Pax et Bono
Desde luego, Don José Bono, a la sazón presidente del Congreso de los diputados, no ha terminado de dar con el truquillo de eso de ser católico sin llevarle la contraria a cuanto parezca tradición católica. Y no me refiero a que asista a las misas, sino al magisterio. Las ganas que le tiene Bono a Rouco, y a todo cuanto defienden los obispos españoles son de enormes. Y es uno que no se anda con chiquitas: ¿No me das de comulgar? Pues me cambio de fila. A ser posible la de la izquierda.
Lo primero para Bono y políticos oportunistas de su calaña (afortunadamente, los menos: la mayoría son aborteros sin tapujos), es concienciarse de que el debate ideológico en la Iglesia es extramuros. Muchos se empeñan en sacarlo a la palestra y terminan concluyendo que en la Iglesia solo hay sitio para “la derechona", cuando el mismo PP ha aplaudido con pies y manos las iniciativas legislativas anti-cristianas del PSOE. Juegan por la misma banda, a distintas velocidades. Quien no quiera verlo a estas alturas, es que se tapa la vista demasiado bien. Asimismo, quien cree que el PP va a cambiar algo, y no miro a nadie, se hace unas ilusiones que no le van a ser de demasiada utilidad.
Ayer, por tanto, el Rey sancionó con su firma el aborto prácticamente libre. Una ley “garantista", no como la anterior. Todavía no puedo creer como, con la excusa de “establecer garantías” se ha legalizado, en la práctica, lo que la anterior ley tipificaba como delito. Esta legislación es absolutamente inconstitucional, y es la última vuelta de hoja de una política única y exclusivamente dedicada a distraer sobre la falta de ideas del gobierno socialistO ante la crisis económica. Otros habrían puesto pan y circo, pero bueno. Empiezo a pensar que los Romanos tenían un punto de humanidad, comparados con lo que tenemos ahora. Y Bono tan contento.
Los que sí valen, no prosperan en el PP-PSOE
Ya podrían aprender de Joaquín Montero, ex-teniente de alcalde de Paradas (Sevilla), de Mercedes Aroz, cofundadora del PSC o del mismísimo Manuel Pizarro del PP, menospreciado por su partido tras las elecciones y uno de los legisladores que no quiso dar su brazo a torcer en esta cuestión (y ya véis el caso que le han hecho). En los grandes partidos no se puede hacer una labor “desde dentro". Cuando la cuestión principal de un día es discutir si Nacho Uriarte (¿Será pariente del obispo?) debe dimitir como presidente de Nuevas Generaciones por conducir ebrio, estamos ante un partido que tiene muy visto su propio ombligo, pero no tiene ni idea de como sustituir al peor Gobierno de nuestra Historia desde Fernando VII.
Cualquier líder de Europa a estas alturas habría echado a este gobierno solo con prometer hacer “todo lo contrario". Y no soy un genio de ciencias políticas. Así no va. Y así se puede dar cuenta uno que, en el fondo, ambos partidos son una especie de mellizos malvados que se van turnando para ejercer el poder de la peor manera posible.
Con una casta política sin ética, sin principios y que solo vela por su propio bienestar, empiezo a pensar que el problema ya no es unos u otros, sino “el juego” en su conjunto. ¿Les cambiamos las reglas o nos negamos a jugar?
5 comentarios
Así es nuestro querido país de pandereta. Y como diría Sánchez-Dragó, sí, hablo mal de España porque soy española, aunque me sienta ciudadana del mundo.
PS. Volviendo a Bono, es simplemente, un hombre incoherente.
Tenemos un rey que practica el catolicismo a la carta..., tenemos a un Bono que se considera católico, de lo cual hace gala, pero justifica las bondades de la recién sancionada Ley que entrará en vigor el 6 de julio, el mismo día que el rey firmó la de Felipe González en 1985. La pena es que el PP hace muy poco por los pro-vida: Rajoy dice que si llega al Gobierno la derogará pero Cospedal le desautoriza y dice que no.
El problema no es votar el mal menor, la clave está en votar a los partidos políticos íntegros aunque sus opciones de incorporar un diputado en el Parlamento son imposibles.
¡Gracias por tu post, Miguel!
¡Abrazotes!
Y efectivamente: con la ley electoral en la mano es imposible. Deseable, por supuesto, pero imposible.
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