Grazie ancora, Benedetto

El Coetus Internationalis Summorum Pontificum ha peregrinado el pasado fin de semana a Roma, una cita a la que desgraciadamente no pudo asistir el Papa emérito Benedicto XVI, al que le debemos especialmente que el “usus antiquus viva en plena paz” dentro de la Iglesia.

En cierto modo, es el hito del anterior pontífice: haber buscado y restaurado una paz necesaria para la Iglesia, afligida desde 1988 de una herida profunda que había sido la ordenación no autorizada de los cuatro obispos por parte de Monseñor Lefebvre. La Fraternidad Sacerdotal San Pio X y los grupos sedevacantistas son hasta el motu proprio de Benedicto XVI prácticamente los solos detentores de esa forma litúrgica.

Los institutos Ecclesia Dei, bendecidos desde su origen con vocaciones, son sin embargo puestos en ostracismo sistemático por las diócesis que se curan en salud. Sobre todo en Francia, la labor de estos institutos es heróica al seguir, desde la obediencia a obispos que a veces los tienen enfilados, su labor pastoral, litúrgica y en muchos casos también educativa. Pero el Papa entonces reinante fue claro. La liturgia no es un patrimonio de tal o tal sector de la Iglesia sino que es una riqueza de su conjunto. No un miembro como puede ser un movimiento o realidad eclesial, sino patrimonio de todos, aunque se constituya por necesidad operativa como un grupo de la Iglesia Católica.

Y por si fuera poco, para facilitar a los creyentes la implantación de esta forma extraordinaria del rito romano, llegó Universae Ecclesia en 2011, con la que la comisión Ecclesia Dei puntualizaba y explicaba los puntos clave del Motu proprio y del que publicamos un comentario en el blog en su momento.

No puedo sino compartir el análisis de Benedicto XVI: hoy la forma extraordinaria goza de buena salud, su difusión promovida por fieles como los agrupados en el Coetus Internationalis. Eso espero sea motivo para la alegría del papa emérito cuya labor a este respecto es inmejorable: ha acogido a sus hijos y les ha dado el espacio necesario para la Iglesia. Webs como la irremplazable Una Voce Málaga dan buena cuenta de cuantos obispos y cardenales han respaldado directamente a esos fieles, bien celebrando, bien asistiendo a una celebración en dicha forma.

No todo el monte es orégano, por desgracia. Hay cuestiones demasiado complejas, como la de los Franciscanos de la Immaculada, que otros han tratado y comentado mejor que yo. También actitudes públicas o privadas de ciertos fieles pueden poner escandalizar a otros fieles menos “línea dura”, pero considero especialmente positivo que grandes grupos internacionales de fieles se sigan juntando en estas peregrinaciones. Es un buen síntoma de que nos sentimos Iglesia cum Petro et sub Petro, lejos de tentaciones fatalistas y apocalípticas.