A estas alturas del papado de Benedicto XVI, ya conocemos que se ha sabido rodear de la flor y nata de la Curia, y a los que no tenía en Roma los ha llamado a la ciudad eterna. Es el caso de su secretario personal, Monseñor Georg Gänswein, el maestro de ceremonias, Guido Marini, y los cardenales Levada o Cañizares. Pero entre los hombres que Benedicto XVI ‘heredó’ de su beneamato predecessore, Juan Pablo II, estaba este altísimo cardenal, con el que el actual Santo Padre había coincidido en la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El Papa nos ha hablado desde que se puso las sandalias del Pescador de continuidad. En la liturgia y en varios aspectos. Pues bien, el Cardenal Bertone personifica esa continuidad como nadie en la actual Curia. No sólo hereda Benedicto XVI lo mejor del anterior papado, sino que cobra carácter propio, al haber facilitado pasos que, por no tener un puesto de primera fila, no pudo hacer con Papa Wojtyla, ya muy desgastado en sus últimos años, por desgracia.
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