Sentarse en el vacío
Hace un par de semanas, viajé, por trabajo, a Alemania. Pasé un par de días en Munich y, entre interpretación e interpretación, pude dar una vuelta por la preciosa ciudad bávara. Creo que es muy sano, de vez en cuando, disfrutar tranquilamente de la belleza que mueve el corazón a bendecir a Dios.
Baviera es una zona católica de Alemania y su catolicismo está presente en todas partes: Iglesias, cruces, estatuas, preciosas imágenes policromadas de la Virgen en las fachadas… hasta me atrevería a decir que la fe católica está presente en la luz más brillante que en otras ciudades de Alemania, en su cielo más azul y en su aire mediterráneo a cientos de kilómetros de este mar.
Una cosa que me llamó la atención mientras paseaba fue uno de esos signos del cristianismo presente en un edificio público, en el Palacio de Justicia, una construcción neobarroca de finales del S. XIX. En la fachada principal, a bastante altura sobre la puerta de entrada, entre alegorías, balanzas, dioses griegos y justicias personificadas, hay un relieve que representa las Tablas de la Ley. Es decir, los diez mandamientos.
La presencia de los diez mandamientos en el centro de la fachada del Justizpalast me resultó muy significativa, como reconocimiento de que la Justicia sólo se puede basar en la Ley Natural, que recogen los diez mandamientos que Dios nos regaló en el Sinaí. Es decir, en el conocimiento del Bien, de la Verdad, de la Justicia y de la Virtud que están grabados en el corazón de cada ser humano, a un nivel aún más profundo que el ADN o que las mismas moléculas que forman nuestro cuerpo. Notamos en nuestra propia naturaleza un impulso a amar el Bien y la Justicia, que, en realidad, es un impulso a amar a Dios, porque, como dice el Salmo 96, “la Justicia y el Derecho son la base de su Trono”.
Todo esto, que ha sido una verdad adquirida en Occidente durante más de un milenio, hoy se está perdiendo o se ha perdido ya. En Estados Unidos ha habido multitud de intentos de eliminar relieves parecidos de los tribunales. Lo mismo está pasando o pasará en España y en Munich. Lo que priva hoy es el positivismo jurídico, que se niega a reconocer nada más allá de las leyes positivas del Estado. O la idea de que lo importante es el consenso, que suena mucho más democrático y simpático que la Verdad. O la defensa de lo moderno y progresista como sustitutivo del bien y del mal, que se desprecian como una superstición medieval.
Siempre me sorprende que los que defienden estas cosas no se den cuenta de que, si realmente no existe nada bueno ni malo en sí, tampoco puede existir nada justo ni injusto. Lo único que existe es lo legal e ilegal y la ley es suprema. No importa que sea una ley injusta, porque, por definición según esas premisas, no tiene sentido hablar de una ley injusta.
Las teorías que niegan cualquier valor trascendente al Bien o a la Justicia, en realidad igualan el sistema judicial y la autoridad a la ley del más fuerte. Como el hombre es un lobo para el hombre, estas formas de entender la Justicia crean un Superlobo, llamado Estado o Leviatán, que es capaz de morder más que ningún otro lobo y que impone por la fuerza su ley a todos los demás. ¿Impone la Verdad, el Bien o la Justicia? No, porque se parte de que esas cosas no existen, así que lo único que queda es su voluntad. Es decir, la definición de la tiranía. Y, la verdad, puestos a sufrir la tiranía de alguien, prefiero que sea la de un ser humano y no la de un monstruo impersonal que no siente ni padece.
Al pensar en este tema, me parecía imaginar a jueces y más jueces, en España y en el resto de Europa, intentando sentarse sobre aire para presidir sus tribunales. Muy serios, con arcaicos tratamientos de “Señoría” y otras muestras de respeto, vestidos con solemnes ropajes… pero, eso sí, con las caras rojas por el enorme esfuerzo que hacen para mantenerse sentados sobre la nada, sin caerse. Así es nuestro sistema judicial, un intento de sentarse sobre el aire, que no puede durar. Antes o después, volverá a la Ley Natural o aceptará desvergonzadamente la tiranía del más fuerte, se llame Estado, nación, raza o voluntad popular.
En un plano más personal, las cosas no son tan malas. Los ateos que he conocido son, en general, más buenas personas que ateos y, por lo tanto, muy dados a una cierta incoherencia en estos temas. Quizá he tenido más suerte de la habitual con las personas que conozco, pero, en la práctica, todos creen que algunas cosas son malas en sí mismas, diga lo que diga la sociedad y sean cuales sean las leyes. Todos piensan, por ejemplo, que calumniar a alguien o matar a un inocente, son cosas que no se deben hacer, porque están mal. Y, por lo tanto, a la postre, creen de forma práctica en el Bien y el Mal y en la Justicia, con mayúsculas. No son capaces de dar un fundamento racional a esas creencias basándose en su cosmovisión, pero escuchan a su corazón humano, que es muy testarudo y no está dispuesto a renunciar, así como así, a la Justicia.
En mi experiencia, muchas veces, ellos mismos se dan cuenta de que esa Justicia no es más que la base del Trono de Dios. Por eso no quieren aceptarla racionalmente, ya que intuyen que hacerlo sería el primer paso para encontrarse con Él. Ojalá un día se decidan de una vez a entrar en la Casa del Padre. Mientras tanto, hay peores lugares para esperar que a los pies del Trono del Altísimo.
30 comentarios
Pero ojo que ambos factores son neutralizables, uno por la malicia y el error generalizados, el otro por el paso del tiempo.
Con tiempo y sin la gracia, Sodoma y Gomorra.
Los signos religiosos provienen de una época en la que las personas tenían fe y sujetaban su vida de forma coherente con esa fe. Cuando la fe se ha perdido, el signo religioso externo (aunque cumpla una función docente positiva) pasa a ser algo secundario. Tan malo puede convertirse el destruir cruces o tablas de la ley mosaica en espacios públicos como que el pueblo de Dios haya perdido la fe, la esperanza o la caridad, limitándose a mantener sacramentos sociales y tradiciones por inercia. Precisamente, la acusación de Cristo a los fariseos era que mantenían los signos externos de la fe, pero en su corazón negaban el amor a Dios y al prójimo.
Sin duda lo ideal es que una sociedad tenga fe y viva conforme a ella, y que los signos externos de su cultura así lo manifiesten, pero en peor estado se halla una Iglesia que conserva sus signos externos y ha perdido sus valores cristianos, que una Iglesia a la que le destruyen sus símbolos públicos, pero sigue las sendas del Señor. Mientras Dios esté con nosotros, seremos salvos. Ojalá en España no se destruyan los símbolos cristianos en piedra y madera, pero sea porque están grabados en los corazones de sus habitantes.
No sabía que eran comunes a todos los tribunales alemanes. Me parece muy apropiado.
En efecto, la palabra exacta es "misterio". No admite una explicación racional exhaustiva o racionalista. El corazón de todo hombre es un campo de batalla hollado por presencias y fuerzas misteriosas: la gracia, la naturaleza, la libertad, el pecado, los ángeles, los demonios, el mundo, la carne, las mociones del Espíritu Santo, las tentaciones, la fuerza de la tradición, el ansia de cosas nuevas, el esplendor de la verdad, la fuerza del propio interés... Nada hay más fascinante que el ser humano. Y no hay mejor prueba de la existencia de Dios que los propios ateos.
Precisamente por eso, como dices, es también risible el buenismo de quien piensa que todos los hombres son más o menos buenos y que la fe es algo así como la "guinda del pastel" de las virtudes humanas. Convierten el mayor drama de la Historia en una historietilla irrelevante e intrascendente.
Saludos.
Problema
Si yo fuera un pagano, querido,
mi copero mayor y mi grey
llenarían mi vaso de plata
de Falerno, de Chipre y Jerez...
Pero Hirt es pagano, pagano,
y sus siervos le dan de beber
¡tres tazones de leche por día
y espinacas cocidas con té!
Si yo fuera pagano, pagano,
besaría unos labios de miel,
en mi alcoba de raudas volaran
danzarinas de lúbrico pie...
Pero Hirt es pagano, pagano,
y sus tías preparan con él
conferencias pro Ley de Divorcio
¡y son viejas solteras, pardiez!
Si yo fuera pagano, pagano,
tumbaría de Ortiz (*) el poder
y hollaría los pueblos limítrofes
con mis huestes y mi palafrén...
Pero Hirt es pagano, pagano,
y se afana con pluma y papel
por poder prestar plata a los pobres
¡y dejarlos más pobres después!
Si yo fuera pagano, pagano,
cuando se ha morir una vez
moriría entre el fuego y la pólvora,
sable en mano, luchando con diez...
Pero Hirt es pagano, pagano,
y se apesta con purgas de hiel
para hacerse un atroz vejestorio
¡que ni el mismo fogón crematorio
va a hacer algo inodoro con él!
Te regalo el problema, querido.
Si eres brujo podrás resolver
cómo hay seres que a Dios han perdido
y lo pierden al diablo también.
Yo me he roto la testa pensando
y ya he dado mi brazo a torcer
cómo hay tipos que viven sin Cristo
y no tienen tampoco el placer.
Gilbert Keith Chesterton (1874-1936)
Traducción de Leonardo Castellani - Crítica Literaria, Ediciones Dicto, Bs. As. 1974, Tomo 4 (Pág. 177)
(*) Ortiz: Roberto Marcelino Ortiz, fue presidente de la República Argentina entre 1938 y 1942 (año este último en el que renunció, antes de completar su período, por padecer una diabetes muy grave que lo llevó a la tumba un año después) y estaba en funciones cuando se efectuó la traducción de este poema.
Mi aportación, al respecto, es un enlace:
Generocidio, la impresionante portada del The Economist
http://www.cotizalia.com/valor-anadido/sobre-impresionante-portada-economist-20100309.html
Por cierto aunque el portal es económico, este artículo no lo es.
¿Qué tiene el mismo pensamiento? ¿El artículo? ¿El comentario de Luis Ignacio que habla de los derechos humanos?
¿Y por qué? Conviene dar argumentos, creo yo. Limitarse a decir las cosas aporta poco.
Saludos.
La razón práctica sigue siendo una interpelación al corazón de todo ateo. Por ello, como dice Pablo en Romanos, su increencia es "inexcusable"
Sí, exactamente lo mismo, igualitos...¡vamos, que se parecen como un huevo a una castaña!.
Bruno:
Independientemente de que "el vacío como tal substantivo o ausencia total -infinita- de algo negativo no existe. Y no existe porque este sentimiento, cosubstancial de la nada, se autodestruye antes de empezar a considerarlo.
DE aquí que lo que fue es y será como la Ciudas Nueva Jerusalém que es templo de Dios, la gloria de Dios cosubstancia parcial del todo infinito Dios Cubo-Esférico Como bien dice el profeta: "..es ciudad compacta." Y podría haberse reafirmado diciendo "sea: sin vacío posible". Más como el Profeta dice lo que oye; a menudo sin saber lo que dice; Se limita a decir: ciudad compacta"
Otra cosa es nuestra morada. Limitado Universo de oscuridad y de muerte que crece y medra engulléndose la luz y la vida del mismo.
Aquí sí que aparece esa sensación del vacío, que es el precipitarse en una verticalidad oscura y solitaria caida. Causa de todo lo que se entiende como involución del ser.
Cayendo,cada vez, en más estrecho y profundo pozo; sufriendo y perdiendo conciencia del ser racional.
Y así, cada vez, más rápido en su vertiginoso caer perdiendo conciencia de irracional; O de vegetal.
Y se puede llegar en este caer en el vacío de condenación, hasta perder la conciencia evolutiva de ser mineral o particula elemental. Hasta llegar allí: Donde el "gusano no muere".
Por mor del pecado y muerte que es causa de condenación.
Aunque el nombre engañe, The Economist no es realmente una revista económica (aunque tiene una sección económica), sino más bien de política y actualidad internacionales. Yo estuve suscrito durante mucho tiempo para practicar el inglés (de hecho, lo recomiendo en ese sentido, porque es bastante ameno).
Lo de las niñas en China es significativo porque muestra que la realidad es testaruda y que los planes del todopoderoso Estado, cuando van contra la Ley Natural, siempre terminan teniendo consecuencias desastrosas.
Dicho eso, la verdad es que me parecen igual de malos los abortos por razón de sexo en China que los abortos por no querer prescindir de unas buenas vacaciones y otras mil razones absurdas que se dan aquí.
Saludos.
Sin omitir la variante islámica del asunto, con las declaraciones, y la práctica, del imán que considera los derechos humanos "..cosa de cristianos, ateos y fornicadores".
Por cierto hablas de tus actuaciones, ¿en qué consistieron?.
Saludos, igualmente, para ti.
Je, je. Me habéis descubierto, actué como segundo tenor en la Ópera de Munich...
No, no eran actuaciones. Eran interpretaciones simultáneas como intérprete de inglés, en la sede de la Oficina Europea de Patentes de Munich.
Creo que eres la única persona que he conocido (aparte de mí mismo) que usa la expresión "por mor de". Me alegra ver que no se pierden estas expresiones tan bonitas.
Sí,aunque también dice: "Pero ¿cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? Y, ¿cómo creerán sin haber oído de Él? Y ¿cómo oirán si nadie les predica?... Luego la fe viene de la audición y la audición, por la palabra de Cristo" (Rm 10,14.17)
Yo diría que la conciencia y el sentido de la Ley Natural que tiene todo hombre se nos ofrecen como "punto de enganche" en los demás para la predicación. Yo diría que lo que verdaderamente falla en el mundo de hoy no son los ateos, que no quieran creer, sino los cristianos que no anunciamos a Cristo para que puedan creer. Y cuanto más hayamos recibido, más inexcusable será nuestra tibieza.
Saludos.
Un fragmento de «Archipiélago GULAG» de Solzhenitsyn sobre el concepto soviético de culpabilidad:
«¿Merece la pena volver ahora a todo cuanto hemos dicho para explicar que encarcelaban a inocentes? ¡Pero si es que hemos olvidado decir que el concepto mismo de culpa había sido abolido ya por la revolución proletaria, y que al principio de los años treinta había sido proclamado oportunismo de derechas! De modo que ya no podemos especular con conceptos tan obsoletos como culpabilidad e inocencia.»
Y ya que hablamos de los tribunales alemanes de justicia, vale la pena leer «Historia de un alemán», de Sebastian Haffner. El libro debería ser de lectura obligatoria, porque narra muy bien cómo se corrompe la justicia y mediante qué mecanismos: interpretaciones de la Ley «generosas» y «sociales», oportunidad política,... entre otras cosas, como las SA (los kaleborroquitos y antisistema de la época, el lumpenproletariat), los negocios fáciles y especulativos, corrupción moral... Cuando leí la descripción de la República de Weimar y cómo fue el ascenso y consolidación del Partido Nacional-Socialista de los Trabajadores Alemanes (ése era el nombre completo, NSDAP), me pareció estar leyendo el periódico.
Un cordial saludo.
En tu artículo tocas un montón de temas. El relativismo, esa defensa de la no existencia del Bien o del Mal, que en el fondo no es más que puro nihilismo, es la peor de las intolerancias, y ya cualquier cosa es posible.
En cuanto a lo que señalas de los ateos, así es. Y es que una cosa es no creer en Dios y otra no querer creer en Dios. Cuando voy a dar con alguien así, que es muy buena persona pero dice no creer en Dios, siempre le digo lo mismo: "bueno, tu dices no creer en Dios, pero parece que Dios sí cree en ti" (se quedan bloqueados e inquietos).
Un cordial saludo.
No conocía "Historia de un Aleman", lo buscaré ya que lo recomendáis tanto. Gracias.
Muy buenos tus dos comentarios.
La unión intrínseca entre relativismo y tiranía (o intolerancia) es fundamental. Si no hay nada verdad ni mentira, si no hay bien ni mal, lo único que queda es imponer, por la fuerza, las propias opiniones. Y, ante eso, sólo se puede responder con la fuerza. Es decir, se pasa del ámbito de la verdad al de la pura violencia.
Muy bueno lo de los ateos. Al final, el ateísmo es una fe, más que una opinión, y es bueno que a los ateos les entren, de vez en cuando, "dudas de fe".
Saludos.
Cando los principios que han sostenido a una civilización se sustituyen por principios marxistas (de Groucho, no de Carlos), sí esos que dicen:
"..y estos son mis principios, si no le gustan tengo otros".
"¿Qué son principios, esa cosa hecha por viejos?, no, fuera, lo que me convence es lo que me conviene, y, ¿qué me conviene?, aquello que me complace sin complicarme la vida con principios, ¡menudo rollo!".
Así se expresa la gente, posmoderna, y no solo los veinteañeros.
Buenas apreciaciones. Contesto en un rato, que ahora me voy a Misa (ventajas de trabajar en casa).
un cordial saludo.
Sí. Los marxistas del pasado al menos tenían principios firmes. Eran principios falsos y descabellados, pero al menos tenían algo. Ahora, quizás por la desilusión que supuso el fracaso total de esos principios, lo que se suele defender es la ausencia de principios firmes.
Como mucho, se intentan sustituir por principios "light", como el ecologismo, la tolerancia, la multiculturalidad... es decir, cosas que no suponen verdaderas obligaciones morales ni marcan cómo se debe vivir, más allá de "que cada uno haga lo que quiera".
Lo peor es que, en ese vacío, parece que el ser humano y, sobre todo, el Estado, puede hacer cualquier cosa. No hay nada superior a él que tenga que respetar e intenta convertirse en "Creador" con esos proyectos de ingeniería social que, como en China, terminan por crear sufrimientos indecibles.
En eso, estoy totalmente de acuerdo con vosotros. Lo que verdaderamente importa es, por descontado, que las personas se conviertan, más que tener muchos signos externos cristianos. Es decir, es mucho más importante el fondo que la forma. Y creo que la Iglesia se ha dado cuenta de ello y cada vez nos impulsa más a los católicos a evangelizar a tiempo y a destiempo y en todas partes.
Eso sí, la forma también ayuda a crear el fondo. Los signos externos cristianos ayudan mucho a alimentar la fe y es una pena que, teniéndolos ya, dejemos que desaparezcan. Ciertamente, no es la batalla principal (porque ésa es la batalla por los corazones de los hombres), pero es una batalla importante.
Saludos.
2066 La división y numeración de los mandamientos ha variado en el curso de la historia. El presente catecismo sigue la división de los mandamientos establecida por san Agustín y que ha llegado a ser tradicional en la Iglesia católica. Es también la de las confesiones luteranas. Los Padres griegos hicieron una división algo distinta que se usa en las Iglesias ortodoxas y las comunidades reformadas.
2067 Los diez mandamientos enuncian las exigencias del amor de Dios y del prójimo. Los tres primeros se refieren más al amor de Dios y los otros siete más al amor del prójimo.
Como la caridad comprende dos preceptos en los que el Señor condensa toda la ley y los profetas..., así los diez preceptos se dividen en dos tablas: tres están escritos en una tabla y siete en la otra. (S. Agustín, serm. 33, 2, 2).
Muy buen comentario. No me había fijado. En efecto, son mandamientos "católicos".
En cambio, los evangélicos, suelen poner cuatro y seis, porque los cuentan de manera distinta. Para ellos, "no te harás ídolos" es un mandamiento aparte y juntan el noveno y el décimo de los nuestros.
Saludos.
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