Un obispo de todos

Me ha resultado curioso el contraste entre el mensaje de Mons. Munilla a los fieles de San Sebastián y la declaración de un grupo de sacerdotes guipuzcoanos sobre su nombramiento, publicada recientemente. Monseñor Munilla afirmaba que quería ser el “obispo de todos”, mientras que esos curas consideran que su nombramiento ha sido ajeno al “sentir de nuestra Iglesia Diocesana y sus organismos pastorales” y que “en modo alguno es la persona idónea para desempeñar el cargo de Obispo y Pastor de nuestra Diócesis”.

¿Quién tiene razón? ¿Será Monseñor Munilla el obispo de todos en la diócesis de Guipúzcoa? ¿O sólo de unos cuantos? Más aún, ¿podrá decirse que es el obispo de esos curas que han firmado una carta contra él?

Soy consciente de que este tema hace que uno responda de forma impulsiva y visceral, sin pararse a pensar. Sin embargo, creo que conviene reflexionar sobre lo que es un obispo “de todos” o “para todos". Así conseguiremos considerar la cuestión a la luz de la fe, evitando que nos despiste el ambiente de nuestro tiempo, que tiende a idolatrar la democracia, colocándola en el lugar de Dios.

¿Cuáles son las misiones del obispo? Enseñar, santificar y gobernar. Lo dicen el Concilio Vaticano II, el Catecismo, el Código de Derecho Canónico, la Tradición de la Iglesia e innumerables encíclicas y textos magisteriales. En vano buscaremos la misión de “representar”. Un obispo no tiene la misión de representar a los fieles, ni tampoco a los sacerdotes o religiosos (excepto ante Dios en la liturgia). Por lo tanto, un obispo de todos será el que intente enseñar, santificar y gobernar a todos sus diocesanos, en la medida de sus posibilidades y con la ayuda de Dios.

¿Y cómo podrá ser Monseñor Munilla obispo de esos sacerdotes y religiosos que han firmado la carta? ¿Haciendo lo que le dicen y dejando que marquen cómo debe actuar? Bueno, eso sería lo más fácil, pero entonces no estaría siendo su obispo. Estaría siendo su representante parlamentario, su portavoz o su delegado, pero no su obispo. Sin duda, los firmantes le halagarían si lo hiciera, pero estaría desoyendo la advertencia de Cristo: “Ay de vosotros si todo el mundo habla bien de vosotros, porque lo mismo hicieron vuestros padres con los falsos profetas”.

En cumplimiento de la primera misión propiamente episcopal, la de enseñar, el obispo de esos sacerdotes, les recordará, con todo el amor del mundo, la doctrina de la Iglesia. Les dejará claro que su “línea pastoral y estilo eclesial” sólo valen algo en cuanto expresen lo que la Iglesia enseña y cree y son rechazables y aborrecibles cuando se opongan a la Iglesia. Hará que lean lo que dicen en realidad el Concilio Vaticano II y los demás Concilios de la Iglesia, para que no los sustituyan por un inventado “espíritu del Concilio” que sólo existe en su imaginación.

En segundo lugar, el obispo de esos sacerdotes se ocupará de su santificación. Por lo tanto, además de intentar darles un ejemplo de verdadera vida cristiana con su conducta, velará por que recen, como mínimo, la Liturgia de las Horas (me temo que sólo esto ya será una empresa sobrehumana). A ser posible, procurará que también celebren la Eucaristía y tengan un rato de oración personal todos los días, que se confiesen frecuentemente, que tengan devoción a Nuestra Señora y que conozcan la vida de los santos y los escritos de los maestros espirituales de la Iglesia. Es decir, hará todo lo posible para conseguir que sus sacerdotes sean, ante todo, hombres de Dios.

Y, puesto que los sacerdotes y religiosos colaboran con el obispo en la misión de santificar al pueblo de Dios, Mons. Munilla será el obispo de esos sacerdotes asegurándose de que el alimento espiritual que den a los fieles no esté adulterado, de que sus homilías sean ortodoxas y reflejen la fe de la Iglesia, en lugar de ideologías más o menos ajenas a ella. Evitará, pues, que el nacionalismo se coloque en el lugar de Dios, como un ídolo mortífero, y que se difundan teologías heterodoxas que intentan aguar el escándalo de la Encarnación. Como obispo, será, además, el responsable máximo de la liturgia en su diócesis, velando por que la liturgia se celebre adecuadamente, con solemnidad y reverencia, de acuerdo con lo que manda la Iglesia y sin confesiones comunitarias, mítines políticos o inventos egocéntricos.

Finalmente, el obispo de esos sacerdotes los gobernará con la autoridad que ha recibido del mismo Cristo. Por un lado, eso implicará cuidar de ellos, ayudarlos, escucharlos y consolarlos en sus dificultades, como un buen pastor con sus ovejas. Pero también incluirá reprenderlos cuando sea necesario, trasladarlos según las necesidades de la Iglesia, corregir sus errores y mantenerse firme ante las desviaciones. Del mismo modo, no podrá dejar a los fieles a merced de la tiranía de un párroco que coloca sus propias ideas por encima de las de la Iglesia y pretende imponerlas a su parroquia.

No sé que pensarán los lectores pero, a juzgar por la dichosa carta, creo que lo último que quieren los firmantes de la misma es que Mons. Munilla sea un obispo “de todos” y, por lo tanto, que también sea su obispo. Es más, me atrevo a decir que el objeto de la carta es pedir un obispo que no sea su obispo, que no les enseñe, ni les santifique, ni, por supuesto, les gobierne: un pseudo-obispo coleguilla y decorativo.

La carta muestra un temor evidente a que el nuevo obispo sea, en efecto, un verdadero obispo para todos los guipuzcoanos. Y parece que Monseñor Munilla tiene la intención de serlo. Para ello, creo que deben acompañarle nuestras oraciones, porque no va a ser fácil. Sólo podrá llevar a cabo su misión de enseñar, santificar y gobernar con mucho sufrimiento personal, a ejemplo de su Maestro. Que Nuestra Señora le consuele y ruegue siempre por él. Lo va a necesitar.

……………………………..

.P.D.:

Click sobre la imagen para más información

28 comentarios

  
luis
Bueno, ya sabemos como es la dinámica revolucionaria. Los nobles se rebelan contra el rey, la plebe contra los nobles. El regicida primo del rey Felipe Igualdad terminó en el patíbulo.
El ejemplo de la torcida noción de "colegialidad episcopal", de las Conferencias Episcopales ocluyendo la constitución divina de la Iglesia, los episcopados resistentes al Santo Padre tanto en liturgia como en decisiones pontificias (el último, el episcopado austríaco en el caso del padre Wagner), cunde y permea hacia abajo.

No está demás recordar que, hecho inédito en la Historia de la Iglesia, un documento del Concilio tuvo que ser, ex post, "aclarado" por el Papa, colocando una "Nota explicativa praevia" (lo de previa es un buen chiste). Era precisamente el que se refería a la Colegialidad Episcopal.
Henry de Lubac ha escrito páginas luminosas sobre este espíritu de fronda.
17/12/09 3:42 AM
  
DJ
DIOS MIO DANOS OBEDIENICA PRONTA Y ALEGRE A QUIENES NOS PUSISTE DE CABEZA EN TU AMADA IGLESIA. HAZ SEÑOR QUE PODAMOS SEGUIR TUS PASOS GUIADOS POR NUESTROS PASTORES QUE TU MISMO PUSISTE AL FRENTE DE TU HEREDAD... AMEN.
SIN OBEDIENCIA NO HAY VIRTUD...
DIOS MUEVA EL CORAZON DE ESTOS SACERDOTES PARA OBEDEZCAN DE BUEN GRADO.
VEN SEÑOR JESUS...!!!
17/12/09 4:19 AM
  
Foucauld
luis

Como sé que te gusta el arroz con leche, por debajo de la puerta te meto un ladrillo.

Si un automóvil circula a 120 Km/h por una autopista ¿a como está el barril de petróleo Brent, y el precio de la onza de oro?
17/12/09 9:21 AM
  
luis
Foucauld, bien elegido su nick.
17/12/09 12:04 PM
  
Miguel Antonio Barriola
Desgraciadamente se está difundiendo la idea de la "iglesia notarial", o sea: que la grey de Crsto no tendría que hacer otra cosa que registrar las opiniones en boga. Nada de enseñar "lo que ni el ojo vio ni el oido oyó"(I Cor 2, 9),sino lo que "viste bien", lo que es aplaudido en "El País" o la TV.
Pero, el apóstol Pablo nos da la pauta de la recta acción de un enviado de Cristo (no representante populista):"Vosotros sabéis - y Dios es testigo de ello - que nunca hemos tenido palabras de adulación, ni hemos buscado pretexto para ganar dinero. Tampoco hemos ambicionado el reconocimiento de los hombres, ni de vosotros ni de nadie, si bien, como Apóstoles de Cristo, teníamos el derecho de hacenos valer" (I Tes 2, 5 - 7). Lo cual para nada indica "despotismo o tiranía", ya que, acto seguido, recuerda Pablo:
"Al contrario, fuimos tan condescendientes con vosotros, como una madre que alimenta y cuida a sus hijos. Setíamos por vosotros tanto afecto, que deseábamos entregaros no solamente el Evangelio de Dios, sino también muestra propia vida, tan queridos llegásteis a sernos" (ibid. , vv. 7 - 8).
Por otro lado, no indica menos amor el recurso a la justa reprensión:"Yo corrijo y reprendo a los que amo"
(Apoc 3,19)."Hijo mío no desprecies la corrección del Señor y cuando te reprenda, no te desalientes...Toda corrección, en el momento de recibirla es motivo de tristeza y no de alegría, pero más tarde produce frutos de paz y de justicia en los que han sido adiestrados por ella" (Hebr 12, 5 y 11).
S. Agustín decía: "Non regit qui non corrigit" (= no rige, quien no corrige).
Así que, por disgustados que se sientan estos curas guipuzkoanos, si son "razonables" y no de "dura cerviz", verán que la llamada al orden de la iglesia universal redundará para su propio bien,aún euskaldún.
17/12/09 1:18 PM
  
Bruno
Miguel Antonio:

Estupendo el comentario. Un Sucesor de los Apóstoles siempre debe seguir el ejemplo de los Apóstoles.

Siempre hay quienes protestan porque un obispo sea un verdadero obispo y habrían protestado igualmente, en la Iglesia del primer siglo, porque un Apóstol actuase como un verdadero Apóstol. No creo que haya que preocuparse mucho por esas opiniones, que descalifican inmediatamente a quienes las defienden en público.

Un saludo.
17/12/09 1:37 PM
  
Bruno
DJ:

Sí, ante estas cosas, aparte de decir lo que haya que decir, todos debemos recordar en nuestras oraciones tanto a Mons. Munilla, como a los sacerdotes y fieles dóciles a la Iglesia. Y también, quizá incluso especialmente, a quienes no sean capaces de obedecer, para que el Espíritu Santo les dé la humildad necesaria.
17/12/09 1:39 PM
  
Bruno
Luis:

No soy muy amigo de las Conferencias Episcopales, porque hasta ahora no parecen haber dado frutos muy buenos. Sin embargo, tampoco creo que se diferencien mucho de provincias eclesiásticas, patriarcados, sínodos, concilios provinciales y otras mil estructuras eclesiales del pasado. Es decir, son una simple herramienta, de por sí neutra.

Más bien, pienso yo, el problema está en un claro peligro de nuestra época: la idolatría de la democracia y la utilización de criterios políticos para entender a la Iglesia. Esos dos errores, unidos, dan lugar a una Conferencia Episcopal entendida como un parlamento que representa a la Iglesia en un país y no como lo que es: un simple foro en el que los obispos se puedan reunir, para encontrar apoyo mutuo y para facilitar las acciones que deban realizarse de forma conjunta, porque excedan los límites diocesanos.

Para evitar esos problemas, yo desregularizaría las Conferencias, las haría menos formales. Haría que los obispos de zonas fronterizas asistieran también a la Conferencia del país vecino, fomentaría las conferencias regionales además de las nacionales, eliminaría los cargos de Presidente, etc, reforzaría el papel del Primado... En fin, se pueden pensar miles de formas de evitar que la Conferencia Episcopal se convierta en una especie de Parlamento político.

Saludos.
17/12/09 1:48 PM
  
rastri
Monseñor Munilla afirmaba que quería ser el “obispo de todos”, ....y que “en modo alguno es la persona idónea para desempeñar el cargo de Obispo y Pastor de nuestra Diócesis”.
____________

Dicen del mundo y sus leyes que cuando la política entra en el Juzgado, la justicia sale del mismo.

¿Que no será cuando al servicio de este pérfido mundo, la viscosa viscera del creyente domina su corazón y mente?
¿Y si éste se dice ser pastor de almas,...?

¡Pobres curas vascos, los que dicen que son; Y escandalizan sin saber!

No es de extrañar que sigan sin saber de dónde, sus orígenes les llegan. Pues gracia de Dios es conocer cómo la herencia genética en el hijo, es la honra del Padre
17/12/09 2:37 PM
  
luis
Bruno, de acuerdo.
Pero creo que la solución, tarde o temprano, deberá ser la supresión de las Conferencias Episcopales como órgano permanente, y la informalización de todas estas estructuras, en sínodos o reuniones convocados ad hoc, como en la Ortodoxia.

Entre el Papa y el obispo no debe haber mediaciones. De lo contrario, se diluyen los pocos obispos buenos en el tendal de mediocres e ineptos, con el agregado de una burocracia de cagatintas que prolifera en estos órganos y que terminamos pagando los catòlicos.

De lo contrario, vamos a una alteración intolerable de la constitución divina de la Iglesia. Y la instauración de la colegialidad episcopal del "espìritu del Concilio", antesala de los soviets de sacerdotes por abajo de los obispos. Ya sabemos cómo es la dinámica revolucionaria.
17/12/09 3:42 PM
  
Cristhian
¿Saben quien cura toda esta clase de incordios? ¡El tiempo!

Poco a poco el terrible tiempo, que no perdona nada ni nadie, pone a cada quien en su sitio. Nadie se rebela contra su propia madre sin tener consecuencias ¡Nadie!

Toda persona que se yergue intentando ponerse arriba de las decisiones de la Iglesia, olvida (y esto es aun mas terrible de parte de sacerdotes) que detrás de ella y sus decisiones esta el Esposo, y que no puede dejarla burlada ni abandonada.

Ojalá el discernimiento vuelva a tanta cabecita desjuiciada y que retorne la comunión.
17/12/09 4:09 PM
  
Ana
La Iglesia católica es universal y parece que estos sacerdotes no se dan cuenta.tiiene que ser su iglesia.
Estoy de acuerdo con Cristian en que el tiempo lo pondrá todo en su sitio. Monseñor Munilla no es demasiado mayor y en este caso el tiempo lo tiene a favor. Además es un obispo que aparte de ser persona de oración y fiel al magisterio sabe hacer las cosas.
17/12/09 5:04 PM
  
Foucauld
Los documentos que perfilan el ser y el actuar de las 113 Conferencias Episcopales, que hay actualmente en el mundo, son: "Lumen Gentium" (23), "Christus Dominus" (37-38), "Eclesiae Imago" (211), "Eclesiae Sanctae" (41), "Apostolos Suos" y el Código de Derecho Canónico (cc.447-459).
17/12/09 6:24 PM
  
luis
Sí, se cambian con otros documentos. Es derecho disciplinar de la Iglesia, no tiene mayor valor doctrinal y puede ser cambiado en cualquier momento, ante la experiencia universal negativa que arroja este triste experimento. Quiera el Papa, supremo Legislador, acometer la tarea, que tarde o temprano habrá que realizar.
17/12/09 6:29 PM
  
Yolanda
vamos a una alteración intolerable de la constitución divina de la Iglesia. Y la instauración de la colegialidad episcopal del "espìritu del Concilio", antesala de los soviets de sacerdotes por abajo de los obispos

____________


¡Dios Santo! Y nosotros tan confiados, abandnándonos a la confianza en el carisma sacerdotal de nuestros obispos ¡y resulta que son la antesala de no sé qué soviets y terribles revoluciones que alteren la cosntitución divina de la Iglesia!

Qué temblorosa y abatida me dejas, luis...
17/12/09 9:19 PM
  
Foucauld
Y la instauración de la colegialidad episcopal del "espìritu del Concilio", antesala de los soviets de sacerdotes por abajo de los obispos.

Parece ser, para alguno, que el Concilio Vaticano II no es obra del Espíritu Santo, el Paráclito reside allí donde se confirman las opciones personales.

Hace algunos siglos tal heterodoxia era considerada herejía (cátaros, albigenses,etc.); hoy, gracias al "Espíritu del Concilio", se confía más en la rectificación que en la persecución, de algo nos beneficiamos todos algunos poco limpiamente.
18/12/09 9:10 AM
  
luis
Dicho así, no. Ni el Vaticano II ni ningún Concilio ni ningún Papa son "obra del Espíritu Santo". La afirmación no se sostiene teológicamente, hay que distinguir. Dicho así suena a fetichismo, no a teología católica ortodoxa. En todo caso, habría que hablar de "asistencia", y distinguir los múltiples matices que juegan.

¿Quién habló del Concilio? Que por otra parte, a fuer de pastoral, y en lo relativo a la mal denominada colegialidad episcopal, tuvo que ser rectificado ex post con una increíble "Nota explicativa praevia (sic)". Raymond Du Lac y De Lubac (no precisamente cavernícolas ni lefebristas) han escrito suficientemente sobre el tema.

El Santo Padre ha condenado expresamente el "espíritu del Concilio", Foucauld, lea los discursos.


18/12/09 1:51 PM
  
Foucauld
El Santo Padre ha condenado expresamente el "espíritu del Concilio"

Falso de toda falsedad
18/12/09 2:03 PM
  
Bruno
Foucauld:

Creo que aquí hay una confusión sobre lo que significa el "espíritu del Concilio". No se trata del Concilio en sí, sino más bien de algo inventado en las décadas posteriores por gente que no leía el propio Concilio pero apelaba a él para justificar todo tipo de barbaridades, herejías y aberraciones.

Un ejemplo: hubo religiosos que dejaron de rezar la Liturgia de las Horas apelando al Concilio. ¿Decía algo así el Concilio? Por supuesto que no, pero cuando se les hacía ver que eso no estaba en el texto, respondían que, en lugar del texto, lo importante era el "espíritu del Concilio". Es decir, algo que se inventaban, que sólo ellos podían interpretar y que justificaba cualquier estupidez.

Ése es el "espíritu del Concilio" que el Papa ha condenado varias veces.

Saludos.
18/12/09 2:10 PM
  
luis
Así es Bruno, con una sola corrección: el famoso "espíritu del Concilio" no fue creado despuès, sino coetáneamente con la augusta asamblea, por algunos de los peritos más granados que asistieron a dicho Concilio: Haring, Kung, Schillebecx, Congar. Durante el Concilio, ya se hablaba del fantasmagórico "espìritu del Concilio".

"Dejemos los textos así", dijo uno de estos peritos ante la objeción de Schillebecx de que el texto de un documento era conservador, "que después los interpretaremos con su Espíritu"
18/12/09 2:15 PM
  
luis
En cuanto a la condena del espíritu del Concilio por Benedicto XVI, videtur luminoso discurso de diciembre de 2005:

http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2005/december/documents/hf_ben_xvi_spe_20051222_roman-curia_sp.html
18/12/09 2:18 PM
  
Foucauld
Bruno

Hace vd. exégesis de lo escrito, yo me limito a escribir sobre lo que se escribe, y no sobre lo que, presuntamente, se quiere decir.

18/12/09 4:48 PM
  
Foucauld
Porque lo que se dice en el discurso citado es:

Nadie puede negar que, en vastas partes de la Iglesia, la recepción del Concilio se ha realizado de un modo más bien difícil, aunque no queremos aplicar a lo que ha sucedido en estos años la descripción que hace san Basilio, el gran doctor de la Iglesia, de la situación de la Iglesia después del concilio de Nicea: la compara con una batalla naval en la oscuridad de la tempestad, diciendo entre otras cosas: "El grito ronco de los que por la discordia se alzan unos contra otros, las charlas incomprensibles, el ruido confuso de los gritos ininterrumpidos ha llenado ya casi toda la Iglesia, tergiversando, por exceso o por defecto, la recta doctrina de la fe..." (De Spiritu Sancto XXX, 77: PG 32, 213 A; Sch 17 bis, p. 524). No queremos aplicar precisamente esta descripción dramática a la situación del posconcilio, pero refleja algo de lo que ha acontecido.

Surge la pregunta: ¿Por qué la recepción del Concilio, en grandes zonas de la Iglesia, se ha realizado hasta ahora de un modo tan difícil? Pues bien, todo depende de la correcta interpretación del Concilio o, como diríamos hoy, de su correcta hermenéutica, de la correcta clave de lectura y aplicación. Los problemas de la recepción han surgido del hecho de que se han confrontado dos hermenéuticas contrarias y se ha entablado una lucha entre ellas. Una ha causado confusión; la otra, de forma silenciosa pero cada vez más visible, ha dado y da frutos.

Por una parte existe una interpretación que podría llamar "hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura"; a menudo ha contado con la simpatía de los medios de comunicación y también de una parte de la teología moderna. Por otra parte, está la "hermenéutica de la reforma", de la renovación dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; es un sujeto que crece en el tiempo y se desarrolla, pero permaneciendo siempre el mismo, único sujeto del pueblo de Dios en camino.


Y continúa desarrollando estas ideas, no aparece "espiritu del Concilio" por ninguna parte, que yo haya visto.

Incluso se llega a decir:

Pablo VI, en su discurso durante la clausura del Concilio, indicó también una motivación específica por la cual una hermenéutica de la discontinuidad podría parecer convincente. En el gran debate sobre el hombre, que caracteriza el tiempo moderno, el Concilio debía dedicarse de modo especial al tema de la antropología. Debía interrogarse sobre la relación entre la Iglesia y su fe, por una parte, y el hombre y el mundo actual, por otra (cf. ib., pp. 1173-1181). La cuestión resulta mucho más clara si en lugar del término genérico "mundo actual" elegimos otro más preciso: el Concilio debía determinar de modo nuevo la relación entre la Iglesia y la edad moderna.

En fin, yo no tengo más que decir.
18/12/09 4:51 PM
  
luis
Foucauld, claro que habla del Espíritu del Concilio el discurso citado (¡no lo leyó bien!), y explica la triquiñuela de los periti conciliares que comentè más arriba y que motivó la indignación de Schillebexc, que quería documentos menos ambiguos y más progresistas:

"Afirma que los textos del Concilio como tales no serían aún la verdadera expresión del espíritu del Concilio. Serían el resultado de componendas, en las cuales, para lograr la unanimidad, se tuvo que retroceder aún, reconfirmando muchas cosas antiguas ya inútiles. Pero en estas componendas no se reflejaría el verdadero espíritu del Concilio, sino en los impulsos hacia lo nuevo que subyacen en los textos: sólo esos impulsos representarían el verdadero espíritu del Concilio, y partiendo de ellos y de acuerdo con ellos sería necesario seguir adelante. Precisamente porque los textos sólo reflejarían de modo imperfecto el verdadero espíritu del Concilio y su novedad, sería necesario tener la valentía de ir más allá de los textos, dejando espacio a la novedad en la que se expresaría la intención más profunda, aunque aún indeterminada, del Concilio. En una palabra: sería preciso seguir no los textos del Concilio, sino su espíritu.

De ese modo, como es obvio, queda un amplio margen para la pregunta sobre cómo se define entonces ese espíritu y, en consecuencia, se deja espacio a cualquier arbitrariedad".
18/12/09 4:59 PM
  
luis
Y por cierto, la triquiñuela la conocía perfectamente el perito Ratzinger, porque la vio desarrollarse ante sus ojos por parte de sus colegas màs deshonestos.

Por eso, al igual que el Cardenal Krebs de Cusa, que denunció los errores conciliaristas luego de compartir con los conciliares solio, nada mejor que este nuevo Cusano para deseñtreñar la mecánica del "espìritu del Concilio", nacido coetáneamente con el Concilio para deformarlo e instrumentarlo.
18/12/09 5:05 PM
  
Foucauld
Si se queda con una frase de un discurso de cientos de líneas, es su lectura, pero no me diga que no leí bien; la realidad es que no leí como Vd. lee, entresaca, reduce y dirige para apoyar sus argumentos.

Es Vd muy libre, es su conciencia y su consciencia.

Por cierto, nada que ver esta disputatiocon el contenido del post, de ahí mi surrealista primera intervención.

18/12/09 5:26 PM
  
luis
Hay muchas más frases y condenas del espíritu del Concilio por parte de Ratzinger y de Benedicto, Foucault.
Y sí, tiene que ver, porque el conciliarismo de los obispos suele reflejarse en el estado de asamblea de los curas. Cada vez que en la Iglesia ha prevalecido el espíritu de Fronda de los obispos con el Santo Padre (por ejemplo, en el Concilio de Constanza), no ha tardado en aparecer la rebelión del bajo clero.

Es lógico. Sieyes lo explica bien. Y no por nada un cardenal progresista y padre conciliar calificò al Vaticano II como "1789 en la Iglesia"
18/12/09 5:36 PM
  
Foucauld
La rebelión de Guipúzcoa tiene mucho de intereses personales, miedos, y chantajes consentidos que de Fronde; allí manda ETA, no manda ningún obispo partisan
18/12/09 5:44 PM

Dejar un comentario



No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.