Hoy comentamos un popurrí de noticias. Y es que no me daba la gana de dar la satisfacción a Don Juan Masiá de dedicarle un post entero. Montes me da más o menos lo mismo, porque tiene de Médico lo que yo de budista, pero es que uno ha pasado parte de este tránsito en la Iglesia con los jesuitas, y desearía que fueran lo que fueron antaño. Es una esperanza que vale la pena tener.
Juan Masiá se ordenaría, quiero creer, con ilusión por la labor pastoral. Un amigo mio en estos días me ha comentado que está pensando mucho en ordenarse, en seguir un discernimiento, lo cual nunca es un paso baladí. Creo que, con la salvedad de los años, la misma llamada es la que oyen estas dos personas. ¿Qué se ha torcido entonces en el camino del Jesuita?
Cierto es que mi amigo juega con ventaja: No formará parte de una orden que exige tantos estudios, aunque sí demande cinco años de estudios tan solo a su Segunda orden (lo siento, no puedo deciros cual es). Los jesuitas siempre han formado lo mejor de lo mejor, teólogos que a lo largo de la Historia de la Compañía han sido referentes en muchas universidades, y han marcado, casi sin exagerar, el pulso de la teología en la Iglesia Católica.
Arrupe: un antes y un después
Los mismos que a principios de Siglo XX defendían en Francia un estado confesional frente a la aconfesionalidad que el estado galo propugnó desde 1905, eligieron en 1965 a Pedro Arrupe como superior de la Compañía. Sus biógrafos coinciden en que vivió “tiempos turbulentos” de la Iglesia, pero nada más. Bajo su liderazgo, los jesuitas desarrollan en la XXXII Congregación General el germen de su actual doctrina, que ha favorecido, sí, una doctrina muy radical de justicia social, pero también la teología de la liberación, tan condenada durante el Papado de Juan Pablo II, cuando no la heterodoxia “Masiana". De su sucesor, el P. Kolvenbach, no hablo por caridad…
Es así de fácil: cuando uno da un paso “por delante” de la Iglesia, queriendo seguir formando parte de la misma, se producen rupturas en el tejido. Así tenemos a cuatro locos que consideran un “profeta” a ese señor (¡Nada menos!) y otros a los que no nos cuesta ver su heterodoxia, su falta de apego a los dogmas de la Iglesia. Y es que lo malo de querer ir por delante no es que te tilden de “progre", sino que impones un camino a una serie de personas, que no tiene porqué seguirte a ti en vez de al Santo Padre. Y, claro son caminos que pueden ser discordantes.
En el caso de Masiá, me da la terrible impresión de que se trata de una soberbia sin límite. El que sus amigos mediáticos vayan tildando a sus disidentes de “Inquisición SA” demuestra el poco apego que tienen en realidad a la Iglesia… Eppur si muove, señor Vidal…
La Iglesia permanece, mientras el mundo pasa. Y las ideas peregrinas, Masianas, sobre Jesús, los dogmas, y un largo etcétera chocan extraordinariamente con todos y cada uno de los votos contraídos. Su superior hace bien en materializar el pedido de silencio, pero lo triste es que no lo extiende a su propia Provincia. ¡Pobres Japoneses!
Y eso que yo fui de los que se alegró, ilusionó, cuando la XXXV CC de los Jesuitas eligió al padre Nicolás. Desde luego, una acción similar habría sido impensable con el P. Kolvenbach a cargo. Poco a poco, la compañía recupera su disciplina. Los “progresaurios” rugen, claro, pero acatan, y eso es un signo de retorno de la compañía a mejores tiempos.
Dios quiera que así sea.