Terrible.
Y absolutamente cierto.
En algún lugar creo que lo dice Tom, pero no recuerdo dónde.
48. Sobre este punto hay que mencionar aún un aspecto, porque es importante para la praxis de la esperanza cristiana. El judaísmo antiguo piensa también que se puede ayudar a los difuntos en su condición intermedia por medio de la oración (cf. por ejemplo 2 Mc 12,38-45: siglo I a. C.). La respectiva praxis ha sido adoptada por los cristianos con mucha naturalidad y es común tanto en la Iglesia oriental como en la occidental. El Oriente no conoce un sufrimiento purificador y expiatorio de las almas en el « más allá », pero conoce ciertamente diversos grados de bienaventuranza, como también de padecimiento en la condición intermedia. Sin embargo, se puede dar a las almas de los difuntos « consuelo y alivio » por medio de la Eucaristía, la oración y la limosna. Que el amor pueda llegar hasta el más allá, que sea posible un recíproco dar y recibir, en el que estamos unidos unos con otros con vínculos de afecto más allá del confín de la muerte, ha sido una convicción fundamental del cristianismo de todos los siglos y sigue siendo también hoy una experiencia consoladora. ¿Quién no siente la necesidad de hacer llegar a los propios seres queridos que ya se fueron un signo de bondad, de gratitud o también de petición de perdón? Ahora nos podríamos hacer una pregunta más: si el « purgatorio » es simplemente el ser purificado mediante el fuego en el encuentro con el Señor, Juez y Salvador, ¿cómo puede intervenir una tercera persona, por más que sea cercana a la otra? Cuando planteamos una cuestión similar, deberíamos darnos cuenta que ningún ser humano es una mónada cerrada en sí misma. Nuestras existencias están en profunda comunión entre sí, entrelazadas unas con otras a través de múltiples interacciones. Nadie vive solo. Ninguno peca solo. Nadie se salva solo. En mi vida entra continuamente la de los otros: en lo que pienso, digo, me ocupo o hago. Y viceversa, mi vida entra en la vida de los demás, tanto en el bien como en el mal. Así, mi intercesión en modo alguno es algo ajeno para el otro, algo externo, ni siquiera después de la muerte. En el entramado del ser, mi gratitud para con él, mi oración por él, puede significar una pequeña etapa de su purificación. Y con esto no es necesario convertir el tiempo terrenal en el tiempo de Dios: en la comunión de las almas queda superado el simple tiempo terrenal. Nunca es demasiado tarde para tocar el corazón del otro y nunca es inútil. Así se aclara aún más un elemento importante del concepto cristiano de esperanza. Nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros; sólo así es realmente esperanza también para mí[40]. Como cristianos, nunca deberíamos preguntarnos solamente: ¿Cómo puedo salvarme yo mismo? Deberíamos preguntarnos también: ¿Qué puedo hacer para que otros se salven y para que surja también para ellos la estrella de la esperanza? Entonces habré hecho el máximo también por mi salvación personal.
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20071130_spe-salvi_sp.html
No podré seguir los comentarios, que prometen ser interesantísimos. Enhorabuena por el post, Bruno.
Que Dios os bendiga.
Pero hay que entender qué significa "eternidad", tiempo de Dios. No es que se salva a un condenado, sino que Dios acoge en Su Tiempo fuera del tiempo la oración y salva.
Como dice Luis, Dios está más allá del tiempo y del espacio. Por eso, puede perfectamente aprovechar una de nuestras oraciones muchos años antes de que la hayamos rezado.
Si no recuerdo mal, en la Misa antigua se decía: "líbranos de todos los males, pasados, presentes y futuros" (aunque ahora se ha dejado en "líbranos de todos los males", simplemente). Porque Dios, por nuestra oración de hoy, puede habernos preservado a nosotros o a otros de algún mal en el pasado.
Por ejemplo, es muy posible que Don Enrique de Monte Florido en parte muriese cristianamente gracias a las oraciones que hoy elevan por él a Dios los lectores de este blog... tres siglos después de su muerte.
¡Maravillas del amor de Dios!
Dios quiere que todos nos salvemos. Esa es entonces, supongo, su voluntad. Y si Dios ya quiere que se salve, ¿qué queremos nosotros; cambiar esa voluntad?
Sí, tengo que leer a Tomasso :)
Nuestra oración no remedia ahora lo que sucedió, pero, gracias a Dios, pudo contribuir a que sucediera, para bien, aquello que sucedió. Es difícil expresarlo, porque nosotros vivimos en el tiempo y éste, en cierto modo, nos domina, pero el tiempo no es más que otra criatura en las manos de Dios.
En cuanto a lo de cambiar la voluntad de Dios, es una objeción muy vieja. No se trata de que nuestra oración obligue o ayude a Dios a cambiar de opinión, como piensan los paganos, sino que Dios quiere darnos su gracia como respuesta a nuestras oraciones.
Igual sucede, por ejemplo, con el nacimiento de los niños. Dios no necesitaría a los padres para crear un niño, pero ha querido que los niños nazcan del amor y la unión de sus padres. Esa unión de los padres no "obliga" a Dios ni "cambia" el número de niños que quería que hubiera en el mundo, sino que precisamente es una manifestación de lo que Dios ha querido que esos padres hagan libremente, colaborando con él en dar la vida al niño.
Espero que se entienda.
Sí, esos son los difuntos a los que se aplica "por excelencia" la obra de misericordia.
"Libera nos, quaesumus Domine, ab omnibus malis, præteritis, præsentibus et futuris"
"vínculos de afecto más allá del confín de la muerte"
Eso es una riqueza inigualable del cristianismo. Los que han muerto no han desaparecido. Nuestros familiares difuntos siguen siendo nuestros familiares y rezan por nosotros igual que nosotros rezamos por ellos. "El amor es más fuerte que la muerte".
Saludos.
Publico este offtopic aquí, ya que no tienen la delicadeza de darme razones
Yo sólo modero los comentarios de este blog y, como es un blog de discusión, casi nunca elimino un comentario.
Si quiere quejarse sobre la moderación de las noticias, debería dirigirse al Director de InfoCatólica, Luis Fernando, por correo electrónico o en su blog Cor ad cor loquitur.
Saludos.
Es una oración preciosa, me apena que la hayan eliminado en la liturgia nueva. Supongo que pensaron que la gente se liaría con ella, pero no es bueno intentar clarificar la liturgia excesivamente, porque deja de manifestar el Misterio de Dios, que necesariamente supera nuestros esquemas.
Sí, no se trata de una moda más o menos. Es algo muy importante y que señala un déficit muy grande en la vida de los católicos de hoy.
En definitiva, convirtió una misa 3 D en pantalla plana.
Tranquilo, seguirán rezando por nosotros, siempre que abonemos la cuota para el sufragio de nuestros difuntos. En general también se reza por la parroquia en determinadas misas "gratis". Eso de la parroquia creo que incluye también a los difuntos.
Pero si, efectivamente, si no tienes descendientes la cosa se pone fea. Aunque te puedo asegurar que mi madre reza todos los días por "sus difuntos". Es una piadosa práctica que yo sigo, añadiendo a amigos y conocidos.
Saludos
Fac et spera.
Un cordial saludo.
Y así iremos avanzando por la senda del Progreso y la Felicidad Completa, instalados en nuestras nadas, nadas sobre las que habremos hecho elegantes arquitecturas y bonitos discursos, una bella y modernísima manera de matar el tiempo que pasa.
[Hace tres semanas también yo estuve unos días en Munich. La otrora vigorosa Iglesia bávara, llena de vida y de sentido, muere y languidece porque el separarse el sarmiento de la vid tiene esta clase de consecuencias. Hoy nadie comprendería allí el mensaje hermoso y verdadero de esa lápida antigua. Pues Baviera es -¿quién iba a decirlo?- también hoy territorio de evangelización]
..."Acaso no se habla en el mundo a cada paso de que el amor debe ser libre? ¿Que no se puede amar en el momento que haya la menor imposición? ¿Que respecto del amor no debe existir absolutamente ninguna violencia?
¡Bien!, veamos ahora, al examinar la forma que se tiene de recordar amorosamente a los difuntos, qué es lo que pasa con el amor más libre de todos, ya que un muerto no le obliga a uno en absoluto.
Desde luego, en el momento de la separación, cuando no se puede evitar todavía la presencia del muerto, todos gritan y lloran. ¿Es ésta la tan cacareada libertad del amor? ¿Es esto amor a los difuntos?
Y después, poco a poco, a medida que el muerto se corrompe en el sepulcro, se va corrompiendo también sin saber cómo su recuerdo, hasta ignorar dónde se ha perdido; es decir, que lo que uno ha hecho es irse liberando poco a poco de un recuerdo tan pesado. Mas ¿será este modo de liberarse el propio de la libertad del amor? ¿Es esto amor a los difuntos?
Hay un proverbio que dice: "En quitándole de la vista, pronto se va también de la memoria".
Y podemos estar seguros de que los proverbios dicen en verdad lo que acontece en el mundo; claro que otra cosa muy distinta es la de que los proverbios desde el punto de vista cristiano siempre sean falsos.
Si fuese cierto todo eso que los hombres afirman acerca de lo de amar libremente, es decir, si se pusiera realmente en práctica y los hombres amasen de hecho de esa manera, entonces es indudable que también amarían a los muertos de un modo muy distinto al que lo hacen.
Pero las cosas suelen presentarse de la forma siguiente : en todo otro amor humano se incluye, por lo general, algo que coarta, aunque no sea más que el verse todos los días y la costumbre; por eso es tan difícil poder precisar hasta qué punto el amor se aferra libremente a su objeto, o en qué medida no es el objeto el que decididamente se impone.
En cambio, en la relación con un muerto no puede hacerse más evidente el ejercicio de la libertad amorosa. Aquí no hay nada, absolutamente nada, que se te imponga. Al revés, el recuerdo amoroso del muerto tiene que defenderse contra la realidad circundante, no sea que ésta, acumulando siempre nuevas impresiones, termine por borrar el recuerdo ; el cual también tiene que defenderse contra los embates del tiempo.
En una palabra, la memoria amorosa tendrá que defender su libertad en recordar contra todo aquello que pretenda forzarle a uno a olvidar"...
De la catedral de Múnich guardo muy buen recuerdo, pero no por las lápidas de la fachada, sino porque el día que conocí a mi mujer, fuimos juntos a misa allí.
Lo siento Luis, pero eso no es cierto, ni con los vivos, ni con los muertos ni únicamente desde el punto de vista cristiano. Más bien dependerá de como sea cada persona.
Un cordial saludo.
Padre Eterno, os ofrezco la Preciosísima
Sangre de Vuestro Divino Hijo Jesús, junto con las misas que se digan en todo el mundo hoy:
- por todas las santas almas del Purgatorio
- por los pecadores en todas partes,
- por los pecadores en la Iglesia Universal
- los de mi propio hogar, y dentro de mi familia. Amén.
A los interesados os aconsejo un folleto que podéis encontrar en Gratis Date: el Tratado del Purgatorio, de Santa Catalina de Génova, en edición preparada por el Padre Iraburu. Y un libro sensacional: "El purgatorio. Una revelación particular", de editorial Rialp, que va por la 7º edición. Y por supuesto, hay que leer lo que dice la extraordinaria carismática Maria Simma en cualquiera de los recientes libros sobre ella y su extraordinario don de ver almas del Purgatorio.
Soy joven y soy muy devoto de las benditas almas. Dios me ha concedido la gracia de tomar conciencia de la extraordinaria importancia de rezar por los difuntos y agonizantes, y a mis hijas se lo pienso inculcar. Como dice el Padre Iraburu: "¿Cómo es posible que tantos cristianos muestren tan poco interés por conocer la misteriosa realidad del Purgatorio, estado por el que probablemente pasarán muchos, antes de gozar plenamente de Dios en el cielo?"
El Purgatorio, además de dogma de fe, es una gran obra de la misericordia de Dios. No olvidéis además que en Medgujorje Nuestra Señora dijo que el lugar al que iban más almas tras la muerte es el Purgatorio, luego al infierno, y sólo unas pocas iban directas al Cielo. Por favor, tomad conciencia leyendo sobre el Purgatorio de la enorme importancia de rezar por los que allí están.
Asrone y Luis López:
Como dice Luis, Dios está más allá del tiempo y del espacio. Por eso, puede perfectamente aprovechar una de nuestras oraciones muchos años antes de que la hayamos rezado.
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Por favor señores: Si Dios está mas allá del tiempo y del espacio.
¿Qué es lo que hay más allá?
¿Dónde se encuentra ese más allá?;
¿Qué es ese más allá?
¿Es dimensión claro oscura ese más alla?
¿Tiene fluida luz propia o es opaca refractada?
¿Ese más allá es opaco, fluído; gaseoso o sólido?
¿Quién mora en ese más allá?
¿Sabéis acaso qué es y en que consiste lo que llamáis "tiempo como pasajera dimensión;"
Y lo que que decís del "espacio que no pasa": ¿lo sabéis?
Verdaderamente si supieráis lo qué es el Tiempo o Universo de oscuridad y de muerte donde moráis: Sabríais lo que es la oscuridad y la muerte y cómo éste -el Tiempo que es Universo- crece y medra engulléndose la luz espacial que limenta esta limitada dimensión temporal.
Por lo mismo: Si supieráis lo que es el infinito Espacio de infinita Luz iluminado, e infinita Vida poblado: sabríais quién es; y cómo es el infinito Dios.
Tú no nos aclaras porqué dices eso de que: "Nadie rezará por nosotros cuando hayamos muerto".
Y no lo dices porque no lo sabes; Pero dices verdad.
¡Hay si lo supieras! Todas la incógnitas anteriomente mencionadas te desaparecerían.
¡Lo que se pierde uno por no saber latín ...!
Y qué razón tiene mi señor Foix en que Baviera es una tierra de fuertes contrastes. En cualquier esquina de su capital, pero también en cualquier recodo de sus extensos caminos por pueblos, prados y montañas se puede encontrar uno con un crucifijo, una pequeña ermita, una imponente iglesia barroca o, incluso, una inscripción que te remueve las entrañas porque está escrita desde la fe más profunda.
Y, sin embargo, como tantos otros sitios, su alma se muere.
He estado buscando en Google la historia de Henricus Vambes de Florimont. He encontrado la traducción del epitafio y algunas cosas más, todas muy interesantes.
Y sobre el tema principal, pues me ha emocionado. Yo sí que suelo rezar por los difuntos, aunque menos de lo que debería. Y sé que ellos también rezan por mí. Pero quizás debería empezar a redactar mi epitafio, para que no se cumpla el título que nos ha puesto Bruno ...
Un saludo muy cordial.
por "los que nos han precedido en el signo de la fe y duermen el sueño de la paz”
por otra que haga mención explícita de la doble diferencia esencial entre, de un lado, las almas de los santos, y de otro, las benditas almas del Purgatorio, que se hallan en diversos estados más o menos fuertes de expiación de la pena de sus pecados.
Las almas de los santos no duermen, están en contemplación beatífica activa, y de otro lado, las almas del purgatorio no duermen ningún sueño de la paz, son almas sufrientes por no poder ver al Dios que sí saben que existe y por el dolor de la expiación de la pena del pecado.
Por cierto, la única misa "vaticanosegunda" es la Misa del beato Juan XXIII, es decir, el antiquus Ordo. La Nueva Misa se inventó cuatro años después de clausurado el Concilio.
Con gran sabiduría, la liturgia tradicional, tanto de Occidente como de Oriente, no abunda ni en llamas ni en diablos ni en ultratumbas neorrealistas. Una sola referencia al infierno "ab aeterna damnatione nos eripi" y una referencia lateral al purgatorio, por oposición ("refrigerium, lucis et pacis"). No hace falta más.
Cada vez más la reforma litúrgica me sabe a arquitecto moderno que viene a racionalizar un edificio artístico y venerable. Lo dicho, de la Misa 3 D a la pantalla plana.
La Comunión de los Santos nos depara infinitas gracias - que en el juicio universal conoceremos - , a las que muy poco correspondemos nosotros orando -como Dios quiere que oremos - por los que más lo necesitan.
Pues no pasará esta Cuaresma sin que cambie mi mezquina actitud.
"Pues Baviera es -¿quién iba a decirlo?- también hoy territorio de evangelización"
Iba a decir que es muy triste (porque lo es), pero, en realidad, supongo que es lo normal que podemos esperar los cristianos. Uno de los grandes mandatos del Señor consiste en ir al mundo entero y anunciar el Evangelio, así que no deberíamos sorprendernos de que sea eso lo que Dios nos ha reservado. Con la gran ventaja de que no hace falta irse al África para hacerlo, como en otras épocas, sino que basta tomar el autobús y llegar al trabajo.
Saludos
La mentalidad cartesiana ha hecho mucho daño tanto a la filosofía cristiana como a la liturgia. En esencia, lo que pretende es eliminar el misterio y eso, tanto para comprender la realidad como para dar culto al gran Misterio que es Dios, resulta suicida.
El pobre Descartes tenía buena intención, pero armó un buen lío.
Por cierto, creo que no has entendido bien a Jordi. Me parece que él cree que habría que modificar esa frase porque piensa que es propia del Novus Ordo y no le gusta mucho. Es decir, está hablando de reforma de la reforma (aunque, en este caso, confundiendo lo nuevo con lo viejo).
Saludos.
Buena costumbre la que recibiste de tu madre. Este tipo de cosas son las que debemos dejar en herencia a nuestros hijos.
Saludos.
En realidad, esa oración no es propia de la liturgia posterior al Vaticano II, sino que ya estaba en el Canon romano antiguo (probablemente desde los primeros siglos de la Iglesia):
Memento etiam, Domine, famulorum, famularumque tuarum N. et N. qui nos praecesserunt cum signo fidei et dormiunt in somno pacis...
Aquí en InfoCatólica se hizo un análisis muy interesante de la misma en:
http://infocatolica.com/blog/germinans.php/la-misa-romana-capitulo-27-memento-etiam
En cuanto a su interpretación, se trata de un término poético, que sigue las palabras del mismo Cristo ("la niña no está muerta, está dormida"). Lo que "duerme" es el cuerpo en la tierra. Como dices, el alma goza de la presencia de Dios o está siendo purificada en el purgatorio. Sin embargo, también el alma se encuentra en un estado muy especial, porque le falta el cuerpo que es una parte fundamental del ser humano, así que la comparación del sueño también puede manifestar esta situación anómala.
Saludos.
Me explico:aquí aún se cree en la eficacia de la oración por los difuntos y el gran problema es encontrar un día libre en el que tu párroco pueda celebrar una misa por los difuntos de tu familia. La gente está muy acostumbrada a rezar por ellos, a ir al cementerio muy a menudo por este motivo así como a encomendarlos al finalizar el rezo del Rosario o a rezar un responso al acabar la Misa.
Así que, parcialmente tranquilos, que, desde el Noroeste, recordamos a los difuntos de todos...
Rezar por la Iglesia Purgante es una manifestación de la Comunión de los Santos.
Cuando mi madre era niña, allá por los 40-50 recibió de un empleado de su padre llamado Enrique Oliván, sin esposa, padres, hermanos, hijos, primos, SIN NADIE en la vida, el encargo de rezar por él cuando muriera.
Ese encargo nos lo dejó mi madre en herencia. Todos los días 13 de julio, San Enrique, seguimos mis hermanos y yo rezando por ese hombre que temía que, a su muerte, nadie rezara por él. Desconocemos cómo funciona el "tiempo" fuera de este mundo en le que peregrinamos. Así que, seguir rezando por esehombre cuyo máximo dolor era morir sin que nadie rezara por él, seguro que no está de más.
Me ha gustado mucho leer lo que decís. Es una de las alegrías de la comunión de los santos: aunque aquí las cosas vayan bastante mal en este tema, uno puede alegrarse de que, en otras zonas de la Iglesia, siga teniendo fuerza la maravillosa tradición de orar por los difuntos.
Estupenda la historia, muchas gracias. Me ha encantado. Si hubieras añadido un par de párrafos más, la habríamos publicado como post aparte.
pero el humo del sacrificio
continuará subiendo en el Santuario.
Nadie rezará por nosotros,
pero las palabras del Memento,
musitadas,
en el Secreto
llamarán a la Vigilia a los Dormidos.
En la crisálida de las beatitudes,
en la negrura del podría-haber-sido,
en la lóbrega espera de la alborada,
Susurradas,
derramadas como libaciones sobre los Penates,
como aceite en las lámparas del sueño,
rezarán por nosotros cuando hayamos muerto.
Estupenda poesía, me ha encantado. Es un orgullo que mi post haya podido dar lugar a algo tan bonito.
Buen libro de poesía que se podría hacer sobre las partes del Ordo.
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