"En todo caridad..."
Cuando nos llueven las críticas, siempre hay dos actitudes contrapuestas. La primera es tomarse mal las cosas, y en un alarde de orgullo, montar un órdago, la “rabieta", que no es sino el triunfo del YO con mayúsculas, del “non serviam“, no serviré… Y lo verdaderamente difícil es encontrar la humildad de leer lo que te escriben, sobre todo si quien te lo escribe es una persona a la que nunca has dejado de considerar amigo, pero a veces has herido sin darte cuenta.
Ayer por la noche recibí un correo de un amigo dolido. Y terminé posiblemente más dolido yo que él. Dolido porque muchas veces escribimos y no nos damos cuenta del dardo que estamos lanzando. Un dando totalmente privado de caridad, no ya hacia las personas que estimamos, o a la orden a la que han profesado, sino ya hacia toda la Iglesia.
Si bien es cierto que no todo es jauja, de que los religiosos tienen mucho que hacer, y que el pueblo de Dios, sobre todo a través de Internet, está dándose cuenta de que hay escándalos que no pueden dejarse pasar, hay que ser extremamente prudentes. Y no por pusilanimidad, precisamente, sino porque si privamos a nuestra crítica de caridad, de querer tener una Iglesia Santa y de que el propio pecador se convierta, somos exactamente tan maniqueos como acusamos a la “iglesia progre” de ser, en su visión contrapuesta de “las bases” contra “los obispos". Y lo pongo entre comillas porque Iglesia solo hay una… En vez de ser sesgados para un lado, lo somos para el otro.
Las cosas pueden estar mal, y una denuncia pública puede dar a conocer el hecho, pero rara vez lo enmienda. Porque el problema comienza por UNA persona concreta, y no por una institución. Por UN periodista que escribe sobre algo de manera impertinente, y no su medio.
Jesús cogió el látigo en el templo, sí, y con Santa Ira… Pero fue un episodio de su vida. “Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas"(Mt.11,29).
Así que a ese amigo, le presento mis disculpas, y doy gracias a Dios para que haya tenido el coraje de escribirme desvelado, pero a corazón abierto. Sin su crítica, jamás me habría dado cuenta del daño que le hacía, y como fiel hijo de la Iglesia, como oveja que debe obedecer en todo a su pastor, le pido perdón.
+Pax et Bonum+
Miguel Vinuesa
9 comentarios
Ese el caso del adúltero de Corinto que se acostaba con la mujer de su padre.
Un abrazo,
Maricruz: Gracias. Así me siento...
Vicente: Lo mismo, hay veces que la disensión suena tan mal, o se profiere de tal manera, que no damos al otro más que motivos para darnos de palos... Entonces, claro... La Comunión cuesta.
Semuret: Precisamente es la falta de humildad la que lleva a estos desencuentros... Pero no, creo que es algo más profundo, pero Dios dirá.
Conjugar ambas cosas es el equilibrio que debemos buscar en cada momento, eso que es el permanente discernimiento.
Si una verdad duele, así debe ser, que duela. Amigo o no amigo, tanto da, eso afecta a decirla con más o menos delicadeza, pero nunca a callarla si es bueno exponerla.
Si algo no es "una verdad" y causa dolor innecesario, hay que suprimirlo del discurso.
Volvemos a lo de siempre, qué entendemos por eso de Caridad. El mismo Papa fue bien claro hace poco: la Caridad exige a veces sacar la vara. Siempre no, pero a veces sí.
Eso es lo que hay.
Por supuesto, es una opinión personal, y eso que a veces me he callado por cobarde o por conveniencia. En esos casos, me fue evidente lo mal que actué, y no mucho tiempo después de haberlo hecho.
Igual, no olvides rezar por mí y por nosotros, a ver si vivo con una convicción errada. Entonces, que Dios me muestre lo que es grato a Él.
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