Idiomas y ritos
Al ser traductor, con frecuencia me pide la gente sugerencias para aprender un idioma. Entre otras muchas cosas, cuando la persona que me lo pregunta es católica, le suelo aconsejar que rece el rosario o, si puede, que vaya a Misas celebradas en ese idioma. De esa forma, con frases que a uno le resultan familiares y que se repiten una y otra vez, se va acostumbrando a pensar y hablar directamente en el idioma que sea, en lugar de pensar en español y luego traducir. Yo mismo lo he hecho así muchas veces y he rezado innumerables rosarios o la liturgia de las horas en inglés, francés, alemán, italiano, griego o latín y he asistido cuando he podido a Misa en las parroquias inglesa o francesa de Madrid.
Según me han dicho en varias ocasiones los que han seguido mi consejo y según yo mismo he experimentado, una ventaja adicional de esta práctica consiste en redescubrir como algo nuevo lo que se está diciendo. Desgraciadamente, la rutina hace que muchas veces repitamos las oraciones sin pensar en lo que decimos y el pequeño esfuerzo de utilizar otro idioma nos puede ayudar a mantenernos atentos y en la tensión propia del que está orando, en lugar de balbucir palabras sin sentido.
Y no sólo eso. Además, las mismas palabras en idiomas diferentes tienen etimologías, formas y sonidos totalmente distintos y, por lo tanto, nos pueden sugerir cosas diferentes. Pueden hacer que nos fijemos en otros aspectos de lo que estamos haciendo o que lo relacionemos con vivencias o conocimientos muy diversos. Por ejemplo, a mí, llamar a la Virgen Nuestra Señora en español siempre me recuerda que es la Madre del Señor, la Reina de Cielos y Tierra, vestida de sol y con la luna por pedestal, me hace pensar en que su oración de intercesión es todopoderosa y que, con su Asunción, ha sido glorificada en los cielos. En cambio, hablar en inglés de Our Lady me recuerda más bien a los caballeros y damas medievales, Lord tal o Lady cual, y me hace pensar en la Virgen como la Dama más bella del mundo, con una belleza que no se marchita, de la que el mismo Dios ha quedado prendado; me ayuda a ver a los cristianos como caballeros de Dios que han escogido a la Virgen como su dama y divisa y se complacen en cantar romances sobre ella en las oraciones de la Iglesia.
De la misma forma, la iglesia habla varios “idiomas litúrgicos”, que son los diferentes ritos. Las variaciones y diferencias de esos ritos nos revelan matices diferentes del mismo Misterio de la Fe, ya que éste es inabarcable y no se puede expresar totalmente por ningún razonamiento, palabra ni acto de los hombres. Por eso, los ritos distintos constituyen una riqueza inmensa de la Iglesia y conviene que los conozcamos y apreciemos en lo posible. Todos deberíamos conocer, por lo pronto, las formas ordinaria y extraordinaria del rito romano. Y, en lo posible, intentar asistir también alguna vez a una celebración en otro rito católico, ya sean los ritos orientales o los occidentales como el mozárabe o el ambrosiano.
Para que no se me entienda mal, quiero señalar que esto no implica que cualquier variedad sea buena y que los sacerdotes, para interesar a los fieles, deban inventarse una liturgia nueva cada semana. En absoluto. Una liturgia inventada a capricho del sacerdote o los fieles lo único que expresa es la pura subjetividad y miserias de los mismos. Al igual que sucede con los idiomas, los ritos litúrgicos no puede uno inventárselos, sino que tiene que aprenderlos. No se cambian a cada momento, sino que su riqueza viene, precisamente, de la Tradición que expresan.
Este domingo estuve en una Misa celebrada según el rito mozárabe. Otro día, si Dios quiere, contaré otras más cosas sobre ella, pero ahora me voy a limitar a señalar un ejemplo de cómo una diferencia de este rito me ayudó a comprender mejor una parte habitual de la liturgia. En el rito mozárabe, en vez de recitar el credo después de la homilía, como en el rito romano, se proclama después de la consagración. En sí, es una diferencia pequeña, porque sólo consiste en un cambio de lugar. Sin embargo, el contexto es muy diferente. Se proclama la fe en “Jesucristo, su Hijo, nuestro Señor” con el mismo Cristo allí delante, sobre el altar. Parece que uno se lo está diciendo a Él. Más aún: parece que Él mismo nos lo esté preguntando, como a los Apóstoles: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”
Además, la Misa hace presente de forma real la muerte y la resurrección de Cristo. Por lo tanto, al proclamar que creemos que Jesucristo “fue crucificado, muerto y sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras”, no estamos hablando de oídas. Sucede sacramentalmente ante nosotros. Recibimos su cuerpo resucitado, que, como dicen los Padres de la Iglesia, es “medicina de inmortalidad”. Los cristianos creemos en la vida eterna porque comemos el Pan de vida que es el mismo Cristo resucitado, que vive para siempre y que se nos da en la Eucaristía por obra del Espíritu Santo, “Señor y dador de vida”.
El difícil no estremecerse al pensar que el Credo que se proclama en la Misa no habla de las creencias de unos cuantos señores de los Concilios de Nicea y Constantinopla hace más de mil años, sino de lo que tenemos ante nuestras propias narices. Lo que está sucediendo de nuevo allí y en ese momento. Eso es lo que expresan los ritos y toda la liturgia de la Iglesia. Y, en realidad, lo que expresan de forma profunda todos los idiomas humanos, que no son más que un pálido reflejo del Verbo divino, nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
27 comentarios
Cuando Aristóteles comienza a analizar una cuestión, primero se interroga sobre el sentido que se le da a la palabra que nombra la realidad a analizar. No es un ejercicio meramente etimológico, lo que busca es la "intuición primaria" de la realidad, tal como se ha decantado en la experiencia humana durante un largo tiempo, conformando una palabra de un lenguaje.
Algo similar pasa en la liturgia: el rito expresa, a través de palabras pero también de gestos, una "intuición primaria" del misterio, tal como se recibe y decanta en la experiencia de la Iglesia a lo largo de las generaciones. Para captarlo, la razon discursiva no sirve demasiado. Debes suspenderla un poco y "recibir" dicha intuición, a través de la "fina punta del alma", de las facultades superiores de la inteligencia. Es cierto que a través de otro idioma, muchas veces se produce ese extrañamiento, ese tropezarse de bruces con la palabra y brotar el destello de la intuición primaria. Lo mismo ocurre cuando cambias el rito. A mí me deja estupefacto la palabra con que califica el rito gregoriano cuando le pide a Dios que haga la ofrenda "rationabile" - qué belleza la palabra, y qué polisémica. O cuando dice que Dios "alegra tu juventud", dicho por un sacerdote anciano.
Es como la poesía, hay que abrir otras facultades aparte de la discursiva silogística. Es el error de los reformadores, que como bien dice Pickstock, eran cervantinos: comienzo, desarrollo, final. La racionalidad literaria perfecta.
La Misa es una poesía, de cabo a rabo, sin puntos ni comas, sin separaciones, con palabras que gravitan por su posición y que se interinfluyen, con sentidos y subsentidos que fluyen por abajo del texto.
El idioma está vivo, y continuamente refleja las diversas vivencias y valores de una comunidad, mutando en forma constante los sentidos de los vocablos. En menos de una generación, una palabra pierde su sentido originario y muta su identidad, llegando a cambiar de "especie", como si de una evolución darwiniana se tratara. A veces, reteniendo algo, un apéndice de su especie original. Otras, reflejando el cambio de valores de una comunidad: la palabra pasa de ser peyorativa a ser elogiativa o al revés (a veces en forma extrema. Cuántos insultos se convierten en elogios en la jerga; cuán insultante puede ser decirle "piadoso" o peor "pío" a alguien).
La liturgia no evoluciona, se desarrolla. Es decir, profundiza la identidad de sus misterios, por medio de una reafirmación de su contenido y una aproximación cada vez más honda a su raíz, aproximación que por definición no se agota en ningún rito. De tal modo, resulta muy útil para esa profundización la fijación en un idioma que no sufra el proceso evolutivo de una lengua viva.
Es por eso que la mutación de lenguaje puede ser fatal en la liturgia, porque introduce polisemias del lenguaje coloquial junto con el Zeitgeist o espíritu del siglo.
En este caso no hubo evolución ni desarrolo, sino aniquilación, exclusión y olvido.
Como sucedió hace nueve o diez siglos y como hoy es prácticamente imposible vivir este rito, y como casi nadie conoce ni siquiera que existió, pues todos tan contentos.
En el trato dado al Rito mozárabe tras el Concilio Vaticano II se muestra claramente la profundidad de las tonterías que se han hecho con la Liturgia, más que con los abusos del Novus Ordo.
Resulta que se ha traducido (malamente, pues por ejemplo el texto del Credo es ligeramente diferente), no se hace ad orientem y quien acude apenas puede percibir diferencias con respecto al Novus Ordo. Se ha abolido el espíritu propio de esta Liturgia y se ha sumergido en el subjetivismo imperante en ciertas formas del Novus Ordo.
Yo no digo que en su forma acual sea inválido, pero sí que es más falso que una moneda de tres euros.
¿Cuándo le tocará Motu Proprio también al rito mozárabe?
La Misa mozárabe en la que estuve este domingo fue "ad orientem". Además, algunas partes se recitaron directamente en latín. Yo vi muchas diferencias con el rito romano. Otro día contaré más cosas.
En efecto, lo que peor me pareció fue haber hecho una traducción ligeramente distinta del Credo. Algo así no tiene, en apariencia, ninguna utilidad y crea una gran confusión.
En torno a la época de la casi desaparición de la liturgia visigótica, desaparecieron otras muchas liturgias o variantes antiquísimas en Europa. Sin embargo, el rito mozárabe subsistió y ha existido una continuidad histórica del mismo de forma ininterrumpida (aunque muy reducida) hasta hoy. En cualquier caso, hablaré de todo ello dentro de un par de días, si Dios quiere.
Saludos.
Reconstituir, restaurar, un rito en su plenitud es arduo. Las versiones sintéticas, modernas, hechas un poco a la sans facon (por ejemplo, aquella a la que asisto) son un pálido reflejo. Yo veo con cierta ternura al sacerdote de mi parroquia, que con muy poco esfuerzo repite el antiguo rito, sin las rubricas, alzando la voz en el Canon, sin moverse adecuadamente en torno al altar, omitiendo rúbricas venerables, probablemente por desconocimiento más que por desprecio. Es elogiable, pero le falta muchísimo. Para celebrar un rito hay que amarlo.
Es cuestión de acostumbrarse. Si un niño puede hacerlo, también puede un adulto.
Por supuesto, la primera vez resulta difícil y uno se desconcentra, pero, enseguida se convierte en algo normal, que no obstaculiza la oración sino que, como decía, puede incluso ayudar a mejorarla.
"Para celebrar un rito, hay que amarlo".
Yo creo que, en cualquier acción litúrgica, aunque sólo sea bendecir un rosario, se nota enseguida si el sacerdote ama la liturgia, si es consciente de lo que está haciendo, si reza con las oraciones o sólo las recita...
Como decíamos el otro día, para eso existen las oraciones secretas: son una "indirecta" para el sacerdote, recordándole que la liturgia es oración y culto y no una actuación. Lo mismo pasa con los momentos de silencio para los fieles: son una ayuda para que toda la Misa o la liturgia se conviertan en oración.
La reforma de Cisneros probablemente fue acertada en lo que se refiere a la crítica textual y a la recuperación de los textos y las formas litúrgicas, pero por ejemplo la música "mozárabe" toledana ya no tiene absolutamente nada que ver con lo que refleja el Antifonario de León (que no es mucho, pero sí el número de notas y el ritmo general de la pieza).
Es decir, en el siglo XV tenemos ya un rito mozárabe rehabilitado pero sin música.
Además de en Toledo se celebraba también en una capilla de la catedral de Salamanca (ya no se hace que yo sepa).
Los sacerdotes destinados a celebrar este rito requieren una formación específica y profunda sobre el mismo. Probablemente además deberían rezar el oficio según el "Breviarium gothicum"del que yo he visto ediciones relativamente recientes del siglo XVIII que se puede descargar de internet.
El problema de resucitar las cosas es que se corre el riesgo de que te salga un Frankenstein.
Lo que nos queda del rito mozárabe es un inmenso tesoro y es sobre todo un milagro. Conocerlo y mantenerlo sin falsearlo es una obligación y un derecho.
Es algo parecido a lo que nos queda del Gregoriano: su forma de interpretación actualestá probablemente alejada de su aspecto original (salvo la Schola femenina de Notre-Dame que yo creo que hoy por hoy son la única agrupación capaz de acercarnos al sonido original de las venerables melodías).
¿Por qué?
Pues porque se pretendió que el Gregoriano, música compuesta por y para profesionales, llena de acrobacias y virtuosismos, podía ser un estil musical cantable por los parroquianos, y se desnaturalizó.
La Sacrosanctum Concilium propuso una nueva revisión más crítica de las fuentes y una nueva edición de libros de canto conforme a esta revisión crítica.
Que yo sepa no se ha hecho.
Las investigaciones han demostrado que el gregoriano original se acerca mucho más al canto oriental popular, heredero directo de los cantos y salmos hebreos. El amaneramiento, el "arte susurrante" y la melosidad de Solesmes le ha dado un "toque Disney", muy similar a la Edad Media inventada por los prerrafaelitas y por el soi-disant "arte gótico del siglo XIX", encabezada por la arquitectura de Violet Le Duc, configura una Edad Media que sólo existió en la cabeza de los románticos decimonónicos.
1.-En lo que conocemos por Gregoriano hay varios estratos. Probablemente el más importante cuantitativamente,como definidor del estilo, es el que surgió de la acomodación del canto Romano Antiguo exportado al ámbito franco.
Parejo a éste hay estratos más antiguos, pero apenas si puede registrarse sino es como mera hipótesis aspectos propios de tradiciones orientales como por ejemplo los microintervalos (cuartos de tono).
2.-El empleo abusivo de la "centonización", es decir, del uso de células melódicas que se repiten en ciertas estructuras musicales (como los graduales y los responsorios, precisamente los más elaborados de todo el corpus gregoriano junto a los tractos) sugiere un proceso consciente de composición.
3.-La modalidad no la discutían ni siquiera en Solesmes. Es dudoso el empleo del si bemol en el protus auténtico y en el tritus auténtico, pero a nadie se le ha ocurrido nunca poner un fa sostenido en el tetrardus.
Lo que pasa es que la "dominante" de algunos modos, que ya de por sí es ligeramente variable, fue totalmente modificada en las tradiciones más posteriores. Por ejemplo, la dominante del deuterus auténtico debería ser un si natural como se conserva en los manuscritos más meridionales y no un do que es lo que se transmite en los manuscritos centroeuropeos.
4.-El ritmo: tradicionalmente se ha supuesto que todas las notas tienen la misma duración, pero esta suposición es gratuíta.
Yo no sé cómo sonaban los grandes melismas de los Aleluyas, por ejemplo, pero puede que muchos grupos de notas sonaran más bien como apoyaturas, accicaturas, mordentes o trinos que como meras sucesiones de notas de igual valor.
5.-Paralelamente al gregoriano transmitido por los manuscritos existen diversas revisiones hechas tempranamente. Son las variantes que emplean algnas órdenes monásticas y que constituyen un empobrecimiento melódico del original, sin duda para facilitar su interpretación por amplias comunidades.
6.-Por todo ello el gregoriano de verdad no se puede explicar a partir de sus raíces primigenias, es decir, a partir de los más arcaicos estratos protomodales o de la salmodia, emparentados estos sí con tradiciones musicales anteriores.
La forma adecuada es recurrir a los manuscritos con neumas "in campo aperto" que aunque no muestren la afinación sí muestran el ritmo de manera muy rica. Porque el problema fundamental delgregoriano no es la melodía (el aspecto modal de ésta) sino su ritmo.
Me he puesto a comentar su comentario sobre el rito mozárabe, pero se me ha alargado tanto la respuesta que creo que es mejor que la publique mañana, como artículo aparte.
Saludos.
Humildemente y confesando mi gran ignorancia sobre el tema, me atrevo a decir que gran parte de las cuestiones sobre el gregoriano que se han mencionado me suenan bastante académicas (aunque no por eso dejen de ser muy interesantes). Me cuesta mucho creer que exista un gregoriano "químicamente puro". Es más, algo así es contradictorio con un estilo de canto que abarca siglos y siglos de la historia de la Iglesia y multitud de países, órdenes religiosas y ambientes diferentes.
No veo ningún inconveniente, por ejemplo, en que hayan coexistido y sigan coexistiendo un gregoriano "para conocedores" y otro "popular", más o menos relacionados. Igual que no hubo inconveniente en que la arquitectura gótica se aplicara a grandes catedrales y pequeñas iglesitas de pueblo, con técnicas y cualidades muy diferentes, pero un estilo común.
Además, a lo largo de sus siglos y siglos de historia, el gregoriano habrá cambiado en muchas cosas, como es lógico. A fin de cuentas, no es como la fe, que tiene que permanecer siempre la misma. Intentar definir el "verdadero gregoriano" y mantener a toda costa ese esquema me suena más a museo que a verdadera música cristiana.
Dicho esto, vuelvo al silencio apropiado para los ignorantes en este tema y agradezco los interesantes comentarios sobre el mismo.
Saludos.
Unicamente opiné sobre la popularidad del canto gregoriano, que a juzgar por los escritos de los Padres y los testimonios medievales, era cantado por todo el pueblo. La pseudo restauración de Solesmes la puedo juzgar a partir de lo hecho en materia litúrgica y artística y si es algo análogo, habrán disneylandizado un poco la música, a pesar del mérito de haber tenido que restaurar algo cuya transmisión se había interrumpido.
Dicho lo cual, también retorno al silencio, que debe ser la única música que domino, y eso relativamente.
Lo que realmente me impresiona es la eucaristia en si, ese milagro que ocurre frente a los ojos de cualquiera, instruido o ignorante, entendiendo o no entendiendo las palabras que se dicen, hay un lenguaje que va mas alto de los oídos, del cerebro, de la razón, un lenguaje que trasciende el sentir y llega hasta el centro del alma misma del creyente, un lenguaje que no puede traducirse, no se siente, SE VIVE! por que es algo vivo, algo que toca tu interior y sabes que esta pasando algo, no lo puedes comprender en su totalidad pero sientes que en la profundidad de tu ser algo grande esta sucediendo.
La eucaristía misma es un lenguaje, el lenguaje primitivo, el original, con el que Adán y Dios hablaban, con el que Dios lo arrullaba en el paraíso, el lenguaje que solo los ángeles conocen, ese lenguaje que solo tiene una Palabra, esa Palabra que es lo que DIOS pronuncia para el hombre, este hombre sordo. mudo y ciego que le da la espalda a ese lenguaje maravilloso que no puede oir, ni ver, ni pronunciar pero que el alma en su interior comprende, acoge y extraña; ese maravilloso lenguaje que volveremos a hablar cuando partamos a la casa del padre algún día.
http://es.wikipedia.org/wiki/Ritos_lit%C3%BArgicos_cat%C3%B3licos
Para el que pueda leer en varios idiomas, una experiencia muy interesante es poder leer partes del Evangelio o de los Salmos en idiomas diferentes. No solamente hay resonancias diferentes en nuestro espiritu, sino que ademas comprendemos que más alla de las palabras usadas por el traductor esta el espíritu del mensaje. Hasta incluso puede ocurrir que entendamos mejor ciertas frases leyendolas en otros idiomas debido a la sencillez del lenguaje usado en el otro idioma frente a la excesiva retorica de ciertas traducciones. Asimismo ayuda a superar las barreras nacionales. No olvidemos que catolico significa universal.
Retomando lo del gregoriano, y defendiendo que urge su recuperación como canto litúrgico y que urge también que se estudie específicamente en los seminarios, les propongo un experimento:
conjan las siguientes grabaciones
- Monjes de Silos
- Capella Antiqua de München (lamentablemente ni una sla está en youtube...)
- Alguna obra gregriana interpretada por el Ensemble Binchois
- Coro gregoriano femenino de Notre-Dame de París
Sólo las estructuras musicales más sencillas son accesibles al pueblo: algunas antífonas del oficio, himnos... pero no en absoluto las grandes partes de la missa que a veces constan de larguísmos melismas de hata 30-40 notas sobre una sola sílaba (jeje, el canto mozárabe según lo muestran losmanuscritos podía tener hasta varios centenares de notas por sílaba en los cantos más adornados).
La grabación de Silos, a lo Solesmes aunque dirigida por el eminente Ismael Fernández de la Cuesta es un perfecto ejemplo de canto monástico y aceptable. Son monjes, no cantantes. La grabación del Ensemble Binchois es horrible, no por su calidad, snopor su estilo. Ellos asumen que las melodíastienn un esqueleto (las notas que se agrupan en conjuntos de 1 - 3 por sílaba) y que los melismas son adornos. Po r ello los interpretan con extremada fluidez y velocidad, dando una impresión de lento -acelerón- lento -acelerón muy antinatural y antimelódica.
La Capella Antiqua y el coro de Notre-Dame, por el contrario, interpretan un gregoriano ágil, rítmicamente muy rico, bellísimo y fruto de la reflexión sobre las obras.
Así, cuando cante el pueblo tendráque sonar a Silos, pero cuando canten profesionales o gente entregada, debería sonara a Capella Antiqua o a coro de Notre-Dame.
Yo llevo proponiendo en mi parroquia un coro desde haece meses, pero ¿no os habeis dado cuenta de hasta qué punto a la gente le da vergüenza cantar?
Muy interesante.
En esta dirección se pueden escuchar algunos fragmentos breves de gregoriano cantados por la Capella Antiqua de Munich, para quien se quiera hacer una idea:
http://es.7digital.com/artists/capella-antiqua-munchen-choralschola-konrad-ruhland/gregorian-chant-paschale-mysterium/
En cuanto a lo de la vergüenza de cantar, es bastante propio de España (excepto quizá en el norte). En Alemania o Inglaterra, por ejemplo, la calidad de los cantos en Misa es muchísimo mejor (hasta el punto de que, cuando canta el pueblo en general, a un español inexperto le da la impresión de estar oyendo a un coro). Y canta casi todo el mundo.
Supongo que la mejor forma de proceder, como siempre, es por envidia: crear un pequeño coro de tres o cuatro personas que cante cosas sencillas pero con mucho efecto: cantos del estilo de Ave Maris Stella. Una vez oído al natural, a la gente le llama la atención y se apuntan.
Saludos.
La reforma del rito no se puede comparar con la del Misal romano.
Con respecto al credimus (que es como se llama y no "credo") la traducción es distinta porque distinto ha sido el credimus hispano del romano desde siempre (no se ha variado una coma del que había en el Missale Mixtum). Pretender que el credimus hispano se debería haber cambiado para romanizarlo es un disparate y un atentado puesto que además fue en este rito donde primero se incluyó en la misa entre los latinos (con varios siglos de diferencia con respecto al rito romano).
También el Sanctus es diferente y también sería un despropósito cambiarlo para romanizarlo simplemente porque a algunos les molestan esas pequeñas diferencias.
Ni el Missale Hispano-Mozarabicum ni sus "prænotanda" dicen nada de que la misa deba celebrarse "cara al pueblo" y de hecho si se hace así es por decisión de los sacerdotes y no porque el nuevo misal lo diga en ninguna parte. Aunque es evidente que oraciones como la "oratio admonitionis" deben hacerse cara al pueblo por pura lógica y sentido común (se trata de una admonición).
Sobre el Oferencio del nuevo misal el hecho es que antiguamente no había un "ordo" estable en los libros impresos. En el Missale Mixtum hay varios y en distintas misas que además diferían de los que se hallan, por ejemplo en la Missa omnimoda del Liber Ordinum de M. Ferotin. Y por eso los capellanes mozárabes se "fabricaron" uno mezclándolos. En el nuevo Misal eso se ha solucionado.
Otra cosa sorprendente es que se diga que no se perciben apenas diferencias entre el rito hispano y el romano actualmente. Sorprende porque las diferencias abarcan toda la misa desde el principio hasta el final, incluyendo incluso el relato de la Institución.
En fin, hay muchas cosas que decir sobre el rito hispano, sobre todo ahora que algunos se están dedicando a decir todo tipo de disparates sobre él en Internet. Como el memorable conjunto de fantasías ofrecido por Germinans Germinabit con su alucinante, ahistórica e indocumentada elucubración onírica sobre el origen del rito.
Muy interesante lo del credimus. Ya me fijé en que se decía "creemos", en lugar de "creo".Sin embargo, entiendo que lo que se está proclamando es el símbolo Niceno-Constantinopolitano ¿no? En ese caso, y aunque existieran anteriormente traducciones distintas al latín del símbolo griego, creo que lo oportuno sería una única traducción al castellano, para evitar la confusión. Hay que tener en cuenta que, en esto, más que de liturgia, estamos hablando de fe y creo que no conviene dar ni siquiera la apariencia de diferencias entre la fe que se proclama en el rito mozárabe y en el romano.
En la Misa mozárabe en la que estuve el domingo, en Madrid, se celebró ad orientem. En efecto, hay bastantes diferencias (aunque muchas menos que en los ritos orientales) y llama especialmente la atención la consagración con una fórmula diferente, aunque, como se pronunció en latín, la mayor parte de la gente no se dio cuenta, creo yo.
En cuanto a lo que dice sobre el origen del rito, si quiere, puede enviarme unos párrafos que expresen su postura sobre el asunto y los publicamos en el blog como artículo aparte. Quizá así se produzca un interesante debate con los partidarios de la posición de Germinans. Cualquier cosa que contribuya a dar a conocer el rito hispano me parece buena.
Saludos.
Totalmente de acuerdo. En Pentecostés, cada uno hablaba en su propia lengua, pero todos se entendían, como signo del comienzo de la Iglesia Católica.
Saludos.
Me atrevería a decir que en ninguna religión se celebra un sacrificio con el sacrificador enfrentado a los asistentes. La Ultima Cena tampoco se celebró con Cristo de frente a la asistencia.
Pero por otro, el "dialogo", la "dialéctica o bipolaridad" de la relación sacerdote-fieles es un completo invento. Si tomamos el texto de la Misa, sea antiquus, sea novus, tal relación dialéctica no existe, se limita a algunos diálogos entre celebrante y fieles.
En la "misa cara al pueblo", la acción litúrgica ES esa dialéctica.No es de extrañar que comience a veces con un "buenos días, cómo están" "Siéntense" "Ahora vamos a escuchar la Palabra", y demás pseudorúbricas y admoniciones que subrayan que no está habiendo más acción liturgica que la interacción fieles-sacerdote. Ese es el subtexto que recorre muchas celebraciones Novus Ordo, y no se deben estrictamente al rito, sino a su forma de celebrarlo, abusiva.
Es una modificación no escrita del Novus Ordo, que en realidad no es fiel al texto y a la rúbrica.
Y vuelvo a repetirlo ¿por qué habría que cambiar el credimus y no el Sanctus o el propio padrenuestro que se reza de otra manera? Es absurdo.
Cuando se va a la misa hispana lo que hay que hacer es saber que se va a otro rito distinto y no a una variante del rito romano subordinado a él. Y por tanto hay que respetar el rito, incluyendo el credimus. Normalmente se da una guía a los fieles con los textos de la misa. No veo donde está el problema.
Con respecto a lo de Germinans. En resumen dicen los de Germinans que el rito original hispano era el romano pero que los arrianos usaban uno distinto (y lógicamente totalmente herético) o "gótico". Con la unificación católica, según los de Germinans, los hispanorromanos católicos (mayoría aplastante y vencedora) abandonaron su rito romano, perfectamente ortodoxo y tomaron el rito arriano herético de la minoría vencida adaptándolo. Esta teoría de Germinans no está avalada por nada. No se trata de que yo aporte "mi" teoría. Es que la de Germinans carece de lógica y de sentido común además de cualquier base histórica o documental. Ni uno solo de los estudiosos de la liturgia hispana que yo conozco ha planteado jamás tan peregrina idea. Además, de los libros litúrgicos visigodos arrianos no queda ni rastro.
Otra cosa rarísima es dar por hecho que las influencias orientales en el rito hispano (olvidando que también las hay africanas, romanas, galicanas...) proceden del pasado remoto oriental de los godos arrianos cuando es mucho más razonable tener en cuenta que parte de España fue provincia bizantina y que algunos de los Padres hispanos tuvieron intensos contactos con Bizancio.
En el artículo de Germinans hay muchas cosas extrañas (confusión entre concilios de Toledo, error sobre el rito de Braga...). Todo muy extraño.
Yo entiendo que la venerabilidad de este rito por encima de todos los demás procede de su inextricable relación con la sede de Pedro. No tanto de su antiguedad, habrá ritos mas antiguos, sino del hecho de que es un rito expresamente cuidado, pulido y fijado por el obispo de Roma. De tal modo, la supervisión directa de Pedro a lo largo de toda la historia de la Iglesia, garantiza la ortodoxia de todos sus elementos y el particular esplendor de su desarrollo.
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